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Poker en casa (2)

en Orgías

El recuerdo de esa agitada noche de Diciembre estuvo presente en mi mente durante todo el mes de Enero. Esperaba con ansias no disimuladas la próxima partida de poker programada para fines de ese mes. Mi marido había sugerido que, en espera de su salida a vacaciones, adelantara mi viaje a nuestra casa de playa y lo esperara allí, a lo que me negué rotundamente. No quiero dejarte solo, le dije. No se si lo creyó.

Mis sueños eróticos en la noche anterior al último viernes del mes, hicieron que despertara con los calzones mojados por mis jugos vaginales. La calentura de mi cuerpo no me abandonó durante todo el día. Cerca de las 6 de la tarde mi marido regresó de su oficina.

Lo recibí con un ardiente beso. Me dijo, que pasa contigo. Nada, contesté.

Tomé un baño, luego me vestí con una ligera solera blanca que dejaba entrever mi ropa interior del mismo color. El tostado de mi cuerpo, resaltaba con el blanco de mi vestido.

Cerca de las 8 y media comenzaron a llegar los amigos de mi esposo. Noté la llegada de un compañero de oficina que no había estado en la reunión anterior. Mas tarde aparecieron dos que tampoco habían venido antes. Finalmente, incluido mi marido, había 12 jugadores para el poker.

Me llamó la atención el hecho de que hubiese llegado más gente de lo normal y que mi marido no se mostrara sorprendido por ello.

También la forma en que me miraban los que no habían estado antes. Me devoraban con sus ojos.

Caí en cuenta de que, seguramente, se había comentado lo ocurrido en la reunión anterior.

Como aparentemente a mi marido no le importaba, por que me iba a importar a mi.

La idea de tener doce hombres para mi sola, no dejaba de entusiasmarme.

Preparé tragos para todos ellos. Después de una hora de animada conversación, la idea de jugar poker había pasado a segundo plano. Era yo el centro de atracción, mientras que, orgulloso mi marido, escuchaba como todos los presentes me piropeaban y alababan mi regia figura haciéndome sentir como una reina.

La temperatura del medio ambiente aumentaba a medida que la conversación subía de tono y los piropos dirigidos a mi persona hacían que mi temperatura también se elevara. Mi marido, para variar, llevaba el pandero, no dejando lugar a duda donde quería llegar. Sabía que iba a contar con toda mi cooperación para llevar a cabo su propósito. De hecho, como no podían jugar poker entre doce personas, no me opuse cuando sugirió exhibir algunos de sus videos. Todos estuvieron de acuerdo. En la penumbra del salón, noté los bultos que se marcaban en sus pantalones. Sin que pudiera evitarlo, mis blancos calzones comenzaron a mojarse y mis pezones se endurecieron.

Después que el segundo video hubo terminado, encendieron las luces, me levanté a la cocina con el pretexto de servir una nueva ronda de tragos. En realidad no quise ser tan obvia mostrando mis pezones erectos notoriamente. Al regresar con la bandeja, nuevamente las luces se habían apagado, había un nuevo video en el equipo que me mostraba totalmente desnuda con dos vergas en la boca y mi sexo penetrado por otras dos vergas. Era el video filmado por mi marido durante la reunión de Diciembre.

Todos vieron como las cuatro vergas llenaron de semen mi sexo, mi boca y como lo esparcí sobre mis senos y pezones parados, para luego chupar mis dedos y limpiar con mi boca los cuatro picos que me habían penetrado. Terminado el video, el grupo estalló en aplausos y vitores de admiración.

Fingiendo estar enojada, dije a mi marido que no era posible que hubiese mostrado el video frente a personas que yo no conocía. "¡Vamos!" Me dijo, "Son todos amigos y muy buenos muchachos", agregó. Luego dijo, "Para entrar en confianza vamos a jugar un juego de cartas muy especial". Nos mostró una baraja comprada en un tienda de juegos para adultos que, en fotos muy detalladas y siguiendo una secuencia lógica, reproducía escenas de actos sexuales de una mujer con uno o varios hombres. La baraja tenía 48 cartas. Mi marido me entregó la baraja luego de barajarla Los doce hombres se sentaron sobre la alfombra haciendo un cerrado corro dejándome a mi en el medio. La idea era que yo caminando en círculos fuese repartiendo una carta a la vez a cada uno de ellos. Esto, sin mirar las cartas.

Cuando terminé el reparto cada uno de ellos tenía cuatro cartas en sus manos. Mi marido preguntó ; "¿Quién tiene las cartas números 1 y 2?" Se levantaron dos de los participantes, uno, moreno, alto y bastante atractivo, a quien no conocía y otro que ya había participado en nuestros juegos. Ambas cartas mostraban la imagen de dos hombres despojando de su vestido a una mujer. Bueno, dijo mi marido, ya saben lo que tienen que hacer. Ni cortos, ni perezosos, se aproximaron a mi y el más alto desabrochó uno a uno los botones de mi solera. Cuando estuvo totalmente abierta, el otro desde atrás, me la retiró dejándome en medio del grupo vestida solamente con mi sostén, que dejaba traslucir mis obscuros pezones erectos, y mis pequeños y ahora, mojados calzones. Murmullos de aprobación se escucharon en el salón. Mi marido se levantó y me hizo circula en medio del grupo para que todos me miraran a su regalado gusto.

