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La polla de Rasputín IV

en Hetero: General

Alexei se rascó la cabeza con la parte trasera del bolígrafo tras completar otra página de aquella especie de test, pero no perdió más tiempo del necesario y rápidamente pasó a la siguiente. Tenía una hora para completar todo aquel manojo de papeles así que debía dejar de lado todos sus pensamientos inútiles.

-...ya veo...- murmuró.

El mismo tipo de ejercicio seguía repitiéndose una y otra vez: Cada uno consistía en una secuencia de 9 imágenes agrupadas dentro de un cuadro formando tres filas, una encima de otra, y cambiando la imagen correspondiente a la fila inferior derecha por un espacio en blanco. A continuación se mostraban 8 imágenes de las cuales él debía escoger una, la que según su lógica correspondiera al susodicho espacio.

Alexei completó los cuatro ejercicios de esa hoja en menos de un minuto y la dejó encima del creciente montón de papeles para pasar con presteza a la pag.27

Los ejercicios se iban haciendo cada vez más complicados siguiendo una particular curva de dificultad y al cabo de un rato el chico empezó a sudar. Aunque más que la dificultad, le preocupaba la presencia intimidante de aquel grueso y monolítico montón de papeles que todavía se erguía a su derecha sin que sus esfuerzos hicieran mella en él. Estaba claro que jamás lograría completarlo en menos de una hora y aquel hecho le frustraba.

Pero a pesar de todo, las instrucciones del doctor Leif habían sido bien claras:

"Deberá completar las páginas siguiendo su orden específico"

"Absténgase de escoger una opción aleatoria. Si no está seguro de cual es la opción correcta, deje el espacio en blanco y pase al siguiente ejercicio"

"Queda prohibida cualquier corrección salvo que rectifique al momento, antes de pasar al siguiente"

"No le está permitido volver atrás en las páginas para revisar sus respuestas"

"No le está permitido pasar las páginas todavía sin completar para ver lo que le espera más adelante. Le aconsejo que deje a un lado su curiosidad y se centre en completar el test"

"Dispondrá de 60 minutos"

"No importa que no consiga completar la totalidad de los ejercicios dentro del tiempo límite ya que esa no es la finalidad de esta prueba. Céntrese en hacerlo bien paso por paso"

"Por último, responderé a cualquier pregunta que tenga, Sr. Irinovitch, pero cuando empiece el test le ruego que guarde silencio"

Claramente todo aquello debía de servir para probar su inteligencia de algún modo. Pero a medida que pasaba una página tras otra Alexei se iba sintiendo cada vez más estúpido.

-¿...mmmblgh she hupone eh behbo enhontah shentido a ehtoh? ...oh...- había estado mordiendo el boli sin darse cuenta. -...(¡Ah, que le den! ¡No pienses y ya está! Céntrate en completar estos dichosos puzles e ignora al Caminante Blanco que tienes detrás)

Alexei asintió para sí mismo y dejó el bolígrafo a un lado. Entonces se palmeó las mejillas un par de veces con ambas manos para despejarse la mente y a continuación volvió a agarrar el boli, inclinándose sobre la pag.34.

Genial, se había golpeado demasiado fuerte y ahora le dolía la cara. De verdad que era un completo estúpido... y seguro que el doctor Leif, que estaba sentado 3 filas por detrás de él, coincidiría con su opinión.

Aunque, extrañamente, aquello parecía haber dado resultado; ya que a partir de entonces empezó a hallar las respuestas de los ejercicios mucho más deprisa, como si el dejar de pensar en cosas inútiles le hubiera otorgado cierta fluidez a sus pensamientos. Tanto era así que cuando el doctor anunció que había llegado el tiempo límite... Alexei estaba convencido de haberlo hecho casi todo mal. Tenía claro que si había acertado alguna respuesta de entre las últimas 40 páginas habría sido de chiripa.

El chico suspiró recostándose en la silla mientras Leif Johanssen recogía las páginas completadas sin mostrar una sola expresión en su cara de androide. De verdad que ese cabrón podría trabajar tranquilamente como guardia real en el Buckingham Palace.

-¿Y entonces... qué viene a continuación?- preguntó Alexei.

-A continuación, Sr. Irinovitch, le enviaré su test completado a la doctora Alekseeva; tras lo cual usted deberá acompañarme a la sala F-58 donde le tomaré el pulso, le mediré la tensión y le extraeré una muestra de sangre, otra de orina y otra de tejido conjuntivo. En cuanto hayamos terminado con todo lo requerido, calculo que llegará la hora de la merienda. ¿Tiene alguna duda al respecto?

Por toda respuesta, Alexei le mostró ambas manos con los puños cerrados, como diciendo "soy todo suyo, agente, póngame las esposas". El doctor Leif parpadeó un par de veces, pero pareció captar el mensaje.

-Sígame, si es tan amable.

-Detrás de usted, Hombre Bicentenario.

...

Diario de Investigación. Entrada nº71. Por: Irina Alekseeva Kuzmin

17:15 pm 20/09/2016

Estado del sujeto: óptimo en todos los aspectos previamente comprobados. Actualmente realizando su segunda ingesta de alimentos del día.

De acuerdo con la agenda actualizada, he sometido al sujeto al test de Steward-Mich para medir su coeficiente intelectual. Y los resultados son tan sorprendentes que me veo obligada a tomármelos con escepticismo.

El examen se realizó siguiendo las instrucciones recomendades: en estado de relajación física con bajos niveles de estrés, ambiente silencioso, libre de cualquier tensión sexual y tres horas después de la primera comida. Debe quedar constancia de que se podrían haber mejorado diversos aspectos menores para una perfecta consecución de la prueba, pero ninguno de ellos lo bastante importante como para influir directamente en el resultado final.

Y dicho resultado muestra un CI de 156, indicando que el sujeto posee a sus 12 años la mente de un genio. Son números considerablemente elevados respecto la inteligencia que le atribuimos a Rasputín cuando todavía vivía, y por supuesto sin punto de comparación con el CI original de Anastasia Candell a la edad de 29 años. Pero a pesar de su súbito incremento de inteligencia respecto a su cuerpo original, la conducta del sujeto no parece haber sufrido grandes cambios.

Debe quedar constancia de que no planeo en ningún momento poner en cuestión la fiabilidad del test de Steward-Mich, cuya eficacia queda fuera de toda duda. Pero viendo unos resultados tan sorprendentes(incluso inconcebibles, si tenemos en cuenta los cálculos iniciales) me veo obligada, bajo el cánon científico, de no darlo por sentado hasta haberlo corroborado por completo.

Acciones a realizar: 

-Elaborar un perfil psicológico del sujeto.

-Iniciar una búsqueda de tests complementarios con diferentes patrones.

-Empezar la planificación de una nueva línea de investigación dedicada a conocer los cambios que puede sufrir una mente promedio ante tamaño aumento de inteligencia y qué efectos puede tener la pubertad sobre dichos cambios.

-Buscar asesoramiento de nuestros expertos psicólogos: los doctores Codin y Buzzenhaus.

-Devolverle al sujeto sus pertenencias y otorgarle una herramienta de comunicación alternativa.

 

 

 

Tras dejar los cubiertos en la mesa, ambos se levantaron y el doctor Leif acompañó a Alexei a su habitación tras recomendarle que memorizara el camino.

-Pase, por favor- le invitó el doctor tras abrir la puerta.

En cuanto Alexei entró de nuevo en el dormitorio, enseguida advirtió el PC portátil que habían instalado sobre la mesa de estudio en la parte izquierda, justo delante de la puerta del lavabo. Pero aquello no era lo único. Había una especie de maleta oscura junto a su cama que reconoció enseguida.

-¡¡Eh... esa es mi... mi maleta!!- exclamó sorprendido. 

-Así es- confirmó el doctor Leif. -Ahora le comunico que voy a cerrar la puerta y volveré en tres cuartos de hora. Hasta entonces es usted libre de hacer lo que desee... excepto abandonar la habitación o masturbarse. Si tiene sed, debe saber que el agua del grifo es perfectamente potable. Nos vemos en un rato, Sr. Irinovitch.

Y se marchó sin más, dejando a Alexei con un palmo de narices. Entendía lo de quedarse en el sitio, pero, ¿Qué sentido tenía el no permitir que se hiciese una paja?

Alexei observó entonces su maleta y tragó saliva. ¿Ya se había hecho a la idea de que su antigua vida había desaparecido y lo mejor que se les ocurría era plantarle allí mismo una parte de su pasado?

Avanzó unos pasos y se agachó para levantarla. Pero entonces se sintió sacudido por un súbito temblor y retiró la mano. No... todavía no era el momento.

En lugar de ello, desvió su atención al portátil del escritorio, el cual encendió tras sentarse enfrente. Pero en lugar de una pantalla de carga o un logo de Windows, apareció un documento de texto en letras grandes.

 

 

 

Saludos, Alexei. Te permito utilizar este PC con la condición de que sigas a rajatabla todas y cada una de las instrucciones que te escribo a continuación:

1. Abstenerte de entrar en cualquier cuenta de correo, foros, redes sociales o cualquier página web que poseyeras en el pasado.

2. Abstenerte de crear cuenta alguna bajo las condiciones de (1.).

3. Evitar cualquier comunicación con personas conocidas o que hayan tenido contacto contigo en tu antigua vida(siguiendo esta regla, tienes terminantemente prohibido incluso visitar sus perfiles en cualquier foro, web o red social).

4. Si deseas descargar cualquier programa deberás consultarlo antes con el doctor Leif Johanssen.

5. Queda vetada la pornografía salvo casos excepcionales.

6. Nunca subir el volumen más allá del 70%

7. Dejar siempre la configuración original del PC.

8. Apagar tras cada uso.

Aviso para el cumplimiento de las normas: este Sistema Operativo estará monitorizado las 24 horas.

 

 

 

¿Aceptas las condiciones de uso?

[Aceptar]                [Rechazar]

 

 

 

 

 

 

Alexei leyó y memorizó cada una de las reglas y le dio a [Aceptar] sin pensarlo demasiado. Por muy restrictivas que fuesen, todo apuntaba a que ese aparato iba a ser, al menos de momento, su única ventana al mundo exterior.

En cuanto apareció el menú de Inicio, abrió enseguida el navegador y se dispuso a teclear en google. Habían pasado más de 5 meses durante los cuales el mundo había seguido su ritmo sin que ella... sin que él se enterase de nada. Necesitaba saber, ponerse al día, necesitaba...

Y por segunda vez, sus dedos se quedaron paralizados en el acto.

Parpadeó dos, cinco, diez veces... cambió entonces a google imágenes y escribió con reticencia: "pene de Rasputín".

Alexei inspiró profundamente y le dio al Enter, provocando que la pantalla se llenase al instante de un mosaico de imágenes que le revolvieron el estómago. ¡Ahí estaba!... ése era el frasco que tan bien recordaba, el que le mostrara la doctora Alekseeva cuando Anastasia acudió a su llamada justo antes de ponerse en sus manos: el frasco que había contenido el miembro amputado del Famoso Rasputín, que vivió hacía más de un siglo, hasta que...

Alexei tragó saliva y tiró lentamente de la goma de sus pantalones y boxers.

...hasta terminar ahí mismo, formando parte de él.

Se pasó distraídamente un dedo por la suave piel de su bajo vientre casi esperando encontrar el punto de unión, pero no notó nada extraño. Entonces Alexei, movido por la curiosidad, se levantó de la silla y procedió a bajarse los pantalones.

-Hummmm...- rumiaba para sí mismo con expresión ausente.

Alexei tenía la esperanza de que algún día conseguiría acostumbrarse a la visión de su paquete visto desde arriba. De que al final su mente lo terminaría descartando como algo normal y cotidiano y en consecuencia dejaría de prestarle atención. Pero aquello prometía ser un proceso realmente azaroso. Desde su punto de vista era como contemplar la aparición de una montaña recubierta por tejido elástico más allá de su ombligo, con un relieve que adquiría nuevas dimensiones a medida que inclinaba la cabeza y que se veía incapaz de ocultar aunque intentase taparlo con ambas manos.

El chico extrajo sus pies de los pantalones caídos sin despegar la vista del mismo lugar, viendo como el bulto de su ropa interior se movía nada más separar los muslos; sacudiéndose al más mínimo movimiento como los pechos de una mujer exuberante. Alexei chasqueó la lengua y se lo meció con una mano bien llena, notando su peso bajo las suaves e hinchadas bolas, siempre con la constante sensación de morbo al sentir aquel extraño apéndice muy por encima de donde en el pasado había tenido una vagina. Un lugar en el que ahora solo había piel y músculo.

