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La polla de Rasputín II

en Hetero: General

Diario de Investigación. Entrada nº63. Por: Irina Alekseeva Kuzmin 

11:46 am, 17/09/2016

Estado del sujeto: consciente y sin malestares aparentes.

Su ritmo cardíaco y la frecuencia respiratoria presentan ambas niveles saludables.

Tal y como predije en la entrada nº59, la decisión de dejar al sujeto en una habitación en solitario para reducir la cantidad de estrés experimentada durante su segundo despertar ha resultado ser la correcta. Al principio se ha mostrado inseguro y ansioso(habría sido extraño de otro modo); pero tras algunas reticencias iniciales, la primera toma de contacto con su sexualidad ha culminado de forma satisfactoria.

(Dado el estado psicológico actual del sujeto, podemos descartar el uso de tranquilizantes o antidepresivos que pudieran llegar a afectar de forma negativa en su desarrollo emocional.)

Me preocupa sin embargo el volumen de esperma liberado tras su primer orgasmo. A pesar de que tan solo puedo conocerlo de forma teórica mediante el visionado de la grabación en vídeo, puedo afirmar sin duda alguna que el volumen es excesivo y sin punto de comparación relativo a los estándares presentes en cualquier varón sano de cualquier grupo de edad. Confío pese a todo en que la cantidad se reducirá conforme el sujeto siga experimentando orgasmos en su nuevo cuerpo.

Acciones a realizar:

-Visitar al sujeto en su habitación(toma de contacto, asegurarse de que el sujeto acepta mi autoridad)

-Satisfacer parte de su curiosidad inicial.

-Transmitirle nociones de higiene peneana.

 

 

 

 

 

 

Diario de Investigación. Entrada nº64. Por: Irina Alekseeva Kuzmin 

00:07 pm, 17/09/2016

Estado del sujeto: excitado y masturbándose bajo la ducha.

(Dejo las conclusiones de nuestro primer encuentro en estado de relativa relajación para la futura entrada nº65 a favor de los detalles de la escena que estoy presenciando en estos momentos y que me muestra la cámara situada en la puerta interior de la ducha)

Estaba previsto que, cuando el sujeto despertase, sintiese la necesidad de aliviarse debido a un previsible exceso de testosterona tras su nacimiento en plena pubertad. Así que el hecho de que se empezase a masturbar pasados 15 minutos entraba dentro de nuestras previsiones... Después de todo, un chico de esa edad posee, incluso en el mejor de los casos, una líbido "inestable".

Pero mientras escribo esta entrada, el sujeto se está masturbando por segunda vez, en esta ocasión apoyado contra los azulejos de la ducha. Y lo que veo en la pantalla me obliga a poner en duda diversos aspectos de nuestros cálculos iniciales.

Según las primeras mediciones efectuadas en base a los datos extraídos de su etapa de desarrollo y de su posterior etapa de reposo, el delgado cuerpo del sujeto debería de ser incapaz de sostener un pene de ese tamaño y menos estando de pie. De hecho, la intensidad de su flujo sanguíneo apenas debería bastar para elevarlo unos pocos grados... Y sin embargo, el sujeto ha conseguido una erección completa con una rapidez y eficacia sorprendentes, y a solo unos minutos de su primer orgasmo.

(¿Nos habremos equivocado al medir la potencia de su sistema vascular? ¿O puede que se deba a un hiperdesarrollado músculo de kegel?)

Cualquier futura hipótesis sin datos actualizados resultará probablemente inútil. Necesito establecer nuevas prioridades, empezando por:

-Medir sus niveles hormonales en estado de excitación sexual.

-Medir la longitud, el grosor, el grado de curvatura y el peso relativo del miembro viril durante la erección.

-Tomar muestras de semen para el laboratorio.

-Medir el volumen relativo de los testículos.

-Fortalecer su sistema inmonológico mediante la ingestión de Zinc y Vitaminas A y C.

-Aumentar la cantidad de...

 

 

 

Irina paró un momento de teclear y observó la pantalla con detenimiento. Su paciente tenía la boca muy abierta y la velocidad con la que se sacudía el pene había aumentado progresivamente hasta que sus manos se convirtieron en borrones. La doctora se sorprendió por un instante pero no olvidó registrar el momento de su segundo orgasmo.

Un chorro de semen salió disparado desde el glande hasta la pared opuesta de la ducha y a ese lo siguieron varios más, pintando espesas rayas blancas sobre los azulejos. Y cuando por fin paró, el sujeto se tambaleó unos segundos, sin duda sintiendo los efectos que el orgasmo masculino provocaba en todos los músculos del cuerpo.

Irina se tocó la barbilla, pensativa. La cantidad de esperma liberado no parecía haberse reducido.

-No de forma significativa, por lo menos...- Murmuró, fascinada. -Espera... ¡¿Qué?!

La doctora contempló estupefacta como su paciente volvía a agarrarse el inmenso pene semierecto sonriendo con languidez. 

-No es posible...

Pero sí lo era. Tras pasarse medio minuto estimulándolo suavemente, su miembro viril volvió a levantarse.

Irina no daba crédito. Su paciente se estaba masturbando de nuevo... ¡¿Y pensaba correrse por tercera vez en menos de 20 minutos?! ¡Era irreal! ¡Carente de lógica!. Ese pequeño cuerpo no debería de ser capaz de soportar tamaña descarga hormonal. Definitivamente debía añadir aquello a su informe. Pero en cuanto apartó su atención de la pantalla y volvió a situar sus manos sobre el teclado, el movimiento le hizo notar el comportamiento de su propio cuerpo.

-Ugh...

Los pezones... le dolían. Le dolían de una forma extraña y poco familiar... Y en cuanto miró hacia abajo se dio cuenta de que se le marcaban a través de la bata de laboratorio de una forma escandalosa. No tardó demasiado en notar otros síntomas, como la delgada capa de sudor sobre su frente o esa molesta humedad en la entrepierna...

Por un momento se escandalizó ante su situación. Pero en seguida se calmó empleando un ejercicio respiratorio aprendido en sus clases de yoga. No pasaba nada. Era tan solo una reacción natural de su cuerpo provocada por la súbita liberación de estrógenos ante la visión de un chico masturbándose... Y aunque algo así no le había pasado jamás, Irina no pensaba permitir que aquello la pillase con la guardia baja. Estaba plenamente convencida de que el problema se encontraba en su apego por su experimento. El apego profesional en ocasiones conducía a un apego emocional. Pero no había problema, Irina lo superaría a base de pensamiento racional. -"La mente tiene poder sobre el cuerpo"- repetía a menudo. Y su mente jamás le había fallado.

La doctora apagó la pantalla, respiró hondo una última vez y se dispuso a terminar con la Entrada nº64.

Pero a pesar de toda su autoconfianza, la mujer decidió tomarse unas cápsulas inhibidoras para controlar sus niveles hormonales. No pensaba correr riesgos, no con la obra de su vida.

 

 

 

...

 

 

 

Tras haberse masturbado repetidamente y haber disfrutado de los primeros orgasmos en su nuevo cuerpo, Anastasia empezó por fin a aceptar la nueva realidad: Era un chico. Poco más que un niño a sus escasos 12 años, pero ahora estaba segura de que la habían convertido en un chico de pies a cabeza. Y su certeza no se debía tan solo al voluminoso pene que le colgaba entre las piernas, heredado directamente del famoso Rasputín. Era algo más... y Anastasia no lo advirtió hasta que empezó a enjabonarse bajo el chorro de la ducha, en contacto íntimo con su propio ser.

Su piel seguía siendo suave, pero debajo notaba una resistencia distinta. Sus hombros eran más anchos y sus movimientos, más vigorosos. Seguía teniendo un vientre plano, pero, en lugar de sentirlo blando y esponjoso, al palparse notaba su firmeza. Se sentía menos... ¿Delicada? Si... Anastasia había sido toda la vida una chica menuda e introvertida, con un sentimiento de indefensión inherente a su personalidad. Pero ahora ese sentimiento se había esfumado, se sentía más segura y confiada. Su joven cuerpo de 12 años medía casi lo mismo que el antiguo de 29 y era con toda seguridad más fuerte, atlético y saludable.

-De verdad soy un chico...- murmuró Anastasia, admirada. Se pasó ambas manos por sus suaves pero firmes nalgas y sacudió las caderas hacia delante provocando que su largo miembro chocara contra su ombligo y terminara ondulando adelante y atrás por la inercia. Aquel jueguecito consiguió despertar en Anastasia una risita juguetona, pero enseguida recordó que la doctora Alekseeva podía llegar en cualquier momento y se apresuró a lavarse.

Al salir de la ducha frotándose con la toalla, Anastasia advirtió varias prendas de ropa plegadas en una cesta de mimbre. Supuso acertadamente que las habían dejado para ella, así que cogió las dos de encima y las desplegó revelando unos pantalones tejanos y unos boxers de perneras anchas.

-Son muy amplios...- murmuró con su suave voz.

La respuesta a ese cambio tan práctico le vino enseguida a la mente en cuanto bajó la mirada hacia el desproporcionado pene. Parece que los encargados o quien fuera que manejara esos asuntos había pensado en su comodidad.

