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La zona intermedia.

en Grandes Relatos

La zona intermedia 1: La prueba de mareo de Montse

 

Un pequeño viaje en velero para probar si te mareas puede ser muy divertido.

 

 

A la vuelta de las vacaciones Montse, como cada año cuando va a ver a sus padres, me llama para quedar y contarnos como hemos pasado las vacaciones.

 

Yo, Asun y Montse somos amigas íntimas de toda la vida, cuando éramos unas crías éramos vecinas. Yo esperaba, que como cada año nos contáramos lo que habíamos hecho durante las vacaciones. Montse y su marido Roberto viven en la capital y yo con mi marido vivimos en una ciudad pequeña a hora y media de la capital. Al ser nuestra ciudad más tranquila y con precios más asequibles los padres de Montse decidieron ir a vivir a nuestra ciudad. Esto hace que Montse, Roberto y sus hijos cada 15 días vengan a pasar el fin de semana con los padres de Montse, y aprovechamos para vernos.

 

Así que quedamos en mi casa. Yo vivo en un pequeño chalet con jardín. En el que durante el verano montamos una piscina hinchable. Así mientras nuestros hijos jugaban en la piscina nosotras nos ponemos al día.

 

Cuando Montse y sus hijos llegaron lo primero que hicimos fue hacer que los niños se pusieran el traje de baño. Luego los dejamos jugando en la piscina mientras nosotras entramos en la casa y nos sentamos en el sofá. Desde allí podíamos hablar tranquilamente sin que ellos nos pudieran escuchar y podíamos ver como jugaban en la piscina.

 

Lo primero que dijo Montse al sentarse en el sofá: Alucina Asun, estas vacaciones yo y Roberto hemos hecho un intercambio.

 

Yo alucinada: Queee!, ¿que tú has follado con otro y Roberto con su pareja?

 

Montse: Si, casi ni yo me lo creo.

 

Yo: cuenta, como fue.

 

Montse: Veras, este año teníamos las vacaciones antes y los 10 primeros días coincidían con el campamento de los niños. Así que estaríamos solos en el apartamento de la playa. Llevábamos un par de días de vacaciones, cuando paseando por el puerto nos topamos con un tipo alto y fuerte que debía rondar los 50 años y que iba acompañado de una chica de unos 30 años. Roberto los reconoció enseguida y me los presento. Eran alemanes. Como ya sabes Roberto en su anterior trabajo se ocupaba de los clientes alemanes de su empresa. Y este señor, Hans, era uno de estos clientes con el que Roberto había hecho amistad durante esta época. La mujer que lo acompañaba, Sofí, también la conocía Roberto, ya que en aquella época era su secretaria. Como nos contó Hans él se había divorciado y ahora Sofí era su pareja.

Nos sentamos en un bar y nos pusimos a hablar. Yo y Sofí lo teníamos mal, ella no hablaba español, aunque si inglés. Pero yo de alemán nada de nada y de inglés muy poco, y menos para entenderme con alguien que lo habla con acento alemán. Por suerte Hans hablaba bastante bien español, así que al final yo hablaba con Hans y Roberto con Sofí, ya que el domina tanto el alemán como el inglés.

A pesar de la falta de comunicación directa entre Yo y Sofí, las dos pusimos de nuestra parte para poder entendernos usando a nuestras parejas de intérpretes.

Hans nos señaló un velero que estaba en el puerto. Era su velero y nos invitó a visitarlo.

Era muy bonito. Nos dijo que era de unos 13.5m. Tenía tres camarotes y dos baños. Tenían que pasar sus vacaciones con un par de parejas amigas. Una de ellas tenía que estar ahora con ellos y la otra tenía que unirse a ellos dentro de una semana, pero por motivos familiares la primera de las parejas no había podido acompañarles, así que las dos parejas se unirían a ellos dentro de una semana. Así que como dijo Hans, a Sofí le tocaba ir de grumete.

Roberto les invito a cenar. Nosotros hace años que tenemos el apartamento y sabemos dónde se cena bien, cosa que ellos aceptaron encantados.

 

Hans y Sofí se quedaron encantados con la cena. Y durante la cena Hans nos propuso pasar la semana juntos, saliendo a la mañana siguiente a navegar con ellos hasta Mallorca. Roberto acepto encantado. Yo tenía mis dudas, nunca había navegado y tenía miedo de pasarme toda la travesía vomitando. Hans encontró la solución, nos propuso salir el día siguiente, por la mañana, a navegar y si me adaptaba bien al final de la tarde partiríamos para Mallorca. Cosa que acepte, ya que si me sentía muy mal estaríamos cerca de la costa y podríamos volver fácilmente.

 

Yo: no creo que seas de las que se marean, con lo que te gustaba subir a las montañas rusas.

 

Montse: no es lo mismo, Asun, no es lo mismo. Si te mareas en las montañas rusas te bajas y no vuelves a subir. Pero si estas en medio del mar que haces.

 

Yo, riendo: Te bajas del velero y te das un remojón.

 

Montse riéndose de mi ocurrencia continúo: Nos retiramos temprano y quedamos a la mañana siguiente temprano para hacernos a la mar.

A la mañana siguiente salimos a navegar. La mar estaba muy tranquila. Yo estaba un poco preocupada, antes de zarpar. Hans nos invitó a desayunar. Yo no quería tomar nada, pero desayune por no hacerle un feo a Hans. Así que tenía miedo de terminar vomitando el desayuno.

Empezamos a navegar bordeando la costa hacia el sur, y claro empezaron los comentarios, mira esta es la cala tal, este es el faro cual, etc. Así, poco a poco, me estuve distrayendo con el paisaje y empecé a sentirme cómoda. Al llegar a cierto punto, Hans, decidió virar para volver, pero lo hizo adentrándonos en el mar y perdiendo de vista la costa. Durante todo este tiempo los cuatro habíamos permanecido al lado del timón, debajo de un toldo que nos protegía del sol. Sofí dijo algo a Roberto. Este me dijo que Sofí me decía que si quería tomar el sol. Yo respondí que sí. Ambas bajamos al interior del velero, nos quedamos en biquini y subimos con unas toallas y las cremas de protección solar.

 

Sofí me condujo a la zona delantera del velero, la proa. Allí extendió en el suelo una toalla grande y me invito con señas a hacer lo mismo. Desde donde estábamos veíamos a nuestros maridos junto al timón. Al ser la parte del timón más baja los veíamos hasta medio pecho, mientras que ellos nos tenían totalmente a la vista. Cuando salimos yo y Sofí del interior del velero ya me di cuenta que Hans se había quedado embobado mirando mis tetas y Roberto no perdía de vista a Sofí. Ella llevaba un mini bikini, y aunque no tenía mucho pecho tenía buena figura y se notaba que tenía 10 años menos que yo y que no había pasado por dos partos.

 

Cuando acababa de tender la toalla, Sofí dijo algo a Roberto. Roberto me lo tradujo. Sofí nos preguntaba si nos molestaba que tomara el sol desnuda, ya que ella lo tomaba desnuda cuando estaban lejos de la costa.

Ya sabes que a mí no me importa hacer topless, pero me molesta hacerlo si hay mucha gente en la playa. No me gusta que un montón de tíos se pongan a mirarme con cara de salidos. Así que le dije a Roberto, que a mí no me importaba, yo ya la había visto desnuda cuando nos cambiábamos. Y con sorna le pregunte a Roberto si a él le molestaba. Mientras Hans nos miraba divertido. Roberto con los ojos brillantes me la devolvió diciendo que no le molestaba, que le encantaba. Antes de que el pudiera decírselo a Sofí, yo que estaba algo molesta por las atenciones de Roberto con Sofí, añadí que yo haría lo que hiciera Sofí, para que no se sintiera incomoda. Hans se moría de risa, sin perder de vista mis tetas. Roberto, un poco cortado le dijo algo a Sofí, que no entendí.

 

Sofí, me sonrió, y se quitó la parte superior del biquini y yo hice lo mismo. Luego hizo lo mismo con la parte inferior del bikini. Yo, sin atreverme a mirar a los chicos, pero notando la mirada de Hans en mi cuerpo, hice lo mismo. Así que las dos nos quedamos desnudas.

 

Yo, riendo: ! Te quedaste en pelotas!, seguro que te pusiste colorada como un tomate.

 

Montse: Yo que notaba que me debía haber puesto colorada, mire a Sofí. Esta, esta vez con signos me indico que me tendiera y que me pondría protector solar. Al ser el principio de las vacaciones yo estaba muy blanca y lo necesitaba para no quemarme, mientras que Sofí estaba morena y no se veían en su cuerpo las marcas del bikini señal inequívoca que debía haber tomado el sol desnuda.

Yo me tendí con los pies hacia la proa y la cabeza hacia los chicos, los cuales nos miraban embobados. Sofí se colocó arrodillada encima de mi culo, con una rodilla a cada lado de mi culo, y empezó a ponerme protector en la espalda. Yo que me puse las gafas de sol antes de tenderme, podía ver a los chicos. Roberto no perdía de vista a Sofí. Así como estaba, arrodillada, con las piernas abiertas, aplicándome el protector en la espalda, debía tener una visión perfecta de las tetas y del pubis depilado de Sofí. Vi que hacia un movimiento con su brazo, no tuve ninguna duda, debía estar empalmado y se había colocado bien el paquete. Cuando Sofí termino con mi espalda se colocó arrodillada a un lado a la altura de mis muslos y empezó a ponerme protector en mis glúteos. Luego paso a hacer los muslos. Me presiono para que los separara y poder aplicar el protector en la parte interna de los muslos cosa que hice. Note que ella cambiaba de posición, arrodillándose a la altura de mis rodillas y colocándose encima mío con una de sus rodillas entre las mías. Yo confiada la deje seguir. Ella empezó a aplicar protector en la parte interna de los muslos, empezando cerca de las rodillas. Fue subiendo y al llegar a mi entrepierna me empezó a aplicarlo en mi culo. Yo me estremecí. Vi que los chicos estaban hablando y Hans le enseñaba algo de los controles a mi marido. Sofí continuaba pasando sus dedos por mi esfínter. Yo quería decirle: Tía deja mi culo en paz. Pero no sabía cómo decir eso en inglés y menos en alemán. Y no me atrevía a decir a los chicos: decidle a Sofí que deje mi culo en paz.

 

Yo: menuda guarra

 

Montse: Yo estaba pensando que hacer cuando note su mano deslizarse de mi culo hasta mi coño. Yo al ver que los chicos no miraban le di un manotazo a su brazo. Ella dejo tranquilos mi culo y mi coño y dio por terminado su trabajo.

Entonces llego mi turno. Pensé cabrona te vas a enterar.

 

Yo, divertida: buuu, la pobre chica no sabía lo que le esperaba.

 

Montse: Ni que lo digas. Ella se tendió y yo, como hizo ella me situé arrodillada encima de ella y empecé a aplicarle protector en la espalda. Tan como estaba, arrodillada, de cara a los chicos, dándole protector a Sofí mis tetas se movían siguiendo el ritmo de mis manos. Y Hans, que había cedido el timón a mi marido, me las miraba embobado y de tanto en tanto hacia un movimiento con su brazo que me hizo intuir que se tocaba el paquete.

Continué aplicando el protector siguiendo los mismos pasos que había hecho Sofí hasta llegar al punto en que me había tocado el culo. Yo hice lo mismo, y ella pareció no darse por enterada. Luego deslice mi mano hasta su coño. Me pareció que ella suspiraba. Yo le metí dos de mis dedos en su coño. Lo tenía muy mojado. Deslice los dedos mojados hacia abajo buscando su clítoris y cuando lo encontré lo empecé a frotarlo con mis dedos. La estuve masturbando durante unos segundos, ella empezó a jadear. Si continuaba segura que se corría. Corte en seco. Mire a los chicos, estaban embobados con los ojos muy abiertos, no se habían perdido el espectáculo y seguro que las tenían superduras.

Me tendí al lado de Sofí y la mire. Pensaba que estaría cabreada, pero todo lo contrario me sonrió y me guiño el ojo. La muy cabrona lo había disfrutado.

