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Las sorpresas de mi novio (3)

en Orgías

Al regreso de mi novio de su viaje de negocios, le hice notar que ya tenía una buena idea de quienes se habían dado un festín con mi cuerpo en el motel y en su camioneta. Como no lo iba a saber después de la orgía a la cual los había invitado durante su ausencia. No lo creyó, allá él.

Para su sorpresa y aprovechando que ese fin de semana jugaba el equipo de básquetbol de sus amores y al que también pertenecían los dos dominicanos de mis amores, le sugerí que fuéramos a verlos jugar. Le encantó la idea, también a mí. Era una calurosa noche de verano, me vestí con un ligero traje de algodón blanco, ropa interior del mismo color.

Una vez en el estadio, mi novio me presentó a los integrantes del equipo quienes nos invitaron a sentarnos en una ubicación cercana a su banco. Además de los dos dominicanos que habían participado en mi fiestecita, había otros tres hombres de color, dos panameños y un alto y fornido norteamericano. El resto de los jugadores eran chilenos, todos ellos de estatura apropiada para ese juego.

Cada uno de ellos me saludó de beso. Cuando llegó el turno de Jesús, el dominicano que había participado en mi fiestecita, este estrechó con firmeza mi cintura al besarme, gesto que no pasó desapercibido a mi pareja y le causó desagrado. Mi novio me deja hacer lo que me gusta, siempre y cuando el participe activamente. En cambio a mi me causó excitación ya que me hizo recordar como gocé con él en aquella inolvidable velada.

El encuentro tuvo un desarrollo favorable al equipo al que mi novio y, especialmente yo, alentábamos. Cerca del final, Jesús, fue llamado a la banca para su reemplazo, yo me acerqué a felicitarlo por su excelente actuación, lo que molestó a mi pareja, quien me llamó la atención en frente del resto de los presentes. Enojada, y ya que el partido finalizaba, dije a mi novio que volvería sola en taxi a mi casa. Antes de salir, bajé al baño situado en la zona de los camarines. Había un baño para uso tanto de varones como damas. Estaba desocupado, entré y cerré la puerta con cerrojo. Mientras orinaba, los jugadores de nuestro equipo entraron al camarín vecino al baño en el cual estaba yo. El muro que separaba ambos recintos, no llegaba hasta el cielo raso, por ello pude oír los comentarios que a gritos efectuaban los alegres jugadores. Lo que gritó uno de ellos, me hizo poner atención- " Que buena que está la novia de Juan "- A lo que otro contestó- " Está de hacerla pedazos". Un tercero comentó: "Que celoso el novio, para que la trae al estadio si sabe que con ese culito y ese par de tetas va a ser el centro de atracción " De más está decir que me sentí muy halagada y bastante excitada.

Al salir del baño y pasar frente a la puerta del camarín, mi curiosidad pudo más que mi prudencia. Silenciosamente entreabrí la puerta del camarín, allí pude ver a lo menos siete hombres desnudos, cinco de ellos de color, que jabonaban sus cuerpos dando especial atención a sus gruesas y erectas vergas, mientras seguían haciendo comentarios sobre mi persona. Tan abstraída estaba, que no noté que el entrenador, quien había permanecido en la cancha para recibir el trofeo en juego, se acercó a mis espaldas y abriendo la puerta, con un suave empujón me hizo entrar al camarín diciendo, les traigo dos trofeos, que bien se los merecen. Por supuesto, la atención se centró en el trofeo de carne y huesos, mi cuerpo.

Jesús, el dominicano, se acercó a mi y me preguntó si me gustaba lo que veía, respondí que por supuesto que sí. "Te apetecería unirte a nosotros en la ducha", agregó. Como respuesta pregunté: "Qué pasa si viene mi novio". Que no me preocupara me dijo el entrenador. "Se fue apenas terminó el partido" Jesús dijo entonces : "Ves, mi amor, nada impide que te diviertas un momento con nosotros" Y, sin esperar mi respuesta, procedió a sacarme mi vestido, dejando mi tostado cuerpo cubierto sólo por mi pequeña tanga y mi transparente brassiere, bajo el cual claramente se veía mis oscuros pezones erectos a causa de mi excitación. Yo misma le ayudé a despojarme del resto de mi ropa quedando completamente desnuda.