Anastasia se ruborizó un poco, pero enseguida se encogió de hombros y se agachó para ponerse los boxers. Sin embargo, cuando se los subió y ajustó la goma de la cintura, notó que algo no estaba bien. Su pene seguía colgando como siempre por dentro de la prenda, pero estaba ligeramente doblado, rozando la punta contra el tejido de la prenda interior de forma bastante molesta. Y al moverse sintió como se movía y chocaba contra sus muslos. Era incómodo y embarazoso, y enseguida deseó mantenerlo quieto de alguna manera.

Anastasia recordó entonces los ajustados boxers que llevaba al despertarse, y enseguida corrió a la habitación donde los recogió del suelo para a continuación volver al baño y ponérselos. Eran suaves y mucho más estrechos, pero ahora tenía la polla aplastada bajo la pelvis(con la punta en la raja del culo y apretada contra sus propios testículos). La antigua chica dejó escapar una risita nerviosa, pero seguidamente chasqueó la lengua y estuvo un minuto manipulándose la verga tratando de recolocársela de una forma que no se sintiera extraña e incómoda. Anastasia había encontrado el segundo inconveniente de ser un chico al tiempo que recordaba cohibida su primer intento de hacer pis.

Al final optó por colocarse el pene bien ladeado y apretado en diagonal contra el muslo derecho. Era la postura más cómoda que encontró, y no le molestaba demasiado salvo cuando levantaba la pierna o se sentaba. De todas formas, el bulto seguía siendo enorme- advirtió avergonzada. Solo esperaba que sus pantalones consiguieran ocultarlo.

Anastasia se puso entonces los pantalones tejanos también de pernera ancha y agarró las otras dos prendas, consistentes en una camiseta blanca de manga larga y un jersey fino de color gris-oscuro con botones que se puso justo encima. Al mirarse en el espejo del baño(el de la habitación había quedado inservible por su culpa) le gustó su aspecto y se ofreció a sí misma una sonrisa radiante. Anastasia se habría quedado un buen rato contemplando embelesada esos intensos ojos color azul-eléctrico que le habían brindado, pero el sonido de la puerta al abrirse la sacó de su ensimismamiento, y enseguida se presentó de nuevo en la habitación para encontrarse de frente con la doctora Irina Alekseeva.

-Dije que tenías 30 minutos y has tardado 47 en estar listo- comentó la mujer con frialdad -¿Te has divertido en la ducha?

Anastasia abrió mucho los ojos y tragó saliva. ¿Como había adivinado que...? Pero en seguida se dio cuenta de que deducir lo que había estado haciendo no era tan difícil, y menos para una mujer tan inteligente como la que tenía en frente.

-Perdón...- respondió con timidez, ruborizándose de nuevo.

-...No importa- dijo la doctora mientras tomaba unos apuntes en una ficha -Conocer las necesidades de tu líbido es una parte importante de este proyecto. Más adelante ya haremos otras pruebas.

-¿Qué quiere decir con...?

Pero Irina se puso a examinar la habitación y el baño sin prestarle atención, observando con interés el espejo lleno de semen, la puerta de la ducha y la ropa del suelo.

-¿No te has cambiado de calzoncillos?

El chico se ruborizó y cambió el peso de un pie a otro, incómodo.

-Es que el movimiento y el roce de la tela...

-Ya veo- contestó la doctora, de nuevo escribiendo en su ficha -Así que prefieres cierto grado de compresión e inmovilidad en...

Paró un momento de escribir y se golpeó la barbilla con el bolígrafo, pensativa.

-Pero volvamos al procedimiento paso por paso, empezando por mostrarte tu nueva identidad.

-¡¿Mi nueva identidad?!

Irina se la quedó mirando unos segundos con una expresión indescifrable.

-Veo que a estas alturas todavía no has acabado de hacerte a la situación... Ahora eres un chico. Medita lo que eso significa. ¿Quién eres?

-Yo soy... 

-¿Quién eres?- repitió la doctora.

-Yo soy, o al menos era, Anastasia Candell.

-En efecto. Eras Anastasia Candell. Pero Anastasia desapareció tras tomar un vuelo a Rusia... y al no tener ni amigos o familiares, las autoridades no advirtieron su desaparición hasta pasado un mes y medio, cuando su casero decidió llamarlos preocupado por que ya nadie pagaba el alquiler del apartamento en el cual vivía.

En ese momento, Anastasia sintió una repentina debilidad en las piernas. Pese a que no poseía gran cosa, darse cuenta de que su antigua vida había sido totalmente borrada resultaba chocante. La doctora prosiguió.

-Y ante la falta de pistas sobre su paradero mas allá del aeropuerto de San Petesburgo junto a la escasa colaboración de las autoridades rusas, la policía de tu ciudad enseguida cesó en la búsqueda de Anastasia Candell, archivando su caso como "desaparecida".

Irina le miró, locuaz, asegurándose de que la antigua Anastasia entendía las connotaciones de tal noticia. Pero antes de que la doctora dijera nada más, su paciente se le adelantó.

-Anastasia está... muerta.- dijo con cierta tristeza. Era doloroso, pero necesario. Y decir esas palabras lo llenó de una extraña paz interior.

La doctora Alekseeva asintió, satisfecha.

-Veo que lo has entendido.

Irina empezó entonces a rebuscar en el bolsillo de la bata, de donde sacó una especie de tarjeta plastificada sujeta a un imperdible. Se la dio al chico.

-Esta es tu nueva identidad. Engánchala en el jersey sobre el lado izquierdo, a la altura del pecho.

La tarjeta tenía impreso un código de barras junto a una banda magnética y dos series de números indescifrables. En la parte izquierda había un cuadro en blanco(donde seguramente debía ir una foto) y, justo en medio escrito en negrita, se leía un nombre: Alexei Irinovitch Candell.

-¿...Alexei... Irinovitch...? ¡¿Alexei?! ¿Es ese mi nuevo nombre?

-Si no te gusta, todavía estás a tiempo de cambiarlo. Pero es conveniente que sea un nombre ruso, pues esa será tu nacionalidad a partir de ahora.

-¡NO, no! Me... ¡Me gusta! ¡De verdad!- exclamó el muchacho -...Alexei...

La doctora asintió con solemnidad mientras Alexei iba repitiendo su nombre en diferentes tonos de voz, paladeándolo y acostumbrándose a su sonido. Y cuando terminó, le preguntó:

-¿Y los apellidos son... Irinovitch Candell? ¿Por qué Irinovitch? ¡Espere! ¡¿Tiene algo que ver con su nombre?!

-Para empezar: no se pronuncia "Irinovitch", sino "Irínovitch"... y así es. Tu apellido deriva de mi nombre de pila: Irina.

Hizo una pausa, pero al ver que Alexei se limitaba a observarla, prosiguió.

-Por temas legales... te registrarás como mi familiar. Concretamente como mi... mi... Yo seré tu tutora.- Irina se revolvió, incómoda. Por algún motivo, le costaba explicarse.

-¿Mi tutora? ¿Quiere decir...?

-Tu madre adoptiva, si prefieres el término coloquial.- soltó la doctora de un tirón.

-Mi madre...

-Pero solo ante las autoridades. Evidentemente no permitiré que ese hecho limite el progreso del experimento. Yo seguiré siendo la doctora, y tú, mi paciente.

Alexei asintió lentamente, tratando por todos los medios de contener la sonrisa.

-Y ahora que ha quedado todo claro, me acompañarás a la cantina. Como dije antes, ahí tomarás tu primera comida sólida.

El chico se dio cuenta entonces de que tenía un hambre atroz. ¿Como había podido pasarlo por alto? Siguió a la doctora obediente, olvidado cualquier temor.

...

Ponerse en marcha fue un alivio para Irina, ya que suponía una excusa plausible para dejar de observar el rostro de su paciente. Era irritante que Alexei provocara esas reacciones en el cuerpo de la doctora con tanta facilidad, reacciones que persistían incluso tras tomarse esas píldoras para controlar el nivel de estrógenos.

Mientras caminaban por los largos pasillos, Irina trataba con todas sus fuerzas de concentrarse en sus apuntes y en el procedimiento del proyecto, pero cada vez que echaba una mirada de reojo a su derecha, volvía a toparse con la cara complacida de Alexei. Eso la turbaba, le hacía apretar los dientes y maldecirse a sí misma y a sus hormonas femeninas; reacción que se veía acentuada cada vez que notaba esa dolorosa palpitación en los pezones amén de la molesta humedad que se extendía justo entre sus piernas.

Seguir en aquel estado era impensable. No solo rebajaba su dignidad y debilitaba su autoridad, sino que también la hacía menos eficiente. Y si había algo que Irina detestara en este mundo era la falta de eficiencia, sobretodo en sí misma.

Era necesario solucionarlo de inmediato. Y si los fármacos no funcionaban...

-"Necesito separarme del paciente unos minutos"- escribió Irina en la sección de anotaciones -"Obtendré el lapso de tiempo durante el desayuno".

...

