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La polla de Rasputín V

en Hetero: General

En el momento en el que Alexei atravesó la entrada de su habitación, ocurrió algo extraño dentro del cerebro de Irina Alkseeva. Ya que tras reconocerlo, su primer pensamiento no fue algo como que no debería estar aquí, o el preguntarse cómo se las había arreglado para llegar hasta su dormitorio, como había sabido donde encontrarla o el centenar de incógnitas subsiguientes.

No. Lo primero que se le pasó por la cabeza a la brillante científica fue el darse cuenta de que no se había cepillado el pelo y tenía lamelena hecha un desastre.

-Ah...

Pero por muy errático que fuese el funcionamiento de su mente en aquellos instantes de confusión, la realidad siempre termina golpeando con todo su peso. Y la realidad era que Alexei, la personificación de todas sus inseguridades y fuente de sus frustraciones, estaba a tan solo unos metros de ella totalmente fascinado por su cuerpo desnudo.

Su rostro tardó dos inspiraciones en pasar de un tono pálido norteño a rojo chillón. Fue entonces cuando la exuberante mujer finalmente echó a correr hacia su cama con sus enormes pechos botando, arrancó las sábanas con desesperación y se envolvió en ellas pegándose de espaldas a la pared, donde se mantuvo jadeando con la vista clavada en el hermoso que la observaba desde el umbral de la puerta con los ojos como platos.

El corazón le retumbaba en el pecho a mil por hora y le costaba respirar con normalidad. Pero tras tragar saliva un par de veces logró articular las palabras:

-¡¿Por q... C-como... has llegado aquí?!

Su pregunta no obtuvo respuesta de Alexei, cuya expresión no había variado un ápice.

-¡¿Qui-quién te ha deja...?!(jadeo) ¡¿Quién te ha dejado entrar?!- probó de nuevo.

Pero tanto esas como todas y cada una de las preguntas que vinieron después se perdieron en los oídos de un perplejo Alexei, en cuya imaginación seguía plasmada la imagen de Irina totalmente desnuda. Y es que ya no había vuelta atrás. Había bastado un instante para que aquella visión de ensueño quedara grabada a fuego en su excelente memoria.

Era simplemente lo más hermoso que había contemplado jamás. Alexei había soñado con ella con tanta intensidad que hasta llegó a correrse en sueños. Impulsado por su imaginación de tal manera que hasta recordaba el tacto de unos pechos que jamás tocó en la realidad pero que, en su sueño, habían llegado a envolverle el pene como un apretado cojín de carne caliente.

Sin embargo, aquella Irina idealizada con la que soñó quedó descartada en cuanto su mirada se posó sobre la real, piel y carne expuestos ante su mirada. Con aquella exuberante melena de tirabuzones rubios, todavía húmedos y despeinados tras la ducha que caían sobre su espalda como una cortina dorada mientras enmarcaban un rostro perfecto de exóticos rasgos eslavos.

Sus anteojos no estaban, tenía los labios ligeramente abiertos por la sorpresa y la máscara de severidad que parecía llevar siempre en conjunto con la bata de laboratorio se había esfumado.

Estaba sorprendida, vulnerable, expuesta. Sus enormes tetas se ergían desafiando la gravedad con la firmeza de una estatua renacentista, coronando un vientre plano y perfecto de caderas anchas y piernas interminables.

Alexei por fin podría sobarla, acariciarla, lamerle todas las partes de su cuerpo. Solo él era capaz, solo él tenía todo lo necesario para doblegar a aquella mujer inflexible. El muchacho conseguiría poner a Irina a sus pies, la haría suplicar por el honor de ser penetrada por su gran...

Entonces Alexei parpadeó con fuerza, volviendo de golpe a la realidad.

-(¿En qué estoy pensando? No he venido por eso... ¿Ver...dad?)

Pero el monstruo que tenía ahí abajo, abultando a través de la pernera izquierda del pantalón, tenía como siempre su propia opinión.

-¡¡Responde ahora mismo o llamo a seguridad!!- exclamó Irina recuperando una pizca de su voz autoritaria.

Se notaba que estaba perdiendo lapaciencia.

-¡Ah...!(oh, mierda... De verdad lo he hecho, ¿No es así?)

Y ya no había vuelta atrás.

Alexei Irinovitch Candell había violado y coaccionado a una doctora para luego robar su identificación, recorrer unas instalaciones a las cuales tenía el acceso prohibido y colarse sin permiso en la habitación de Irina Alekseeva, la mujer que le había dado la vida y de la cual dependía su futuro... Y todo aquello tan solo por que ella se había negado a verle durante un par de días. 

¡¿Qué demonios le pasaba en la cabeza?! ¡Y encima había hecho todo aquello sin un plan en mente, sin saber siquiera si Irina estaría o no en su habitación!

¡Pero vaya si estaba! Estaba presente, desnuda... Y totalmente lívida. Podía ver como el cuerpo le temblaba por la furia contenida.

Alexei tragó saliva.

-Voy... a contar hasta cinco- anunció la doctora en un tono grave que denotaba un peligro inminente.

La imponente mujer, erguida ante él con la manta bien sujeta como si fuera una toga, dio dos pasos hacia adelante y levantó una mano con los cinco dedos extendidos.

-¡¡UNO!!- gritó. Plagando el pulgar hacia dentro.

Añexei trató de decir algo, pero el aire se negaba a salir de sus pulmones. Sentía tanto terror tras darse cuenta de lo que había hecho que incluso su erección se desvaneció en un visto y no visto, dejándole el pene blando y pegajoso adherido al muslo por el sudor.

-¡¡DOS!!- prosiguió Irina tras bajar el dedo meñique.

-aahhh...(mierda mierda, ¡¿Qué hago ahora?!)

-¡¡TRES!!- El anular desapareció con una rapidez alarmante.

-Es...pera...

-¡¡CUATRO!!- exclamó al tiempo que bajaba el dedo corazón.

-Por... favor...- musitó con voz temblorosa, deseando con todas sus fuerzas disponer de tiempo para explicarse.

Irina cogió aire para terminar la cuenta atrás. Pero en aquel momento distinguió algo en la cara de Alexei que la hizo vacilar.

-¡¿Cinc... ah?!- la voz se le quebró.

El muchacho estaba llorando. Su rostro avergonzado se había enrojecido ligeramente y gruesos lagrimones caían por sus mejillas. El labio le temblaba; y sus ojos, más brillantes que nunca a causa de la humedad, la miraban acusatorios.

-Yo solo...- hizo una pausa para sorberse la nariz -Yo... solo quería verla a usted. ¿Es eso tan malo?

Irina tragó saliva antes de responder.

-No... tienes permiso para estar aquí... ¿En qué... momento se te ocurri... ocu... ocurri...?

La mujer vaciló al ver donde estaba posada la mano del muchacho: justo sobre la pernera del pantalón, tirando del tejido hacia abajo como si quisiera ocultar su erección... Pero consiguiendo tan solo que la tela se le envolviera más en torno a la polla, que se le había vuelto a poner dura en un visto y no visto.

Pero lo peor de todo era que Alexei no parecía darse cuenta de ello. Las lágrimas y la vergüenza ocultaban unas mejillas sonrosadas y una mirada engañosamente inocente que, sin embargo, contemplaba con lujuria cada rincón de su cuerpo pobremente cubierto por aquella sábana.

Lo que Irina tanto había temido estaba ocurriendo, sus peores temores se estaban haciendo realidad. Las rodillas le temblaban, sentía la humedad de su entrepierna correrle libremente sobre la sensible piel de los muslos, sin bragas ni tejido alguno que la retuviese.

-(Calor en la zona abdominal, cosquilleo en los abductores, presión en la boca del estómago subiendo hacia el esternón, rigidez en el tórax, respiraciones rápidas y escasas a punto de hiperventilar...)

La mente clínica de Irina reconocía esos síntomas: Se estaba excitando a un ritmo alarmante.

Lo presentía. Era tan solo cuestión de tiempo que su cuerpo sucumbiera a los deseos que su mente tanto se esforzaba por suprimir. Llamar a Seguridad ya no era una opción, pues no podía permitir que nadie más la viera en ese estado... ¿Pero entonces... qué opciones le quedaban...?

Podía salir corriendo, abandonar la habitación, alejarse de Él.