 

Yo: lo que te decía, una guarra.

 

Montse: Estuvimos un rato tumbadas. Sofí le pidió a Hans que nos trajeran algo de beber. Este nos trajo un par de zumos fresquitos. Sofí se arrodillo para tomar el zumo y yo hice lo mismo. Sofí dijo algo a los chicos. Mi marido me dijo que me pedía que le aplicara protector en la cara y en el cuello. Yo me arrodille delante de Sofí, estábamos en posición transversal, ósea los chicos nos veían de lado. Yo hice lo que me pedía, cuidadosamente le aplique protector en la cara, en su cuello y termine en sus hombros.

Cuando termine, ella con signos me pregunto si quería que ella me hiciera lo mismo, cosa que yo acepte moviendo mi cabeza afirmativamente. Ella empezó como había hecho yo, aplicándome protector en la cara. Luego paso a mi cuello y a mis hombros.

Pero no se detuvo. Continúo poniéndome protector en mis tetas. Yo la mire con cara de “tía qué coño estás haciendo”. Y la muy cabrona me sonreía divertida.

 

Yo: lo que te decía, una guarra, guarra.

 

Montse: Mire a los chicos y me quede con la boca abierta al ver como movían su brazo derecho. ¡Los muy hijos de puta se estaban haciendo una paja mientras veían como Sofí me magreaba las tetas!. Ya que no es que me pusiera protector a conciencia sino que me las magreaba a base de bien.

 

Yo no pude aguantar la risa: Pues Roberto y Hans lo debían pasar de miedo.

 

Montse: Yo me cabree. Si quieres caldo dos tazas. Me puse protector en las manos y empecé a magrear las tetas a Sofí. Como que mis brazos y los de Sofí se molestaban esta opto por bajar a aplicar protector en mi vientre, mientras yo le sobaba sus tetas a conciencia. Sofí no se detuvo en mi vientre, sino que metiendo su mano derecha en mi entrepierna empezó a masturbarme. Yo no me corte un pelo y le hice lo mismo.

 

Yo: joder tía parece que me cuentes una peli porno

 

Montse: Pues imagínate la escena, yo y Sofí arrodilladas masturbándonos con la mano derecha y sobándonos una teta con la izquierda, y nuestras parejas mirándonos y masturbándose como monos. Yo y Sofí empezamos una carrera de haber quien se corría antes. Yo gane, o eso creí en ese momento. Sofí se echó atrás sentándose sobre sus talones y apoyándose con las manos en el suelo jadeando. Contenta mire a los chicos, me di cuenta que estaban ocupados limpiando sus corridas. Y como toda una señora, me termine de poner protector en mis piernas y me tendí boca arriba a tomar el sol. Cuando Sofí se recuperó hizo lo mismo y se tendió a mi lado. Entonces me di cuenta que en vez de la ganadora era la perdedora. Sofí se había corrido, los chicos se habían corrido y yo me había quedado con un calentón de cojones.

Al poco rato vimos la costa, ya que estábamos volviendo a puerto y nos vestimos. Hans con una sonrisa pícara me dijo: Montse veo que no te has mareado. Y yo le conteste: Yo no, aunque a vosotros os he visto algo mareados. Y todos nos pusimos a reír.

 

Yo no me aguantaba la risa y Montse tampoco.

 

Cuando nos calmamos Montse continuo: Atracamos, nos fuimos a comer en un restaurante del puerto. Cuando terminamos el postre, Sofí pregunto algo Roberto. Me di cuenta que Roberto le indicaba donde estaban los lavabos y yo me ofrecí a acompañarla.

 

Yo: no me digas que te metió mano en los lavabos.

 

Montse: No te pases tía. Había un poco de cola, así mientras hacíamos cola intentamos comunicarnos sin los chicos como intérpretes. Para que te quedes tranquila en los lavabos no pasó nada, en ningún momento intento nada. Cuando volvimos, yo y Roberto les pusimos la condición que los víveres los poníamos nosotros, y después de hacer una lista de lo que necesitaríamos. Nosotros nos fuimos a nuestro apartamento y quedamos para partir para Mallorca a media tarde. Cuando yo y Roberto llegamos al apartamento me eche encima de él, literalmente le arranque la ropa y lo tumbe sobre el piso. Él estaba medio empalmado lo masturbe para que se le acabara de poner dura y apartando la braga me senté encima de él calvándomela. Con lo caliente que estaba me entro sin problemas y lo empecé a cabalgar, mientras que el me bajaba la parte superior de mi vestido para poder disfrutar de mis tetas. Y me lo folle hasta correrme.

 

Yo: Creo que más que follártelo, violaste al pobre Roberto.

 

Montse, riendo: El no protesto, le encanto.

 

Montse: como que estábamos sudados y hechos un asco nos fuimos a duchar. Y como nos duchamos juntos y comentando lo que había pasado nos volvimos a calentar. Así que nos fuimos a la cama para echar la siesta, aunque primero echamos un polvo para relajarnos.

 

Yo: joder tía, que fuerte.

 

Montse: no si lo fuerte aun no te lo he contado.

 

Yo, con los ojos muy abiertos: No me digas que la guarra te estuvo metiendo mano en el viaje a Mallorca.

 

Montse, con una sonrisa pícara: no exactamente.

 

 

La zona intermedia 2: El viaje a Mallorca de Montse

 

Cuando uno está de guardia en un velero durante una travesía nocturna lo importante es no dormirse.

 

Mi hijo se acercó a la puerta y me dijo que tenían sed. Esto interrumpió la narración de Montse. Me levante y fui a la cocina con él, puse zumos en una bolsa y se la di, y tome dos botellas de cerveza con limón para Montse y para mí. Volví a sentarme al lado de Montse dándole su botella. Las dos bebimos observando como los niños hacían un pequeño alto en sus juegos para tomar los zumos.

 

Yo dejando la botella sobre la mesa: Vamos chica continua, no me tengas en ascuas.

 

Montse: ¿Por dónde íbamos?. A si, cuando nos despertamos, nos levantamos, preparamos las maletas y fuimos a comprar los víveres. Desde que se despertó note que Roberto estaba inquieto, aunque después del espectáculo que habíamos montado yo y Sofí no me extrañaba nada.

Después de comprar, cuando nos disponíamos a salir, Roberto me contó lo que habían hablado con Hans cuando nosotras habíamos ido a los lavabos. Primero me dijo que Hans, se disculpó por si nos había molestado el comportamiento de Sofí conmigo, y le confeso que la chica es bisexual. Cosa que ha mí no me extraño, ya que de la forma en que me había metido mano, estaba claro que le ponían las chicas.

Luego Roberto me contó que Hans y Sofí hacían intercambio de parejas. De hecho la pareja que no había podido reunirse con ellos era una de ellas. Yo que ya veía por donde iban los tiros, le dije a Roberto: tú lo que quieres es follarte a Sofí. El me contesto que la chica le gustaba pero le había dicho a Hans que nosotros nunca nos lo habíamos planteado. Hans le dejo claro que el hacer juntos la travesía no nos obligaba a nada, pero quería que lo supiéramos, porque si nosotros queríamos para ellos no sería problema. Yo que me estaba poniendo muy mosca, y con ganas de mandar a la mierda la travesía, se lo dije claro a Roberto: tú lo que quieres es follarte una chica 10 años menor que yo, mientras yo me tengo que conformar con un viejo 10 años mayor, no. El me dejo claro que no haría nada sin que yo estuviera de acuerdo. Además, añadió, que no tenía claro quien saldría ganando. Yo le pregunte a que se refería. Y él me contesto que si bien Sofí era más joven no tenía mi cuerpo, además Hans estaba fuerte y se conservaba bien, y guiñándome el ojo añadió, que además estaba muy bien armado.

Yo le conteste que mejor que se conformara con las tetas de esta vieja.

 

Yo, me puse a reír, pero con lo que me había contado tenía claro que habían hecho el intercambio y estaba ansiosa por saber los detalles, así que la apremie: Sigue contando.

 

Cuando llegamos al barco, después de guardar los víveres, soltamos amarras y partimos rumbo a Mallorca. Hans nos estuvo explicando el planing para los siguientes días. Él había hecho la travesía muchas veces y las islas se las conocía con detalle.

Hans propuso cenar temprano, en cubierta, aprovechando las últimas luces del día. Cosa que todos aceptamos. Sofí y yo entramos dentro del velero para preparar la cena, mientras que Hans y Roberto se quedaron en cubierta hablando. Como que se pusieron a hablar en alemán, yo no me entere de nada y tampoco note ninguna reacción en Sofí que me diera alguna pista de lo que hablaban. Cuando terminamos de cenar Hans nos indicó que el plan era que alguien estuviera en cubierta vigilando toda la noche. Y como que él y Sofí eran los que sabían llevar el velero, el estaría de guardia la primera mitad de la noche y Sofí la segunda ya que ella lo prefería. Roberto le contesto que si querían nosotros les haríamos compañía para hacerles más llevadera la guardia.

Me pregunto mi parecer, cosa con la cual yo estuve de acuerdo. Luego me pregunto si prefería hacerle compañía a Hans o a Sofí. Yo intuía una trampa, pero veía más probable que Sofí me metiera mano a que lo hiciera Hans, al fin y al cabo si la guarra lo había hecho con público, seguro que lo haría si estábamos asolas, así que le conteste que no tenía sueño, así que haría compañía a Hans.

 

Yo: Y sabiendo lo guarra que era Sofí ¿no tenías miedo que fuera a por Roberto?

 

Montse: Algo sí, pero confió en Roberto, y si él había dicho que no haría nada sin mi permiso, lo creo. Y si acababa sucediendo algo, tenía claro que me lo diría, de la misma manera que yo se lo diría si fuera mi caso. Esto ya lo tenemos hablado. No queremos que un desliz arruine nuestro matrimonio. Al final, tanto el como yo no somos unos Santos.

 

Montse continuó con su relato: Cuando empezó a ser de noche, Roberto y Sofí se fueron a dormir.

Y adivinando lo que pensaba añadió: Cada uno a su camarote, mal pensada.

Yo fui a cambiar el pareo que llevaba por un vestido de una pieza, con poco escote que me llega justo por encima de la rodilla. Ya que seguramente refrescaría durante la noche.

Hans me animo a tomar el timón y yo acepte. Yo me coloque frente del volante del timón y Hans se colocó a mi espalda. Yo coloque las manos sobre el timón y él puso sus manos sobre las mías y empezó a darme explicaciones acompañadas con guiar el movimiento de mis manos sobre el timón. Llegado un momento, cuando creyó que yo me desenvolvía bien. El coloco sus manos en mi cintura y continuó con sus explicaciones. Estuvimos conversando sobre el velero. Conversación que el amenizaba con anécdotas.

Cada vez él estaba más cerca, hablaba cerca de mi oído, en voz baja. De repente note que algo presionaba mi trasero y esta presión iba en aumento. Tuve la sensación de que no era que él se acercara más a mí sino que su paquete estaba aumentando de tamaño. Yo le deje hacer como si no pasara nada. Note como muy despacio fue subiendo las manos desde mi cintura hasta llegar justo debajo de mis tetas. Entonces yo le dije que cogiera el timón y me deslice hacia un lado. Esto le cogió por sorpresa. Y se quedó callado.

Me quede a su espalda, estaba pensando en largarme, cuando el sin girarse empezó a disculparse. Yo le estuve escuchando. Si no se hubiera disculpado, no sé si lo habría dejado solo en cubierta, pero seguro que no le habría dejado que se acercara a mí. Sus disculpas me hicieron sentir bien. Me dijo lo atractiva que era y lo mucho que le gustaba.

 

Yo: vaya que te estuvo dando coba.

 

Montse: Si pero también me trato con mucho respeto y consideración. Me hizo sentir aparte de deseada respetada. Yo no le conteste. Lo estuve observando. Si bien era unos 15 años mayor que yo se conservaba bien. Así que tome una decisión.

 

Yo: me asustan tus decisiones.

