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Amigos o amantes

en Erotismo y Amor

* Relato 26…

Amigos o amantes

ECSagardez

La noche era lluviosa y lóbrega, los planes de Román por salir a disfrutar de una noche de juerga, no pudieron llevarse a cabo y tuvo que conformarse con sacar una cerveza del refrigerador y prender la televisión para disfrutar de una película. Por cierto muy erótica…

Las escenas entre la pareja de actores lo pusieron a mil por hora y con un ligero movimiento se sacó el pene que erecto quedaba aprisionado en el boxer y comenzó un sube-baja suave… Tenía años que no se masturbaba, pero la ocasión lo ameritaba ante las imágenes llenas de erotismo que veía en la televisión.

Ensimismado en las escenas de la película y el agarrarse la verga… Sonó el teléfono y se apresuró a contestar:

— ¡Bueno!

— Si soy yo, Román ¿qué se te ofrece?

Era su amiga del alma de nombre Atenea, quien le preguntaba qué hacía en ese momento y si podía pasar a acompañarlo… Ya que la lluvia y los truenos le daban cierto temor…

Román no vaciló en responderle que la esperaba, al cabo que eran vecinos, ya que vivía a 50 metros de su departamento… Por lo que ella le preguntó:

— ¿Ya cenaste…?

Y Román, repuso…

— Pensaba salir a la calle, pero ya ves como se puso el tiempo… La verdad no he cenado… Y tengo un poco de hambre…

Atenea le indicó:

— No te preocupes, tengo aquí una pizza y ahorita la llevo para compartir contigo la cena…

Román sólo se limitó a responder:

— Muy bien te espero…

LA VISITA

Sólo quince minutos pasaron después de la llamada, cuando Atenea ya se encontraba en la planta baja del edificio y llevaba consigo la caja de una pizza familiar y su bolso de mano…

Al llegar al departamento de Román, que se encontraba en el segundo piso del edificio… Tocó el timbre y de inmediato él le abrió la puerta. Por lo que se saludaron con un leve roce en las mejillas…

En realidad no tenían mucho que preguntarse, porque se veían seguido, incluso ambos trabajaban en la misma empresa y en el departamento de diseño. Por lo que no cabían las interrogantes, ya que se conocían de muchos años…

Román era un hombre treintañero, quien se había divorciado y vivía solo desde hace tiempo… Si acaso, algunas aventuras amorosas, pero nada en serio… No quería comprometer su libertad, decía a sus conocidos…

Por su parte, Atenea era una chica muy simpática, pero carecía de atractivo físico, por ser de complexión robusta, nariz aguileña y ojos color miel. Su único atractivo era su boca, ya que poseía unos labios muy delgados, unos senos pronunciados y sus hermosos pies, que bien arreglados, hacían la diferencia… Era una mujer dedicada al trabajo y a tener su departamento bien arregladito… Al cabo que era una diseñadora de interiores…

LA PLATICA

Con toda la confianza del mundo, Atenea ingresó al departamento de Román y colocó la pizza en la mesa de centro y de reojo se percató de la película que estaba viendo su amigo. Por lo que preguntó:

— Presiento que llegué en mal momento. Porque esa película está muy picante…

Ambos se echaron a reir por la ocurrencia… Pero Román, le dijo:

— Te digo la verdad… Se me excedió la temperatura… Pero no es para tanto…

Atenea, como no queriendo la cosa, desvió la mirada y se percató del bulto de Román y no tuvo más que imaginarse lo que ocurría, cuando llamó por teléfono… También se excitó…

De inmediato Atenea se fue a la cocina y trajo dos platos y sacó dos cervezas del refrigerador, para dirigirse a la sala y servir la pizza…

Como dos adolescentes, entre risas y chascarrillos, Román y Atenea se sentaron a cenar y las cervezas siguieron fluyendo, hasta que ambos, quienes no estaban acostumbrados a beber en exceso, sintieron un ligero mareo que los llevó a platicar de cosas más cachondas…

CONFESION

Román y Atenea se tenían mucha confianza, ambos conocían sus secretos… Pero fue Román, quien tomó la iniciativa al preguntarle:

— Amiga, ¿por qué no te has casado…?

Ella respondió con una sonrisa…

— Es que no me ha llegado el principe azul… Pero conozco a alguien que no me toma en cuenta, como si yo no existiera en su mundo…

Esa confesión, llamó la atención de Román, quien sólo atinó a decirle:

— ¿Y puedo saber de quién se trata? ¿Acaso lo conozco?

Atenea volvió a sonreir y le comentó:

— Claro tonto… Tu lo conoces y sabes de quien se trata… Lástima que no te hayas dado cuenta…

— ¿No me haya dado cuenta de qué?

