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Mi madre la mejor

en Amor filial

Mi madre la mejor

Éramos mi padre de 47, mi madre de 41 y yo, tardío en aparecer por culpa del trabajo de mis padres, de 15 años. Todo parecía normal, ellos a lo suyo y yo al colegio como todo niño bueno. Teníamos asistenta y vivíamos en una casa unifamiliar con piscina y garaje de dos coches.

Pero un día, mi padre se trajo el trabajo a casa: el ordenador, papeles y una empleada, secretaria, del despacho y se instalaron en la terraza que daba al jardín, protegidos por el techo de cañizo y con acceso solo por la puerta del despacho de mi padre. Era sábado y mi madre se fue al gym y la peluquería y yo en mi cuarto a estudiar.

Llevaba mas de dos horas con las mates, la cabeza estaba un poco cabreada por no darme un respiro y mis piernas como dormidas, si era buen estudiante entonces yo! por lo que me levanté y salí a buscar algo fresco en la nevera. Como que mi cuarto también estaba en la planta superior, en el otro extremo al despacho de mi padre, antes de bajar abajo oí algo parecido a como una risita que no identifiqué como de casa y entonces caí en la cuenta que debía de ser de la empleada. Por saludarles o por si necesitasen algo, ahora que iba a bajar a la cocina, me acerqué al despacho que estaba con la puerta cerrada y antes de asir la manecilla del picaporte me llegó un fuerte gemido del interior. Me agaché y miré por la cerradura que encaraba de frente el ventanal y la terraza y lo que vi. me dejó mudo y estupefacto: mi padre tenía los pantalones en los tobillos, estaba entre las piernas de la empleada y se la estaba follando! Debían creer que estaban solos pues de mi ni siquiera se enteraron que estaba estudiando y por lo visto aprovechaban la ocasión y no debía ser la primera vez por como estaba ella de tranquila y el de cómodo en aquella situación.

Yo no pude entender como aquella chica podía sustituir a mi madre en el cariño de mi padre. Empecé a establecer comparaciones entre mi madre y la chica, aún sin haber nunca prestado atención al físico de mi madre y memoricé lo que veía con lo que recordaba por inercia en los últimos años de mi madre y analicé: mi madre 1,70m (la chica lo pondré entre paréntesis: 1,50m); guapa: un 10 mi madre (5 justo la chica); pechos: un 10 (por un 5); piernas: un 10 (por un 3); culo: un 10! (por un 0); sonrisa: un 10 (por un 0), en fin que al cabo de meditar sobre aquello me di cuenta que mi madre me gustaba un montón y no tenía rival, al menos en mi calificación. Entonces me sorprendí con un deseo vehemente que me envolvió, una necesidad de que supiera mi madre que era la mejor y una venganza contra mi padre por no merecerse aquella, su mujer, que nunca había dado muestras de coqueteos ni malas interpretaciones nunca ni a nadie. Pensé que lo mejor sería acercarme a ella para darle el contento de verse deseada, aunque fuera por su hijo y compensarle la desatención de su marido en el terreno afectivo, pues entonces comprendí el por que nunca le ví un mimo ni un gesto cariñoso hacia mi madre.

Comencé de inmediato a cambiar mi actitud hacia ella a partir de aquel día, le recordaba lo guapa que era, ella se reía, lo bonitas que tenía sus piernas, ella se reía, lo bonita que le quedaba su boca al sonreír, ella se reía y al final me decía, no seas tonto que pareces un novio de una vieja como yo.

Tras un tiempo suficiente de preparación síquica seguí ya en el terreno del contacto físico, como involuntario primero y sutilmente sugerente mas adelante, en donde sin querer, le acariciaba sus caderas, abrazaba sus hombros, le pasaba la mano por la nuca, etc. con lo que en alguna de ellas y según el momento, me pareció notar un cierto temblor y sonrisa con los ojos cerrados de mi madre.

Todo aquello me causó sorpresa a mi mismo pues empecé a excitarme con aquel planteamiento que adopté hacia mi madre, teniendo varios sueños en los que me veía en la misma postura de mi padre y en lugar de la chica, era mi madre la que estaba riendo de placer. Me desperté varias veces con mi miembro levantado y duro, sin saber qué hacer, me volvía a dormir y por la mañana tenía un charco húmedo en mi sabana. Me acordaba de mis amigos en la ducha del cole, que se burlaban de lo grande que tenía mi pollita aún sin levantarse y ello me incomodaba pues no sabía aún las ventajas que ello reporta en la vida.

