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Sesiones fotograficas

en Fantasías Eróticas

La narración de ella

El año pasado mi pareja compró una cámara digital. Me sentí muy halagada cuando me dijo que principalmente la utilizaría para fotografiarme. Y así lo hizo. En un comienzo, fueron inocentes fotos de mi cara y de cuerpo entero. En una ocasión, mientras me mostraba las fotos que me había tomado en la playa luciendo mi pequeño bikini, pidió fotografiarme en ropa interior y, ante mi vacilación a hacerlo, insistió diciendo que si recién me había fotografiado en traje de baño, no dejaría ver más de lo ya mostrado. No le costó mucho convencerme. Subimos a mi dormitorio donde me despojé de mi vestido para quedar sólo en sostén y calzones.  Allí, sobre mi cama, me tomó una veintena de fotos en diversas posiciones. Cuando observábamos las fotos, comentó que la expresión de mi cara era muy insinuante. En ese momento, sentimos que la puerta de entrada de la casa se cerraba, eran mis padres que regresaban. Me puse mi vestido y bajamos a saludarlos.

                                   

 Algunos días después, estando solos en mi casa, me pidió volver a posar para él en ropa interior. Al comienzo me negué argumentando que no estaba preparada. En realidad  la razón era que, bajo mi solera, esta vez vestía un pequeño sostén transparente y una, aún más pequeña,  tanga. Su cara se iluminó cuando saqué mi vestido. Esta vez disparó su cámara a lo menos cincuenta veces, haciéndome adoptar poses bastante sugestivas. Yo sentía mis pezones erectos bajo la delgada tela de mi sostén y el flujo de mis jugos vaginales a cada click de su cámara.

Bastante excitada, no me negué cuando me pidió que me sacara el sostén, dejando, para su beneplácito, mi busto al descubierto. Después de una nueva ronda de fotos, mi tanga estaba completamente mojada a causa de mi excitación. Cuando, inocentemente, se lo hice notar, ni corto ni perezoso, aprovechó la oportunidad para pedirme que me la sacara. A pesar de ser un tanto recatada, en mi fuero íntimo siempre me había excitado la idea de exhibir mi cuerpo desnudo. Luego de hacerle prometer que las fotos de mi cuerpo desnudo serían privadas y sólo las podríamos ver solo él y yo, me despojé de mi tanga. Primero fue un festín de mi cuerpo con su cámara, luego fue el turno de su pene, era la primera vez que me hacíamos el amor totalmente desnudos, antes había sido de pié e incluso a veces con los calzones puestos.

                        

Las fotos que tomó no dejaron de mostrar hasta el más recóndito rincón de mi cuerpo. Me captó en todas las poses imaginables, algunas de ellas bastante sugestivas y osadas. Nuevamente insistí en su privacidad. En ese momento no le di importancia a su comentario de que dada la belleza de mi cuerpo las fotos merecían ser hechas públicas. Mejor lo hubiese hecho. Hace un mes apareció en mi casa muy entusiasmado y me mostró un correo que había recibido desde Dinamarca. Era de una revista, Pleasure, en el correo me invitaban a posar para su publicación. Me confesó que había enviado copias de las fotos de mi cuerpo desnudo. Estas habían gustado tanto que incluso estaban dispuestos a pagar por una sesión de fotografías mías. Ante mi enojo, me hizo notar que era prácticamente imposible que alguien conocido viese mis fotos. Además no había que olvidar que la oportunidad incluía un viaje a ese bello país. Para ser franca, la sola idea no dejaba de atraerme, por una parte,  exhibirme ante gente que no conocía y que con toda seguridad no volvería a ver, no era tan grave y por otra, llenaría mi fantasía de mostrarme desnuda. Mi pareja me dio las seguridades que solo se trataría de una sesión fotográfica.     

La narración de él

Mi pareja, a quien llamaré Sylvia, es una mujer bastante atractiva, imaginativa,  curiosa y exhibicionista. Si bien es cierto que despertó al sexo siendo ya una mujer de 24 años, aunque ella aún no lo sabe, con seguridad recuperará el tiempo perdido rápidamente. Durante nuestras sesiones de sexo me he dedicado a explorar sus íntimos deseos, he notado como su excitación aumenta al fantasear sobre tener sexo con más de un hombre a la vez, o ser violada por un grupo de desconocidos, o tener sexo con hombres de color. Por supuesto que una vez saciada su calentura, puntualiza que solo eran fantasías y que no sería capaz de llenarlas. Yo no lo creo así, pienso que el potencial está y que dadas las circunstancias con un poco de ayuda no vacilaría en realizarlas. Yo que la amo y que no soy un hombre egoísta, quiero que sea plenamente feliz y estoy dispuesto a ayudarla a lograrlo.