Ya totalmente entregada, me dejé llevar a las duchas, donde a lo menos de cuatro pares de grandes manos procedieron a jabonar concienzudamente todo mi cuerpo, sin dejar lugar sin manosear. Les llamó la atención ver mi pubis cubierto de abundante vello, aprovechando que el americano, quien luego de ducharse, se estaba rasurando, me propusieron afeitarlo. Me dejé hacer. Acostada en la mesa de masajes, sin que me lo pidiesen abrí completamente y sin ningún recato mis piernas. Permití que me aplicaran abundante espuma de afeitar e incluso llegado el momento levanté mis caderas para permitir el acceso de la máquina para que esta cortara el vello cercano a mi hoyito posterior. Una vez rasurada, me puse de pié y contemplé lo que me esperaba. Noté que mientras era afeitada un jugador y el entrenador se habían retirado, permanecían aún ahí Jesús, el norteamericano, los dos panameños y el otro dominicano.

Se hacía realidad una de mis más preciadas fantasías eróticas, estar más que desnuda, los labios de mi sexo a la vista, excitadísima, y a la completa disposición de nada menos que cinco bien dotados varones, todos ellos de color, famosos por el tamaño de sus picos.

Pedí que cerrasen la puerta del camarín pues no quería que nos interrumpieran, menos mi novio por si se le ocurría volver.

De rodillas rodeada por los cinco, comencé a mamar alternativamente sus erectos picos, maravillándome como su tamaño crecía a pareja con la duda de que si mis hoyitos serían capaces de resistir el asalto de semejantes herramientas. En todo caso mi excitación era tanta que no me importaba.

Dos de ellos me levantaron en vilo con mis piernas abiertas, otros dos besaban mis pezones y un quinto lamía mi sexo y mi ano haciéndome gritar de gusto.

Pasado un momento la lengua que lamía mi sexo y mi ano fue reemplazada por algo más duro. A horcajadas en brazos del americano, este puso la punta de su pico en mi sexo, al tiempo que el otro dominicano presionaba con su callampa mi ano. Paso a paso fueron introduciendo sus vergas en mi cuerpo, provocando en mi una mezcla de placer y de dolor, dolor que se transformó en gozo a medida de que mis túneles de placer se dilataban.

Cuando la penetración fue total y los dos comenzaron un rítmico mete y saca, comencé a bramar como una bestia. A medida que el ritmo crecía y se acercaba mi orgasmo, mis bramidos subían de tono. A tiempo que ambos derramaban su leche caliente en mis dos

cavidades, alcancé un delicioso orgasmo que me hizo desmayar. Al volver en mi estaba tendida de espalda en la colchoneta con mis piernas totalmente abiertas, dejando salir de mi sexo semen mezclado con mis jugos vaginales.

Jesús, quien ya conocía mis punto sensibles, comenzó entonces a lamer y chupar mis pezones. En cosa de minutos mi cuerpo nuevamente estaba encendido. El y los dos panameños se dedicaron luego a manosear mi cuerpo, en especial mis senos, introducir sus dedos en mi ano, acariciar mis muslos, logrando finalmente su objetivo, calentarme lo suficiente como para desear ser penetrada nuevamente. Excitada me dediqué a mamar las paradas vergas de los tres. Mientras estaba en cuatro chupando el pico de uno de ellos, otro aprovechó para penetrarme a "lo perrita". A pesar del tamaño de su verga, no le fue difícil, mi sexo estaba completamente dilatado y mojado. Disfruté la cogida durante unos momentos pero ya me había hecho una adicta de la doble penetración, así que le pedí al que estaba mirando que se acostara de espalda, lo monté introduciendo su verga en mi coño, Jesús introdujo su verga en mi ano y mi boca se dedicó a chupar el pico del tercero.

Le pedí a quien estaba acostado que chupara mis pezones para lograr el gozo máximo

No hay nada mas rico que sentir en la vagina el contacto que hacen las dos vergas que te están penetrando. Tuve un exquisito orgasmo, que se prolongó en una serie de orgasmos, mientras los que me estaban cogiendo vaciaban su leche caliente en mis tras agujeros.

Mi venida en lugar de aplacar mis deseos, los hizo aumentar. Fuera de control me dí un festín de vergas, en algún momento tenía dos metidas en mi coño al tiempo que otra perforaba mi ano. Cada vez que ellos se venían, chupaba sus picos hasta dejarlos parados y listos para ser nuevamente usados. Si creyeron que ellos me cogieron a mi, están profundamente equivocados, yo me cogí a todos ellos.

Antes de ir a casa tuve que darme una ducha, ya que mi cuerpo destilaba olor a sexo. Quedé con mis dos hoyitos tan abiertos, que espero con ansias el próximo encuentro, para que sean llenados con dobles y triples. Ahora la sorpresa se la llevará mi novio, si asiste.