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Viaje a Europa

en Fantasías Eróticas

Mi novio y yo habíamos planeado efectuar un viaje a Europa. Comenzaríamos nuestro viaje en España, donde visitaríamos nuestro lugar predilecto, Ibiza.. Esta maravillosa isla significa para mí playa, sol, arena y desnudos. Nuestro itinerario incluiría, entre otros sitios, Ámsterdam, con sus innumerables canales, sus estrechas calles y, lo más importante, su Barrio Rojo. Para mi, la capital del erotismo. Encantada ante tan gloriosa perspectiva, dos meses antes de partir comencé a preparar nuestro equipaje. Bajé a la bodega del departamento de mi novio con el fin de desocupar un par de maletas para ser usadas en nuestro viaje. Había tal desorden allí que me hice el propósito de dejarla ordenada antes de viajar. Tomé un día libre en mi trabajo y esa mañana después que mi amor había partido a su oficina, bajé a emprender mi tarea. Envié a la basura una cantidad enorme de trastos viejos que ya no tenían ninguna utilidad. Ya parcialmente desocupada, aparecieron a mi vista un par de cajas de cartón, cerradas y selladas. Afuera de ellas no había ninguna indicación de su contenido. Aguijoneada por la curiosidad abrí la primera de ellas para encontrarme con una gran cantidad de revistas Playboy, Penthouse y otras similares.

Al abrir la segunda caja aparecieron ante mí revistas ya decididamente eróticas. Databan de hacía más de 10 años. Comencé a hojearlas, y sus fotos con escenas de sexo explícito

hicieron elevar mi temperatura. En una de ellas aparecía un aviso que pregonaba " Se necesitan modelos " Luego agregaba " Si eres desinhibida, exhibicionista, te gusta partuzear, aprovecha esta oportunidad de pasarlo bien y además ganar un dinero. Envía fotos tuyas desnuda y nosotros nos pondremos en contacto contigo" Mi mente, de inmediato, comenzó a fantasear con la idea. Terminado el aseo, subí al departamento a tomar un baño y aprovechar esta circunstancia para pegarme una buena masturbada.

Cuando apareció mi novio al atardecer, le enseñe la revista y lo reprendí por no haberme

dicho nunca que existía esa posibilidad. Me contestó que esas eran revistas antiguas que talvez ni siquiera existían hoy y que ni se recordaba de ellas. No contenta con sus respuesta y ya determinada a seguir adelante, busqué en Internet el sitio de la revista. Allí estaba y, alegría, mencionaba un email. Sin perder un instante, envié un correo ofreciéndome y adjuntando la mejor, así lo creo, de mis fotos desnuda, mostrando mi cara y todo lo demás.

Esa noche soñé que me transformaba en una estrella porno.

Al día siguiente, la respuesta terminó con mis ilusiones. Con el uso del correo electrónico, la revista estaba atochada de ofertas y que por el momento no aceptaban nuevas modelos.

A pesar de ello, me dijeron que mi cuerpo moreno era apetecido por los nórdicos escandinavos y que en el futuro, si se daba la oportunidad, me escribirían.

No me doy por vencida fácilmente, envié un nuevo correo diciendo que con mi pareja viajaríamos a Europa en un par de meses y que podríamos extender nuestro viaje hasta Copenhague, donde era editada la revista. Así el viaje mío no tendría un costo. Para hacerlo más atractivo, dije que no tendrían que pagarme. La única condición era que yo prepararía el argumento de mi serie, por supuesto sujeto a la aprobación de ellos.

Mi novio se mostró sorprendido cuando al siguiente día recibimos una respuesta afirmativa. Nos esperaban en cuatro meses más en Copenhague. Ellos reservarían y pagarían un hotel en esa ciudad por el tiempo que durara la filmación. Mi sueño de ser fotografiada teniendo sexo sería por fin llevado a la realidad. Me correspondía a mí

imaginar la situación más erótica posible para obtener la mayor satisfacción. Un par de semanas antes de partir, hice llegar mi script a los editores vía correo electrónico.

Les debe haber gustado pues recibí una rápida aprobación. No revelaré ahora el contenido de mi argumento, prefiero detallarlo a medida lo vaya viviendo en carne propia. Las sensaciones serán más vívidas.

Viajamos a comienzo del verano europeo hasta Madrid y de ahí a Ibiza. Durante la semana que estuvimos me dediqué cada día a tomar sol completamente desnuda. Cuando fuese fotografiada no quería tener marcas del bikini. También puse un cinturón da castidad en mis hoyitos para desesperación de mi novio. Y la mía también. Luego de ver todo el día cuerpos desnudos a diestra y siniestra, estaba para trepar por los muros de nuestra habitación. Cual una deportista quería estar en mi mejor forma cuando llevara a cabo mi fantasía. Cuando terminó la semana estaba doradita como una pollita asada a lo spiedo, mis carnes y mis hoyitos apretaditos por la acción del agua de mar.

