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Jugando al parchis

en Amor filial

Lo que os cuento sucedió hace varios años, cuando tenía yo de novia a Fátima, una compañera del colegio. Un día estábamos en su casa, mi novia, su hermana Almudena y su madre María, los cuatro estuvimos charlando de cosas mientras veíamos la televisión, y nos tomábamos una garrafa de mistela, hasta que al rato casi nos quedamos sin conversación y en la tele no había gran cosa, por lo que a María se le ocurrió jugar a algún juego, por lo que fue a mirar los que tenía, y de los que trajo, decidimos echar unas partidas al parchis, en el que podíamos jugar los cuatro. María dijo que había que apostarse algo para que el juego tuviera interés, Fátima dijo lo mismo, que había que jugarse algo, hasta que Almudena tuvo que destacar, y dio la idea de apostarse las prendas.

María le contestó a su hija, diciéndole que si yo ganaba, nos vería a todas en pelotas, Fátima se reía y decía que aunque yo perdiera, seguro que en algo salía ganando. Tuve que defenderme, diciéndoles que aunque las viera en bragas a las tres no iba a pasar nada, y que ellas también me podían ver a mí, Almudena respondió que yo era muy listo, que me gustaría tener a las tres aquí contigo con el culo al aire. A pesar de esto, en el fondo todos queríamos jugar, sentíamos curiosidad, por lo que el juego estaba a punto de empezar.

Emprendió el juego tirando Almudena, que tenía 18 años, era castaña, con ojos marrones, 172, senos grandes y redonditos, y hermoso culo, luego tiraba yo, después María, que tenía 42 años, castaña también, ojos verdosos, 170, senos grandes y redonditos también, y culo redondito, y por último Fátima, mi novia, era morena, ojos verdosos de la madre, 173, tetas hermosas pero no tan grandes como las otras, y el mejor culo de todas con un culito respingón. Esta era la forma en que estábamos colocados. Íbamos jugando mientras tomábamos mistela y nos reíamos al pensar en la idea de estar los cuatro desnudos. María tiró los dados, y se comió una ficha de su hija Fátima, así que Sonia tenía que pagar con una prenda, y ella rápidamente se quitó la camiseta, quedándose en sujetador, empezamos con las bromas, simulando todos que nos lanzábamos sobre ella a meterle mano, pero entonces su madre propuso una norma, no se pueden tocar las partes cubiertas, y mirándome a mí, dijo que sabía de uno que tenía las manos muy largas. Continuamos jugando, y le tocó pagar prenda a Almudena, se quitó la camiseta que llevaba, y salieron sus enormes tetas medio escondidas en el sujetador, María llamó la atención de Fátima, diciéndole, que mirara los ojos que se me habían puesto, y ella se echó a reír. Almudena soltó entonces que no pasaba nada, era como sí nos vieras en bikini, no tiene la mayor importancia que nos veas en sujetador o en bragas. El ambiente se iba caldeando, ayudado claro por la mistela, mi polla entre tanta bromita y ver a Almudena y Fátima en sujetador se me estaba endureciendo.

Proseguimos la partida, le mataron una ficha a María, e igualmente a todas se quitó la camisa. Tiré los dados y maté una ficha a Almudena, y al contar por matar, maté otra de María, una jugada doble, ellas se quedaron mirando como incrédula el tablero, pero reaccionaron, y mirándose mutuamente a los ojos se echaron las manos a la espalda y se quitaron el sujetador, las dos eran las que tenían las tetas más grande, y similares, cayeron bailando hacia los lados, enormes y muy apetitosas, se balanceaban con los gruesos pezones erectos, y mi polla adquirió dimensiones bárbaras. Miré a Fátima, y me levanté, dirigiéndome hacia ellas, les dije que iba a cumplir las normas, voy a tocar las zonas descubiertas, comencé a tocar los senos de Almudena, era un gran goce, y a ella le gustaba mucho, las tocaba con delicadeza, acariciándolas primero y pellizcando suavemente, pasado un rato, me dirigí a María, e hice lo mismo, estaban un poco más caídas por la edad, pero eran de todas formas hermosas. Al terminar retorné a mi sitio, y Fátima me dijo, que obviamente me había gustado, porque llevaba una tienda campaña montada, y todas se rieron.

