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Secretos de un matrimonio (04)

en Grandes Series

PROLOGO Las intimidades, aunque sean aparentemente inocentes suelen ser la causa directa de hechos insospechados...

DOMINGO 26 DE FEBRERO

Todavía no eran las 11 y el termómetro exterior del Golf pasaba de los 26 º, temperatura inusualmente alta - incluso para València - en esa espléndida mañana del ultimo domingo de febrero. El coche tras pasar la puerta de ensortijada forja enfiló el camino de tierra apisonada bordeada de palmeras y macetones de manises repletos de geranios que lo llevaría hacia la gran casa, un auténtico pastel de estuco blanco y cerámica vidriada verde y azul. Aparcó bajo unos enormes pinos centenarios. Una mujer en bermudas y camiseta de manga larga salió a recibirle y le dio dos besos en las mejillas.

- vaya día.

- si, magnifico. Joan esta en la piscina. La estamos limpiando. ¿vienes para allá? O prefieres quedarte por aquí.

- si, voy con vosotros. Si queréis os echo una mano.

- gracias por la ayuda ¿has traído bañador?

- pues no

- normalmente hay en los vestuarios, pero como es invierno no se si habrá. Voy a buscarte unos. Espera.

Mientras Inés se alejaba hacia la casa Alex contemplo sus hermosas y proporcionadas piernas y sus sugerentes glúteos moviéndose con gracia caribeña. Esa mujer empezaba a gustarle.

Tras la paliza de rascar el moho del invierno, ya pasado el mediodía volvieron a la casa. Filomena, la casera, les estaba preparando una paella, el plato favorito de Alex. A pesar de ser colombiana, ya la guisaba mejor que si fuera de la tierra. Subieron al piso alto a ducharse y asearse por la escalera de madera con forja repujada, tan sobrecargada y barroca como el resto de la mansión, construida a finales de los años 20. Estilo "fallero", lo llamaba Inés, de procedencia aragonesa, que detestaba toda la superficialidad y "coentor" que desgraciadamente era el arquetipo del valencianismo búnker barraqueta dominante en la ciudad de València y entorno.

Después de comer, hacia las 5 y media Joan se despidió. Inés y Alex apuraron la sobremesa una media hora más charlando de intrascendencias. Como el día ya alargaba les quedo tiempo para ver la finca. A las 7 y cuarto, ya muy anochecido volvieron a la casa. Se sentaron en la amplia biblioteca, una amplia y acogedora estancia con una gran chimenea que Inés se dispuso a encender a pesar de su innecesariedad. Además de ser muy friolera, a ella le encantaba el ambiente alrededor de un buen fuego. Cuando terminó propuso a Alex algo insólito.

- ¿te apetece tomar una sauna?

El quedo un tanto desconcertado. Nunca había entrado en una pero sabia que en las saunas se solía estar desnudos. A Inés le encantó verlo azorado.

- no te preocupes. No es necesario entrar en cueros. Se suda más con un albornoz o una toalla. Yo siempre entro con una muy larga, hasta los tobillos. ¿qué... te animas?

- venga, que no se diga. ¿Lo haces habitualmente?

- todos los domingos por la tarde cuando estoy en casa. Joan nunca quiere hacerlo. Dice que se ahoga. A mi me parece algo imprescindible para mi supervivencia. Bueno, espera aquí que voy a prepararlo todo.

Inés volvió a los 5 minutos. Esperaron otros 10 y subieron. Atravesaron el gimnasio. La sauna estaba dentro de otra estancia mayor, con dos duchas, banqueta para cambiarse, dos camillas bajas de piel con almohadas, y unas gruesas mantas dobladas. En los colgadores pendían varios albornoces y había un mueble de estantes abierto con toallas.

- aun faltan unos minutos. Coge lo que quieras, albornoz o toalla. Llevan velcro todas. Vuelvo enseguida.