Continuaron caminando durante 3 minutos más durante los cuales Alexei se dedicó a observar las instalaciones con más atención. Pero resultó una experiencia decepcionante. Pasillo tras pasillo, todo le parecía igual: largos y rectos corredores de techo bajo flanqueados por puertas grises e idénticas entre sí situadas a distancias simétricas todo con la misma iluminación de un anodino blanco anaranjado. Lo único que cambiaba eran las señales y líneas que recorrían el suelo y las paredes mostrando las distintas habitaciones y secciones. Esa aburrida simetría se veía interrumpida tan solo por unos pocos bancos, algún ocasional interfono empotrado en la pared y los escasos trabajadores con los que se cruzaban, todos vestidos con bata blanca y todos con aspecto atareado.

Terminaron girando un recodo tras el que se encontraba una puerta corredera(¡de cristal!). Alexei la cruzó siguiendo a la doctora Aekseeva y ambos se encontraron en una sala con aspecto de cafetería, aunque no como las que Alexei estaba acostumbrado.

La cantina era una estancia alargada iluminada por blancas luces de neón al fondo de la cual había una barra tras la que trabajaban dos personas. De ambos extremos de la barra partían dos largas mesas que se prolongaban hasta abarcar casi toda la longitud de la estancia sobre cada una de las cuales giraba una larga cinta que se encargaba de llevar los platos a los escasos comensales. Ambas cintas partían de la misma barra y dejaban en las mesas espacio justo como para comer con relativa comodidad.

-"Huele realmente bien..."- pensó Alexei, frotándose la barriga. Jamás había sentido los distintos olores de la comida con tanta intensidad. ¿Se debía acaso a su transformación...?

-Siéntate, pasa tu tarjeta delante de la pantalla y comunica a la interfaz qué plato quieres que te sirvan.

Así lo hizo Alexei. Y en cuanto se encendió la pantalla, aparecieron uno detrás de otro todos los platos disponibles en la cantina mediante docenas de fotos y descripciones. El chico los fue pasando con el dedo.

-¿Puedo... pedir lo que quiera?

-Como es tu primera comida sólida, te daré libertad absoluta... pero trata de limitar los lácteos.

-¡Gracias! Pues veamos, quiero...

Irina lo observó unos instantes mientras seleccionaba varios platos mediante la pantalla táctil. Alexei tenía el ceño fruncido y en sus hermosos ojos se adivinaba una exultante concentración. La doctora se fijó en que la boca del chico se movía levemente al leer las descripciones y se lamía los labios constantemente, tal vez anticipando la...

Irina apretó los dientes y se restregó los ojos con frustración interrumpiendo sus pensamientos. ¡Lo estaba haciendo de nuevo! Tenía que salir de ahí.

-Voy a... ultimar los preparativos. Trata de no pasarte con la comida, recuerda que es la primera vez que tu cuerpo consume algo sólido y... bien... Vuelvo en media hora.

-¡Claro! ¡La veo luego, doctora!

Irina salió rauda del comedor y se dirigió a su despacho sin perder un segundo. En cuanto el sistema le brindó la entrada, se apoyó en el escritorio jadeando y maldiciéndose a sí misma y a sus malditas hormonas.

-Tiene que estar por aquí...

Como para subrayar su estado mental, Irina estaba teniendo dificultades para encontrar un objeto dentro de su ordenado y perfectamente organizado despacho. Y eso no le pasaba jamás, no a ella. Cada vez que se giraba o se agachaba abriendo diversos compartimentos, sus grandes y dolorosamente hinchadas tetas se ponían en su camino, meneándose y haciéndole sentir unos fuertes cosquilleos dentro de sus apretadas copas.

-¡Aquí está!- exclamó la doctora, esgrimiendo un objeto liso y pulido de color blanquecino y forma de bolígrafo. Tenía dos palmos de longitud y 5 botones en la parte superior dispuestos de forma vertical.

Irina se sentó en su butaca con nerviosismo y se subió la falda para a continuación bajarse las oscuras bragas de encaje con mucho cuidado, puesto que estaban húmedas y pegajosas. Varios hilillos viscosos acompañaron a la prenda en cuanto ésta se desprendió de sus partes.

-Igh...

Efectivamente, Irina estaba excitada.

A sus 32 años, Irina Alekseeva era una de las mayores eminencias científicas del planeta con un dominio inigualable de las ciencias biomédicas y pionera en tecnología biomolecular. Haciendo uso de sus conocimientos y numerosos contactos, había construido en un tiempo récord una corporación milmillonaria con una de las tecnologías más avanzadas del mundo dentro de su campo. Y todo lo había conseguido ella sola. Irina era una mujer brillante, rica y poderosa, que se consideraba a sí misma por encima de los demás. No le interesaban los placeres "mundanos" y limitaba sus relaciones sociales al estricto ámbito laboral. Su trabajo era su orgullo y única motivación.

...Y por lo visto, también su debilidad.

Irina activó el primer botón del pequeño vibrador con forma de bolígrafo y tragó saliva. ¿Cuánto tiempo hacía que no se masturbaba...?

(El espasmo que sintió al rozarse el pezón derecho con el juguete le confirmó que demasiado)

-Ah... ah...

Pero a Irina no le gustaba masturbarse, se había convencido a sí misma de que lo detestaba... de que solo lo hacía cuando su organismo no le dejaba otra opción.

(Se apretó el vibrador contra la punta del pezón y soltó un gritito)

Masturbarse... suponía rebajarse... suponía una pérdida de control corporal...

(Bajó la mano izquierda y empezó a acariciarse la vagina con reticencia)

-Uuuuhhhh... uuuuungh

Era sucio... antihigiénico... y bajaba las defensas de su organismo.

(Contuvo un gemido al meterse el dedo anular en su cavidad)

Debía acabar cuanto antes, y para eso era necesario aumentar la intensidad...

(Activó el tercer botón del vibrador y apretó la punta directamente contra su clítoris)

-¡¡UAAAAAAAAAHHH!!- gimió la mujer, dejando escapar todo el aire contenido.

E inconscientemente abrió las piernas al completo y echó los hombros hacia atrás, provocando que tanto sus labios vaginales como sus enormes(y normalmente disimulados) pechos sobresalieran notablemente. En un momento, los pliegues de su oscura indumentaria habían pasado de disimular su figura a pegarse a su cuerpo para terminar resaltando toda esa deslumbrante feminidad que la doctora tanto se esforzaba por ocultar.

-Eeeeehhh, uh... ¡Uah!

Irina recordaba con todo detalle las pocas veces que se había masturbado en el pasado, cuando por supuesto el placer y la satisfacción habían estado presentes. Pero lo había hecho como cualquier otro experimento: con la cabeza bien amueblada y usando su propio organismo como herramienta. Sin embargo aquella vez...

(Insertó otro dedo en su vagina y presionó hacia arriba con fuerza)

-¡Aaaah! ¡¡IIIIGH!! ¡Aanh! ¡EEEEEEEeEeeh!

...le bailaba la cabeza, a falta de otra descripción más apurada. Por mucho que intentara concentrarse en su propia satisfacción, en amortizar el tiempo y terminar cuanto antes, sus pensamientos volvían una y otra vez a los ojos de Alexei.

(Los sonidos viscosos de sus dedos al penetrar su vagina se mezclaban con sus propios gemidos, poniendo a prueba la insonorización de su despacho)

La intensa mirada del chico se había grabado a fuego en la mente de Irina. Y por más que luchase por evitarlo, por pensar en otra cosa; la imaginación de la mujer volvía una y otra vez a la imagen de ese cuerpo joven y perfecto, de esos hipnotizantes ojos color azul-eléctrico, de ese cabello suave y sedoso que caía en perfectos flequillos sobre un rostro angelical... en la rigidez de esa increíble polla y la desproporción de su miembro respecto a su esbelta figura...

-¡¡AEEEEEEEEHHHHHH!! ¡AH! ¡Aaaaaahhh!... ¡¡OOOOOOOOOoooh!!

Su mente se estremecía y su cuerpo también. Sin darse cuenta había activado el quinto botón del vibrador y sus dedos amartillaban su vagina como la aguja de un tatuador. Estaba a punto de correrse.

-¡¡AH!! ¡No, NO! ¡¡ESTO ES... ESTO ES!! ¡¡...DEMASIADO, OH!! ¡¡OH!!, ¡¡¡IIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!

El orgasmo la sacudió de pies a cabeza y, por un momento, Irina perdió el control de sus acciones rendida ante el intenso placer. Su vagina se dilató al liberar sus jugos y la mujer se vino abajo en su silla de estudio, tratando de recuperar la respiración con con el vientre convertido en un horno.

Se sentía sucia... y debilitada... se sentía... satisfecha...

Y allí mismo, en la intimidad de su despacho, Irina compuso una sonrisa lasciva. La primera de su vida.

...

-Increíble...- murmuró Alexei tras probar un trozo de queso suizo -¡Está riquísimo!

En su antigua vida como Anastasia había detestado el queso con todas sus fuerzas hasta el punto en el que el simple olor a leche fermentada bastaba para hacerle arrugar la nariz... pero incluso eso parecía haber cambiado tras convertirse en un chico.

