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Patricia y su óvulo

en Hetero: Infidelidad

Patricia y su óvulo

Estaba preocupada pues últimamente su ciclo menstrual era cada vez más irregular. Estaba harta de tomarse la temperatura basal para ver si su 0,5 de aumento daba a entender que estaba ovulando y con ello su posible embarazo. A sus 29 años ya estaba cansada, llevaba casi diez así, pues era ella, o eso parecía, la que no cumplía con los pormenores básicos para conseguir procrear como toda pareja normal. Su marido ya se había hecho todas las pruebas médicas de semen, sangre y otras complementarias y no resultaba ni estéril ni incompatible con ella, lo que aumentaba la desorientación de los especialistas por cómo aconsejar a aquel matrimonio.

Así pues, era un día más de aquellos en que se levantaba después de haberse despedido su marido y se iba al gimnasio, si era invierno o iba a la terraza del dormitorio en verano, a estirar su cuerpo de la anquilosidad en que te queda tras dormir mal y poco como aquella noche pasada al pensar todo su angustioso problema. Normalmente y cuando no estaba en crisis dormía más, pues habiendo perdido la ilusión y siendo tan estéril la labor de hacer un hijo, los dos se habían enfriado en cuanto a sexo se refiere. Uno por no amargar y la otra por no requerir un esfuerzo vano, pues en ella la semilla no arraigaba.

Así las cosas y encontrándose pasados catorce días del inicio de la última menstruación, o sea, en plena ovulación, sonrió pensando "otro mes perdido… y así cuántos?..."

Estaba doblando el cuerpo tocándose los pies con la punta de los dedos, aquel cuerpo del que todos, desde su esposo hasta el último amigo la felicitaban, incluso ellas, o bien cualquiera que la conocía lo admiraba en secreto, por ser tan espectacular, para no ofender y guardar las distancias. Ella no era una fanática de la belleza a cualquier precio pero si sabía de lo útil que eran unos ejercicios tras los cuales se encontraba mejor. Gracias a ello podía comprarse ropa estandard, sin tener que modificarla, pues su talla 94-66-98, era de las comunes en referencia a todos las marcas del mercado, bueno, las marcas que su alto poder adquisitivo le permitían adquirir pues era una rica heredera con considerable fortuna.

Decidió salir a comprar unas exquisiteces para la cena del sábado en la que tenía invitados, donde solía ir y que era una charcutería de tipo gourmet y que la atendía siempre su dueño, un sesentón super amable y cariñoso con sus clientas y que estaba al nivel de conversación y consejos, que producían un efecto inmediato en su parroquia que las inducía a creer en lo que don Marcelo les aconsejaba, fuera el precio que fuera. Y aquel día, además, Patricia estaba dolorida por su perpetua frustrada maternidad y aún no se había quitado de la cabeza las mil preguntas que se hacía.

-Hola

-Muy buenos días doña Patricia, en que la puedo servir hoy?...

Don Marcelo era de los que admiraban con excitación aquel cuerpo y le costaba mucho disimular, pero su aire falso de despreocupado y mirada lánguida, le servían para poder mirar como quién no le interesa lo que ve. Aquella mañana ella llevaba un corto vestido muy sugerente y unas sandalias de tacón, enseñando sus delicados y blancos pies.

-Ay no se… que me aconseja?

-Bueno no soy nadie para aconsejar a una mujer como usted, pero veo que está algo desorientada, no?

-Es que … estoy ..

Patricia no estaba por la labor y el comprendió que tanto por tratarse de una buenísima clienta, con un gasto superior a los cinco mil euros al mes, como por intentar tenerla cerca y poder oler su fragancia natural, le ofreció se sentara en la mesita de degustaciones especiales que tenía en la parte de la trastienda.

-Ay gracias don Marcelo… si me sentaré y usted me aconseja…

Aunque era el mediodía y no sabiendo cómo tenerla más convencida de su apoyo, le sirvió rápidamente un Carpano con hielo, aperitivo que sabía ella compraba muy a menudo. Ella lo sorbió con la mirada todavía como extraviada y se tomó la mitad, con lo que el tendero se sorprendió y le acercó la botella.

-Es que no funciono sabe…

-Usted funciona de maravilla doña Patricia…

Ella puso la cara algo contraída, para no lanzarse a llorar en aquel lugar y delante de aquel viejo.

-No, no funciono…

-Será para descargar baúles pero para todo lo demás creo es una persona capacitada para lo que sea. -y se le fueron los ojos al escote que tenía a su perfecto alcance por estar de pie. Oh, qué barbaridad de pechos, pensó.

-Usted sí que es capaz, cuantos hijos tiene don Marcelo?-le preguntó sin mirarlo

Quedó descolocado por un segundo y reaccionó enseguida

-Bueno yo, tengo, cinco hijos, con mi pobre Matilde que en paz descanse.

