miprimita.com

Los orgasmos de la tia Esperanza

en Amor filial

* Relato 35…

Los orgasmos de la tia Esperanza

SINOPSIS: Sorprendido por su tia cuando se masturbaba, un joven hace realidad sus fantasías de cogérsela, sabedor de que ella era una voluptuosa mujer que disfrutaba al máximo sus mamadas y cogidas… Dos experiencias inolvidables de erotismo entre un muchacho y su tia, quien no perdió la oportunidad de tener sus fantásticos orgasmos…

ECSagardez

La tia Esperanza, madre de mi prima Lupita, quien tenía 48 años de edad, no era un dechado de belleza. Su cara era redonda, su cuerpo robusto y tenía unos pies regordetes, de los llamados tamaludos aquí en México… Sin embargo, tenía unas grandes tetas y anchas caderas. Lo cual hacía que me masturbara en algunas ocasiones a su salud…

Una tarde en que regresé de la escuela, donde estudiaba el bachillerato, me encontré con la noticia que mis abuelos habían viajado de urgencia a Tlalixcoyan, también en el Estado de Veracruz, para visitar al tio Gerardo, quien había tenido un accidente y se encontraba en recuperación en su hogar…

Por lo que ella tuvo la necesidad de quedarse para esperar mi llegada y darme mis alimentos. Debo decir que pese a no ser agraciada en cuanto a belleza, tenía un sazón muy especial. Su comida era bien condimentada y por lo tanto cada platillo sabía a gloria. En resumen, era una estupenda cocinera…

Luego de saciar el hambre y la sed. Me dispuse a bañarme para ponerme a hacer mi tarea. En tanto mi prima Lupita, como acostumbraba normalmente, había salido hacia la biblioteca para realizar sus trabajos de investigación escolar…

En la casa, por cierto con un gran patio y varios cuartos, la tia Esperanza y yo estábamos solos. Por lo que me trasladé a uno de los cuartos de atrás donde sólo había trebejos y un sofá desvencijado, así que saqué de un viejo mueble una revista pornográfica de varias que tenía, las cuales ocultaba, ya que mi abuela tenía la curiosidad de revisar nuestros cuartos, para que no hubiera cigarrillos o ese tipo de literatura erótica…

Al estar mirando las fotografías de las modelos que allí aparecían y deleitar mi pupila con la belleza de sus pies, la verga se me paró y no tuve más que jalarle el pescuezo al ganso…

II

Tan ensimismado estaba en mi pajuela, donde mis movimientos con la mano derecha eran frenéticos que no me percaté de la presencia de la Tia Esperanza, quien se quedó estupefacta, observando la maniobra y, me imagino, la longitud de mi pene…

La intensidad de mis movimientos se acrecentaron, hasta que tuve una fuerte descarga de sémen, los cuales mancharon la pared y algunas gotas cayeron sobre los regordetes pies de la Tia Esperanza.

Ni siquiera se inmutó la tia, cuando abrí los ojos y la vi parada en la puerta… Enseguida me hice el espantado y ella sólo me sonrió y me dijo que no me preocupara, porque era normal en un muchacho de mi edad hacerse una "chaqueta", decía ella.

Cuando pensé que se retiraría de inmediato, la tia Esperanza se acercó y me agarró la verga, además de agacharse para limpiar con su lengua los residuos de sémen que se encontraban derramados sobre mi glande…

En ese instante comprobé lo que tanto me habían contado de la tia Esperanza, quien era adicta al sexo y no le importaba el lugar ni la hora para disfrutarlo intensamente…

Sus ojos languidecieron al saborear mi esperma. No podía creer lo que veía, era una realidad, la tia Esperanza era toda una zorra y mientras me propinaba una mamada tremebunda, su mano estaba entre sus gruesos muslos masturbándose de tal forma que su rostro se convirtió en una máscara de satisfacción…

Mi verga sentía las acometidas de la boca de mi tia, quien se la metía, la sacaba, la observaba y se la volvía a introducir, pasaba varias veces su lengua sobre el glande y me jalaba con fuerza el prepucio. Yo estaba transformado, jamás nadie me había mamado con tanto salvajismo como la tia Esperanza, quien se solazaba con tener en esos momentos un pito a su disposición…

III

Pero ya nada se podía hacer, tanto ella como yo lo estábamos disfrutando… Aunque tuviera la necesidad de autosatisfacerse, porque yo estaba impávido, no acertaba que hacer, me quedé paralizado en cuanto a pensar si le agarraba su panocha o le masajeaba las tetas…