El chico echó otra ojeada a la pantalla y a continuación se bajó la goma del boxer hasta casi la mitad de los muslos. Un leve tirón hacia arriba cerca de la base de su polla bastó para liberarla; provocando que el enorme apéndice cayera hacia delante en su flacidez mientras ondulaba por la inercia como la trompa de un elefante perezoso.

Alexei respiró hondo tratando de calmar sus nervios. A continuación se acercó al espejo de la habitación y se situó de perfil para verse mejor.

-Vaya...- murmuró con los ojos muy abiertos comparando su propio sexo con las fotografías de la pantalla del PC.

Desde luego, se parecían mucho. La forma general algo más ancha en la base que en la punta y aquella depresión alrededor del glande... Podía ver que incluso el tamaño era casi el mismo, si tomaba como medida la cara de las personas que se habían hecho una foto casi pegadas al frasco. Aunque por supuesto, había diferencias. El pene de Alexei tenía un color más vivo y rosado, aunque comparativamente más oscuro que el resto de la piel; la punta, a diferencia de las fotos, quedaba casi completamente cubierta por el prepucio y aquellos pelos que se distinguían sobre el miembro cortado, él no los tenía.

Aún así, pese a esas pequeñas diferencias, la similitud era inconfundible.

-Joder...- susurró Alexei. Era realmente alucinante... ¿Y todo había sido obra de la doctora Alekseeva?

Pero justo entonces, mientras se levantaba el tronco de la polla para apreciarlo más de cerca, advirtió que entre las fotografías del pene de Rasputín había otras pocas con la cara del mismo Rasputín. El chico abrió mucho los ojos y volvió a acercarse a la pantalla, recordando las palabras de Irina:

"Verá, señorita Candell. Queremos revivir a Rasputín"

-Revivir a Rasputín...- susurró el chico, pensativo.

Alexei se sentó de nuevo en la silla de estudio y acortó su búsqueda anterior hasta incluir tan solo la palabra "Rasputín". Por lo que en esta ocasión al darle al Enter, el mosaico de imágenes del pene cortado fue substituído al instante por diversas fotos del personaje al que pertenecían, todas en blanco y negro.

Era él. Grigori Yefímovich Rasputín... y tras observarlo detenidamente, Alexei no quedó muy satisfecho con lo que veía. Rasputín había sido un hombre de aspecto tosco y mirada dura, con altos pómulos típicos del pueblo eslavo, nariz alargada y siempre con aquella omnipresente barba que, en opinión de Alexei, no le favorecía en absoluto.

Frunció el ceño y trató de comparar su cara frente al espejo tal y como hizo antes con su miembro sexual. Pero si esperaba encontrar alguna similitud entre aquellas fotos en blanco y negro de un Rasputín barbudo entrado en años y él mismo, se llevó un buen chasco.

-Hummm...

El chico se recostó en la silla cruzándose de brazos. No lo entendía, no era ningún experto en el tema de la genética pero, ¿No se suponía que él y Rasputín deberían parecerse un poco más, teniendo en cuenta que le habían creado el cuerpo a partir de su... de su pene? Y sin embargo, casi podía afirmar que no se parecían en nada. Alexei poseía un rostro de rasgos más delicados y tanto la nariz como sus orejas se veían más pequeñas. Además, sus ojos eran proporcionalmente más grandes y no estaban tan hundidos en sus cuencas como en el caso de su tocayo.

Y podía encontrar muchas otras diferencias realmente obvias, como el color del pelo que en su caso era mucho más claro, pero entonces se preguntaba: "¿Podía un hombre cambiar tanto desde la preadolescencia a la madurez?" ¿Terminarían sus rasgos adquiriendo la forma de los de Rasputín al cabo de los años? ...Alexei deseaba con todas sus fuerzas que no se diera el caso.

Volvía a mirarse en el espejo cuando el PC emitió una nota aguda y se abrió una ventana enmedio de la pantalla.

-¿Eh? ¿Qué es esto...? Veamos... "¿IAK quiere... chatear contigo...? Aceptar... cancelar..."

Alexei parpadeó un par de veces pero entonces supuso que IAK serían las iniciales para "Irina Alekseeva Kuzmin" y de repente sintió una extraña excitación. -La doctora Alekseeva... ¿Quería hablar con él? 

Pulsó "Aceptar" sin pensárselo demasiado y en ese instante aparecieron los mensajes iniciales dentro de un chat con un formato muy básico.

IAK: Buenas tardes, Alexei. Primero de todo debo pedirte disculpas por mi actual distanciamiento, algo totalmente necesario debido a razones que no te puedo expresar en estos momentos. Soy consciente de que, debido a ello, durante los dos últimos días te habrás sentido confuso y perplejo... y pese a ello has seguido todas mis instrucciones de forma consecuente y satisfactoria cumpliendo con los objetivos marcados, lo cual aprecio más de lo que crees.

IAK: Así que, como muestra de agradecimiento, he decidido proporcionarte este PC para que dispongas de una ventana al mundo exterior y que tu estancia en estas instalaciones te resulte más llevadera. También lo usaremos para comunicarnos a distancia mediante este chat; así que si tienes alguna pregunta, siéntete libre de exponérmela y trataré de responder lo mejor que pueda cuando disponga de tiempo.

IAK: Pd: Como verás, también te ha sido devuelta la maleta con la que llegaste. Después de todo, son tus pertenencias.

Alexei leyó los mensajes con una sonrisa en los labios y enseguida se puso a escribir.

AIC: muchs gracias pr contactar. La vrdd esk tengo muchas preguntas y n se pr donde empezar

¿"AIC"? ...debían de ser las iniciales de "Alexei Irinovitch Candell".

El muchacho se pensó durante unos diez segundos cual sería su primera pregunta, pero cuando se disponía a teclear de nuevo, paró inmediatamente. "IAK está escribiendo..."

IAK: Alexei, te informo de que no prestaré atención alguna a mensajes escritos de manera deficiente. De ti espero tanto coherencia como corrección.

AIC: Perdón...

IAK: Además, pese a que no estamos en la misma habitación, soy de la creencia de que quien desee mantener una conversación seria debería ponerse los pantalones. Las cámaras siguen operativas.

Tras leer el último mensaje, Alexei bajó la mirada y se dio cuenta de que seguía casi desnudo de cintura para abajo, con su largo falo reposando cómodamente sobre el tejido del boxer a medio bajar. El chico enrojeció hasta las orejas y se levantó precipitadamente dando la espalda a la pantalla mientras trataba de volver a colocarse el pene dentro de la prenda interior.

-Venga... ponte bien de una vez...- mascullaba frustrado.

Pero por alguna razón aquella cosa absurda y caprichosa que tenía entre las piernas había decidido que era un buen momento para hincharse en una semi-erección y no había forma de esconderla. Hiciera lo que hiciera, su propio tamaño sobrepasaba el de aquellos calzoncillos de una reducida talla M y terminaba con un grueso pedazo de salchicha sobresaliendo por encima de la cintura o de una de las perneras.

Al final decidió dejársela así y se puso los pantalones por encima. Era tremendamente incómodo pero tendría que valer.

Se sentó de nuevo e inmediatamente empezó a escribir, esta vez con cuidado para evitar las faltas ortográficas.

AIC: Perdón por la tardanza, lidiar con esta cosa es realmente difícil.

IAK: No hay nada que disculpar, Alexei.

AIC: ...tengo una pregunta.

AIC: Verá, he estado mirando fotos de Rasputín por internet y me quedé extrañada al ver que no nos parecemos en casi nada, ¿Es eso normal? ¿No se supone que usted me creó este cuerpo a partir de su... ya sabe?

IAK: extrañado* Alexei. Te quedaste "extrañadO".

Alexei releyó su mensaje y se dio cuenta de su error.

AIC: Si si, lo siento. Es la costumbre.

La doctora tardó un poco más en escribir su siguiente mensaje.

IAK: Ciertamente, el ADN predominante en tu creación fue el de Grigori Rasputín. Es el que utilizamos como base para la consecución de este gran proyecto. Pero, como ya te expliqué: el ADN de la muestra había sufrido daños debido a la degradación a lo largo de las décadas y se hallaba lejos de estar completo. Por eso usamos los genes de tu cuerpo original, el de la mujer llamada Anastasia, para llenar los huecos en la genética y lograr así una secuencia completa para a partir de la cual desarrollar el nuevo organismo. Lo cierto es que nunca planeamos que el resultado original fuese una copia exacta de Rasputín, sino más bien lo que hipotéticamente habría surgido si ambos: Anastasia Candell y Grigori Rasputín, hubiesen engendrado un hijo.

 

Alexei leyó y releyó el mensaje totalmente anonadado por aquellas revelaciones. Pero no dijo nada pues no quería interrumpirla. "IAK está escribiendo..."

IAK: Pero eso no fue más que el principio, ya que inmediatamente tras conseguir la secuencia completa de ADN, algo que hasta entonces había sido lo más complejo que había hecho en toda mi vida, decidí ir más allá y modificar la muestra insertando pequeñas alteraciones, empleando por primera vez ingeniería genética en un ser humano y moviéndome siempre en la cuerda floja mientras realizaba docenas de pruebas para asegurarme de que el nuevo organismo no rechazara tu corteza cerebral. A esos cambios les añadí varias alteraciones fisiológicas realizadas durante el proceso de gestación en el tanque amniótico. Tú, Alexei, eres el primer ser humano transgénico de la Historia.

El chico tenía un nudo en la garganta, le costaba respirar y le temblaban las manos. Pero aún así consiguió alargar los dedos y escribir:

AIC: ¿Qué clase de cambios?

IAK: Probablemente ya habrás notado unos cuantos, ¿No es así? Un vástago de Rasputín y Anastasia habría sido con toda seguridad más bajo, de cabello negro, piel pálida(bueno, más pálida) y pómulos más marcados... mientras que tú posees un cabello castaño que se irá haciendo ligeramente más claro con el paso del tiempo, por no hablar de tus rasgos faciales que actualmente son, y terminarán siendo, más "germánicos" que "eslavos". Además, no resulta demasiado complicado advertir que no eres un muchacho "normal" en el término de la palabra si tenemos en cuenta tus sobresalientes capacidades atléticas y cognitivas.

Alexei se recostó en la silla tras leer el último mensaje. Se sentía contento e intimidado a partes iguales, ya que por fin comprendía su propia naturaleza, aquello en lo que lo habían convertido. 

-Esto parece una novela de ficción... o un cómic de superhéroes- murmuró Alexei, mirándose las manos.

¿Cómo es que cuanto más aprendía sobre su situación más le costaba de creer?

Sin embargo la doctora Alekseeva no parecía dispuesta a darle tiempo para reflexiones ya que no tardó en aparecer otro mensaje de texto.

IAK: ¿Tienes más preguntas, Alexei?

Si... Por supuesto que las tenía, ¡Y a montones!

Pero en lugar de eso, escribió:

AIC: ¿Cuando podré verla, doctora?

IAK: Lo lamento, Alexei. Pero por el momento no puedo verte en persona.

AIC: ¿Por qué no? ¿Es por que se ha ido de viaje?

IAK: No, sigo dentro de las instalaciones. Y ya te he mencionado que no puedo expresar mis razones exactas.

AIC: No lo entiendo, doctora... ¿Es que he hecho algo mal?

El siguiente mensaje se demoró de manera significativa.

IAK: Es cierto que tiene que ver contigo, Alexei. Pero no es culpa tuya. Es un problema que debo superar por mí misma, y te prohíbo que sigas insistiendo al respecto.

Alexei no supo qué decir ante esas palabras. Él de verdad deseaba volver a ver a Irina, que fuera ella quien le guiara en su día a día, la que le enseñara los entresijos de su nuevo cuerpo y le criticase cuando hacía algo mal. Tanto le daba que Irina Alekseeva fuese fría, autoritaria e intransigente. Ella era la mujer que le había otorgado todo aquello, la que le curó el cáncer y le salvó la vida; y Alexei... la quería por eso.

Así que escribió lo siguiente:

AIC: Pido disculpas, pues no es mi intención hacerla sentir incómoda. Es tan solo que de verdad deseo ayudarla, y lo digo de corazón. No por que me sienta obligado a ello o por la deuda que tengo con usted, sino por que Irina Alekseeva se ha convertido en la única familia que tengo en el mundo... después de todo, ahora soy su hijo adoptivo.

 

Durante un buen rato, no le llegó respuesta alguna del chat. Y Alexei no podía hacer más que apretar los puños por encima de las rodillas mientras meneaba los pies adelante y atrás. Estaba tan nervioso que incluso su polla había vuelto a su estado de flacidez.