Alexei se limpió la mano con la servilleta y volvió a teclear en la interfaz, buscando entre las variedades de queso disponibles en la carta. Sentía un repentino deseo de probarlas todas y cada una de ellas.

-Bien... aquí tienen cheddar... bree... ¿Queso de cabra? Vale, también lo probaré... y ahora algo de manchego... y... queso... de... ¿Bola? ¿Es que no vienen casi todos en una bola?... jeje, mi voz es tan dulce... "ejem", veamos... añadiremos un platito de parmesano... y creo que pasaré del roquefort y de cualquier queso azul por ahora.

Pero cuando iba a darle al botón de pedido, el chico recordó la petición de la doctora Alekseeva sobre que limitase los lácteos. Su dedo dió un par de vueltas por la pantalla, hasta que dejó escapar un suspiro de decepción y terminó apretando el botón de cancelar.

En lugar de eso, pidió varios rollitos de primavera con salsa teriyaki, medio bistec de black angus con setas y ensalada, un plato de marisco del Báltico, y pudin de fresa y mango; platos que se sumaron a los que ya tenía en la mesa. Alexei no recordaba haber tenido tanta hambre en la vida y no paró de comer hasta que volvió la doctora media hora después.

Se lo encontró bebiendo un largo trago de su vaso de agua para bajar la comida hasta que, tras un extenso suspiro de satisfacción, Alexei se encontró con su mirada. El chico le sonrió alegremente, pero no provocó ninguna reacción perceptible en el semblante de la doctora. Ésta por su parte observó durante unos instantes la pila de platos vacíos e intercambió una mirada con los trabajadores de la cantina para a continuación escribir algo en su ficha. Sólo entonces se dirigió a Alexei, que ya había dejado de sonreír.

-¿Te has quedado satisfecho?

-¡Todo estaba riquísimo, gracias!

-No te he preguntado si te ha gustado. Te he preguntado si te has quedado satisfecho.

Alexei agachó la cabeza y bajó la voz.

-Si... gracias.- respondió con timidez.

-Bien. Ahora lávate las manos y enjuágate la boca en esa pica de ahí. En breve me acompañarás a una sala especializada donde empezaremos a examinarte.

Alexei se abstuvo de preguntar nada y procedió a seguir a la doctora obedientemente. Tal vez fuesen imaginaciones suyas, pero la mujer parecía algo enfadada. ¿Sería por su culpa? Quizá no debería haber comido tanto...

No tardaron en llegar a una sala con dos camillas adaptables que recordaba al consultorio de un dentista con un toque futurista. Nada más entrar, lo primero que acusó Alexei fue el intenso olor a desinfectante y el constante murmullo de la maquinaria en funcionamiento procedente de los diversos aparatos que cubrían toda la extensión de la pared, salvo por un largo mostrador con grifo y lavamanos y varios archivadores metálicos.

-Empecemos entonces- dijo la doctora con un tono que solo aquellos que la conocían serían capaces de calificar como "entusiasmado" -¿Ves esta línea en el suelo? Sitúate de pie, con las puntas de tu calzado justo detrás.

Alexei hizo lo que pedía y, nada más colocarse en la posición, al otro lado de la sala apareció un panel con distintas letras, signos y números de diferentes tamaños. Se parecía al panel que usan los oculistas para medir la vista de sus pacientes.

-Hasta que no realices la digestión completa no podré medir tus atributos físiológicos básicos, así que empezaremos con otro tipo de mediciones.

Y así empezó la parte más tediosa del experimento, y a Alexei se le hizo eterna.

Irina le examinó la vista incluyendo un test de daltonismo. A continuación procedió a examinar su nivel auditivo y luego estuvo un largo rato dándole golpecitos en diversas partes localizadas probando sus reflejos con una herramienta que le recordaba a un pequeño martillo. Tras un breve descanso, le tomó la tensión, le midió la respiración y los latidos de su corazón con un estetoscopio, presionó en diversas articulaciones preguntando si le dolía, le examinó los dientes después de lavárselos, realizó varias radiografías de su cráneo, mandíbula y extremidades e incluso le pasó una especie de cuchara por la boca de forma insistente y no paró hasta que Alexei sufrió una arcada.

-Doc...(tos)... doctora...- suplicó Alexei.

Pero Irina no le prestó atención, concentrada como estaba en escribir los diversos resultados en su libreta de apuntes. Pasados unos minutos, habló sin levantar la vista.

-Han pasado exactamente 4 horas y 27 minutos desde que terminaste de comer. Teniendo en cuenta los fármacos que ordené mezclar con tu comida para acelerar la digestión y absorción de nutrientes, ya deberías de tener ganas de ir al baño.

Alexei estaba perplejo.

-¡¿Ha mezclado fármacos con mi comida?!

-No tienes por qué asustarte. Nunca te recetaré nada potencialmente dañino o con pronunciados efectos secundarios. Todo tiene un propósito: conocer las necesidades de tu cuerpo, mantenerte saludable y facilitar el progreso del experimento.

-Pero...

-Basta de hacer preguntas por ahora. Dirígete ahora mismo al lavabo y trata de hacer tus necesidades... primera puerta a la derecha- añadió tras una pausa.

Y Alexei obedeció resignado. Pero cuando se plantó frente al lujoso retrete tuvo que darle la razón a la doctora al sentir una sensación bastante familiar en el trasero. Efectivamente,  tenía ganas de cagar; y sería la primera vez que lo hacía en ese cuerpo.

Alexei se bajó los pantalones y su mirada se topó de bruces con el exagerado bulto que deformaba sus calzoncillos.

-Ho... hola de nuevo... 

El chico empezaba a sentir ansiedad. ¿Cómo sería hacerlo de esa forma? Podía ser... extraño... o incluso asqueroso. ¿Olería mal o no olería en absoluto?

-(suspiro)... supongo que hasta que no lo pruebe...

Entonces se bajó la prenda interior tratando de prestar la menor atención posible a su largo miembro flácido y se sentó sobre el retrete, esforzándose en un principio por ignorar los latidos de su corazón retumbando en los oídos y la fría sensación de la punta de su pene rozando el interior del váter sin que él pudiera evitarlo. Respiró hondo un par de veces... apretó... y...

... y todo fue bien. Sorprendentemente bien.

-Ahhhh... -suspiró con satisfacción tras escuchar la salpicadura acompañada de un breve chorro de pis.

Suave, limpio, fácil, rápido... y apenas olía. Incluso cuando se pasó el papel higiénico por el suave culo advirtió que tampoco habría hecho falta. 

Alexei recuperó su buen humor con algo tan simple como cagar. -dejó escapar una risita- Su nuevo intestino parecía estar hecho de oro.

-Oh... no me jodas...

Y por alguna razón, su pene se había alargado hasta alcanzar una lánguida semi-erección.

-¿No podías elegir peor momento, verdad?- dijo Alexei, mirando al largo apéndice con reproche.

Pero no había nada que hacer. Si se la seguía mirando de esa forma terminaría con una erección completa, así que lo mejor era continuar con lo que estaba haciendo y evitar pensamientos innecesarios. Volvió a subirse pantalones y boxers colocándose la polla como pudo y salió pitando de vuelta a la sala donde le esperaba la doctora Alekseeva.

-¿Cómo ha ido?- preguntó Irina nada más verle.

-Ha ido bien- respondió el chico juntando las manos por delante disimuladamente tratando así de tapar cualquier señal visible.

-Vale... voy a ser más explícita. ¿Cómo ha sido?

Alexei estaba animado pero ese tipo de preguntas le seguían incomodando. Bajó un poco la cabeza y sus intensos ojos se clavaron en los de la doctora transmitiendo una mezcla de vergüenza y reproche. Esa mirada provocó que la mujer se apresurase a bajar la vista de vuelta a sus apuntes.

La reacción de Irina dejó a Alexei pasmado. ¡¿Se había ruborizado de verdad?!

-¿Y bien?- insistió la doctora. Su voz había subido una octava sin darse cuenta.

-Bi... bien- dijo Alexei. -Es la primera vez que... que hago de vientre así de... de bien... que yo recuerde, claro.

-¿Todo sólido entonces?

-Sí.

-¿Ha salido con suavidad y de una sola vez?

-..Sí.

La doctora apuntaba cada una de sus respuestas.

-¿Y el color?

-¡¿Pero qué tiene eso que...?!

-Si supieras algo de biología sabrías que mucho. Y ahora responde.- dijo la doctora con severidad.

-Ma... marrón... oscuro.

-Perfecto... sobresaliente. Cabía la posibilidad de que al ser un recién nacido tu flora intestinal no se hubiera desarrollado del todo, pero incluso en este aspecto tu cuerpo destaca sobre los demás.

-¿Incluso en ese aspecto?- inquirió Alexei, súbitamente interesado.