Cogió una toalla del estante alto y salió, dejando a Alex solo para que se desnudara. Este lo lamentó mientras apuró la vista de ese culo que lo conmovía. Se cambió, eligiendo una toallita corta que anudó en su cintura con el sistema tradicional. Inés apareció de nuevo tras llamar a la puerta avisando. Su cuerpo lo cubría una toalla larga, enlazada por debajo de sus axilas. Sus altos pechos la sostenían sin problemas.

- está a 80º. Has de estar un máximo de 10 o 12 minutos. No es conveniente más. Si no lo soportas no pasa nada. Estás lo que aguantes, es normal las primeras veces. Entonces sales y te duchas con agua fría. Y vuelves a entrar otros 10 o 12 minutos. Te vuelves a duchar y te tumbas en las literas envuelto en la manta y te relajas. Notaras tu piel suave y aterciopelada. (riéndose)¡vaya horterada he dicho¡. La sensación de bienestar es increíble. ¿entramos?.

Primero lo hizo Inés de forma resuelta, seguida de Alex. A este le dio una bofetada el aire caliente y seco. El interior era amplio. Un pasillo con una banqueta larga en un lado, donde cambia de sobra una persona tumbada. Enfrente, tres gradas de la misma longitud. Alex se sentó en la del medio, Inés en la bancada contraria.

- Alex, cuanto mas alto el aire es mas caliente. Estarás mejor abajo.

- estoy bien así... de momento.

Inés se levantó, dio la vuelta al reloj de arena y echo un poco de agua en las piedras, que soltaron una humareda de vapor. Después se tumbó boca abajo. Soltó el velcro y con gran habilidad para no mostrar sus tetas bajó la toalla hasta su cintura, un acto mecánico, pero un grave error. Sin darse cuenta se estaba delatando.

Alex no daba crédito a lo que estaba viendo. había escogido ese sitio para contemplarla mejor pero esto no lo esperaba: la espalda de Inés surcada de huellas. La diferencia de temperatura de su piel destacaba las zonas donde los vasos capilares habían sido golpeados. Las diez largas marcas eran tan evidentes que podían contarse en esa luz tenue... hasta con gafas de sol. Tuvo una erección brutal... y respiró hondo.

Unos 50 minutos después, Alex se sentaba en el sofá frente al hogar, ya casi extinguido. Sentía una gran sensación de bienestar y relajo. Y eso que su cabeza no había dejado de dar vueltas a cuenta de Inés, por no decir de su libido, en ocasiones a toda presión. Tanta entrada y salida a la ducha tenia por fuerza que provocar algún roce o alguna indiscreción, pero desgraciadamente solo se saldó con una fugaz visión de la desnudez de ella poniéndose la toalla, tan fugaz que no podría asegurar que fuera otra cosa que su febril imaginación. Esos pensamientos ocupaban su mente cuando apareció Inés en bata, con una repleta bandeja de café. Se sentó y sus muslos asomaron mas de lo permisible al abrirse involuntariamente la prenda, acción que fue velozmente subsanada, pero no lo suficientemente rápida como para que Alex percibiera la falta de ropa interior, lo que disimuló con su habilidad habitual. Todavía no podía atreverse a calificar esa conducta como una provocación, así que siguió confiando en lo que su intuición le dictaba: Inés no estaba madura para sus fines. En cuanto a ella, en ningún momento fue consciente de que su desliz había tenido por observador de excepción a quien empezaba a ocupar el puesto de su marido en sus sueños de sumisa. Estaba convencida de que Alex no le hacia ningún caso. De haber albergado alguna duda al respecto... ¿a santo de qué estaría ahora en cueros... o se hubiera metido con él en la sauna?... ¿o sí lo haría?

- tomas café, ¿verdad? ¿descafeinado?

- Gracias Inés. No; para mi normal.

Sujetándose las faldillas de la bata sirvió los cafés. Se levantó y avivó el fuego con un par de troncos y volvió al sofá. Al principio conversaron sobre fruslerías. Después...

- Así que tus tardes de domingo son siempre así: chimenea, sauna y más chimenea.

- bueno: siesta, sauna y chimenea... cenar y a la cama.

- ¿siempre sola?

