miprimita.com

Viciosa de sexo (3)

en Orgías

Días después de mi agitada ”fiestecita”, recibí un llamado de mi novio, aún molesto con lo que había ocurrido esa noche. Le comenté que tenía dos alternativas, aceptarlo o simplemente terminar su relación conmigo. Aparentemente mi respuesta no le agradó y sin responder corto su llamada. Pensé para mí, allá él.

Una llamada recibida desde Guatemala, al día siguiente, alejó de mis pensamientos a mi novio. Uno de los guatemaltecos me llamó para invitarme formalmente a su país. Como tenía unos días de vacaciones pendientes, gustosamente acepté su invitación. La discusión anterior con mi novio, me permitió iniciar el viaje sin tener que darle una explicación.

Fui recibida en Ciudad de Guatemala por mis dos amigos. Me llevaron al Hotel Camino Real donde me habían reservado una lujosa habitación. Me dijeron que esa noche estaba invitada a una cena privada en casa de uno de ellos y que me recogerían alrededor de las 20 horas. Después de descansar de mi viaje, aproveché de tomar un delicioso baño de tina. Como era una noche calurosa, vestí un liviano vestido blanco que hacía resaltar mi cuerpo moreno. Bajé a la hora señalada, ellos ya me esperaban en el lobby del hotel y no escatimaron elogios hacia la forma en que lucía.

Luego de media hora de viaje, llegamos a una lujosa casa en la afueras de la ciudad, la cena sería servida en una terraza que rodeaba una gran piscina. Era una cena para tres, mis dos amigos y yo. Ostras y champagne, seguidas de faisán y un regio vino tinto, para terminar con fresas con crema. En el transcurso de la cena recordamos los momentos que compartimos en Santiago, les conté de la reunión que tuve con sus amigos luego  de su partida, al conocer los detalles, lamentaron no haber estado presentes, esta conversación, sumada a la regia cena y la bebida, terminó por encender mi cuerpo, lo que se reflejó notoriamente en mis pezones erectos bajo la tela delgada de mi vestido. Muy pronto las manos de ambos galanes acariciaban mis piernas bajo la mesa y bajo las miradas de sus criados, los que no tardaron en ser despedidos. Una vez se hubieron marchado, no hubo barreras para que me despojaran de mi vestido, a este lo siguieron mi brassiere y luego mi tanga, y en menos que canta un gallo me encontré desnuda prisionera entre sus también desnudos cuerpos. Uno de ellos se tendió en una colchoneta y sin que me lo pidiera, en cuatro entre sus piernas, comencé a mamar su pene erecto mientras desde atrás su compañero lamía mi ahora mojado sexo. Muy pronto estaba montada con un pene ensartado en mi concha y otro perforando mi ano. Cuando la noche terminó no sabía el número de orgasmos que había alcanzado pero si sentía mi cuerpo lleno del semen de ambos. Me llevaron de vuelta al hotel de madrugada y antes de despedirnos me dijeron que me recogerían al día siguiente para llevarme a navegar en el yate de uno de ellos por el Caribe. Cuando les pregunté qué ropa llevar, me contestaron, bromeando, que bastaba con mi bikini, lo que me hizo imaginar que sería un viaje inolvidable.

