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Esas gemelas....

en Hetero: General

Esto acaeció en la primavera pasada, donde yo vivía, tenía dos vecinas en el piso de arriba que eran gemelas, vivían con sus padres, se llamaban Samanta y Esther, ellas eran rubitas de ojos claros, apenas dieciocho años y vírgenes, la relación entre ellas era especial, iban juntas a todos los lados, alegrando la vista al personal por partida doble pues están las dos muy buenas, incluso había rumores de que eran lesbianas, por que eran muy cariñosas la una con la otra, y no tenían relación conocida con ningún chico de su edad. Muchas veces coincidíamos en el ascensor y nos saludábamos felizmente, eran dos chicas muy simpáticas y educadas, hasta que empecé a notar algo distinto en sus miradas, cierta picardía.

Un sábado por la noche, llamaron a mi puerta, y eran ellas, supuse que se iban de movida por lo arregladas que estaban, abrí y las invité a pasar, estaban que tiraban para atrás, las dos igual, minifalda negra, medias blancas, blusa de seda blanca y zapatos de tacón negro. Las invité a tomar algo, y me pidieron unos refrescos y se sentaron en el sofá, cuando vine con los refrescos me hicieron sitio entre ellas, y les pregunté la razón de aquella visita, entonces me respondió Samanta, me empezó a contar directamente que eran vírgenes, que habían tenido alguna experiencia, pero que todos los capullos con los que toparon eran bastante torpes, así que como yo las atraía, y parecía experto, habían pensado pedirme que las desvirgara, me quedé helado, aquellas dos maravillas querían que yo las desflorara. Como no dije nada, Esther me dijo que si no me apetecía que las disculpara, que no pasaba nada, a la vez que se me acercó y me dio un beso en la boca, yo reaccioné y le repliqué, empezamos a morrearnos, nuestras lenguas se entrelazaban, después le desabroché la blusa poco a poco, mientras, Samanta me besaba el cuello por el otro lado, y comenzaba a quitarme la camisa, me besaba el pecho, y mordisqueaba mis pezones, mientras, yo ya tenía las tetas de Esther a mi disposición, por lo que comencé a masajearlas mientras nos besamos, Samanta que se había despojado de su blusa, cogió mi cabeza y me beso también, luchando entre las hermanas. Yo paré de repente, las miré y les dije que si querían que las desvirgase tendrían que hacer lo que les dijese, las dos aceptaron, así que lo primero que les ordené fue que se pusieran las dos una al lado de la otra delante de mí, me puse entre ellas, les subí las minifaldas con cada mano, y empecé a acariciar los muslos de ambas subiendo cada vez mas hasta llegar a sus húmedas braguitas, estuve un rato frotándoles la rajita con la braguitas puestas, hasta que cogí las dos bragas y las arrastré hacia abajo.

Después hice que se sentaran una a cada lado, bajé mis manos, y empecé a jugar con sus coñitos, hasta que les introduje a cada una un dedo, y comencé a masturbarlas, ellas me besaban y buscaban la bragueta de mi pantalón, yo masturbaba sincronizadamente los dos chochos, hasta que paré, me levanté y me metí entre las piernas de Elena tenía un coñito precioso rosadito, con el bello rubio, comencé a lamerlo despacito, escuchando sus gemidos, separé con mis dedos los labios y busqué el clítoris, después los labios menores para darle un repasito, los tenía voluptuosos muy salidos muy apropiados para darles unos suaves mordisquitos, cosa que Esther agradeció con unos gemidos, cuando levanté la vista, vi a Samanta lamiéndoles los pezones a su hermana, por lo que descubrí que le daban a todos los palos. Tras un rato trabajándole el coñito a Esther, pasé al de Samanta, tenía el coñito rosadito con el bello rubio, como su hermana gemela, comencé a lamerlo despacio, escuchando sus gemidos, igual que antes Esther, después trabajé los labios menores, los tenía igualmente voluptuosos, muy salidos, por lo que les di unos suaves mordisquitos, cosa que Samanta agradeció con gemidos, tras esto separé con los dedos sus labios y lamí el clítoris, para después lamer su entrada vaginal, introduciéndole a veces la lengua lo que se podía, Esther tal y como hizo su hermana antes, estaba chupándole los senos a Samanta, parecía que esto lo tenía muy trabajado por su agilidad.