- la siesta no - dijo con ojos pícaros. Alex captó la señal. Conocía de sobra a Joan; era su hora burra.

- ¿desde cuando vivís en esta casa?

- desde que nos casamos. Antes de hacerlo estuve viviendo con Joan en su piso. A mis padres no les hacía ninguna gracia. Fue tal la alegría al saber que pasaría por la iglesia que me la regalaron.

- ¿fue su regalo de bodas?

- en cierta forma sí, aunque ya pusieron a mi nombre antes de casarme.

- ¿así que es tuya y solo tuya? ¿eres hija única?

- sí. No tengo hermanos.

- ¿Y no resulta incómodo vivir aquí, casi en un museo?

Inés se volvió hacia él poniendo sus rodillas sobre el sofá en un grácil movimiento, que no pudo evitar que la suave bata se abriera, esta vez dentro de lo permisible. Ahora sí capto los ojos de Alex posados en sus muslos. Una intima satisfacción la invadió.

- no es incómodo. Decidimos conservar este estilo folclórico y costumbrista, estilo exposición regional como le llaman algunos en recuerdo de ese evento cumbre de la burguesía valenciana de principios de siglo, pero nos reservamos el diseño de nuestra habitación y baño, y por supuesto el gimnasio y la cocina. Vivimos prácticamente en esta biblioteca en invierno y en el porche en verano. Filo y Néstor nos cuidan la casa. Estamos cerca del curro, sobre todo Joan... ¿que más se puede pedir?

- desde luego es un lugar idílico.

Este hombre le gustaba, y todavía no estaba segura del porqué. Y quería saber de él. Joan le había contado poco, muy poco sobre Alex. Demasiado poco para tratarse de amigos aparentemente tan íntimos. Iba a utilizar toda la persuasión de que fuera capaz.

- oye... ¿desde cuando conoces a Joan?

- uff... creo que toda la vida. Estudiamos juntos en los jesuitas; después en la facul; entramos juntos en el departamento y empezamos la tesis casi al mismo tiempo...

- ligaríais mucho los dos ¿ a que sí?

- ( sonriendo) oh sí... bastante. Nos completábamos muy bien... él era el bueno y yo el malo; actuábamos en equipo; así nunca fallábamos. Nos pasábamos los ligues si no funcionaban con uno u otro.

- compartiéndolo todo, ¿no es así? vaya con la pareja... ya me voy haciendo una idea, ya...

Inés lo dijo al tuntun, sin malicia alguna. Alex rió la broma. Todavía no estaba a la defensiva.

- estuviste casado, ¿verdad?

Inés estaba utilizando todo su encanto para saber cosas de él. Alex retiró los ojos de ella, buscando como explicar lo explicable sabiendo esa conversación a donde podía llegar.

- sí... lo estuve.

Ella se dio perfecta cuenta que no era un tema grato para el hombre. Dudó si seguir hurgando. Alex se adelantó.

- éramos muy jóvenes. Coincidimos en el departamento. Cuando leí la tesis nos casamos. Fue un acto un tanto irreflexivo por nuestra parte.

Ya que Alex le daba pie, continuó -¿irreflexivo... porqué?-

- (arrepentido de haber hablado sin que le preguntara) ya te lo he dicho, demasiado jóvenes.

- pero... teníais la vida solucionada, habías sacado la plaza, ¿que edad tendríais... veinticuatro, veinticinco?

Le había pillado. Era suspicaz la zorra.

- algo así pero... no sé, no estábamos muy maduros. El matrimonio es algo muy serio y no debe tomarse a la ligera.

Inés no le dejó tiempo para cambiar de tema.

- tengo entendido que se llama ¿Lola?...

- si, Lola.

- la aparición de Lola os separaría un poco, ¿no?

Alex no sabia cuantas cosas le habría contado Joan a su mujer, así que andaba a ciegas.

- ¿separarnos? ¿en qué sentido? No se qué quieres decir...