 

Montse: me quite el vestido y el sujetador. Y diciéndole: déjame coger el timón. Aparte una de sus manos del timón y me cole entre él y el timón quedando mi espalda pegada a su cuerpo. Él se quedó parado. No lo esperaba. El soltó el timón. Yo note que la presión sobre mi culo aumentaba. Yo le dije: No dejaras que mis tetas cojan frio. Ya que hacia fresco.

El entonces reacciono y se separó de mí.

Yo no entendía nada y me pregunte si me habría entendido. Si él tenía dudas, supongo que al separarse la escasa luz que había le permitió ver que estaba solo con las bragas. Oí que estaba haciendo algo, pero yo no me volví continué mirando la brújula y el horizonte. De repente note que pegaba su pecho desnudo a mi espalda y que nos envolvía a los dos con una especie de poncho que sujeto a la altura de mi pecho. Este cubría su espalda y nos envolvía a los dos dejando salir por delante mis brazos y permitiéndome manejar el timón. El me abrazo. Poso sus manos sobre mis pechos y mientras me los acariciaba me dijo que no dejaría que cogieran frio. Y me empezó a besar en el cuello y le deje hacer.

 

Durante cierto tiempo él estuvo disfrutando de lo lindo con mis tetas, mientras que continuaba besándome el cuello y diciéndome halagos. Yo notaba su pecho velludo pegado a mi espalda y su duro paquete pegado a mi culo.

Luego fue descendiendo su mano derecha por mi vientre hasta el borde superior de mis bragas. Al notarlas se detuvo y me pregunto: Puedo. Yo le conteste: puedes hacer lo que quieras, estoy a las órdenes de usted mi capitán. Él se rio y empezando a introducir su mano en mis bragas me dijo: Si en algún momento hago algo que te disgusta solo tienes que decírmelo. Yo le conteste: Así lo haré, pero por ahora me encanta lo que haces.

Si me quedaba alguna duda sobre lo que estábamos haciendo esta se disipo. Hans se portaba como todo un caballero y me hacía sentir como una reina.

El empezó a acariciar mi sexo con su mano derecha y amasar mis tetas con la izquierda mientras continuaba besando mi cuello. Yo me estaba poniendo muy caliente y empecé a gemir. Hacia llegado a un punto en que estaba perdiendo el norte. Je, je. Así que le dije a Hans: por favor pon el piloto automático. Hans abrió el poncho, activo el piloto automático y cogiéndome de la mano me llevo a la parte delantera, donde yo y Sofí habíamos tomado el sol. Tendió el poncho en el suelo y me invito a tenderme encima de él, cosa que hice. Con cuidado cogió mis bragas por los laterales y las deslizo hasta quitármelas. El abriendo mis muslos introdujo su cabeza y empezó a lamer mi clítoris. Yo notaba, por un lado, en mi pecho el frescor de la noche y por el otro el calor del aliento de Hans en mi entrepierna. Con lo caliente que estaba y lo bien que Hans lamia mi sexo tuve claro que me correría pronto. Y le dije a Hans: no sigas, te necesito dentro de mí. Él se incorporó se quitó el bañador y se tendió encima de mí. Yo note el calor de su pecho contra el mío, sus muslos entre los míos y su pene que buscaba la entrada de mi sexo. No se la había visto, ni se la había tocado, pero por lo que me dijo mi marido y por el contacto de su paquete cuando estuvo pegado a mi espalda intuía que debía tenerla de un buen grosor. Así que me mentalice para recibirla. El me la fue introduciendo despacio, cuidadosamente. Y esto unido a lo lubricada que estaba hizo que me entrara toda sin problemas. Hans me dijo: marca tú el ritmo. Cosa que hice cogiéndole sus caderas, Mientras que me penetrada nos íbamos besando. De repente note que él no seguía el ritmo, y me di cuenta que él estaba a punto de correrse. Él me dijo: no voy a poder aguantar mucho más. Puedo correrme dentro. Yo le conteste: ni se te ocurra hacerlo fuera quiero esta leche calentita dentro de mí. El mantuvo un ritmo más ralentizado. Cuando note que yo estaba a punto se lo dije. El aumento el ritmo y los dos nos corrimos a la vez. Permanecimos abrazados besándonos, mientras él iba perdiendo la erección. Cuando noto que salía, se levantó, fue a buscar una manta y volviendo me abrazo y cubriéndonos a los dos con la manta. Me encantaba el contraste del frescor en la cara y el calor de nuestros cuerpos abrazados bajo la manta. Él me dijo que durmiera que el vigilaría. Yo dándole un beso, le dije que me despertara una hora antes de terminar nuestra guardia.

Me despertó con besos. Yo me escabullí bajo la manta y busque su pene. Lo encontré semierecto. Y me puse a hacerle una felación en toda regla, mientras me masturbaba. Cuando note que él estaba en su punto me situé encima de él y me la fui clavando mientras que con mis manos hacia que la manta se mantuviera encima de mis hombros. El empezó a amasarme las tetas, mientras que yo empecé a botar encima de él. Esta vez fui yo la que tuve que ralentizar mi ritmo para esperarlo. Pero al final logre que nos corriéramos a la vez. Me quede tumbada encima de él tapados los dos con la manta. Cuando nos recuperamos ya era hora de despertar a Sofí y a mi marido. Hans me dijo que fuera a despertarlos. Primero fui al camarote de Sofí, luego fui a nuestro camarote. Desperté a Roberto con besitos. Él se levantó, cuando iba a salir le dije sonriéndole de forma picara: me he follado a Hans, ahora tú debes follarte a Sofí.

Y añadí: Hans ha dejado el pabellón muy alto, así que te tendrás que esmerar o tendré que subir yo a dejar a Sofí contenta. El salió del camarote riendo.

Había quedado la puerta del camarote abierta y cuando Hans bajo para acostarse, le llame. Él me dijo: necesito dormir. Yo palmeando la cama a mi lado le dije: tranquilo, te dejare dormir, pero cuando te despiertes tendrás que hacerme un trabajito. El riendo se tendió a mi lado y nos dormimos los dos.

 

Yo, que debía tener los ojos como platos y no sé cómo no me había masturbado cuando me lo contaba: Guauu, chica.

 

No pudo continuar, porque llamaron a la puerta.

 

Montse: deben ser mis padres habíamos quedado en tu casa. Espero que no te importe.

 

Yo le conteste que no, que estaba en su casa. Pero pensaba que esto impediría que Montse continuara contándome sus vacaciones.

 

 

La zona intermedia 3: La frustración de Asun

 

Montse y Roberto convencen a Asun de hacer un intercambio

 

La llegada de los padres de Montse interrumpió su narración.

 

Poco rato después llego Roberto, el marido de Montse. Y estuvimos hablando todos juntos. Hicimos que los niños dejaran la piscina, se vistieran y merendaran. Mi marido Pedro me llamo para decirme que estaba muy liado y que llegaría tarde. Que cenáramos nosotros, ya que era lo que hacíamos cuando nos reuníamos después de las vacaciones.

Cuando se lo dije a los demás Montse propuso que sus padres cenaran con los niños y nosotros esperáramos a Pedro. Cosa que todos aceptamos. Cuando terminaron de cenar, los niños querían ver una película. Los niños de Montse querían ver la última de Pixar, pero nosotros no la teníamos, y Montse propuso a sus padres que se llevaran a los niños a su casa a ver la película que querían sus hijos y que los míos no habían visto, ya que ellos sí que la tenían, y que se quedaran a dormir en casa de sus padres. Cosa que ellos aceptaron.

 

Cuando los padres de Montse se marcharon con los niños y nos quedamos los tres solos. Montse dijo, dirigiéndose a su marido: Le he contado lo del crucero, bueno hasta la llegada a Mallorca. Luego han llegado mis padres.

 

Roberto, sonriendo: ahora Asun pensara que somos unos pervertidos.

 

Yo: No, por dios. Pero un poco atrevidos, sí.

 

Roberto: Hans es un buen amigo mío y es de confianza. Así que cuando me lo propuso conociéndole a él y a Montse tenía claro que la cosa saldría bien, como así ha sido.

Roberto dirigiéndose a Montse: Verdad cariño.

 

Montse: Si, me lo pase genial con Hans. Y tú también con Sofí. Y ellos también con nosotros. Todo salió perfecto. Espero que Hans cumpla su palabra y el año que viene lo repitamos.

 

Montse miro a su marido, se miraron fijamente un par de segundos y Montse me lo soltó: Tú y Pedro que pensáis de los intercambios.

 

Yo, me puse nerviosa y creo que me puse colorada. Si hubiera estado Montse sola habría sido otra cosa, pero con Roberto delante me sentía cohibida y no sabía que contestar.

Montse me hecho un cabo: Yo era reacia a los intercambios. Lo veía como algo denigrante. Tíos y tías, normalmente colocados, que buscan follar y que se tratan como pedazos de carne sin sentimientos. Pero como te he contado, con Hans en ningún momento me sentí usada, el me trato divinamente y me sentí siempre tratada con cariño y con respeto.

 

Yo: Mi Pedro es más abierto para estas cosas, hace unos años, durante las vacaciones en el hotel en que estábamos, habían tres parejas que cada día te las encontrabas cambiadas. Y no se cortaban un pelo en estar cariñosas y Pedro lo veía bien.

 

Montse: esto no recuerdo que me lo hubieras contado.

 

Yo: Ahora que lo dices, creo que no te lo conté. Fue el año que al volver de las vacaciones la niña tubo apendicitis y cuando hablamos básicamente hablamos sobre la niña.

 

Roberto: ¿Y tú que piensas?

 

Yo trague saliva: Yo pensaba como Montse, pero después de contarme lo del crucero, ahora lo veo distinto. Eso si te van a tratar como Hans trato a Montse.

 

Roberto: Es que si le di permiso a Hans para que lo intentara era porque lo conozco muy bien.

 

Montse: A nosotros nos gustaría repetirlo antes del año que viene, con una pareja que conozcamos bien.

 

Se produjo un silencio, yo ya sabía por dónde iban los tiros.

 

Montse: nosotros habíamos pensado en vosotros.

 

Yo: no sé, Pedro seguro que diría que sí, pero la verdad, yo tengo dudas.

 

Roberto: Yo te trataría bien y con respeto. Y estoy seguro que Pedro trataría a Montse de la misma forma.

 

Yo me sentía insegura. Por un lado me había calentado con el relato de Montse, además Montse me había contado como era Roberto en la cama, y la verdad el pasar una noche con el me excitaba más. Y no tenía ninguna duda que Pedro disfrutaría a tope el poder pasar la noche con Montse ya que ella es mucho más atractiva que yo.

 

Montse: Piensa que en ningún momento sucedería algo en contra de vuestra voluntad.

 

Yo, sin atreverme a mirarlos a la cara: no sé, por un lado creo que nos gustaría tanto a Pedro como a mí, pero por otro lado es entrar en un mundo desconocido para mí, y no quisiera que al final esto creara un problema entre todos nosotros.

 

Roberto: tanto si queréis intentarlo, como si no, esto no afectaría a nuestra amistad, ni al cariño que os tenemos.

 

Montse: no tienes por qué decidirlo ahora, tomate tu tiempo. Háblalo con Pedro.

 

En este momento sonó mi teléfono. Era Pedro que me decía que dentro de 1 hora llegaría.

Use la excusa de su llegada para ponerme a recoger la mesa que tenía aun los restos de la cena de nuestros hijos y de los padres de Montse. Mientras recogíamos la mesa, la preparamos para cenar nosotros y preparábamos la comida de nuestra cena, ni Montse, ni Roberto volvieron a hablar del tema.

Me di cuenta que me daban tiempo para pensar. De hecho solo hablamos lo imprescindible para preparar nuestra cena.

 

Cuando la cena estuvo casi lista ellos se fueron al comedor y me dejaron sola en la cocina. Después del relato de lo que paso durante el crucero y de su invitación estaba muy alterada y la idea de follar con Roberto me atraía sobre manera, pero lo de ver a mi Pedro follando con Montse no me hacía mucha gracia, es cierto que si yo me follaba a Roberto era justo que Pedro se follara a Montse, pero Pedro y yo ya llevamos juntos 10 felices años durante los cuales él había sido solo mío y yo de él. Tenía claro que Pedro estaría encantado de follarse a Montse ya que ella era más atractiva que yo. No creía que esto afectará negativamente a nuestra relación, pero en cierto modo era compartirlo con Montse y aunque fuera mi mejor amiga me hacía sentir incomoda. Montse era superior a mí físicamente en todos los sentidos. Seguro que Pedro se pondría las botas con las tetas de Montse. Y seguramente lo mismo haría yo con Roberto ya que Montse me había contado como era en la cama, y sin desmerecer a Pedro, Roberto por lo que me había contado era un fuera de serie.