-Todavía quedan muchos tests que debo realizarte, pero soy consciente de que esta información afectará a tu moral de forma muy positiva así que te daré a conocer el resultado de los más relevantes:- La doctora pasó un par de páginas -Tu aparato auditivo carece de defecto alguno y puedo afirmar que no tienes ni vas a tener problemas de visión. De hecho ambos, tanto vista como oído, superan la media con creces. Tu dentadura es perfecta, sin dientes torcidos, problemas de encías o cualquier defecto de desarrollo. Tu corazón es realmente vigoroso y, aunque la tensión es más alta de lo normal, no supera el nivel de riesgo y no hay señales de que puedas llegar a padecer hipertensión.

La doctora dejó su libreta y levantó la vista. Alexei tenía los ojos muy abiertos y una expresión avergonzada.

-¿...No estás contento?

-¡Oh! ¡Ah! ¡Sí, sí, por supuesto que lo estoy! Es solo que...- balbuceó Alexei, poniéndose rojo como un tomate.

Irina entornó los ojos.

-¿Solo que... qué? Deja de tirar de tu jersey y habla claro.

-Lo... lo siento mucho, doctora... es... es que esta cosa parece tener vida propia...

Alexei se levantó el jersey y la camisa de debajo mostrando su miembro sexual completamente erecto sobresaliendo por encima de sus pantalones y con la punta llegando a rozar el esternón.

Irina se lo quedó mirando incrédula durante un tiempo algo más largo de lo previsto, hasta que optó por girar la cabeza y fingir una tos.

-...ejem... vale, puedes cubrirte.- la doctora se había ruborizado visiblemente.

Alexei así lo hizo. Pero cuando fue a decir algo(a disculparse de nuevo), Irina se giró y se puso a hablar a través de una especie de intercomunicador.

-Ha habido un cambio de planes, acude ahora mismo a la sala F-43... si, ya sé que es antes de lo previsto... ¡Me da exactamente igual con quién estés! ¡A tí no te voy a despedir, pero como no estés aquí en 4 minutos lo despido a él!

La doctora Alekseeva guardó el aparato echando humo, y la mirada que le dirigió a Alexei a continuación provocó que el chico retrocediera con sus partes cubiertas por puro instinto. Sin embargo no tardó en suavizar el semblante.

-Tengo... que ocuparme de un asunto ahora mismo. En breve se presentará aquí la doctora Micheli la cual se ocupará de la siguiente fase del experimento. Ella es una... excelente profesional dentro de su ámbito. Así que quedarás a su cuidado durante unas horas.

Irina hizo ademán de salir por la puerta pero se dirigió a Alexei una vez más.

-Y hazme un favor: recuérdale que las cámaras registrarán todo lo que diga y haga. Por... por si se le ocurre pasarse de la raya.

-¿A qué se refiere con "pasarse de la raya"?- trató de preguntar el chico. Pero la doctora ya se había marchado -Vaya... se ha ido de verdad...

y durante un rato, Alexei se quedó a solas sin más compañía que sus pensamientos y una dolorosa erección que se le marcaba a través de la ropa. El chico gimió de la frustración. Lo tenía completamente pegado al torso, caliente como una estufa... y cada vez que se movía notaba el roce como un cosquilleo, una sensación electrizante.

"¡Demonios!"- pensó Alexei pasándose una mano por el cabello -"¿Como puede algo tan grande ser a la vez tan sensible?"

Estaba desesperado por aliviarse, pero era impensable hacerlo en aquella sala. Además, estaba obligado a esperar a la tal Micheli.

-Haaaahhh...- suspiró el chico sentándose en el suelo -tal vez si le pido permiso cuando venga... 

...

Pasaron unos 8 minutos que a Alexei le parecieron horas. Tenía el torso empapado de sudor y en algún momento su polla había liberado una gran cantidad de jugo preseminal por lo que tenía toda la zona del pecho y vientre húmeda y pegajosa. Ciertamente, podría haberse quitado camisa y jersey si hubiese querido pero, por alguna razón, Alexei sospechaba que eso habría sido un gran error.

Lo único que podía hacer era apretar los dientes y contener los sollozos. ¿Cuánto más iba a tardar esa maldita doctora?

Y de repente la puerta se abrió, ahogando sus pensamientos, y por ella entró silbando una mujer con bata blanca igual que la doctora Alekseeva; aunque lo cierto es que allí terminaba cualquier similitud. La recién llegada era algo más baja, con el pelo negro, ojos castaños y piel aceitunada; ésta dejó de silbar en cuanto vio a Alexei para todo seguido deslumbrarle con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Hola guapo! ¡¿Como te encuentras?!- saludó con efusividad.

Alexei tragó saliva y se esforzó por no temblar mientras se levantaba del suelo.

-...me encuentro bien...- dijo con voz entrecortada tras ponerse de pie.

-Soy la doctora Gina Micheli(aunque mejor llámame Gina, si no te importa), ¿Y tú eres...?

Alexei abrió la boca para responder, pero la doctora Micheli leyó su tarjeta de identificación sin darle tiempo.

-A-le-xei... Alexei entonces, ¿Eh? Me alegro de que al final te quedaras con ese nombre. Te pega.

-Gracias...- contestó el chico, ruborizándose.

-Hummm...- murmuró la mujer en tono de sospecha -Esos ojazos que tienes esconden una pregunta... dispara chico. No te reprimas.

-Eh... ¡Ah, no! Es solo que... solo que...

-¿Solo que qué?- repitió la doctora Micheli imitando el tono de voz tímido de Alexei.

-Ya sé que no viene a cuento pero estaba pensando que... pues... que la doctora Alekseeva y usted no parecen... bueno... que no se parecen en nada. 

-¿Que somos como el día y la noche, quieres decir?- inquirió la doctora Micheli de buen humor. Pero entonces se cubrió los pechos y puso una voz escandalizada. Espera... ¡¿Estás insinuando que tengo el pecho plano?!

-¡¿Qué?! ¡¡NO!! ¡Yo no pretendía...!

Pero calló confundido en cuanto la mujer rompió a reír.

-¡¡HA HA HA HA HA!! O dios... me encanta cuando ponen esas caras... es que mírate... ¡¡PFFF HA HA HA HA HA!! ¡Ay qué mono, y ahora está enfurruñado...!

Pero no tardó en recomponerse, pasado el efecto de la broma. 

-Ahhh... perdón, perdón. Es que me lo preguntan a menudo puesto que soy de las pocas que se... bien, que se relacionan abiertamente con Irina. Es una tipa poco accesible, como habrás comprobado de primera mano.

Alexei tuvo que darle la razón.

-Y en cuanto a estos- añadió la doctora Micheli meciéndose sus pequeños pechos pasando de un tema a otro -es cierto que no son gran cosa vistos desde fuera pero estoy bastante orgullosa de ellos ya que cumplen su función a las mil maravillas(tú ya me entiendes "guiño"). Y por supuesto no es que tenga envidia de Irina, para nada, pero es frustrante ver como un fenómeno de la naturaleza como ella se echa a perder. 

Alexei estaba perplejo. ¿De verdad aquella mujer era doctora?

-Mira que dejando a un lado el dinero, la muy &%\# podría tener a cualquier lechuguino que le cayera en gracia pero ¡No hay manera! Hombre que se le acerca, hombre que termina cagándose patas abajo... si por lo menos accediera a relajarse de vez en...

-¡Perdone!- le interrumpió Alexei abrazándose el torso -¿No había venido a continuar no se qué fase del experimento?

-...Sí... perdona, tienes razón- titubeó la doctora Micheli. Aunque por su expresión no parecía en absoluto arrepentida. -Empieza por descalzarte y súbete a esa plataforma... bien. Ahora quédate lo más derecho y quieto posible.

Alexei hizo lo que le pedía deseoso de terminar cuanto antes para poder aliviarse. Pero en cuanto sacó pecho, el bulto de su jersey se hizo todavía más pronunciado, lo que obligó al chico a apretar los dientes y rezar para que la doctora Micheli no se diese cuenta.

-Perfecto... aguanta unos segundos más... y... ¡Listo!- exclamó Gina -ahora corrijo la inclinación... resto el peso de tu ropa y... ya lo tenemos. ¡Puedes bajar, guapo!

Alexei se bajó de la plataforma, se calzó de nuevo y se acercó a la pantalla que le señalaba Gina.

-Mides 1,52m; lo que no está mal para un niño de 12 años. Y pesas unos... 45kg con un 8% de grasa corporal. Voy agregarlo al servidor junto a tus datos, aunque ya me imagino que esa neanderthal terminará apuntándolo en sus libretitas, como hace con todo.

Tras decir aquello, la doctora Micheli se volvió y realizó un gesto obsceno hacia una de las cámaras de vigilancia resaltando así el grado de "confianza" que tenía con Irina.

Alexei empezó a pensar que esa mujer estaba chalada, pero tenía otras preocupaciones en ese momento

-¿Antes de seguir podría... podría ir al baño? De verdad lo necesito...- pidió el chico, desesperado por aliviarse de una vez por todas.

-Vaya vaya, ¿Tanto te duele?- preguntó la doctora Micheli. Y sin previo aviso presionó con el índice directamente sobre la punta de la protuberancia bajo el esternón de Alexei.