La revista Pleasure a la cual envié sus fotos, es un magazine pornográfico que solicita modelos que estén dispuestas a ser fotografiadas teniendo sexo con modelos masculinos habitualmente muy bien dotados, especialmente si se trata de hombres de color. No mencioné nada de esto a Sylvia, ella cree sólo se tratará de una sesión de fotografías para la cual ella posará desnuda. A la persona con la cual tuve contacto en la revista se lo hice saber y le pedí que dejara que los acontecimientos siguieran su curso y que seguramente obtendría de Sylvia una actuación real, espontánea y natural. En caso que ello no ocurriera, nada ser perdería. El aceptó ya que yo pagaría los pasajes y la estadía.

Luego de un día de viaje, llegamos a Copenhague donde fuimos recibidos por personal de la revista que nos trasladó al hotel que había reservado. Quedamos de acuerdo para presentarnos a la mañana del día siguiente en las oficinas de la revista donde se realizarían las sesiones fotográficas.

 La narración de ella

Llegamos a Copenhague con un bonito día de sol. Fuimos recibidos por un simpático ejecutivo de la revista, quien tuvo elogios para mi belleza morena. No es un secreto la atracción que sienten los nórdicos por la belleza latina.

Esa noche dormí a intervalos, agitada en espera de lo que ocurriría al día siguiente.

Temprano en la mañana, nos dirigimos a las oficinas de la revista. Se trataba de una casa rodeada de jardines, junto a ella se levantaba un amplio galpón, cuyo interior estaba dividido por paneles que separaban una gran cantidad de sets, que supuse eran los lugares de filmación. El mismo ejecutivo que nos había recibido el día anterior, nos invitó a recorrer el lugar. Mientras visitábamos los diferentes sets, me llamó la atención el hecho que en varios de ellos se fotografiaba a parejas bastante ligeras de ropas. Finalmente llegamos al estudio donde yo sería fotografiada. En el centro de este había una gran cama, rodeada de faroles que iluminaban completamente el ambiente. El fotógrafo asignado estaba ya ahí, era un simpático muchacho de no más de 25 años. El ejecutivo a cargo me indicó un camarín donde podía desvestirme. Me pidió que me despojara del vestido quedando solo en ropa interior. Me sentí aliviada por no tener que mostrarme desnuda. Volví del camarín luciendo un coqueto conjunto de sostén y bikini. Luego de ser maquillada, el fotógrafo me pidió que subiera a la cama y comenzó a fotografiarme en diferentes posiciones pidiéndome que mi cara mostrara también diferentes expresiones. No me fue muy difícil satisfacerlo, pues seguramente la excitación del momento se reflejaba en mi cara.    

La narración de él

Concluida la primera ronda de fotos, durante el descanso, me acerque a Sylvia para preguntarle si estaba bien, me contestó que al principio sintió un poco de vergüenza pero que luego al notar que trataba con gente profesional, ganó confianza y se relajó. Tal como yo lo había solicitado, todo se efectuaba en forma paulatina sin precipitar los acontecimientos. Terminado el descanso, el fotógrafo pidió a Sylvia despojarse de su sostén para continuar la sesión. Así lo hizo, cubriendo luego con sus manos ambos senos. Luego de un par de fotos con sus senos cubiertos, se le pidió que bajara sus manos, mostró entonces sus senos en todo su esplendor con sus oscuros pezones erectos. Fue entonces fotografiada en diferentes posturas, aún acostada en la cama sus  turgentes senos mostraban su dureza.

La narración de ella

Cuando terminó la primera tanda de fotos, el fotógrafo gentilmente me pidió que me sacara el sostén, tras hacerlo cubrí mis senos con mis manos, después de un par de fotos, tuve que bajar mis manos y mostrar mis pezones duros. El hecho de mostrar mi busto a un par de desconocidos, no dejó de excitarme. Mientras me tomaban las fotos, sentí que el interior de mi bikini se humedecía. Terminada esta tanda, Bill, el fotógrafo, con una agradable sonrisa en su cara, me pidió que me sacara el bikini, miré a mi pareja quien movió su cabeza en señal de asentimiento, en mi interior pensé que la prenda era tan pequeña, que no era mucho más lo que iba a mostrar. Quedé desnuda en el medio del set expuesta a las miradas de aprobación de mi pareja, de Bill y del ejecutivo. Siguió una nueva tanda de fotos en diversas posiciones. Ya más relajada, sucumbí a mi naturaleza exhibicionista e incluso no vacilé en abrir mis muslos dejando ver el brillo del vello de mi sexo humedecido por mis jugos vaginales.  

