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Rachel 7. Cuatro mujeres para un marido.

en Hetero: Infidelidad

Entramos en la casa en dirección al salón.  Elena, la candidata al puesto de nurse de Pepín, andaba airosa hacia el sofá a la vez que se despojaba de la gabardina; yo detrás de ella pude observarla a placer: una melena de color castaño claro que llegaba justo hasta los hombros, la espalda erguida que terminaba en una estrecha cintura que apoyaba sobre firmes caderas. Su culito ligeramente carnoso y respingón lo culminaban unas piernas escandalosamente largas y torneadas.

-   Siéntate aquí, Elena.  – dije mirándola palmeando a mi lado del sofá en el que me había sentado  -  ¿ Te apetece tomar té  ?, ¿ tal vez café  ?.

-   De momento nada, Kimberly.  -  me regaló una dulce sonrisa  -  ¿ Dónde está Pepín  ?.

-   Duerme la siesta, aunque en pocos minutos lo despertaremos.  ¿ Qué edad tienes, Elena  ?. Venga, cuéntame cosas de ti.

-   Tengo 19 años, los cumplí la semana pasada.  Soy española, de Valladolid, vine a Inglaterra hace 9 meses con la intención de mejorar mi inglés, el idioma claro.  – hizo una pausa  -  Un par de semanas después de mi llegada conseguí trabajo en una casa para cuidar de tres niños, aunque en realidad mi trabajo consistía en ser “chica para todo”, ya sabes: cuidar a los niños, hacer la compra, fregar, limpiar la casa .... hasta que el marido, míster X, decidió que también tenía que cuidar de él en especial cuando su mujer, una ejecutiva que viajaba mucho, estuviera fuera.  Cosa a la que me negué.  – miró mis ojos, alzando la barbilla.

-   ¡ Qué puerco !.  – exclamé asqueada  - O sea que además de ser la doméstica pretendía que fueses su “putita particular”. También yo he pasado por situaciones parecidas, Elena.

Hablamos durante un buen rato, de lo que esperábamos de ella, de las condiciones económicas, el horario .... 

-  ¿ Tienes novio o pareja, Elena  ?.

-   Lo tuve, precisamente por él vine a Londres, además de lo del idioma.  Cortamos nuestra relación hace tres meses, más o menos. No quiero enrollarme con nadie más ¡ estoy harta de depender de otros !,   ¡ de qué me tomen por el pito del sereno   !.  - respondió agitada.  -  ¿ Puedo preguntarte a qué te dedicas, Kim  ?. Kate me dijo que erais compañeras de trabajo.

-   Sí ... bueno ... – titubeé  - trabajamos junto a Rachel en una sociedad.  En el ... departamento de atención al cliente.  – sonreí satisfecha de la definición de mi nuevo trabajo.

-   Pues, por mi parte, estaré encantada de trabajar para vosotras.  Agradezco que me digas que viene una chica cada día para hacer la limpieza, aunque no me importaría hacerla yo.  El buen sueldo que me vais a pagar, triplica el que me pagaban en la casa de los ... señores X.

Le enseñé la cocina, tomamos café y le expliqué donde guardábamos cada cosa.  Cuando vio los dormitorios, literalmente alucinó.

-   ¡ Jo  !.  No os priváis de nada ¿ eh ?.  – rió con ganas.

-   Aquí vivimos las tres compañeras de trabajo y ... Thomas, el marido de Rachel.  Ya nos irás conociendo.   

Despertamos a Pepín que dormía como un lirón. De inmediato Elena lo cogió entre sus brazos jugando con él, parecía una chiquilla con un juguete nuevo; los dos reían encantados de conocerse.  La nurse dio su primera merienda al pequeñín.

-   Elena, esto es lo que tienes que hacer cada día.  Cuando llegues a las cuatro, normalmente te estaré esperando  yo, Kate o Rachel ; le das al niño la merienda y lo paseas con su cochecito al menos dos horas.  Así que ya sabes, te toca  paseo. ¡ Ya !.   – expliqué mientras sacaba el carrito de Pepín.  - Toma Elena, te doy una llave de la puerta por si la necesitas en cualquier momento.

Elena me pareció una chica encantadora, muy cariñosa por lo que había visto con mi niño.  Pero yo estaba ansiosa esperando la llegada de Tom; la noche anterior había despertado mi cuerpo a nuevas sensaciones que nunca había sentido antes, ni cuando mi olvidado novio me desvirgó.  Aquello fue un breve relámpago, mientras lo de anoche fue un vendaval que me arrasó.  Escuché el ruido de la puerta y me lancé hacia el cuello de Tom,  abrazándolo, inspirando el olor a macho que mi cuerpo reclamaba.

