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Rachel 5. Kimberly.

en Hetero: Infidelidad

 

 

Dos meses después  de la incorporación de Kate a la Sociedad, celebramos la primera “ junta de socios “.  Habíamos decidido que, dadas las continuas discusiones, sugerencias e insinuaciones por parte de los tres, era necesario aunar criterios y concretar normas a seguir cada tres meses, a lo sumo.  El trabajo no podía marchar mejor.  Keit, había aportado no solo la novedad de su hermoso cuerpo, también la dulzura y profesionalidad que había adquirido con el tiempo.

-   Tom, esto no puede continuar así.  Estamos aún peor que hace dos meses, cuando Keit se unió a nosotros.  – miré resuelta a mi marido  -  Las listas de espera de clientes han aumentado en vez de disminuir y nosotras estamos rotas, sin un solo día de descanso.

-   Rach, habla por ti.  Yo ni estoy rota ni nada parecido, a fin de cuentas trabajar tres horas al día tampoco es una barbaridad.  – respondió Kate a mis argumentos  - Sí estoy de acuerdo en que hemos de solucionar lo de las listas de espera, aunque este problema lo veo de difícil solución, especialmente por qué ni tú has perdido clientes ni yo tampoco.  Nuestros respectivos clientes son prácticamente los mismos; primero están contigo y días después me toman a mí.  

-   Kate, parece mentira que digas eso. Las dos lo hemos comentado varias veces; lo estupendo que sería disponer de ¡ un solo día a la semana  ! para vivir nuestras propias vidas, ir de compras o a la playa o, simplemente, tumbarnos en el sofá y ver los últimos capítulos de Juego de Tronos.

-   Venga, Rachel, no dramatices.  Puedo contarte cómo terminó Juego de Tronos.  Vi los capítulos mientras atendía a clientes, si quieres te los cuento:  Jhon Nieve, abraza a la chica, la rubia ya sabes, y .......

-   No pretenderás contarnos la serie entera, ¿ eh  ?.  -  la interrumpió Tom, a la vez que yo ponía cara de pasmo  -  Entiendo lo que pides Rach, aunque solo veo dos soluciones para aligerar las listas de espera.  No admitir nuevos clientes o que dobléis las jornadas, por lo menos un par de días a la semana. Y claro que los clientes repiten con las dos; os dije qué en la esfera en que nos movemos, la de las altas finanzas, no se suele hablar de balances ni beneficios.  Hablan de placeres y de mujeres y no hay mujer alguna en esta ciudad que les den lo que vosotras les entregáis; por algo sois las dos putas de lujo más acreditadas. 

Discutimos acaloradamente durante una hora.  Yo me negaba a doblar la jornada de trabajo ni un solo día y reclamaba mi descanso semanal.  Kate alzaba sus hombros con gesto de “ me da lo mismo “.  Al final no llegamos a ningún acuerdo; todo seguía igual.

-   Thomas, ¿ puedes abrir la caja fuerte y darme 5.000 euros  ?.  – preguntó Kate mirando a mi marido.

-   Por supuesto, Kate.  ¿ Por qué no lo haces tú misma  ?. Tienes la llave y sabes la combinación.

-    Ni siquiera recuerdo la combinación.  Prefiero que la abras tú, cielo, y que administres mis caudales.  – rió satisfecha acariciando su mano.

Mientras Thomas abría la caja y preparaba el dinero de Kate, nosotras preparamos la cena fría que nos habían servido de un afamado restaurante al que solíamos pedir con frecuencia.

-   Kate, no es prudente que lleves tanto dinero en el bolso.  -  la miré mientras sorbía el delicioso vino de mi copa.

-   Mañana he quedado a las diez con Kim y voy a entregarle tres mil, aunque supongo que ella los rechazará, como siempre lo hace.  Pero no voy a permitir que ni ella ni Pepín pasen apuros.  Sigue sin encontrar trabajo y eso que es un encanto de chica.

-   Supongo que te refieres a Kimberly, mi sustituta en la Agencia.   – hice una pausa                 - ¿ Pepín  ?.

-   Es su hijo, tiene dos añitos y es la criatura más dulce que nunca vi.  -  respondió a mi pregunta con una sonrisa de ensueño  -  Sigo pagando el sueldo de Kim, aunque la Agencia la cerramos como bien sabes, Rach, pero siempre a regañadientes, he de enfadarme con ella  y obligarla a que acepte los billetes.

A las diez de una soleada mañana estábamos sentadas las dos en la terraza de una cafetería. Yo había insistido en acompañar a Kate, me apetecía volver a ver a Kim y, sobretodo, no separarme de mi amiga con la que pasaba las 24 horas de cada día.  Incluso las noches compartíamos cama y hombre, nos habíamos acostumbrado a estar siempre juntas, a compartirlo todo, a jugar entre los tres y sentirnos libres, relajados entre besos y caricias.