"IAK está escribiendo..."

El chico se echó hacia adelante, ansioso por leer la respuesta.

IAK: Alexei, veo a donde quieres llegar. Y como no deseo provocar confusión alguna voy a dejártelo claro. ¿Recuerdas aquello que te dije antes de ayer? Yo soy la doctora y tú eres mi paciente, nada más. Limítate a seguir mis instrucciones y no intentes llevar esto al ámbito personal, pues mi relación contigo es y siempre será estrictamente profesional. 

El mensaje le sentó a Alexei como una patada en el estómago, y durante un rato fue incapaz de hacer otra cosa que quedarse mirando la pantalla con expresión abatida. Quiso responder, tal vez escribirle una corta disculpa... pero por lo visto los deseos de su cerebro tardaron demasiado en llegar a sus manos.

IAK: Veo que no tienes más preguntas, así que por hoy me desconecto del chat. Que pases una buena tarde.

Y tras decir eso, el icono a la izquierda de su nombre pasó de verde a gris. IAK se había desconectado.

El chico se recostó en la silla, en silencio, todavia observando la ventana del chat. Entonces se llevó las manos a la cabeza y empezó a darse puñetazos en la frente.

-(¡Estúpido, tonto, imbécil, retrasado, burro, zopenco, melón, eres un idiota multiplicado por mil!)

Obviamente, tras darse cierta cantidad de golpes tuvo que parar, y de nuevo se quedó observando la pantalla como un pasmarote, con la cara apoyada en los nudillos.

-(¿Cómo es que esto me afecta tanto? ¡Si esa mujer ni siquiera me cae bien! Además... tan solo la habré visto unas tres o cuatro veces desde mi... renacimiento)

Alexei trataba de autoconvencerse a sí mismo sin demasiado éxito.

-(No debería importarme tanto, así que ¡Deja de pensar en ella de una maldita vez! Tienes mil cosas más acuciantes de las que preocuparte. Y además... Irina ya lo ha dejado bien claro: mantén las distancias, obedece y cierra la boca, que para ella tan solo eres su ratón de laboratorio)

El chico apretó los dientes y se sorbió la nariz... solo entonces se dio cuenta de que había estado acariciándose el bulto de la entrepierna.

-¡Aaaaaargh!- exclamó frotándose el cabello -(¡Idiota multiplicado por cien mil!)

toc toc toc -sonó tras la puerta.

-¡Pase!- gritó Alexei fuera de sí. Pero se tapó la boca avergonzado cuando el doctor Leif entró en la habitación.

-¿...va todo bien, Sr. Irinovitch?

-(Irinovitch... más bien "Zopencovitch") ¡Si, si, no ha sido nada! Tooodo va bien, estoy pasando una magnífica tarde.

Leif Johanssen asintió con aire distraído, tan ajeno al sarcasmo como la Tierra de Plutón. Entonces se adelantó y depositó un grueso portafolios a un lado del PC portátil.

-...

-... ...

A esas alturas, Alexei ya había comprendido que la IA instalada en el cerebro de ese hombre estaba programada para decir tan solo lo estrictamente necesario, así que decidió ser él quien hiciese la pregunta:

-¿Qué hay ahí dentro?

-Dos libros de texto de la asignatura de Lengua Rusa a nivel de instituto, un diccionario para traducir el ruso a su lengua natal, una hoja plastificada con el alfabeto cirílico al completo mas su semejante en letras latinas, una libreta para tomar apuntes, dos bolígrafos, un portaminas, una goma de borrar y un subrallador.

-¿...cómo?

El doctor Leif se miró el reloj de muñeca.

-En dos minutos deberá acompañarme al aula 1 de este nivel donde le presentaré a la profesora Vilma Sergevna Kuznetsova, la cual a partir de ahora se encargará de enseñarle ruso durante una hora cada día... salvo los domingos.

-¡¿Me van a hacer aprender ruso?!(¡¿Y por qué todos sus nombres son tan complicados?!)

-Tengo constancia de que la doctora Alekseeva ya le informó de su nueva nacionalidad, Sr. Irinovitch. A partir de ahora, usted es ruso. Y un ruso que no sabe hablar ruso debe de ser algo... llamativo.

Alexei lo miró con expresión fúnebre. En su antigua vida como Anastasia siempre había sido una negada para los idiomas, tanto que no empezó a hablar inglés con cierta fluidez hasta que cumplió los 20, tras haberlo estudiado durante la primaria, el instituto y en una academia por varios años que le costaron un ojo de la cara.

¿Y ahora le iban a obligar a aprender otra lengua totalmente nueva con un alfabeto completamente distinto?

El chico se levantó con un suspiro y metió la mano bajo su ropa interior, aprovechando que su pene volvía a estar flácido para recolocárselo en una posición relativamente cómoda. Entonces agarró el portafolios por el mango y se dispuso a seguir al doctor Leif. Sin protestar y sin quejarse, tal y como esperaban de él... tal y como la doctora Alekseeva deseaba.

Alexei apretó los dientes, tratando de calmar su frustración.

10 minutos después, el chico conoció a la profesora Vilma: una vieja ucraniana de cabello blanco y rizado, más baja que él y arrugada como una pasa. Pero a pesar de su edad, la mujer poseía una voz potente y un sorprendente vigor. Y Alexei encontró en su primera lección de ruso una experiencia mucho menos insufrible de lo que había supuesto en un principio. El alfabeto cirílico se le hizo sorprendentemente fácil de aprender, aunque una cosa era memorizarlo y otra muy distinta acostumbrar a sus manos a escribirlo.

Pero a pesar de que terminó la hora garabateando con la torpeza de un niño de parvulario, la profesora Vilma se mostró gratamente sorprendida y no dejó de elogiarlo mientras recogía sus cosas. Por lo visto, aprender un alfabeto entero y diversas palabras aisladas durante una sola clase era algo digno de admiración.

-Profesora- dijo Alexei en la puerta del aula -Todavía no me ha dicho qué significa exactamente "cyka blyat".

Y como en cada ocasión que le había preguntado lo mismo, la vieja se limitó a soltar una carcajada. Entonces se despidió de él y le dijo que el "largirucho" le estaba esperando en el ascensor principal.

-Vaya... y yo que me esperaba encontrarlo en la puerta de la clase con la correa preparada...

Alexei observó un momento uno de los planos enmarcados en el pasillo para orientarse, pero en cuanto lo pensó un momento se sorprendió al descubrir que conocía perfectamente el camino. Sin embargo antes de dirigirse al lugar de reunión, decidió pasar por su habitación para dejar el material de estudio. Alexei se movía sin vacilar por los extensos pasillos del complejo, sin entender cómo era capaz de orientarse tan bien cuando durante toda su vida había sido una chica despistada sin sentido de la orientación. Y allí estaba ahora: dos días en aquel mastodóntico lugar y ya conseguía ubicarse a sí mismo sin dificultad. 

Pero no era solo eso. Alexei lo recordaba... prácticamente todo: las marcas del suelo y paredes, la situación de los diversos paneles y aparatos empotrados, e incluso los códigos escritos en letra grande grabados en varias puertas. Alexei sabía que en cuanto doblara a la derecha en el siguiente recodo se encontraría, entre las puertas B-02 y B-04, con una máquina exprendedora de café expresso y otra máquina similar llena de tentempies a la que se le habían terminado las barritas Mars. Sabía que habría una camilla con ruedas más adelante, justo tras la D-45; recordaba la fila de archivadores vacíos a su derecha tras pasar el pasillo con la letra F grabada e incluso reconocía a muchos de los trabajadores con los que se iba cruzando salvo a los que no había visto con anterioridad.

Recordarlo todo tan bien le resultaba tan extraño que por un momento se quedó embobado mirando a una científica cincuentona tan solo por que cuando la divisó el día anterior ella llevaba una trenza y en aquel momento se había recogido el pelo en una cola de caballo.

Su habitación era la H-23, y llegó a ella practicamente dando tumbos, aturdido por sus propias capacidades. Alexei dejó el portafolios sobre la cama y se sentó en el colchón mirando a la nada, tan centrado en su mundo que, irónicamente, casi se olvidó de lo que había venido a hacer.

-Cachis... ¡Céntrate, maldita sea!- dijo entre dientes.

El chico sacudió la cabeza y se palmeó con fuerza en las mejillas, pues aquello parecía darle resultado cada vez que empezaba a divagar. E inmediatamente salió de la habitación, casi corriendo y con los mofletes enrojecidos. Había vuelto a darse con demasiada fuerza.

-(Cuanto más listo me creo, más estúpido parezco)

El reencuentro con el doctor Leif resultó ser tan desapasionado como siempre. Y tras un par de comentarios sobre su tardanza, ambos bajaron de nuevo a la pista subterránea donde Alexei se pasó toda la siguiente hora realizando ejercicios leves y diversos estiramientos musculares siempre bajo las instrucciones del entrenador asistente. 

Según sus propias palabras: "la mejor manera de recuperarse de las agujetas es hacer que corra la sangre, ya tendrás tiempo de descansar durante la noche". Y en ello Alexei tuvo que darle la razón, ya que tras un calentamiento de 10 minutos, gran parte del dolor del día anterior se esfumó como por arte de magia.

-Haah, haah, heheheeh, haah...(Esto no está nada mal)- el chico se encontró sonriendo tras completar otra vuelta en la gran pista subterránea.

Aquello le gustaba, y no terminaba de entender cómo no se había dado cuenta hasta entonces. Se sentía fuerte, ágil y vigoroso; e incluso con el cuerpo dolorido se veía a sí mismo capaz de lograr cualquier cosa. Con cada paso que daba, ganaba confianza. Con cada ejercicio, cada tanda, vuelta o serie completada, sentía como se alejaba cada vez más de su antiguo yo. Y en aquel momento liberador, con la dopamina corriendo por sus venas, se sintió eufórico. Tanto era así que, cuando ya tocaba la hora y el chico estaba a punto de completar la última vuelta, aceleró en los últimos metros y realizó una voltereta hacia delante tras pisar la línea de meta.

Aunque perdió el equilibrio al aterrizar con los pies y cayó de culo, riendo a mandíbula batiente.

Pasado aquel episodio, terminaron la sesión con unos cuantos estiramientos; tras de los cuales Alexei se duchó y cambió de nuevo para a continuación ser acompañado al comedor, donde recibió una cena frugal consistente en una espesa crema de color rojo claro a la que llamaron "gazpacho", una manzana pelada y una bebida hecha con una mezcla de zumos cítricos.

Y ahí terminó toda la rutina del día. Eran las 20:32 y el doctor Leif se despidió de Alexei tras acompañarlo a su habitación, donde le deseó buenas noches y se marchó tras comunicarle que las luces se apagarían a las 21:30.

-Hummm... ¿Así que... tengo una hora para hacer lo que quiera?- murmuró el chico bajo el dintel de la puerta, pensando en voz alta.

Alexei se encogió de hombros, dejó las sandalias al lado de la entrada y seguidamente se quitó toda la ropa salvo los calzoncillos, que depositó en un cubo empotrado en la pared tal y como le habían instruído. A continuación dejó escapar un sonoro bostezo mientras se rascaba la nuca y tras ello se fue directo al baño dispuesto a echar una buena meada.

Alexei pensó que ya le había pillado el tranquillo a eso de orinar en aquel cuerpo. Incluso descubrió que, si no apretaba demasiado, la fuerza del chorro disminuía y ya no había necesidad de sostenerse la polla con la mano debido a que su propio peso ya se encargaba de mantenerla apuntando hacia abajo, directamente al inodoro. -Pequeñas ventajas de tener una verga tan grande- supuso.

Tras escurrir las últimas gotas, se limpió la punta con un poco de papel y se la volvió a meter como pudo dentro de los calzoncillos tratando de que no le incomodara demasiado -otro arte que necesitaba dominar.

Una hora de tiempo para hacer lo que quisiera... pero no quería hacer nada. Relajado como estaba, el chico sintió como todo el cansancio acumulado le venía de golpe. Tal vez podría ponerse frente al espejo un rato y dedicarse a explorar su nuevo cuerpo masculino, pero sabía muy bien que si hacía eso se excitaría y de nuevo le habían prohibido masturbarse. Y en cuanto al PC... ni hablar. El hecho de recordar su conversación con Irina le provocaba inquietud y un sentimiento de soledad.

Así que decidió apagar las luces manualmente y meterse en la cama. No tardó en dormirse, envuelto entre las sábanas y encogido sobre sí mismo.

...

toc toc toc

-¿...Eeh?

toc toc toc- volvió a sonar la puerta.