Pero.. si hacía eso... ¿Sería capaz de recuperar su autoridad? ¿O de volver a mirar a Alexei a la cara? ¿Era Irina capaz de arriesgar todo aquello por lo que tanto había trabajado?

¡No! ¡Definitivamente no!

Todo debía ser perfecto de principio a fin. No existían atajos ni desvíos en el proyecto más importante de su vida. Irina Alekseeva podía sobrellevar un pequeño bache... y capear la tormenta desatada en su cuerpo de mujer. Las reacciones biológicas se combatían con otras reacciones biológicas; los químicos segregados por sus gónadas contra los químicos segregados por su cerebro.

Pero para triunfar sobre sí misma debía calmarse. Y para calmarse necesitaba tiempo.

Por lo tanto, tan solo quedaba un camino expédito: Irina debía ceder.

-De... acuerdo- dijo Irina, finalmente -Aceptaré hablar contigo.

-¡¿De... De verdad?!- exclamó Alexei.

La expresión del muchacho en aquel instante casi consiguió que Irina se arrepintiera de su decisión. Y se vio obligada a desviar la mirada mientras trataba de ignorar las violentas pulsaciones que se extendían desde su corazón.

¿...Era así como Gina se había sentido?

-Pero antes...- prosiguió, disimulando -Deja que me ponga algo de ropa.

De alguna manera lo consiguió. Finalmente, Irina tuvo un momento para calmarse en la intimidad de su vestidor; rodeada por docenas de prendas, con la puerta cerrada con pestillo y el reconfortante olor a madera vieja y ropa planchada.

En aquel pequeño espacio, Irina dejó caer la sábana, cayó de rodillas y dejó escapar toda la tensión acumulada en un largo y quedo gemido.

-(¿Y ahora qué...?)

No podía tomarse una cápsula inhibidora, pues tardaba demasiado en funcionar, y los efectos secundarios no compensaban.

Y masturbarse tampoco era una opción, no con Él tan cerca. Tras comprender lo frágil que podía llegar a ser su autocontrol con todo lo relacionado con Alexei, Irina supo que no debía tentar a la suerte.

-(¡¿Pero entonces qué?!)- se volvió a preguntar, desesperada, mientras trataba de secarse el sudor; que a esas alturas ya formaba regueros desde la frente hasta la punta de sus pezones desnudos.

Suplicaba a su brlllante intelecto por una idea... Pero en su estado actual se veía incapaz de pensar en nada útil. Y tras percatarse de ello, Irina se echó a reír.

No existían atajos...

No había escapatoria...

Se había quedado sin soluciones alternativas...

Hecha prisionera en su propia habitación por un muchachito enclenque y asustado que ni siquiera sabía lo que hacía.

-(Bien... que así sea. Te haré frente usando mis propios métodos. Y no fallaré)

10 minutos después, Irina salió del vestidor completamente vestida y con cara de póker. Se encontró a Alexei sentado en uno de sus dos sillones orejeros, admirando las diversas obras de arte que decoraban las paredes.

-(Parece bastante tranquilo. ¿...Y ha preparado un té?)

Por muy relajada que fuese su postura, el largo bulto del pantalón seguía presente. Así que la mujer no bajó la guardia ni por un instante.

-¡Ho-hola! He... He preparado algo de té, e-espero que no le importe que me haya tomado la libertad de sacarlo de su... De tu... Ehm... ¿Quiere un poco?

Estaba nervioso, eso era evidente.

-Ya he tomado café. Gracias- contestó Irina con frialdad, cruzando los brazos por delante de su pecho. Había elegido un sostén dos tallas más pequeño tan solo para lograr la hazaña de que no abombaran por encima. Así podía aparentar mayor seriedad.

-¡Ah! Claro... Lo siento...

Alexei tragó saliva y bajó la mirada con evidente nerviosismo. Estaba funcionando.

-¿De qué querías hablar?- preguntó Irina tras un largo e incómodo silencio. La doctora se sentía más segura por momentos.

Pero si creyó que el muchacho le permitiría afianzar su posición, estaba muy equivocada. Y lo supo en cuanto Alexei se empezó a acariciar la polla por encima del tejido.

-Me duele... Siempre... Por su culpa...

Irina se tensó, crispando los brazos todavía más.

-¿C... Como...?

-No lo se. Yo tampoco entiendo por qué me pasa esto. Pero desde que la vi por última vez no he podido parar de pensar en usted, ¡Y no se como controlarlo!- exclamó, angustiado.

Alexei se puso en una posición fetal sobre el sillón, como si quisiera esconder su erección a los ojos de la perpleja doctora.

-Es tan frustrante... Solo han pasado dos días pero siento que algo se ha roto dentro de mí. ¡Yo lo intenté! ¡¡De verdad!! Intenté hacerle caso, quise cumplir con mi cometido, ayudarla... Quise ayudarla por que... Me salvó la vida y por que... Por que...

Alexei se encogió todavía más, escondiendo su cara ruborizada tras las rodillas.

-...Por que la quiero con locura...- dijo casi susurrando -Y solo deseo complacerla...

Irina realizó un esfuerzo sobrehumano para mantenerse impasible mientras su corazón amenazaba con salirse del pecho.

-Pero cuando me dijo aquellas cosas por el chat, yo no supe qué hacer... jeje... Lo digo en serio, me sentí estúpido y perdido. Estaba desesperado por entender por qué la persona a la que más quiero en este mundo había decidido evitarme ¡Sin explicarme nada!

-Ya basta...- susurró la doctora Alekseeva. Sentía que le faltaba el aire.

-No entendía en qué había fallado o qué había hecho para merecer aquello. Pero ahora... Ahora creo entenderlo.

-¡He dicho basta!- exclamó la mujer, temiendo aquello que Alexei estaba a punto de decir.

Pero el muchacho estaba demasiado excitado para parar ahora.

-¡Es por que usted se siente igual que yo!- concluyó Alexei. Y se echó hacia delante con brusquedad, apoyando las manos sobre el reposabrazos del sillón de Irina -¡¿Verdad que si?!

Aquellos fascinantes estaban tan solo a un palmo de distancia. Sus rodillas se rozaron la una contra la otra e Irina fue capaz de notar el aliento del muchacho.

-(¡Demasiado cerca! ¡¡Demasiado cerca!!)

La mente de la doctora era un caos. No... ¡Aquello no iba bien! ¡¡Debía pararlo de inmediato!!

-¡¡¡HE DICHO BASTA!!!- chilló, finalmente perdiendo los estribos.

 

Y entonces ocurrió algo extraño... Por unos instantes, lo vio todo negro. Y cuando quiso darse cuenta, Irina tenía los brazos extendidos hacia delante y Alexei... Estaba tirado en el suelo junto a la mesilla, rodeado de porcelana rota. El muchacho tenía los ojos cerrados y un hilillo de sangre le recorría la frente, brotando desde el cuero cabelludo.

Irina supo entonces quelo había empujado con todas sus fuerzas en su momento de histeria.

-Oh, no... Nooo, no, no, ¡No!

Todos los temores de Irina quedaron inmediatamente eclipsados por una preocupación lacerante como no había sentido jamás.

-Nooo... ¿Qué he hecho? ¿Cómo he podido? Por favor... Alexei...

Irina corrió a acunarle contra su pecho con lagrimones recorriéndole las mejillas.

-(¡Está sangrando!) ¡¡Por favor, por favor, por favor...!!

La mujer aguantó como pudo el ataque de pánico y agarró al muchacho inconsciente en brazos para llevarlo a la cama, lejos de los pedazos de porcelana rota. Una vez ahí, le apoyó la cabeza sobre sus muslos y le presionó la pequeña herida con una prenda limpia.

De todas las cosas que podía hacer para ayudarle, elegía la más chapucera.

Irina Alekseeva ya no estaba en sus cabales. Se sentía tan abrumada por la miríada de sensaciones y sentimientos desatados en su interior que se había vuelto incapaz de pensar con claridad.

-(¡Aire! ¡¡Necesito aire!!)

Su decisión de vestir aquel sostén tan estrecho se había vuelto con tra ella en su momento de debilidad. Así que metió los dedos entre los botones de la camisa y se abrió el cierre delantero, provocando que sus pechos: enormes, hinchados y doloridos, saltaran hacia delante como un resorte.

Se sentía tan liberada que dejó escapar una nerviosa carcajada... Hasta que le empezó a temblar la mandíbula y de nuevo brotaron las lágrimas.

