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Las cosas no son tan sencillas 4

en Intercambios

Habíamos dejado a los niños con sus abuelos, mirando de hacer la mejor cara posible. Volvimos a casa en silencio. Ya solo hablábamos cuando estábamos con los niños intentando dar un aire de normalidad. Yo me fui a mi despacho y ella debía estar o en el comedor o en la cocina cuando oí que llamaban a la puerta. Se oían voces, no se entendía que decían, pero me pareció oír la voz de mi mujer diciendo: No, por favor, no.

Me pareció que pasaba algo grave, así que me dirigí hacia el comedor,ya que es de donde las voces parecían proceder. Por la distribución de la casa, la puerta de entrada da a un recibidor que da paso al comedor, a un lado queda la cocina y al otro a un pasillo que da, entre otras habitaciones a mi despacho.

 

Al entrar en el comedor, vi lo que pasaba. Entrando en el comedor desde el recibidor estaba Marta, sujetada por mi mujer, intentando que no entrara y detrás de ellas estaba Cesar. En mi interior creció una rabia incontenible. Odiaba a Marta y Cesar, ellos eran los responsables de arruinar mi matrimonio y mi vida. Mire a mi esposa y le dije:

 

Yo: se puede saber que coño hacen estos en mi casa. Me prometiste que no te relacionarías con ellos.

Marta: Carmen no ha incumplido lo que te prometió, nosotros hemos venido por propia iniciativa sin que ella lo supiera.

Yo, dirigiéndome a Marta: Ya os estáis largando de mi casa.

Marta: no nos iremos hasta que no aclaremos las cosas. No quisiste escuchar a Carmen pero a nosotros nos escucharas.

Nunca he pegado a ninguna mujer pero las ganas de darle un par de ostias a Marta empezaban a ser incontenibles. Mire a Cesar y vi que lo tenia a huevo, nunca mejor dicho. Estaba en la puerta que comunica el recibidor con el comedor, parado con las piernas ligeramente abiertas. Lo tenia en la posición correcta para darle una buena patada en los huevos y hacer una buena tortilla.

Me dirijí hacia Cesar, Marta y Carmen intentaron detenerme.

Cesar viendo mis intenciones: Primero escucha a Marta, luego si quieres me matas a hostias, yo no te lo impediré, pero primera la escuchas.

Carmen: por favor, escuchala.

Marta: Escúchame y luego nos matas a hostias a Cesar y a mi.

Yo, dirigiéndome a Carmen con rabia: esto es cosa tuya.

Carmen: Noo!

Marta: desde que nos dijo que querías que no nos hablaramos, no hemos hablado, pero basta ver su cara para saber lo que pasa.

Carmen: por favor, escuchala

Entre las dos me hicieron retroceder hasta una silla.

Yo, mirando mi reloj: Marta tienes 5 minutos.

Carmen: no será suficiente

Marta: Esta bien, dentro de 5 minutos decide si quieres o no que continué.

Marta se sentó frente a mi y Carmen a su lado, mientras que Cesar se quedo de pie detrás de ellas.

 

Marta: Ante todo quiero que sepáis que os queremos y os apreciamos.

Yo, con sorna: Dicen que hay amores que matan

Marta: Yo y Cesar tenemos un problema, Cesar normalmente es muy tranquilo, pero cuando se calienta pasa al extremo opuesto, a ser un salvaje. Esto solo le pasa si esta súper cabreado cosa muy rara, dado su carácter. O cuando se excita mucho, que es lo que pasa cuando tenemos sexo. Al principio de nuestra relación, esto me encantaba, me dejaba hecha polvo y llena de moratones pero feliz.

Pero esto se fue convirtiendo en un problema cada vez mayor, ya que o le hacia una simple paja, mirando que no se excitara mucho, para vaciarle los huevos o terminaba follándome en plan bestia, no había termino medio. Y lo de solo vaciarle los huevos, funcionaba durante una semana, máximo dos. El problema se agravo con mi embarazo, en mi estado no podíamos tener sexo salvaje. Fuimos a médicos para que nos dieran una solución, pero la medicación hacia que estuviera medio zombi, así que la tubo que dejar. Al legar a medio embarazo, la cosa creí que se había solucionado, teníamos poco sexo y se mantenía tranquilo. Después de tener la niña continuamos con poco sexo, ya que al dar el pecho a la niña no podía dejar que me estrujara las tetas como hacia cuando follábamos. Me sabia mal, y le prometí que cuando terminara la lactancia, nos tomaríamos unos días de vacaciones y le compensaría, vaya que los pasaríamos follando como conejos.