- bueno... por lo que sé Joan no salía con nadie entonces y erais tan amigos... cuando se cruza otra persona quieras o no siempre hay un distanciamiento. Porque Joan se lió con Claudia después, cuando tu estabas en Cambridge, ¿no es verdad?

- si, más o menos casi a nuestra vuelta. ¿Distanciamiento? No... nos llevábamos muy bien los tres.

Nada más decirlo Alex se arrepintió. Esta tía parecía un encantador de serpientes. lo estaba hipnotizando. - Joder, habrá que morderse la lengua- pensaba para sí.

- ¿así que erais un trío, eh...? Je, je, je... es broma Alex, pero.. Joan no sería uno de esos entrometidos que agobian a una pareja... espero.

Alex no había movido un músculo ante la más que acertada insinuación de Inés. Decidió cambiar de conversación a la menor oportunidad o esa puta le sacaría las entrañas.

- no Inés, no lo era. Ten en cuenta que pasábamos mucho tiempo juntos. Ya sabes como es el trabajo de investigación. Te pasas la vida en el departamento. A eso me refería.

- ya... y después os fuisteis a Inglaterra...

- si. A los 2 años más o menos de casarnos nos fuimos a Cambrige. Nos ofrecieron una oportunidad a los dos con el grupo del proyecto.

- y cuando volvisteis Joan ya salía con Claudia...

- si, es cierto. Fue una sorpresa, la verdad.

- (extrañada) ¿no lo sabías? Vaya vaya...

Alex estaba totalmente desorientado. A pesar de sus esfuerzos estaba largando una y otra vez. intentó arreglarlo.

- fue casi antes de nuestra vuelta. Estuve muy liado los últimos meses. Además, Claudia no era del ambiente de la Universidad. Pero sí, es cierto, fue una sorpresa.

- entonces... coincidisteis los cuatro. Que bien, ¿no?.

Inés de nuevo percibió que el se mostraba incomodo con la conversación. Decidió no atosigarle.

- Perdona Alex.. soy muy indiscreta. Mi marido es muy reservado con su vida anterior a conocernos y me dejo llevar por la curiosidad, lo siento.

- si, eso es cierto, Joan es discreto para todo. Y no te preocupes, (mintiendo) si te muestras indiscreta te lo diré (risas)

- gracias por la confianza.

Se hizo un silencio un tanto incómodo. Inés quería romper ese impasse. Pensó subir a ponerse algo. Por costumbre pasaba en bata toda la tarde-noche de los domingos. Le gustaba sentirse desnuda. En este momento además encontraba bastante excitante estar así sentada, a dos palmos de Alex. La situación tenia mucho morbo, la verdad. No sabia exactamente el porqué, pero le gustó desde el mismo instante que Joan se lo presentó. Dándole vueltas llegó a la conclusión de que fue cuando oyó su voz. Cayo en la cuenta en la sauna. Le resultaba profunda, autoritaria... su propietario rebosaba seguridad en si mismo, casi hasta la arrogancia; y no es que Alex careciera de atractivo. Aunque no era exactamente su tipo estaba bastante bueno, como diría Carme. Además sus ojos claros de mirada dura y penetrante la traspasaban cada vez –las pocas- que se posaban sobre ella. No, no iba a quitarse la bata. Solo se le ocurrió decir:

- ¿más café?

Alex prefirió - decir si, gracias, pero descafeinado- para tomarse un descanso y hacerse una reflexión sobre lo que podría o no decir. Poco sabia de lo escasas que eran las informaciones que Joan lo había dado sobre sus relaciones con él. Observó a Inés mientras se levantaba y caminaba hacia la cocina. Era hermosa, muy hermosa. La visión fugaz de su muslo e ingle le había turbado Saberla desnuda bajo la bata, y, sobretodo, imaginársela con la espalda surcada de señales le producía instantáneamente una erección. Le gustaba... y mucho. Nada más se la presentaron sabía que bajo su apariencia casi insignificante se escondía un volcán. Las señales se lo confirmaron. En ese mismo instante decidió que seria suya. No dudaba de su propia capacidad de seducción para hacerlo, pero... en el peor de los casos ¿que podría ocurrir? Valía la pena intentarlo. Inés lo valía, y de paso... se podrían saldar ciertas cuentas.

