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El detalle

en Dominación

RELATO 7

El detalle

ECSagardez

Su presencia siempre la había intimidado y esa ocasión no era la excepción… Cuando abrió la puerta y lo miro que cruzaba el umbral, palideció al verlo, hubiera querido salir corriendo. Sin embargo, algo la contuvo y lo observó con esa sonrisa sardónica que siempre esbozaba y le daba un aire de perdonavidas…

El no dijo nada, se limitó a mirar a su alrededor y con un gesto la invitó a seguirle… Ella no vaciló y lo siguió para detenerse ambos en el comedor de la casa. Su sonrisa burlona le molestaba, pero no dijo nada, era tanto su miedo que nada de lo que hiciera lo perturbaría, así era él y tenía que soportarlo.

Sólo un gesto realizó y provocó que ella se inclinara, dada su gran estatura y con la mano lo tomó, y lo observó detenidamente sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no eran de tristeza ni de humillación, sino de alegría…

Y es que para ella era desconocida esa expresión de cortesía que en ese momento le estaba demostrando. Por lo que accedió a lo que él le estaba ofreciendo, lo rozó ligeramente con su lengua y disfrutó a plenitud el agridulce sabor… Siguió su recorrido hasta degustarlo ampliamente.

En toda su vida no había sentido nada tan rico y delicioso como lo que estaba disfrutando. El se mantenía incólume… Jamás daba a demostrar sus sentimientos, parecía estar hecho de piedra… Eso la perturbaba, pero no decía nada, porque se había acostumbrado a soportar su frialdad…

Por ello no vaciló en seguir probando lo que él le había puesto en sus manos. Su boca se le había hecho agua, sólo de verlo, pero no quería hacerlo sentir mal y prefirió seguirlo probando, al cabo también le gustaba. Su lengua pasaba por toda la punta y daba la vuelta varias veces, porque le gustaba ese sabor, no podía negarlo…

Jamás pensó que ese sabor era exquisito y siguó en su labor, mientras levantaba la mirada para observarlo. El intentaba reir, pero los músculos de su rostro seguían en el mismo lugar. Le divertía lo que estaba viendo. Parecía una niña con juguete nuevo…

El tiempo continuó su marcha. Mientras ella seguía pasando su lengua de arriba abajo. Incluso en ciertos momentos, llegó a introducirse todo en la cavidad bucal, pero no le importaba. Lo único importante era que lo estaba disfrutando, como nunca lo había disfrutado…

El placer de saborear algo, a pesar de la frialdad que él le demostraba siempre, en esta ocasión no puso objeción para hacer lo que él le había mostrado. Había llegado la oportunidad esperada por ella de que él le demostrara que podía ser cortés y hacerla sentir como una adolescente…

En tanto ella, seguía disfrutándolo… El tiempo no le importaba… Quería que no se extinguiera esa felicidad que él le proporcionaba… El sabor agridulce le encantaba y su lengua seguía explorando esa ricura que sólo medía 16 centímetros…

Nunca pensó tenerlo en su boca… Y a pesar del pánico que él le producía, no tuvo empacho en esta ocasión de atender a su llamado de seguirlo y sorberlo, lamerlo y relamerlo… Y es que era una oportunidad que no debía dejar pasar, quería aprovechar que no la había regañado y se había comportado humilde con ella. Su sencillez y cortesía la tenía sorprendida…

Por ello no dijo nada y siguió lamiéndolo. Mientras él disfrutaba verle el rostro. Un rostro lleno de sorpresa, pero a la vez de entusiasmo por lo que probaba. Le encantaba verla como pasaba su lengua, una y otra vez, en la punta y a todo lo largo. Jamás se imaginó ese comportamiento…

Pero a su vez, él estaba sorprendido de la reacción de ella. Sabía que le temía, porque siempre había sido regañón. Asimismo, sabía que jamás le negaría lo que le pidiera y mucho menos el que se llevara algo a la boca que él le brindaba…

Para él como hombre, tenía mucha significancia la forma en que la controlaba. No quería ser manipulador de sus sentimientos, pero había logrado, con su forma de ser, que ella desconfiara de él. Sin embargo, esta vez le demostró que detrás de esa máscara imperturbable, sentía amor por ella.

Asimismo, se sentía mal de no poderlo demostrar con mucho entusiasmo. Pero en el fondo sabía que ella significaba mucho. Jamás le había puesto la mano encima ni ella hacía cosas que le molestaran, al contrario era todo amor y siempre estaba dispuesta a servirle sin reparo alguno.

Por lo tanto, ella seguía lamiendo y degustando ese sabor que la enloquecía. Habían pasado varios minutos y no quería que concluyera. De reojo observaba la reacción de él… Y sabía que también lo disfrutaba, porque se le quedaba mirando con una ternura que apenas asomaba en ese rostro impávido…

Poco a poco, se fue produciendo lo que ella temía… El disfrutó plenamente el verla feliz, incluso también sintió algo de felicidad por haberle proporcionado un momento placentero y delicioso… Pero no pudo más y tuvo que metérselo todo en la boca, sintiendo el refrescante líquido que pasaba a lo largo de su garganta… El delicioso barquillo de limón, se había consumido y a ella le había agradado…

Sólo se limitó a darle las gracias por el detalle… Jamás lo había pensado de él… El helado de limón, desde siempre había sido su favorito, pensó ella.