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Mucha Violeta

en Grandes Relatos

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Cuando llegó Violeta

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Mi hermano José se había sacado hacía una semana una novia que estaba tremenda. Lo que quiero decir con tremenda es que tenía unos ojos verdes claros, unos labios voluminosos que te hacía volver loco cuando te los imaginabas usándolos en privado, una tripita plana y preciosa que siempre lucía con camisetas cortas, unas tetas con la que se habría ganado el odio de mas de una amiga y un culito riquísimo que se hacía irresistible no mirarle cuando cometías el error de seguir el camino de los tanguitas que siempre llevaba asomados por fuera de los pantalones. Lo que mas me mosqueaba es que mi hermano hubiese conseguido a semejante pivón por novia sin que las demás que había tenido fuesen mucho peores. El tío era un monstruo ligando con tías buenas gracias a su personalidad pues es bastante divertido y va siempre despreocupado por la vida. Supongo que ayudaba que el muy cabrón tuviese un pollón con el que dejaba a las tías mas que satisfecha. A sus veinte y ocho años ahí lo tenías, cerca de los treinta, gordo y follando mas que yo, con veinte y uno, que me pegaba cinco días a la semana machacándome en el gimnasio para mantener el cuerpo escultural del que tan orgulloso me siento. Tengo que decir que, tanto mi hermano como yo, tenemos la suerte de ser bastante guapotes, pero cada uno a su propia manera, de tal forma que muchos dicen que, a primera vista, no parecemos hermanos. Por ejemplo, mientras el tiene los ojos verdes claros, la cara redonda acorde a su obesidad y mas pelos que un chimpancé, yo, por otro lado, tengo los ojos de un verde mucho mas oscuro, la mandíbula marcada, mis abdominales, mis pectorales, mis bíceps y demás. Era gracias a mi físico que nunca me faltaban los rolletes cuando salía a la discoteca, pudiendo presumir de una vida sexual envidiable, pero desde que mi hermano se había echado de novia a Violeta, ni con esas follaba mas que mi el. A decir verdad, de entre todas las tías con las que había estado, ninguna superaba tampoco a Violeta.

Tras pasar la primera semana, mi hermano José se empezó a traer a Violeta, la chica en cuestión, de forma habitual. No vivimos en casa de mis padres. Somos hermanos y también compañeros de pisos, algo de putísima madre por que siempre nos hemos llevado genial pese a los siete años de diferencia que nos llevábamos. La chica, Violeta, me calló bien al momento y yo le caí bien también. Era simpática, tan divertida como mi hermano, entendía de videojuegos, deporte, cine, le encantaba música que dos o tres conocían, hablaba sin tapujos como pocas tías y era rompedora en general. Aunque, por lo que caía mejor en un principio era por lo buena que estaba. Tenía varios piercing, uno en la nariz y otro en la lengua, que brillaban en su cuerpo incitándote a que la mirases con deseo. Era horrible controlarme para no mirarla de arriba abajo, de sus tetas a su culo. Cuando se encerraban los dos en el cuarto ya ni hablamos. El asunto siempre solía ser igual durante esas dos semanas. Ella venía a comer al medio día, o por la tarde, hacíamos cosas normales entre los tres y entonces se empezaban a enrollar en el salón, con migo delante, y rápidamente tiraban corriendo al dormitorio de José donde se escuchaba, al paso de los minutos, el chocar de la cama contra la pared y los gemidos a viva voz, tanto de ella, como de mi hermano. Ya fuese con la tele o con el ordenador, me intentaba distraer desesperadamente. Algunas veces, por no decir muchas, me ponía irremediablemente cachondo y terminaba por pajearme con sus gemidos de fondo, imaginándome a Violeta cabalgando sin control sobre mi hermano como si de un toro mecánico fuese. Sobre todo imaginándome sus grandes tetas saltando o sus labios tragándose el peludo nabo de mi hermano.