Inés volvió con una nueva bandeja. Se sentó de nuevo a su lado con su gracia habitual para mostrar solo lo imprescindible. sirvió los descafeinados. Alex creyó llegado el momento de preguntar a su vez.

- ¿ como conociste a Joan?

- bueno... somos parientes, primos terceros o así. nos conocemos desde niños, pero como eso, como críos que se ven alguna que otra vez. ya mayores coincidimos en una reunión familiar. Yo tenia entonces 23 años y no lo veía desde que tenia nueve. Me gustó su aspecto de niño desaliñado., y a él parece que yo le gusté también. No nos separamos en todo el día... ni en los días siguientes, hasta que decidí irme a vivir con él.

- ¿ y cuanto lleváis de casados?

- ( pensando) pues... a ver... vivimos juntos casi dos años... pues seis años y tres meses. Desde el 96.

- ya son años... habéis superado la prueba de la convivencia.

- Nunca hemos tenido ese problema. En realidad yo me adapto a todo. Todo me va bien. y Joan... tres cuartos de lo mismo.

- si... Joan también es así. es una suerte para ambos.

Inés volvió a la carga.

- que pasa... Lola y tú... ¿tuvisteis ese problema?

- ( disimulando su molestia) tuvimos ese y algunos más. No estabamos preparados para el matrimonio.

Alex penso que era mucho peor dejar las cosas a medias. Quería terminar con el tema de una vez y parar el interrogatorio de esa ramera. Se juramentó que se lo haría pagar con intereses.

- mira Inés... lo nuestro no funcionó. No me preguntes porqué pero la química que teníamos al año se evaporó. Ambos pensábamos que al irnos a Inglaterra tendríamos una nueva oportunidad pero no fue así. A veces no hay explicación para estas cosas. Aguantamos un tiempo más al dejar Cambridge pero cuando me fui a Pamplona decidimos separarnos de común acuerdo.

Inés observó ya con claridad el fastidio que sentía Alex al hablar del asunto de su matrimonio, y decidió terminar. Estaba muerta de curiosidad pero la prudencia se imponía y no quería pasar como chafardera ante el amigo de su marido. Ay... suspiró para sí ¿ porqué este hombre le hacia tan poco caso?

- ya... entiendo.

Volvió a producirse un silencio algo espeso. Inés no era una mujer de las que gusta utilizar sus atractivos físicos. De hecho eso era algo publico y notorio para toda la gente con la que trataba, por algo tenia el mote de "la tiesa" pero... esta vez actuó haciendo añicos su forma habitual de comportarse, y aun sintiendo una gran vergüenza al hacerlo, dejó que las faldas de su batín se abrieran un poco... todo lo que dada su desnudez podía permitirse. Inés ni se enteró, pero Alex con su proverbial capacidad de disimulo se dio perfecta cuenta de esa acción. Esta vez no se trataba de un descuido, de un acto inconsciente. No, esta vez la zorra había actuado con premeditación. ¿La fruta estaba madura? No para sus fines. Para un polvo quizás, pero... no eran esos los planes que tenia para Inés.

A Inés esta vez la indiferencia de Alex le llegó a lo más profundo, ya que por primera vez había una clara intención por su parte de que él se fijara en ella. Su morbo y su consiguiente estado de preexcitación se apagaron instantáneamente. El caso estaba finiquitado. Aparentando un desinterés que no sentía se levantó.

- se hace tarde. Voy a pedirle a Filo que nos haga la cena. ¿qué te apetecería?

- No, no... elige tu. Yo tomo cualquier cosa.

- ¿una ensalada griega? ¿ te gusta el queso de cabra? A Joan le encanta y Filo la borda.

- muy bien, eso me va fenomenal.

E Inés se dirigió a la cocina tragándose su decepción sin imaginar las ardientes y lujuriosas pasiones que levantaba en ese hombre.

Continuará...

Ines34@ozú.es