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Natural Cosmetics -5-

en Lésbicos

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Cuando recibieron la señal de subir al helicóptero cogidas de la mano se dirigieron hacia el aparato. El remolino que formaba en el aire las aspas de la máquina voladora puso en evidencia la equivocación de Pastora al ponerse un vestido holgado de falda acampanada que descaradamente se elevó casi hasta la altura de su cabeza (recordad las magníficas escenas de Marilyn Monroe o de “La chica de rojo”, pues… aumentada y corregida)…

-¡Halaaaaaaaaaa1 –soltó Cecilia- bonito espectáculo

-Calla, burra, suéltame la mano que con una sola no puedoooo….

Avanzó unos pasos más y al final consiguió colocar el vestido en orden sujetándoselo entre las pernas con las manos.

-Menos mal que se me ha ocurrido ponerme bragas, que si no…

-No me dijiste que hoy tocaban las de color rosa con puntillas azules –reía Cecilia-

-O sea que te faltó tiempo para dar una miradita

-Por supuesto, a nadie amarga un dulce, y no digamos del personal del hotel que no se ha perdido detalle

-Pues mira, después de la escena del otro día en la que quedamos en pelota picada ya nada les queda por ver, así que… ¡es su problema!

Ayudadas por el piloto subieron al aparato, se colocaron los chalecos protectores y el casco con auriculares y micrófono, tan pronto se abrocharon los cinturones de seguridad fueron dejando tierra mirando sorprendidas la preciosa vista aérea que se brindaba ante ellas.

-Señor piloto –preguntó Pastora- ¿donde nos lleva?

-Vamos dirección este, cerca de la frontera española, a un lugar situado en las inmediaciones del Parque Natural de Sao Mamede

-¿Allí están las instalaciones de la empresa? –preguntó Cecilia-

-Si señora, les gustará

-¿Tardaremos mucho?

-El vuelo, si no hay contratiempos, dura unos cuarenta minutos

-¿Y que contratiempos puede haber? –dijo mosqueada Pastora-

-Pues que falle un motor, encontremos mal tiempo, nos quedemos sin carburante… -bromeó el piloto-

-Gracias por sus ánimos, amigo –dijo Cecilia agarrando la mano de Pastora-

Como debía ser el viaje se desarrolló sin novedad, una vez depositada su confianza en el buen hacer del piloto las chicas se tranquilizaron y pudieron observar detenidamente el paisaje. Más o menos a la hora prevista el helicóptero tomó tierra en una explanada rodeada de árboles, no sin antes recrearse en su vuelo para que pudieran ver a vista de pájaro las instalaciones. Los edificios, cuatro en concreto, estaban concebidos de tal manera que podían confundirse con el verde del entorno, sumo respeto por el paisaje  que los rodeaban. De uno de los edificios se veía salir un humo blanquísimo que rápidamente se fundía en el aire, separadas de ellos había unas cabañas de madera de diferentes superficies, entre ellas dos piscinas rodeadas de espléndidos jardines, una pista de tenis  y un poco más alejada, justo en la ladera de un montículo, una gran batería de placas solares y cerca de la cima se  extendía un gran lago.

Esa fue la inspección aérea que hicieron, la terrestre comenzó tan pronto tocaron tierra y acompañadas por una de las empleadas las adentró en uno de los edificios. A sus espaldas oyeron una voz femenina mientras se acercaba a ellas.

-Bienvenidas. Seguramente os va a sorprender el interior porque os recordará nuestra sede donde tú, Cecilia, trabajas y donde tú, Pastora, tuviste la inspiración de presentarte a nuestra oferta de trabajo. Todas las sedes de la compañía distribuidas en diez países son idénticas, la única variable es que la central dispone de más espacio para el personal administrativo y el laboratorio de control de calidad e investigación. Si me acompañáis os enseño vuestros despachos.

La mujer que les hablaba en un correctísimo castellano se presentó como adjunta a la dirección, su nombre era, y es, Serena Tavares y les pidió que, por favor, a partir de ese momento evitaran los cumplimientos y se tutearan, al fin y al cabo, les remarcó, serían compañeras de trabajo y solicitó sus disculpas por no haberlas recibido el presidente de la compañía que se encontraba en viaje de negocios.