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Cuando lo de la ducha

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Ocupado desde la mañana, regresé a media tarde a casa y a ellos ya se les escuchaba follar como conejos en el dormitorio. Su puerta estaba abierta, así que todo se iba escuchando mejor contra mas te acercarse al pasillo. Traía una calor impresionante y, yendo derechito al cuarto de baño, me fui a dar una ducha que me refrescarse y ya de paso darles tiempo a que acabasen para que, cuando saliese del baño, no tuviese que pasar frente a su puerta estando ellos al tema. Bajo la ducha, los berridos de ellos quedaban amortiguados y me quedé allí, relajado y pensando en mis cosas. Sin saber cuanto tiempo había pasado bajo el agua, la puerta del baño se abrió, entrando alguien.

-¡Hay! Perdón, perdón… - Escuche a Violeta decir mientras cerraba la puerta – Pero tío ¿Desde cuando estas aquí?

-¿Eh…? – Me costo oírla por el ruido del agua – Pues desde hace un rato… - Asomando la cabeza por el lado de la mampara de la ducha para que me pudiese escuchar bien. Sintiendo un vuelco en el corazón, y en todo el nabo, al verla, ella tan tranquila y natural me escuchaba estando completamente desnuda. Al ver que me quedaba sin palabra al verla, ella simplemente sonrió con picardía.

-Nos habrás escuchado haciéndolo… - Rió divertida.

-¿Cómo? ¿Qué? – Pregunté de improviso apartando la mirada de sus tetas a su cara. Ella, mientras, seguía mostrándose desnudo sin importancia alguna. Intenté recordar de lo que estábamos hablando - ¿Qué si os he escuchado? Si lo dices por que habéis dejado la puerta abierta no te preocupes, se os escucha igualmente hasta cuando os encerráis y me dejáis en el salón viendo la televisión.

-¿Tanto se nos escucha? Valla… - Riendo, se giró al espejo y pude verle un pequeño tatuaje de una pantera que reptaba por un lado de su pubis, completamente depilado menos por una pequeña tirita vertical – Pues habernos dicho algo para que hiciésemos menos ruido, aunque vamos, tus pajas te habrás hecho escuchándonos.

Riéndome con ella, intenté ocultar mi cara de sorpresa por que hubiese dado de pleno. Intenté seguir con mi ducha para dejar de mirarla y parecer un salido, que por otra parte lo estaba. Enfrié un poco mas el agua para que calmase mi polla que a dura no la ganaba nadie en ese momento. Debía cuidar la distancia con la mampara opaca de la ducha para que tampoco se me intuyese a través de esta lo empalmado que iba. Murmurando algo, la vi fastidiada frente al lavado intentando quitarse unos restos de semen de los que no me había dado cuenta que tenía por todo el vientre. El doblete de papel del bater que usaba para limpiarse no la estaba ayudando mucho por lo pegajosa que estaba la lefa de la que debía ser de mi hermano. Resoplando y riendo al descubrirme mirándola, tiró el papel al bater y se acercó a la ducha.

-Anda, déjame entrar un momento para limpiarme – Y sin dejarme tiempo a responder, se metió por la parte de la mampara que estaba abierta y frunciendo el ceño, su mirada se clavó en mi polla empalmada. Pasando luego a mi lado para ponerse bajo el agua, me cogió la polla con un dedo, en plan garfio, y le dio un pequeño tirón abajo, haciéndola saltar como un muelle – Menuda erección que me tienes…

Dejándome sin que decirle, espalda a mí, se agarró el pelo para que no se le mojase mucho. Su culo se hacía terriblemente apetecible al ser envuelto por las gotas de agua. Acercándome a ella para coger mi esponja y dejársela, sentí como ella se repente se echó hacia atrás con lo que su precioso culito dio irremediablemente en mi tiesa polla. Miró atrás, dedicándome una sonrisa de sorpresa y dándome un nuevo estirón en la polla. Luego aceptó mi esponja y comenzó a lavarse el cuerpo. Entre tanta agua, la boca se me secaba de tan solo verla hacer. Era todo un espectáculo el agua caer por sus pechos y concentrase entre estos para bajar por su vientre, colarse por su coñito y seguir cayendo por sus piernas. A ella no le importaba que la mirase y se estuvo frotando a su aire hasta que no quedó restos de semen en su vientre. Su cuerpo no paró de dar golpecitos accidentales contra el mió y con cada uno yo sentía que me iba a explotar la polla. Dejando caer la esponja, hizo sentir nuestros cuerpos mas cerca aún. Me había agarrado la polla con la mano y se estaba asegurando a consciencia de que se me descapullaba como a un niño grande.