-   ¡ Hola chicas  !. Tendréis que disculparme por el retraso, pero este bichito siempre espera a última hora para hacer sus cositas.  He tenido que cambiarlo.  – dio un suave beso en el moflete del niño que estrujaba entre sus brazos.

Las dos nos levantamos de las sillas y Pepín pasó de brazo en brazo, pateando y regalándonos risitas.  Kim se abrazó a Kate con mucha ternura; ésta devolvió a Kim abrazo, ternura y algo más que me mosqueó.  Tras la acostumbrada discusión por la entrega del dinero, al final Kate dobló los billetes y los metió en el bolsillo superior de la chaqueta de Kim.

 -   Kate, no sabes cuanto me avergüenza depender tanto de ti.  – miró a Kate con gesto lastimoso  -  Pero no hay modo de encontrar un trabajo decente, de las últimas dos entrevistas la primera fue con una señora que dijo que me llamaría, pero no lo hizo. La segunda fue con un caballero que me pidió que me subiese la falda y le mostrase las piernas, arguyó que como era una empresa de lencería .... , hice lo que él propuso y me ofreció acompañarlo a sus viajes y disponer de mí a su antojo. Obviamente salí de su oficina dando un portazo, llorando como una tonta.

-   Kim, no tienes de qué avergonzarte.  A nosotras nos va bien y voy a seguir ayudándote, quieras o no, al menos hasta que encuentres un trabajo adecuado.  – afirmó Kate a la vez que acariciaba su mano  -  Pepín y tú, sois importantes para mí y no permitiré que paséis ningún tipo de apuro.

-   ¿  No tendréis algún rinconcito para mí en vuestra empresa  ?, aunque sea de aprendiza, de cualquier cosa.  – nos miró suplicante a las dos, una tras otra  -  Sería feliz de trabajar con  vosotras.

-   Mmmm, el caso es que tendríamos que consultarlo con el tercer socio ...

-   ¡ Cállate, Rach  !.  -  exclamó Kate furiosa  -  Kim, no es como nosotras; no voy a permitir qué .....

-   Sé qué no soy como vosotras, qué no estoy a vuestra altura.  Solo puedo prometeros trabajo y entrega.  – las lágrimas discurrían por el precioso rostro de Kim.

-   ¿  Cuántos años tienes, Kim  ?.  A ver, ponte en pié.  – lo hizo mientras abrazaba a Pepín. Miré su cuerpo y, aunque era delgada, sus delicadas curvas se insinuaban rotundas. -  Podría servir,  ¿ no crees Kate  ?.  – la miré mientras ella fruncía los labios.

-   Tengo 18, Rach.  El mes que viene cumpliré 19.  – musitó Kim.

-   Te lo ruego, Rachel, ¡ Acabemos con esto de una vez  !.  – me miró mi socia con los párpados entrecerrados -  ¿ Vas a decirle que somos putas  ?, ¿ que su trabajo será abrir sus piernas para nuestros clientes  ?,  ¿ qué su destino ha de ser el de una puta de lujo  ?.

-   Ya lo has dicho tú, cariño.  No tengo más que añadir, salvo que si acepta sería conveniente que esta misma tarde se familiarice con su nuevo lugar de trabajo y esta noche conozca a nuestro socio, Thomas. Entre los tres la instruiremos adecuadamente, como ya lo hicimos contigo, dos meses atrás.

-  Estaré orgullosa de hacer lo que vosotras hacéis.  Os prometo que no os decepcionaré, estoy segura de que las dos me vais a enseñar a ser una puta de lujo.  A fin de cuentas es lo que me han ofrecido hasta ahora, aunque los ofrecimientos que he recibido es ser una puta barata.  – dijo con firmeza  - Pero, ¿ con quien voy a dejar a Pepín  ?.

 -   De momento, lo vas a cuidar tú misma.  – intervino Kate  -  Cuando estés entrenada y empieces a recibir a clientes, si es necesario contrataremos a una nurse que cuide de él. Aunque desde este mismo momento, Pepín tiene tres madres que lo mimarán.

De camino al Picadero, compramos algunos frascos de la comida que solía tomar Pepín.  Tras mostrarle a Kim su nuevo lugar de trabajo que ella miraba embobada, almorzamos una ensalada fresca y un plato de queso, jamón, patés franceses y otras frivolidades.  Kim, aunque trataba de moderarse, comió con gran apetito, devoró hasta la última miga de pan.

-   ¡  Se nota qué tienes buen apetito, qué eres de buen comer  !.  – rió Kate, pellizcándola en el lóbulo de la oreja.