-Todo esto lo has provocado tú...- acusó al muchacho inconsciente.

Irina era incapaz de mirarlo, sintiéndose extrañamente privilegiada de poder contemplar aquel rostro angelical tan de cerca, durmiendo justo encima de su regazo. Era sin duda lo más bello del mundo, una obra perfecta, una presencia vibrante que incluso en su estado de inconsciencia conseguía ejercer una presa férrea sobre su corazón.

Y aquello solo demostraba que su decisión de alejarse de él había sido la correcta.

-¿Qué opciones tenía?- se dijo a sí misma temblando como una hoja -Era eso o... Someterme(?)

Perder el contacto directo o perderse a sí misma. Una decisión que la pragmática Irina Alekseeva no había dudado en tomar días antes.

Pero todo se había vuelto en su contra, todo. Y ahora, por culpa de sus malas decisiones, se hallaba al borde del abismo.

-(¡...No debo hacerlo! ¡¡Melo prometí a mí misma!!)

Desvió la mirada del rostro de Alexei para dirigirla al lugar menos recomendable: su entrepierna.

-(Está inconsciente, pero su pene sigue duro... Se le ve la forma claramente...)

Pero entonces se dio cuenta de hacia donde se dirigían sus pensamientos y sacudió la cabeza con furia.

-(¡¡NO!! ¡¡Para!! ¡Si pierdo ahora el control, jamás lo recuperaré!)

Irina volvió a observar el bulto de reojo, refugiándose en la lógica como último recurso.

-(Pero... ¿Qué tendrá esa cosa que resulte tan fascinante? No es más que... un apéndice sexual masculino algo más grande de lo normal. Ni siquiera resulta apto para la reproducción activa, ya que la mayor parte de mujeres debería resultar incapaz de albergarlo debido a su... A su grosor...)

Grosor...

La mano de Irina se movió sola, y antes de que su cerebro cayera en la cuenta de que debería escandalizarse, ya estaba palpando el largo bulto.

La sensación la hizo coger aire de golpe, al mismo tiempo que un temblor se extendía por todo su cuerpo empezando en la punta de los dedos.

-(¡Siento su calor! ¡Noto cómo palpita!)

-¡...mmmmngh!- balbuceó el muchacho de repente, con la expresión de un recién nacido a punto de llorar.

Aquello asustó a Irina, lo que provocó que la mano se le crispara sin querer, cerrándose en torno a la polla del chico.

-¡Mmgaaahhh!- gimió Alexei y sacudió las caderas varias veces ante una perpleja Irina.

-¡Ah! ¡¡Uah!!- exclamó la mujer, retirando la mano -(Su cuerpo... Está sufriendo. Quiere liberarse...)

Todavía sin recuperar la consciencia, Alexei lucía una expresión crispada. Había dejado de sangrar pero sudaba a mares.

-(¿Será verdad lo que dijo? ¿Que ambos nos sentimos igual? ...Entonces esto... ¿De verdad lo he provocado yo?)

Si ese era el caso, entonces debía aceptar parte de la responsabilidad. Aunque no pudiera corresponder a los deseos del muchacho; aunque se viera obligada a suprimir sus propias e ingratas necesidades... Lo menos que Irina podía hacer por Alexei era evitarle padecimientos innecesarios.

La doctora se dio cuenta de que se le caía la baba, así que sorbió sin pensar.

-B-bien... (No creo que pase nada si le alivio un poco la presión)

Entonces, con mucho cuidado, Irina le aflojó los pantalones y se los bajó junto a los boxers hasta la mitad de los muslos. Luego solo tuvo que tirar del elástico hacia arriba y...

Aquello surgió de bajo el tejido como el brazo de una catapulta, elevándose con perezosa elegancia hasta caer con todo su peso directamente sobre el torso de Alexei.

"pof"- Su enorme polla rebotó levemente sobre el jersey hasta quedarse reposando en el mismo lugar como el tronco de una secuoya caída, el cual partía de la entrepierna y terminaba casi tocando el esternón.

Larga, gorda y palpitante; surcada por unos pocos y pálidos vasos sanguíneos, cubierta de sudor y de una capa de espeso y abundante jugo preseminal.

Era una visión atemorizante y cautivadora. Y durante un rato, Irina resultó incapaz de apartar la mirada, sumida por completo en untrance contemplativo que solo paró cuando le vino el olor. Y aquello fue lo que acabó con ella.

Qué ingenua había sido. Cuanto se había sobreestimado. Irina, mujer brillante de lógica infalible; que perdió el control frente a una simple imagen transmitida por cámaras y fue humillada por un condón usado... ¿De verdad creyó tener alguna posibilidad de conservar la cordura teniendo al verdadero objeto de sus deseos yaciendo sobre sus muslos en carne y hueso?

O quizá en el fondo ya sabía que estaba condenada al fracaso, pero su naturaleza altiva y orgullosa se negó a aceptar la realidad hasta que fue demasiado tarde.

Como sea, en cuanto su olfato captó el olor de Alexei y sus poderosas feromonas le inundaron las fosas nasales, una sensación electrizante le recorrió la espina dorsal y la mujer empezó a jadear, con un solo pensamiento ocupando su mente: Como no metiera aquella polla en su boca de inmediato, sufriría un ataque de ansiedad.

-(No...)- exclamaron sus últimos rescoldos de autocontrol.

Con una mano temblorosa, le agarró el miembro por la mitad, tomándose un momento en admirar su grosor y deleitarse con el tacto. Le sorprendía que sus largos dedos fuesen incapaces de abarcarlo por completo.

-(¡No!)

La elevó lentamente, hipnotizada por el largo hilillo de jugo transparente que se extendía y alargaba entre el glande rosado y el jersey... Hasta que la tuvo derecha como un obelisco y el reguero pasó por encima del pulgar.

-Ahh... (¡No lo hagas!)

Como si su cuerpo hubiese decidido independizarse del cerebro, Irina se inclinó hacia delante; sus pechos rozando el torso de Alexei, la expresión estúpida y boquiabierta de un pez expuesto al aire libre...

-(¡¡Noooooooooohhhhh!!)

...Y devoró de un bocado el glande hinchado de su pupilo. Lo retuvo entre el paladar y su lengua golosa, que producía saliva a un ritmo desenfrenado mientras lo saboreaba como si se tratase del caramelo más delicioso de la historia.

Irina Alekseeva había caído, y ya no había vuelta atrás. Y durante aquellos breves instantes de desenfreno, la mujer sorbió y lamió, con los ojos desenfocados, agarrando el tronco con ambas manos como si su vida dependiera de ello.

Pero todo se vino abajo cuando el cuerpo del muchacho por fin reaccionó. Por que... ¿Qué ocurría cuando un preadolescente con la líbido de un semental en celo, que media hora antes había hecho enloquecer a una mujer aguantando sin correrse en una suprema muestra de autocontrol, recibía una repentina y agresiva felación de la chica de sus sueños?

Su enorme y palpitante falo era un arma capaz de desatar un temor primitivo en el corazón de cualquier mujer. Pero el verdadero peligro estaba en sus bolas, rojizas e hinchadas, que hasta ese momento habían aguantado lo inaguantable.

Eran gónadas a punto de explotar. E Irina Alekseeva acababa de accionar el detonador.

Pero pese a las señales, pese a que la polla se hinchó todavía más dentro de su boca babeante, pese a que todo el cuerpo del muchacho había empezado a temblar, la doctora Alekseeva no lo advirtió. Pues en ese momento estaba sufriendo un pequeño orgasmo sin siquiera tocarse.

-¡¡MNGFUUUUuuuuuuhhhhhh!!

Si antes ya se encontraba fuera de sí, aquello le nubló la mente por completo. Y no volvió a poner los pies en la tierra hasta que se dio cuenta de que no podía respirar... pues de repente Alexei proyectó sus caderas hacia arriba, clavándole la polla hasta la garganta.

-¡¡AGH!! ¡GAH! ¡¡¡EEAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!- Aulló el muchacho abriendo los ojos de golpe. La locura desatada en su delgado cuerpo le había sacado de golpe de la inconsciencia.

Y así llegó su liberación. En forma de chorros de semen a presión; el primero de los cuales se vertió, caliente, espeso y abundante, directo a la garganta de Irina Alekseeva.