En la mañana siguiente, tal como acordado, me recogieron en un 4 x 4 y nos dirigimos a Puerto Barrios donde tenían anclado su lujoso yate. Ya a bordo fui presentada a quienes viajarían con nosotros, otros siete apuestos galanes, que aprovecharon la ocasión para llenarme de piropos. Allí me enteré, para mi regocijo, que era la única mujer a bordo. Uno de los guatemaltecos me susurró al oído que este era el crucero del amor, lo que me hizo imaginar lo que me esperaba. Zarpamos después del mediodía, y después almuerzo me sugirieron que aprovechara de tomar un baño de sol. Luciendo un minúsculo bikini me tendí en cubierta para disfrutar del sol de la tarde. Sobraron voluntarios para esparcir la crema bloqueadora en mi espalda. Me solté la parte de arriba para evitar marcas en el bronceado de mi cuerpo. Las mano que untaban mi cuerpo recorrían desde mi cuello hasta bien abajo en mi cintura, llegando hasta la parte de abajo de mi bikini, causándome un sensación tan agradable que muy pronto sentí que mi sexo se humedecía. Muy pronto esas manos estaban en la parte de atrás de mis muslos y pantorrillas, instintivamente abrí un poco mis piernas para permitirle el acceso a la parte interior de mis muslos, la esencia que emanaba de mi sexo llenó el entorno, los dedos de las manos rozaban la parte baja de mis calzones muy cerca de mi sexo. Abrí más las piernas como un signo inequívoco de permisión para ir más lejos. Quien me untaba, me hizo notar que el calzón estaba mojado y me sugirió que me lo sacara para evitar totalmente marcas en el broceado de mi cuerpo. Le contesté que no creía que era una buena idea y que qué pensaría el resto de los hombres si yo hiciera eso. Me contestó que era yo una mujer bella que merecía ser admirada en toda su magnitud. De hecho, ya te están admirando, me dijo. Me volteé sin soltar mi sostén para encontrarme con las miradas de todos los compañeros de viaje. Entregada ya, dejé caer mi sostén dejando a la vista mis senos con mis pezones parados. Acostada de espaldas dejé que mis senos fuesen cubiertos meticulosamente con crema. No objeté cuando la parte de abajo de mi bikini me fue retirada, dejando mi cuerpo totalmente desnudo expuesto a las miradas de nueve calientes galanes. Quien me untaba terminó de cubrir completamente mi cuerpo con crema, no dejando lugar sin tocar.

Contrariamente a lo esperado por mí, ninguno de los galanes se me acercó, me dejaron seguir tomando sol por el resto de la tarde. Sólo se limitaron a observarme mientras lo hacía. Sabían que no podía irme a ninguna parte, aun cuando lo deseara. Bajo el sol, me sentía como una pollita asándome a fuego lento, en espera de ser devorada. A medida que el tiempo transcurría, el calor del sol y la exposición de mi cuerpo desnudo a las miradas de nueve apuestos machos, habían logrado ponerme cachonda al máximo, mis senos estaban henchidos por el deseo, mis pezones erguidos para ser chupados, tenía mi sexo empapado por mis jugos vaginales y lo único que deseaba era ser penetrada. Seguramente ellos lo sabían y deseaban hacerme sufrir y  llegar al extremo de mi calentura antes de darme lo que tanto anhelaba. Siguiendo su juego, y para mostrarles que ya estaba a punto de caramelo, con mis piernas totalmente abiertas comencé a acariciar mi dilatado y húmedo sexo al tiempo que mi otra mano pellizcaba mis pezones erectos. En ese momento, el yate se detuvo, vi como todos se desnudaron dejándome ver sus vergas, de diferentes tamaños, pero todas erectas. Pensé que al fin iba a recibir mi dosis de pene pero no era el caso, uno tras otro se arrojaron al mar para tomar un baño. Yo los imité cayendo en el medio de ellos.  Rodeada por ellos deje que mi cuerpo fuese manoseado sin dejar rincón sin ser tocado, al tiempo que mis manos se apoderaban de sus vergas. Retozamos en el agua por un largo intervalo antes de subir a cubierta, allí entre todos secaron mi cuerpo y yo hice lo mismo con ellos. No pudieron secar mi concha que a pesar de haberme refrescado un tanto, seguía caliente. Uno de ellos me preguntó como quería empezar. Le contesté que deseaba chupar sus penes y luego ser cogida primero por el mas pequeño para terminar con el mas grande. El mas “pequeño” medía cerca de 17 cm y el mas grande cerca de 22 cm. Uno a uno me fueron cogiendo los nueve, ya el primero me hizo alcanzar un orgasmo, tuve cuatro en total. Cuando me estaba cogiendo el mejor armado, le pedí al mas pequeño que penetrara mi culito, no tardé en gozar entre bramidos de placer. Durante el resto de la tarde fui penetrada en todas las posiciones posibles, penetraciones dobles y triples. Llenaron todos mi agujeros con semen. Y siempre pedía más y más….Uno de ellos comentó que nunca había visto una mujer tan caliente y viciosa de sexo. Esa soy yo y me encanta ser así.