Delante de ellas caminaba Serena, bueno, más que caminar parecía que flotaba enfundada en su impecable traje chaqueta azul oscuro, un tipazo de mujer.  A través de una puerta acristalada entraron  a la sala destinada a oficinas, a su paso Serena iba presentándoles uno por uno a todos los empleados, doce en total. En el fondo estaban situados los despachos, todos estaban vacíos en aquel momento. El más amplio tenía en la puerta el nombre: Augusto Soares – Presidente, al lado: Serena Tavares – Adjunta Dirección, el siguiente: Mauricia Alves – Secretaria -, dos más para la directora comercial Flora de Morais y la directora de producción Fátima Oliveira, y los dos siguientes para… Cecilia Fonseca y Pastora de la Fuente. Alucinaron. ¿Qué es lo que aquella gente no sabría de ellas? Rieron. El último despacho era la sala de reuniones en la que en enormes vitrinas se exponían todos los productos acabados de la industria desde el día de su fundación hasta la actualidad.

-Acomodaos, estáis en vuestra  casa, aquí tenéis cada una un ordenador personal, conectado al principal, se os facilitará la clave de acceso, también sobre la mesa y en las estanterías podréis consultar toda la documentación referente a la empresa, alguna duda que haya estaré encantada de aclararla. Ahora os acompañaré a vuestro alojamiento. Por cierto, coged vuestras credenciales, son indispensables para tener acceso a todas las instalaciones del recinto.

Deshicieron el camino y salieron al exterior. El destino era una de las cabañas, amplia, equipada con todo lo necesario como si se tratara de un apartamento, tenía dos habitaciones cada una con su baño privado y a los pies de las camas (grandes) estaban sus equipajes.

-Os dejo –se despidió Serena- tenéis tiempo para tomar aposento tranquilamente y descansar hasta la hora del almuerzo que será a la una del mediodía, os enviaré una de las empleadas para que os acompañe  al comedor. Repito, feliz y provechosa estancia, y que sepáis que estamos muy contentos de tenernos entre nosotros, todo irá bien, esta empresa tiene por norma la amabilidad en el trato entre el personal, y sin que os asustéis os diré que os espera alguna que otra sorpresa. ¡Ah! Otra cosa, las habitaciones separadas es solo por… cubrir las apariencias.

Serena salió de la cabaña sonriéndoles.

-La tía esa lo sabeeeeeeeeee –soltó Cecilia-

-¿Qué sabe… qué?

-Lo nuestro ¿no oiste lo que dijo?

-No soy sorda, cariño, tranquilízate Cecilia y vamos a ordenar los equipajes

-Es que a partir de ahora voy a pensar que aquí todo el mundo estará enterado cuando me miren a la cara

-Pues… ya sabes lo que toca… disimular, chata

-¡Ay, Pastora, que yo no sé hacerlo, se me va a notar!

-Tranquila, procuraré no darte pie aunque me muera de ganas

-¿De ganas…. de qué?

-De estrujarte –dijo Pastora abalanzándose hacia ella-, de morderte… de violarte… de….

Cecilia no la dejó acabar, le estampó un besazo con lengua hasta la campanilla dejándola sin respiración.

-Niña, que tenemos que guardar las apariencias

-Clarooooooooooo, solo que ahora… ahora…. ahora….

-¿Ahora… qué, Mata-Hari?

-No puede ser… –dijo riendo Cecilia- tengo trabajo con mis maletas

Cada una en su habitación fueron colocando sus pertenecías sin prisas, tenían tiempo  para hacer y deshacer, pensar donde colocar cada cosa, inspeccionar el aposento y comprobar el gusto exquisito con el que estaba distribuido y decorado. Se notaba que manos muy profesionales habían dejado su impronta en él, lo que le convertía en un espacio acogedor.

Cuando creyeron que todo estaba en orden sacaron del refrigerador unas bebidas refrescantes salieron al exterior donde en la pérgola de la entrada había una mesa y unas butacas,  descansaron observando el entorno.