-   No tengo buen apetito, Kate.  ¡ Tengo hambre  !. Nunca había probado estas exquisiteces que me habéis dado.  – suspiró  - Y la casa es preciosa, delicada. Las habitaciones, ni te cuento, autenticas maravillas.

-   Una de ellas es la tuya, en la que recibirás a tus clientes en breves días, Kim. Esta tarde, sobre las 8, cuando terminemos de atender a los clientes te acompañaré a tu casa y recoges lo más imprescindible, sobre todo lo de Pepín.  -  Kate hizo una pausa  -  Has de conocer a Thomas, te explicaremos con detalle las condiciones de tu nuevo trabajo y el modo como debes hacerlo. Tendrás tu nuevo dormitorio en nuestra casa, entre todos cuidaremos de Pepín.

Tras el almuerzo, tomamos café en el salón hablando muy animadas, decidiendo el nuevo vestuario que mañana mismo pensábamos comprar para Kim; ella era un chica limpia pero sus escasos vestidos y calzado daban pena.  Kate y yo nos dirigimos a nuestras habitaciones con el fin de prepararnos para el trabajo, mientras Kim dormía a nuestro niño en su cunita que la instalamos en la tercera habitación. A las cinco sonó el timbre de la entrada, Kim abrió la puerta.

-   Soy Henry.  – dijo con voz firme el elegante caballero cuarentón que cubría por completo el hueco de la puerta, aunque aún pudo ver el impresionante coche aparcado enfrente y a un hombre con uniforme azul oscuro apoyado en el. Supuso que era el chófer.  Kim lo acompañó a la habitación de Kate, quién ya la había avisado del nombre de su cliente, golpeó suavemente con sus nudillos  la puerta y sin esperar respuesta la abrió de par en par, a la vez que miraba el cuerpo desnudo de Kate recostado sobre la cama. 

Breves minutos después, sonó de nuevo el timbre.  Cuando abrió la puerta de entrada un sonriente Walter, se encaminó directamente hacia el dormitorio de Rach.  Walter apenas le dedicó una sonrisa a Kim, mostrando unos dientes blancos y perfectos que enmarcaban un rostro varonil.  Apenas tendría 30 años y, eso sí, con un coche tan guapo como el propietario y el correspondiente chófer.

 Jo, aquí se reúne la flor y nata del Reino Unido.  Si mis futuros clientes son del estilo de Henry y Walter mi trabajo podría ser una delicia.  – pensó Kim  -  Claro, que yo no soy Kate ni Rach ni mi cuerpo se parece al de ellas, ¡ eso quisiera yo !, pero me voy a esforzar para no defraudar a mis queridas amigas.  ¡ Lo voy a conseguir  !.

Durante la tarde Kim se dedicó a ordenar la cocina, repasó la nevera y la despensa y tomó nota de las cosas que, en su opinión, había que reponer.  Fregó las tazas del café que habían tomado en el salón y la sorprendió escuchar un leve quejido.  Las habitaciones estaban insonorizadas, de hecho un absoluto silencio inundaba la casa a pesar de los gritos y gemidos que, suponía, resonaban en las habitaciones de mis amigas.  Recordó que Pepín, dormía en su propia habitación, cuya puerta había dejado entreabierta.  Corrió hacia él y lo encontró pateando y sonriendo, lo cogió entre sus brazos amorosamente y lo llevó a la cocina donde le dio su merienda.

Sobre las 7,15 escuchó como se habría la puerta del dormitorio de Kate.  Dejó a Pepín que jugaba con un sonajero y se plantó erguida en la puerta de la cocina, mirando el abrazo que se daban los dos con sus cabellos húmedos, era evidente que terminaban de ducharse; Kate lucía una preciosa bata negra con trasparencias, corta por encima de las rodillas y un lazo del mismo color que ceñía su cintura.  Se acercó a ellos y acompañó a Henry hasta la salida.

-   Gracias, morena. – sonrió  -  Por cierto, ¿ cuál es tu nombre ?.

-   Soy Kimberly, señ ... Henry.  – alzó su barbilla orgullosa, aunque su cuerpo temblaba.

-   Volveremos a vernos, Kim.  -  anduvo hacia el coche donde le esperaba el chófer con la puerta trasera abierta.

Regresó a la cocina donde Kate jugaba con Pepín, llenándolo de besos y tiernos abrazos.

-   Vale Kim. Vamos a mi habitación y elegimos algún vestido de los míos, somos de la misma estatura, aunque yo los relleno mas.  -  la cogió de la mano arrastrándola a su habitación, mientras con su otro brazo apretujaba a Pepín que reía feliz por tantos paseos y caricias.

