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Secretos de un matrimonio (12)

en Sadomaso

CAPITULO XII

El golf de Alex aparece hacia las once y cuarto. Cuando el está aparcando Inés ya sabe lo que tiene que hacer. Se lo ha explicitado Alex muy claramente hace menos de quince minutos. Se pone a cuatro patas y espera en el vestíbulo coge el collar y con la correa. Al aparecer Alex debe ladrar y mover su culo hasta que éste se ponga a su lado. hace la pantomima como le han mandado. El hombre lleva una bolsa de deporte.

- ¡Vamos!... a la cocina.

El amo y la perra detrás entraron en la amplia estancia. Se paró junto a la gran mesa metálica.

- levántate... y trae harina en cantidad. Y después túmbate boca arriba sobre la mesa.

Inés se alzó y sin quitarse la correa saco dos paquetes y los puso sobre la mesa. Después se puso de espaldas sobre la superficie metálica. La frialdad hizo que sus pezones se pusieran duros.

- levanta los brazos y pon el culo en el borde. Las piernas colgando. ¿donde tienes las cosas?

- están en el vestíbulo, donde tu pediste.

Alex salió y volvió con una caja de madera repujada. La deja en una silla, la abre y saca un par de pinzas metálicas. Toma con sus dedos uno de los pezones, lo estira hacia arriba, deformando todo el seno. Inés gime del dolor. Alex lo agarra con la pinza por su base. Inés grita. Se repite la operación en la otra teta. Lagrimas de sufrimiento caen por las mejillas de la chica, que suplica:

- por favor Alex... por favor.

El hombre impasible a las suplicas le pellizca la base de un pecho y le aplica otra pinza... y otra más en el otro.

- (con un llanto patético) no Alex... no más...

Se queda mirándola como su cuerpo suda, castigado por la tortura. Le gusta ver a sus sumisas quietas sin moverse aguantando el dolor. Inés llora inmóvil. Sabe que si se mueve el castigo será mayor.

Alex se desnuda y toma uno de los paquetes de harina, lo abre y lo vierte sobre el cuerpo de Inés, desde sus brazos, axilas y cuello hasta sus rodillas. Con sus dos manos masajea y amasa, pecho, senos, torso vientre, pubis y muslos. La harina forma una pasta con el sudor que impregna sus dedos. Toma el otro paquete y lo vierte en parte, enharinando... rebozando a la mujer que empieza a estremecerse. De vez en cuando una punzada de dolor le indica que el masajeo se centra en sus lastimadas tetas, que no han sido liberadas de las tenacillas. Alex manosea el monte de Venus y el sexo. Allí el empaste no es de sudor. Mete sus dedos lo más profundamente que puede. Inés jadea.

Alex se retira. Va hacia la bolsa y saca uso paquetitos alargados. Rompe uno de ellos, y tira de un capuchón con cuidado para no pincharse. Toma la aguja de la hipodérmica y va hacia Inés, que se estremece al verlo.

- no Alex... por favor, eso no no noooo.

El hombre, impasible a las suplicas, acerca la punta al vientre enharinado y pincha. Inés grita y se mueve. Alex la saca y vuelve a hundirla de nuevo, dos tres veces, lentamente. Inés se retuerce.

- cuanto más te muevas más te pincharé zorra.

- nooo para Alex.. nooo.

Lejos de hacerlo hunde la aguja en los muslos, en los pechos, en los costados... el cuerpo de Inés sufre un salpullido de puntos rojos que se convierten rápidamente en rosas al mezclarse la< sangre con la harina. Llora desconsoladamente totalmente inmóvil. Alex deja de asaetarla y va hacia el extremo de la mesa. Tira de los tobillos de Inés arrastrándola hacia sí. Le abre las piernas, situándola con sus muslos pegados a su cuerpo. Su polla esta a punto de estallar. Se la introduce de un golpe por su vagina, hasta la raíz, sin ninguna dificultad como era de prever. La taladra una y otra vez con espasmos violentos, y con sus manos soba el cuerpo yacente, mojado por el sudor, que se cubre de una pasta rosácea. Aprieta con sus dedos los senos sin misericordia. Inés grita de dolor... Alex se corre sin dejar de clavarle sus uñas.

* * * * *

Carme aparca bajo los árboles y sale con dificultades del mazda. Con una falda tan corta no es para menos. Se dirige al hombre en camiseta y vaqueros que la espera en la puerta. Muy nerviosa le tiende la mano.

- Hola... soy Alex- Y olvidando la mano le dio un beso en la mejilla. -¿tu eres Carmen, verdad?

- (un poco azorada) sí hola... soy Carme... bueno Carmen. Como tu quieras. Encantada. ¿no está Inés?

- (hablando con mucha seguridad y desparpajo) en este momento no está. Me ha dado el recado de que te haga los honores. ¿vamos adentro?