Alexei se incorporó en la cama, bostezando. ¿Quién sería a esas horas?

La puerta se abrió y las luces secundarias se encendieron automaticamente, iluminando la habitación con un brillo tenue. Bajo el dintel de la entrada se entrevió una figura femenina, que se apresuró a entrar y cerrar la puerta.

-¿...Gina? ¿Eres...?- masculló el chico, pero calló de golpe al darse cuenta de que se trataba de la doctora Alekseeva.

Irina apareció frente a sus ojos iluminada por la débil luz anaranjada, perfilada por unas sombras que resaltaban su figura de una manera... desconcertante.

-Hola, Alexei... veo que estás despierto...- saludó en el más dulce de los susurros.

Irina se acercó a la cama con pasos lentos y vacilantes, pero el chico fue incapaz de responder al saludo, pues estaba estupefacto. Era como si Alexei viera a aquella mujer por primera vez, como si el contraste de luz y oscuridad hubiese conseguido desvelar por fin la deslumbrante feminidad que la doctora tanto se esforzaba por ocultar bajo la larga bata de laboratorio. Pero ya no había nada que hacer, Alexei por fin pudo verla tal y como era... y no se podía creer que hasta entonces nunca hubiera advertido lo largas y fabulosas que eran sus piernas. Parecía que no se terminaban nunca... Y lejos de resultar delgadas o raquíticas, terminaban en unos muslos llenos y vigorosos que tan solo inspiraban sensualidad.

Irina se paró frente a él, con el peso apoyado en el pie izquierdo, resaltando aún más la pronunciada curva de sus caderas bajo los pliegues de la fina bata blanca.

-(ooohhh...)

-Lamento irrumpir en tu dormitorio tan tarde, en plena madrugada...- dijo la mujer con voz vacilante.

Irina se lo quedó mirando durante diez largos segundos. Parecía esperar algo de él, alguna palabra en concreto... pero Alexei no dijo nada, con sus intensos ojos todavía clavados en la figura de la doctora... sintiéndose extrañamente feliz.

El no obtener respuesta pareció incomodar a la mujer, que cambió su peso a la otra pierna mientras se restregaba el brazo izquierdo. Por supuesto al chico no le pasó desapercibido que al apretar el antebrazo bajo el busto, la ropa de la mujer se tensaba y, por unos instantes, Alexei podía distinguir las grandes formas esféricas de unos pechos normalmente camuflados bajo capas de ropa holgada.

Pasaron unos instantes hasta que advirtió que se había quedado embobado mirándole las tetas a la doctora Alekseeva. Y enseguida apartó la mirada, ruborizado hasta las orejas y deseando con todas sus fuerzas que la mujer no hubiera advertido su evidente fascinación.

Hasta su pene se había puesto duro, sobrepasando con facilidad la línea de su ropa interior de manera que el pobre muchacho no tenía forma de ocultarlo salvo envolverse en las sábanas.

-Ho... hola, doctora...- se forzó a decir, con la voz temblorosa debido al nerviosismo -ehm... sdraz vui tya.

Irina lo contempló con la misma expresión neutra y calmada... Aunque Alexei creyó haber visto como sus labios se curvaban levemente hacia arriba. Fue algo fugaz, que desapareció en cuanto la mujer se giró y se sentó en el borde de la cama, junto a él.

-Veo que ya has aprendido algunas palabras en ruso... aunque todavía debes trabajar en tu pronunciación. No se dice "sdraz vui tya", sino "zdrást vuj tye".

-De acuerdo... lo... lo tendré en cuenta- la respuesta de Alexei sonó tan seca a sus propios oídos que enseguida sintió la necesidad de disculparse, pero las palabras se negaron a salir en cuanto vio la expresión arrepentida con la que Irina lo observaba.

-Verás... no es mi estilo andarme con rodeos así que iré directa al grano. He venido a pedirte perdón... por todo.

El chico abrió mucho los ojos y la miró, estupefacto.

-Estos últimos días... no te he prestado la atención debidamente necesaria, por no decir que... que... (suspiro)... De acuerdo, he sido negligente... e ineficaz. No he sabido tratarte como te mereces y he terminado relegando en otros tu cuidado personal cuando, desde buen comienzo, debería haberme quedado a tu lado, guiándote personalmente para ayudarte a crecer y progresar como es debido. Pero en lugar de ello, por un pequeño problema que nos concierne a los dos al que no supe cómo enfrentarme, decidí alejarme... y ahora me he dado cuenta de que aquello fue un error.

Alexei bajó la cabeza parpadeando con fuerza, pues notaba los ojos acuosos. ¿Por qué se ponía tan emocional? Una parte de él deseaba enfadarse y demostrarle a Irina que su perdón era algo que debía ganarse... Pero el calor que sentía en el pecho le volvía incapaz de llegar a ese punto. 

-¿Podrás perdonarme?

-...No... (snif)... No hay nada que perdonar.

El chico notó como se quitaba un gran peso de encima, sorprendido por lo mucho que había necesitado escuchar aquellas palabras de la boca de Irina. Así que se permitió respirar hondo mientras se incorporaba, dejando que una sonrisa floreciera en su rostro. Se sentía tremendamente agradecido, y quería ayudarla en todo lo posible, fuera cual fuera el problema.

Así que decidió preguntarlo, confiando en que en aquella ocasión Irina no se cerrase en banda.

-¿Y cual es... ese pequeño problema?

-Hummm... Para serte sincera, al principio era solo una hipótesis. Pero ahora que estoy aquí, a tu lado, estoy segura al 93% de que no me equivocaba.

La doctora hizo una pausa y lo miró con seriedad.

-Alexei... ¿Te sientes sexualmente atraído hacia mí?

-...

El chico tardó en reaccionar, mientras su cerebro procesaba la pregunta una y otra vez a gran velocidad, desmembrándola, dividiéndola cuidadosamente y examinando cada uno de los pedazos con la vana esperanza de encontrar un significado alternativo en el que poder refugiarse y no entrar en pánico... Pero fue en vano, y a los 3 segundos se sintió como si acabasen de inyectarle varios litros de hormigón armado mientras el calor se le subía a la cabeza como nunca antes.

-...eh...

-...Expresión de pavor con todo el rostro completamente ruborizado, has dejado de respirar durante varios segundos y te muestras incapaz de articular palabra alguna. La respuesta a mi pregunta en la que ahora mismo estarás pensando parece avergonzarte de manera notable y ni siquiera has tenido el reflejo de negar con la cabeza estando en mi presencia...

-Ah... no...

-...Y teniendo en cuenta que tu evaluación psicológica te describe como una persona sincera por naturaleza, mas... (ejem)... la evidente urgencia con la que te estás cubriendo la entrepierna... ahora estoy segura en un 99%.

El muchacho deseaba desesperadamente encontrar una ventana por la que saltar... Hasta que recordó que estaban bajo tierra.

-Alexei, te pido que te calmes. Esto no es algo de lo que debas avergonzarte.

Pues Alexei no estaba tan de acuerdo. No recordaba haberse sentido tan mortificado en todas sus dos vidas.

-Verás... algo como esto es muy normal y dentro de lo previsible. Después de todo, acabas de renacer en un cuerpo masculino que está viviendo los inicios de su pubertad... Te encuentras... muy activo hormonalmente y por supuesto te sentirás atraído hacia los miembros del sexo opuesto más cercanos a tí. En este caso Gina... o yo.

Alexei negó con la cabeza. ¿De verdad sería tan solo eso? ¿Una simple atracción? Era cierto que Gina le gustaba, pero lo de Irina era algo más... intenso, de eso estaba seguro ¿O tal vez el hecho de que no pensara en Gina con la misma intensidad se debiera a que ya se la había follado, a que la había dominado? Alexei se había abierto paso por su interior, había derramado su semilla una y otra vez hasta que la mujer perdió el conocimiento... ¿Pero sería posible hacer lo mismo con Irina? -(Aaaahhh...)- Solo pensarlo le provocaba pequeños calambres entre el ombligo y el pubis.

-Es que... doctora...- dijo el chico, titubeante -No lo puedo... evitar...

La tenía justo a su lado, solos en su habitación. Irina parecía tan... vulnerable en ese estado... Bajadas sus barreras, justo al alcance de la mano... preguntando cómo se sentía, consciente de su excitación. Por una vez, Alexei decidió dejar a un lado su timidez y dar un paso adelante.

-Solo estar a tu lado... (ahhh)... Hace que se me ponga así.

Suavemente, se deslizó hacia el borde de la cama hasta poner un pie en el suelo. Y de ahí se irgió dejando la manta a un lado, con más de la mitad del pene sobresaliendo de la goma del bóxer. E inmediatemente notó toda la atención de la mujer centrada en su miembro. 

-(¡Me la está mirando! ¡Irina me está mirando la polla! Vamos... un poco más... No la pierdas de vista...)

Alexei jadeaba impaciente, luchando por controlarse mientras terminaba de bajarse la ropa interior mostrando así su sexo en todo su esplendor: desde la punta rosada de la cual había empezado a manar un pequeño reguero de líquido transparente hasta los hinchados testículos casi del tamaño de pelotas de tenis que colgaban casi dos palmos por debajo.

Y hasta el momento... Irina seguía sin decir nada, contemplando su pene con la misma expresión entre pasmada y confusa. Pero Alexei podía ver como apretaba las manos por encima de los muslos, advirtió las protuberancias en la ropa a la altura de los pezones y el leve rubor en sus pálidas mejillas. Estaban tan cerca uno del otro que incluso llegó a sentir como una cálida bocanada de su aliento llegaba hasta su sensible glande, provocándole un temblor generalizado que estuvo a punto de hacerle perder la compostura.

-Iri...i-ina...- trató de decir el chico con la voz temblorosa -Yo qui...qui... qui... e-ero...

-Quieres... tener sexo conmigo- dijo Irina. Su tono no era de pregunta, era una simple afirmación.

-S...Siiihh...- gimió Alexei mientras se agarraba el grueso pene por la base, con sus esperanzas por las nubes.

Estaba tan cerca... solo debía acercar sus caderas un poquito y su verga entraría en contacto con aquellos sensuales labios. Si la mujer tan solo sacara la lengua, si decidiera inclinarse por sí misma y besarle el glande -(aaahhhh)- No lo soportaría. Se correría enseguida, cubriéndole la cara con su espeso y abundante semen. Venga... ¿A qué esperaba? Bastaba con que se la acariciase como un perrito bueno mientras le daba un gentil lametón en la uretra. O una simple paja... cualquier cosa...

-Por... favor.

Pero entonces Irina levantó la vista y sus miradas se encontraron.

-Lo siento, Alexei. Pero no puedo.

Aquellas palabras le sentaron como un mazazo, y retrocedió dos pasos con torpeza; dolido y humillado.

-...Sin embargo... quizá sea posible aliviarte. En cierta medida, por lo menos- afirmó la mujer, esforzándose claramente por modular la voz.

-¿Qué... quiere decir?

Pero Irina no respondió a su pregunta. En lugar de eso, se llevó las manos a la camisa y procedió a desabrocharse los tres botones del medio para seguidamente ponerse a manipular el sostén de debajo.

-¡¿Doc... tora?!

Era uno de aquellos sujetadores con el cierre por delante. Y en cuanto se abrió, cuando las dos copas se separaron hacia los lados como las dos mitades de un coco recién cosechado, Alexei presenció la secuencia más breve y cautivadora en su corta existencia como hombre: los pechos de Irina Alekseeva cayendo pesadamente hacia abajo con sus formas remarcadas por el fino tejido de la camisa. Era tan bello, tan insoportablemente erótico que habría dado lo mismo de estar desnuda. Al contrario, aquellos pedazos de carne pálida y abombada que era capaz de entrever entre su camisa semiabierta suponían todo un regalo a la imaginación.

-Verás, Alexei- dijo la mujer, recuperando su tono de voz calmado y melodioso -Como bien sabes, yo soy la doctora y tu eres mi paciente. Y es por eso que no puedo tener sexo contigo... Es más, no debo.

-No lo entiendo... sigo sin entenderlo...

-Somos lo que somos dentro de este gran proyecto, Alexei. Y cada uno de nosotros tiene un rol que cumplir... así que hay ciertos límites que jamás debemos traspasar independientemente de tus deseos... o de los míos.

Entonces Irina respiró hondo, llevándose la mano al bolsillo... y de ahí sacó un largo pote transparente que Alexei reconoció de inmediato. Era el mismo lubricante que Gina había usado con él.

-Sin embargo... también mencioné que este es un problema que nos concierne a ambos, así que es mi obligación hacer lo que pueda por ayudarte... dentro de lo posible...