-¡¡¿¿MPFUAH?!- La mujer se echó hacia atrás por puro reflejo, sacándose de la boca la polla de Alexei.

Pero el muchacho apenas había empezado, ya que sus caderas volvieron a sacudirse de forma que le estampó el glande a Irina en toda la frente al tiempo que disparaba su segunda descarga.

-¡¡IIAAAaaaaaaahhhh!!. chilló la mujer al recibir el chorro a presión directamente en el entrecejo.

Y tras ese vino otro... Y otro... Y otro...

El muchacho no paraba, su cuerpo deseaba soltar toda la carga acumulada. Y cada vez proyectaba las caderas más lejos y con más fuerza, golpeando a la perpleja mujer como si quisiera matarla y dejando un abundante rastro de leche cada vez que se retiraba.

Cuando por fin frenó, Alexei casi estaba haciendo el pino-puente. Y, finalmente, su insaciable polla se suavizó, posándose sobre su vientre con cierta elegancia.

-¡...Haaaaaaahhhh...!- suspiró con una plácida sonrisa mientras se dejaba caer de nuevo sobre la cama.

Su estado de ánimo era totalmente diferente del de la confusa doctora...

-Ah, ah, ah... Aah, hah...

Irina se acababa de correr, pero no sentía alivio alguno. Muy al contrario, aquella quemazón en su pecho había crecido hasta convertirse en un infierno que amenazaba con sofocarla. Y aquello era solo la punta del iceberg del mar de sensaciones que asaltaban en aquellos momentos a la pobre mujer, cubierta de la cabeza a las caderas por la embriagadora simiente de Alexei.

¡Estaba por todas partes! Lo tenía en el pelo y sobre la cara; notaba su sabrosa textura llenándole la boca, formando regueros por su ropa y filtrándose a través del tejido. Su mundo se había tornado en una pesadilla húmeda y pegajosa rebosante de olores desquiciantes que la hacían jadear a cada espiración mientras sufría constantes tics nerviosos, como si tuviera la espina dorsal conectada a la corriente eléctrica.

Era demasiado. No podía más. Aquella situación la superaba hasta el punto de sentirse atemorizada por su propio cuerpo.

Tenía que salir de ahí a toda costa. Escapar. Alejarse de él

-¡Aaaaaaaeegaahh...!- gimió con la boca llena del semen que todavía no se había tragado.

Entonces trató de levantarse. Pero sus temblorosas piernas no respondieron como debían y terminó cayendo de bruces sobre la moqueta, donde quedó a cuatro patas con una cómica expresión de sorpresa.

-¿...Heh?(Las piernas... no me funcionan. ¿Y por qué... me duelen tanto los pechos? Pesan demasiado. Nunca me habían pesado tanto...)

-Doctora- dijo una dulce voz a sus espaldas -¡¿Se encuentra bien?!

-¡Aaaghaahhh...!(¡¡No te acerques!!)

-Espere, la ayudaré a leva... a levanta...

En lugar de terminar la frase, el chico se quedó en silencio. Algo le había hecho olvidar lo que iba a decir.

-Esto es malo, doctora...- balbuceó Alexei en un tono inseguro -No puedo... No creo que... consiga mantener el... e-el con... trol...

Irina escuchó y observó de reojo como el chico se tituaba detrás suyo. Y entonces... Cuando notó aquellas cálidas manos posarse sobre sus nalgas... Todos sus músculos se tensaron al unísono, paralizándola como a un cordero ante el acecho del lobo.

-...Ah... Hah...

-...El culo de Irina...- la voz del muchacho sonaba casi como un gañido -Quiero sobarlo... Quiero...

Sin embargo, el chico decidió que antes debía desnudarla. Así que le bajó al mismo tiempo pantalones y bragas hasta la altura de las rodillas y exclamó al contemplar al fin su trasero expuesto.

-¿Eehhh? ...jejeje, es... Precioso... Irina tiene el coño más bonito del mundo.

-...nnnooooohhh...

-...adoro como abulta entre las nalgas... Ahhh... ¡Y los jugos están por todas partes...!

-(¡¡Cállate, cállate!! ¡Deja de decir esas cosas!)

-Lo quiero...

Sus manos se posaron sobre la blanda carne de aquellas nalgas, cortándole la respiración a la sorprendida doctora.

-Deseo... lamerlo... Mblgaahhh...

Por unos instantes, el cálido aliento de Alexei le produjo unos cosquilleos insoportables en su expuesta vagina. Pero aquello no fue más que el preámbulo para lo que vino después; cuando el muchacho hundió su cara entre los temblorosos pliegues de carne húmeda, presa del deseo y la avaricia.

Lo primero que escuchó Irina fue el sonido, imposiblemente estruendoso, de su vagina empapada al ser penetrada por la ansiosa lengua del muchacho.

...Solo entonces vino el shock. La doctora sintió como si un rayo la partiera en dos, como si sus manos y rodillas perdieran el contacto con el suelo de la habitación... y el poco aire que sus pulmones habían logrado conservar escapó en un patético gemido mientras ponía los ojos en blanco y su cuerpo era sacudido por el orgasmo más intenso de su vida hasta el momento.

Tanto fue así que sus jugos, en lugar de brotar de su vagina como un manantial, rociaron la cara de Alexei como un spray. Aunque este apenas lo notó, tan concentrado como estaba en lamer la vagina de la doctora, que no advirtió lo que había ocurrido hasta que las caderas de esta perdieron fuerza y terminaron cayendo de lado.

Irina podría haber perdido el sentido ahí mismo, tirada sobre la moqueta como un trapo húmedo, pensamientos olvidados entre los espasmos de placer que seguían sacudiendo su cuerpo... Pero el movimiento la distrajo. El movimiento de cuando Alexei la recogió del suelo con una facilidad absurda(teniendo en cuenta que medía 28cm y pesaba 20kg menos que ella) y la terminó arrojando bruscamente sobre el colchón.

Aquello le despejó la mente en un tiemp récord. Pero apenas tuvo tiempo de hacerla funcionar, ya que su formidable creación se cernía de nuevo sobre ella... Pero esta vez estaban cara a cara, con él avanzando hacia Irina a cuatro patas completamente desnudo, con la elegancia de un felino adolescente que está aprendiendo a acechar. Su cosa estaba tan dura e hinchada que ya no se balanceaba al vaivén de sus movimientos, sino que palpitaba al ritmo de su corazón... Pero donde su deseo terminaba resaltando con mayor ferocidad era en sus ojos, fijos en su cuerpo semidesnudo como dos faros incandescentes alimentados por la lujuria.

-Doctoraaahh...- gimió el muchacho mientras le separaba las piernas con las manos.

Temblaba visiblemente. En cualquier momento perdería el control... e Irina terminaría siendo violada de manera salvaje. Veía aquella locura primitiva claramente reflejada en sus ojos, diciéndole que la iba a hacer suya y que esta vez no se contendría.

-La... voy a meter... Docto... I... Irina... La voy a meter... ¿Esta bien que la meta?- solicitó Alexei con ansiedad palpable.

En ese momento, la imagen de Gina tras ser follada acudió a la mente de Irina. Tal vez... Tal vez ella ¿...Acabaría igual? ¿Tirada en la cama como una muñeca rota, sin sentido y con semen brotando desde todos sus orificios?

De poco servían las dudas. Llegados a ese punto, Irina Alekseeva ya estaba demasiado hundida en el fango como como para volver atrás. Tras haber sido derrotada por su joven pupilo y humillada por su propio organismo, aceptaba que no tenía escapatoria.

Así que abrazó lo inevitable de la única manera en la que podría conservar una pizca de control sobre su destino: y aquello consistió en abrir las piernas todo lo que pudo... 

-Te lo permito...- contestó en un tono que se parecía más a una súplica que a una concesión -...solo... por esta vez...

Y el condenado muchacho no la hizo esperar. En el mismo instante en el que sus labios vaginales se separaron junto a las caderas, Alexei pegó su sexo contra el de ella. Sin jueguecitos ni más preliminares, tan solo apretando aquel grueso, duro e imposiblemente caliente glande rosado contra la parte más sensible de todo su cuerpo.

-¡¡Nheeeeeaaaaahh...!! ¿Ah? ...... he... hehe... hehehehe...- Irina se tapó la cara, riéndose como una tonta.

¡Por supuesto! No entendía cómo no lo había advertido antes. Era imposible que Alexei la violara, ya que su pene era demasiado grueso como para...