La carta que seguía, mostraba un tipo despojando de su sostén a una muchacha. El que tenía la carta, gustoso, actúo rápidamente y mis dos senos quedaron expuestos a las ávidas miradas de los presentes.

A continuación, dos de los amigos de mi marido, se levantaron mostrando una amplia sonrisa en sus caras. Sus cartas mostraban dos hombres chupando los senos de una chica.

Me acostaron sobre la alfombra y cada uno de ellos lamió y chupó cada uno de mis erectos pezones por un largo rato, haciéndome gemir y retorcerme de gozo.

Ansiosa, espere la próxima "jugada". Esta vez, tres de ellos se levantaron, dos me tomaron en vilo y el tercero, sin la más mínima resistencia de parte mía, arrancó mis calzones dejándome totalmente desnuda. Mi sexo latía con fuerza al unísono con mi corazón en anticipación a lo que venía.

Intervino mi marido, diciendo a sus amigos : "Uds. han visto lo que se van a comer. Es justo que ella también vea el banquete de que va a disfrutar". Dando el ejemplo, se despojó de sus ropas. Ejemplo rápidamente seguido por todos los demás.

Me vi rodeada por doce machos desnudos, con sus vergas, de todos tamaños y formas, erectas apuntando hacia mi como cañones listos para disparar. Acostada en el suelo dejé que restregaran sus penes sobre mi cuerpo mientras yo me revolcaba caliente como una gata en celo. La secuencia de las cartas se fue al diablo. Mientras yo mamaba dos vergas que fueron introducidas en mi boca, mis piernas fueron abiertas permitiendo que alguien me pasase su lengua por mi sexo, mi ano y se diera un picnic con mi clítoris hasta hacerme explotar en delicioso orgasmo. No había terminado de gozar cuando, por fin, la lengua fue reemplazada por un pedazo de carne mas contundente. Una gruesa, larga y dura verga se apoderó de mi vagina, lo que hizo que mi orgasmo se prolongara por varios minutos.

El que me penetraba acabó, llenando de caliente semen mi interior. Pero yo quería más y vaya que tenía donde elegir. De rodillas en cuatro, me dediqué a mamar una deliciosa verga lo que fue aprovechado por alguien para penetrar por detrás mi ahora jugoso sexo. Mi moreno cuerpo empapado en traspiración brillaba haciéndolo aún mas atractivo para aquellos que observaban la escena. La boca se me hacía agua mirando ese bosque de vergas a mi disposición. Les pedí a todos que se acostaran juntos de espaldas con sus picos apuntando al cielo, y yo en cuatro pasé entre ellos ensartándome sus aparatos desde todas la posiciones posibles. Mi marido, cámara de video en mano, filmaba como yo me daba un festín de vergas. Mientras yo, cual una moderna Lady Godiva, montaba un buen dotado potro salvaje, mi ano fue profanado en repetidas oportunidades, no se cuantos orgasmos alcancé, o si era un solo orgasmo inacabable. A ratos me desvanecía, y todo parecía un delicioso sueño, el cual yo quería que no acabara nunca.

Mi marido invitó a sus amigos a quedarse en nuestra casa durante todo el fin de semana

El sabado en la mañana tomé un delicioso baño, cuando iba a vestirme mi marido me preguntó si no me importaba permanecer desnuda, a lo que gustosamente accedí.

Serví el almuerzo en esa facha, demás está decir que mientras servía los comensales no dejaron parte de mi cuerpo sin tocar. Al final del almuerzo, mi marido cubrió mi cuerpo con crema chantilly, me acostó sobre la mesa de comedor, y me ofreció como postre Fui chupada y lamida por doce bocas que prácticamente me devoraron.

¡Yo también quiero postre! dije. Hice que se desnudaran , luego con especial cuidado cubrí sus erectas vergas con la misma crema y comencé a mamar hasta no dejar un gota de ella. Mientras disfrutaba, fui penetrada por detrás en varias ocasiones, haciendo de mi postre una delicia.

En esa tarde de sábado, mi sexo, mi ano y mi boca recibieron una dosis inolvidable de vergas y semen, perdí la cuenta del número de orgasmos que alcancé- Llegada la noche, cuando nuestros "invitados" abandonaban nuestra casa, estaba yo tan abierta que me preguntaba si podría volver a juntar mis piernas.

De todas maneras, hoy ya espero con ansias la próxima reunión. Les contaré.