Un día necesitaba hacer una transferencia y al entrar en la web del banco descubrí que estábamos a mínimos. Repase las entradas y salidas de dinero y descubrí que desde hacia tiempo habían semanalmente salidas importantes de dinero. Investigue un poco y lo descubrí.

 

Marta, señalando a Cesar, mientras que este bajaba la vista: Este, se iba de putas cada semana, estas no les importaba que se las follaran en plan bestia, si las pagaba bien.

 

Marta: Lo eche de casa. Se había cepillado nuestros ahorros y nunca mejor dicho. Pero que le vamos a hacer, yo estoy enamorada de un bestia. Así que le perdone, pero esto no soluciono nuestro problema. Decidimos no tener mas hijos, y pensé que con el paso del tiempo mejoraría. Pero el continua igual, hecho un toro, mientras que a mi cada vez me cuesta mas aguantar su ritmo.

 

Un año, en semana santa, decidimos dejar la niña con sus abuelos, alquilar un apartamento y desahogarnos, o mejor que el se desahogara a fondo. Habíamos ido a cenar en un buen restaurante, y mientras nos esperábamos nos pusimos a conversar con una pareja, ella era joven y el bastante mayor. Como supimos después el era 20 años mayor que ella. Salio un camarero del restaurante y dijo que solo atenderían a los que tuvieran mesa reservada, lo que no era nuestro caso. Pero si el de esta pareja. Estos al saberlo, nos invitaron a compartir mesa, ya que ellos tenían reservada una mesa para cuatro, pero la pareja con la que tenían que cenar no había podido venir. La cena fue muy amena, Susana y Pedro eran encantadores. Pedro era profesor de universidad y su relación fue el clásico romance entre un profesor y una alumna. La bebida nos fue inhibiendo a todos. Pedro, sutilmente, con la complicidad de Susana, fue derivando la conversación al tema sexual. Como es lógico, nosotros no dijimos nada de nuestro problema. Al final Pedro nos confeso que con la pareja que habían quedado era una pareja amiga con la que de tanto en tanto quedaban para realizar un intercambio. Como es lógico, ni Cesar ni yo nos escandalizamos. Al verlo Pedro nos explico que la pareja que esperaban eran, como dijo el, una pareja complementaria en edad. Cuando le pregunte a que se refería, el contesto que ella era de su edad mientras que el era de la edad de Susana. Nos confeso que el le era difícil mantener el ritmo de Susana, y riendo dijo que mientras Susana se desahogaba con el joven, el descansaba con la vieja. Todos nos reímos. Yo mire ha Cesar y no tubo que decirme nada, con una simple mirada nos entendimos. Les contamos nuestro problema y mientras Pedro se llevo a Susana a nuestro apartamento yo me fui con Pedro al hotel. Pedro era un encanto, me trato como una reina, mientras que Cesar y Susana se la pasaron follando a lo bestía. Fueron unas vacaciones maravillosas, yo pase la mayor parte del tiempo con Pedro y Cesar con Susana. Yo termine las vacaciones descansada y Cesar bien “cansado”.

Al decir esto a Marta, mirando a Cesar, se le escapo una sonrisa, cosa que el contesto con una sonrisa cómplice. Esto relajo algo la tensión.

 

Marta continuo: desde estas vacaciones, cada 6 semanas quedábamos un fin de semana con Pedro y Susana. Esto mejoro mucho nuestra relación, Cesar se descargaba a fondo y yo tenia un respiro que bien que lo necesitaba.

Entonces recordé que era verdad que ellos cada 6 semanas nos decían que iban a ver a unos parientes o a unos amigos.

Marta continuo: El problema volvió a surgir cuando a Pedro le ofrecieron un puesto importante en Inglaterra, y Pedro y Susana se fueron a vivir allí. Esto interrumpió nuestra relación y las cosas volvieron a ser como antes. Al plantearnos encontrar una pareja sustituta recordé que...

Marta se detuvo y miro a Carmen. Esta palideció.

Marta intento seguir, pero Carmen la detuvo.

Carmen: Sabes que cuando era joven trabajaba de administrativa en un gimnasio.

Yo: si me lo habías contado

Carmen: Una chica joven, guapa e inexperta, era como miel entre moscas. Salia con los chicos mas bestias, más que Cesar y follaba con ellos en plan salvaje. Y cuando deje el trabajo del gimnasio continué saliendo con algunos de ellos, ya que me encantaba follar en plan bestia.

