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Usos de mi cuerpo

en Erotismo y Amor

Lo que más me agrada de mi pareja es su mente abierta para tratar temas relativos a nuestra relación amorosa. Días atrás, luego de una agradable y placentera sesión de sexo, respondiendo a sus preguntas sobre que me causaba el mayor placer, mencioné que me encantaba que me chuparan mis senos, también ser penetrada por mi ano, y sin duda la penetración de mi sexo por una larga y gruesa verga. La conversación derivó al hecho aquel de la cantidad de zonas erógenas que posee el cuerpo de una mujer, especialmente tratándose de una mujer ardiente como yo. Luego de un análisis, estuvimos de acuerdo en un punto. Una mujer, para ser colmada de placer, necesita más que un hombre al mismo tiempo. Tengo dos senos, el hombre una sola boca, tengo una boca, un ano y un sexo, para llenar de placer esos tres agujeros, el hombre cuenta solo con un pene. Para ser honesta, y a pesar del cariño que le tengo, muchas veces había fantaseado en hacer el amor con más de un hombre.

Mi hombre quien desea que yo sea una hembra feliz y que sabe lo mucho que lo quiero, me hizo saber que si yo estaba dispuesta, y ay! que si estaba, el no pondría inconvenientes a que yo llenara mis ansias de placer, siempre y cuando el participara activamente.

Quedamos de acuerdo que entre ambos elegiríamos a tres hombres, quienes junto a él, harían que mis fantasías fueran llenadas.

Siendo yo una mujer atractiva, muchas veces había recibido de sus amigos y conocidos, loas hacia mi bien formado cuerpo. Muchos de ellos eran bien parecidos y bastante bien formados. Además, gracias a comentarios de algunas amigas mujeres, tenía una clara idea de quienes eran bien activos y armados sexualmente.

En menos de una semana, ya había hecho mi selección. Cuando mencioné los nombres a mi pareja para su aprobación, sonrió maliciosamente y me dijo, son una buena elección. Conocía bien él los puntos que calzaban los elegidos.

Ahora había que buscar la situación propicia para lograr nuestro objetivo. En los días que siguieron, con ocasión de encuentros con los elegidos, mi actitud hacia ellos, sin ser descarada, fue levemente provocativa. Bailando con uno de ellos en una fiesta familiar

le di espacio para que hiciera algunos avances. Al estrecharme contra su cuerpo, un bulto me hizo sentir que había elegido bien. Mas tarde se lo manifesté a mi pareja quien sólo sonrió. Otro de los elegidos, un ejecutivo de color, cada vez que nos encontrábamos, no perdía la ocasión de observar detenidamente mis bien formados senos y trasero.

Ni siquiera sospechaba que muy pronto tendría la oportunidad de manosearlos a su relajado gusto.

El tercer elegido, no necesitaba mayor presentación, bastaban los comentarios de mis amigas mujeres, que habían tenido relaciones sexuales con él, ninguna arrepentida

Temprano una mañana mi pareja llamó desde su oficina para decirme que esa noche tendríamos tres invitados a comer ostras. Me pidió vestirme en forma especial. Sabía yo lo que ello significaba. Sostén rebajado, mini panties, medias negras con ligas, tacos altos, mini falda y blusa escotada.

Mi temperatura comenzó a subir a medida que transcurría el día. A media tarde un enviado de la rotisería trajo las ostras, un roast beef y cuatro botellas de champagne, las que puse a helar.

Cerca de las siete y media, llené la tina de agua caliente y tomé un relajante y perfumado baño de espuma. Perfumé levemente todo mi cuerpo y me vestí cuidadosamente, sin dejar de admirar mi cuerpo frente al espejo. Ya vestida, me maquillé ligeramente. Una última mirada al espejo me llenó de confianza para lo que venía

 

Cerca de la nueve llego el ejecutivo de color elegantemente vestido. No dejó de manifestar su admiración por mi belleza, mientras me entregaba un vistoso ramo de rosas rojas y besaba mi mejilla casi rozando mi boca.

Nos sentamos en el salón frente a frente aprovechando ello yo para mostrar gran parte de mis muslos enfundados en las medias negras sujetas por las ligas

Diez minutos mas tarde apareció mi pareja con otro de los invitados. Ambos no dejaron de mostrar su admiración por mi apariencia. Al llegar el tercer invitado nos sentamos a la mesa. Las ostras y el champagne ayudaron para que la conversación se tornara relajada.

Mi pareja en forma deliberada hacía que el tema de ella estuviese centrado en mi persona.

A medida que el champagne afectaba los sentidos cada vez las insinuaciones eran mas osadas. En ello mi pareja llevaba la batuta. Terminada la bien regada cena, todos nos sentamos en el salón a servirnos los bajativos. Mi corta falda dejaba ver gran parte de mis muslos, pero estando tan relajada, no hacía nada por cubrirlos. Mi blusa, bastante escotada,

dejaba ver el nacimiento de mis henchidos senos. Mi marido en forma bastante insistente no dejaba de llamar la atención de los invitados sobre mis muslos y mis senos. En un momento, les preguntó que opinaban de mi cuerpo y si les gustaba. Hubo un momento de silencio, que mi marido terminó pidiéndoles que contestaran con confianza.