-Se te nota que te gusta tanto la marcha como a tu hermano – Dijo, rozando sus labios mi barbilla de forma sugerente – Yo aún estoy con ganas, así que si quieres… - Y dejó la frase sin terminar sin necesidad de un croquis para saber a que se refería.

-¡Eeeeeh…! – Exclamé pasándoseme todo tipo de cosas por la cabeza, como que aquello era un sueño o que era una prueba de mi hermano el cual aparecería para cogerme in fraganti – Mejor será que no me juegues con eso, que mi hermano esta en la habitación de al lado.

-Tu hermano José se corre y luego se queda dormido sin que luego haya alguien que lo levante – Eso me hizo mas difícil resistirme a la gran tentación que era Violeta. Una mentira tan gorda como decirle que no, me era imposible, y estaba demasiado acojonado para decir que sí, con lo que callando como una puta me puse a su voluntad.

Entendiendo mi silencio, sus brazos me abrazaron y yo la cogí por la cintura. Sus pechos daban contra mis pectorales, clavándome sus pezones al contacto con mi piel. Levantando un poco la pierna, Violeta se llevo mi polla hasta su coño y se dejó atravesar por el. Los restos jabón por fuera, los jugos propios de Violeta y sus paredes todavía dilatadas, hicieron nula la resistencia de su coño sobre mi polla al meterse en su coño, sin que dejase de estar lo justo de apretada para sentir como su interior me cubría por todas partes. Era la hostia meterla de primera y ya poder ponerte a follártela sin problema. La posición hacía difícil penetrarla profundamente y ese impedimento me calentaba, haciendo desear todo el rato, metérsela hasta el fondo. Poniéndola contra la pared, desvié todos mis esfuerzos a darle caña a la cadera, guardando una pequeña distancia morbosa para poder ver como su coño engullía mi rabo. Ella se sujetaba con ambas manos a mi cuello, respirando entrecortadamente por cada metida que le daba. Mi pene frotaba una de sus paredes vaginales mas que otra y desde afuera se veía su clítoris hincharse al roce de mi pene cuando se salía por accidente, sintiéndolo rígido al frotárseme contra el capullo cuando saltaba afuera. Mandándome a parar, se giró de cara a la pared y elevó su culo para que pudiese alcanzar su coño desde atrás. Antes de metérsela, la cogí de los cachetes del culo y los amase con ganas. Ella dio un gemido de placer que resonó en el baño.

-Hazlo, métemela ya que no aguanto – La escuche pedirme desesperada en aquellos segundos en los que mi polla estaba fuera. Queriendo hacerla sufrir, froté mi polla por sus labios menores. Su culo se puso mas respingón contra más ansiaba que se la metiese. Hundiéndole únicamente el capullo, lo hice moverse a los lados. Acariciándola desde su culo a sus caderas, me deslicé por la parte delantera de su cuerpo y clavé mis dedos en sus tetas. Al hacer esto, nuestros cuerpos se pegaron plenamente y mi polla se introdujo hasta el fondo. Los huevos se me perdían entre sus muslos al movimiento del mete y saca. Tan caliente, o más caliente que yo, Violeta gemía sin descontrol. Era perfectamente posible que se nos escuchase afuera, por lo que esperaba que mi hermano José continuase durmiendo de esa forma profunda suya. Estaba comprendiendo por que mi hermano gemía tanto cuando follaba con ella. Era como si la preciosa Violeta te sacase el placer hasta por la boca – Ah… ah… dame así, dame más, dame más… – Gemía poseída por el calentón al que nos enfrentábamos. Su mano se perdía por delante de su cuerpo pero la sentía después masturbándose el clítoris con tanta fiereza como la follaba yo desde atrás.