Abrió el armario del vestidor y empezó a sacar preciosos vestidos de su colección, los analizaba y los ponía sobre el cuerpo de Kim, unos los extendía sobre la cama y otros los volvía a colgar.

-   ¡ Son todos preciosos, Kate  !.  -  iluminó su cara con una sonrisa.

-   Te vas probar este azul turquesa.  -  Kate cogió uno de los que estaban sobre la cama  -       ¡ Desnúdate Kim  !, quítate esos andrajos que llevas puestos.

Kim obedeció a su amiga y mostró su cuerpo desnudo  tapado solo con unas bragas.  Fue probándose los vestidos elegidos por Kate.  Ambas optaron por el de color azul.

-   ¡ Caray, nena !.  Hay que ver cómo engaña tu cuerpo, te quedan como un guante... quizá la cintura ... pero eso lo arreglamos con este cinturón.  -  abrió un cajón y sacó un cinturón negro y tres bragas con encaje que seguían en su bolsa original, sin estrenar. Tras preguntarle la talla de sus pies, sacó del zapatero unas sandalias plateadas de medio tacón.

Mientras Kim se vestía con lo que su amiga había elegido, ésta llevó al niño que dormía sobre su hombro, a su cunita.

-   ¡ Guau !.  – exclamó Kate cuando vio a Kim con su nuevo atuendo  -  Eres preciosa, ¡ estás   muy buena  !.  Ya puedes ir tirando todos tun andrajos a la basura.

Escuchamos voces en el salón y las dos salimos hacia allí.  Rachel nos miró con cara de pasmo y Walter, relamiendo sus gruesos labios.

-  Hola, Kate.  ¿ Y tú, quién eres  ?.  – preguntó él mirando a Kim.

-   Ella es mi amiga Kimberly, Walter.   – respondió Kate con una sonrisa orgullosa.

-   Estáis como dos quesitos, las dos. ¡ Para comeros enteritas !.  – rió él a carcajadas mientras se dirigió hacia la puerta. 

Mientras conducía mi coche hacia casa, explicamos a Kim la organización de nuestra sociedad, las funciones de Thomas, las tarifas con o sin culito, su aprendizaje y todo lo demás.  

-   ¿ Quién puñetas es Kimberly ?.  - vociferó Tom apenas traspasar la puerta de casa.

-   ¡ Ya estamos con los gritos, joder  !.  – respondí en el mismo tono  -  Esta es nuestra amiga Kim,  - la señalé con el dedo  -  y va a cenar con nosotros; ella y Pepín.

-   Mucho gusto.  -  hizo un gesto mirando a Kim, que parecía un princesa con el vestido azul y el niño entre sus brazos   -  Pues he recibido cuatro llamadas de clientes preguntando por ella.  Como siempre, soy el último en enterarse de las novedades.

-   Precisamente nos acompaña esta noche para que la conozcas.  – lo miró Kate  - Hemos decidido que Kim pase a formar parte del equipo.  Esta tarde le hemos enseñado el picadero y, claro, la han visto Henry y Walter.

-   ¿ Habéis decidido  ?.  Os recuerdo que esta es una sociedad de tres, no una casa de citas.

-   ¿ Ah no  ?, pues ya me dirás lo que es.  – respondí  -  Y en la sociedad de tres, Kate y yo somos mayoría, así que, la decisión está tomada.

Mientras cenábamos Pepín iba de brazo en brazo, parece que le divertían nuestras discusiones.  Reía sin parar, sobre todo cuando cuando miraba a Tom y él se sacaba la lengua o ponía cara de payaso.  Sonó el móvil de mi marido, miró la pantalla y bufó.

-   Dime Henry ............ Ya me lo has dicho antes, pero Kim todavía no está decidida a formar parte de nuestro equipo.  Tiene 18 años y ninguna experiencia  .......................  ¡ pues tendrás que esperar, como todos  !. Te prometo que si ella acepta, tú serás el primero, siempre que estés de acuerdo con la tarifa especial ................  Vale, Henry.  Te llamo.

-   Tom, sí que estoy decidida.  -  lo miró Kim a los ojos hablando bajito  -  Me encuentro muy a gusto entre vosotros y Pepín también. Los dos queremos formar parte de esta hermosa familia.

-   Sabes lo que eso implica  ¿ verdad  ?.  Esta misma noche debes iniciar tu aprendizaje.  –Tom la miró muy serio  -  No os podéis imaginar la cantidad de mensajes que estoy recibiendo, tanto de clientes habituales como nuevos.

-   Implica qué esta noche, vas a enseñarme tú a ser una puta de lujo, que voy a entregaros mi cuerpo y mi corazón.  -  nos miró alternativamente a los tres mientras abrazaba a su hijo      -  Estoy ilusionada, de verdad.  No os voy a defraudar.

Esa noche ........................