 

Mientras estaba ensimismada en estos pensamientos, llego Pedro y nos pusimos a cenar. Pedro llego muy hablador. Había estado muy liado en el trabajo y empezó a contarnos lo que según él había sido un día de perros. Roberto, principalmente, y Montse estuvieron hablando con el sobre su trabajo. Yo estaba desconectada, dándole vueltas a lo del intercambio.

 

Cuando llegamos a los postres, Montse me acompaño a la cocina. Yo había tomado una decisión y se lo dije: ¿Cómo lo haremos?

Ella me sonrió: no te arrepentirás, lo pasaremos bomba. Tú déjanos hacer a Roberto y a mí. Lo haremos despacio, y si te sientes incomoda lo dejamos.

Esto me tranquilizo y me reafirmo en mi decisión.

 

Cuando terminamos el postre, mientras Pedro nos preparaba unas copitas, Roberto dijo: Como que es muy tarde para salir que os parece si improvisamos una pequeña sala de baile.

Mientras apartamos las sillas para tener más sitio Montse puso música.

Yo esperaba que Pedro me sacara a bailar, pero fue Roberto el que lo hizo caballerosamente. Mientras que Pedro hacía lo propio con Montse. El que bailáramos con la pareja cambiada era habitual las veces que íbamos a bailar, aunque normalmente cada uno empezaba con su pareja y luego cambiábamos.

 

Montse había puesto música lenta. Yo y Roberto, al igual que Montse y Pedro, empezamos a bailar manteniendo la distancia habitual. Roberto, poco a poco se fue pegando a mí mientras me adulaba y me decía que me relajara y me dejara llevar. Yo poco a poco deje que su cuerpo se pegara más al mío. Mire, con el rabillo del ojo a Montse y a Pedro. Montse se había colgado de su cuello y bailaban muy pegados. Yo, quizá algo picada por los celos, o por no quedarme atrás, me colgué del cuello de Roberto. El al notarlo me pego un pequeño piquito en los labios, que me cogió por sorpresa, mientras sus manos subían y bajaban acariciando mi espalda. Al estar tan pegados podía notar el bulto que se había formado en la entrepierna de Roberto. Y decidí devolverle el piquito, aunque como que él se dio cuenta se transformó en un suave beso. Volví a mirar hacia nuestras parejas y me quede sorprendida al ver que Pedro estaba parado con sus manos en la espalda de Montse parados mientras Montse de daba un morreo en toda regla. Yo también me quede parada. Note como los labios de Roberto buscaban los míos. Yo entre abrí mis labios para recibirle y ambos nos empezamos a dar un apasionado morreo mientras las manos de Roberto bajaban hasta mi culo y apretaban su entre pierna contra mi vulva. Reconozco que me olvide de todo disfrutando del beso y del contacto del cuerpo de Roberto contra el mío.

 

Y entonces sucedió.

 

Escuche la voz de Pedro cerca de nosotros: Cariño yo me voy a dormir. Estoy muy cansado. Tú quédate con nuestros amigos y diviértete. Buenas noches a todos.

 

Y se fue hacia nuestro dormitorio. Yo y Roberto nos separamos y nos quedamos quietos mirando cómo se marchaba.

 

Mire a Montse. Ella se encogió de hombros.

 

Yo: Montse que ha pasado.

 

Montse: Yo me he lanzado y le he dado un morreo. El suavemente me ha separado y me ha dicho: ¿Montse que haces?. Yo le he dicho que estábamos haciendo un intercambio. Mira a tu esposa.

Él os ha mirado. No parecía molesto. Creo que hasta ha sonreído. Se ha separado de mí se ha acercado a vosotros y lo demás ya lo sabéis.

 

Yo, perpleja: no lo entiendo. Vosotros lo entendéis.

 

Montse: No, él estaba más que excitado bailando conmigo.

 

Nos quedamos los tres en silencio mirándonos durante unos segundos.

 

Yo: no entiendo nada, porque lo ha hecho, sé que tú le gustas.

 

Roberto: Yo creo que lo que pasa es que debe estar muy cansado. Y lo entiendo, antes de hacer el ridículo por no estar a la altura es mejor retirarse.

 

Montse dirigiéndose a mí: creo que debimos tener en cuenta que él ha tenido un mal día. Aunque sabias que él le gustaría hacer el intercambio se lo debimos consultar.

 

Yo: supongo que tenéis razón. Hoy no era el momento adecuado.

 

Roberto: que os parece si lo dejamos para mañana. El estará descansado y ya buscaremos una excusa para que los niños se queden con mis suegros.

 

Yo, desilusionada: si creo que es lo mejor. Me sabe mal, debí habérselo preguntado.

 

Montse: tranquila, la culpa ha sido un poco de todos. Después de habernos contado el mal día que había tenido debimos haberlo dejado para mañana, pero todos estábamos demasiado impacientes.

 

Montse y Roberto se despidieron y se fueron quedando que mañana nos llamaríamos para concretar los detalles de la cena.

 

Cuando se fueron no pude aguantar más. Me tumbe en el sofá introduje mi mano dentro de mis bragas y me empecé a masturbar frenéticamente, con los ojos cerrados, mientras me imaginaba a Roberto follándome. Me corrí en seguida, ya que estaba más que cachonda. Me quede un rato descansando y pensando en lo que había pasado. No recordaba que Pedro me hubiera rechazado nunca por estar cansado, pero sí que si estaba cansado era un polvo rápido, y seguramente habría sido frustrante tanto para el como para Montse que la primera vez que follaban fuera uno rápido. Por otro lado, él no se lo veía enojado, es más me invito a que continuara, pero hacer un trio con Roberto y Montse porque él estaba candado no me parecía justo.

 

Subí a nuestro cuarto y me acosté a su lado. A pesar de haberme desahogado volvían a mi mente el relato de Montse y termine volviéndome a masturbar.

 

A la mañana siguiente cuando desperté, Pedro no estaba a mi lado. Esto es normal, él se suele levantar antes que yo. Me levante contenta y ansiosa por que llegara la noche y hacer el intercambio. Mis dudas habían desaparecido. Deseaba follar con Roberto.

 

Me levante y me fui a la cocina donde Pedro estaba desayunando. Me acerque a él y le pegue un morreo en toda regla.

 

Pedro: veo que te has levantado muy contenta. ¿Te lo pasaste bien a noche?

 

El parecía algo serio, pero no enfadado. La verdad es que no pasó nada a noche. Dejamos el intercambio para hoy.

Y guiñándole el ojo: Montse te quiere bien descansado.

 

Pedro se puso serio: No quiero hacer este intercambio. Y no quiero cenar con ellos esta noche.

 

Yo, me quede perpleja: ¿Porque?. Tú no estabas en contra de los intercambios y Montse te gusta.

 

Pedro: No quiero hacerlo con ellos. No me apetece.

 

Yo: No lo entiendo. ¿Porque no?

 

Pedro: No lo quiero hacer. Pero ya te dije a noche que podías continuar. Si tú quieres acostarte con Roberto yo no me opondré.

 

Ponía una cara seria y tranquila, yo no lo entendía.

 

Yo: pero ¿porque?

 

Pedro: no quiero acostarme con Montse. No quiero hacerlo. Y no quiero hablar más sobre el tema.

 

Y salió de la cocina. Mi reacción fue de consternación y de cabreo. Consternación porque no entendía su reacción. Y cabreo porque no me dejaba claro porque rechazada a Montse.

 

Tuve que llamar a Montse. Me sentía humillada cuando la llame. Era como decirle que no conocía a mi marido. No le dije nada de su negativa hacia ella. No quería que se sintiera mal. Lo estuvimos hablando. Ella llego a la conclusión que cuando me vio morreándome con Roberto mientras este me sobaba el culo se debió de poner celoso. Y me dijo que hay casos de parejas que no quieren ver como sus respectivas parejas follan con otros, y Pedro debía de ser uno de estos. No quería verlo, pero tampoco quería impedírmelo. Yo no lo entendía. Llegamos a la conclusión de hacer lo que pedía no cenaríamos juntos esta noche. Y cuando estuviera más calmado retomar nuestra relación como si nada hubiera pasado.

Yo lo acepte, pero me sentía mal y estaba enfadada con Pedro.

 

Durante los siguientes días yo no disimule mi enfado y el no intento ni acercarse. Al siguiente fin de semana, el viernes por la noche, si lo intento poniéndose cariñoso y yo lo rechace.

 

Pedro: cariño que te pasa. Si tanto deseabas acostarte con Roberto hazlo. Por esto no quiero que estés enfadada.

 

Yo: no estoy enfadada por esto, sino porque no confías en mí. Si te molesto verme en brazos de Roberto y te pusiste celoso me lo dices y yo lo entenderé.

 

Pedro: si esto hace que te sientes mejor. Me molesto que dejaras que Roberto te metiera mano.

 

Yo, cabreando aún más: ¿lo dices para que me calle?. Tanto te cuesta reconocer la verdad, que te morías de celos.

 

Él se calló. Todo el día lo vi pensativo y pensé que estaba buscando la forma de reconocerlo.

 

Llego el sábado por la noche. Cuando me acosté a su lado vi que estaba muy serio.

 

Pedro: ¿Quieres saber la verdad?

 

Yo: si, toda la verdad

 

Pedro: No te gustará.

 

Yo, mosqueada: quiero saberlo aunque no me guste.

 

Pedro se quedó callado. Yo impaciente: cuéntamelo todo.

 

 

 

La zona intermedia 4: Hay puertas que mejor cerradas

 

Lo que uno sienta por su pareja no tiene por qué ser lo que tu pareja sienta por ti.

 

 

Pedro me miró fijamente y yo aguante la mirada: Quiero saberlo, tengo derecho a saberlo, yo nunca te he ocultado nada.

 

Pedro: Hay una condición.

 

Yo, cabreada: sin condiciones.

 

Pedro: quiero que me escuches hasta el final. Solo te pido esto.

 

Yo: de acuerdo.

 

Pedro: Mira de no interrumpirme.

 

Yo: vale, pero empieza.

 

Pedro: Empecemos por el principio.

Como ya sabes yo y Roberto nos conocimos en las aulas de la universidad. Él era el típico estudiante con ganas de divertirse, bien parecido que sabía encandilar a las chicas. Yo en cambio era el estudiante aplicado para el que lo más importante son sus estudios, bastante tímido y con una habilidad de ligar nula.

Esto hizo que nos entendiéramos bien. Yo me ocupaba de mis estudios y también de los suyos pasándole los apuntes y ayudándole a preparar los exámenes y el me llevaba a fiestas y al presentarme como su amigo lograba tener un cierto éxito. El ligaba con la chica guapa y yo miraba de enrollarme con la amiga menos guapa que la acompañaba. Además viéndole a él en acción, miraba de imitarle con un éxito relativo. Pero comparado con la situación de antes de que nos conociéramos esto era un gran éxito para mí.

 

Cuando terminamos nuestros estudios, nos distanciamos algo, pero la amistad continuó. Y lo normal era que una vez al mes como mínimo nos viéramos. Yo entonces ya tenía un éxito aceptable con las chicas.

Roberto nunca le ha gustado los rolletes de una noche. Según me decía: Una tía que valga la pena no la acabas en una noche, como mínimo se necesitan 5 noches. Las que duran menos no valen la pena. Así que lo normal era que le duraran entre un par de semanas a tres meses. Las que le duraban más de un mes las llamaba “novias” y las que menos “folla-amigas”.

 

Yo le escuchaba nerviosa, preguntándome a donde quería llegar. Lo que me decía en su mayor parte ya lo sabía. Pero controlando mi impaciencia lo deje seguir.