Su voz parecía que no admitía replica. Carme entra seguida de Alex. Van a la biblioteca. Ella se quita la chaqueta y queda con una camiseta con un cuello tan holgado que deja sus hombros desnudos, y tan corta que deja asomar parte de su tripita; se sientan juntos en el sofá. Ella al hacerlo estira la mini todo lo que puede, que era más bien poco. Alex sin ningún disimulo no perdió detalle de sus muslos. Era de un tipo de mujer que le gustaba para dominar: alta, guapa, con carnes generosas pero no gorda, con cierta charme pero poco estirada, y de edad... más bien madura. Le recordaba a Lola. Inés era otra cosa diferente... prieta y con mucha clase.

Carme está un poco como anulada. Es una sensación que nunca había sentido antes, dejarse llevar, al memos de forma tan acusada. Le gustaba Alex, pero nunca se imaginó que llegaría a causarle esa impresión de seguridad... de poder. Y eso le agradaba.

- así que tu eres Carmen... Ya tenia ganas de conocerte. Inés me ha hablado mucho de ti.

- bueno (coqueta) espero que bien.

Alex está... se siente... seductor, y tiene la corazonada que Carme está bastante dúctil... y se dispone a obrar en consecuencia.

- bueno... me ha contado cosas... que me gustan mucho.

- (halagada) ¿ah sí...?

- si Carmen... así es.

Le gusta que la llame Carmen. Se siente especial. Ese tío esta volviéndola loca con esa voz tan... embriagadora

- a ver... cuéntamelas.

- ¡ah no! prefiero que me las cuentes tú.

- (un poco perpleja) ¿yo?... yo no las sé. Tú o Inés deberíais decírmelas, ¿no crees?

- Yo quiero que me las digas tú... que sé que eres una chica muy mala.

- ¿mala yo? ¡que va!...

- Si Carmen... yo creo que sí que lo eres... venga, reconócelo. A mí me gustan mucho las chicas malas.

A estas alturas Carme se había despreocupado de su falda. Su ropa interior estaba en el mismísimo borde. Alex miraba indisimuladamente sus muslos desnudos lo que era para ella todo un halago a su vanidad femenina. Alex dio un nuevo paso y tomó su mano jugueteando con sus dedos. Carme le dejó hacer. Estaba muy encarrilada... pero no todavía a punto.

- bueno... un poco mala si creo que soy.

- ¿ves?... lo sabía. A ver... cuenta: ¿porqué eres mala?

- (coqueteando) oyeeee... eso no es justo. Me estas mareando. Deberias decirme antes porque me consideras mala.. ¿porqué te dijo Inés que yo lo era?

- (sonriendo persuasivo y jugando con la mano de Carme) Inés no me dijo que fueras mala. Soy yo quien lo dice... y tú también. ¿porqué te consideras una chica mala? Venga... dímelo.

- ¿sabes que tú si eres muy malo?

Alex tenia el otro brazo tras la cabeza de la chica, cada vez más cerca. Acercó su mano a su nuca, acariciándola. Como era de esperar Carme no hizo nada por evitarlo.

- si Carmen. Lo soy. No lo niego. (mas autoritario) Y quiero saber porqué tu dices que lo eres.

- (un poco intimidada por el cambio de tono) pues... no sé. A ver... ¿será porque he engañado a mi marido?

- eso no es ser mala. Eso es defensa propia (Carme se echó a reír) ¿sabes qué? Seguro que se lo merece. ¿a que sí?

- no sé...

- Sí Carmen, seguro que sí. Venga... dime porqué otras cosas eres mala.

- (dubitativa) pues... (bajando la vista) bueno... también tengo fantasías...

Alex ya acariciaba el cuello de Carme, notando que ella no era inmune a sus toqueteos. Con si dedo índice rozaba el lóbulo de su oreja.

- ¿fantasías?... ah... eso es otra cosa. Me gusta que las chicas tengan fantasías, sobretodo las malas... como tú lo eres ¿verdad? Venga, dime... ¿con qué fantaseas Carmen?

- (comenzando a ruborizarse) pues... a veces imagino que estoy con otra mujer.

- no me digas (burlón) ahora ya no tanto, ¿verdad?

Carme hace algo parecido una sonrisa forzada, que más parece una mueca, enrojeciendo hasta las uñas de los pies. Alex no le da tregua.

- Con otra mujer y... ¿también con otro hombre a la vez?

- (duda un poco) si... eso me da mucho morbo.

- ya... y qué más Carmen? ¿qué más sueños húmedos tienes? Porque son muy húmedos, ¿verdad?

- (todavía muy ruborizada) bueno si... un poco.

Alex acaricia ya sin disimulo no solo el cuello de Carme sino también su hombro desnudo. Ella responde a sus caricias con unos casi imperceptibles movimientos al compás, además de un ligero rubor de su piel, señal inequívoca de que esta excitada. Ya es prácticamente suya.

- ¿solo un poco Carmen? No... no lo creo. Seguro que tus fantasías te ponen muy caliente... ¿a que sí?

- (sonriendo) si... es cierto.