-Ve! Usted es normal, soy yo la anormal, no tengo ninguno!

Estaba como histérica agonizante una actitud síquicamente compleja de colérica pero a la vez resignada por su problema.

-Bien Patricia –se dio cuenta enseguida que no había dicho el doña- doña Patricia, eso no es cuestión para estar acongojada. –y se sentó a su lado. Ella sorbió el resto del vaso y el se lo volvió a llenar hasta arriba, sosteniéndolo ella misma.

Don Marcelo tenía a sus dos dependientes atendiendo la tienda por lo que no le preocupó dedicarle todo el tiempo que hiciera falta a su desesperada y suculenta clienta.

Patricia se giró hacia el y como si fuera su consejero se le acercó más, con lo que a don Marcelo se le movió la parte central del pantalón, aquel perfume de su piel y el olor de su aliento hicieron mella en su reprimido deseo.

-Quiero un hijo don Marcelo… buaaaa… -abrazándose sollozando a el como consuelo cercano y de tanta confianza que le tenía por los más de diez años que la atendía exquisitamente, mejor que su propio padre que estaba siempre en sus negocios.

-Pero… y su esposo…? es que …

-El está perfecto!... la mala soy yo … buaaaa… -sollozos más fuertes

-Ni lo diga eso doña… es usted una hermosura de hembra… perdón… de mujer … preciosa!

Patricia ya iba por el tercer vaso de Carpano y se le soltaba el sollozo mucho mejor. Se estaba relajando de la tremenda intensidad que le dio al saberse ovulando sin las consecuencias ansiadas. Además le hacía gracia oir a don Marcelo piropearla. Todo le resultaba ahora mejor, aunque su cabeza, por el poco sueño y el Carpano, la tenian en un semisueño y ayudaban a verlo todo mucho más relajado. Cuando se tomaba su cuarto vaso del vermout, no pudo controlar sus palabras

-Estoy desesperada don Marcelo, no se qué hacer… cree usted que tiene solución…? –ya quedó completamente abrazada al viejo que la acariciaba con cuidado, sin pasarse, mientras ella sollozaba en su hombro. A el se le puso su miembro peligrosamente sobresalido de sus bajos y temió que ella se diera cuenta pero parecía que no se había apercibido hasta que le resbaló un brazo que fue a parar al regazo de el y notó aquello tan grande.

-Aybá… hip… qué pasa don Marcelo… es que…? … hip… Marcelito, bueno …hip… -y se quedó con los ojos cerrados y como sonriendo, agotada por las carencias de descanso, la crisis emotiva y, naturalmente, el Carpano.

El la sostuvo con su formidable fuerza de toda la vida trabajador con sus brazos, la depositó en donde tenía su pequeño cuarto de descanso, al fondo de la trastienda y se la quedó mirando. Estaba super sensual con su pose de figura descompuesta, con sus brazos en total abandono, sus piernas separadas y su boca semiabierta emitiendo murmullos incoherentes y deslizándosele la saliva por la comisura de sus gordezuelos labios. Estaba para comérsela y no pudo resistirse.

Se acercó y le movió los tirantes del vestido que al no ser de los ceñidos, se deslizaron sin más problema que el levantarle los hombros para que corriese todo el vestido hasta la cintura y se encontró que, como ya se lo figuraba, iba sin sostenes. Madre mía qué pechos! preciosos de tamaño y turgencia pero lo que le maravillaron fueron sus pezones que hacían como si fueran como un pecho pequeñito sobre el pecho principal, sobresalidos y con una punta rosa algo hinchada ya por la ovulación. Se aproximó y lamió uno mirando a los ojos de ella por si los abría pero sólo advirtió una leve sonrisa añadida a su relajada cara.

Siguió con la lamida y pasó a metérselo en la boca y succionando con delicadeza toda aquella protuberancia mórbida y sabrosa, se estaría todo el día así pero la situación no daba para entretenerse mucho. Le sacó las sandalias y le lamió los dedos de los pies, aquellos pies que más de una noche se había masturbado recordándolos, cogía uno a uno sus deditos y los aspiraba como si fueran palitos de caramelo. En aquel momento su polla ya estaba más que levantada. Le acabó de sacarle el vestido por los pies y se quedó otra vez contemplando su tanguita, cómo separaba los labios de su sonrosada y apretada vulva, parecía una vulva que estuviera virgen de tan cerrados los labios.

-Ohhh… uhmmm… siii…. Ramónnnn… -susurró Patricia ante el despojo que estaba haciendo don Marcelo, aunque sin abrir los ojos pues si los hubiera abierto hubiera visto al exquisito de don Marcelo, desnudo y con su inmensa polla –conocida últimamente y tras su viudedad por bastantes clientas- preparada.