Tras decir aquello, le entregó el pote de lubricante a Alexei, que lo sostuvo entre sus manos sin saber qué hacer con él. Pero en cuanto Irina se inclinó hacia delante, con las tetas bien elevadas y apretujadas entre los dedos... por fin lo comprendió. Y su rostro se iluminó como un rayo de sol.

-¡¿ENTONCES PUEDO...?!

-...Si...

-¡¿DE... DE VERDAD?!

-Solo... por esta vez.

La emoción lo embargaba por completo. Y no podía parar de temblar mientras se sostenía la gruesa y palpitante polla que ardía en contacto con su mano izquierda. Mientras que con la derecha... trataba de verter con cuidado el lubricante directamente en la punta, jadeando al sentir la fría sustancia en contacto con el sensible glande rosado. Después, no tuvo más que extenderlo a mano por toda la longitud de su pene mientras observaba deleitado la manera en la que Irina lo miraba. El chico fantaseó un momento con besar aquellas mejillas sonrosadas, de probar con la lengua el sabor de sus labios para luego adentrarse un poco más... y conseguir así su primer beso como chico.

Pero de alguna forma, sabía que Irina no se lo permitiría.

-(Así que de momento tendré que conformarme con esto...) ju ju ju...

Alexei inclinó su verga hasta que la punta quedó situada en la abertura de la camisa de Irina, justo entre las elevaciones que eran sus pezones. Y cuando la punta del pene del chico entró en contacto con la suave carne pálida, ambos dejaron escapar un jadeo involuntario.

-¡Ah... caliente...!

-he he he... eeehh...

Alexei acarició aquella zona con su glande sonriendo como un bobo. Pero tras unos instantes, se agarró la polla cerca de la base y ¡Empujó!

-Hunnnnnnngh...

-¡Ah! ¡Oh dios...!- exclamó Alexei.

Estaba apretado, pero era a la vez el tacto más suave que el chico hubiera experimentado jamás. Abrió mucho la boca mientras seguía empujando suavemente y el grueso tronco desaparecía despacio entre las fabulosas tetas de Irina Alekseeva. Tan grandes que llegaron a tragarse más de la mitad del miembro hasta que su glande chocó con el esternón de Irina.

-¡Mngah!- gimió la mujer al sentir el tacto ardiente sobre la que, al parecer, era una zona especialmente sensible.

-Los pechos de Irina... aaahhhh... se sienten tan bien... tan suave...

Se la sacó lentamente... y entonces volvió a meterla. Así se empezó a mover Alexei, disfrutando de su momento soñado con la mujer a la que había deseado casi desde su despertar. Entregándose al placer sin prisa alguna. Por que sabía muy bien que, como acelerase, se correría en segundos; y deseaba alargar aquello lo máximo posible.

-Ghnnnn... pfaaaahhh... ¡Oah!(¡Es casi... como una vagina!)

Alexei se descontroló un poco en su siguiente empujón y, al chocar contra el duro esternón, su pene se deslizó hacia arriba por la creciente humedad y terminó surgiendo por el cuello de la camisa, provocándole un sobresalto a Irina.

-¡Uah!

La mujer se cubrió la zona de forma inconsciente, liberando sus tetas que hasta ese momento había tenido aprisionadas entre las manos

-¡Haaaaaahhh...! Lo... lo siento... je je...- se disculpó Alexei tras notar como la presión entorno a su polla desaparecía.

-¡Oh... Oye...!

Pero entonces el chico vio una oportunidad y, con una expresión de deleite, agarró él mismo aquellas enormes tetas por los lados y empujó todavía más hasta que su gruesa polla rozó la barbilla de una estupefacta Irina.

-¡Espera! ¡Esto no es lo que... lo que...! ¡¡Eeaaaahhh!!

-¡¡Son geniales doctora!! ¡Ahahahaha! ¡Me encantan sus tetas! 

-¡Pa-para! Mh... ¡¡Mhaaaaaaahhh!! ¡¡A... Aprietas mucho!!

Las caderas del chico retrocedieron, sacando el largo falo en una larga curva... y a la velocidad del rayo, la volvió a meter toda de golpe, dejando el delgado cuello de la doctora empapado en sus jugos sexuales.

-¡Oaaahhh! Esto es... ¡¡MUCHO MEJOR!!- exclamó alborozado el chico, para seguidamente seguir follando aquella vagina improvisada -¡¡Aaah!! ¡¡Oooooohhh!! ¡Toma esto!

-¡Uhngh! ¡Gah! Po-por favor ¡Está... muy caliente! ¡Anh! ¡Fre... frena un pocooooohhh!

Parecía mentira que una voz tan sexi pudiese salir de los labios de Irina, y por un breve instante, Alexei se preguntó cómo sonaría con su polla llenándole el paladar.

-¡Aaahh...! ¡Oooaaahh...!(Oh no, la forma en la que sus pechos me envuelven el pene... se siente... ¡Demasiado bien!)

Estaba a punto. Alexei iba a llegar al clímax en cualquier momento y luchaba desesperadamente por contenerse, por alargar aquello lo máximo posible... Pero la suya era una lucha futil. Así que, en lugar de echarse atrás, decidió hacer lo contrario y aumentar la fuerza de sus sacudidas.

-¡¡Uuaaahhh!!- gritó Irina pillada por sorpresa cuando el ímpetu del chico la tiró sobre la cama.

Y Alexei, por supuesto, la acompañó subiéndose encima de ella sin sacar ni un momento la verga de entre sus pechos para seguirla penetrando desde el mismo punto. Sin embargo, aquel cambio de postura también significaba que sus tetas quedaban aplastadas entre su torso y el vientre de Alexei... y por lo tanto, la enorme polla del joven quedaba, involuntariamente, mucho más cerca de su boca.

-¡Pa-a-arah! ¡Te estás... pasando! ¡Aah! Te lo advier... ¡¡UGHNMMMPFH!!

En un primer momento, Alexei no supo qué era aquella repentina sensación húmeda y apretada en la punta del pene, ya que en los previos instantes antes de correrse tenía la cabeza vuelta hacia la luz del techo con la mirada desenfocada. Pero en cuanto se inclinó hacia delante y sus ojos asimilaron la imagen de su polla atravesada entre las tetas de Irina con la punta firmemente hundida en su boca, la cara roja y los mofletes hinchados, el mundo del chico se paralizó durante unos instantes.

Y entonces, el placer y la felicidad explotaron en su vientre en un largo y exultante éxtasis nunca antes experimentado por el muchacho.

-¡¡Aaaaahhhh...!! ¡¡¡NheaaaAAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaaaahhhhhh...!!!

Su organismo se sacudió hasta tal punto que la visión se le emborronó... al mismo tiempo que su cuerpo se relajaba... y su consciencia... se desvanecía...

 

 

 

...

 

 

 

Alexei trató de despertar de nuevo con la frustrante certeza de que algo le faltaba, de que no había disfrutado de aquel momento maravilloso como era debido. Y luchó por volver junto a Irina y terminar lo empezado. Pero por alguna razón se veía incapaz de ello, y todas las imágenes que desfilaban frente a sus ojos se parecían más a un recuerdo reciente que a algo real y palpable. Y sin importar cuanto luchase el muchacho por retenerlo, seguía alejándose cada vez más independientemente de sus esfuerzos por mantener los ojos cerrados.

...los ojos cerrados...

-(...Oh...)

¿Un... sueño...? ¿Había sido todo un... sueño?

Alexei abrió los ojos para encontrarse con la oscuridad de su habitación. ¿Qué hora era? Sentía todo su cuerpo extrañamente aturdido... Pero de una manera anormal. Parecía casi como si despertara enmedio de una borrachera.

Alexei respiró profundamente... Y a medida que sus sentidos se iban aclarando, empezó a notar algo extraño sobre su cuerpo, especialmente sobre la zona del vientre y los muslos. Se sentía como si... como si le hubieran envuelto el cuerpo con una camiseta enjabonada. El muchacho se pasó perezosamente la mano por el vientre, y lo notó extrañamente resbaladizo. 

-¿Hmmmm?(¿Qué es esto?)- se preguntó tras cerrar la mano y agarrar un pegote de aquella sustancia espesa y melosa que le recubría la piel -...Ah...(No me jodas...)

Lentamente, Alexei se incorporó en la cama; provocando que las luces automáticas, al detectar el movimiento, iluminasen la habitación con un brillo mortecino. El chico no tuvo más que destaparse para poder así contemplar el desastre.

-...Genial- musitó con la boca pastosa.

Había semen por todas partes. Estaba literalmente cubierto por su corrida desde el pecho hasta las rodillas, con la ropa interior impregnada en la espesa leche blanca y la larga polla, que en aquellos momentos reposaba flácida sobre su ombligo, todavía goteando desde la uretra semidescubierta. Aquello era exagerado... Parecía que hubiera reventado una botella de leche condensada dentro de sus sábanas, dejando su imprenta por toda la funda y el cubrecamas. 

O sea que se había corrido en sueños- supuso el chico, que no dijo nada mientras se terminaba de destapar y, con cuidado, se ladeaba sobre el colchón moviendo el trasero sobre un charco de su propio semen. Entonces sacó los pies de la cama y se puso lentamente en pie con las manos bien separadas del cuerpo, una postura desde la cual trató de evaluar su situación. Su rostro totalmente inexpresivo.

No tardó demasiado en decidir que lo primero era evitar que toda aquella corrida se filtrase por doquier. Así que empezó sacando el edredón tratando de no mirar la enorme mancha blancuzca para a continuación retirar el cubrecamas y, tras pensarlo unos instantes, quitarse también los calzoncillos y envolverlo todo en la gruesa sábana.

Alexei dejó aquella bolsa improvisada en un rincón de la habitación y exhaló un largo suspiro, sintiéndose todavía somnoliento. Entonces dirigió su mirada al reloj digital que dominaba la cabecera de la cama: eran... las 02:57 de la madrugada. Muy tarde... O quizá muy temprano.

Además... empezaba a notar frío ahí abajo.

-(Antes estaba caliente... pero ahora ya no...)- pensó el chico, ausente, dirigiéndole a su largo pene una mirada de ojos fatigados. 

Y entonces, sin motivo aparente, se echó a reír. Fue una risa larga y seca que cortó como un cuchillo el opresivo silencio de la habitación.

¿Qué demonios hacía ahí? ¿En qué momento su vida se había torcido tanto como para verse de repente en aquella situación? No hacía ni cinco días, según su memoria, que vivía tranquilamente en su pequeño apartamento levantándose temprano a trabajar, con la única preocupación de llegar a fin de mes sin demasiados aprietos y la esperanza de un día, tal vez, encontrar un novio que la cuidara y se preocupara por ella. Anastasia había sido una mujer humilde de ambiciones igual de humildes, una persona pequeña sin nada a destacar que se sentía más a gusto caminando entre gigantes que siendo uno de ellos.

-...Y sin embargo... mírame ahora- masculló entre risas extendiendo los brazos.

De repente se veía a sí misma ahí de pie. Despertando en plena madrugada en una habitación construída a decenas de metros bajo tierra dentro de un enorme complejo subterráneo en la Rusia continental...  Tras haber renacido en el cuerpo de un adolescente del sexo opuesto, poseedor de un órgano sexual más propio de un equino que de un ser humano y habiéndose corrido en sueños pensando en la mujer que, por azares del destino, se había convertido en la persona más importante de su vida.

Irina... la hermosa doctora que le salvó de una muerte segura por cáncer de la manera más espectacular e improbable; la que convirtió a la pequeña pusilánime de Anastasia en un muchacho guapo, atlético y saludable 17 años más joven de lo que era antes... Irina, cuyo cuerpo lo atraía más que a nada en el mundo y de quien, pese a no saber prácticamente nada sobre ella, creía haberse enamorado.

-(...Irina... para quien yo no soy más que un conejillo de indias algo más caro de lo normal)

El muchacho seguía riendo al entrar en cuarto de baño. 

Era tan irónico que por fin, tras tantos años de aislamiento social, apareciera en su vida una persona a la que podía querer y admirar, alguien a quien le debía la vida y toda su existencia, y que para esa persona él fuese poco más que un animal de laboratorio al que mantener enjaulado...

Tras accionar el sifón, el chorro de la ducha puso fin a su fachada, y Alexei sintió como todo su fingido buen humor iba desapareciendo en el desagüe paulatinamente, mezclado entre el agua y el semen. Bajados sus escudos, el muchacho notó como una extraña congoja le quemaba el pecho por dentro.