Pero su risa se cortó en seco cuando empezó a notar una presión repentina y brutal que iba desde los costados de su vagina hasta los huesos de las caderas. Como si algo estuviera tratando de separar sus carnes a la fuerza, mientras que éstas tan solo eran capaces de retroceder.

Entonces, hub un paréntesis, un pequeño respiro en el hojo del huracán... Hasta que la humedad de su vagina dilatada provocó el milagro: fue un sonido obsceno, como el de un pedo en miniatura, el de cuando el aire contenido en su coño pudo ser liberado permitiendo la distensión de sus carnes, las cuales se abrieron como un capullo en primavera envolviéndose alrededor de aquello.

-¡GAH! Aagh... Aahhh, haahh... (¡¿Qué es esto?!)

El sonido obsceno volvió a repetirse, pero esta vez como si en lugar de aire escupiera espuma. ¡Aquella cosa se estaba abriendo camino! Era tan duro y grueso que la carne de su coño se estiraba y alineaba a su paso, desplazando sus mismas entrañas para caber en un espacio demasiado reducido.

-¡¡Ghaaaaaaahhhh...!!

Cada vez que se convencía a sí misma que ya la había llenado por completo, que ya no podía ir más allá, Alexei volvía a empujar metiéndola más y más... Y no paró hasta que chocó directamente contra el útero.

-¡Ghiiiiiiiihh... Eehh... Eeehhh...!

No podía respirar... Dolía mucho... Lo sentía palpitar en su interior como un segundo corazón, sufriendo su tamaño antinatural. Aquella cosa sencillamente no estaba diseñada para caber ahí. Y como se empezara a mover, la rompería con toda certeza.

Pero entonces se movió, sacándola despacio... E Irina no se rompió.

En lugar de eso, sintió unprofundo calambre recorriéndola desde su vientre hasta los dedos de los pies.

-Ah... Ah...

...Y la volvió a meter con la misma suavidad.

-¡¡...Mnhaaaaaaaaaaaaahhhh!!- gimió la mujer al ser penetrada por segunda vez.

El dolor seguía ahí, pero diferente... En cuanto el grueso glande entró en contacto con la boca del útero, Irina notó como si el tapón de su pecho que le impedía respirar con libertad desapareciera al fin, permitiéndole llenar los pulmones de aire liberador.

-Pfhueeeeeeehhhh...- y al mismo tiempo que espiraba, el muchacho se retiró de su interior.

Pero en aquella ocasión, sucedió un fenómeno extraño dentro de su vagina: toda la resistencia... desapareció. En un momento, sus paredes apretadas y retorcidas se hallaban relajadas y dilatadas; e incluso sintió como sus músculos vaginales se comprimían, fijándose alrededor de aquella cosa. Como si quisieran... retenerla en su interior.

-¡¡Ghiiiiiiiiiiiiiiiihhhh...!!- La mujer se retorció hacia delante con los dientes apretados y una cómica expresión de sorpresa.

Y en ese instante, sus miradas se encontraron.

Ella: confusa y desesperada.

Él: eufórico y extasiado.

Irina se tapó la cara, terriblemente avergonzada. Alexei se lo impidió, reteniéndole las manos sin esfuerzo.

-hahaha... Preciosa... ¡Eres preciosa... Irinaaahhhh!

-¡Nooooohhhhh....! ¡Aaahh...! ¡Unnngh!

Con los ojos abiertos como faros, el muchacho volvió a proyectar las caderas hacia delante. Más rápido, más profundo que antes. Y contempló encantado la reacción de Irina ante la embestida de su polla. Tan solo en momentos como esos, la doctora parecía olvidar cualquier sentimiento de vergüenza.

-¡¡Aaahhh!! ¡¡...GHIIIIIHHH!!

La tregua había finalizado. Y a medida que la vagina de Irina terminaba de dilatarse, Alexei fue acelerando sus sacudidas.

-¡¡Ooooooooohh!! ¡¡NNNGGGHHH!! ¡¡Eeeeeeeeaaaahhhh!! (¡¿Qué me está pasando?!)

El cuero de Irina había dejado de funcionar correctamente.

En el momento queempezó a ser follada de verdad, cuando su coño se abrió ante las embestidas de aquella enorme polla, la mujer perdió el contacto con la realidad. Fue como si la parte instintiva y la parte racional de su mente se dividieran para ir por caminos separados.

-¡¡Aaaaaaahhhhhhh...!! ¡¡Hiaaaaaaaahhhhhhh!! ¡¡EEH!! ¡¡HeeeeEEAAAAaaahhhh!! (Esa voz tan indecente... sale de mí... Todo esto lo está provocando él. Es como si mi cuerpo al completo fuese una vagina, como si... su pene... Me golpeara el cerebro directamente, arrebatándome el control de mi cuerpo)

-¡¡Hiiih!! ¡Heah! ¡¡AAaaaahhh...!! ¡¡Nnnnuooooohhh!! (Pero no debo perderme. Todo esto se puede explicar. Siguen siendo reacciones químicas perfectamente... normales...)

-¡¡Gahhhh... (jadeo)... Aaaahhhhh!! ¡Eh! ¡¡EEh!! ¡¡HEEEAAaahhh!! (Todo es por el... roce constante de los neurotransmisores situados en... en... los puntos erógenos de mis... paredes vaginales que provoca la liberación de dopamina y oxitocina en...)

Pero su pobre intento de recurrir a la lógica fue frustrado cuando un Alexei extasiado adelantó las rodillas y empujó con todas sus fuerzas.

-¡¡Aquí voy, Irinaaaaaahhhhhh!!

Su esfuerzo consiguió que, por primera vez, sus casi 30cm de polla desparecieran por completo en el vientre de la doctora Alekseeva. Y al mismo tiempo que sus hinchados huevos chocaban contra sus nalgas, un palpable bultito apareció justo por encima de su ombligo.

¡Lo había conseguido! ¡La había metido toda!

 

Pero en cuanto Alexei se volvió hacia ella con una sonrisa triunfal en la cara, notó que la mujer temblaba con violencia.

-¿Eh...?

Sin embargo, el temblor desapareció enseguida. Sus muslos cayeron a los lados, gran parte de la presión entorno a la polla del muchacho se esfumó, y Alexei sintió una extraña humedad fluyendo limpiamente desde la vagina de Irina.

Alexei observó confundido el punto donde sus sexos se unían y supo de inmediado que Irina se había corrido. Había sido un orgasmo tan repentino que la doctora ni siquiera lo vio venir. Y tan intenso que la relajación posterior se extendió a sus esfínteres, provocando que la mujer se meara ahí mismo.

Pero en lugar de sentir asco o rechazo mientras el pis caliente le bañaba los testículos, Alexei la miró con infinita satisfacción. Irina tenía los ojos en blanco y no dejaba de repetir "neurotransmisores, los... neurotransmisores..." con voz patética.

-¿Pero qué estás diciendo, Irina?- le preguntó con suavidad.

Tras dejar escapar una risita traviesa, Alexei sacó con cuidado su pene de la húmeda vagina y se pudo a cuatro patas encima de Irina... Su mirada fija en los grandes e hinchados montículos todavía cubiertos por el tejido de la camisa.

-jujuju... Feliz Navidad...- murmuró con la emoción pintada en su rostro angelical deformado por la lujuria.

Alexei todavía no se había corrido y su nuevo cuerpo temblaba por la tensión contenida. Pero aún así cntuvo sus ansias de desgarrar aquella camisa y en su lugar procedió a desabrochar los botones uno a uno.

-¡Woooooaaaaahhhh...!- exclamó.

¡Ahí estaban! Enormes, pálidas y redondeadas; las tetas de Irina enseguida cayeron a los lados, víctimas de su propio peso. Estaban empapadas, brillantes y cubiertas de hilillos de humedad; y despedían un fuerte olor a sudor y semen.

Alexei se preguntó una vez más cómo podía estar tan obsesionado con aquellas dos masas de carne y sebo cuando él mismo había sido una mujer toda su vida... Pero mientras aquello se le pasaba por la cabeza, su cuerpo ya se estaba inclinando sobre el esternón desprotegido de Irina y le dio un largo lametón en el plexo solar que la hizo chillar de la sorpresa.

-¡¡Hiiiiiiiiiiiiiiic!!

