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Navegando en los canales

en Hetero: Infidelidad

La empresa para la cual trabajo como vendedora de ropa interior, me envió en viaje de negocios a Puerto Montt. Dediqué un par de días a visitar mis clientes, boutiques de ropa para damas. Dado que tuve buenos resultados, organicé en el principal hotel un desfile de modelos mostrando toda la línea de productos ofrecidos por mi empresa. De más está decir que la asistencia era en su gran mayoría masculina. Después de la presentación ofrecí un cocktail, donde en un momento me ví rodeada de atractivos jóvenes. Uno de ellos, Daniel, me preguntó por qué no había participado yo en el desfile. Le pregunté si estaba bromeando, me contestó que no, que a él le habría gustado haber visto esa sexy ropa interior exhibida en mi cuerpo. Su insinuación me hizo temblar y no pude evitar que mis pezones, normalmente grandes, crecieran más aún y se endurecieran mostrándose a través de la delgada tela de mi vestido.

Todos ellos lo notaron y contar de ese momento sentí como sus miradas se clavaban en mis senos. Soy una mujer de 35 años, morena, delgada pero con unos senos de 95cm que son mi más preciado tesoro, además de ser la parte más sensible de mi cuerpo. Conversamos sobre distintos temas, y me enteré que ellos eran todos de Santiago y estaban en la zona para iniciar al día siguiente, sábado, un viaje por los canales del sur. Les dije que viajaba muy temprano al día siguiente a Santiago y que a pesar que su compañía me era muy agradable, debía ir a dormir. En ese minuto, Daniel me preguntó si no me gustaría ir a navegar con ellos durante el fin de semana.. No puedo negar que la idea de compartir tres días con esos atractivos jóvenes me entusiasmó pero también me causó un poco de temor, lo que les manifesté. Respondieron que me tratarían con el mayor respeto, lo que quise creer y acepté

la invitación, comprometiéndome a estar en el muelle al día siguiente temprano en la mañana.

Esa noche llamé a casa avisando que llegaría de regreso el martes, ya que el lunes debía concretar algunas ventas.

Al día siguiente dejé el hotel y me dirigí al embarcadero donde ellos me esperaban. La embarcación era un velero de 40 pies, en el cual me fue asignado el camarote de proa. Era un bonito y soleado día. Zarpamos a media mañana rumbo a los canales y fiordos. Aproveché la mañana para ponerme mi bikini y tomar sol en cubierta. Con gran respeto, los muchachos tuvieron palabras de admiración para mi cuerpo de mujer casada. Uno de ellos, Javier, manifestó que debía tener cuidado con el sol y se ofreció para ponerme crema

Bloqueadora, lo que agradecí. El contacto de sus manos hizo estremecerme. Hacía un buen tiempo que no era tocada por manos masculinas. Por razones de mi trabajo y el de mi marido hacía mas de un mes que no teníamos relaciones. Por ello, cuando Javier terminó su cometido, mi cuerpo estaba encendido Siendo yo una mujer ardiente, sabía que había iniciado un viaje sin retorno.

Un baño en el mar ayudó a apagar el fuego que me consumía. Pero, el almuerzo con mariscos de la zona y el vino blanco que lo acompañó, volvió a ponerme caliente. Lejos estaba el temor a no ser respetada por los muchachos. Más bien deseaba que fuesen irrespetuosos. Cuando al atardecer, Daniel , después de unos tragos, nuevamente propuso que exhibiera la ropa interior, no solo no me negué, sino que, gustosamente acepté.

El entusiasmo se apoderó de todos ellos, formaron una pasarela con las mesas del comedor que iba desde mi camarote al camarote de popa, colocaron música y se sentaron a los lados de la improvisada pasarela

Me desnudé en mi camarote, y elegí para iniciar mi desfile un conjunto de sostén y calzón de encaje.