Se sentía tan solo... y frustado... Sus hombros se sacudieron en un sollozo, luego otro. Y por mucho que tratara de retenerlas, las lágrimas empezaron a fluir y ya no pararon.

-...haaaahh...- gimió, apoyando la espalda contra la pared.

No entendía nada y le costaba respirar. Alexei se encontró abrazándose a sí mismo mientras buscaba desesperadamente algo familiar a lo que aferrarse y no sufrir un ataque de ansiedad... Pero no lo encontraba. Era incapaz de reconocer el tacto de aquellas manos sobre los firmes músculos de sus brazos, y tres días de chuparse sus nuevos dientes no habían bastado para paliar la costumbre de toda una vida; pero ahora sus muelas eran demasiado grandes y sus incisivos, demasiado rectos. E incluso la voz que se le escapaba entre los labios era la de un extraño.

-¡Haaah! ¡...haaaaaahhh!

Se fue deslizando hacia abajo hasta que terminó con el culo en el suelo, encogido en posición fetal.

Todo en él era falso. Todo había sido creado en un laboratorio. La sensación de su culo sobre las baldosas era demasiado firme; sus piernas, a las que estaba abrazado, deberían ser más blandas y huesudas; y donde en el pasado se encontraba su vagina, ésta había sido substituída por un duro músculo ligeramente abombado que se encontraba casi siempre cubierto por sus grandes testículos.

Pero entonces, cuando ya le dolía la mandíbula de tanto apretar los dientes, Alexei bajó la mirada hacia su pene, que reposaba mansamente sobre los huevos reluciendo entre regueros de agua y la tenue luz del baño.

¡Era cierto! Aquella era la única parte de él que no había sido creada en un laboratorio.

Alexei se agarró la polla, sosteniéndola sobre la palma de la mano para verla mejor. Y en aquella ocasión... su tacto suave y correoso le pareció hasta reconfortante.

-(Cuesta creer que esta cosa tenga cien años...)

O espera... Si había leído bien, y Rasputín había nacido en 1869... En realidad su polla tenía... ¡150 años!

Aquello sí que era alucinante.

¿Cuántas veces se habría masturbado durante toda su vida? ¿A cuántas mujeres se tiró? ¿...Y en cuántas ocasiones se la sacó de bajo su oscura sotana de sacerdote para echar una buena meada en la helada tundra de Siberia, en donde aquel hombre nació?

Alexei no se daba cuenta de que sus lágrimas habían dejado de fluir, centrado como estaba en el considerable peso de aquel pene que ahora le pertenecía.

Poco a poco, su agarre se cerró sobre el blando tronco carnoso y, lentamente, se bajó la piel hasta que la punta rosada asomó del todo y pudo sentir los regueros de agua deslizándose ardientes sobre el sensible glande.

-(Crece)- pensó -(vamos)

Y su pene creció, alargándose entre sus dedos, endureciéndose bajo su atenta mirada. Cuanto más se hinchaba, más sensible lo notaba. Sentía cosquillas en la pelvis y una agradable sensación de calidez recorriéndole los testículos.

-Ser un chico tiene sus cosas buenas- murmuró en voz baja. ¿Cómo era que no paraba de olvidarlo?

Si no fuera por la actitud de Irina, todo sería más fácil. ¿Tan malo sería que dejara de jugar con los sentimientos de Alexei y le dijera de una maldita vez cual era el problema? ¿O es que mantenerlo en la inopia también formaba parte de todo aquel experimento?

-(¿Así que no desea que me masturbe, eh?)- pensó Alexei, con una sonrisa maliciosa plantada en el rostro.

Entonces agachó la cabeza, sacó su larga lengua y se dio un gentil lametón en la uretra.

-(Bien, pues que venga a decírmelo en persona)

El muchacho se sostuvo el tronco con ambas manos, abrió la boca hasta el límite y empezó a succionar la cabeza en forma de hongo; deleitándose con su propio sabor y disfrutando del fuerte cosquilleo que le producía la acción de su lengua.

Era fascinante pensar que algo tan duro y caliente fuese antes tan blandito y esponjoso... y más aún que aquella cosa formara parte de él.

-(Seguro que muy pocos chicos son capaces de chuparse su propio pene)- pensó.

Alexei, dejando atrás su momento de debilidad emocional, se centró en la sencilla tarea succionar y sacudirse la polla, encontrando un placer adicional en saber que así desobedecía las instrucciones de Irina Alekseeva.

-Sshllmmh... Mnaaahh mmpfffHahah...

No solo se sentía genial. También era extrañamente divertido. De todas las cosas que ahora podía hacer gracias a su nuevo cuerpo, aquella era con diferencia la más morbosa.

-¡huMMMMMmmpffffhhh!(Me llena tanto la boca que casi no puedo ni respirar... Ahhh demonios, ¡No puedo parar!)

Con el agua caliente todavía salpicándole la espalda, Alexei continuó sacudiendo la cabeza en una frenética autofelación. El muchacho tenía la mente en vilo, casi agobiado por el placer y mareado por el morbo de saber que se estaba chupando su propia polla... dándose cuenta de que le encantaba... de que necesitaba ir más allá. Así que, sin pensárselo dos veces, arqueó su espalda todo lo que pudo y bajó todavía más la cabeza con la firme intención de devorar su largo pene al completo.

Sin embargo llegó a un punto en el que su columna podía doblarse más pero el paladar no le daba más de sí. Tenía el hinchado glande presionándole la tráquea y la boca llena de su propia carne dura y palpitante. Y a pesar de que la mitad del largo miembro seguía fuera, no podía más. Le dolía horrores la mandíbula y no podía respirar... Pero incluso en aquella situación... con la cara roja debido al esfuerzo y la falta de aire, Alexei tan solo deseaba acelerar, impelido por su asombrosa necesidad sexual.

Sus manos estrujaron el tronco del pene con más fuerza que nunca, usando la misma piel para masturbarse en unas sacudidas tan largas y exageradas que hasta sus pelotas empezaron a rebotar arriba y abajo chocando dolorosamente contra el suelo de la ducha. Pero el dolor no importaba, solo el placer, solo aquel explosivo cosquilleo que se le empezó a extender bajo el ombligo mientras Alexei continuaba succionándose la polla casi con desesperación.

-¡¡¡MMMMMMMMPFFUUUUUUUUUUUUUUUHHHHHHHHHHH!!!

Y finalmente el orgasmo explotó en su interior provocándole tal estremecimiento que casi perdió la consciencia. Alexei extendió las manos a los lados, tambaleándose a pesar de estar sentado, y se echó hacia atrás sacándose la polla de la boca al mismo tiempo que ésta disparaba el primer chorro de semen, directo hacia arriba sostenido por la fuerza de su gran erección.

-¡¡Hah, hAh, Mnhaaah HaaaHhh!! ¡¡Dios dioooOOOOOHHSSS!!- gritó el muchacho mientras su propio semen le llovía desde arriba.

Pero el placer no paraba. Y mientras liberaba su carga, volvió a sacudírsela con una mano hasta que la corrida por fin amainó.

-...haaaaahh... haaaahhhh...

Cuando Alexei recuperó por fin la respiración, su verga había adquirido aquella familiar consistencia de una salchica de frankfurt. El muchacho descubrió sorprendido que le agradaba cuando estaba así... quizá por que la piel se le ponía suave y tersa y resultaba particularmente agradable al tacto, muy diferente de lo arrugada que estaba durante la flacidez o lo dura y accidentaba que resultaba al ponerse dura.

Entonces... de nuevo, se puso lentamente en pie; de nuevo contempló su cuerpo cubierto de semen; y, de nuevo, se rio de su propia situación.

Pero en aquella ocasión su humor era muy diferente, y en seguida se encaró al chorro de la ducha, donde empezó a tararear moviendo las caderas provocando que su masculinidad ondulara de forma juguetona. Alexei dejaba escapar una risita cada vez que su verga chocaba contra sus muslos, y en varias ocasiones se acarició los huevos por el simple placer de notar aquellos órganos extraños, tan suaves y pesados, que ahora formaban parte de él.

Alexei no se dio prisa alguna. Se tomó su tiempo en redescubrirse a sí mismo una y otra vez bajo la constante cascada de agua caliente. 

Al salir de la ducha, nada había cambiado. Pero al mismo tiempo sentía un alivio inexplicable que le hizo extender los brazos, llenar los pulmones de aire reciclado y mirar aquel pequeño habitáculo subterráneo con los grandes ojos llenos de un redescubierto optimismo.

Ya no tenía dudas sobre lo que debía hacer. Su mente evolucionada sería su guía y aquel cuerpo, su herramienta.

Pero antes... debía decirle adios a su pasado.

-(Uno no puede empezar una nueva vida sin despedirse de la anterior)

Así que abrió su maleta, que todavía reposaba en un rincón de la habitación; y rebuscó hasta encontrar su posesión más valiosa: una caja musical de madera labrada que heredó de su madre y que contenía un espejo gastado y una vieja foto familiar. Aquel iba a ser el único objeto que conservaría.

Tras depositarla en el escritorio; Alexei, que a falta de ropa limpia seguía desnudo de pies a cabeza, se agarró el pene por la base y empezó a sacudírselo hasta que lo tuvo lo bastante duro como para empezar a masturbarse de nuevo, contraviniendo más si cabe las órdenes de Irina Alekseeva.

-Haah... aah... ¡Buah, aaahh! ...heeaahh... aquí vamos de nuevo...

Minutos después, el muchacho apretó los dientes con las mejillas encendidas, sus sacudidas se aceleraron y dejó escapar un sonoro gruñido al correrse... directamente sobre la maleta abierta.

-¡Aaaahhhhhh...!- gimió satisfecho mientras cubría su neceser y mudas de ropa femenina con una espesa capa de leche blanca.

Desde luego, aquella no era la manera más normal de empezar de cero...

-Pero como dijo Marsellus Wallace: "estoy a mil jodidas millas de ser normal"...o era algo así...

...

A la mañana siguiente.

...

Gina caminaba alegremente por el pasillo, contenta por que ese día le tocaba a ella cuidar del chiquitín durante toda la jornada. En sus brazos llevaba un bulto de ropa deportiva y un aburrido dossier repleto con todos los horarios, pautas e instrucciones diversas que ella (por supuesto) debía seguir al pie de la letra.

8:30 salir de la hab. Dirigirse GYM, ejercicio en ayunas siguiendo el modelo 21.

9:10 Dirigirse a la cantina. Menú G.06. Si AIC muestra algún signo de rechazo hacia la comida, cambiar a menú G.02.

9:30 Comprobar memoria visual de AIC, 15 minutos. Anotar resultados.

9:45 Dirigirse a lab F-01. Realizar test de Wells.

10:05 blahblahblah, aburrido aburrido...

Gina no entendía por qué esa tetona excéntrica se molestaba en escribir todo aquello ai al final nada salía según los planes... Ni siquiera cuando ponía a cargo al estirado de Leif.

Sería mucho más sencillo que Irina se encargase personalmente de guiar al pequeño, tal y como hacía al principio. ¡Pero no! Esa rusa tonta insistía en comportarse como una virgen asustada.

Cielos... Gina sabía de primera mano lo intimidante que podía resultar Alexei, pero actuando así tan solo empeoraba las cosas.

Cuando por fin se detuvo frente a la H-23, la mujer picó 5 veces, esperó, y volvió a picar... tal y como decía el estúpido dossier. Solo entonces pasó su tarjeta-llave por el detector y abrió la puerta.

-¡Buenos días, dormilón! Espero que hayas dormido bi...

Alexei no estaba en la cama. Estaba tumbado en el suelo, envuelto en tohallas sacadas del dispensador del baño. En la cama tan solo quedaba el colchón desnudo con una enorme mancha oscura mientras que las mantas estaban en un rincón de la habitación formando una gran bola arrugada.

La mujer observó en silencio mientras el muchacho se desperezaba, surgiendo de entre las tohallas como una mariposa de su crisálida. Y cuando advirtió que estaba totalmente desnudo, tragó saliva sin poder evitarlo al tiempo que se le aceleraba el pulso. Si en algún momento creyó que el haber tenido sexo con él la inmunizaría ante la visión de su cuerpo desnudo, se equivocaba de cabo a rabo. Al contrario...el cuerpo de la mujer recordaba muy bien las dos ocasiones en las que había sido sometida por aquella enorme polla... hasta el punto en el que la simple y cuotidiana visión de su flacidez bastaba para cortarle la respiración.

Y para añadir más leña al fuego... ¡¿Por qué tenía que ser tan rematadamente guapo?! ¡¿Con ese cuerpo esbelto de proporciones perfectas, su cara de ángel y los ojazos más increíbles de todo el maldito mundo?! Aquel jodido crío de 12 años se había convertido en su mayor debilidad... y Gina se sentía como una pedófila.

