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Secretos de un matrimonio (07)

en Sadomaso

CAPITULO VII

SÁBADO 1 DE MARZO

Cuando llegó a su casa a las cuatro de la madrugada estaba agotada. Se pasaban mucho últimamente en dejarla colgada durante horas, y eso empezaba a pesarle demasiado, sobretodo si solo estaba de espectadora pasiva mientras zurraban a otra sumisa novata. Como no faltaban candidatas, a ella, ya veterana, apenas le daban caña. Empezaba a aburrirle la cosa. Se tomó un sándwich y se fue a su habitación, se desnudó y se metió en la ducha. Le dolía la espalda y los brazos. El contacto con el agua tibia fue como un bálsamo. Salió sin siquiera secarse los cabellos. Ya mas relajada se sentó ante el i-Mac de su habitación, puesto aquí para su uso personalísimo. Quiso revisar su correo electrónico antes de chatear un rato.

- hola, hola... mira lo que tenemos aquí- dijo en voz alta. Y leyó el escueto mail:

Hola Loli

No voy a preguntar como estás después de tanto tiempo. No quiero correr ese riesgo. Pero seguro que te encontrarás mejor después de leer este mensaje. Esta tarde acabo de putear a la mujer de Joan. Y cuando digo putear ya sabes a qué me refiero. Le he devuelto la moneda.

Ahora estamos en paz.

Alex

Guardó el mensaje en una de sus carpetas. Iba a conectar con el chat pero se lo pensó mejor y apagó el ordenador. Se quitó la bata, puso una toalla sobre la almohada, apagó la luz y se tumbó. Se masturbó con ganas y el climax le llegó en un santiamén. Lo hizo de nuevo otras dos... tres veces con otros tantos orgasmos. Extenuada se durmió con un sueño inquieto y poco reparador.

 

* * * * *

LUNES 3 DE MARZO

Cuando Joan entraba en el despacho pasadas las nueve y media, Alex estaba ya con una alumna. Lo compartían temporalmente mientras durase su estancia en València.

- bon día a tothom...

- hola, buenos días- contestaron casi al unísono.

Joan se quitó la cazadora y se puso la bata. Pasando de la alumna dijo:

- voy a por un capuchino. ¿quieres uno Alex?

- (levantando la cabeza) espera y bajare contigo... ya estamos terminando y quiero que hablemos.

El tono imperativo le sorprendió un tanto. Alex y la chica se levantaron, y ella salió casi a hurtadillas, con su culo regordete atravesado por las miradas de los dos hombres.

- ¿esta buena, eh?- comentaron mientras se dirigían al montacargas. Tomaron de la maquina sus vasos de plástico con las bebidas.

- Joan, vamos un momento al campus. Quiero hablarte.

Se sentaron en un banco al cálido sol de marzo.

- bueno, ¿qué pasa?

- Joan... me he hecho a tu mujer.

- (visiblemente sorprendido) ¿ a Inés?

- si Joan... a Inés. He sometido a Inés... a tu mujer.

- (con voz de disgusto pero también de resignación) poco has tardado en conseguirlo.

- si, es verdad. Muy poco en realidad. Demasiado poco.

- (con algo de amargura) si que estaba a punto, si.

- Joan, siento decírtelo pero lleva mucho tiempo a punto. Para tu consuelo te diré que soy el primero.

- ¿el primero? ¿en qué?

- el primero con quien te traiciona.

Se produce un largo silencio. Joan cavila... piensa. Finalmente, para tranquilidad de Alex habla con un tono mas acorde con el que su viejo trato habría que respetar.

- ¿empatados, eh Alex?

- si, empatados, ¿quién lo iba a decir?

- y... ¿cuanto tiempo vas a conservarla?

- ¿recuerdas una pregunta parecida que yo te hice?

- si, perfectamente. Por eso te la he hecho.

- pues, tu mismo.

- (con un deje de tristeza) cuando te canses.

Alex no contestó. Había sido un golpe bajo. Joan volvió a la carga.

- todavía la quieres...

- Joan, no lo tomes como un venganza. Te pedí permiso, ¿recuerdas? Me lo diste. Tu no hiciste lo mismo... ¿recuerdas? Si, Joan. La quiero, pero eso es ya agua pasada. No tiene sentido recomponer lo que no tiene remedio.

Joan estaba roto por dentro. Jamás lo hubiera sospechado. Inés, su Inés, la cándida, la previsible, la discreta y pudorosa Inés, convertida en la ramera de Alex. No, ni por asomo. Hubiera puesto la mano en el fuego, por eso había renunciado a su sueño... un sueño que consideraba imposible... y mira. Un sueño que antes ya había alimentado con Claudia, y que había terminado con Lola. Lola... cuanto la quiso. Era suya. Suya... la había conquistado en buena lid... y la devolvió. ¿haría lo mismo Alex con su Inés? ¿seguiría siendo "su Inés" cuando él se cansara de ella? Estaba haciendo de tripas corazón aparentando indiferencia... pero esta roto... muy roto.

- bueno Alex... ¿pues que más puedo decir?... disfrútala.

- eso voy a hacer Joan...

* * * * *

El ambiente en la consulta de Eva era más relajado que en otras ocasiones. Ambas mujeres parecían sentirse a gusto.

- ¿has vuelto a tener fantasías con ese amigo de tu marido?

Inés no contestó enseguida. ¿le contaría esta vez a Eva lo sucedido en los últimos días? ¿la humillación y el desprecio a que se ha visto continuamente sometida? ¿entendería que a pesar de ser prácticamente arrojada de la casa de Alex y paseada como una perra, había gozado viéndose a si misma como una ramera despreciable?