El muchacho extendió entonces los brazos y le agarró ambas tetas, las cuales apretujó la una contra la otra mientras las masajeaba con las manos bien llenas.

-hahaha... ¡¡Hahahahaha!! 

-¡¡Uaahh...!! ¡Haaahh...! ¡No tan... fuerte!

Era surrealista... Era surrealista lo bien que se sentía con solo tener aquellas dos tetas entre sus manos. Si Alexei fuese todavía una mujer, se habría muerto de celos ahí mismo, abrumada por la simple presencia de aquellas dos magníficas ubres. Pero en su lugar, se quedó observando de cerca los dos gordos pezones como quien observa a los cachorritos más adorables del mundo.

-(Están tan duros e hinchados... Parecen igual de necesitados que mi pene...) Haaahh... (¡Que aproveche!) ¡Aumpfh!

Ambos apéndices desaparecieron en la golosa boca de Alexei, e Irina sintió de inmediato dos descargas eléctricas paralelas: desde los pezones hasta las axilas, y de ahí a la espina dorsal.

-¡Heaaaaaahh! ¡No! ¡¡Nnooooooaaahhh!!

Su cuerpo se sacudió, su respiración se hizo más pesada y empezó a retorcer los muslos el uno contra el otro mientras trataba desesperadamente que el intenso placer que sentía no se viera reflejado en su cara.

-GHIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIiiiiiiiiiiiihhhh!!

Pero ante los ojos de Alexei, Irina falló miserablemente. La arrolladora mirada del muchacho la tenía tan atrapada como sus propios impulsos sexuales, e Irina no pudo esconder su primera sonrisa de lujuria.

-(Oh, no...)- pensó el muchacho -(Es preciosa. Creo que... ¡Me voy a correr!)

Era una lástima no poder disfrutar un poco más del sabor de sus tetas, tan deliciosamente suaves y saladas, pero su duro pene ya llevaba un rato al límite, apretujado entre sus dos cuerpos sudorosos.

Deseaba liberarse.

Pero solo conocía una manera apropiada en esa situación.

Alexei se incorporó con rapidez y encajó su verga entre las apretujadas tetas de Irina.

-¡¡UAAHH!!- exclamó la mujer en cuanto se encontró con el glande rozándole la nariz.

-¡Uuunnngh! ¡Gaaahhhh...! Mucho mejor que en mi sueño... Irina es... ¡Haaahhh! Fantástica...

Comenzó a deslizar su pene entre la apretada suavidad de las esponjosas ubres de la doctora, y enseguida empezó a sentir como ardía su vientre, dando la bienvenida al tembloroso placer del orgasmo masculino.

Sus caderas se convirtieron en un borrón mientras la oleada de calambres se extendía por todo su cuerpo de preadolescente haciéndole babear entre los dientes apretados. 

-¡Eehh! ¡¡Aaahhhh!! ¡¡Ya viene... Ya... Ya, Aahh!! ¡¡¡Heeeeeaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhh!!!

Inmediatamente, su grueso falo comenzó a rociar la cama como un potente spray navideño, soltando espesos chorros de leche blanca a pocos centímetros de la frente de una perpleja Irina.

Era sobrecogedor.

-(¿Qué ocurriría si... hiciera eso dentro de mí?)

Recordar la cara de Gina capturada a través de las cámaras fue una respuesta más que suficiente.

-(...... Lo quiero...)

Cuando la corrida amainó, Alexei descansó apoyando las manos a ambos lados de la cabeza de Irina. En el rostro del muchacho se dibujaba una expresión exhausta pero satisfecha.

-(...Lo deseo...)

La polla de Alexei se ablandó ligeramente, lo suficiente como para que la punta terminase reposando sobre el moflete de Irina.

Sin pensarlo demasiado, esta abrió la boca y le acarició la uretra en un tímido lametón, tratando de saborear los restos de semen que todavía brotaban del interior.

Pero Alexei tenía la polla tan sensible tras correrse que reaccionó al contacto con un adorable gritito. Y entonces, al darse cuenta de su "incómoda" posición, se retiró apresuradamente para dejar a la mujer algo de espacio.

-¡Lo, lo siento! ¡Creo que...! Que... Me he dejado llevar...

Irina se incorporó sobre su trasero, observando perpleja aquel cambio de comportamiento.

-(O sea que tras el orgasmo y el consecuente descenso de la actividad hormonal, su bestia interior queda temporalmente oculta y vuelve a ser el chico amable y tímido de siempre...)

Era una información valiosa.

Irina sonrió con ternura. Y a continuación trató de decir con su cuerpo lo que era incapaz de expresar con palabras.

 

-(¿Qué está haciendo?)- pensó Alexei al observarla -(¿Está recogiendo mi... mi semen? ¿Y qué pretende hacer con...? ¡¿Hah?!)

Sus ojos casi se salieron de las órbitas cuando Irina se paró sobre las rodillas y empezó a untarse sus magníficas tetas con el semen que había recogido de la sábana. Su semen... Como si fuese crema solar... justo delante de él...

Estaba tan hipnotizado por el espectáculo que ni siquiera se dio cuenta de que su polla volvía a estar dura como la roca y él mismo había empezado a sacudírsela con una mano mientras que con la otra se acariciaba los huevos.

Irina, por su parte, sonreía tanto que le dolía la mandíbula. Se estaba divirtiendo como nunca antes mientras el chico alrededor del cual giraba su vida la devoraba con la mirada, visiblemente cautivado por su cuerpo desnudo. La fascinación de su mirada le llenaba el estómago de mariposas mientras sus propias manos seguían llenándole los pechos de placer ardiente.

-jujuju...(Todo esto es por mi)- pensó Irina -(Su comportamiento, su lujuria, todas estas extrañas reacciones de su cuerpo... Todo lo he provocado yo...)

Por primera vez en su vida, Irina experimentó el orgullo desmedido de haber nacido con un cuerpo tan perfecto.

Todo para que él la contemplara.

Todo para su deleite.

Todo para sentir su adoración, para saber que era el objeto principal de sus fantasías, sus fascinantes ojos devorando cada rincón de piel expuesta, su sexo vigoroso impulsando el aluvión de deseos impuros que le llenaban la cabeza de obscenidades...

Irina lo sentía, podía verlo con claridad... Y lo deseaba todo para ella.

Ella se acercó a él, sus muslos rozándose unos con otros.

Ella se elevó las tetas y empezó a lamerse el semen que cubría los pezones

Él gimió, extasiado por el espectáculo; y aumentó la velocidad con la que se masturbaba.

Pero ella notó algo. Sabía que él estaba a punto de correrse de nuevo.

Así que ella dejó lo que estaba haciendo y se apoyó en el hombro de él mientras le cubría el glande rosado con ambas manos.

Y fue entonces cuando ella consiguió susurrar las primeras palabras coherentes en lo que parecía una eternidad.

-No te corras... haaah... todavía...

Cuando el cuerpo y la mente de Irina Alekseeva compartían un objetivo común, la mujer conseguía todo lo que se proponía.

Así que se dio la vuelta con torpeza, se puso a cuatro patas y aún tuvo la coordinación motora como para separarse los labios vaginales con una mano mientras usaba la otra para mantener el equilibrio; con todo su cuerpo temblando de la excitación.

-Ah... Aquí dent-tro... Haah... Suéltalo a-a-aquí... dentro de mí...

Mostrarle aquello a Alexei fue lo mismo que arrojar un pedazo de carne sanguinolenta a un león hambriento.

Irina no supo lo que ocurrió hasta que su cara se estampó contra el colchón y sintió como su pupilo le clavaba las uñas en la cintura.

-¡¿HUAH?!(¡¿Alex...?!) ¡AAh! ¡¡HAUUUUUuuunnggghhh!!

¡Aquí estaba! Aquella barra dura y ardiente abriéndose paso en su interior, irrumpiendo con violencia a través de sus entrañas. Irina se restregó la cabeza contra la manta con una sonrisa lunática. Sus caderas empezaron a sufrir espasmos mientras la mujer se corría de nuevo.

Pero no tuvo ocasión de descansar. Irina no recibiría tregua alguna, aunque tampoco la esperaba. Ya había decidido que lucharía sin desfallecer; enfrentándose a Alexei con todo lo que tenía.

-¡¡MAAAAAAAAAAAAaaaaaasss!!- gritó con voz estridente.