La narración de él

Luego de que Sylvia fue fotografiada completamente desnuda, tanto Tom, el ejecutivo, como yo estábamos seguros de que ella era ya un fruto maduro a punto de caer. Así lo demostraba tanto la notoria humedad de su sexo como la expresión lasciva de su cara. Más aún, Sylvia no atinaba a ir al camarín a vestirse, permanecía desnuda en el medio del set como esperando algo más. Entonces, Tom se acercó a ella, la felicitó y le agradeció su total cooperación, luego le preguntó si accedería a fotografiarse junta a otros modelos, sin especificar su sexo, Sylvia me miró como buscando mi aprobación y yo le dije que eso era algo que ella tenía que decidir. Ella dijo a Tom que si se trataba solo de fotos no habría problema. Tom se ausentó por unos instantes para regresar con una bella mujer rubia, a quien acompañaba un musculoso hombre de color, ambos desnudos. El varón mostraba un largo y grueso pene, semi erecto y la rubia tenía un buen par de senos y un atractivo trasero. Luego de las presentaciones, Bill pidió a los tres que se ubicaran hincados sobre la cama, el hombre en medio de las dos mujeres, luego de algunas fotos, Bill preguntó a Sylvia si no le molestaría que el hombre pusiese  su brazo alrededor de su cintura, a lo que ella no se negó, yo veía como Sylvia  no dejaba de contemplar el regio pene del macho. La rubia, sin duda, instruida por Tom, cogió en su mano el pene del negro, el cual, por la cercanía de ambas mujeres, había alcanzado una completa erección y comenzó a masajearlo. Sylvia contemplaba embelesada como ese tremendo pedazo de carne crecía ante el manoseo de la mujer. Su excitación era notoria, sus senos, sobre su agitado torso, se notaban inflamados, sus pezones habían crecido y estaban duros, y movía sus caderas en una forma muy particular.

En ese momento, siguiendo, sin duda, instrucciones de Tom, un segundo hombre, también de color, apareció en escena y sin mayores preámbulos se ubicó al lado de Sylvia.  Su pene era de un tamaño similar al del otro modelo y también estaba erecto.

La narración de ella

Luego de mis fotos totalmente desnuda, pensé en ir al camarín a vestirme, pero para ser franca, no me sentía del todo satisfecha, estaba excitada y, normalmente, cuando mi pareja me tomaba fotos desnuda, luego teníamos una ardiente sesión de sexo.

Entonces, Tom me dio una excusa para quedarme, me preguntó si posaría junta a otros modelos, no vi nada malo en ello y accedí. Mi excitación aumentó cuando ingresaron al set una atractiva rubia y un fornido hombre de color, ambos desnudos. Había oído que los hombres negros se distinguían por el tamaño de sus penes, pero lo que vi excedía todas mis más soñadas fantasías. Tenía un pene de cerca de veinticinco centímetros de un grosor de a lo menos cinco centímetros. Lo imaginé erecto y mis sexo se humedeció aún más de lo que ya estaba. No me fue necesario seguir imaginando, la rubia comenzó a masajearlo y en cosa de segundos el pene estaba erecto y continuaba creciendo a medida que la rubia lo sobaba. Apareció entonces un segundo modelo, también de color y con una herramienta muy parecida a la del otro hombre. Se ubicó a mi lado, miré hacia mi pareja y pude notar su complacencia por lo que estaba ocurriendo en el set, en forma instintiva mi mano apretó ese delicioso pedazo de carne y al sentirlo endurecerse comenzó a recorrer en rápidos movimientos toda su longitud. Vi como la rubia se llevaba a la boca el pene erecto del otro hombre y sin preocuparme de quienes nos observaban, me puse en cuatro e hice lo mismo. Mientras, alucinada, mamaba ese pene que apenas cabía en mi boca, la rubia abandonó la escena, dejándome sola con ambos modelos. Me di cuenta de ello cuando sentí  que una dura lengua recorría mi rajita expuesta por mi posición, desde mi sexo hasta mi ano. Bill, entretanto disparaba su cámara captando todo lo que ocurría. Lo que se había iniciado como una sesión de fotografías, se había transformado en una sesión de tomas netamente pornográficas. Pensé que si mi pareja no se quejaba del cariz que presentaba la situación,  era porque esta era de su agrado y con seguridad él había sido partícipe en que ella ocurriera. Si él no lo hacía, no sería yo quien detuviera algo que me estaba causando un inmenso placer,  así que me tendía en la cama y comencé a mamar alternativamente ambos penes. Mientras ellos chupaban mis senos, mi sexo y mi ano, haciéndome gemir de placer.      

