miprimita.com

La llamada

en Lésbicos

Suena el teléfono, la pantallita me dice que es una llamada desconocida. No me apetece hablar con nadie. Papá y mamá han salido a pasear, después irán al centro cívico a ver una obra de teatro y si les da tiempo pasarán por el supermercado a proveer para la semana. Espero no se olviden de ir a  la farmacia de guardia a retirar mis pastillas.

Me sabe mal tener que utilizar un medicamento tan caro, aunque yo pague una cantidad que puedo considerar insignificante no quita para que piense en el margen económico de la industria que lo fabrica, y es que son 1.300 euros el envase de 100, a 4 diarias me dura 25 días.

Vuelve a sonar el teléfono. Llamada desconocida. Se detiene. Treinta segundos de pausa y otra vez la misma historia. No sé a qué se debe tanta insistencia. Por un momento pienso si es alguien que quiere controlar si hay personas en la casa. Hace poco asaltaron un chalet cerca del nuestro y lo desvalijaron por completo, menos mal que no había nadie porque la policía dijo que se trata de una banda de ladrones sin escrúpulos que está operando en la ciudad. De todas maneras si entraran en casa yo no podría oponer resistencia, o igual tendrían compasión de una inválida en silla de ruedas…

Otra vez el teléfono. Me empiezo a poner nerviosa, no por la llamada en sí, sino por los pensamientos que me asaltan. La atiendo.

-¿Marina? – reconozco tu  voz y mi corazón acelera-

-¿Estás ahí? – me preguntas ante mi silencio-

-Si -¿Cómo estás?

(¿Qué como estoy? No sé porque lo dices, estoy segura que sabes la verdad).

-Estoy bien, gracias por preocuparte –procuro aparentar impersonal-

-¿Sabes? Tenía ganas de hablar contigo pero no encontraba el momento

(No sé si llorar o  reir. ¡Decirme que en diez meses no ha tenido tiempo! Absurda justificación)

 

-Lo entiendo –es mejor quitarle hierro al tema y mentir- me dijeron que andabas muy ocupada

-La verdad es que sí, no puedo quejarme, las cosas me van muy bien, tengo un trabajo excelente, el sueldo me da para mucho, me permite viajar….

(Te estás  embalando como una mala cosa, no sé si colgar, pero llevo tanto tiempo sin saber de ti, Lucía, que no quiero hacer algo de lo que después me arrepienta)

 

-… tengo bastante libertad en la empresa, dirijo uno de sus departamentos de diseño, tengo un grupito de colaboradores que son una maravilla…

(De colaboradores y de colaboradoras, supongo, pero te vas a quedar con las ganas porqué no voy a preguntarte con cuantas de ellas te acuestas. Noto que empiezo a ponerme un poco borde)

 

-…  ahora estamos preparando una nueva campaña para una compañía canadiense que quiere establecerse por aquí, es todo un reto para nosotros…

(Separo el auricular de mi oído, hablas tan alto que me hieres el tímpano, cuando estábamos juntas y me llamabas tu voz era distinta, suave, melodiosa, envolvente…)

-… y tú, que sigues la moda, estoy segura que vas a enterarte muy pronto de la puesta en marcha de este proyecto…

(Que idiota eres, no tienes idea de cómo me encuentro, no estoy para modas, a no ser que hagan una exclusiva para mujeres en silla de ruedas. ¿No lo sabes? Pues ya ves, es lo que hay, si me dejas hablar después te lo cuento)

 

-… porque se trata de algo diferente, original, novedoso, transgresor, algo que todavía está en fase embrionaria pero que va a sorprender…

(¡Cuidado que llegas a ser tonta!. En la moda están clarísimas las tendencias para muchos años con anticipación y por adjetivos que me digas no voy a creérmelo)

 

-¿Me escuchas?

-Si, no tengo otra cosa que hacer

-Chica, es que como no dices nada…

(No me provoques que te vas a enterar de lo que soy capaz. Recapacito. Necesito oirla)

 

-¿Qué quieres que te explique? –le digo conciliadora-

-Lo que quieras, aunque no te lo creas he pensado algunas veces en ti…

(¿Algunas veces? ¡Vaya! Por lo menos eres sincera, podías haber dicho que habías pensado muchas veces en mí, por quedar bien)

 

-… y me he dicho que de hoy no paso sin llamar a Marina para saber de ella y por boca de ella. ¿te sorprende?

-La verdad que si, ha pasado tanto tiempo desde que marchaste que de la última persona que esperaba una llamada era de ti.

-Lo siento, perdona, ahora ya sabes porqué

(¿Qué ahora lo sé? ¿Y esos  diez meses, qué? Sin saber nada de ti, desaparecida ¡No te imaginas cuanto he sufrido!)

 

-Si, lo sé, pero… perdona que te lo diga pero es que te marchaste sin darme siquiera una explicación, podías haberme dicho aunque fuera una mentira.

