miprimita.com

Confesiones sin pudor (Sonetos encadenados)

en Poesía Erótica

I - RENUNCIA

Me cortaste las alas, ya no puedo

volar como hice ayer hasta la altura

posando tu  plumaje en mi cintura,

sentir tu protección contra mi miedo.

 

No sabes ni sabrás como me quedo,

en esta habitación fría y oscura

que más que a estancia huele a sepultura, 

y es aquí que renuncio, lloro y cedo.

 

Las noches de pasión que mantuvimos

ya no existen, se fueron al pasado,

y el olvido cruel y despiadado

ni siquiera recuerda lo que fuimos:

dos ángeles de amor de canto firme…

(Perdona si no sigo. Debo irme)

 

Regreso entre la noche y madrugada

a decirte que lloro por tu ausencia,

que mi llanto henchido  de impotencia

me sumerge en la sombra de la nada.

Renace nuevamente la alborada

y en mi lecho perdura tu presencia,

la misma que  recuerdo con frecuencia

durmiendo entre los brazos de mi amada.

 

Si estás junto a otro cuerpo no me importa,

renuncio a todo si feliz te sientes.

La vida, lo sabemos, es tan corta

que no hacer aquello que presientes

puede matar el alma, destruirla.

¡Amor mío, por mí, debes vivirla!

 

II - SÚPLICA

Cuando tengas, amor, que desprenderte

de un mínimo detalle de tu vida,

piensa en mí, que espero conmovida

tener algo de ti, para entenderte.

 

Haría lo que fuera por tenerte

otra vez a mi lado, pues perdida

mi alma solo puede, desvalida,

dejar esta existencia, al perderte.

 

¿No te sirven mis ruegos? ¿No te valen

los momentos de amor de que gozamos?

¿Acaso no recuerdas cuanto amamos?

 

Mis palabras apenas ya no salen

de esta boca sin fuerzas, que te implora

le concedas, tan solo, una hora.

 

No te pido ya más, amada mía,

te pido contemplar unos momentos

el rostro que absorbió mis pensamientos

hasta volverme loca en demasía.

 

Escucha, por favor esta alma fría

ahogada en un mar de sentimientos

y que se muere, triste, en sus intentos,

pero aún así  te ama todavía.

Si he recurrir hasta humillarme

lo haré, dándote gracias por amarme

¿Qué más puedo decirte? ¿Qué más quieres?

Pero antes de partir quiero decirte,

y perdona si esto puede herirte, 

que si yo he de morir…  tu también mueres

 

III – PENSANDO EN TI…

Intuyo que mi cuerpo se rebela

poco a poco. Sin pausa  va saliendo

de ese túnel oscuro, comprendiendo

que si un sueño me agobia y me desvela

debo encender la llama de la vela

y que su luz me envuelva recorriendo

los poros de mi piel, como intuyendo

que no habrá ni reproche, ni secuela.

 

Me dispongo a vivir amaneceres

exentos de virtud y represiones,

ya no pongo a mi cuerpo condiciones.

Me dejaré llevar por los placeres

que el espíritu absurdo e inconexo

quiso afrontar la vida sin el sexo.

 

Reconozco que giro muchos grados

sin pensar posibles consecuencias.

No me importa, sin en ello las esencias

de lujuria, momentos olvidados,

me devuelven a mundos recordados

donde dejé millones de experiencias.

Quiero vivir rodeada de inconsciencias,

hurgar en mi interior, sentir anclados

mis vicios, cual pirata en abordaje,

buscando la explosión en el masaje

a  mi zona vital, dormido templo.

 

Acaricio mi vientre. Se despierta.

Me relajo y  abro la compuerta.

Regocijo la vista y me contemplo.

Recorro con los dedos el contorno

buscando reacción en mi vagina,

compruebo que mi piel ya no es tan fina

de  excitada que está. Ya no hay retorno.

 

Me excita el aroma de mi entorno,

fragancias  compartidas por sudores

y olor a lienzo limpio. Estertores

que  violentan mi  cuerpo. Agonía.

Espero ese final, ¡lo quiero y fuerte!,

que me haga exhalar… pues si esto es muerte

no me importa morirme  cada día.

Tenso la espalda y en el orgasmo.. ¡grito!…

 

(Mi sexo se estremece todavía…

¿Porqué he tardado tanto?- me repito-)

.........................................