-...huuuunnnnnnnnnngggh... Ah... ¡Ah! ¡Buenos días, Gina!- 

La mujer no le contestó. En lugar de ello, le dirigió una mirada elocuente a la cama.

-Oh... ¿Eso? No me he hecho pis, si es lo que piensas. Es que... Bueno. Esta cosa me ha dado algunos problemas y he tenido que aliviarme, ya sabes...

Gina, esforzándose por mantener una expresión seria, le miró a los ojos y levantó una ceja.

-Siento mucho el estropicio, de verdad. He pasado una noche difícil... Pero verás, estuve pensando y he tomado mi decisión. A partir de hoy, seré una persona totalmente nueva. Finalmente me he aceptado a mí mismo tal y como soy, así que nunca más me verás lloriquear. Y... ya se que nada de esto viene a cuento, pero... es algo que quería decir en voz alta- dijo el muchacho con voz segura.

Por toda respuesta, Gina bajó la mirada de su rostro a su polla, que seguía orgullosamente expuesta entre las piernas extendidas.

Alexei, obviamente parecía esperar alguna palabra de ella, pero la doctora se limitó a observar su entrepierna con aparente desinterés. Pasaron 30 segundos hasta que el muchacho se llevó lentamente las manos de la cadera a cubrirse la verga.

-¿...Podrías dejar de mirármela tanto?- dijo con timidez, ruborizado hasta las orejas. Su fachada de tipo duro y confiado desmenuzada como un castillo de arena.

Solo entonces Gina relajó la cara y permitió que una enorme sonrisa le iluminara el semblante. Su pequeñín había vuelto.

-Te miraría si pudiera, pero esa cosa me tapa la vista.

-...Ya... ¿Has venido a hacerme de niñera o a burlarte de mi pene?- Preguntó con una cara de enfado que a Gina le pareció adorable.

-Un poco de ambas cosas- confesó la mujer, lanzándole el bulto de ropa limpia.

-Algún día de estos tendrás que madurar.

-Eso lo hacen las frutas. ¿Me ves cara de fruta?

-¿Lo dices por las peras que no tienes? Por que si hablamos de melones ya sería para partirse.

Gina abrió mucho la boca, haciéndose la sorprendida.

-¡Oh, directo a donde duele! ¡El chiquitín ha aprendido a defenderse!

-Gina...

-¡Y yo que pensaba que lo único peligroso lo tenías entre las piernas! Creo que tendremos que darle una oportunidad a tu lengua.

-¡Gina!

-Dime, ¿En qué puedo ayudarte, pequeñín? Si quieres polvos de talco para el culete, están en el segundo cajón...

-Los calzoncillos, por favor. Se te ha "olvidado" entregármelos.

-¡Oh, perdona! Qué tonta soy...

-Si. Finalmente estamos de acuerdo en algo.

Y así, Alexei se vistió y aseó mientras Gina escribía un mensaje al servicio para que vinieran a recoger todo ese estropicio, maleta incluída. Y durante todo el tiempo, ambos siguieron lanzándose puñaladas verbales que no amainaron hasta que salieron de la habitación... a las 8:39.

-Ale, aquí va tu horario tan perfectamente organizado...- murmuró Gina soltando una risita.

-¿Decías algo, Gina?

-Hummm... Preguntaba si te has acostumbrado ya a caminar sobre tres piernas.

Alexei la fulminó con la mirada y se adelantó sin decir nada. Cuando se ruborizaba de esa forma, a Gina le entraban unas ganas terribles de darle un achuchón.

-Aaahh... jejeje...(adoro a este chiquitín)

Trabajar con Alexei podía considerarse un agradable cambio en su rutina dentro de aquel inmenso complejo científico... pero para Gina era mucho más. A pesar de que lo conocía desde hacía pocos días, había aprendido a apreciar al muchacho de una manera especial. Y no solo por los momentos íntimos que compartieron. Dejando a un lado lo guapo y bien dotado que estaba, a Gina simplemente le caía bien. Alexei era avispado y poseía una inocencia cándida que era casi imposible encontrar en aquel país. Y Gina presentía que, de haberse conocido durante su vida anterior como mujer, habrían sido muy buenas amigas.

Ambos se fueron al gimnasio a realizar los ejercicios matutinos y, tras una ducha rápida y otro cambio de ropa, marcharon directos a la cantina. Durante todo ese tiempo, desayuno incluído, a Gina le pareció que el chiquitín estaba inusualmente callado... aunque pese a todo advirtió como la observaba cada vez que creía que la mujer no miraba.

Gina no tenía ni idea de qué se le estaba pasando por la cabeza. Solo esperaba no haberlo enfadado demasiado con sus bromas.

Casi media hora después, salieron de la cantina y la doctora decidió ir directos al laboratorio F-01 para ahorrar tiempo, puesto que ya se habían retrasado demasiado.

 

En cuanto usó su tarjeta-llave e insertó la contraseña para abrir el acceso, Alexei por fin rompió su silencio.

-Así que con esa tarjeta abres el ascensor, la cantina y otros lugares de acceso especial... mientras que para los sitios importantes, como este laboratorio lleno de máquinas, ¿Tienes que usar la tarjeta junto a una contraseña numérica?

-Eh... pues... Sí, algo así- contestó Gina, pillada desprevenida.

-Vaya... ¿Y qué hay de los escáneres de retina y ADN? ¿No tenéis de esos?

-Creo que has visto demasiadas películas de James Bond.

-La verdad es que tenía toda la colección en mi apartamento... y me gustaría recuperarla.

Al ver que Gina soltaba una risotada ante su comentario, Alexei dejó escapar un suspiro.

-¿Puedo por lo menos ir al baño antes de hacer lo que sea que tengo que hacer dentro de este sitio?

-¡Claro! Ven, los lavabos más cercanos son por aquí.

El muchacho la acompañó hasta el sitio indicado y, sin más, se metió directo en el lavabo de mujeres.

-¡O...oye!- exclamó Gina -ese no es tu...

Pero cuando llegó hasta él, Alexei la estaba esperando en uno de los cubículos con una expresión extrañamente feliz. Solo entonces Gina se dio cuenta de que el muchacho sabía muy bien donde se había metido.

-Me he dado cuenta- dijo el chico -de que hoy no hay muchos trabajadores deambulando por los pasillos...

-Pues claro, chiquitín. Hoy es domingo. Día libre para todos salvo por unos pocos pringados de mantenimiento y para mí, que me va a tocar aguantarte durante todo el día.

-¡Qué suerte!- dijo el muchacho alegremente -¡Así nadie nos molestará! Más aún viendo que en los baños normales no hay cámaras.

Delante tan solo tenía a ese muchachito una cabeza más bajo que ella y, a su izquierda, la salida estaba expédita. ¿Cómo era entonces que Gina tenía la sensación de haberse metido de lleno en una trampa?

La mujer abrió la boca para decir algo, pero Alexei se le adelantó.

-Poco después de salir de la habitación, empecé a notar un olor extraño viniendo de tí. Al principio me costó asociarlo ya que era muy tenue... pero luego se fue acentuando más y más, y ahora... estoy seguro de que es lo que creo.

Alexei se acercó dos pasos.

-Gina... Estás mojada, ¿Verdad? ¿...Es...por mí?

Gina sintió como el estómago se le subía a la garganta, paralizada por un sentimiento que no supo interpretar. La mujer sentía la atención del muchacho completamente centrada en ella, como si aquella penetrante mirada fuese un arma más de un extenso arsenal de depredador.

-¿No me dejarías ayudarte, Gina? Hoy estaremos mucho tiempo juntos, y no quiero que sufras por mí- dijo Alexei, con sus fascinantes ojos recorriéndola de arriba a abajo.

Gina dejó escapar una risita nerviosa.

Agradezco tu preocupación, pequeñín, pero no creo que tengamos tiempo para esa clase de... de... (vamos, Gina, no caigas en su juego y limítate a salir por la puerta).

Era tan facil decirlo... Pero sus piernas se negaban a responder, como si estuvieran llenas de gelatina. Y cuando Alexei pasó una mano por sus costado, todo su cuerpo se agitó al notar un calambrazo que no debería haber notado... no tan pronto, no tan repentino. No podía ser que Gina hubiese sido dominada hasta el punto en el que un simple roce en el momento adecuado bastase para que empezara a jadear.

-jejeje... Gina me dice una cosa mientras su cuerpo comunica otra muy distinta... ¿A cual de los dos debería creer?

Maldito lobo disfrazado de cordero... Incluso cuando la mujer podía distinguir claramente aquel largo bulto deformándole la pernera izquierda, incluso cuando cuando era obvio que se disponía a violarla a placer; él seguía arrullándola con su voz angelical sin despegar aquellos cautivadores ojos de color azul-eléctrico de los suyos.

Antes de darse cuenta, Gina había retrocedido tanto que se vio frenada por la pared de detrás. Tenía a Alexei encima. El muchacho, de puntillas, se cernía sobre ella con sus rostros casi a la misma altura. Sus alientos se mezclaron. Y el latir de su corazón se aceleró tanto que empezó a retumbarle en los oídos.

Pero entonces, pillándola totalmente desprevenida, Alexei la abrazó.

-¿...Eh?

-Lo siento. Lo siento mucho, Gina- susurró con su dulce voz aniñada -Perdóname por hacerte sentir así.

-haah... haah... (¿Se está... disculpando conmigo? Oh, no... Su mejilla es tan suave...)

-Tengo miedo, ¿Sabes? Miedo de mí mismo, de este cuerpo, miedo de esta cosa que tengo entre mis piernas...

Y de repente, sin previo aviso, Alexei la besó. Fue un beso amable, profundo, que la derritió por dentro con una eficacia apabullante y que el muchacho tan solo paró para añadir:

-Miedo... de lo que me impulsa a hacer.

Gina no supo cuanto tiempo estuvieron fundidos en aquel memorable beso, pues en su estado anhelante, la mujer morena apenas era consciente del paso del tiempo. Sin embargo, era perfectamente capaz de seguirle el paso a los zigzagueantes movimientos de la lengua del muchacho, tan larga y flexible que parecía capaz de envolver la suya... además de la sensación de su mano al acariciarle las nalgas por debajo de la bata, de los cabellos de su nuca al erizarse o a la persistente sensación de aquel bulto tan duro e intimidante apretado contra sus muslos.

Antes de darse cuenta, Gina había terminado en cuclillas, sostenida más por la pared y por las engañosamente fuertes rodillas de Alexei que por sus propias piernas.

-(He caído por completo, no soy rival para él... Oh... oh mierda... Lo escucho desatarse el pantalón, jodeeeeeer... La bata no me deja ver nada, ¿Por qué no puedo ver nada?) ¡¡Aahhh!! (¡¡Aquí está!! ¡Se la ha sacado y ahora la... aprieta contra mi coño!)

¡Gina lo sentía! ¡Sentía aquel trozo de carne ardiente presionar contra sus bragas! No era para ella una experiencia nueva, pero la joven doctora nunca lo había anhelado tanto como entonces.

Alexei, sin prisa alguna, le aflojó las bragas y encajó con cuidado toda su polla entre el tejido y el coño de Gina, provocando que la mujer empezara a temblar al sentir el contacto directo del grueso tronco apretado contra su labia vaginal.

-¡Eeehh...! hhaaaAAAaah... (¡¡Vamos vamos!! ¡¡¡MÉTEMELA DE UNA VEZ!!!)

Pero el muchacho, sonriendo con malicia, empezó a mover las caderas adelante y atrás, limitándose a restregar su gran pene contra la anhelante vagina de la doctora Micheli.

-¡¿Haaahh?! Eh... ¡Oh! ¡Hnngh! ¡Oye...!

-Heheee... Cada vez que aprieto un poco... Haah... Es como si... Una cascada de tus jugos me bañara el pene...

-¡Eaahh! Por... favoh... Oh, mete... ¡Mételo!

-¿Que lo meta, dices? ¡Tus deseos son órdenes!- exclamó el muchacho.

Tras decir aquello, se llevó el dedo anular a la boca, lo chupó con ganas e inmediatamente volvió a situar la mano donde estaba previamente: justo encima del culo de Gina. Y ésta, como no podía ser de otro modo, soltó un gritito de sorpresa cuando Alexei lo hundió el dedo en el ano.