Pero ella no daba lugar a nada, seguía mamando con loco frenesí que no pude aguantar más y tuve mi segunda descarga de sémen que inundó su boca y sólo alcanzó a hacer sonidos guturales, porque se tragó todo, sin dejar rastro de nada… ¡Ah! Que tía, era muy guarra la cabrona y a mi me había gustado mucho…

A pesar de mi venida, la tia Esperanza no dejó para nada de masturbarse y un lánguido sonido salió de su garganta, cuando tuvo su orgasmo… Era todo un espectáculo ver retorcerse el robusto cuerpo de esa madurona que hacía movimientos que bien parecían un ritual de hechicería…

Un líquido blanquecino y cremoso salió disparado por el aire y rebotó en el suelo para entrar, posteriormente, en un estado hipnótico, mientras de su tremenda vagina salía algo amarillento como si estuviera orinándose parada y recorrió todas sus piernas…

Así eran los orgasmos de la tia Esperanza, quien volvió a la calma pocos minutos después y me dijo:

— No te espantes sobrino… Así me vengo yo y si supieras cuanto lo disfruto… Por cierto, quiero que esto quede entre nosotros ni una palabra a nadie… Tenía tantos deseos de tener una verga para mi sola, que no aguanté las ganas de ver toda la escena cuando te hacías una chaqueta… Eso me calentó mucho…

IV

No se habló más del asunto y ambos nos despedimos con un beso en la mejilla… Pero mi líbido necesitaba tener una sesión de sexo con la tia Esperanza y la seguí hasta su cuarto donde entré sin tocar y la encontré desnuda totalmente, porque pretendía darse una ducha…

Al verme no se sorprendió. Incluso me expresó:

- Ya estás aquí… Jamás creí que te quedaras quieto… Ustedes los chamacos enseguida se recuperan y nomás quieren estar montados en las viejas, sobre todo en las maduronas…

La forma en que lo dijo me pareció una buena ocurrencia y lancé una sonora carcajada… La tia Esperanza si que conocía a los hombres…

Así que me dijo pon el seguro a la puerta y desnúdate que te voy a hacer muchas cosas… Me quité la ropa sin ningún temor, porque aún faltaban dos horas para que llegara la prima Lupita, así que debíamos aprovecharlas al máximo…

Mi tia me acostó en la cama y se subió arriba de mi dándome la espalda, donde yo le veía sus nalgas y me puso su panocha en la cara para que se la mamara… La invitación no la pude despreciar, aunque debo relatar que el aroma no era nada agradable…

Pero aún así no le hice el feo y metí mi lengua en su concha y se la introduje lo más profundo que podía, ella jadeaba con gran intensidad y mostraba los signos de una tremenda calentura…

En cuanto logré asir con mis labios su clítoris, por cierto de buena factura, le di ligeros mordiscos que ella respondía con buenos sentones en mi cara, parecía que deseaba ahogarme, pero sólo era una reacción de lo cachonda que estaba y señal de que se regodeaba al máximo con la actividad de su incipiente mamador…

V

En algunas ocasiones, le daba el beso negro y ella lanzaba más gemidos de placer… Cuando de pronto se alzó levemente y me dejó caer ese líquido blanquecino y cremoso que ya había disparado en el cuarto de los trebejos…

Mi verga se encontraba a mil de tiesa y nadamás se volteó para sentarse y dejarse caer sin misericordia, como si mi verga, fuera un fierro candente… Su forma de jinetear era indescriptible, subía y bajaba, se echaba hacia delante y se volvía hacia atrás… De pronto empezó a hacer movimientos peristálticos y rotatorios, me masajeó la verga con sus músculos vaginales y me embriagó con su perrito, así como lo oyen, me vine en ella y le disparé oleadas de sémen…

El cuarto de la tia Esperanza mezclaba un fuerte olor a marisco descompuesto, que forma de coger tenía la madurona… Se comprobaba las versiones de que el tio Jerónimo no le aguantó el ritmo cuando empezó a envejecer, porque no era ninfomaniaza, pero si sabía entregarse y disfrutar el palo a todo lo que daba la movilidad de su robusto cuerpo…

VI

Fue una tarde inolvidable para ambos y mi tia me sugirió que lo volveríamos a hacer cuando no hubiera nadie, porque le había gustado mi miembro y porque mis mocos, decía ella, tenían un sabor dulcezón que le enervaba sus pensamientos eróticos…

Nadie dijo nada y la vida de toda la familia se desarrollaba en forma normal, hasta que un dia se presentó la oportunidad nuevamente de quedarnos solos y no hubo necesidad de tantos exordios, la seguí a su cuarto y de inmediato me tiró en su cama y me bajó el short y la truza, hasta que mi verga emergió triunfante y reposada…