Llegó el momento en que decidí que ya era el momento de follar, así que me decanté primero por metérsela a Esther, le di el ultimo repaso lamiéndole muy rápido el clítoris e introduciéndole mi lengua en su chocho, para al comprobar que estaba muy húmedo y bien lubricado, abrirla de piernas sobre el sofá y con dos dedos abrirle los labios vaginales, después los separé y apoyé mi polla contra ellos, para a continuación empujar con mucho cuidado, Esther gemía despacito, yo notaba la presión de mi verga en su vagina, se la introduje un poco más y comencé a moverla delante y detrás, notaba que la humedad del coñito de Esther había aumentado, estaba muy cerradito, como si fuera un culito, así estuve hasta que se la metí de un golpe entera, ella dio un grito corto, tras esperar a que se adaptara, comencé a follarla despacio, los gemidos habían cambiado de tono y ahora ya eran gemidos de placer. Samanta que había estado observando, me acercó su coñito a mi boca, se puso de pie en el sofá a mi altura, y levantó una pierna apoyándola contra el respaldo del sofá, al mismo tiempo que me follaba a Esther le iba comiendo como podía la rajita, eran exactamente iguales, por lo que me follaba y comía el mismo coño a la vez, las dos gemían al unísono y eso resultaba insoportable para mi excitación que aumentaba por momentos, así que cuando Esther se corrió estrepitosamente, me deje ir, saqué mi pene, y me corrí sobre el vientre de ella, la leche bañó su barriga e incluso sus tetas, ella después se la restregó por los pezones, el ombligo, quedando llena de mi semen. Yo seguía teniendo mi lengua en la raja de Samanta, llegándole hasta lo mas adentro posible de la vagina, hasta que ella tampoco aguantó más y se corrió en mi boca, soltando líquido blanco que saboreé con gusto.

Tras terminar, me recosté en el sofá y puse a cada gemela a un lado, y les ordené que resucitaran mi polla, que la chupasen, Esther me lamía los testículos, y Samanta cogía mi polla flácida, retiraba la piel del prepucio y se la metía en la boca, chupándolo, pasándole la lengua, esto hasta que empezó a crecer, después les dije que se cambiaran, por lo que Samanta lamía mis testículos y Esther se tragaba mi erecta polla, metiéndoselo en la boca, haciendo de su boca un coño, hasta que ya estaba en condiciones, cuando ya estuvo a tono, les ordené que se pusieran a cuatro patas sobre el sofá, y empecé a masajear los coñitos por detrás, metiéndoles unos deditos.

Tras esto le dije a Samanta que había llegado su hora, como ya estaba a cuatro patas, le di los últimos lametazos, le metí bien la lengua y le lamí también un poquito el culo, cosa que no le disgustó, le abrí el chocho como antes a su hermana con dos dedos, apoye mi glande contra los labios gordos y poco a poco se la fui metiendo, despacito, cuando ya estaba dentro y se acostumbró al tamaño, se la saqué y se la metí otra vez, ella gemía un poco, despacito seguí, para luego un poco más rápido, notaba que la lubricación de la vagina mejoraba y de nuevo un golpe de caderas y para dentro toda, un leve gemido dio y empecé a bombear, los gemidos pasaron a ser gritos de placer y Esther emulando a su hermana me metió su raja en mi boca, bombeé y comí el mismo coño de nuevo, el coño de Esther chorreaba, y el de Samanta por el estilo, así estuvimos durante un buen rato, hasta que las dos se corrieron a gusto, entonces se la saqué a Samanta y me puse de pie, coloqué a las dos de rodillas delante de mi, me cogí la polla, me empecé a masturbar, hasta que me corrí en sus bocas, en sus tetas, en su pelo, fueron bañadas de semen.

Tras esto las dos chicas se fueron de marcha como era su originario plan, más contentas que nada, felices por haber perdido la virginidad y saber lo que es al fin el sexo.