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Feliz a su manera

en Grandes Relatos

RELATO 11

Feliz a su manera

Ernesto Castro Sagardez

Terminaron de cenar y se trasladaron a la sala donde se sentaron en el mullido sofá y encendieron la televisión… El acostumbraba tomar una taza de humeante café veracruzano que siempre le enviaba su familia. Mientras ella disfrutaba de un te de manzanilla… Por aquello de que si tomaba el líquido cafeíno le quitaba el sueño…

En la televisión pasaban una película erótica, lo cual provocó que ambos coincidieran en verla… Conforme transcurría el filme, las escenas fueron subiendo de tono y se hicieron más candentes… Cosa que aprovechó Rubén para agarrarla de una pierna a la altura de la rodilla y hacerle una caricia que pareció provocarle cosquillas a Rebeca…

Sin embargo, no le intimidó la caricia, porque eran una pareja que se entregaba de inmediato a los placeres del sexo. Aunque ya había asomos en él de dificultades para tener una erección completa. No obstante, él sabía como despertarla al sexo a través de la lengua…

II

La cercanía de Rubén a Rebeca le daba mucha confianza y poco a poco se fueron acercando más en el sofá que habían elegido para ver la televisión. Al fin que no tenían miedo a perder su intimidad. Eran padres de tres hijos, quienes ya no vivían ahí. Todos se habían casado y hacían sus vidas en diferentes partes del país. Rubén el mayor tenía 25 años y era ingeniero en sistemas computacionales, trabajando en Tijuana. Laura de 24 era doctora y vivía en la ciudad de México. Mientras que Arturo de 22 era licenciado en derecho y había conseguido un trabajo en Querétaro.

Sus hijos eran el tesoro más preciado y se sentían orgullosos de ellos. Por lo que Rubén y Rebeca, habían decidido desde muchos años atrás radicar en Monterrey, donde la vida les había sonreido, ya que eran dueños de un negocio que les dejaba tiempo para disfrutar su amor…

La noche era fría, por lo que él la tomó de las manos y las guardó entre las suyas para hacerlas sentir su calor… Rebeca le ofreció sus labios y le plantó un beso que se convirtió en algo apasionado… Lo quería y se lo demostraba a cada momento…

La mano de él comenzó a subir y se introdujo por el camisón hasta lograr asir un seno, tomando con sus dedos el pezón que reaccionó de inmediato a la subyugante caricia, poniéndose duro, mientras una aureola se ennegrecía a su alrededor…

III

Ella cerró los ojos y se dejó conducir por la caricia… Su entrega se materializó, cuando Rubén introdujo la mano derecha en la entrepierna y comenzó a acariciarle sobre el calzón… Sabía que él tenía preferencias por los bikinis de color beige y, sin querer, antes de merendar se había bañado y posteriormente se puso aquel que tanto le gustaba a su marido.

La caricia sobre el bikini se hizo en forma suave… Rubén tenía mucha habilidad para hacerla feliz y transportarla a lo más recóndito del placer… Esa noche no era la excepción…

Rebeca con los ojos cerrados, dejó a Rubén que le hiciera lo que bien sabía hacer con los dedos, mientras hacía a un lado el bikini y jugaba con sus vellos púbicos que ya para ese momento se encontraban llenos de los jugos que salían a raudales y humedecían su monte de venus…

Ruben dejó de aprisionarle el pezón con la mano izquierda y se lo introdujo en la boca para morderlo suavemente con sus labios. Ella lanzó un ligero quejido, pero no fue tanto de dolor, sino del placer que le producía la discreta forma de lamerle esa parte de su cuerpo que tanto la excitaba…

IV

Su grado de excitación era increíble… Pero también Rebeca ya deseaba tomar el pene de Rubén… Por lo que él, tranquilamente y sin muchos aspavientos, se bajó el pants y la truza que aprisionaban ese "pirrín" que en sus mejores tiempos llegó a medir hasta 20 centímetros y que hacía tan feliz a su mujer.

Rebeca lo agarró y lo aprisionó con la mano derecha, bajando el prepucio hasta descubrir el glande. Sabía que era algo que a Rubén le gustaba… El lanzó un gemido… La mano de ella descendió y tomó los testículos para apretarlos… Le gustaba sopesarlos, porque sentía que eran muy grandes para la estatura de su marido, quien no sobrepasaba el 1.65 metros.