Y la masa de carne volvió a golpearla con la fuerza de un ariete mientras aquellas dos fuertes manos de largos dedos marcaban el ritmo de sus movimientos, bien agarradas al culo de la doctora.

Y así continuó siendo follada sin misericordia por aquella polla heredada de Rasputín.

El placer era inconcebible, una sensación tan intensa que, si Irina hubiese tratado de resistirla, se habría vuelto loca.

...Aunque cualquiera que viera su cara en aquel momento, habría dudado de inmediato de su salud mental.

-¡¡HAAAAUUUHH!! ¡¡HEAAAAHH!! ¡Noh! ¡¡...AH!! ¡¡HIIIIIAAAAAAaaaaaahhhh!! ¡¡Eehh... eeEEEEHH!!

Todas las emociones que tanto se esforzaba en ocultar durante su vida diaria estaban saliendo a flote en un completo descontrol, como si la polla de su pupilo las estuviese bombeando por la fuerza. Las lágrimas caían por toda su cara mezclándose con sudor, semen y sus propias babas hasta formar una sopa indistinguible cayendo por la barbilla hasta las sábanas impregnadas sobre las que se retorcía.

Había pasado un minuto y ya sentía su cuerpo temblar con la llegada de otro orgasmo.

-¡¡EeeeaaaaaaaaaAAAAAAHHH!! ¡¡¡OTRA VEZ!!! ¡¡ME... OH DIOS!! ¡¡Eeeekh!! ¡¡¡ME CORRO!!!

-¡¡Irinaaaaahhh!! ¡Yo...Yo...! ¡¡HaaaaAAAHH!! ¡¡¡YO TAMBIÉN!!! ¡¡Oah!! ¡¡JUNTOS!! ¡¡CORRÁMONOS JUNTOS!!

La acción de aquel pene se volvió más salvaje que nunca mientras una Irina embriagada de lujuria y placer vivía el momento más feliz de su vida. A la llegada del orgasmo se sintió a punto del desmayo, pero la bella y brillante mujer gritó todo lo que fue capaz para mantenerse consciente.

-¡¡¡EHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaahhhhhhh!!!

-¡¡¡IRINAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaaahhhhhh!!!

Las caderas de ambos se elevaron al unísono mientras el torrente de espeso semen convertía su dilatada vagina en un infierno. Era el orgasmo definitivo. E Irina lo vivió en un frenesí total, mordiendo la manta con fuerza desesperada mientras gritaba como una mujer dando a luz.

 

¡Entraba dentro de ella a raudales! Inyectado a presión directamente en su útero, hinchando el recipiente mucho más deprisa de lo que era capaz de drenarlo.

 

-¡¡Agh!! ¡¡Aahh!! ¡Ah! ¡¡AaaaAAHH!! ¡¡Eeh!!

 

Y la seguía empujando tan adentro como podía, hasta el punto en el que los huevos de Alexei terminaron apretujados entre los muslos de ambos con el muchacho abrazado a su culo, dominàndola desde arriba como si la doctora se hubiera convertido en su propiedad.

 

...y quizá fuese así.

En cuanto la corrida amainó e Irina cayó hacia adelante cuan larga era con Alexei todavía montado sobre sus nalgas, su primer pensamiento fue que ya no sería capaz de vivir sin él. Irina todavía no lo sabía, pero su cuerpo se había vuelto adicto a la polla del muchacho.

 

-(inspira)... Haaaaahhhhh... Incluso ahora... La vagina de Irina me sigue apretando... ¿Hoohh...?jeje... No quiere dejarme ir.

 

-Nnooooh... Hummm...

 

El chico retrocedió con una sonrisa cansada pero alegre, fascinado por la manera en la que su polla semierecta se estiraba como una goma mientras los músculos vaginales se esforzaban por retenerla, succionándola de vuelta hacia dentro.

Pero al final la punta salió y fue acompañada por un torrente de leche blanquecina que convirtió el espacio entre sus dos piernas en un río improvisado.

 

-(Todo esto ha salido de mí... Hay demasiado. Es incluso... Antinatural)

 

Alexei miró hacia abajo. Hacia su pene de hombre que, contra todo pronóstico, volvía a elevarse, irguiéndose con orgullo sobre su víctima más reciente.

¿Cuanto más podría aguantar? ¿Había empezado siquiera?

 

Alexei sabía que no era el momento de probar los límites de su cuerpo... Todavía no. Tan solo debía esforzarse lo suficiente como para que esa mujer que yacía junto a él lo amase para siempre.

 

Así que le dio la vuelta con cuidado, y al ver su cara de frente supo que aquello no sería difícil.

Le sonrió como un angelito mientras se acariciaba el miembro como a un niño bueno.

 

-¿Lista para otra ronda, Irina? Esta vez, quiero ver tu cara cuando te corras.

 

Arrastró la punta de su polla a través del charco de semen y la introdujo de nuevo, directa al lugar al que pertenecía:

 

El coño de la mujer que amaba.

 

-!!Ah, AAAAAAAaaaahhhhh!!

 

 

...

 

A la mañana siguiente...

 

...

 

Irina abrió los ojos lentamente y parpadeó un par de veces mientras su cerebro trabajaba para recordar y reorientarse. Estaba tumbada boca arriba... Con algo largo y cálido abrazado a ella.

 

-(¡¿...Alexei?!)

 

Se trataba sin duda de su pupilo... Durmiendo plácidamente con la cabeza apoyada en su hombro y el muslo izquierdo abrazado a sus piernas. Ambos estaban totalmente desnudos y sentía su cálido aliento directamente sobre su teta izquierda, que se hallaba cariñosamente encajada entre el brazo y la barbilla del muchacho.

 

Irina se quedó ensimismada durante un buen rato, con la mirada fija en su adorable rostro durmiente... Hasta que advirtió lo pegajosa que estaba; además de aquel extraño dolor punzante justo en... justo en...

 

-Oh dios... Lo hicimos... De verdad... lo hicimos...

 

Sin pensar en lo que hacía, su mano tanteó por debajo de la sábana a través del muslo de Alexei, curiosa por tocar...

 

Pero en ese instante, el muchacho abrió los párpados con lentitud. Y aquellos fascinantes ojos aparecieron frente a ella, brillando como aguamarinas bajo la luz matinal.

 

Aquella visión provocó que se le acelerara el corazón. Pero cuando Alexei le sonrió, la doctora directamente se derritió por dentro.

 

-¡...Buenos días, Irina! ¿Has dormido bien?- susurró con la voz más dulce del mundo.

 

-S... Si...

 

-Me alegro mucho que hayas despertado. Ayer te desvaneciste demasiado pronto y no tuve la oportunidad de hacer esto.

 

-¿Hacer qu...? ¡¡Huuummmm!!

 

Alexei la estaba besando. Sin usar la lengua ni sobarla por debajo, era un beso amable y cariñoso que solo transmitía amor. Y para Irina fue todo un bálsamo. Sintió como todo su nerviosismo e inseguridad se desvanecían como volutas se humo; sus músculos perdieron toda su rigidez e incluso reunió el valor para mirarle a los ojos y acariciarle su cabello castaño; que a diferencia del de Irina, seguía suave y sedoso.

 

Poco a poco, sus labios se separaron, y Alexei puso una expresión arrepentida.

 

-Perdona por... todo lo que te hice ayer. Pero que sepas que... que todo lo que dije, lo dije de verdad.

 

La mujer lo siguió observando con expresión ausente durante unos segundos más... Hasta que sus labios se curvaron en una gran sonrisa.

-Voy a ducharme primero, que estoy toda pegajosa. Luego vas tú, ¿De acuerdo? Te dejaré ropa preparada.

 

45 minutos después, estaban ambos limpios y vestidos, sentados en los dos sillones sorbiendo café y comiendo panecillos de cereales.

La higiene consiguió que Irina recuperase la compostura junto a su actitud autoritaria. El cambio fue tan brusco que Alexei no dejó de echarle miraditas nerviosas, inseguro sobre cómo comportarse en su presencia tras lo de ayer. 

 

Irina Alekseeva apuró su café, suspiró y se volvió hacia su pupilo, observándolo de frente con su típica mirada fría e inflexible. Alexei puso la espalda recta como un soldado a punto de recibir una reprimenda. 