-Que gusto. No pares ahora, sí, mas rápido… - Encendiéndome sus palabras, propias de una porno, aceleré todo lo que pude. Nuestros cuerpos chocaban tan fuerte que pensaba que la estaría haciendo daño, pero ella solo gemía y gemía. Mi polla recibió unas cuantas contracciones de su cuño y su cuerpo se puso rígido. El gemido que dio mientras se corría resultó eterno. Las contracciones de su vagina dieron paso al caer, al suelo de la ducha, de su caliente fluido, bajando por mi pene desde lo mas profundo de su cuerpo. Viniéndome bien su orgasmo, aceleré cuando sentí que no me quedaba mucho.

-Yo… yo me voy a correr… ya – Conseguí decir sin parar de darle.

Me preparé para sacarla segundos antes de que me corriese y apurar al máximo de esta forma aquel gran polvo que estaba teniendo, pero las caderas de ellas comenzaron a moverse en contra de las mías, acelerando repentinamente mi corrida, con lo que los cinco segundos que había calculado se volvieron en uno. Mi polla dio la primera sacudida cuando mas la estaba penetrando, expulsando el primer lefazo por accidente en su vagina. Ante del segundo lefazo, conseguí sacarla y cayó sobre su vulva justo a tiempo. El resto de la corrida la dejé caer a lo ancho y largo de su culo. Al acabar de venirme, la avisé en seguida de que parte de mi corrida se me había escapado dentro.

-Tu hermano también solía correrse dentro sin querer todo el tiempo – Fue diciendo tranquilamente aun contra la pared – Por eso me puse un DIU, así que descuida que no pasa nada – Mi rabo no perdió su dureza hasta que salió del interior del coño de Violeta. Ella lo agarró, apretándolo fuertemente – Se ve que sois hermanos, sin duda.

Ella tuvo que volver bajo el agua y lavarse el semen que le había dejado en su culo, pudiendo disfrutar viéndola pasarse mi esponja otra vez antes de salirnos. Secándome yo primero, le tendí la toalla y se secó ella a fondo. Apoyando su mano en mi hombro, se acercó a darme un beso en la mejilla como el que solía darme cuando nos saludábamos de forma habitual. De pié, en medio del baño, y desnudo, seguí con la mirada como abría la puerta, se despedía con la mano y cerraba. Era un desconcierto monumental para mí la normalidad con la que se había ido. Mientras yo, me debatía entre irme al cuarto a hacerme una paja pensando en Violeta, o sentirme como una mierda por ponerle los cuernos a mi hermano, al cual quería un huevo. Lo peor iba a ser controlarme en su presencia de ahora en adelante por que si antes ya me ponía Violeta, ahora al pensar en que mi polla hacía probado su coño iba a ser una tortura.

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Cuando en el lavadero

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De formas muy sutiles, Violeta se mostraba mas cariñosa con migo. En presencia de mi hermano se atrevía a pegar su brazo a mi pierna cuando estábamos sentados y allí lo dejaba, o al ir a levantarse se apoyaba con descuido en zonas íntimas de mi cuerpo, de una forma tan sutil que José, a su lado, no se enteraba de nada. Por lo demás todo seguía igual que siempre para ella asta que, a los dos días, me tocó a mí encargarme de la lavadora y dentro del lavadero que conectaba con la cocina, estaba sacando la ropa de la lavadora y poniéndola a secar por el tendedero de la ventana de al lado. Escuchando a mi hermano y a Violeta entrar en la cocina, José abrió el frigorífico para empezar a cocinar. Propio de el, se quejó de que no quedase cerveza por lo que se aligeró a bajar a la tienda de abajo antes de que cerrase. Sin necesidad de asomarme, escuché como Violeta se despedía de él con un beso de los que quita hasta los empaste. La puerta retumbó al cerrarse y, debiéndome de escuchar tender, ella vino al lavadero, sonriéndome al encontrarme.

-Tendiendo la ropa ¿Eh? – Preguntó acercándose por detrás cuando estaba asomado por la ventana y tendiendo una camiseta.

-Ya ves… - Le respondí, girándome para coger una pinza de tender. Ese día llevaba unos pantalones anchos, que se le sujetaban milimétricamente en la cadera, y un sencillo top negro que dejaba claro la ausencia de sujetador bajo ellos.

-¿Te ayudo? – Se ofreció ella, avanzando ese poco que le quedaba para hacerme estremecer al pegar sus pechos en mi espalda. Abriéndose paso en los pantalones, mi polla se fue marcando de forma detallada a un lado.