Mi madre estaba en una nube conmigo, todo eran sonrisas y agradecimientos por aquellas atenciones que le prestaba mas como mujer que como madre, me demostraba que le eran necesarias recibirlas y yo era el único que se las tenía. Por ello cuando empecé a quedarme mas rato con las manos en sus caderas, en sus hombros o en su nuca, nada me daba a entender que era incorrecto sino que mas bien al contrario, le gustaba.

Un día, cuando la tenía comentando lo bien que le quedaba un conjunto que llevaba y la rodeaba con un brazo su cintura, se giró y quedó su cara enfrente de la mía: le sonreí, me miró, me sonrió y me dio un roce en la mejilla como beso furtivo, lento y que a mi me pareció el mejor premio nunca recibido de mi madre pues aunque me había besado muchas veces, ninguna como aquella vez de mujer dichosa, feliz por la demostración de deseo de un hombre y que ella agradece. Aquello provocó en mi la decisión de aproximarme hasta lo posible a su cuerpo, pues su espiritu ya lo tenía conmigo.

El sábado mi padre se marchó a trabajar a la empresa, supongo con su empleada y nos quedamos mi madre y yo. Fui a su dormitorio pues no se había levantado y la encontré algo mustia escuchando música clásica en el estéreo de la FM, suponía que mi padre no la satisfacía pues se reservaba para la empleada y otras desavenencias entre ellos. Mamá, le dije en un susurro, estas bien?. Sí mi amor, pero no tengo ganas de nada. Por que no te pones aquel conjunto color rosa y nos vamos a comprar al super, quiero lucir a una mujer a mi lado, je, je. No seas bobo, crees que me lucirías? Y tanto y si todos están ciegos mejor, todo para mi! Comencé a decirle lo preciosos que tenía sus pies separando la sabana y destapando aquellos pies femeninos todo ricura, de dedos largos y uñas ajustadas al dedo. No pude evitarlo y además formando parte de mi decisión por avanzar en el terreno del contacto, se los cogí y me los llevé a mi boca para besarlos por todos lados y tras un buen rato, fijándome que mi madre estaba que tiritaba de goce, los empecé a lamer primero para luego meterme sus dedos uno a uno en mi boca y llenarlos de mi saliva. Ay mi niño! qué me hacesss… es unaaa deliciaaa… aproveché para seguir lamiendo y ensalivando sus dos preciosas pantorrillas hasta llegar al nivel que tapaba la sabana por lo que ella misma se destapó, quedando tan solo con el camisón corto, transparente, una maravilla!, con lo que seguramente quería convencer a su marido. No llevaba prendas interiores!, le veía sus pechos con lo que sus pezones en punta levantaban el tejido como tiendas de campaña y el rosado de su sexo, con algo de vello rizado, una pasada!! Tal como estaba no me cupo ninguna duda de que mi madre quería lo que yo quería, por lo que seguí besando sus muslos por encima y por el interior hasta llegar a su vulva, de labios gordos y cerrados, recién humedecida por sus propios flujos.

Ella seguía con sus ojos cerrados pero gemía, como ví y oí a la empleada y se abrió despacio, separando sus rodillas y dándome un espectáculo increíble del sexo de mi madre. Un botón en el alto de los labios era el clítoris que recordé por mis lecturas avanzadas, se les hincha cuando entran en estado de calentura y les gusta que se lo coman. Me tiré a ello y al poco rato, como cinco minutos, de entre los labios de su sexo le salió un líquido pegajoso que sorbí y ella casi saltaba de la cama con unos gemidos ya entonces, mucho mas intensos que los de la empleada. Me gustó superar con ello el nivel de placer entre ellas, pensando que la chica perdía en la competencia que yo me había propuesto hacer entre las dos, cada una en su circunstancia. Entonces mi madre abrió los ojos y como medio llorando me cogió y me subió del todo a su cuerpo, besándome en los labios y susurrando palabras de agradecimiento, graciasss mi amor, eresss un sol, te quiero y al mismo tiempo me bajaba con su mano izquierda los shorts del pijama que llevaba. Un grito le salió de la sorpresa al tocar mi polla que estaba como un palo de béisbol, Diós, niño, qué grande que la tienes ya! quiero que me hagas el amor, sé que me quieres y me deseas por todo este medio año que me has estado conquistando con tus piropos y caricias, sí mamá, te quiero y te deseo para hacerte feliz y que no te falte el cariño que mereces por el mucho que me has dado desde que me pariste. Ohhhh mi cielo!... quieres hacerme el amor? soy tuya desde hace tiempo pero esperaba un día como hoy para demostrártelo.