-¿Te apetece que nos bañemos en la piscina? –propuso Pastora-

-Buena idea, pero olvidamos…

-¿No te has fijado? Yo he encontrado en uno de los cajones del cuarto de baño dos bikinis que sorprendentemente me vienen que ni pintados

-Pues no me he fijado, la verdad, voy a ver –dijo Cecilia- Espero que también hayan adivinado mis medidas

Entraron de nuevo. Cecilia buscó y rebuscó hasta que al final encontró dos bikinis. Con ellos en la mano fue a la habitación de Pastora que ya estaba desnuda  preparándose para ponerse uno de los suyos.

-¡Ay, perdona! –dijo coqueta-

-¿Desde cuando te disculpas al verme en cueros?

-Ya ves, soy una tonta sin remedio, estás preciosa

-Venga, pruébate uno, a ver que tal te queda

-¿Cuál prefieres? –preguntó Cecilia- ¿El verde, el azul o… éste de color piel? –dijo quitándose la ropa-

-El  de color piel es el que más me gusta –apuntó Pastora empujándola sobre la cama- Prepárate para el aperitivo que te voy a dar…

-Socoroooo…. Mamáááááá…. –gritó Cecilia-

La puerta de la cabaña se abrió…

-¿Me llamabas, pequeña?

-¡Ay mi madre, pero si es mi suegraaaaaaaaaa…..!

-Mamá ¿qué haces aquí? –dijo Cecilia tirándosele literalmente en los brazos-

-Os lo explicaré… después de que os pongáis decentes –mientras abrazaba a las dos-

Sentadas en el porche Maite les explicó que tomó un avión dos horas después de la salida del suyo y había venido a la empresa directamente desde el aeropuerto. Necesitaba consultar unos temas pendientes con el jefe supremo relativos a la distribución y salir después para las oficinas en las Azores y desde allí volar directamente a España. Por otra parte quería comprobar personalmente  como estaba preparado vuestro recibimiento para no olvidar detalles, aunque no dudaba de la profesionalidad de Serena ni de Mauricia. Después del almuerzo ella saldría de viaje.

-¿Cómo está Sandra? –le preguntó Pastora-

-¿Esa? Jajajajaja, a esa no la detiene ni un rayo, a estas horas debe estar volando hacia Austria, va a visitar un par de empresas de nuestro ramo y conseguir un contrato de colaboración.

-Pero… ¿se encuentra bien?

-Ya la visteis en el aeropuerto, la mantengo en “plena forma” –añadió Maite-

-¿Y ella a ti, mami?

-¡Me agotaaaaaaaaaaaa! Pastora, la debiste entrenar muy bien, jajajajaja

-Hice lo que pude, y me alegro muchísimo por vosotras dos

-Os vais a reir pero hace pocas horas que no la veo y ya la echo de menos. ¿Y vosotras cómo vais? ¿Os habeis peleado ya?

-Bueno –dijo Cecilia- anoche… un poquito

-¿Solucionado?

-Si –respondió Pastora- bueno… ¡creo que sí! ¿verdad cariño?

-Claro que sí, yo creo que quedó algún “detalle” por solucionar y que si no llega a ser por tu visita hubiéramos acabado de arreglar –dijo Cecilia guiñándole el ojo a Pastora-

-Pues por mi… que no quede, voy a hablar con Serena y vosotras seguid con lo vuestro. ¡Ay, que envidia me dais!... Nos vemos en el comedor –apuntó Maite dirigiéndose a la salida-

Cerró la puerta. Cecilia y Pastora… ¡a lo suyo! Tenían tiempo y no era cuestión de desaprovecharlo.

……………………………………………

A la hora en punto, listas ya de su “quehacer”, estaban preparadas. Una llamada en la puerta indicaba que venían a recogerlas para ir a almorzar. En uno de los edificios estaba situado el comedor colectivo, y en las mesas había personal que daba cuenta de la comida preparada en el buffet. Cogieron sus respectivas bandejas y eligieron lo que les apetecía, después fueron a la mesa donde Maite las esperaba.

-Mamá, tengo que hacerte una pregunta ¿cómo es el jefe?

-Ya lo conoceréis y juzgareis por vosotras mismas. Es una persona exigente pero comprensiva, muy culto, con un gran sentido de la responsabilidad, es una lástima que ayer mismo después de hablar con él tuviera que salir de viaje, pero creo que regresa mañana.