 

Pedro: Recuerdo que llevábamos dos meses sin vernos, ya que coincidió que tuve que hacer unos cursillos fuera. Cuando nos llamamos para quedar. No recuerdo si fue él el que me llamo, o le llame yo, y quedamos a la mañana siguiente para cenar. Me extraño ya que normalmente quedábamos el fin de semana, pero esta vez parecía impaciente. Quedamos en un bar cerca del restaurante.

 

Cuando nos sentamos en una mesa del bar lo primero que me dijo era que había conocido a la mujer de su vida. Yo al oírlo sonreí. Podía hacer una larga lista de las que durante unos pocos meses habían sido las mujeres de su vida. El que supuso lo que pensaba, añadió que esta era distinta y que lo que sentía por ella no lo había sentido antes por ninguna otra chica. Yo no lo contrarié pero recuerdo que pensé que esta le duraría a lo sumo medio mes más. El además me indico que ella nos acompañaría en la cena y ella vendría con una amiga. Esto me hizo recordar los años de universidad, el con la guapa y yo con la menos guapa.

 

Estábamos hablando de diversos temas, principalmente de temas profesionales, cuando sonó su teléfono. En seguida me di cuenta que estaba hablando con su nueva novia. Cuando colgó me dijo que estaba a punto de llegar al restaurante y que la amiga no podía venir que estaba en la cama con fiebre. Yo le dije que si quería lo dejábamos para otro día, así el cenaría a solas con su novia. Pero Roberto no quiso, quería que conociera a su nueva novia.

 

Yo, lo interrumpí: La novia era Montse y la amiga era yo. Vaya la fea.

 

Pedro, sonriendo: Yo no he dicho fea, he dicho menos guapa.

 

Yo: una manera fina de decir fea.

 

Pedro: Tú nunca has sido fea.

 

Yo: recuerdo aquel día, además de fiebre tenía el cuello muy hinchado y no podía tragar nada sólido. Continua cariño.

 

Pedro, se quedó serio y callado durante unos segundos y continuó: Cuando aquella noche conocí a Montse me quede totalmente enamorado de ella.

 

Yo, sin entender en este momento el alcance de sus palabras, o no queriéndolas entender: Si Montse es más guapa que yo y tiene un cuerpazo.

 

Pedro, que se dio cuenta de que no lo había comprendido: No me refiero a solo a su cuerpo, me refiero a todo. A su forma de ser, a su inteligencia, a todo. Me enamore totalmente de Montse.

 

Yo entonces lo entendí. Mi marido me acababa de confesar que se había enamorado de Montse, la primera vez que la vio, en aquella cena a la cual yo no pude asistir. Me quede helada. Sin habla. Mi corazón se detuvo.

 

Pedro continuo: Aquella noche casi no dormí. Tenía claro que Montse era la mujer con la que quería compartir el resto de mi vida. Era la novia de Roberto. Pero tenía una cosa clara, al final Roberto se cansaría de ella. Que le duraría 2 meses, 3, máximo 4. Yo no quería enfrentarme a Roberto para quitarle su novia. Roberto es un buen amigo, más atractivo y más hábil con las mujeres que yo, así que la única alternativa era hacerle una putada. Pero yo no soy así. Decidí esperar. Eso sí tendría que estar cerca de ellos para conocer lo máximo posible a Montse. Y esperar cuando ellos rompieran. Si la ruptura era traumática, Montse me tendría a mí para consolarla. Y si era amistosa, yo sería el sustituto de Roberto.

 

Yo lo corte: estás enamorado de Montse, por eso no quisiste el intercambio.

Añadí confusa: Pero tendría que ser lo contrario. Tendrías que estar encantado de poder hacerle el amor.

 

Pedro: déjame continuar y lo entenderás. Ya te dije que algunas cosas no te gustarían. No pienso detenerme quiero que lo sepas todo. Cálmate. Pero quiero que tengas claro una cosa. Yo nunca te dejare, quiero permanecer toda mi vida a tu lado.

 

Yo, mire de calmarme al escucharle decir esto. En aquel momento no me di cuenta que él no me había dicho que me quería o que ya no la quería a ella. Y le dije que continuara.

 

Pedro: yo me preocupe por estrechar mi relación con Roberto. Así el siguiente fin semana salí con Montse y Roberto. Montse me hablo de ti, que eras su mejor amiga y que solíais salir juntas, ya que eras una chica muy formal y a sus padres les gustaba que salierais juntas ya que ella era un poco demasiado atrevida según ellos. Me contó que estabas convaleciente y que seguramente el próximo fin de semana te conocería. Como así fue. El siguiente fin de semana salimos los cuatro. A mí me pareciste una chica normalita. Pero tenía claro que tenía que agradarte a ti ya que así saldríamos los cuatro juntos. No podía correr el riesgo que tú quisieras salir con otro y yo me quedara fuera. Así que me esmere en agradarte.

 

Yo: y no sabes hasta qué punto me agradaste. Me enamore de ti aquella noche.

 

Pedro: Yo no me di cuenta de ello. Lo que sí que me di cuenta es que te sentías cómoda conmigo que era lo que yo quería. Yo no quería que te enamoraras de mí. Yo solo quería una relación de buenos amigos. Ni siquiera de folla-amigos. No quería que cuando Montse y Roberto rompieran ella pensara que entre tú y yo había algo más que amistad.

 

Yo: ahora comprendo muchas cosas. Cuando yo intentaba intimar más contigo tú me rechazabas pero de forma muy delicada. Recuerdo que me tenías confusa. Recuerdo que me pegaba a ti cuando bailábamos para provocarte y notaba que te excitabas, pero cuando me llevabas a casa lo máximo que conseguía era un suave beso en los labios o una caricia en mi mejilla, cuando yo deseaba que te lanzaras y me hicieras el amor.

 

Pedro: Y mira que lo intentaste. Poniéndote sexy, provocándome. Buscando mil y una excusa para que subiera a tu casa cuando tus padres no estaban. Me lo ponías muy difícil.

 

Yo: Y yo no lo entendía, por un lado me mimabas para que continuáramos saliendo y por otro cuando yo me ofrecía a ti tú no respondías. Recuerdo que se lo comenté a Montse y esta se lo pregunto a Roberto. Y llegaron a la conclusión que como que eras algo tímido debías estar enamorado y no querías precipitarte. Y yo como una tonta creí que estabas enamorado de mí y que tenías miedo de hacer algo que provocara mi rechazo.

 

Pedro: Los meses iban pasando, 2, 3, 4, 5 y la relación entre Montse y Roberto en vez de debilitarse cada día era más fuerte. Cuando por el me entere que le iba a pedir matrimonio, comprendí que Montse nunca seria mía. Por otro lado tu cada vez estabas más provocativa. No sabes la cantidad de pajas que me hice por tu culpa. Y luego me sentía mal ya que en cierto modo estaba traicionando a Montse. Por esto tome una decisión. Tenía una oferta de trabajo fuera de la capital. No era nada del otro mundo. Pero yo necesitaba romper con todo, irme y replantearme mi vida. Mi vida sin Montse.

 

Yo: por esto desapareciste. Yo intente que quedáramos, pero tú te negaste argumentando que ibas saturado por tu nuevo trabajo.

 

Pedro: Esto al principio era cierto. Pero la causa principal era que quería estar solo. Tenía una puerta que cerrar. La de mi vida con Montse. Y esto era muy duro. Perder el amor de tu vida sin poder decirle lo mucho que la quieres. No sabes lo duro que era bailar con Montse manteniendo las distancias, como un buen amigo de Roberto. Tener sus labios a centímetros de los tuyos sin poder probarlos.

 

Yo: Te entiendo. Lo que tú deseabas hacer con Montse era lo que yo deseaba que tú me hicieras. Que me estrecharas entre tus brazos. Que me besaras apasionadamente.

 

Pedro: Yo, o no contestaba tus llamadas, o buscaba escusas para no vernos. Y poco a poco dejaste de llamarme.

 

Yo: llego un momento en que me convencí que tú no me querías, que mi amor por ti me hizo ver un espejismo. Y creer que era tu timidez era el obstáculo que impidió que no hiciéramos el amor. Yo tenía a Montse a mi lado para consolarme y empecé a salir con otros chicos. Según ella “un clavo saca a otro clavo”. Y algunos de los chicos con los que salí, lo que querían es clavar un buen clavo.

 

Él quería continuar pero lo detuve. Si él era totalmente sincero, yo también lo seria: Pase unos meses descontrolada. Con ellos recupere todo el sexo que tu no quisiste darme. Pero al final terminaba con un sabor amargo. Ellos me follaban y yo lo que quería era que me hicieran el amor. Que tú me hicieras el amor. Lo siento, quizá te debía haber contado esto.

 

Pedro: No tenías porque. Eras libre y podías hacer lo que quisieras. De hecho yo también empecé de nuevo a salir con chicas. Y me acosté con algunas. Pero yo no buscaba sexo. Tenía claro que renunciar a Montse, no quería decir renunciar a tener una familia. Cuando uno es hijo único, uno sabe que es responsable de dar a sus padres el mayor de los regalos que se les puede dar, los nietos. Así que me plantee buscar una buena chica y formar una familia. Pero había un problema. Las compara con Montse y veía que eran demasiado diferentes de ella. Yo buscaba una chica que fuera similar a Montse.

 

Yo, con amargura: por esto terminaste pidiéndome matrimonio, porque en ciertos aspectos yo y Montse nos parecemos.

 

Pedro: déjame continuar. Cuando Roberto y Montse me invitaron a su boda yo acepte. Para mí la puerta de un futuro con Montse estaba cerrada, pero quería estar seguro de ello. No quería perderlos como amigos. Al fin y al cabo ellos no sabían nada de mis sentimientos. Roberto siempre creyó que miraba a Montse o como la novia de un amigo o como una tía buena, cosa que a él no le disgustaba. Unos meses antes de su boda coincidimos, y Roberto con unas copas de más me contó cosas de la intimidad de él y Montse. Fue cuando me entere de sus habilidades y también de su gusto por el sexo anal.

 

Yo: si es verdad, en esto no nos parecemos.

 

Pedro: Más por educación que por otra cosa le pregunte a Roberto por ti. Él me dijo que estabas saliendo con un musculitos mulato. Que según le habías comentado a Montse muy bien dotado.

 

Yo, note que me ponía colorada: si estaba muy bueno y muy bien dotado. Pero era un borde engreído. Yo era una más en su larga lista de ligues. Intento darme por el culo. Y como me negué intento forzarme. Yo le deje hacer. Cuando se creía, el imbécil, que me tenía totalmente sumisa y se descuidó. Le di un rodillazo en los huevos y lo mande a él a tomar por el culo.

 

Pedro: cuando llego el día de su boda mi sorpresa fue que tú estabas sola y nos pusieron juntos.

 

Yo: eso en parte fue cosa mía. Montse me dijo que tú estarías, mi primera reacción fue que me pusiera en la otra punta. Me sentía enojada contigo por no haberte enamorado de mí. Pero después de darle vueltas y darme cuenta que mi enojo era en parte ocasionado porque aún estaba enamorada de ti y por otra parte era por ser un amor no correspondido. Y al fin y al cabo si tú no sentías lo mismo que yo sentía por ti no era tu culpa. Así que pensé que después del puto mulato, estar contigo, alguien que siempre me había tratado con respeto, con demasiado respeto, sería un buen cambio. Además dicen que la distancia hace que se valoren más a los amigos. Y seguramente era la última oportunidad de estar juntos.

 

Pedro: Esto no lo sabía. Me gustó mucho volver a estar contigo. Recordaba todos los calentones que me provocaste y me apetecía terminar en la cama contigo, en parte para vengarme y en parte para dejar bien cerrada la puerta de mi relación con Montse.

 

Yo, recordando lo que paso en la boda y después en el hotel, me anime: ¿Después de la noche de sexo que pasamos en el hotel, te enamoraste de mí?

 

Pedro, algo triste: No, estuvo bien pero yo esperaba otra cosa.

 

Yo: Quee!!!. Pero si terminamos hechos polvo.