La tia se la introdujo en la boca y empezó su clásica mamada que me ponía a cien, pero fue tan intensa que no me pude aguantar mucho para descargarle toda mi leche caliente que ella gozó y movía la mano como si me estuviera ordeñando…

De inmediato se acostó boca arriba y abrió sus regordetas piernas en una clara invitación a meterme y mamarle su vagina que tenía escaso vello púbico. Pero no importó desde las rodillas la fui besando, hasta que llegué a su vulva y con desesperación busqué su clítoris para lamerlo y saborearlo con honda fruición…

Recuerdo que ese dia había comido piña con todo y corazón, lo cual puso mi lengua rasposa, como si fuera lija, por lo que al pasarle el órgano gustativo en su clítoris, ella se retorcía en forma exagerada, pero a la vez con un tremendo goce… Sólo decía:

- Así, así, así sobrinito lindo… Que le hiciste a tu lengua… Me está gustando como lames, la tienes rasposita… Eres todo un cabrón para mamar… Te pareces a tu tio Jerónimo… Pero tu eres mejor que él… Porque tienes la verga más grande…

Las expresiones de mi tia me enardecieron más y a punto estuve de venirme en seco, pero aguanté con estoicismo y dejé que fuera ella, quien derramara su líquido blanquecino y cremoso que fue a rebotar en mi rostro, mientras otro líquido amarillento y delgado, salía y se confundía entre sus piernas…

Solícita como estaba, la tia Esperanza me dijo con desesperación:

- Ya cielo… Metémela toda, no me dejes nada afuera… Anda querubín no seas malo, méteme ese tronco de carne fresca que te cuelga…

No puse objeción y se la metí hasta que mis huevos chocaron con sus nalgas para sacársela hasta la punta e introducirla con más fuerza, lo cual le provocaba ligeros gemidos de placer incestuoso…

Por espacio de diez minutos, se la metía y se la sacaba y cuando sentía la necesidad de venirme, me detenía por un instante hasta que controlaba mis deseos eyaculatorios para volver a la carga, eso la desesperaba, pero a la vez le satisfacía…

La tia Esperanza volvió a arquear su cuerpo y a tener uno de esos horrorosos orgasmos, pero siguió estoica soportando las metidas y sacadas de mi verga y en un momento no aguantó más el roce y me atrapó entre sus piernas para mover por dentro sus músculos vaginales que me hicieron eyacular de inmediato y a la vez me proporcionó un intenso placer…

En el momento de lanzarle mis siete chisguetazos de esperma… La tia se dejó caer como vencida, pero sólo fue un acto reflejo, porque tuvo otro orgasmo que la hizo hacer movimientos de desesperación como si el corazón se le estuviera paralizando… Pero sólo fue una acción inercial del disfrute que estaba viviendo con su cachondo sobrino…

Posteriormente se zafó y se pegó como becerrita al pene para sacarme más sémen. Pero todo fue un desencanto, porque ya estaba bien ordeñado, después de hacerme sentir su perrito…

VII

Los palos con mi tia Esperanza se repitieron por varios años y nadie jamás se enteró que me cogía a la madre y a la hija… Pero eso si, las dos extremaban sus cuidados, porque yo tenía que estar en forma para darles batería y se convirtieron en mis más entusiastas cómplices y, por qué no decirlo, también en mis amantes…

La tia Esperanza era tan caliente que tuvo también un encuentro con mi abuelo y de eso si se dio cuenta su hija Lupita, quien le reclamó airada la situación. Pero al final tuve que intervenir, porque no podíamos hacerle sentir a la abuela Faustina que algo estaba pasando en el seno familiar…

Lo de mi abuelo sólo fue una leve aventura, porque según la tia Esperanza estaba molesta porque yo no le hacía caso. Hasta que le expliqué que en momentos de exámenes, no me podía distraer y la convencí de que esperara unos días para darle la sesión de sexo que esperaba y se presentó la oportunidad, cuando tuvimos un viaje a un pueblo cercano a Veracruz, llamado Medellín, donde el gorjeo de los pájaros, el aire que movía las hojas, el ruido del rio al correr sus aguas y el sol abrasador, nos permitieron mamar y coger, como recordándole los palos que se aventaba con el tio Jerónimo entre los sembradíos de piña en Loma Bonita…

Pero esa será otra historia, porque aquí si hubo testigos, quienes se dieron cuenta de la forma salvaje y frenética en que cogía la tia Esperanza, así como sus fantásticos orgasmos...