Atenea, levantó los platos y los llevó a la cocina, dejando la duda a Román de saber de quién se trataba el enamorado de la joven…

INTUICION

Al volver a la sala, Atenea le preguntó si podía quedarse en su departamento, ya que la lluvia había arreciado y era difícil que saliera, porque le tenía miedo a los truenos y a los relámpagos… Por lo que Román, le contestó:

- No te preocupes, puedes quedarte… Te dejo mi recámara y yo duermo aquí en la sala…

En un momento y tras el calor de las cervezas ingeridas… Atenea le dijo:

— Bueno amigo… Como me voy a quedar esta noche… Me pondré ligera… Voy al baño y en un momento regreso…

Román al verla dirigirse al baño, se le quedó mirando y al observarla por detrás, sintió como una corriente se desplazó de su cabeza hacia la punta del pene… Era indudable que Atenea tenía un buen trasero y a pesar de los años de conocerse no había reparado en seducirla, porque la amistad que ambos se profesaba, estaba muy por encima de cualquier actitud pecaminosa…

Pero esa noche, se dijo para sus adentros Román: "creo que las cosas van a cambiar… Algo intuyo que me espera una noche inolvidable…"

COMODIDAD

Sólo algunos minutos le tomaron a Atenea para quitarse la blusa y el jeans que llevaba puesto, para colocarse una playera grande de las que había encontrado en el clóset de Roman. Por lo que dejaba lucir una tanga, que se le introducía entre las nalgas y que propició una exclamación del muchacho:

— ¡Oh! Que bien… Se ve que estás cómoda con ese vestuario…

Ella le devolvió una sonrisa y un gracias exhalado… Para sentarse junto a él y ver la televisión… La película seguía pasando con escenas más candentes… Por lo que Atenea no vaciló en ponerse la mano derecha entre sus piernas, como una señal de marcada excitación… Al cabo no desconfiaba de Román y por la amistad demostrada, tampoco lo consideraba morboso…

Sin embargo, lejos estaba de pensar que Román había tramado un plan y ese consistía en cojerse a su gran amiga… Así que al verla como se introducía la mano en la entrepierna… El muchacho no vaciló en sacarse la verga y bajarse el prepucio para dejar a la vista de la joven el glande brilloso y con ligeras señas de humedad…

Para Atenea no pasó desapercibida la actitud de su amiga y se acercó más a él, para tomar la verga con su mano y juguetear con ese miembro que para ella se presentaba como descomunal, por no estar acostumbrada a ver penes masculinos y menos tocarlos…

Román asintió con la cabeza y dejó que Atenea hiciera lo que quisiera con su grueso miembro y fue ella la que tomó la iniciativa, cuando se lo introdujo en la boca y comenzó a lamerlo y relamerlo con tanta ternura, lo engulló como si fuera un helado de exquisito sabor, ya que se solazaba y se veía que disfrutaba de estar mamándole la verga a su amigo…

LA PREGUNTA

Atenea, le preguntó:

— ¿Te gusta amigo?

Román, sólo afirmó con un ligero movimiento de cabeza, pero era señal de que estaba disfrutando el máximo placer. Nunca pensó que Atenea, fuera una experta mamadora, ya que se metía el pene hasta el fondo de su gargante, lo cual provocaba que hiciera algunos sonidos guturales, para después sacarla e introducirse los huevos en la boca y chuparlos con mucha fruicción…

Esta forma de mamar de Atenea, estaba transportando a Román a un mundo irreal y de pronto ya no pudo contenerse y arqueó todo el cuerpo, como señal de que se vendría en la boca de la joven, quien no hizo ningún intento por sacarse la verga y al contrario se la introdujo más para recibir una tremenda descarga de esperma que llegó hasta el fondo de su garganta y se tragó todo, no dejó escapar ninguna gota…

Luego de la gran eyaculación de Román… Atenea limpió con su lengua y sus labios los residuos de sémen y se le quedó mirando a su amigo, con los ojos entrecerrados, como si el acto realizado la hubiera narcotizado… Pero alcanzó a musitar:

— Gracias amigo… He disfrutado como no tienes idea esto… Te habrás dado cuenta de que me gusta mamar y de veras que me ha gustado darte ese placer con mi boca…

Y añadió

— Por cierto Román… Ese hombre de quien estoy enamorada eres tú… Pero parece que no te das cuenta, porque sólo he sido para ti la amiga en quien confiar… Pero al darme a conocer tus aventuras y la forma en que te coges a tus amigas ocasionales, despertaron mi instinto de mujer y las ganas de estar contigo… La lluvia de hoy, fue el pretexto y creo que ambos lo necesitábamos…

Al escuchar esto… Román le indicó:

- Gracias amiga por tu devoción y amor… En verdad que no lo merezco… Pero vamos a intentarlo… ¿por qué no?