-¡¡UAAAAAHHH!!- aulló el chico tanto por la sorpresa como por el chispazo que sintió en la punta de la polla -¡¡¿¿Pero.. PERO QUÉ HACE??!!

Gina se rió con socarronería por toda respuesta. Por lo visto, era plenamente consciente del "pequeño" problema de Alexei.

-Lo siento mucho, guapo, pero no puedo dejar que vayas al baño hasta haber terminado contigo.

La mujer se sentó con elegancia en una de las sillas y sacó una especie de cinta. 

-Quítate toda la ropa y déjala amontonada.- dijo con repentina seriedad.

A estas alturas, Alexei era consciente de que de nada servía discutir. Esa gente había hecho sus planes y parecían seguirlos al pie de la letra. Así que se desnudó con cuidado de no rozarse demasiado ahí abajo y se quedó de pie con las manos a los lados mirando a Gina con la mandíbula apretada.

-...Vaya... -dijo la doctora Micheli con los ojos muy abiertos- Vista de cerca parece realmente temible... poco que ver con las fotos.

Gina alargó una mano y le rozó el tronco con la palma. Alexei cerró los ojos y respiró hondo.

-Totalmente recta con una curvatura casi perfecta, carece de poros abiertos o malformidades, queda un dobladillo de piel del escroto justo debajo del glande pero nada que suponga un problema presente ni futuro, ligeramente más gruesa en la parte inferior.

Todo esto lo dijo en voz alta y clara, y la computadora que tenía al lado emitió un par de pitidos registrando cada una de sus palabras. A continuación, Gina bajó su mano y masajeó con delicadeza los huevos de Alexei. Aquello le hizo cosquillas.

-Humpfh... doc... Gina...

-(Tranquilo, guapo, ya falta poco)- le tranquilizó en voz baja, y a continuación volvió a hablarle a la máquina -Testículos aparentemente simétricos y proporcionados con relación al anormal tamaño del aparato sexual. Tampoco se aprecian defectos físiológicos a simple vista... procedo a las mediciones generales.

Gina cogió la cinta de la mesa(que por lo visto era una cinta medidora) y, con una rápida serie de movimientos expertos le midió la polla en tres sitios diferentes.

-29,4cm de longitud desde la base del tronco hasta la punta del glande, 20,1cm de circunferencia en la parte más gruesa y 18cm de circunferencia en la parte más delgada. Guardar todo en: anexo 1. Desconectar micrófono.

Alexei parpadeó un par de veces, asimilando los datos -...29 centímetros...- Esperaba que la doctora Micheli le permitiera volver a vertirse e ir al lavabo de una maldita vez, pero se quedó de piedra cuando ésta empezó a quitarse su propia ropa.

-¡¿Qu, que... qué está haciendo?!

-¿Es que no lo ves, tontito? Me estoy desnudando.

Alexei trató de decir algo pero no le salieron las palabras, y cuando Gina dejó caer su sujetador al suelo despreocupadamente revelando unos pezones rosados sobre sus pequeños pechos de piel olivácea, el chico se cubrió la polla como si temiese aquel nuevo nivel de intimidad.

-No seas tan vergonzoso, chico.- La voz de Gina se había vuelto más grave, más seductora... -Ven... vamos a ocuparnos de tu problema.

Gina accionó un mando y una de las camillas bajó hasta casi el nivel del suelo, cerrándose levemente y adoptando la forma de un diván. Alexei observó fascinado las firmes y bien entrenadas nalgas de la mujer cuando esta le dió la espalda para sentarse en el borde con actitud relajada.

-Vamos...- dio unos golpecitos en la camilla, indicando a Alexei que se sentase a su lado.

El chico tragó saliva y así lo hizo. Se sentó mirando de reojo a su interlocutora tratando por todos los medios de evitar el roce de sus pieles desnudas; pero en cuanto su culo entró en contacto con la blanda superfície de la camilla, Gina dobló y extendió una pierna por su espalda y lo abrazó por detrás.

Alexei no dijo nada ni se resistió, pero se quedó tan tieso que por un momento se olvidó de respirar. Tenía el cuerpo casi desnudo de la doctora Micheli pegado a la espalda... su cálido aliento le hacía cosquillas en la nuca... y sus pezones...

-Tranquilo... relájate...

Gina se acomodó en su postura y, lentamente, recorrió con las manos desde los hombros de alexei, pasando por los brazos, hasta sus propias manos; las cuales apartó con cierta delicadeza.

A continuación, apoyó la barbilla sobre el hombro de Alexei y tomó su polla entre las manos.

-¡Uah! ...Gi... na.

-No te preocupes, soy una profesional. Tu céntrate en disfrutar y déjame hacer- le ronroneó al oído.

Con sus manos suaves y hábiles le recorrió el largo tronco de arriba abajo. Palpando... acostumbrándose a su grosor... y llegado el momento le empezó a acariciar el glande solo con las palmas empapando así su propia piel con el jugo preseminal del chico y provocando en este apretara los dientes.

-¡Ghnnh!

Alexei estaba a punto de correrse, lo supo nada más sentir aquel cosquilleo tan familiar en el bajo vientre...

-Gina... Gina... creo que...

La mujer dejó escapar una risita a sus espaldas.

-Pobrecito... tanto rato conteniéndote... esa torpe de Irina debería de conocer mejor las necesidades de sus pacientes...

Alexei estuvo a punto de replicar que había sido culpa suya por tardar tanto, pero las atenciones de Gina volvieron a acaparar toda su atención.

-¡Uaaaaaagh!

Con una mano firmemente apretada sobre la base, la otra comenzó una paja inversa recorriendo su sexo con fuerza de abajo a arriba usando sus propios jugos como lubricante.

El glande púrpura se agrandó todavía más, los vasos sanguíneos se hincharon y los jadeos de Alexei se convirtieron en gemidos.

-Venga cariño- le susurró Gina al oído -sácalo todo. Sorpréndeme...- y acto seguido le metió la lengua en la oreja.

Alexei abrió mucho los ojos y su abdomen se convirtió en un horno. Sus músculos tensos se estremecieron cuando por fin se corrió.

-¡Iiiiiiiingh! ¡¡UUuuuhhhhh!! ¡¡¡UAAAAAAAaaaaahhhh!!!

Un chorro de semen salió disparado a presión desde su polla y terminó en el suelo dos metros más allá. Y como en ocasiones anteriores, a ese chorro de espesa leche lo siguieron varios más ofreciendo un espectáculo que dejó a Gina totalmente fascinada mientras seguía estimulando el miembro con sus expertas manos. Aquello consiguió que el orgasmo se prolongase durante un tiempo récord y terminase con un Alexei aparentemente agotado jadeando con la nuca apoyada en el hombro de la mujer.

-Soberbio...- susurró Gina al contemplar el pegote de semen que le impregnaba la mano más adelantada -...eres un chico excepcional...

La mujer se apartó con delicadeza de su espalda impregnada en sudor y se levantó de la cama, estirándose como una gata. Alexei no apartaba los ojos de ella. A pesar de haber nacido mujer, el esbelto cuerpo de Gina provocaba en él una de fascinación totalmente desconocida hasta entonces; ausente incluso de las memorias de su pasado cuando, como cualquier mujer heterosexual, se sentía atraída por los hombres.

Gina se inclinó delante de Alexei, con una mano sobre su hombro y la otra acariciándole la mejilla con afecto. Tragó saliva y probó a decir lo que tenía que decir encarando aquellos maravillosos ojos sin echarse a temblar. Tenía el presentimiento de que Alexei podía suponer un reto incluso para ella, pero para el correcto progreso del experimento era crucial mantener el control, así que debía manejar al chico con sumo cuidado.

-Para hoy tenía planeado medirte un poco más, saber cuanto semen eres capaz de soltar en una sola corrida... pero visto que ya has tenido 4 orgasmos el día de hoy, pienso que lo mejor será comprobar tu capacidad de aguante.

Alexei percibió un cambio de tono en la voz de Gina. Sonaba más fría... más pausada...

La mujer se arrodilló entre las piernas abiertas del chico y contempló de cerca su pene ablandado tras el orgasmo, el cual había caído hacia delante por efecto de la gravedad hasta terminar paralelo al muslo.

-Así que- continuó, bajando su voz en un ronroneo -voy a hacer que te corras una y otra vez hasta que no puedas más.

Y para reafirmar sus intenciones, le dio un cariñoso beso justo en la uretra para a continuación acariciar el largo tronco con su mejilla. Pero en cuanto inspiró y el olor de Alexei impregnó sus fosas nasales se sintió mareada, y tuvo que luchar por no perder el control ahí mismo.

-Gina...- susurró Alexei, hablando sin pensar -¿...podrías... darme tus bragas?

Gina abrió mucho los ojos, su mente funcionando a mil por hora y la polla semierecta del chico todavía en la mano. Tardó cinco largos segundos en responder.

-S... ¡Si... claro! No veo porqué no...

La mujer se levantó con fingida confianza y se bajó las bragas apresuradamente, casi como queriendo evitar que Alexei se fijara en los múltiples hilos húmedos que surgieron al separar el tejido de la piel. Gina apretó los dientes. Su vagina estaba literalmente chorreando y ni siquiera la habían tocado. Empezaba a temerse lo peor...