- eres una chica mala Carmen... me dices mentirijillas... y eso no se hace, ¿sabes?

Lo dice con complicidad, como compartiendo su secreto. Se esta ganando su confianza. Carme esta ya muy excitada. No tanto por las caricias sino por esa situación de total pasividad y dependencia que siente hacia ese hombre. Alex es muy consciente de su victoria. Sin soltar su mano las posa sobre el muslo de Carme, sin dejar de hablarle... d decirle lo que ella espera oir de sus labios, de esa conversación que la esta llevando a dar rienda suelta a sus interioridades más obscenas.

- no... no soy tan mala... bueno (sonríe) si, a veces lo soy.

- así me gusta. Y... ¿cuando Carmen... cuando sientes que eres muy mala? ¿y que piensas cuando lo eres?

- bueno... cosas. Pienso cosas... cosas que me hacen.

- sigue Carmen, sigue...

(pausa... esta pensando como decirlo) me atan...

- ¿quién te ata Carmen? ¿El chico o la chica... o ambos?

Alex ya da por supuesto que la situación es de trío, que es lo que sin duda Carme espera.

- bueno... la chica no. no sé... siempre es el chico quien lo hace.

- ¿y la chica Carmen... que te hace la chica?

- nada... solo obedece al hombre.

- ¿por ejemplo?

- (ruborizándose de nuevo) me mete cosas.

- ¿por la nariz Carmen?

- noooo... ( se ríe ) ya sabes por donde.

- dímelo tú...

- ( vuelve a ruborizarse ) por mi coñito...

Carme se ha quedado dudando. Alex la acorrala. Sus dedos ya juegan con el elástico de las bragas en su ingles, y siente el tacto del vello púbico.

- ¿ y... por donde más?

- por mi culito...

- así que te atan y te meten cosas... y tú te dejas...

- si.

Alex oye el respirar pesado y siente el calor que emana del sexo de la mujer. Su mano izquierda ya la tiene dentro de su escote, rodeando su cuello. Le habla muy bajo casi rozando su oído... pero sin tocarlo.

- y... además de eso... ¿te hacen algo más Carmen?

- me azotan... estoy atada y me azotan.

- ¿la chica Carmen?... ¿ o el chico... o los dos?

- a veces... no. casi siempre el chico. Me azota a mi sola o nos azota a las dos.

- vaya, vaya...

Es ahí donde pensaba llegar Alex. lo sabia. Si intuición no le ha fallado. Solo lo hizo con Lola. Solo entonces y lo pagó muy caro. Ahora solo había que seguir el guión y buscar el momento apropiado. ahora si que sus labios rozaron sus lóbulos... sus mejillas y su cuello. Carme se estremeció. Alex le susurró:

- eso esta bien... muy bien. me gusta. Y a ti también... ¿verdad?

- si... sí me gusta... me gusta todo eso.

Alex va a rematar el trabajo. Ya lo tiene claro. Carme esta totalmente vencida.

- ¿quién es la chica Carmen?

- (con voz muy baja... casi un murmullo) Inés... es Inés.

- Inés... ya. (pausa)Carmen... ¿te gusta que te usen verdad?

- Si... si me gusta.

- yo voy a hacerlo Carmen... voy a usarte. Quiero usarte... como una puta que eres.

- si... hazlo. Soy una puta.

Alex se volteó quedando de rodillas frente a ella. se quitó la camiseta. Le abrió los muslos y de un fuerte estirón desgarró las bragas. La tomó por sus nalgas y la acercó hacia sí... y hundió su boca en la licuada y ardiente vulva. Carme se desplomó... apenas Alex puso su lengua en su clítoris se corrió. Pero no soltó la presa. Pasó los muslos de la mujer por encima de sus hombros y volvió a acariciar con la boca el pubis y los labios inflamados mientras untaba su pulgar en su interior para introducirlo a continuación en su esfínter anal. Carme gimió de dolor; no estaba acostumbrada, pero no se quejó. Alex siguió de forma más delicada. El anillo se iba abriendo poco a poco, y el dedo entraba cada vez más. Carme jadeaba de placer. El apéndice ya no daba más de sí, golpeando con fuerza hasta la empuñadura.

- ¿te gusta eh puta?

- si si... sigue... me gusta.

Alex sacó el dedo y volvió las piernas de Carme a su lugar. La levantó y la puso de rodillas en el sofá. Le abrió los muslos y su pene buscó su culo, que ya dilatado y lubricado no opuso al principio excesiva resistencia.

- Carmen... acaríciate.

Cuando ella puso sus dedos en su sexo, Alex la penetró poco a poco. Carmen volvió a quejarse pero dejó hacer... la verga entraba en sus entrañas más y más... y dolía cada vez menos. Se palpaba sus genitales casi con violencia. El miembro de Alex la taladraba hasta lo mas profundo y su pubis le golpeaba las nalgas una y otra vez... hasta que le vino el orgasmo. Carmen se derrumbó.