-Nooo… hace falta – Le respondí aguantando el tipo con la presencia de sus tetas apretujándose mas por detrás.

-Um, bueno ¿Y con esto? – Su mano rodeó mi cintura y fue a buscarme el paquete y jugueteando con mi polla por sobre el pantalón.

-Pa… para por favor, para con eso que José no va a tardar en venir – Le pedí poco convincente y dándome la vuelta para coger otra prenda lo que había sido un gran error cuando vi su preciosos ojos y sus gruesos labios frente a mí.

-¿Y que te parece si aprovechamos hasta que llegue? – Salió de su boquita con una picardía que ponía a mil.

Perdiéndola de vista, se arrodilló en el suelo, y alcanzando mi cremallera, liberó mi polla sin calzoncillos que le hubiese supuesto un contratiempo. La boca se la hizo agua al contemplar como el nabo se me curvaba tieso hacia arriba y agarrándola, como una ludópata agarraría desesperada la palanca de una tragaperra, la pajeó arriba y abajo hasta que ya no pudo resistir y su boca se la tragó de un solo abrir de boca. Cayendo contra el borde de la ventana, me sostuve a esta con las manos y arqueé el cuerpo de tal manera que quedaba un tanto asomado del tendedero y le facilitaba la comida de polla que me hacía ella entusiasma.

-Mmmm… me encanta tu polla… – Llegaba a escucharla decir cuando se la sacaba para tomar aire - …en tu familia vais todos bien equipado – Volvió a decir antes de presiona mis huevos con su lengua y lamer hacía arriba, sintiendo su piercing subir por mi polla, tragándosela cuando hubo terminado el trayecto.

Sus comentarios mostraban esa enorme excitación que conseguía trasmitirte, invitando a que le respondiese, pero en mi caso me quedaba sin palabras por la fuerte mamada que me estaba dando. Me imaginé a Violeta, mamando el enorme trabuco de mi hermano. Que suerte tenía el cabrón por poder disfrutar de la boquita de Violeta tantas veces. Estaba envidioso pero también me alegraba por él. Un lametón, alrededor del capullo, me hizo temblar las piernas. Si lo hubiese repetido un par de veces mas me habría corrido sin remedio, aunque tampoco me veía aguantando mucho igualmente. Imposible con la velocidad e intensidad con la que me la estaba mamando. Estaba decidida a hacer que me viniese en un tiempo record ¡Y lo iba a conseguir!.

-Ah, ah, ya casi, ya casi, yaaa… - Jadeé ahogado, avisándola de que ya estaba apunto.

Demostrando lo buena que era con aquello, empezó a chupar con fuerza en la punta cada vez que estaba apunto de soltarla. Sacudiéndose dentro de su boca, mi polla se vino sobre su lengua sin que esta le hiciese en absoluto asco. Ella dio un gemido mientras recibía mi corrida, aspirando con fuerza para hacerse hasta con la última gota. Jodiéndome el final del clímax, el ruido de las llaves siendo dejadas en el cenicero de la entrada anunciaba la llega de mi hermano. A Violeta no le importó ese detalle tantísimo como a mí y no me dejó hasta que lo hubiese rebañado todo, hasta que hubiese dado por finalizada la mamada.

-¡Ya traigo la cerveza! – Gritó mi hermano desde la cocina en donde abrió el frigorífico para guardar las botellas - ¿Hola? ¿Dónde coño estáis?

-¡Estamos aquí en el lavadero! Terminando de tender la ropa – Le respondió Violeta, levantándose y cogiendo unos calzoncillos del borde de la lavadora y escupir en ellos toda mi corrida.

Aun tiesa y empapada en saliva, me metí la polla en los pantalones todo agitado. Retirándose de mí, fue a reunirse con mi hermano no sin antes lanzarme los gallumbos que había manchado y diciéndome riendo que los lavase. De la misma forma que la última vez se despidió al salir por la puerta del cuarto de baño, lo hizo también saliendo del lavadero. Otra vez dejándome descolocado y con un sentimiento de culpa. Puse a contra luz los calzoncillos, unos slips blancos mas grandes que los míos, y vi que no eran míos si no de José. Los hice una bola y los guardé para lavarlos en el siguiente lavado, al que me ofrecería para que mi hermano no sospechará nada.