-Lo siento, Marina, me porté muy mal contigo…

(Por supuesto que te portaste mal conmigo. Me dejaste tirada cuando supiste lo de mi enfermedad con la inconsistente excusa que necesitabas aire para respirar. ¡Ni que yo acaparara todo el oxígeno de nuestra casa!)

 

-… a veces me pregunto que habría sido de nosotras si hubiéramos continuado juntas.

(¿Me quieres decir algo? Ahora no puedo interpretar, como antes, tus palabras. Empiezo a preocuparme)

 

-Yo te seguiría amando como… -me callo-

-¿Cómo siempre?

-Como antes y hasta el momento en que te fuiste –miento, porque aún te amo-

-Fue una decisión irresponsable por mi parte

-No le des más vueltas, no todo el mundo está preparado para cuidar a una enferma

-No es eso…

(Si no era eso… ¿qué era? ¿había otra mujer? La pregunta está a  punto de salir de mi boca y no puedo quedarme con la duda)

 

-Lucía, dime de una vez ¿otra mujer, quizás?

-No

-¿Entonces?

-Necesitaba aire para respirar

-Eso ya me lo dijiste, pero jamás me lo he creido

(¿Cómo me lo podía creer si eras tú la que me abrazabas tan fuerte hasta dejarme sin respiración?  La que buscabas mi cuerpo desnudo de madrugada, la que me incitaba a acariciar todo tu cuerpo, a besar cada poro de tu piel, tu rincón precioso y preciado, hasta llegar a la cima impulsada  por  una explosión volcánica. Dime ¿cómo podía creérmelo?).

 

-No te justifiques, Lucía, pero tampoco quiero una mentira piadosa. Reconoce abiertamente que me dejaste de amar, o te cansaste de que yo te amara.

-Si te digo que cuando me ofrecieron el trabajo que tengo dudé mucho en aceptarlo ¿te lo creerías?

-Si me hubieras preguntado en aquel momento hubiera sido yo la que te habría aconsejado que lo aceptaras.

-¿Sin condiciones?

-Me conoces bien, jamás puse condiciones en nuestra relación.

(¿Porqué te has quedado callada?)

 

-Cariño –se me escapa  esa palabra- ¿te sucede algo?

-¿Cariño dijiste?

-Sí, sabes que es una de mis palabras favoritas ¿no recuerdas?

-Recuerdo tantas cosas…

(Presiento que estás a punto de derrumbarte. ¿Remordimientos?)

 

-Lucía, por lo que más quieras, dime qué te pasa

-No soy feliz, Marina, y creo que jamás lo seré

-La felicidad no existe salvo en momentos puntuales, insignificantes, en detalles ínfimos, en una mirada fugaz, en un silencio compartido…

(Tanto tiempo esperando escucharte, temiendo tu olvido, hablándole a tu ausencia… y ahora que debería sentirme reconfortada me siento extraña, algo me oprime la garganta)

 

-…  como antes de tu huida

-Por favor, no me digas esa palabra

-¿Tienes otra?

-No

-¿Entonces?

-Pido tu perdón y que me des una oportunidad

(Me duele el corazón. No puedo… mejor dicho… no debo dártela. ¿Cómo voy a pretender que condiciones tu vida estando como estoy? Ponte en mi lugar y lo sabrás. Amar es renunciar al amor cuando se sabe que vas a causar daño a la persona estimada. Así es como quiero amarte, pero no te lo diré)

 

-Marina, te lo pido por favor, escúchame…

(No quiero escucharte. ¿No entiendes?)

 

-Lucía, me pides un imposible, no soy la de antes, o lo ignoras, o lo sabes y no te atreves a decírmelo

(Me tengo que armar de valor para decírselo, es necesario, debo decidir por ella aunque sea doloroso)

 

-Estoy enferma. Lucho para que mi vida no se acabe y sé que voy a ganar esta batalla diaria, pero no estoy segura de ganar la guerra.

-¿No me dejas que te ayude?

-¿Y a ti quien te ayudará? Nadie

-Puedo intentarlo, de verdad

-No, cariño, tu debes intentar vivir en plenitud, cumplir tus metas, ver amanecer en brazos de la mujer que pueda darte lo que yo no puedo. Sé que no te bastaría con que yo te amara, necesitarías que te lo demostrara con hechos y eso ya no es posible.

-Estás renunciando a ti misma

-Hace tiempo que lo hice

(Renuncio a ti en cuerpo, que no en alma, amor mío)

-Marina, dime ¿puedo llamarte?

-Cuando quieras… pero no esperes otros diez meses…

(Iba a añadir…  o quizás sea tarde)

 

………………………………………………..

-¡Niña! ¿Qué haces con la luz apagada?

-Acabo de hablar con Lucía

-¿Después de tanto tiempo? ¿Y….?

-Nada, mamá, todo va bien

-Entonces ¿porqué lloras?

…………………………………………………

3 de junio de 2.011