Gina se echó hacia delante con los dientes apretados por puro reflejo. No recordaba la última vez que habian jugado con su culo de esa forma, y su cuerpo se tensó inconscientemente, tratando de expulsarlo... Pero lo único que consiguió fue que los músculos del cólon se apretujaran en torno al dedo de Alexei mientras éste los penetraba limpiamente y a placer.

-¡¡MUHFIDDHU BHIIIUh!!- aulló con la boca tapada por el hombro de Alexei. Algo que esperaba que hubiesen sido maldiciones y no gemidos.

-ji ji ji, Estás muy apretada, Gina... Y eso que solo he metido un dedo.

-(Cállate...)

-No tenía ni idea de que un culo se sintiera así por dentro. No es tan rugoso como una vagina pero sí que está lleno de pliegues.

Gina deseaba que el maldito crio se ahorrara las descripciones innecesarias. Ya era bastante humillante tener que escuchar los sonidos húmedos y casi exagerados que despedía su coño al ser frotado como para encima tenerlo a él describiendo el tacto de su ano por dentro.

-Por fa-Ahvoor... ¡Eeeehh...! Métemelaaahh...- consiguió decir con voz débil.

Pero Alexei no paró. Continuó restregando su largo miembro contra la rajita de la mujer ignorando sus ruegos, que cada vez se hicieron más ruidosos.

-¡Cielos, Gina!- exclamó el muchacho teatralmente -¡Si me lo pides así, al final voy a tener que hacerte caso!

-¡Haaahhh...!(pequeño malnacido...)

Alexei, sonriendo con inocencia, bajó un poco las caderas y se la agarró con la mano como quien sostiene un grueso bastón.

-Solo espero... que me perdones por lo que voy a hacer- susurró el muchacho.

Entonces apretó los labios con determinación, situó la punta de su polla en el ángulo adecuado... y empujó.

-S-si! ¡HAah! ¡¡VAMOS!!- gimió Gina extasiada al sentir por fin como la abrían de par en par, como esa barra caliente y carnosa se abría paso por sus entrañas.

Pero había algo extraño en su actitud. Pues el muchacho no la empaló de golpe tal y como ella deseaba, sino que se tomó su tiempo... Presionando... Insertando poco a poco su peligroso pene en una vagina anhelante que tan solo deseaba ser follada de manera salvaje.

Era la penetración más amable que había experimentado jamás... y a Gina no le gustaba. Ella quería más, deseaba la brutalidad, que aquel muchacho demostrara su dominio sobre ella causando estragos en su interior, tal y como había hecho en aquellas dos memorables ocasiones. Deseaba inundarse en su corrida de semental, que los orgasmos se sucedieran uno detrás de otro. Deseaba... deseaba...

...deseaba que su cuerpo parara de temblar. Pero era incapaz, no hacía más que preguntarse qué haría el chico a continuación.

Y lo que hizo fue torturarla. Durante los siguientes 15 minutos, Alexei se dedicó a follársela con pequeñas sacudidas mientras le acariciaba todo el cuerpo con una dedicación asombrosa. El chico le desabrochó el sostén para lamerle los pechos, le chupó cuello y mejillas, le mordió el lóbulo de la oreja e incluso consiguió meterle hasta tres dedos en el culo tras empaparle el ano con sus propios jugos vaginales.

El placer... le quemaba las entrañas. Gina estaba cubierta de sudor y los temblores de su cuerpo se habían convertido en espasmos. Sentía cosquilleos por todas partes, siempre al borde de un orgasmo que nunca llegaba. Por que de alguna manera, aquel pequeño demonio se las arreglaba para mantenerla siempre a punto de correrse, sin permitirle ir más allá u ofrecerle un momento de cuartel.

Y por supuesto, la mujer protestaba...

-¡¡Uaah!! ¡Aaaah...! ¡Haaaaahh! ¡¿Ah... A qué estás jugando?! ¡¡JodeEeEeeeerh!!

Y protestaba...

-¡Eh! ¡Haaaaahhh...! ¡¡Maldita seaaAAHhhh!!

Y protestaba...

-¡NoooOhh! ¡Uooohh! ¡Me llena tanto, me...! ¡¡HAAHh!! ¡Basta, por, por favooor!

Hasta que empezó a suplicar...

-Te lo ruegoo... Alex... Alexei... ¡¡AAah!! Se-deja... (jadeo) ¡¡DEJA QUE ME CORRAAAAaahhh!!

-¡Haah! Gina... ¿Quieres... (ah) correrte?

¡Era obvio que sí, maldita sea! A pesar de tener todo el vientre en tensión, se sentía como una prenda de ropa mojada aprisionada entre los brazos de aquel muchachito... Y sin poder moverse por culpa de tener aquella verga absurda metida hasta el fondo, aplastándole el útero de forma que hasta el más mínimo movimiento le llegaba al cerebro en forma de calambrazo.

-En ese caso... Hagamos un trato...

-¡¡Haahh...!! ¡¿Haeeehh?! (¿Un trato ha dicho?)- Pensó Gina, alarmada por un momento. Pero cualquier sentimiento contradictorio se desvaneció enseguida, excitada y ansiosa ante la idea de por fin llegar al orgasmo.

Aquello... daba miedo. No se suponía que una mujer pudiera llegar a sentirse así. Era algo que solo ocurría en los cómics y en los relatos eróticos, pero hasta ahí había llegado. Daba igual lo que Alexei le pidiera, Gina sería incapaz de negarse. Si su condición fuera convertirse en su esclava sexual durante diez años seguidos, Gina diría que sí sin dudarlo.

-Entonces... Quiero que me digas exactamente cómo llegar hasta donde se encuentra la doctora Alekseeva.

Gina abrió mucho la boca. Pero a medida que los últimos rescoldos de su voluntad ardían y se consumían, la mujer olvidó lo que iba a decir.

En lugar de eso, le dio a Alexei la información que deseaba, sin pausas ni titubeos.

-Buena chica- le agradeció con una sonrisa -ahora prepárate.

El muchacho le pasó las manos bajo las rodillas y la tumbó en el suelo con delicadeza, cuidándose de no sacar el pene de su interior.

-Ah...! Un momento...- susurró Gina incapaz de levantar la voz, ya que de repente le faltaba el aire... al sentir un deje de pánico. Pues su cuerpo sabía mucho mejor que ella lo que estaba por venir.

Una vez tumbada y acomodada en el suelo, Alexei le abrió las piernas lo máximo posible y se acomodó encima de ella con sus rodillas pegadas a los muslos de la mujer.

-Hah... hah... Oh dios...

Durante los breves instantes que el muchacho se tomó para sacar su enorme verga de la vagina de Gina, ésta se sintió como una gigantesca bobina tesla. Notaba la excitación acumulada, elevados todos y cada uno de los poros de su piel, y una sensibilidad tan apabullante que hasta la punta de los dedos del pie se sentían como pequeños pezones.

Gina se encontraba tan al límite que incluso un lametón en la axila o un cachete en el culo bastaría para correrse,

Pero no fue un lametón o un cachete lo que Gina recibió. Fueron casi 30 centímetros de carne dura, caliente y palpitante que violaron su indefensa vagina a la velocidad del rayo. Alexei había pasado de 0 a 100 en un instante, moviendo las caderas y su polla como un pistón industrial.

Y Gina... Gina vio las estrellas. En un momento se volvió completamente estúpida, perdiendo toda su capacidad de raciocinio y dejando atras la decencia que la distinguía como una mujer civilizada. Aquello no era sexo, ya que no era su coño lo que estaba siendo follado, sino su cerebro. De alguna manera, esa enorme polla la había atravesado por completo hasta llegarle a la materia gris y en aquellos momentos desataba el caos dentro de su cráneo.

O al menos era así como ella lo percibió... Durante los pocos segundos que los que logró mantenerse consciente mientras experimentaba el orgasmo más intenso de su vida.

...

-¿Hah...?

Gina despertó en una de las camillas del lab F-01. Se sentía mareada, húmeda... y todavía temblando como una hoja.

¿Cuanto tiempo había pasado desde aquello? ¿Donde se había metido Alexei?- fueron los primeros pensamientos que le vinieron a la cabeza... Y entonces se dio cuenta de que su tarjeta de identificación había desaparecido.

La doctora Micheli, cada vez más lúcida, lo comprendió todo en un instante. Pero en lugar de levantarse corriendo a dar la alarma, se quedó sentada en la camilla riendo a carcajada limpia.

-(risas) ¡El pequeño cabroncete me la ha jugado!- exclamó con alegría.

Pero en cuanto se le pasó el ataque de risa, Gina exhaló un largo suspiro.

-(Espero que sepas lo que haces, chiquitín. Tengo mis esperanzas puestas en ti)

Decidió entonces que era el momento de preocuparse de su propio estado. Así que se levantó la falda y tomó nota de la extensa y espesa pátina de humedad que lo cubría todo, impregnando cada centímetro de piel y cada fibra de tejido.

Pero enseguida se dio cuenta de algo. Un pequeño detalle que le provocó un nudo en la garganta.

-joder...- murmuró con voz débil. Y se volvió a tumbar con el antebrazo tapándole la cara; decidiendo, por el momento, ignorar su propia higiene.

Sus jugos vaginales estaban por todas partes... Pero no había ni rastro de semen, ni siquiera una gota. 

A pesar de haberle hecho experimentar el mayor placer de su vida y de haberle mostrado un éxtasis como Gina jamás habría creído posible... Alexei no se había corrido. No lo había necesitado. El muchacho acababa de demostrar que, para él, dominarla era poco más que un juego de niños.

-(sollozo)

Bajo el brazo que le tapaba los ojos, una lágrima solitaria fluyó por su mejilla. Y en ese triste momento, la joven doctora Gina Micheli sintió que no había cumplido su deber como mujer. Se sentía patética, incapaz de corresponder a un muchacho que le había dado todo aquello a cambio de nada.

-(No soy rival para ti, chiquitín... Nunca lo he sido... Pero te compensaré. Lo juro por mi orgullo)

...

Cuando Irina Alekseeva se levantó de la cama, ya eran las 10:17... casi dos horas y media desde que sonó el despertador. Era la primera vez en 15 años que se quedaba dormida.

-(Voy de mal en peor...)- fue el primer pensamiento que se le pasó por la cabeza al darse cuenta de que se había dormido vestida con la ropa de trabajo. 

Así que la brillante científica respiró hondo, conteniendo el impulso de empezar a darse cabezazos contra la pared.

En lugar de eso, se desvistió al completo, tirando sus prendas al suelo sin cuidado alguno, y se metió directa en su sauna personal, donde permaneció 5 minutos sudando y maldiciéndose a sí misma.

De ahí fue directa a darse una ducha rápida. Y en cuanto terminó, marchó a través de la habitación sin molestarse en agarrar una tohalla, abrió el balcón y salió al exterior, dejándose bañar por las gélidas corrientes de aire de la estepa rusa.

Irina Alekseeva recibió el shock encantada, y continuó plantada en su fría terraza exhalando vapor hasta que decidió que había tenido suficiente y volvió a meterse en el caldeado dormitorio, donde se sirvió una dosis de café tres veces más alta de lo normal, se puso cinco veces más azúcar del acostumbrado y se bebió la mezcla de un largo trago que le ardió en la garganta.

-Pfwaaaahhhh...

Finalmente, estaba despierta. Con los ojos ojerosos, la axila irritada de haber dormido con el sostén puesto, el pelo todavía empapado y toda la piel de gallina desde las piernas hasta la punta de los gordos pezones... Pero despierta al fin y al cabo.

Eso era lo importante. El desayuno y el resto de su higiene personal tendrían que esperar, lo primero era ponerse al día con los reportes del proyecto.

Irina ya se dirigía al su cómoda, dispuesta a escoger las prendas del día, cuando escuchó tres breves pitidos y un sonido mecánico que venía de la puerta que daba al pasillo principal... era el sonido de apertura.

No podía ser... Nadie abría su puesta sin anunciarse media hora antes vía mensaje. Lo que era más: nadie, absolutamente NADIE, abría su puerta sin picar con los nudillos. Por no hablar de que aquellos que conocían la contraseña podían contarse con los dedos de una mano.

Y debido a ello, la aturdida mujer se paró enmedio de la habitación mientras la maquinaria de su portal, hecha de metal camuflado entre láminas de roble tallado, retrocedía y era absorbida por la pared. Y tras el umbral, apareció una figura que reconoció de inmediato.

Alexei entró a su habitación sin pedir permiso, y se la quedó mirando a ella mientras la puerta volvía a encajarse en su sitio de forma automática.

-Bu... Buenos días, doctora. Verá, vengo a comprobar una hipótesis de la que estoy seguro en un 93%...

CONTINUARÁ... más pronto de lo que pensáis.