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Sonetos encadenados

en Lésbicos

Sonetos encadenados

 

 

Me cortaste las alas, ya no puedo

volar como hice ayer hasta la altura

posando tu  plumaje en mi cintura,

sentir tu protección contra mi miedo.

 

No sabes ni sabrás como me quedo,

en esta habitación fría y oscura

que más que a estancia huele a sepultura, 

y es aquí que renuncio, lloro y cedo.

 

Las noches de pasión que mantuvimos

ya no existen, se fueron al pasado,

y el olvido cruel y despiadado

ni siquiera recuerda lo que fuimos:

dos ángeles de amor de canto firme…

(Perdona si no sigo. Debo irme)

 

 

Regreso entre la noche y madrugada

a decirte que lloro por tu ausencia,

que mi llanto henchido  de impotencia

me sumerge en la sombra de la nada.

 

Renace nuevamente la alborada

y en mi lecho perdura tu presencia,

la misma que  recuerdo con frecuencia

durmiendo entre los brazos de mi amada.

 

Si estás junto a otro cuerpo no me importa,

renuncio a todo si feliz te sientes.

La vida, lo sabemos, es tan corta

que no hacer aquello que presientes

puede matar el alma, destruirla.

¡Amor mío, por mí, debes vivirla!