La mano de ella siguió en un vaiven, hasta que logró una erección, si no perfecta, cuando menos para hacer una medición, ya que le gustaba ponerla en su cuerpo y hasta el ombligo de Rubén para ver hasta donde le llegaba… Jugaba ella con sus propias fantasías…

V

Rubén seguía besándole el cuerpo, recorriendo los pezones que en ese momento estaban demasiado erectos e invitaban a mordisquearlos. La parsimonia de él para hacerle el amor, hacían que Rebeca disfrutara plenamente, aún sin ser penetrada. La lengua de él fue trazando caminos, surcos y sentía la humedad de su saliva. Por un instante se detuvo en el centro de su cuerpo, esa parte que todos conocemos como ombligo, donde la estuvo penetrando con ese órgano del gusto. Aunque en realidad el gusto fue para ella, ya que no pudo controlar más la laxitud de su cuerpo, sobreviniéndole un orgasmo descomunal…

Rubén levantó un poco el rostro y se le quedó mirando… Ella sólo abrió los ojos un momento y le sonrió… El siguió su recorrido, como si estuviera viajando por el mundo… Hasta colocar su rostro en la entrepierna de ella, quien se regocijó del movimiento, ya que ligeramente apretó sus piernas en señal de asentimiento…

VI

La posición de él fue favorable para ambos. Rebeca se introdujo el "pito" de Rubén en la boca y comenzó a degustarlo, le pasó la lengua de arriba abajo y bajó el prepucio hasta descubrirle el glande, el cual rozó con su lengua, sintiendo él una reacción eléctrica que recorrió su cuerpo desde el cerebro, pasó por la columna vertebral, hasta llegar finalmente a sus órganos genitales, surgiendo en la punta algo de líquido preseminal, que ella sorbió sin ningún problema. Le gustaba el sabor agridulce y lo disfrutó plenamente…

De inmediato se introdujo todo el miembro de su marido en la boca y lo chupó y relamió como si estuviera degustando un helado…

Sin duda, Rebeca era experta en las lides "mamatorias" y eso ponía a Rubén a más de cien, valga el término. Era indudable que ambos disfrutaban ese tipo de caricias… Lo habían leído en algún libro y ninguno de los dos sentía repulsión por lo que hacían en la intimidad…

VII

Rubén, por su parte, no se quedaba atrás, había sido educado para amar a las mujeres en toda su plenitud y transportarlas al éxtasis y al climax del placer… Su lengua se había detenido y saboreaba los jugos de su "Becky", como le decía de cariño… Ese olor que despedía su monte de venus enmarañado y ese sabor tan de ella, lo hacía olvidarse de todo, por lo que no dudaba en aspirar y regodearse con lo que ella le proporcionaba…

Empezó a meter su lengua, más y más hasta el fondo, recorriendo milímetro a milímetro la cavidad vaginal, logró meter un dedo, mientras su lengua jugueteaba con su clítoris y por un momento lo aprisionó con sus labios. El órgano femenino estaba palpitante y sentía los estragos a los que estaba siendo sometido… De pronto, ella soltó el pene que tenía en la boca y lanzó un grito estentóreo, estiró todo el cuerpo, mientras los dedos de sus pies se crisparon y sobrevino un orgasmo de pronóstico reservado que duró seis segundos, pero que para ella fueron algo eterno…

De nuevo tomó el pene con la boca y siguió ahora un mete y saca, recorriéndolo de tal manera que se estaba convirtiendo en una masturbación…

VIII

Sin embargo, Rubén quería penetrarla y la separó. La colocó en el sofá boca arriba, puso una de sus piernas en el respaldo y ante sus ojos quedó ese monte de venus que le fascinaba y procedió a penetrarla. Esto no fue difícil, ya que ella se encontraba muy húmeda… Cuando sintió el grosor de ese pene en su interior, ella empujaba con todo su cuerpo, logrando ambos acompasar sus movimientos…

Los movimientos se hicieron más frenéticos y cuando ya no pudieron más por el cansancio, debido a su edad, él sintió como una descarga eléctrica le recorría su espina dorsal y se concentraba en sus testículos, hasta descargar el semen que estaba contenido en su saco escrotal. En tanto, Rebeca recibía el mensaje y lanzó un hondo gemido, antesala de otro tremendo orgasmo que ya no pudo evitar y dejó que su cuerpo se desfallecera…

El dejó caer su cuerpo sobre el de Rebeca, mientras su miembro perdía fuerza en el interior de ella que hacía movimientos con sus músculos vaginales tratando de sacarle hasta la última gota de sémen a un Rubén desfallecido y que a leguas se notaba el trabajo que le costaba mantener una erección completa. Aunque para Rebeca, él seguía siendo el mejor de los amantes…

IX

Y de la película en el televisor… Ellos ni se acordaban… Porque desde que se sentaron en el sofá, se entregaron a las delicias del placer… Estaban solos y había que aprovechar el tiempo, antes que el tiempo los hiciera presa a ellos y no pudieran disfrutar más de sus olores y sabores…

Así eran Rubén y Rebeca, una pareja feliz. Pero feliz a su manera