 

Pedro: Mira, como te dije Roberto me dijo que a Montse le encanta el sexo anal. Yo pensé que a ti también te gustaría. Y a mí me apetecía hacerlo contigo. Lo intente y vi que a ti no te gustaba y me conforme.

 

Tenía razón, el entonces no sabía que yo tenía pánico al sexo anal. El en aquel momento no sabía que yo había tenido muchos problemas de hemorroides y lo había pasado muy mal. Al final, después de operarme el problema se solucionó, pero cabía la posibilidad que se repitieran en el futuro, por esto mi ano era zona prohibida.

 

Pero entonces, apareció la gran duda: No entiendo ¿porque coño me dijiste que me querías y me pediste que me fuera a vivir contigo?

 

Pedro: Recuerdas que me dijiste cuando nos estábamos recuperando.

 

Yo, agobiada: solo recuerdo que te dije que te quería y tú me dijiste que me querías. ¿Me mentiste?

 

Pedro: me dijiste mucho más. Me dijiste cuando te enamoraste de mí. Cuanto me deseabas. Lo mal que lo pasaste cuando me fui. Y entonces comprendí hasta qué punto tú estabas enamorada de mí. Me di cuenta que lo que tu sentías por mí era lo que yo sentía por Montse. Yo nunca podría ser feliz al lado de Montse, yo había tenido que renunciado a su amor. Pero si podría hacer que tú fueras feliz a mi lado. Podría hacer que tú no tuvieras que renunciar a la persona que amabas. Por esto te dije que te quería.

 

Yo intente hablar, pero Pedro me lo impidió poniendo uno de sus dedos sobre mis labios.

 

Pedro: No te mentí. O no del todo. Te quería pero como se quiere a una amiga, a una buena amiga. Y sabía que eras la persona perfecta para formar una familia. Y durante todo este tiempo he hecho todo lo posible para que fueras feliz. Y he intentado que creyeras que yo te quería de la misma forma que tú me quieres a mí.

 

Yo no pude aguantar el llanto. Tenía sensaciones raras y encontradas. Por un lado mi marido, el amor de mi vida me había confesado que amaba a otra. Había tenido que renunciado a este amor, a ser feliz con ella. Y por otro lado había hecho todo lo posible para que yo fuera feliz dejando que creyera que él me amaba como yo a él.

 

Yo me tapaba la cara con las manos intentando controlar mi llanto. Note como el me empezó a acariciar mis cabellos. Yo separe las manos de mi cara y lo mire. Vi como unas lágrimas se deslizaban por sus mejillas. El ver que el también lloraba me reconforto y lo abrace. Durando unos minutos ambos permanecimos callados abrazados llorando. Nos separamos ligeramente y nos miramos. No sabía que decirle. El entendiendo mi situación continuó con su relato.

 

Pedro: El otro día cuando Montse se apretó contra mí y me beso, me sorprendió. La rechace preguntándole que hacía. Y ella me dijo que querías hacer un intercambio, y me señalo a ti y a Roberto y vi que estabais abrazados y lo besabas. Me di cuenta que lo que me decía Montse era verdad. Y me asuste. Lo que sentía por Montse era una puerta cerrada que debía permanecer cerrada. No podía tener sexo con Montse, no estaba preparado para algo así. Necesita tiempo para pensar. Así que pretexte el cansancio y hui. Pero de la misma manera que tenía dudas sobre mí, no dudaba que tú me amabas a mí, y con Roberto solo tendrías sexo, y si esto te hacia feliz yo no podía negártelo, aunque no es que me entusiasmara la idea. Entiéndelo yo no podía permitir que esta puerta se abriera.

 

Los dos nos quedamos en silencio. Comprendí claramente el porqué de su rechazo a Montse. En el fondo lo había hecho por mí. Y de dentro de mí me salieron estas palabras: Tienes razón cariño, hay puertas que mejor dejarlas cerradas.

 

La zona intermedia 5: la pirámide del amor

 

Pedro le explica a Asun su amor por ella.

 

Durante un rato permanecimos abrazados besándonos y acariciándonos.

Una sensación iba creciendo dentro de mí. Sentía que mi alma se llenaba de agradecimiento hacia Pedro. El me besaba con ternura, como a mí me gustaba. Me di cuenta que él sabía lo que me gustaba, sabia como hacerme feliz. Pero si el no sentía lo mismo que yo ¿qué podía hacer para corresponderle?.

 

Entonces me di cuenta que había algo que él había deseado y yo le había negado, el sexo anal. Así que separándome de él me levante. Recordé que hacía tiempo me habían dado una muestra de lubricante. La busque, mire que no estuviera caducada. Volví a la cama y se lo di: quiero que estrenes mi ano.

 

El me miro sorprendido y me sonrió: no lo voy a hacer, cuando te lo pedí no sabía lo mal que lo habías pasado con las hemorroides.

 

Yo: deseo que me lo hagas.

 

Pedro lo comprendió enseguida. Abrazándome me atrajo hacia él y me beso.

 

Pedro: no lo voy a hacer, sé que tú lo pasarías mal. No quiero que pienses que estas en deuda con migo y que me intentes compensar. Mi compensación es verte feliz y lo único que te pido es que las cosas continúen igual entre nosotros.

 

Yo: pero tú no me quieres.

 

Pedro: esto no es así

 

Yo, triste: no me quieres como al amor de tu vida, supongo que me quieres como una amiga.

 

Pedro: cuando te he contado que di la excusa de mi cansancio era para pensar. Y esto es lo que he hecho. Creo que el amor entre las personas es como una pirámide, caso aparte es el amor que se siente por los hijos o por los padres.

Cuando uno encuentra el amor de su vida este se coloca en el vértice de la pirámide. Es el máximo del amor y es exclusivo, en el vértice solo puede haber una persona. En la base de la pirámide hay una zona ocupada por el amor que sentimos por nuestros hermanos, parientes y amigos. Pero entre esta zona y el vértice hay una zona intermedia. Al principio el amor que sentía por ti estaba en la zona de la base. Era lo que sentía, por una amiga, una buena amiga. Pero durante estos años de convivencia, sin ni darme cuenta, lo que sentía por ti ha cambiado. Poco a poco te has introducido en la zona intermedia y has ido subiendo en la zona intermedia de la pirámide hasta llegar a la situación actual, muy cerca del vértice. En mi caso en el vértice esta Montse, pero la puerta está cerrada y es una zona inaccesible. Así que lo que siento por ti es el máximo amor que yo puedo sentir.

 

Yo, dejando escapar unas lágrimas: Para mí tú estás en el vértice. Siempre has estado en mi vértice y siempre estarás en él.

 

Pedro: lo sé.

 

Las palabras dejaron paso primero a los besos, luego a las caricias y finalmente, dulcemente, hicimos el amor.

 

A partir de este día nuestra relación de pareja cambio. Nunca habíamos estado tan unidos. Ahora que sabía lo que el sentía por mi valoraba más sus besos, sus caricias, sus atenciones. Y yo me esforzaba más en complacerlo.

 

Respecto a nuestra relación con Montse y Roberto, al principio, esta continuó. Dejamos que ellos creyeran que el intercambio fallido era porque Pedro no soportaba verme en brazos de otro. Ellos no volvieron a hablar del tema de los intercambios, supongo para no crear una situación tensa entre nosotros. Pero poco a poco nuestros encuentros se fueron espaciando y bajando de intensidad. Me di cuenta que era porque se relacionaban con nuevos amigos, y con el tiempo descubrí que estos amigos eran amigos con los que hacían intercambios.

 

Habían pasado unos tres años después del intercambio fallido, cuando pocas semanas antes de vacaciones, Montse me llamo y me pidió si podríamos vernos. Cosa que acepte, cuando hable con ella me pareció preocupada.

Cuando llego a casa, nada más verla ya supe que algo grave pasaba. No tuve que preguntar.

 

Montse: Yo y Roberto hemos roto.

 

Yo no supe que responder.

 

Montse triste: Se acabó, nos estamos divorciando.

 

Yo: no sabes cómo lo siento, no sé qué decir.

 

Montse: Si pudiera volver atrás. Pero llega un momento que no se puede. Tu relación está rota y no tiene arreglo.

 

Yo: Tú y Roberto estabais muy unidos y os queríais, seguro que podéis arreglarlo.

 

Montse: No. Las cosas han llegado demasiado lejos. Te envidio, si no fuera por Pedro quizá tú estarías como yo. Fue una suerte que el rechazara los intercambios.

 

Yo: habéis roto por culpa de los intercambios.

 

Montse, con amargura: Si. Primero todo iba bien. Hasta nuestra relación de pareja mejoro. Pero luego, sin darte cuenta vas bajando la guardia, y las líneas rojas que habíamos decidido no pasar se van difuminando. Aceptas gente que antes rechazarías. Primero como un juego dejas que se vayan introduciendo en tu intimidad, y llega un momento que ellos desplazan a tu pareja, y cuando te das cuenta y quieres reaccionar, te das cuenta que te quedas sola que tu pareja no te sigue que está pendiente de otras. Y todo se desmorona a tu alrededor.

 

Yo quería preguntarle para saber con más detalle lo que les había pasado, pero al ver la amargura en sus ojos, no me atreví.

 

Montse: quisiera pediros un favor a Pedro y a ti.

 

Yo: cuenta con ello lo que este en nuestra mano hacer, lo haremos.

 

Montse: como comprenderás esto ha afectado mucho a los niños. Ellos están muy irritables. Y la verdad no estoy con ánimos para enfrentarme a ellos. Al final ellos son unas víctimas inocentes. Sé que Roberto tampoco sabe muy bien cómo manejar los, él quiere dejar que pasen las vacaciones con sus padres, pero yo no quiero que mis suegros tengan que ocuparse de ellos en este momento. Por esto yo he pensado que si no tenéis inconveniente yo y los niños pasaríamos las vacaciones con vosotros. Sé que mis hijos y los tuyos se entienden bien, y que a vosotros os respetan. Y teneros como referencia sería lo mejor para ellos. En esto es en lo único que Roberto y Yo estamos de acuerdo.

 

Yo solo podía decir una cosa: Puedes contar con ello, entre todos haremos que tus hijos pasen unas buenas vacaciones y que superen vuestra ruptura.

 

Montse, dejando escapar unas lágrimas: gracias amiga, sabía que podía contar con vosotros y no sabes cómo lo necesito.

 

Quedamos de acuerdo con los detalles y acordamos que pasaríamos las vacaciones todos juntos, Montse y sus hijos, y yo y Pedro con nuestros hijos. Los padres de Pedro tienen una casa bastante grande en la costa con jardín y piscina, y como que mis suegros este año no estarían ya que pasarían las vacaciones fuera, todos nos podríamos acomodar en la casa.

 

Cuando Montse se fue, yo empecé a ser consciente de la situación. Si Montse y Roberto se divorciaban, Montse estaría libre. Se me hizo un nudo en la garganta. ¿Qué haría Pedro?. Abriría la puerta. Intentaría conquistar a Montse. Y yo ¿podría impedirlo?. En este momento hubiera preferido que Montse no me hubiera pedido que pasáramos las vacaciones juntos. Pero no podía negarme. Montse y sus hijos lo necesitaban. Y que escusa podía darle yo: no podemos estar juntos porque mi marido está enamorado de ti.

 

Me sentía angustiada y asustada. ¿Perdería a Pedro?. Si él quería irse con Montse ¿tenía derecho a oponerme?. El durante estos años había hecho lo posible para hacerme feliz. Y si ahora que Montse estaba libre quería ser feliz con Montse, yo no podía oponerme. Lo quería y lo que no podía hacer es impedirle su felicidad. Se lo debía. Además me quedaba claro que Montse estaba en el vértice de su pirámide del amor y yo solo estaba en la zona intermedia. Y Montse deseaba, necesitaba sentir con ella un hombre que la amara, que la sacara de su amargura y la hiciera feliz.

 

Cuando Pedro llego, no me atreví a contarle la visita de Montse. Pretexte problemas intestinales para disimula mi mala cara. Aunque sospeche que Pedro intuía que algo pasaba, pero acepto mis excusas. Creo que el tubo claro que yo necesitaba tiempo y decidió darme el tiempo que necesitara.