Se colocó sobre Patricia y le comenzó a refregar su cabezota por los labios, sabía del estímulo que eso provocaba y la segregación de flujo en la hembra para facilitar la introducción. Estuvo un rato pero pensó que no tenía por que ir directo a follarla y mejor si la preparaba con una auténtica mamada a su precioso coño y puso su cabeza, la que se peina, en la entrada y comenzó a lamer y poco a poco separando los labios, meter su gorda lengua por la rendija. Entonces Patricia se irguió como si la hubieran electrocutado y gritando dijo

-AAhhh!!!... qué… me… haces… -y se volvió a dejar caer comenzando a retorcerse

-Ohhh… nunca me lo… han hecho esto… ahhh qué bueno…

Don Marcelo estaba degustando el abundante flujo que salía del fondo de aquella olorosa y preciosa cueva, ya tenía toda su boca dentro y su larga y gruesa lengua

le tocaba las paredes de su vagina haciéndola estremecer en fuertes convulsiones. Cuando la tuvo bien lubricada y ella estaba relajándose del orgasmo alcanzado, se colocó conforme al perfecto misionero y le apuntaló la cabeza de la polla en la rendija ahora viscosa y llena de babas y flujos y apretó.

El ay de ella se debió de oir hasta la calle y no tuvo otra solución de pegarle el su boca a la de ella que, por un acto reflejo, se la abrió y le metió su lengua en la boca de el. Entonces el siguió entrando sin prisa pero sin pausa notando lo sumamente estrecha que era su túnel vaginal y pensó que su marido no daba la talla. Lo confirmó ella cuando despegando su boca de la del viejo, exclamó

-Ahhh!!! es muy gorda! me duele… ohhh… qué larga…

Entonces Patricia abraza con sus piernas la cintura del viejo y lo ciñe hacia ella para que llegue hasta el fondo de su vientre.

-Ohh … si… si… asíiiii… fóllame!!!

Su trastornada consciencia sacaba sus más profundos deseos por ser follada por un macho que la preñe.

-Uhau… qué polla tienes Marcelito…

Marcelito estaba bombeando de lo lindo su ya dilatada vagina, llegando donde jamás nadie llegó, ella estaba volviendo a sentir otro orgasmo demoledor y se comía la boca del viejo con fruición, mamándole la lengua y pidiéndole que la escupiera su saliva.

Cuando pasada casi media hora de estarse follando a aquella maravilla de mujer, el sintió la llegada de su inminente eyaculación le dijo en su oído

-Vas a ser mamá…

-Siiiiii… quiero ser mamáaa!!!

Su corrida fue espectacular, como pocas veces el había tenido tantos chorros de semen espeso que inundaron el útero de la hembra aquella, que estaba tan deseosa de que un espermatozoide fecundara aquel óvulo que tanto se le estaba resistiendo.

Descansaron los dos abrazados un par de horas y despertaron al mismo tiempo, encontrándose ella con una sensación de beatitud jamás conocida y su sistema nervioso relajado gracias a los orgasmos que tampoco había tenido con su único hombre, su marido. Al moverse se dio cuenta de que la enorme polla del viejo estaba la mitad dentro de su sexo, morcillona y rezumando semen por las ingles de ambos, sus vellos estaban pringosos, por todos lados había restos de la follada que le había dado aquel super elegante tendero y sin pensarlo se giró sin separarse, y se colocó encima de el.

Don Marcelo notó que los músculos de la vagina de Patricia le exprimían su sexo y aquello lo excitó queriendo rebelarse ante aquella apretura, poniéndose rígido otra vez. Entonces ella se movió separando sus piernas y la polla de su amante le entró hasta la cerviz.

-Ahhhh… qué polla tiene don Marcelo… más del doble que la de mi marido… ahhhh… que bien me folla don Marcelo… ahhh…

Patricia volvió varias veces aquella semana, en que su temperatura basal estaba aumentada en los 0,5 grados en los dos días anteriores y los dos posteriores a su ovulación. Don Marcelo la esperaba en el fondo de la tienda a la que ella entraba como buscando alguna lata de caviar especial y rápidamente se desnudaba del todo y se echaba en los brazos de su semental. Don Marcelo se la follaba dos veces en dos horas que estaban en la cama desnudos y comiéndose el uno al otro.

-Cómo puede ser que esté casada y en los brazos de otro hombre?

Sabía muy bien que había descubierto que el valor del sexo era una compensación al valor de la falta de procreación y esto ya no le importaba tanto, pues además su esposo la tenía casi abandonada.

Así transcurrieron casi seis semanas y ella un día entró, en la tienda gourmet en donde las clientas y el personal quedaron estupefactos, más que gritando,

-Estoy preñada!!!