Cuando abrí la puerta de mi camarote y sentí sus miradas en mi cuerpo, mi excitación aumentó. A pesar de que ya me había mostrado en bikini, el morbo de mostrarme en ropa interior era otro. A medida que disminuía el tamaño de las prendas exhibidas, mayor era el entusiasmo de los muchachos y mayor era mi calentura.

Mis movimientos eran cada vez mas provocativos y mayor la temperatura del ambiente.

A estas alturas, ansiaba ser irrespetada. Para no dejar duda de ello, en un momento aparecí con mi busto desnudo mostrando mis grandes pezones erectos. Recibí aplausos. Volví a mi camarote y me despojé del tanga, que estaba empapado por mis jugos. Esperé unos minutos para dar la sorpresa de mostrarme totalmente desnuda. Cuando aparecí, la sorpresa fue mía. Todos ellos se había desnudado y mostraban sus grandes vergas erectas. Coquetamente les dije que eso era una falta de respeto y que no estaban cumpliendo con lo prometido. Me preguntaron si en realidad hablaba en serio. Les dije que, por supuesto, que no. Les rogué que me faltaran el respeto. Que estaba dispuesta para ellos y que hicieran lo que quisiesen conmigo, siempre que fueran gentiles. Eso dio el vamos para lo que vino.

Levantaron la pasarela, colocaron los colchones en el suelo del comedor del velero, y yo desnuda de espaldas como plato único y principal. Mientras dos me comían, literalmente, mis senos, lo que ya dije me excita de sobremanera, mi sexo era devorado por una experta boca. Entretanto, yo chupaba como desquiciada. las vergas de los otros dos. No resistí por mucho tiempo, después de un mes sin sexo, exploté en un tremendo orgasmo al tiempo que recibía el delicioso semen de las vergas en mi boca. Daniel, quien se había ocupado de mi clítoris, mostraba su gran pene de al menos 18 cm erecto. Me monté sobre él introduciéndomelo lentamente, mientras él chupaba mis senos y acariciaba mi ano, otra de mis partes sensibles, con uno de sus dedos. Le pedí a Javier que, cuidadosamente me penetrara el ano. Con mucha delicadeza lo hizo, hasta introducirlo completamente. Me sentía como un rico emparedado de carne morena. Cuando ambos derramaron su semen en mi interior, no sé si tuve varios orgasmos o uno solo prolongado. Había aún una verga erecta, la de Jaime, me puse en cuatro y le pedí que me penetrara desde atrás, como a una perrita.

Una de las posiciones en la que mas gozo. Mientras me bombeaba desde atrás, acariciaba mis pezones, lo que hizo que alcanzara rápidamente otro orgasmo.

Una vez descansada, volví a excitarme con la visión de los penes nuevamente erectos. Pensaba en mi marido que rara vez me coge en dos ocasiones en la misma noche y sentía que debía aprovechar la oportunidad para llenar mi insaciable apetito. Esa noche era una reina con cinco tronos a su disposición para sentarse en ellos.

La sensación de estar desnuda con cinco hombres desnudos a tu alrededor es algo con que toda mujer sueña., aunque no lo diga.

Agradecida, comencé a besar a Daniel, "culpable" de esta deliciosa experiencia. Alguien me tomó desde la espalda y me acarició los senos, mientras me besaba el cuello, sentí su herramienta parada y me la introduje en mi sexo, entró con facilidad pues estaba completamente abierto y lubricado, entones le pedí a Daniel que también penetrara mi sexo. Que rica sensación sentir que dos penes llenan tu sexo.

El resto de la noche mamé cuanta verga se puso por delante, fui penetrada , doblemente penetrada, mamada,

chupada, lamida, no quedó un lugar de mi cuerpo sin recibir atención. Mentiría si dijera que quedé saciada.

Estoy mas caliente que antes. Hoy no pienso sino en volver a repetir la dosis.

Habrá un grupo de machos dispuestos a llenarme.

Morena Insaciable