Alargó sus bragas a Alexei y observó aprensiva como el chico las extendía con ambas manos, mostrando claramente una amplia zona totalmente oscurecida por la humedad.

-¿Esto es por... mi?

Miraba a Gina ligeramente ladeado con una tímida sonrisa asomando en sus labios. Poco a poco unió las manos, se acercó la prenda a la nariz y boca e inspiró con fuerza.

-...la vagina de Gina...- inspiró de nuevo -...huele tan... bien...

Tenía sus ojos ligeramente entrecerrados y las mejillas ruborizadas. A cada inspiración, su enorme polla se iba levantando cada vez más, hasta que terminó alcanzando el tamaño que tenía antes del orgasmo. Aquella visión, unida al olor que todavía le impregnaba las fosas nasales fue la gota que colmó el vaso y Gina dejó escapar un gemido desesperado.

-Aaaah...

Se llevó la mano a la entrepierna tapando su vagina en un acto reflejo. tratando de no temblar. Aquel chico... lo había subestimado.

Alexei se levantó y acarició con una mano el costado de la mujer, a la que atrajo hacia sí. Le llegaba a la altura del cuello.

-Gina...

Sin embargo la doctora Micheli negó con la cabeza y le empujó los hombros hacia atrás con firmeza.

-Si... siéntate. Todavía no hemos...

Pero Gina había cometido un error al dejar su coño descubierto.

-...estás húmeda...- La suave voz de Alexei, más próxima de lo que parecía, se metió en su cabeza mientras que dos de los largos y delgados dedos del chico se clavaban en su vagina.

-¡Uaaaaaaah! ¡No! ¡...es... te digo que esperes!

Su resistencia se derrumbaba a pasos agigantados, víctima de aquellos hábiles dedos que la masajeaban como solo era capaz alguien acostumbrado a complacer a las mujeres... o alguien que había sido mujer.

-Tan húmeda... "schrrp, schlup"- Alexei succionó con fuerza tras meterse en la boca uno de sus pezones rosados. Su lengua y sus dientes se movieron como si hubiesen nacido para dar placer y provocaron que Gina dejara escapar un sonido mitad aullido mitad gorjeo.

Se corrió allí mismo, rendida entre los brazos de un doceañero y preguntándose en qué momento habían cambiado las tornas.

La cabeza le daba vueltas y por unos segundos tuvo la mente en blanco, incapaz de pensar en nada más que en el ardor de su vientre. Hasta que se despejó lo suficiente y se descubrió a sí misma tumbada boca arriba en la camilla con las piernas abiertas, las rodillas levantadas y Alexei arrodillado justo delante, tímido en su expresión y agarrando su enorme polla con delicadeza, como quien posee un arma pero le da miedo usarla. La miraba con aquella expresión reticente e introvertida, como si quisiera pedirle permiso para continuar.

-(Dios... es tán guapo...)- pensó Gina, pero no dijo nada. Se limitó a abrir los labios de su coño con ambas manos a la vez que sonreía de nuevo, tratando de aparentar confianza.

El corazón de Alexei dio un vuelco en el pecho al contemplar la buena disposición de la mujer. Lo iba a hacer. ¡Iba a tener sexo como un hombre! Se adelantó y se colocó con torpeza entre las piernas de Gina, que no dejaba de observar su pene con los ojos muy abiertos. El chico tragó saliva un par de veces sin atreverse a parpadear y se agarró el largo apéndice que a esas alturas todavía sentía como algo extraño pegado a su cuerpo.

-Hah ... hah...hah...- el chico jadeaba sin poder evitarlo -bien, vamos allá...

Afianzó su pene con la mano, apretó los labios con fuerza, empujó sus caderas contra las de Gina y... y se cayó hacia adelante por su propio ímpetu cuando su sexo se deslizó hacia afuera.

-Pe... perdón.- Alexei se puso rojo como un tomate, y las carcajadas de Gina no ayudaban.

-Tienes que ser más gentil al principio- dijo la mujer con una sonrisa complacida, contenta de recuperar parte del control por culpa de la inexperiencia del chico. -Mira... por aquí...

Le guió la punta del miembro con una mano a la entrada de su vagina y el chico asintió avergonzado. Entonces volvió a empujar... y la sonrisa de Gina se convirtió en una mueca.

-¡IH!... ¡Uhng!

-Oaaah... se siente raro...

Su glande presionaba contra los labios vaginales de la mujer, pero no entraba, y por un momento Alexei se temió que fuese demasiado grande para el coño de Gina. Empujó una segunda vez y su miembro de dobló hacia un lado debido a la presión.

-...mierda...- masculló el chico, frustrado. Tenía sudor en la frente y empezaba a perder la paciencia.

Entonces se agarró el tronco con una mano para mantenerlo recto, empujó de nuevo y sintió una presión enorme cuando la punta del miembro al fin se deformó y estrechó forzando su paso dentro de la húmeda cavidad.

-¡GWAH!

-¡GINA!... ¡Gina...! Mira... está entrando... Es... ¡Iah! Es... tan raro...- el chico hablaba en susurros quedos, totalmente fascinado ante la vista y la sensación de su larga polla forzando su paso dentro de Gina.

-Espera un..¡UGH! ¡Más despaciooOOOH!(¡Joder joder es enorme!)

Gina quería decirle que así no se hacía. Con un pene tan grande debía ser más gentil, ir poco a poco acostumbrando a la mujer dándole el tratamiento necesario a su vagina para que se dilatase masajeando su interior con paciencia y cada vez más profundo a medida que se adaptaba al grosor. Pero cuando cogió aire para hablar, Alexei apoyó ambas manos en la camilla y realizó un empuje final con todo su peso, clavándosela hasta el fondo.

-¡¡IAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaahhhhh!!

La sensación de la polla de Alexei aplastándose contra su cérvix provocó que Gina se corriera de nuevo, aunque el chico pareció no darse cuenta. Tenía la mirada vidriosa y un hilillo de baba de caía por la comisura de la boca.

-¡ooooOOOOOHHH!- gimió Alexei en voz baja -Tan... caliente... y húmedo...

El cuerpo de Gina temblaba como una hoja. Se había acostado con docenas de hombres, pero no recordaba jamás haberse corrido con tanta facilidad. ¡Era inaudito! Solo con un empujón y ya...

-¡UAH!, ¡Aah! Espera... ¿Qué estás...? ¡IAh!

Alexei, con la mitad de su verga clavada en el coño de la mujer, había empezado a mover las caderas con lentitud más por instinto que por voluntad. Su mirada seguía ausente y lo único que hacía era empujar hacia adelante, restregando el glande contra el útero de la confusa mujer. ¡Dioses! Aquel maldito crío era la torpeza personificada y sin embargo había sometido a Gina casi sin pretenderlo... ¿Qué sería capaz de lograr cuando aprendiese a follar de verdad...?

-Gina... Ginaaahhh... aaahhhh... esto es...

El movimiento de sus caderas se volvió más amplio, empezó a meterla y sacarla...

En efecto. Aquello era el placer de un hombre. El abrirse paso a través de una estrecha e irregular cavidad repleta de protuberancias que convertían el roce en espasmos de placer, usando el grueso glande rosado para moldear una vagina que se dilataba y estrechaba en consonancia a las reacciones de la mujer a la que se estaba follando. El calor y la humedad... eran sofocantes, deliciosamente sofocantes. Cada vez que se movía dentro de ella, un sonido viscoso ahogado por la carne de Gina llegaba a sus oídos. Era el sonido de los jugos de ambos, entremezclados una y otra vez, fluyendo, atascándose, lubricando... Los ojos del chico descendieron hasta el vientre de la mujer y observó embobado como este se deformaba ligeramente cada vez que la masa de su pene desplazaba sus músculos vaginales.

Mientras tanto, Gina no decía nada. Se limitaba a taparse la boca con ambas manos ahogando cualquier sonido, aunque su mirada desesperada y el tórax que subía y bajaba a una velocidad anormal evidenciaban su estado.

-ji ji ji... Ginaah... estás tan callada... ¡Oooh! Creo que... voy a hacerlo... voy a... ¡¡UNGH!!- empujó su polla con todas sus fuerzas y sonrió como un idiota cuando apareció un pequeño bulto medio palmo bajo el ombligo de la doctora Micheli.

-¡¡MPFHUAAAAAAAAAAAAHHHH!!- gimió la mujer sin poder remediarlo. Otra vez... estaba a punto de correrse de nuevo... -(¡Mierdaaaaaaaaa!)

Y fue entonces cuando Alexei empezó a follársela de verdad, excitado como nunca y con un entusiasmo infantil pintado en la cara.

-¡Aah! ¡¡AH!! ¡OOOOoooohhh! ¡Se siente...! ¡¡GENIAL!!

La metía y sacaba cada vez con mayor rapidez abriéndose paso con la brutalidad de un ariete medieval. Por cada embestida de aquel monstruo que tenía entre las piernas, Gina sentía como sus órganos se desplazaban y se volvía incapaz de pensar o de hacer cualquier otra cosa que no fuera dejarse llevar. Se corrió de nuevo a la vez que gemía como no recordaba haberlo hecho desde que perdió la virginidad a manos de su primer novio.