 

Yo necesitaba tiempo para asimilar la situación y decidir qué hacer, decidí descansar esa noche y esperar a la mañana siguiente, más tranquila, decidir qué hacer. Pero aquella noche comprobé que me había subestimado a mí misma.

 

 

 

La zona intermedia 6: como los jinetes del apocalipsis

 

 

Saliendo de la noche, unos oscuros jinetes vienen a traer el miedo, la duda, la angustia y el dolor al corazón de Asun.

 

Me acosté inquieta. Intente relajarme para dormir, me encontraba cansada y lo necesitaba. Tenía claro que había hecho lo correcto al aceptar que Montse y sus hijos pasaran las vacaciones con nosotros. Pero tenía miedo por lo que podía pasar en estas vacaciones. ¿Qué haría mi marido cuando supiera que Montse estaría libre? Ella estaba en el vértice de su pirámide y yo en la zona intermedia. Claro que estaban nuestros hijos, nuestra familia. ¿Rompería nuestra familia para formar otra con Montse?. Tenía muchas dudas y sentía la angustia de saber que me iba acercando al fin de mi matrimonio de forma inexorable. Y notaba en mi corazón que perdería a mi marido para siempre. Sabía que yo tenía las de perder. Sabía lo que el sentía por Montse y físicamente Montse era superior a mí.

 

Al final me logre dormir. De repente me sentí transportada al pasado a aquel día en que intentamos hacer un intercambio. Rápidamente llegue al momento en que Roberto me saco a bailar. Volví a notar su acercamiento, sus caricias, sus palabras halagadoras. Sentí sus labios sobre los míos. Y llegue hasta el instante en que vi que Montse besaba a Pedro. Y entonces todo cambio. Deje de sentir a Roberto. Me quede mirando a Montse y a Pedro esperando el momento en que Pedro rechazaba a Montse y se marchaba pretextando que estaba cansado. Pero esto no se produjo. Pedro abrazo a Montse estrechándola contra su cuerpo mientras la empezó a besar apasionadamente. Sin dejar de besarse una de las manos de Pedro se deslizo por su espalda hasta llegar a su culo mientras que sus cuerpos ligeramente separados me permitieron ver que la otra mano de Pedro amasaba una de las tetas de Montse, mientras que Montse con una de sus manos sobaba el paquete de Pedro.

 

Yo estaba allí paralizada viéndolo todo. Vi como poco a poco, sin dejar de besarse se fueron desprendiéndose de sus ropas. Los vi acariciarse desnudos. Vi como restregaban sus cuerpos inflamados de deseo. De repente vi como habíamos cambiado se sitio. Estábamos en nuestro dormitorio, al lado de nuestra cama. Pedro hizo que Montse se tendiera en la cama. Él se colocó encima devorándole los pechos. Luego se colocó entre los muslos abiertos de Montse y la penetro. Ambos empezaron a gemir siguiendo el ritmo de los envites de Pedro. Entonces me di cuenta que al otro lado de la cama había un espejo. Un espejo que en la realidad no existe. Me mire en el espejo y vi mi cara demacrada y que unas lágrimas resbalaban por mis mejillas. Volví a mirar a Pedro y a Montse que continuaban follando. Vi como ambos se corrían a la vez. Vi en su cara la satisfacción por el placer que habían experimentado y entonces oí a Pedro decir: Montse te quiero. Entonces note como su imagen se iba alejando de mí, cada vez se hacía más pequeña, hasta que desapareció y me sentí sola en la oscuridad. Entonces desperté. Lo primero que hice fue ver si Pedro continuaba a mi lado. Estaba sudorosa y angustiada. Recordaba todas las historias en que se producían sueños premonitorios. Y tenía la sensación que este sueño era una premonición de la destrucción de mi matrimonio.

 

El resultado de esta noche fue que me sintiera peor, el miedo, la duda, la angustia y el dolor que sentía aumentaron. Mi única esperanza era que Montse me llamara y me dijera que no pasaríamos las vacaciones juntos. Pero esta llamada no se produjo. Si el día anterior no me había atrevido a hablar con Pedro, ahora menos. Hablar con Pedro para mí era el principio del fin de mi matrimonio.

 

Pero necesitaba descansar, así que fui a la farmacia y les pedí un somnífero el más fuerte posible que me pudieran dar sin receta médica. Me dieron unas pastillas indicándome que tomara una media hora antes de dormir. Me leí el prospecto y como que vi que era posible tomar tres pastillas me las tome. A Pedro le dije que tenía jaqueca y me habían recetado estas pastillas.

 

Las pastillas hicieron su efecto y al cabo de una hora ya estaba dormida. El problema es que sobre las tres de la madrugada debió de finalizar su efecto y volví a soñar.

Soñé que me despertaba en nuestro apartamento de la playa. Pedro dormía a mi lado. Durante las vacaciones Pedro le gusta levantarse tarde. Me levanto y preparo las cosas para ir a la playa. Se levantan mis hijos y los hijos de Montse impacientes para ir a la playa. Cogimos las cosas y nos vamos andando hacia la playa, esta no está demasiado lejos. Como sucede en los sueños no pienso en donde estará Montse. Cuando estamos a medio camino coincidimos con unos niños amigos de los míos que van con sus padres. Estos se dirigen al Club deportivo y convencen a mis hijos y a los de Montse que vayan con ellos. El Club deportivo funciona muy bien, por un precio razonable puedes dejar a tus niños al cuidado de monitores Ellos se lo pasan bien y tú sabes que están en buenas manos.

Dejo a los niños y decido volver al apartamento. Cuando Pedro despierte iré con él a la playa y después a buscar a los niños.

Entro en el apartamento. Me llegan a mis oídos gemidos.

Entonces pienso que Montse está en el apartamento. Aturdida me acerco hasta nuestro dormitorio. La puerta está abierta. Miro dentro.

Montse está a cuatro patas, y Pedro detrás se la folla cogida por sus caderas.

Los dos están gimiendo. Pedro baja el ritmo. Sus manos dejan las caderas de Montse hasta alcanzar sus pechos. Mientras la folla despacio amasa sus tetas, disfrutando de ellas. Ella le deja hacer. Cuando se cansa busca su clítoris para masajearlo y finalmente la vuelve a tomar por las caderas y la vuelve a follar a buen ritmo.

Siento como ambos se corren.

Me aparto de la puerta para que no me vean. Les oigo resoplar recuperándose.

Y entonces oigo como Pedro dice: Montse quieres casarte conmigo. Y ella responde: Si.

Y yo me despierto gritando: No. Pedro está a mi lado. Lo he despertado. Me pregunta si estoy bien. Le digo que sí que solo ha sido una pesadilla y que se duerma.

Yo no me vuelvo a dormir. Un sudor frio inunda mi frente. Ya casi no siento miedo, estoy convencida que este sueño y el del día anterior son premonitorios. Siento que estas vacaciones serán las últimas. No creo que mi matrimonio sobreviva a ellas. Sin duda voy a perder a Pedro. Y no lo puedo culpar. Durante los años que llevamos juntos él me ha hecho muy feliz y ahora es su turno de que él sea feliz con Montse. Solo queda la angustia de lo inevitable y el dolor de perderlo.

 

El día ha pasado lentamente. Un día de angustia y dolor. No puedo parar lo inevitable. He decidido contarle a Pedro lo que le ha pasado a Montse y lo que me ha pedido. No voy a intentar parar lo inevitable.

 

Espero a finalizar el día y que estemos los dos solos en la intimidad de nuestra alcoba.

Le doy la noticia del fin de la relación de Montse y Roberto, y de su divorcio. Como me paso a mí cuando me lo dijo Montse a él también le cuesta creerlo. Le cuento todo lo que hable con Montse. Los dos lamentando su ruptura. Creo que él no ha asumido que ahora Montse estará libre. No me atrevo a preguntar qué piensa hacer.

Le cuento la situación de Montse y de sus hijos, y su solicitud de pasar las vacaciones juntos, que yo he aceptado. Él está totalmente de acuerdo con mi decisión. Me comenta que antes de ir de vacaciones deberemos hablar con nuestros hijos para que se hagan cargo de la situación y nos ayuden a normalizar la relación de Montse con sus hijos.

 

Nos quedamos en silencio. No puedo aguantar más: Pedro que piensas hacer.

El me mira sin acabarme de entender. Pedro: A que te refieres.

Yo: Con el divorcio Montse volverá a estar libre.

Pedro se queda mirando mis ojos durante unos segundos interminables. Creo que ve en ellos el miedo, la angustia, la duda y el dolor, y se da cuenta de lo que siento.

 

Él me toma mi mano y la levanta hasta la altura de mis ojos.

 

Pedro: El día que decidí ponerte esta alianza acepte el compromiso de hacer todo lo posible para hacerte feliz. Ya sé que actualmente la gente no duda en romper sus compromisos buscando su felicidad y su placer sin importarles si hacen daño a sus parejas, pero yo debo ser un hombre anticuado, de otro tiempo. Yo nunca haré algo que pueda hacerte infeliz. Ni la posibilidad, ni la certeza de ser más feliz o de disfrutar más de la vida con otra persona harán que yo rompa mi compromiso contigo. A tu lado soy feliz, y mi felicidad nace del hecho de saber que tú eres feliz.

 

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Solo había pensado en el amor que Pedro sentía por Montse, él lo deseable que era Montse, y no me había dado cuenta de cómo era Pedro. De su nobleza de espíritu. El miedo, la angustia, la duda y el dolor desaparecieron. Abrazándolo busque sus labios. Nuestros cuerpos se buscaron ansiosos e hicimos el amor. Al terminar me quede dormida abrazada a él. Aquella noche dormí feliz, segura de que Pedro nunca me dejaría.

 

 

 

La zona intermedia 7: las vacaciones

 

 

Mi felicidad nace de tu felicidad

 

A la mañana siguiente contenta, tranquila y segura llame a Montse para hablar de las vacaciones ya que solo faltaban un par de semanas para empezarlas. La note bastante abatida con los problemas que tenía con sus hijos. La intente animar. Creo que lo logre en cierta medida. Cuando una se siente feliz tiende a transmitir esta felicidad a los demás.

 

Los hijos de Montse estaban muy rebotados la culpaban de la ruptura de su familia. Necesitaban un poco de mano dura, cosa que Montse no se atrevía a hacer. Por un lado se sentía culpable por la situación y por el otro, según me confeso, en los últimos tiempos habían dejado bastante desatendidos a sus hijos. Yo y Pedro lo tuvimos claro e impusimos nuestra autoridad a los hijos de Montse y tuvimos la colaboración de nuestros hijos con los que habíamos hablado para que comprendieran la situación de sus amigos.

 

A los pocos días la situación se había normalizado. Los niños, los nuestros y los de Montse, se portaban bien disfrutando de las vacaciones. La relación de Montse con sus hijos mejoro considerablemente, lo que contribuía a que mejorara su estado de ánimo, y empezara a disfrutar de las vacaciones.

 

La relación entre yo, Montse y Pedro era muy buena. Mi relación con Montse siempre había sido la de buenas amigas, casi hermanas. La relación de Pedro con Montse cambio, si antes era de amistad con la pareja de un buen amigo, ahora era una amistad más estrecha. Pedro la trataba cariñosamente como si fuera una hermana. Esto no me molestaba, más bien lo contrario. Montse era una buena amiga que lo estaba pasando mal y entre Pedro y yo hacíamos lo posible para ayudarla.

 

Como es lógico, el calor, la playa, hacía que fuéramos ligeritas de ropa y más de una vez pille a Pedro contemplando excitado las formas de Montse. Ella siempre fue más atractiva y deseable que yo, además ella se había cuidado más, lo que hacía que esta diferencia hubiera aumentado. Pedro intentaba disimular, pero no podía evitar excitarse. Esta excitación dio como resultado unas ardientes noches, que hacía tiempo que no habíamos tenido. Además al estar Montse, ella se ocupaba de los niños, esto hacia que Pedro y yo pudiéramos estar solos más tiempo. Montse, que estaba agradecida por el cambio de actitud de sus hijos nos animó a salir por la noche. Cosa que con los niños solo podíamos hacer en contadas ocasiones. Empezamos a salir casi todas las noches. Cuando volvíamos a la casa terminábamos haciendo el amor y nos dormíamos rendidos. A la mañana siguiente nos levantábamos tarde, ya que Montse se levantaba pronto y se ocupaba de los niños y los llevaba a la playa, y a media mañana nos encontrábamos con ellos.