-Maite, pero ¿cómo persona que tal es físicamente?

-Encantador

-¿Comprometido? –preguntó Cecilia- porque con tantas mujeres a su alrededor…

-Jajajajaja –reía Maite- veo que te has  fijado bien. Siempre le ha gustado rodearse de ellas y más si son eficientes en su trabajo, pero que yo sepa no se le conoce relación alguna, creo que está separado de su mujer, aunque según me ha comentado confidencialmente Serena parece ser que entre él y Mauricia, su secretaria, hay algo más que una relación profesional, que en caso de existir la llevan muy discretamente.

-¿Y Serena?

-Serena es una madraza incorregible. Lleva seis años casada y ya tiene dos preciosas niñas

-Pues no se le nota –observó Pastora- porque tiene un tipazo…. ¡Ayyyyyyyyyyy!

-¿Qué pasa?

-Nada, que Cecilia me ha dado una patada por debajo de la mesa.

-¡Eyyyy! –puso paz Maite- dejaos de comportaros como criaturas

Finalizada la comida Maite se despidió de ellas deseándoles una estancia provechosa y un regreso mejor. Les dijo que dentro de unos días las volvería a ver en España y programarían sus respectivos trabajos. Las abrazó largamente.

-Cuidaros mucho y sed felices

-Tú también mamá

-Tú también, suegra. Que tengas buen viaje y hasta la vista.

El resto de la tarde, enfundadas en los uniformes de trabajo que les facilitaron,  lo dedicaron a visitar la nave de recepción y almacenaje de materias primas, quedaron impresionadas por el aroma que se respiraba debido a la variedad de plantas y otros ingredientes  con los que después se fabricaba la  gama de productos a comercializar. En cada sección fueron atendidas por los responsables directos mientras ellas tomaban buena nota de las explicaciones.

Tras cuatro horas de recorrido, visiblemente cansadas, fueron cada una a su despacho a poner en orden sus anotaciones y contrastarlas con los dossiers. A través del cristal que las separaban se hicieron una señal como diciendo que ya era hora de tomarse un merecido descanso. Al pasar por delante del despacho de Serena ésta las llamó.

-¿Qué tal chicas, todo bien?

-Más que bien –le respondió Pastora-

-Tenías razón, Serena, cuando nos dijiste lo de las sorpresas –dijo Cecilia-

-Supongo que te refieres a tu madre, jajajajaja, esa mujer es incorregible, si yo te contara la revolución que se forma en esta empresa cuando nos visita no me creerías.

-Todo lo que me puedas decir me lo creo, hace muchos años que la conozco…

-En fin, creo que por hoy ya es suficiente, si queréis ir a la cabaña a descansar os doy… treinta minutos, os paso a recoger y nos iremos a mi casa, en Portalegre, aquí cerquita, os tengo preparada una barbacoa y así podréis conocer a mi marido y a mis hijas. ¿Os parece bien?

-Nos parece perfecto, pero… ¿cómo regresaremos?

-Por eso no hay cuidado, Julio, mi esposo, trabaja aquí, es ingeniero supervisor de la planta de producción y cuando acabemos la cena tiene que venir a hacer la inspección nocturna.

-Entonces… -dijo Pastora- ¿A qué esperamos?

-Serena –dijo Cecilia- ¿te importa que seamos…?

-¿Pareja? ¡Que va! Lo encuentro maravilloso y más cuando se os nota tanto el enamoramiento. Además, te cuento una cosa, tu madre y yo no tenemos secretos… ¡Venga, vámonos!

La velada fue gratísima. Tanto Julio como Serena evitaron tocar el tema laboral y hablaron  interesándose por sus vidas personales.  A una hora prudente Julio las acompañó, las dejó delante de su cabaña y él condujo  el vehículo de la empresa hasta uno de los aparcamientos.

Entraron.

-¿Dónde? –preguntó Cecilia-

-En tu cama, la mía ya la hemos deshecho este mediodía…

-¿Me entras en brazos?

-¡Aún no estamos casadas!

-Es… para… irnos entrenando, boba…

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