Continuamos la partida, y metí en casa una ficha, por lo que todas se tenían que quitar una prenda, Almudena y María se quitaron los pantalones, y Fátima el sujetador, nuevamente me levanté, y fui hacia Fátima, empecé a sobárselas a mi antojo, había más confianza, incluso acerqué mis labios a un pezón y comencé a chupárselo, levantándolo con la lengua y ensalivándole toda la rosada y amplia aureola, Fátima cerró los ojos y empezó a suspirar y mover la cabeza de un lado a otro, me estaba volviendo loco, abarqué las dos tetas, con las manos y la boca chupaba y tocaba libremente sus tetas, se las pellizcaba y se las agarraba llenándome las manos de teta, ella incluso soltó un gemido. Después me dirigí a mi sitio, diciéndole a la hermana y la madre que solo le quedaba una prenda, y ellas se rieron.

Después en la siguiente perdí yo, pues Fátima me mató una ficha, me quité la camisa, e incumpliendo las normas, las tres se abalanzaron sobre mí, y me manosearon un rato mi torso desnudo. Al retornar a su sitio, me fijé en Almudena, en sus bragas blancas, apretadas a su culo, mojadas, pues se veía una mancha, mostraba su culazo, que no estaba tapado ni mucho menos por las bragas, las nalgas las tenía medio al aire, mi polla gritaba por salir.

Yo estaba ya cegado por Almudena, iba a por ella, la quería ver desnuda, continuó la partida, y cuando le tocó tirar a Almudena, cogió los dados, me miró, y comenzó a menearlos como sí estuviera haciendo una paja, me miraba y se reía. Tiró y me mató una ficha, me tocaba a mi pagar con mis calzoncillos, Almudena aplaudía y gritaba de júbilo, lo desnudé, no me lo pensé y me levanté, me dirigí al sitio de ella, me acerqué a ella, poniéndole el paquete levantado a la altura de su cabeza, y le dije cuñadita vas a tener que quitármelos tú, ella respondió que yo tenía mucha cara, que me los quitase yo, yo le dije que no, se quedó mirando mi paquete, y la hermana de mi novia cogió la goma de mis slip, y los fue bajando lentamente hasta dejar totalmente al aire mi polla, ella gritó de exclamación cuando me la vio, que barbaridad, y me preguntó sí eso lo había echo ella, yo me acerqué más a ella y se la puse a pocos centímetros de su cara, e increíblemente Fátima y María incitaban a Almudena para que hiciera como yo, que manoseara y mamase el premio, en este momento supe que el alcohol había hecho estragos.

Almudena no se lo pensó, y agarró la polla por la base, apretándola hacia mis huevos, poniéndomela más tensa, a punto de reventar, me miró a los ojos y me dijo que era un cabroncete, y le metió un par de besos en el capullo que hicieron que mi polla vibrara, después con sus labios abiertos se engulló el capullo y este desapareció en su boca, comenzó a chupármela gradualmente, succionando todo mi glande, brillante y dispuesto a lo que sea, aunque sea la hermana de mi novia, y mi novia y la madre de ambas estén mirando. Estaba disfrutando de loco, pero Almudena paró, y dijo, ya disfruté de mi premio. Me incorporé, y volví a sentarme, no tenía ropa, pero ellas pasaron de eso y continuaron jugando. Tiró Fátima y mató una ficha a su madre, y entonces María imitándome, no se lo pensó, se levantó, se dirigió al sitio de Fátima, se acercó, y le puso su coño a la altura de su cabeza, y le dijo hija vas a tener que quitármelos tú, ella entre risas, se quedó mirando las bragas de la madre, y cogió estas, y las fue bajando lánguidamente hasta dejar al aire ese coñito peludo. Después al unísono, Almudena y yo, incitamos a Fátima a que disfrutase de su premio, por lo que María se sentó en la mesa, abriendo las piernas, dejando completamente expuesta sui vulva abierta, húmeda y caliente, y la lengua de Fátima empezó a pasar por su coñito de una forma tímida, pero después cogió confianza, y su lengua le daba una sensacional lamida, chupaba toda su vulva, de ves en cuando ella lamía y besaba sus muslos, impregnándolos de sus jugos, María estaba en el paraíso con la chupada de su hija. Después le introdujo un poco un dedo en la vagina, y María se retorcía, hasta que pasado unos momentos, Fátima paró, y la madre se quedó con ganas de más, pero al ver que la hija no seguía retornó a su sitio.