 

-Tras pensarlo detalladamente- empezó la doctora -He decidido realizar un cambio en el paradigma. Y todo empieza por comunicarte dos asuntos de suma importancia que debes saber de inmediato antes de tomar cualquier decisión. 

 

Alexei frunció el ceño, confundido, pero escuchaba atentamente. 

 

-El primero de todos es... Que debo pedirte perdón. 

 

-¿...Eh?

 

-He sido una estúpida. Y debido tanto a mi inseguridad como falta de objetividad, te he provocado un sufrimiento innecesario que podría haberse evitado con facilidad. Pero fui cegada por el miedo y la falsa confianza, llegando en algunos momentos a resultar incluso mezquina en mi trato con... 

 

-Te perdono- la interrumpió Alexei, con una sonrisa radiante. 

 

-¿Co... mo...? Pero... No he termina...

 

-He dicho que te perdono- repitió el muchacho con tranquilidad. -¿De qué más deseas hablarme? 

 

Irina se miró las manos, confundida por la facilidad con la que el muchacho descartaba sus preocupaciones. Pero entonces tosió brevemente y volvió a erguirse, devolviéndole la mirada con fría dignidad. 

 

-El segundo asunto que debo comunicarte es que me he enamorado de ti- dijo con la inexpresividad de una computadora. 

-...

 

Alexei parpadeó un total de 5 veces antes de que su cerebro le transmitiera las palabras que había escogido pronunciar. 

 

-¿...Qué?

 

Era obvio de que su cerebro necesitaba más información. 

 

-He dicho que estoy enamorada de ti. 

 

-... 

 

-... 

 

-Ya veo...- comentó Alexei, aparentemente ausente -O sea que en realidad usas esa cara de póker como escudo frente a los demás para evitar mostrar unos sentimientos que asocias de manera inconsciente como una muestra de debilidad. 

 

-... Mientras que en tu caso, para evitar una posible reacción comprometida ante una confesión de una característica con base irracional como es el amor, decides probar suerte analizando con lógica apresurada uno de mis atríbutos personales más destacados pero vulnerables teniendo como verdadero objetivo la vana esperanza de que sea yo la que sucumba antes a mi propia confesión, amedrentada por la misma vergüenza que trato de ocultar. Sin embargo he sido perdonada, me encuentro satisfecha y relajada y tú no tienes la polla fuera. Así que no dispones de herramienta alguna para desequilibrarme de forma inmediata.

 

Alexei se quedó boquiabierto. Había sido una estupidez tratar de derrotar a Irina Alekseeva en su propio juego. 

 

-Veo que te sientes algo descolocado... Bien. Ya era hora de apuntarme un tanto a mi favor. 

 

Sus mejillas rosadas y su voz ligeramente animada mostraban lo mucho que la mujer estaba disfrutando del momento.

-...O sea que... te has enamorado de mí...- susurró Alexei con la cabeza gacha, observándola con timidez. La felicidad hervía en su interior y su cuerpo temblaba levemente. Deseaba abrazarla en aquel mismo instante y que su escote se encargase de tapar el grito de alegría que le saldría de la garganta.

Pero Irina de alguna manera lo vio venir. Y, haciendo gala de la serenidad de un Buda, levantó la palma de la mano indicando que no era el momento de desmadrarse.

¡¿Cómo que no era el momento?!- pensaba Alexei- ¡Si acababa de confesarle su amor por él y... y estaban a solas!

-hehehe...(No puedo con ella) 

 

-Y ahora, si me disculpas... debo informarte sobre el mencionado cambio de paradigma- prosiguió como si tal cosa. -Se basa principalmente en el hecho de que te has convertido en la persona màs importante del mundo para mi. Y por ello me veo obligada a dar prioridad a tu felicidad sobre cualquier otra cosa, incluído el progreso de nuestro proyecto.

A esas alturas, Alexei se tapaba la cara más feliz y avergonzado que nunca. ¡¿Cómo podía decir tales cosas y seguir manteniendo una cara seria?!

-Lo que quiero decir es que... El proyecto seguirà como hasta ahora, solo que pondré todo mi esfuerzo en adaptarlo y permitir que vivas una vida màs o menos normal... Fuera de estas instalaciones.

 

-¿Quieres decir... En un hogar?

 

-Si.

 

-¿Y viviremos...?

 

-Viviràs conmigo, si... O al menos gran parte del tiempo.

 

Alexei la miró perplejo durante unos instantes hasta que, lentamente, en su rostro se esbozó la sonrisa màs hermosa que Irina había contemplado jamàs.

La doctora parpadeó varias veces, como quien trata de acostumbrar sus ojos ante una luz demasiado intensa, y entonces se levantó con solemnidad.

-Voy a ocupar la jornada entera en organizar todo lo necesario. Y, para que veas que mis disculpas no son solo palabras, te concedo tu primer día libre desde que renaciste.

-¡Yay! ¡Muchas gracias, Irina!

-Llamaré a la doctora Micheli para que te haga de "escolta", pues yo voy a estar demasiado ocupada. Podéis disponer de esta habitación... Al menos por hoy.

Alexei la miró, perplejo, y se levantó de un salto.

-¿Va, vas a llamar a... a Gina? ¿Estás segura? Pero si... tú me has... tú y yo... ehm...

El chico pensó por un momento que quizá no era eso lo que Irina quería decir.

-¡Mecachis! ¡Lo siento! ¡Se que no lo decías con esa intención!- exclamó con voz atabalada -Es culpa de... Es que desde que me volví un chico estoy siempre pensando en cosas sucias. Tendré más cuidado en el futuro.

-¡Oh! No te preocupes. Gina y tú podeis hacer lo que queráis. De hecho, planeo que vuestra relación continúe igual sin alterarse. Puesto que... Pese a sus... "rarezas", Gina es muy eficaz en su trabajo. Incluso después de convertirte en su mayor debilidad.

-¡...Pe... pero... pero...!- tartatumedó el muchacho. No sabía como reaccionar. ¡¿En qué estaba pensando Irina?!

La doctora se inclinó frente a Alexei y observó al perplejo muchacho con detenimento.

-¿Acaso creíste que tras declarar mi amor por ti, ambos nos convertiríamos en una pareja tradicional, fiel y monógama?

-...Pues...

-He de confesar que... normalmente, ese habría sido el caso. Pero tú eres especial, "demasiado" especial.

-¿Qué... quieres decir?

Irina se cruzó de brazos y se dio la vuelta.

-...Me di cuenta durante el día de ayer. Cuando... tú y yo... uhm...- la doctora titubeó durante unos instantes -La cuestión es, Alexei, que yo nunca seré capaz de satisfacerte. O por lo menos, no mientras yo sea la única mujer a tu alrededor.

El muchacho la miró con los ojos como platos, tratando de digerir sus palabras.

-Pero... ¡Pero Irina! ¿Estás... segu...ra?

-Ya te lo dije... Busco tu felicidad. Y no soy una mujer tan egoísta como para acapararte para mí sola.

Tras decir aquello, Irina Alekseeva se giró levemente hacia él.

-...Me abrumaste por completo... En ese sentido... me pregunto si alguna vez seré rival para ti.

La mujer estaba ladeada, observándolo de reojo con los ojos brillando tras sus lentes de media luna. El busto abombado le sobresalía por encima de sus brazos cruzados moldeándole la ropa por encima de las caderas ligeramente rotadas. Alexei pensó en lo que pasaría si en aquel momento decidiera seguir sus deseos. ¿Lo permitiría Irina? ¿O se volvería a desmenuzar su fachada en cuando la arrojase sobre la moqueta y se dedicara a montarla como a un caballo salvaje? El monstruo que crecía en su entrepierna palpitaba, encantado por la idea de dar rienda suelta a sus impulsos, de desatar su verdadera capacidad y no detenerse ni siquiera cuando Irina dejara de responder a sus embestidas.

Alexei bajó la cabeza y se cubrió el largo bulto que acababa de aparecer bajo el jersey; usando sus gentiles manos para cubrir a la bestia con la que debería convivir durante el resto de su vida.

Irina lo observó durante unos segundos más y terminó por dedicarle una de sus inusuales sonrisas. Continuó sonriendo mientras se giró para dirigirse a la puerta de la habitación.

-¡Irina!- la llamó Alexei tras tragar saliva -¿...Te veré esta noche?

La mujer abrió la puerta y se giró una vez más.

-Eso ni lo dudes.

CONTINUARÁ...