EL ACTO SEXUAL

Ambos se abrazaron y comenzaron a besarse con frenética pasión, donde las lenguas se entrelazaban y se fundían en una sola… El comenzó a recorrer el cuerpo de la joven con su lengua y al llegar al centro del ombligo se detuvo por unos instantes para penetrarla… Lo cual le provocó infinito placer a Atenea…

Enseguida bajó su rostro a la entrepierna y abrió sus labios vaginales para tomar entre sus labios el clítoris de la joven, además de recorrer con su lengua aquella húmeda oquedad… lo que propició que Atenea lanzara un breve gemido de satisfacción…

El jugó con el clítoris de la chica, mientras un dedo de su mano derecha jugueteaba con su ano para dilatarlo y poco a poco lo fue introduciendo…

Ella no pudo soportar tal manipulación del experto amante y empezó a tener movimientos desenfrenados y espasmódicos que exacerbaron su cerebro, cuando una descarga eléctrica recorrió todo su sistema nervioso para concentrarse en su pubis, donde dejó escapar gran cantidad de fluido y un viscoso líquido… Señal de un orgasmo increíble… De esos que pocas veces se ven y se sienten…

Atenea era una mujer que pocas veces tenía sesiones de sexo… Pero sabía disfrutarlas y sus venidas eran realmente de antología…

EL COITO

Luego de las intensas mamadas que ambos amantes se prodigaron… Llegó el momento crucial y el que Atenea esperaba con mucho entusiasmo… Tener para ella y en el interior de su vagina, la verga más gruesa que había conocido y que pertenecía a quien minutos antes era su amigo… Pero que por azares del destino y la complicidad de la pertinaz lluvia, desde esa noche se había convertido en su amante…

Román recibió una vez más la boca de Atenea, quien sólo lo hizo para que la verga recuperara su vigor y cuando estuvo dura como un mástil, tumbó en el sofá a su amigo y se sentó a horcajadas, como si fuera una inquieta amazona…

El miembro fue desapareciendo en la húmeda cavidad de la joven, quien poco a poco se fue sentando hasta que sus nalgas tocaron los testículo del muchacho, quien comenzó un movimiento de mete y saca, mientras ella acompasaba el ritmo…

Por más de diez minutos, ambos estuvieron en esa posición… Hasta que Román le dijo:

- Tengo ganas de introducirtelo en el trasero… Ponte en cuatro patas…

Ella no dijo nada… Sólo asintió con la cabeza y recargó su estomago en el brazo del sofá, dejando al descubierto su ano, para que Román le diera un beso y con los mismos jugos de Atenea se mojó el glande y acercó su pene…

La acción tuvo que ser en forma suave, porque no quería lastimarla… Ella ayudó a la penetración al abrir con sus manos sus nalgas… Y paulatinamente fue introduciendo el grueso miembro hasta la mitad, para detenerse por un instante… La cara de Atenea, era una mezcla de dolor y placer… Señal inequívoca de que estaba sufriendo lo indecible, con tal de satisfacer a su amante…

Luego de unos instantes, Román volvió a la carga y le introdujo toda la verga… Pero Atenea no hizo intentos por zafarse, ella estaba gozando el momento y comenzó a hacer movimientos circulares que fueron acompañados con el ir y venir del muchacho, quien estaba gozando del apretado hoyuelo trasero de su amiga…

Los movimientos de ambos siguieron por varios minutos, hasta que Atenea rompió el silencio con un hondo grito al exclamar:

— Me veeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeennnnnngo… Román… Me estás haciendo venir… Pero quiero que nos vengamos los dos juntos…

Román, se puso tenso y no demoró mucho para decirle…

— Yo también me vooooooooooooooooooyyyy…

Por lo que ambos dejaron explotar sus sentidos y lanzaron un fuerte grito, como señal de que ella estaba teniendo un fuerte orgasmo, increíble, como eran los de ella, con fluidos y líquido viscoso…

Mientras Román, inundaba con leche las entrañas de Atenea, quien apretaba su esfínter, en una acción refleja que denotaba querer exprimir la gruesa verga de su amante…

CULMINA LA SESION

Luego de la tremenda cogida que Román le dio a Atenea… Ambos se besaron y se dieron las gracias por ese acto lleno de amor, sentimiento, ternura y disfrute…

En eso el timbre del teléfono sonó… Y era Román, quien llamaba a Atenea para preguntarle cómo se encontraba…

Ella se desperezó, vio el reloj del buró y verificó que eran las 3 de la mañana… La lluvia, los truenos y los relámpagos no habían amainado… Pero Román, sabía que eran su temor desde niña como se lo había platicado…

La respuesta de Atenea:

- Estoy bien… No te preocupes… El repiqueteo de la lluvia en la ventana me arrulló y me quedé dormida… Por cierto Román, tuve un sueño en donde tu tienes mucho que ver amigo…

La respuesta de Román, no se hizo esperar cuando le dijo:

- Amiga, yo también estaba soñando contigo… Y sólo desperté por el estruendo de un relámpago… Creo que de algo tendremos que hablar allá en la oficina… Buenas noches amiga, que descanses…

Atenea, al responderle metió su mano en la entrepierna y notó que estaba húmeda… Sólo alcanzó a decirle:

- Tu también amigo… Tu también