Me dio su boca y me la comí toda, su lengua era una maravilla de suavidad y me la enroscaba, enseñándome a dar y recibir la saliva como dos amantes entregados. Removiéndose en la cama desplazó su cuerpo para dejarme a mi entre sus piernas y encajar mi respetable polla en la raja de su húmeda vulva. Ahora despacio, me la vas entrando poco a poco pues tu tamaño no se parece en nada al de tu padre, lo doblas con creces y no estoy muy entrenada últimamente. Otra victoria! la tonta de la empleada se estaba comiendo una insignificancia mientras mi reina, mi madre, se estaba hartando de verga. Mientras nos mirábamos a los ojos, -me dijo: mírame a los ojos cuando me penetres!- la fui metiendo en el nido de mi madre, por donde nací, y cuando estaba en la mitad, viendo los gestos de todo tipo que hacía la cara de mi madre, paré, esperé que se acoplara al diámetro del túnel por donde entraba, que era muy estrecho y mi madre suspiró, menuda la tienes!... uyyyy… como me gusta!... un poco mas, porfaaa… antes un poco atrásss… ahora!. Entonces, a su orden, empujé con mi bajo vientre y ella aguantó hasta que mis cojones se quedaron de tope. Ufff!!!... asííí… fóllame!

Entraba y salía de aquel sexo como si lo hubiera hecho toda la vida, ella me miraba o me morreaba y cada vez sus ojos se entrecerraban mas por las oleadas de éxtasis que sentía. Al contrario de su cotidiana forma de tratarme de antes, con silencios o sin diálogos, pues no era mas que un hijo que pasaba desapercibido y que empezó a cambiar desde que tome la iniciativa en mi nuevo mi trato con ella, ahora ya era un derroche de palabras dichas por la excitación del momento, pero que nos serviría para temas de conversación íntimos, mas adelante. Síii! mi amor, fóllame así, cariño, quieres que sea tuya? Ohhh, que grande se te ha puesto, aún más… no se si podré resistirlo… no dejaré ya que tu padre me toque nunca más…

A la media hora de follármela me dijo si me iba a correr y yo le dije que si pero que no sabía pues era la primera vez que estaba con una mujer, no soy una mujer, soy tu hembra mi amor! échame tu leche! la quiero toda dentro, hazme madre!... y se corrió como nunca suponía se corrían las mujeres, con gemidos y desmayos tremendos.

Aquel día rompimos las barreras que hubieran podido haber entre una madre y su hijo para entregarse el uno al otro en cuerpo y alma. Yo acabé enamorado hasta la médula de mi madre y mi deseo por ella era mi vida y ella al igual, solo vivía para mi, siendo mi padre un comparsa que pasaba desapercibido totalmente, o bien por nosotros, que lo ignorábamos o por el mismo, que desaparecía sin preocuparnos, hasta tal punto que un día, a los tres meses de mantener relaciones con mi madre a diario, apareció mi padre sorprendiéndonos en mi dormitorio desnudos y follando. Que es esto! gritó sin demasiada convicción, a que habeís llegado!. No dejé que mi madre le contestara y le recordé su infidelidad y su trato escapatorio para con su esposa, mi madre y le aventuré que no lo necesitábamos para nada, entonces mi madre se levantó, desnuda, como una diosa y acercándose lentamente a donde yo estaba, me abrazó y me dijo para que lo oyera su marido: soy muy feliz, no sabes cuanto, voy a ser madre, estoy encinta, tu semilla está en mis entrañas