Marta: Y yo lo sabia.

Yo: si te gustaba este mundo porque te casaste conmigo, yo nunca he sido un tío cachas.

 

Carmen: Te acuerdas cuando nos conocimos.

Yo: lo recuerdo

Carmen dirigiéndose a Marta: Fue por casualidad, en una boda, yo conocía a la novia y el al novio. Yo en aquel momento no estaba saliendo con nadie y mi amiga me emparejo con un primo suyo que supuso que me gustaría, el tío jugaba a rugby, pero el estúpido se lesiono el día antes. Y al final terminamos sentados uno al lado del otro.

Marta: esto no lo sabia.

Carmen mirándome a los ojos: a lo largo de la cena me di cuenta que tu eras distinto a todos los chicos con los que había salido. Cuando fuimos a la discoteca me trataste de forma exquisita, el primo seguro que me habría metido mano en plan bestia, pero tu me tratabas y me hacías sentir algo para mi desconocido. Sabia que me deseabas, que estabas excitado. ¿No lo niegues?

Yo: No lo niego, hacia todo lo posible para que no notaras lo empalmado que estaba.

Carmen: Cuando me llevaste a casa en tu coche, yo esperaba que o me metieras mano en el coche o me llevaras a algún sitio para follar, pues era lo normal con los chicos que salia. Si no fuera por el bulto de tu pantalón habría pensado que eras marica. Cuando paraste en la puerta de mi casa pensé que me ibas a meter mano, pero no, tu me acariciaste los cabellos me dijiste lo mucho que te gustaba, acercaste tu cara a la mía y me besaste suavemente. Recuerdo que esto me estremeció, me asuste como una tonta. Como una desesperada salí del coche, cuando llegue a la puerta de casa descubrí que me había dejado el bolso con el móvil y las llaves en tu coche. Me gire y vi que te acercabas con mi bolso, me sentía súper estúpida. Me tendiste el bolso, apesadumbrado y me pediste disculpas. Yo te interrumpí. “Tu también me gustas mucho, no te disculpes, nunca había conocido alguien como tu”. Recuerdas.

Yo, emocionado: Si, me acuerdo.

Marta: No si al final todos nos vamos a emocionar. Mejor que continué yo. ¿Continuo?

Marta: Yo no le había contado a Carmen nuestro problema. Pero si que sabia ella que Cesar era un poco bruto, ya que alguna vez que me había visto adolorida le había dicho que era de la noche anterior. Yo le pregunte que si tu también la dejabas apaleada y ella me había dicho que no que eras muy dulce. Hable con Cesar y los dos coincidimos que vosotros serias una pareja de intercambio ideal. Se lo propuse a Carmen y esta fue categórica: No. Le conté lo de nuestro problema, pero ella no lo veía claro no creía que tu lo aceptaras. Y le pedí que lo hablarais.

Carmen: Yo no me atreví a proponertelo, porque siempre te oculte mis relaciones anteriores. No quería que lo supieras, era algo que te había ocultado siendo novios porque tenia miedo que pensaras que era una cualquiera y me dejaras. Y después de casados no quería que supieras que te lo había ocultado.

Marta: Como que vi que Carmen no se decidía, y sabia que no tenias mucho trabajo, se me ocurrio lo de las maravillosas minivacaciones. La idea era hacer como Pedro y Susana, crear la situación y si salia bien perfecto, y sino mala suerte. Yo creía que te convencería.

Cuando nos dijiste lo de que no vendrías lógicamente Carmen no quería venir. Pero tu nos ayudaste ha convencer a Carmen y le dijimos que para ella serian para descansar, sin sexo.

 

Marta, dudo unos momentos: Aunque la verdad es que yo tenia otro plan. Lo siento Carmen. La idea era que Cesar y yo nos metiéramos mano delante tuyo para calentarte y convencerte. Si lo lográbamos solo faltaría convencer a Pedro.

 

Carmen miraba a Marta cabreada.

 

Marta: Lo siento Carmen, perdóname.

Yo: ¿Como pensabas convencerme a mi?

Marta, sujetándose las tetas: con estas, se que te gustan.

Yo:¿de verdad pensabas que yo pondría en peligro mi matrimonio por un par de tetas?

Marta: No pondrías en peligro tu matrimonio si tuvieras el beneplácito de tu esposa.

Yo, que no veía claro lo del beneplácito: Marta, las cosas no son tan sencillas

 

Continuara