Tomó mi mano y me hizo pasear delante de ellos como en un desfile de modelos. Los comentarios no se hicieron esperar. El ejecutivo de color dijo que le encantaban mis senos.

Otro mencionó mi bien formado trasero. El tercero dijo que le gustaba todo mi cuerpo.

Sus respuestas me llenaron de orgullo y a la vez, me excitaron.

Lo que luego dijo mi marido, me sorprendió y mas aún a los invitados. Les preguntó si les agradaría ver mi cuerpo desnudo. Nuevo silencio. Cara de pregunta de mi parte. Movimiento de cabeza de él asintiendo. Suave música en el salón Les pide que se sienten y disfruten. Lo hacen en silencio, aún sorprendidos. Él se acerca y me besa apasionadamente, dándome el vamos.

Muevo sensualmente mi cuerpo al compás de la suave música y comienzo lentamente a desabrochar los botones de mi blusa. Me despojo de ella dando la espalda a mis invitados y mi marido. Cuando me vuelvo hay murmullos de aprobación, mi delgado sostén deja ver claramente las aureolas de mis erectos pezones. Bajo el cierre de mi corta falda y lentamente la hago descender hasta mis tobillos, al agacharme para sacármela dejo ver mis mini panties incrustados en la profundidad de mi trasero. Sigo bailando cadenciosamente vestida solo por mi pequeño sostén y mis pequeñísimos panties , ligas, medias negras y tacones altos.

Pregunto a mi marido si quiere que siga adelante. Contesta que por supuesto. "Si así lo quieres sigamos" digo. Pido al hombre de color que se acerque para quitarme el sostén, gustoso lo hace, es su derecho ya que tanto admira mis senos. Le obsequio el sostén y le permito que acaricie mis desnudos senos durante un momento. Siempre bailando me acerco hasta donde están sentados mi marido y los otros dos invitados, les pido que entre los tres me saquen las ligas y las medias. Quedo solo en mis minúsculos panties. Sigo con mi baile esta vez rodeada por mis cuatro galanes a quienes exijo que se desnuden también si quieren bailar conmigo. Lo hacen en cosa de segundos. Ya desnudos, me rodean y yo levanto mis brazos en una actitud de total rendición. Cuatro pares de manos recorren mi cuerpo haciendo que mi excitación llegue a su máximo. Luego, me levantan en vilo y sin que se los pida me arrancan los panties dejándome totalmente desnuda.

Aprovecho de mirar lo que me espera y no me siento decepcionada. Todos están bien armados, especialmente el hombre de color que tiene una verga de no menos de 25cm.

Lo sé pues mi marido la tiene de 20cm y esta es mas larga. Las otras son similares a la de mi marido.

Pregunto a los invitados si esperaban algo así. Dicen que no y que es una grata sorpresa.

A insinuación de mi marido, soy llevada en brazos hasta nuestro dormitorio y depositada en mi amplio lecho. Totalmente entregada, dejo que sus bocas no dejen lugar de mi cuerpo sin visitar, haciéndome retorcer de placer.

Mi deseo por ser poseída se hace insoportable. Le pido al hombre de color que se ponga de espaldas en la cama, luego me siento a horcajadas sobre él introduciendo rápidamente su largo y muy erecto pene en mi sexo, no puedo dejar de emitir un bramido. Ensartada totalmente, le pido a uno de ellos que me penetre por el ano, tomo en mi boca el pene de mi marido, al último le pido que chupe uno de mis pezones, mientras el hombre de color me chupa el otro. Mi gozo es infinito, mis gritos de placer llenan mi alcoba. La verga del hombre de color toca partes de mi interior que nunca antes habían sido tocadas. Y, al juntarse con la que penetra mi ano, me hacer sentir sensaciones indescriptibles. Mi primer orgasmo me hace desfallecer y provoca que mi boca, mi sexo y mi culo sean llenados de caliente semen. Satisfecha, soy acariciada y besada por todos ellos. Me siento como una diosa adorada.

Luego de un momento no muy largo, mi cuerpo gracias a los besos y caricias, se vuelve a encender. Me acerco a quien besaba uno de mis senos cuya verga aun está erecta y comienzo a besársela. Luego me pongo en cuatro y le pido que me penetre desde atrás, posición que me encanta. Mi marido aprovecha de besar mis senos y el hombre de color acerca su verga a mi boca para que se la chupe, lo que hago encantada. Vuelvo a tener un orgasmo y luego acurrucada entre mis machos, me duermo.

Entre sueños, siento como mi cuerpo es agradablemente tocado y manoseado. A media noche, la proximidad de vergas erectas que se refriegan sobre mi desnudo cuerpo y los besos de mi marido, me despiertan. Nuevamente, todos mi hoyitos son penetrados, mis gozos repetidos, no sé el número de orgasmos que vuelvo a tener. Ya agotada me duermo. No sin antes haberle repetido a mi marido que una mujer necesita al menos cuatro hombres para una satisfacción plena. Los cuatro hombres sin una sola muestra de egoísmo se alternaron para usufructuar de cada una de las partes de mi desnudo cuerpo. Es una experiencia que de todas maneras espero repetir pronto. Sé que a mi marido le encantó y lo excitó.