La narración de él

Sylvia estaba como la queríamos, caliente y dispuesta a todo. Tom me preguntó si creía que ella aceptaría tener sexo con los modelos. La contesté que era cuestión de tiempo. Ella ya había aceptado que sus penes penetraran su boca, no tardaría mucho en aceptar que sus otros hoyitos fueran también penetrados. Para precipitar la situación, le pregunté a Sylvia, en español, si quería que los negros la cogieran, entre gemidos me contestó que lo único que quería era que alguien la cogiera, que había llegado al límite de su calentura. Sylvia de espaldas en la cama abrió completamente sus piernas mostrando su sexo completamente mojado y dilatado por su excitación. Entonces uno de los hombres puso la cabeza de su pene a la entrada de su sexo. Sylvia, en señal de aceptación, abrió aún más sus piernas y levantó sus caderas, permitiendo que la lustrosa callampa se deslizara hacia su interior, dejando escapar un gemido de placer, entonces centímetro a centímetro el hombre hizo penetrar su miembro hasta introducir casi la mitad de el en la vagina de Sylvia. Luego con mi pareja ensartada en su lanza de carne, se levantó con Sylvia abrazada a su cuello y muy lentamente la penetró completamente. Con ella, sentada a horcajadas, se tendió en la cama, dando tiempo a que el cuerpo de Sylvia se adaptara al tamaño del intruso que profanaba su interior. No tardó Sylvia, entre gemidos, en comenzar a mover sus caderas con un suave ritmo al principio para terminar entre bramidos y gritos de placer cuando alcanzó un orgasmo que la hizo desplomarse sobre el causante de su placer. Por supuesto, todo esto fue tema de una nueva cantidad de fotos.         

La narración de ella

Cuando mi pareja me preguntó si quería que los negros me penetraran,  no quise ser tan obvia como para decir de inmediato que sí. Sabía que todos los presentes querían que ello ocurriera y yo, desde que vi los penes de los negros, era la más interesada. Así que cuando uno de ellos posicionó la punta de su pene en mi mojado sexo, abrí bien mis muslos y levanté mis caderas para permitirle  el paso libre a su exquisita callampa. Esta, a pesar de su tamaño, por la dilatación de mi sexo y su lubricación por mis abundantes jugos vaginales se deslizó fácilmente en mi vulva. Entrando la callampa no le fue difícil continuar la penetración. Cuando me levantó en sus brazos, bastó el peso de mi cuerpo para que el resto de su pene llenara totalmente mi vagina. Cuando se tendió en la cama, sentí el delicioso contacto de sus testículos en mi ano, la punta de su pene tocaba en mi interior lugares nunca tocados. Comencé a rotar mis caderas, suavemente al comienzo,  para terminar moviendo mi cuerpo en un loco frenesí que me hizo alcanzar un largo orgasmo entre bramidos de placer.  Me desmayé sobre su cuerpo con su pene aún erecto en mi interior.  Cuando me recobré, sentí que un dedo del otro hombre se abría camino en mi hoyito posterior, al tiempo que el otro me chupaba alternativamente ambos senos. Siempre mi pareja cuando me penetraba, chupaba mis senos e introducía sus dedos en mi ano, causándome un placer infinito. Cuando mi ano estuvo dilatado, el dedo fue reemplazado por la punta cabezona de un pene. Estaba a punto de ser el objeto de una doble penetración por dos hombres de color. Una de las fantasías que al imaginar con mi pareja me hacía gozar. Solo una fantasía de mi mente calenturienta.     

La narración de él

Muchas veces cuando tenía sexo con Sylvia en la exploración de sus fantasías, noté que,  al preguntarle si le gustaría tener sexo con dos hombres de color al mismo tiempo, su excitación aumentaba e incluso la hacía alcanzar el orgasmo. Casi siempre, una vez satisfecha, me decía que sólo era una fantasía que nunca llevaría a cabo. Temí que mi fantasía de verla penetrada por los dos hombres había llegado a su fin. Muy pronto me di cuenta que mis temores eran infundados, cuando vi que Sylvia movía hacia atrás su trasero acomodándolo para ser perforado. Sus muestras de dolor a medida que era penetrada pronto se transformaron en gemidos de placer cuando ambos hombres comenzaron un acompasado mete y saca en sus dos hoyitos de placer. Sus gemidos terminaron en bramidos cuando alcanzo un el orgasmo y fue llenada por la esperma caliente de ambos machos.  

Final de la narración de ella

Una vez me hube aseado y vestido me reuní con mi pareja y Tom. Vi en sus caras, una sonrisa de complicidad, así supe que todo había sido preparado. Había sido “víctima” de una verdadera encerrona.  Pregunté a mi pareja si no temía que el placer recibido me hubiese quedado gustando. Me contestó que podríamos regresar el próximo año.  Tom me aseguró que sería bien recibida.

Meses después, recibí una revista en la cual mis fotos con los hombres de color sirvieron de explicita ilustración de una historieta. La miro y me excito cada vez que hacemos el amor.