- No.

- Te has tomado mucho tiempo para una respuesta tan corta.

Inés se decidió a contárselo. Tarde o temprano acabaría haciéndolo

- No he fantaseado con él. He estado con él.

- Te has acostado con él... ¿quieres decir?

- no... no exactamente.

La mujer sentada la miró con expresión de no comprender demasiado bien. Inés lo captó.

- quiero decir... tuve un encuentro de índole sexual con él. No se si llamarlo así. ha sido... diferente a pegar un polvo. Distinto.

- un encuentro equiparable a... ¿tus fantasías?

- si. Así es.

La doctora se arrellanó en el sillón, como era su costumbre. La confesión de Inés abría un amplio abanico de posibilidades y había que tomárselo con calma.

- no me interesan los detalles (mentía, desde luego), pero quisiera que me contaras qué sentiste en tu interior.

- sentí... como si hubiera tenido algo que hubiera esperado mucho tiempo. Algo que necesitaba.

- como en tu relación por internet.

- si... algo así, pero mucho más intensa.

- volvamos a la cuestión recurrente. ¿te sientes culpable de ello? ¿sientes remordimientos?

Inés se tomó muy poco tiempo en contestar.

- no Eva, no siento ningún tipo de arrepentimiento por haber dado ese paso.

La doctora tomo aliento, se quitó las quitó las gafas, las limpió.

- Inés... ¿te das cuenta que has pasado de sentirte culpable por experimentar placer al tener fantasías sadomasoquistas (repito, algo muy común en mujeres de clase media-alta), a carecer absolutamente de sentido critico hacia ti misma al pasar progresivamente esas fantasías al terreno real?

- (sin tomarse demasiado tiempo) si Eva, soy muy consciente de ello... soy una puta. Sin paliativos. Una gran puta... y me gusta serlo.

A la doctora casi se le caen las gafas al suelo.

 

* * * * *

MIÉRCOLES 12 DE MARZO

Tuvo que esperar un buen rato de pie hasta que abandonaron la mesa en la terraza. Tenia que ser esa y no otra, según le mandó Alex. Estaba incomoda. Por primera vez en mucho... mucho tiempo llevaba minifalda, y por primera vez en su vida no llevaba bragas. De no haber sido por los pantys se sentiría totalmente desnuda. Todavía recordaba cuando era una niña la foto aquella de la mujer del banquero pillada "in fraganti". Y ahora le tocaba a ella hacer el papelón. Sentía como punzadas las miradas de los hombres. No era para menos, tampoco llevaba sostén y aunque el tiempo era todo lo benigno y soleado que puede esperarse en Fallas, la calle Juan de Austria al mediodía está a la sombra, y ella con camiseta sin mangas... o sea que sus pezones estaban apuntando a todo el mundo. Así, Inés, la comedida Inés, la discreta Inés, absolutamente avergonzada, se sentó mirando hacia la plaza, y tal como le habían ordenado cruzó sus piernas sin recato alguno.

Desde ese primero de marzo se había encontrado con Alex otras dos veces, esta vez en su casa. La había tratado con extrema dureza, casi con brutalidad mientras la interrogaba acerca de su vida, sus gustos, sus fantasías. No tuvo arrestos de ocultarle ciertas cosas que después lamentaría, como su obsesión por pasar desapercibida, o sus sesiones con una analista less. A Alex parecieron alegrarle ambas cosas. ¿A saber porque pruebas habría de pasar a causa de estas revelaciones? Inés sabia perfectamente que la doctora era lesbiana como lo sabía media València y esperaba sin demasiada esperanza que esa confidencia no le ocasionara problemas, como se los estaba causando ahora mismo el afán de Alex por exhibirla vestida como una puta barata. Confiaba no obstante en su buen juicio para que las cosas no llegaran a ciertos extremos. Sin embargo no le importó contarle su vida con Joan con pelos y señales, algo que pareció interesarle mucho. En cambio pasó absolutamente de su vida amorosa anterior a su matrimonio.

No podía cambiar de posición ni adoptar una postura con algo más de decencia. Sabia que Alex la estaba observando o aparecería sin avisar. Si la encontraba de otra forma a la que él había exigido seria castigada. Y empezaba a saber lo que eso significaba. El ruido que llegaba calle arriba significaba que la mascletá había comenzado. La invadió la ansiedad que fue creciendo mientras pasaban los minutos. El ruido por fin cesó. Miró su rolex. Tenia 5 minutos. la angustia la atenazaba. pasaron los 5 minutos... respiró hondo. Vio a la masa de gente enfilar calle arriba, llegando hacia ella... levantó las piernas apoyándolas en el borde del asiento junto a su culo, rodeándolas con los brazos... y cerró los ojos, cuando los abrió vio las caras de la gente ante el increíble espectáculo. unos miraban sin disimulo... otros de reojo... madres tapando los ojos a sus hijos... llamándola de todo. Muchos de los hombres que pasaban a su lado con la vista fija en su sexo le dijeron cosas que harían enrojecer al mismísimo marques de Sade. Inés aguantaba... aguantaba... por fin la marea de gente amainó. Una mano dio unos golpecitos en su hombro desnudo. Era Alex.

- ya puedes bajar las piernas.

Mientras las volvía a su sitio respiró aliviada. El trago había pasado. Pero sabia que habrían muchos más.

... continuará

ines34@ozu.es