-   Hola, nena. – sonrió abrazado a mi cintura -  ¿ Preparada para tu debut de mañana  ?.

-   ¡ No !.  – exclamé con firmeza  -  Necesito tus enseñanzas. Esta tarde y esta noche. Que me vuelvas loca como lo hiciste ayer, que me llenes con tu amor. Pero date prisa que solo tenemos dos horas, la nueva nurse de Pepín está paseándolo.

Nos duchamos juntos en el baño de mi habitación.   Tom estaba como una moto: a cien.  Yo estaba a 200 o más, como un coche de fórmula 1.  Tras acostarnos en mi cama se montó sobre mí, sin contemplaciones, con urgencia de mis besos, de mis pechos y de todo cuanto había entre mis temblorosos muslos.  Su boca se apoderó de mis labios, su lengua entró como una intrusa enlazándose a la mía, babeando los dos inspirando nuestros sabores, nuestros suspiros. Amándonos sin condiciones. 

Deslizó su boca hasta alcanzar mis pechos que besó, lamió y mordió. Mis pezones se pusieron firmes ante las acometidas de los labios ardientes que los absorbían, los maltrataban sin piedad.  Mis manos se enredaban en su cabello empujando su cabeza hacia mis piernas abiertas de par en par; mi vientre subía y bajaba como una noria convulso por mis gemidos, por la ilusión del destino de las llamas que exhalaba la boca de mi hombre: mi coño.

Tom devoraba con hambre mis abiertos labios vaginales introduciendo la lengua hasta lo más profundo de mi mojada gruta que comenzó a encharcarse con los líquidos calientes que fluían de mi ... ¿ de dónde fluían esos chorros tan calientes  ?, me pregunté a mí misma, pero al no encontrar respuesta opté por llenar mi boca con la tremenda polla y haciendo una filigrana con mi delgado cuerpo me monté sobre él en la posición de 69. Los orgasmos no tardaron en convulsionar nuestros cuerpos; digo orgasmo en plural porque yo los tenía uno tras otro a la vez que Tom me inundaba la vagina con una gloriosa corrida mientras ambos temblábamos con pasión ......  La puerta de mi habitación se abrió de golpe.

Elena nos miraba con ojos abiertos como platos, empapada de la cabeza a los pies, con mi niño en brazos.

-   Es ... que ... llueve a ... cántaros.  – tartamudeó sin dejar de mirarnos  -  ¿ Me voy ... o me ... quedo  ?.

Me desmonté de mi hombre y mientras limpiaba con un paño el interior de mis muslos que goteaban por la mezcla de leche y flujo que salían del entre muslo me dirigí a ella y tomé en brazos a Pepín.

-   Tú misma eliges, Elena.  ¿ Quieres quedarte  ?.

-   Sí.

Llevé a Pepín al dormitorio de Kate y lo acosté en el centro de la cama a la vez que ponía varios almohadones a los lados del niño. Dormía como un bendito y me entretuve dándole besitos.

Regresé a mi habitación, con la intención de tranquilizar a Elena, explicarle que no pasaba nada, que lo que hacíamos Tom y yo solo era un juego inocente. Abrí la puerta y ... me quedé de piedra.  Elena estaba espatarrada sobre la cama, desnuda, gimiendo y follando como una posesa con Tom que la machacaba con fuertes empujones mientras ella arañaba su espalda y mordía el hombro de él.  Cerré la puerta y me puse en jarras al lado de la cama.  Elena, en un momento dado, giró la cabeza hacia mí y sonrió pero continuó follando con mi hombre entre convulsiones y berridos. Tras un buen rato en el que los dos hicieron toda suerte de cochinadas que te puedes imaginar, Tom se sentó a un lado de la cama frente a mí, mientras ella limpiaba con un pañuelo su barbilla de los chorros de esperma que salían de su preciosa boquita .... con los labios gorditos.

-   Esto no es lo que parece, Kim ...  – empezó a decir Tom mirándome el ombligo.

-   ¡ Claro que no  !.  – chillé  - Seguro que estabas buscando el calcetín que perdiste antes.  ¿ Al fin lo has encontrado en las profundidades del coñito de ella  ?  - la señalé con uno de mis dedos.

-   ¡ No grites, Kim, que vas a despertar a Pepín  !.  – me miró Elena  - Tampoco es para ponerse así.   A fin de cuentas yo solo intentaba saber algo más de vuestro trabajo, ese de la atención al cliente.  Ya puedo decirte que me encanta esa clase de trabajo, pero, puesta a elegir prefiero cuidar al niño, pasearlo, quererlo, siempre que .... además del sueldo prometido pueda cuidar también de Tom, por las tardes, las mañanas, las noches ¿ qué más da  ?.