-¡Ah!, ¡Hah!... ¡¿Te gusta?! Mi... ¡OOOH! ¡¿Te gusta mi polla de hombre?!- preguntó el chico alborozado sin parar un segundo.

Sin embargo, Gina fue incapaz de responder con palabras coherentes.

-¡¡AAAHH!! ¡¡AAAAAAaaaahh!! ¡Yo...!, ¡¡YO...!! ¡¡IIH!! ¡¡UAAAAAAAAAAAAHHH!!

Y justo entonces a Alexei le cambió la cara: Se tornó más grave y apretó los dientes. Su vientre ardía y sentía un cosquilleo recorrerle el miembro y la cara interior de los muslos, como una corriente eléctrica que amenazaba con hacerle perder la cabeza.

-¡¡EEeeh!! ¡¿EEEH?!(¡¿Se ha vuelto más grande que antes?!) ¡¡OH JODER!! ¡¡OH DIOS!!- Gritó la mujer al saber lo que se avecinaba.

-¡¡GINA!! ¡¡GI... NHAAAAAAA!! ¡¡ME CORRO!! ¡¡ME...!! ¡¡¡UOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOHHHHH!!!

Su gruesa polla se hinchó hasta el límite forzando la vagina de Gina como nunca antes y la mujer sintió como un chorro de espeso y ardiente semen era disparado directamente contra las paredes de su útero.

-¡¡¡NHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!

Gina se corrió por cuarta vez mientras Alexei veía las estrellas. Durante los 15 segundos que duró su orgasmo -el más potente que había tenido hasta entonces- se sintió como si estuviese en medio de un terremoto, borracho com una cuba, con todos los músculos en tensión y electrodos pegados a los cojones... y no dejó de bombear semen hasta que el útero de Gina estuvo totalmente lleno y empezó a manar hacia fuera.

Con un estremecimiento final, Alexei se dejó caer sobre el pecho de la jadeante mujer.

-Hah... hah... Gina... 

-Heeh... Ah... Alexei...

Alexei sonrió. Había cierto encanto en escuchar a una mujer exhausta pronunciar su nombre, con una voz suave y la satisfacción pintada en la cara.

-Gina... por favor... di mi nombre... otra vez...

-¿...eh? Ah... Alexei...

-ju ju ju...- Alexei escondió la cara entre los pechos de Gina. Y su polla, todavía dentro de su vagina, empezó a crecer de nuevo.

Aquello provocó que Gina abriera mucho los ojos, alarmada. 

-¿...Alexei?

-Mi nombre... suena tan bien en tu boca...

Se sentía tremendamente sensible tras el orgasmo, pero sus caderas se movían de nuevo sin que él pudiera -o deseara- evitarlo. No estaba satisfecho... quería más...

-¡Oh, UAH! ¡Oh, OYE! Espe... ¡¡Dame un respiro, que te...!! ¡AAH! ¡¡QUE TE ACABAS DE CORRER!!

El chico empezó a masajear sus pechos y chupeteó un pezón, distraído.

-Pero...(chlup!)... ¿No ibas a...(schrrp)... a probar mi aguante?

-¡Eso no...! ¡¡UAAAAAAAAHHH!! (¡Joder joder, me tiene totalmente...!) ¡¡AH!!, ¡¡HAH!! ¡¡OH DIOS, ES DEMASIADO...!!

Enseguida volvió a recuperar el ritmo, penetrando a la mujer a toda velocidad. Cada vez que se la clavaba el semen de la corrida anterior borboteaba hacia fuera mezclado con los jugos de Gina, lo cual no tardó en formar un pequeño torrente que empapaba toda la camilla de debajo y terminó chorreando sobre el pulcro suelo del laboratorio.

Alexei jadeaba y babeaba. Dejaba escapar suaves gemidos que brotaban directamente de su pecho perdido en un placer que lo mantenía en un contínuo trance. Su siguiente orgasmo vino de improviso, pero esta vez no gritó.

-¡¡UHNNNNNNNNNNNNGHHHHH!!- el chico apretaba los dientes con fuerza y puso los ojos en blanco al mismo tiempo que liberaba otra oleada de semen dentro de Gina. Sin retroceder ni dejar de sacudirse, tan solo acompasando los movimientos de sus caderas a los consecutivos chorros de espesa leche, como si cada uno liberase un resorte que provocaba que la polla del chico se estampase contra la cérvix de Gina para así facilitar la liberación de su semilla directamente en su útero.

-¡EH! ¡EH! ¡IEGH! ¡¡UOOOOOOOOOHHHHH!!- Gina sacudió la cabeza al sentir como su paciente la llenaba de nuevo.

Era increíble... algo nunca visto... aquel chico de verdad no tenía ni idea, la follaba con la torpeza de un simio adolescente... y sin embargo Gina se sentía como una pelele en sus manos. No podía hacer nada... Era incapaz de pensar en nada... Su mente y su cuerpo la traicionaban... y a estas alturas, no podía importarle menos.

No dijo nada cuando Alexei se empezó a mover de nuevo en su interior. Casi sin descansar y en la misma postura. Tan solo gimió como una puta y se dejó llevar...

 

 

 

...

 

 

 

 

Diario de Investigación. Entrada nº66. Por: Irina Alekseeva Kuzmin 

22:27 pm, 17/09/2016

Estado del sujeto: dormido tras una copiosa ingesta de alimentos ricos en potasio.

De nuevo, me veo obligada a cambiar el paradigma.

Cuando llegué a la sala G-24, 3 horas y 9 minutos después de dejarla, me encontré con una escena dantesca: la doctora Micheli yacía desnuda sobre una de las camillas sumida en la inconsciencia. Tenía las piernas completamente abiertas y los labios vaginales anormalmente dilatados con una cantidad anormal de esperma fluyendo de la misma cavidad, así como regueros de la misma substancia a lo largo de su cuerpo y parte de la propia sala.

A simple vista, parecía el escenario de una violación colectiva, pero estaba claro(basándome en el grado de dilatación como prueba práctica y en los registros de seguridad como prueba general) que había sido obra del sujeto.

En algún momento, Gina perdió el control. Haya ocurrido debido a su (poco probable)incompetencia o debido a una "capacidad" del sujeto mayor de lo que creíamos. Sea lo que sea, lo aclararé a posteriori con la visualización de las grabaciones y al informe que obligaré a la doctora Micheli redactar en cuanto se tenga en pie.

El sujeto al principio se sintió confuso y culpable por lo que había hecho, así tuve que mentir un poco para tranquilizarle. Por lo demás, tenía buen color y el pulso estable. No parecía físicamente afectado por la asombrosa cantidad de esperma liberado, hecho que corroboré con un posterior análisis de sangre. Se encontraba sano y sexualmente satisfecho.

Acciones a realizar:

-Fomentar una rutina.

-Empezar con los exámenes fisiológicos.

-Realizar tests de inteligencia y personalidad.

-Consultar con mis expertos los metrajes y resultados previos para pulir el programa.

 

 

 

...

 

 

 

Irina Alekseeva dejó de escribir y se limpió las gafas, tratando de respirar con normalidad; su frente cubierta de sudor.

No dejaba de rememorar una y otra vez la escena con la que se topó al volver a aquella sala... lo que había escrito en su diario era tan solo una versión abreviada cuya única utilidad era la de resultar informativa. Poco que ver con la realidad... con la visión de Gina temblando en aquella camilla, sin mirar a ninguna parte y esa... expresión... en su cara; con Alexei yendo hacia Irina totalmente desnudo y cara de circunstancias, con su peligroso "equipamiento" meneándose al son de sus pasos, grueso incluso en su flacidez y enrojecido tras haberse corrido quién-sabe-cuantas veces. El chico ni siquiera se acordaba.

Irina en ese momento había estado a punto de retroceder, intimidada por su paciente, pero consiguió mantener la compostura en el último momento. A partir de ahí reunió valor y llegó incluso a pasearse por la habitación como si tal cosa para terminar pegándole una bronca a Alexei allí mismo, rodeada de todo aquello y aspirando la enorme cantidad de feromonas sexuales que impregnaba el aire llegando a imponerse incluso al olor a desinfectante.

Resistió el tiempo suficiente... hasta que mandó a su paciente a acostarse y por fin pudo masturbarse en la tranquilidad de su despacho.

Irina lo pensó un poco más, y finalmente decidió añadir otro párrafo a su diario:

 

 

 

"Con independencia de mis futuras conclusiones a corto plazo, puedo afirmar con toda seguridad que los atríbutos sexuales del sujeto se convertirán en un problema serio para el progreso del experimento. Y no puedo arriesgarme a recetarle medicamento alguno puesto que cualquier dosis resultará o insuficiente para controlar su líbido o demasiado elevada para su cuerpo de pre-adolescente, incluso con un metabolismo tan acelerado.

Por lo tanto, preveo requerir de nuevo los servicios de la doctora Micheli."