Prolongamos el juego, hasta que tiré yo, y maté a Almudena, ella se puso colorada, le dije que la última prenda fuera, se levantó y se tumbó en el sofá, fui hacia ella, deslicé mis manos por su cuerpo desnudo, tomé sus pechos con determinación, rozando los pezones con ambos pulgares, hasta que decidí tomar los bordes de sus bragas, los de la cintura, y tiré de ellos hasta poner sus bragas a la altura de las rodillas, después las terminó de bajar, quedando a mi merced su coñito, acto seguido puse las piernas sobre mis hombros, quedando su coñito para mi disfrute. Pasé la yema de mis dedos corazón y anular sobre su rajita y los deslizaba a través de ella separando suavemente ambos labios y rozando la crestita excitada de su coño. Le introduje un dedo en su vagina, y comencé a lamer los pezones de sus pechos, que asomaban entre sus muslos abiertos, su coño estaba empapado y el dedo entraba y salía lubricado. Continuaba metiéndole el dedo, pero ahora lo acompañaba con lametones a su clítoris.

Pero esta situación era rara, estábamos Almudena y yo en el sofá, y Fátima y María no decían nada, me dio por mirarlas, y estaban liadas ellas dos, me quedé sorprendida, y Almudena aun más cuando lo vio, no nos echaban cuenta, estaba Fátima tirada en la mesa con las piernas abiertas, y su madre, le comía su coño, recorría cada rincón de aquella raja buscando su orgasmo, su boca atrapaba toda su abertura y cada lamida le hacia estremecerse a mi novia, se movía como una loca, levantando el culito de arriba a abajo, a la vez que ella misma se acariciaba las tetas y se pellizcaba los pezones, incluso la madre llegaba hasta abajo en sus lametones, estimulándole el ano.

Almudena me dijo que las dejara, que ellas pasaban de nosotros, pues que hiciéramos lo mismo, que a ver como me portaba, que le metiera la verga, que me la follase, que quería sentir la polla hasta dentro, yo obedecí, me tomé un tiempo en pasarle la cabeza de mi verga a lo largo de su rica rajita, hasta ponerla en la entrada, la cual estaba llena de líquidos, se la metí progresivamente, y empecé a bombearla, se la metía y sacaba fácilmente, ella cuando estaba dentro contraía los músculos de su vagina, haciéndome sentir toda la geografía de su interior. Tras un rato, cambiamos de posición, la giré para que quedara sobre mí y tuviera la libertad de moverse a su gusto, chillaba y reía, se dejaba caer sobre la verga, giraba la pelvis para sentir el roce del tronco sobre el clítoris, hasta que sentí sus contracciones y empezó a venirse, gritaba que se corría, que era maravilloso, de pronto se quedo quieta sobre mí, recuperaba el aliento. En este descanso, volví a mirar a Fátima y su madre, al verlas a ellas ahora, mi novia le lamía a su madre su coñito, María tenía los ojos dilatados por el deseo, estaba sobre la mesa, gemía mucho, inducido porque Fátima la penetraba con tres dedos, estos salían y entraba rítmicamente, Fátima le titilaba a la vez el clítoris, mamaba como una viciosa, y con la mano que le quedaba, jugaba con las tetas de la madre. Era algo increíble una fiesta familiar, mi novia follando con la madre, y yo tirándome a la hermana de Fátima.

Paulatinamente, Almudena se recuperaba, comenzaba a danzar nuevamente, hasta que de pronto se soltó, y se giró, se puso a cuatro patas, y me dijo que quería sentir como los huevos le golpeaban las nalgas, me puse detrás de ella, y empecé a introducirle la polla, le puse las manos en la cadera, para guiar los movimientos, y empecé a embestirla, ella gritaba que le diera fuerte, y yo con gusto comencé a acelerar, el culo se le puso rojo de los envites, ella se acariciaba el clítoris, masturbándose a la vez que era penetrada. Tenía una visión hermosa, mi pene penetraba su coñito, y arriba, su culo coronaba la escena, pensé en cambiar e intentar penetrar ese culito cerradito, pero a ella le venía otro orgasmo, más intenso que el anterior, y me gritaba que la bañase, que soltara lo que tenía dentro, yo aceleré un poco más, y solté toda mi leche en el interior, hasta el fondo, fue excelente, me mantuve dentro de ella el mayor tiempo que pude, mientras ella contraía sus músculos vaginales, nos separamos y cada uno se tiró a un lado del sofá, miramos a María y Fátima, y estaban ambas encima de la mesa, boca arriba, como reventadas de la acción.

Al rato nos vestimos todos, ellas se fueron a dormir y yo me fui a mi casa. Yo pensaba que aquella noche comenzaría un nuevo ciclo en mi vida, que íbamos a hacer muchas fiestas en familia, pero no fue así, cuando coincidíamos de nuevo, nadie insinuaba nada, era como si no hubiera pasado, y a mí eso me molestaba, porque cada vez que pasaba esta situación, yo estaba muy caliente, pensando en que se podía repetir.