Mi ansiedad, y por que no decirlo, mi calentura hicieron que viajáramos directo desde España a Dinamarca. Al día siguiente de nuestra llegada, fuimos recogidos desde el hotel asignado por un coche enviado por la revista. Vestí un delgado y escotado vestido blanco que hacía resaltar el tostado de mi cuerpo. Sostén recortado del mismo tono que dejaba ver el nacimiento de mis senos. Mi pequeña blanca tanga se traslucía a través de la delgada tela. Mi novio dijo que estaba apetecible. Desde luego esa era mi intención.

En el estudio nos recibió Jim , el editor en jefe, un rubio alto y apuesto que no escatimó alabanzas a mi belleza latina. Creó en mi un sentimiento de confianza a la vez que alimentó mi ego preparándome para lo que vendría. Luego de una charla en su oficina, propuso mostrarnos el lugar. Un gran galpón con módulos donde eran fotografiadas las escenas de la revista.

En uno de ellos estaban en plena filmación de una escena donde una hermosa rubia desnuda sobre un gran lecho, era acariciada por dos musculosos hombres de color.

No pude dejar de sonrojarme al ver el tamaño del pene, semi erecto, de uno de ellos, medía a lo menos 30 cm y tenía el grosor de mi puño. El editor notó mi asombro y me explicó que los modelos eran elegidos entre los mejores de todo el mundo. Estos dos eran jamaicanos.

En mi interior, imaginé ese pene totalmente erecto y me dije que de todas maneras ese hombre debiera formar parte del elenco de mi filmación. Fuimos presentados y cuando él estrechó mi mano, mirando fijamente mis senos, mis piernas temblaron.

Más tarde cuando pregunté a Jim, si podría incluir en mis escenas a un hombre de color, el sonrió comprensivamente y me dijo que no había problema. Sólo habría que efectuar unas correcciones mínimas en el argumento.

La filmación fue programada para el día subsiguiente en la mañana.

Antes de abandonar el estudio, tuve que visitar los servicios para secar mi sexo que estaba empapado con mis jugos vaginales.

Los dos días que siguieron me parecieron interminables. Aún así no, cedí a los requerimientos de mi pareja, quería estar en gran forma para cuando llegara el momento tan esperado.

El día señalado, nos recogió el coche de la revista y nos llevó al estudio. Todo estaba preparado. Luego de ser maquillada, comencé a vivir mi fantasía, ahora realidad.

Cada viernes en la mañana visitaba un exclusivo spa de mi ciudad. Allí mi cuerpo recibía un completo tratamiento de belleza que incluía baño de sales, lodo, un nuevo baño seguido por un relajante masaje. El masaje me era dado por un fornida mujer alemana que deshacía los nudos acumulados durante la semana.

En este especial día aparecí en el spa cerca de las 11:00. Tomé mi baño de sales, luego fui embadurnada en lodo, bañada nuevamente, luego de secarme esperé tendida, boca abajo, desnuda en la mesa de la sala de masajes.

Todas estas escenas eran fotografiadas bajo poderosas luces y con la presencia de dos fotógrafos, sus asistentes, Jim y mi novio, que solicitó estar presente . Curiosamente, el hecho de estar desnuda frente a todos ellos, lejos de intimidarme, me hacía sentir bien.

El baño tibio, relajante, me hizo entrar en una agradable somnolencia, que fue interrumpida por la entrada de alguien en la sala de masajes. Pensé que era Erika, mi habitual masajista. Esperé el comienzo del masaje. Noté una diferencia al contacto de sus manos. En todo caso el contacto era agradable. Pero, al notar el contacto de más de dos manos, me volteé sorprendida. Estaba frente a dos musculosos hombres de color, con sus torsos desnudos, quienes vestían sólo un short blanco. Uno de ellos me explicó que Erika estaba enferma y que ellos habían sido contratados para reemplazarla temporalmente.

Me preguntaron si tenía algún reparo para que esta vez fueran ellos quienes me dieran el masaje. Dije que no había inconveniente y pensé en mi interior "Como poner reparos a una situación varias veces añorada por mí" Volví a ponerme boca abajo y me preparé para gozar de un delicioso masaje. Uno de ellos se puso frente a mi cara, masajeando mi cuello y mi espalda con especial cuidado. El otro a mi pies, masajeaba mis piernas y mis muslos, llegando hasta mis nalgas. Usaban un aceite con un exquisito aroma que entonaba mis sentidos. Bastante relajada abrí un poco mis piernas para permitir acceso a la parte interior de mis muslos. La respuesta no se hizo esperar, las manos subieron a lo largo de mis piernas hasta llegar a centímetros de mi ya húmedo sexo

El otro par de manos bajaba hasta mis nalgas acariciándolas en tal forma que me hizo dejarlas completamente sueltas y abiertas. Inconscientemente mis muslos se habían abierto bastante más, el olor inequívoco de mi sexo impregnó el ambiente. Las manos que subían por mis muslos rozaron mi sexo y en lugar de juntar mis muslos, en una clara señal, los abrí aún más. El pulgar de una de esas manos presionó mi clítoris, haciéndome gemir.