 

Llevábamos un par de semanas de vacaciones, cuando mientras yo y Montse estábamos solas en casa preparando la comida Montse me dijo: Asun quería pedirte un favor.

 

Yo: cuenta con ello, ¿qué quieres?

 

Montse: esta noche, u otro día, cuando a ti y a Pedro os vaya bien, me gustaría salir por la noche a divertirme.

 

Yo: claro mujer, si quieres esta noche mismo nosotros nos quedamos con los niños y tú sal y diviértete. Creo que hemos sido un poco egoístas y hemos abusado de ti usándote como canguro.

 

Montse: lo he hecho con mucho gusto. Pero la verdad es que lo necesito. Necesito salir, divertirme y que me follen bien follada.

 

Yo, sorprendida: Chica no te pases, una cosa es salir a bailar y otra es follar con vete a saber quién. Hay mucho machito loco con ganas de aprovecharse.

 

Montse: mira necesito desahogarme. Llevo ya muchas noches sola.

Montse, mirándome de forma divertida: Y últimamente cada noche me tengo que masturbar ya que oigo a cierta chica disfrutando a base de bien.

 

Yo, poniéndome colorada: ¿Tanto se me oye?

 

Montse: ni que lo digas, la pared entre nuestros dormitorios es solo un tabique, y cuando os ponéis a follar, en el silencio de la noche, se os oye que no veas.

 

Yo: dios que vergüenza. ¿Porque no me lo dijiste?

 

Montse: no te lo dije porque me encanta que seáis felices y que disfrutéis, aunque, para serte sincera, me dais un poco de envidia.

 

Yo: miraremos de ser más silenciosos.

 

Montse: no, si me encanta oíros.

 

Yo: si quieres esta noche sal a divertirte y nosotros nos quedaremos con los niños. Pero ten cuidado y si tienes algún problema no dudes en llamarnos, y Pedro te vendrá a buscar.

 

Durante el resto del día estuve preocupada, conocía a Montse y cuando necesitaba desahogarse con unas copas de más podía hacer locuras. Este era un motivo por lo que ella quería que saliéramos juntas cuando estábamos solteras, ya que yo aguanto bien la bebida y cuidaba de ella en estos casos.

Después de darle muchas vueltas tome una decisión.

Normalmente, si los niños estaban cansados, después de cenar y acostar a los niños era cuando nos arreglábamos y salíamos. Este día los niños estaban cansados, así que después de acostarlos Montse se fue a arreglar para salir.

 

Entonces hable con Pedro, que ya sabía que esta noche Montse saldría a divertirse: Quiero que vayas con Montse.

 

Pedro que sabía de mi preocupación: Esta bien, la acompañare, aunque no sé si podré controlarla.

 

Yo: Si que la podrás controlar, porque quiero que seas su pareja.

 

Pedro: Pero ella busca desahogarse.

 

Yo: Que se desahogue contigo.

 

Pedro, mirándome fijamente: sabes lo que dices.

 

Yo: Si, quiero que salgas con ella que te diviertas con ella. Si ella quiere follar te la follas. Y hazle el amor. Quiero que habrás la puerta y saques todo el amor que sientes por ella.

 

Pedro, perplejo: Estas segura de lo que me pides.

 

Yo, tome su mano, y enseñándole su alianza: Dime la verdad. Pase lo que pase entre tú y Montse ¿esta alianza permanecerá en tu dedo?.

 

Pedro, sin dudar: si, tú siempre serás mi esposa.

 

Yo: pues esto me basta. Ahora quiero que tú disfrutes de Montse y seas feliz con ella. Como tú dijiste, tu felicidad es mi felicidad.

 

Pedro: pero tú lo pasaras mal.

 

Yo: quizá me ponga un poco celosilla.

 

Pedro: Lo haré con la condición de que si te sientes mal me lo digas.

 

Yo: lo acepto.

 

Y nos besamos apasionadamente.

 

Al cabo de un rato apareció Montse. Tanto yo como Pedro nos quedamos con la boca abierta. Llevaba un vestido azul brillante que dejaba la mayor parte de su espalda al descubierto, por delante tenía un escote en V que dejaba a la vista sus tetas que estaban solo cubiertas por la fina tela del vestido en la que se marcaban sus pezones. Para mantener es su sitio el vestido una fina cinta, en la parte superior de su espalda, mantenía los tirantes del vestido en su sitio. El vestido llegaba a media pierna, sin ceñirse a su cuerpo marcaba claramente sus formas al moverse, y dejaba adivinar la presencia de unas bragas bajo el vestido. Completaba su vestido unas medias blancas y unas sandalias blancas de tacón adornadas con flores azules.

 

Montse, sonriendo: ¿qué os parece, estoy guapa?

 

Pedro: estas impresionante.

 

Yo: súper sexy, serás la reina del baile sin lugar a dudas.

 

Yo: Pedro te acompañara.

 

Montse: no es necesario.

 

Yo: si lo es. Pedro será tu pareja. El cuidara de ti.

 

Montse, poniéndose seria: Asun, ya sabes lo que quiero.

 

Yo la corte: Cualquier cosa que quieras Pedro te la puede dar.

 

Yo, para que lo tuviera claro: Pedro te acompañara, bailara contigo, te hará disfrutar y te follara bien follada. No creo que ningún tío que puedas conocer esta noche pueda darte más. Con la diferencia de que Pedro te quiere y hará todo lo posible para que seas feliz, mientras que estos buscarían más su placer que el tuyo.

 

Montse se me quedo mirando durante unos segundos: La verdad es que no creo que pueda tener mejor pareja.

 

Yo: Venga id a divertiros. Mañana por la mañana yo me ocupare de los niños ya que seguro que estaréis los dos hechos polvo.

 

Montse, sonriendo: no sé si estaremos hechos polvo. Pero lo que es seguro es que echaremos unos cuantos polvos.

 

Y se marcharon cogidos del brazo.

 

Yo me fui a dormir, no me sentía ni celosa ni preocupada. Tenía esa sensación que te da el saber que has hecho lo correcto. Me dormí en seguida y dormí profundamente toda la noche.

 

A la mañana siguiente, cuando desperté, y vi que Pedro no estaba a mi lado, me sentí mal.

Supuse que después de pasar una noche ardiente con Montse se había quedado dormido en su cama. Note como los oscuros jinetes del miedo, la duda, la angustia y el dolor venían a por mí, pero no los deje que se apoderaran de mí, me levante, desperté a los niños y me los lleve a la playa. Reconozco que al ver que el tiempo transcurría y no sabía nada de Montse y de Pedro, para no preocuparme y que los putos jinetes se apoderaran de mi me concentre en jugar con los niños. Cerca del medio día recibí un mensaje de Pedro, en él me decía que ellos se ocuparían de la comida. El mensaje terminaba con un te quiero. Este te quiero me hizo sentir muy bien. Cuando llego la hora de comer yo y los niños recogimos las cosas y volvimos a casa. Después de pasarme la mañana jugando con los niños tanto yo como los niños estábamos hechos polvo, más yo que los niños.

 

Cuando llegamos a casa vi la cara de felicidad de Pedro y la alegría de Montse, sentí celos. Pero solo durante unos segundos el tiempo que tardo Pedro en abrazarme y besarme, mientras que Montse se ocupaba de los niños.

 

Después de comer, los niños se fueron a echar la siesta, estaban cansados, yo también necesitaba echar una buena siesta, me moría de sueño. Pero Pedro me dijo que teníamos que hablar. Cuando nos quedamos solos los tres.

Pedro tomo la palabra: Hemos pasado una noche fantástica y le he dicho a Montse lo mucho que la quiero.

 

Mi sueño desapareció de golpe, y supongo que mire a Pedro con los ojos abiertos como platos. Pero Pedro no me dejo pensar y añadió: Pero le he dejado muy claro que a ti también te quiero, eres mi esposa y para mí tu felicidad es lo primero. Y lo que pase entre Montse y yo, tanto en el terreno sexual como el afectivo estará condicionado a que no dañe nuestra relación, a que no te haga infeliz.

 

Montse: Yo os quiero a los dos, la noche que he pasado con Pedro ha sido maravillosa, pero nunca haré nada para perjudicarte Asun, ni a ti ni a tu relación con Pedro.

 

Yo abrace a Pedro: cuanto más feliz seas tú más feliz seré yo. Confió en ti y sé que tú me harás feliz como lo has hecho hasta hoy o más, y también puedes hacer feliz a Montse. Tú sabrás como hacerlo. No me cabe duda.

 

Pedro: Lo intentare, pero con la condición de que si alguna vez te sientes incomoda o molesta me lo digas. Para mí tú estás y estarás siempre primero.

 

Yo: lo sé y ahora me voy a echar una siesta, jugar con los niños me ha dejado para el arrastre.

 

Antes de que yo pudiera decir más, Pedro me había tomado en volandas: Yo te llevare a la cama y también echare una siesta.

 

Yo: cariño lo digo en serio.

 

Pedro: Yo necesito descansar ya que esta noche me la pienso pasar haciendo el amor a mi esposa.

 

El resto de los días de vacaciones, Pedro fue alternando las noches entre yo y Montse. Yo sabía lo que Pedro sentía por Montse, que Montse es más deseable que yo y que con ella podía hacer cosas que a mí no me gustaban, pero Pedro fue muy delicado haciendo que en ningún momento me sintiera inferior, sino que hizo que siempre tuviera claro que yo para él era primero, y esto me hacía sentir bien, muy bien.

 

Cuando terminaron las vacaciones fui yo, después de hablarlo con Pedro que le propuse a Montse que se viniera a vivir a nuestra ciudad, más concretamente a la casa que está al lado de la nuestra. Como que los niños se llevaban bien, podrían ir al mismo colegio. Además en nuestra ciudad vivían sus abuelos, los padres de Montse. Montse acepto.

Y fue fácil abrir una puerta de comunicación entre las dos viviendas. Lo que hizo que continuáramos la relación que teníamos los tres, yo, Pedro y Montse. Así que ahora los tres y nuestros hijos se puede decir que formamos una familia. Esta relación funciona gracias a Pedro que se preocupa tanto de mí, como de Montse, como de nuestros hijos como de los hijos de Montse.

Esta convivencia ha hecho que todos llamemos a Pedro papa. Yo y mis hijos ya lo llamábamos así, y la convivencia ha hecho que los hijos de Montse y la propia Montse también lo llamaran papa. El que sus hijos llamen a Pedro papa, al que molesta es a Roberto, ya que cuando viene a visitar a sus hijos estos ya no le llaman papa, sino Roberto. No sé si Roberto sabe la relación que tenemos entre los tres, los que sí lo saben son los padres de Montse, pero como me dijo su madre ellos lo que quieren es que sus nietos y su hija sean felices y tienen claro que ahora lo son, cosa que no ocurría ultimadamente.

 

No sé cuánto durara nuestra relación, lo que nos preocupa a los tres, a mí, a Pedro y a Montse, es lo que sucederá cuando los niños se den cuenta de lo que sucede entre los tres, hasta ahora ellos no son conscientes de que Pedro reparte sus noches y su cariño entre yo y Montse, ellos están acostumbrados que si por la noche tienen algún problema yo o Montse nos ocupamos de solucionarlo.

 

Debo reconocer que siento curiosidad por saber cómo se produjo la ruptura entre Montse y Roberto. Roberto ha intentado alguna vez hablar con Montse y rehacer su relación pero Montse lo ha rechazado. Creo que debió de ser algo muy gordo. Quizá algún día Montse me lo cuente. Yo la conozco lo suficiente para saber que hasta ahora ella no quiere hablar del tema, y yo respeto su silencio.

 

Para mí lo importante es que nuestra gran familia funcione como hasta ahora.

 

Fin