Al mismo tiempo, las manos que acariciaban mis nalgas, introdujeron un aceitado dedo en mi ano. Abrí mis ojos para encontrar frente a mí un tremendo bulto bajo su short. Ya completamente entregada le pedí se despojara del short. Lo que saltó ante mis ojos me dejó anonadada, un monstruo largo, grueso y cabezón. No lo pensé dos veces y, no sin dificultad, lo metí a mi boca y comencé a mamarlo con devoción.

El que estaba a mis pies, libre también de su short, lengüeteaba mi sexo. Mi primer orgasmo no tardó mucho en llegar entre gritos y gemidos. Una vez repuesta, me volteé y les pedí que terminaran su labor. Faltaba acariciar mi parte más sensible, mis senos. Mientras uno masajeaba mis muslos y mi vientre, el otro masajeaba y, para mi deleite, mamaba mis senos. Yo me retorcía de placer sobre la mesa de masajes. Mi cuerpo pedía ser perforado, más al contemplar el tamaño que habían alcanzado sus penes erectos, tuve dudas acerca de que si sería capaz de soportar el asalto final.

Mi novio, que contemplaba la escena, estaba atónito ante el tamaño de sus penes.

Dijo a Jim que dudaba de que yo resistiera semejantes lanzas en mi cuerpo. Jim con experiencia en estas situaciones, replicó que el deseo de una mujer caliente como yo, hace que su sexo se dilate hasta el infinito si es necesario.

Para comenzar, elegí al que tenía el pene más "chico", 25 cm, la pose que más me gusta es en cuatro, como una perrita, pero tenía el temor de que el negro no se frenara y me lo ensartara de golpe. Le rogué que fuese gentil. Puso su gran callampa entre los labios de mi sexo y comenzó a abrirme, paso a paso. Cuando tenía cerca de la mitad en mi interior mis gemidos mezcla de dolor y placer, se oían en todo el recinto. Cuando lo tuve todo dentro y mi cuerpo estuvo acostumbrado, le pedí que comenzara a bombearme suavemente.

Tenía razón Jim, mi sexo comenzó a dilatarse y el dolor dio paso al placer. Mi sexo estaba completamente dilatado.

Paulatinamente comencé a responder a sus bombeos moviendo mi culo hacia él, primero suavemente y luego violentamente y en pocos minutos le gritaba que no parara. Sentí en mi interior los fuertes latidos de las venas de su pene, anunciando su próxima acabada. Sacó casi completamente su pene fuera de mi vagina, con sus manos tomó mi senos, apretándolos con fuerza, y luego, como un matador, me enterró su estoque hasta que sus grandes testículos golpearon mis nalgas. Bramé en mi orgasmo mientras mi cuerpo recibía chorros de su caliente semen.

Nuestra "actuación" debe haber sido brillante pues los presentes aplaudieron y mi novio me recompensó besándome en la boca. Su pantalón mostraba un notorio bulto. Luego de un descanso, el cual realmente necesitaba, estuve lista para continuar mi fantasía. Mi sexo estaba dilatado lo suficiente para acometer mi próxima tarea. Engullir la herramienta de 30 cm del jamaicano.

Me tendí de espaldas en la cama de relajación de la sala de masajes y le pedí al otro masajista que chupara mis senos. Entretanto yo recorría su herramienta con ambas manos.

Esta alcanzó una tamaño que a otra mujer la habría asustado, pero yo estaba determinada a seguir adelante aunque ese poderoso taladro me partiera en dos. Se acostó sobre mí y puso su callampa en la entrada de mi sexo. No fue necesario que ejerciera presión, mi dilatado sexo comenzó a tragar esa verdadera serpiente. Primero entró toda su gran callampa. La sensación era deliciosa. Mientras chupaba mis erectos senos, introdujo uno de sus dedos en mi ano, reaccioné elevando mi pelvis lo que hizo que su pene avanzara en el interior de mi sexo. En ese instante, el me levantó en vilo, me dejé llevar y mi propio peso permitió una penetración completa. Sentí la punta de su pene en mi garganta y loca de excitación, cabalgué ensartada en esa deliciosa montura hasta alcanzar un orgasmo que casi me hizo desmayar. Sacó su miembro, aún erecto y no encontré nada mejor que abrir totalmente mi boca y chuparlo hasta dejarlo limpio.

Jim dijo que nunca había fotografiado una escena tan tórrida. Recordó que mi argumento contemplaba una doble penetración a lo que repliqué que ya había tenido suficiente y que éste no incluía herramientas del tamaño de las cuales me habían penetrado. Que, además, quería preservar mi ano para que mi novio, descargara en el su manifiesta calentura. Mis dos galanes de color, aún desnudos, me besaron en la boca diciéndome lo agradable que había sido trabajar conmigo.

Les contesté que para mi había sido no agradable, sino que delicioso. Y que nada de lo hecho, había sido fingido. Al día siguiente viajamos a Ibiza para tomar un descanso antes de regresar a nuestro país. Hoy amo más a mi novio. Estamos esperando con ansiedad nos hagan llegar las copias de la filmación. No me importa si mi historia es o no publicada. El recuerdo lo llevo en forma imborrable entre mis piernas.