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Cuando la porno

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Con aquella mamada impecable en la que por poco nos pilla mi hermano, el día paso con regularidad. Más para mi hermano y su novia que para mí. A la noche, siendo entre semanas, los tres nos quedamos viendo el peliculón hasta tarde. Yo en el sillón y ellos dos en el sofá, los escuchaba ponerse “cariñosos” hasta tal punto que Violeta exigía su total atención metiéndole la mano por ente las piernas y apretándole el paquete sin dejar de darle pequeños mordiscos en la oreja. Por encima del pantalón, pajeaba a mi hermano con un disimulo no muy bien logrado. A la película le faltaban pocos minutos para terminar pese a que ya se había resuelto la trama y con el calentón que me llevaban los dos ya no aguantaron mas.

-Nos piramos a dormir – Anunció con autoridad mi hermano, sonriéndome por lo evidente que era el autentico motivo.

Llevándola de la mano, corriendo, los dos pasaron por mi lado con prisas por encerrarse en el cuarto. Mi hermano iba empalmado a más no poder, marcándosele toda la erección por una pernera del pantalón. Al pasar por mi lado, me acarició el hombro con una mirada lasciva. Digno de protocolo, ocurrió lo de siempre, se metieron en el cuarto, no hubo ruido durante los primeros diez minutos y luego empezaron a oírse el traqueteo de la cama y los gemidos de ambos, sobre todo el de José que debía estar especialmente caliente y estaba bastante ruidoso. Ocupando el sitio del sofá en donde habían estado sentados, le subí el volumen a la película y terminé de verla. Después, pasando entre canales, de fondo provino una racha de gemido por parte de ella que parecía que la estaban taladrando sin piedad. Lo que seguramente así fuera. El nabo me palpito en los pantalones para hacerse notar tanto que era imposible retenerla dentro de los pantalones. Encendiendo el reproductor multimedia, entré en la carpeta de películas pornos y puse la primera que me pareció. Acomodándome en la parte con reposapiés del sofá, me desabroché los pantalones e hice salir a mi gran amigo, al que saludé con gusto dándole un abrazo con los cinco dedos. Aunque intentaba concentrarme en la película, siempre acaba haciéndome la paja al ritmo que provenía de al otro lado de la pared. Cuando me quise dar cuenta, ya no los escuchaba de fondo y solo ya se escuchaba bajito la porno. También se escuchaba mi dale que te pego, haciendo toda una estampa habitual para muchos con eso de estar machándosela a gusto frente al televisor e iluminado únicamente por la luz de este.

-Te cojo ocupado por lo que veo – Escuché a Violeta decir, que sin haberla escuchado venir, me observaba desde el portal del pasillo.

-Valla susto, tía – Le dije contrayendo el cuerpo para intentar esconder la prueba del delito, pero en seguida me relaje y volví a sentarme otra vez con normalidad. Por si las moscas, dejé mi mano tapándome el miembro, parte de este al menos, por que con Violeta ya no sabías que podía ocurrir.

-Tu sigue, por mi no te preocupes ¿Eh? – Dijo riendo mientras se acercaba y quedaba más iluminada por la luz parpadeante de la tele. Solo traía puesto un tanguita, dando una falsa sensación de desnudez al perfil que le iluminaba la tele.

-¿Qué? Ya has terminado de follar con José ¿No? Por que se os has escuchado alto y claro.

-Si, hoy estaba bastante caliente y nada mas correrse, por segunda vez, se ha desplomado a un lado, ha cerrado los ojos y se ha puesto ha roncar – Escuchando sus pies caminando descalzos, avanzó hacia mí.

-Violetaaaa… - Le dije avisándola de que continuase por que sabía que pretendía. Y no le tenía miedo, era de mi de quien sabía que no podía fiarme por la fuerte atracción que me producía Violeta.

-¿Queeee? Solo vengo a que termines de follarme – Dijo dándole un tonito de lujuria a aquel comentario tal caliente ya de por si.

-Han ido dos veces que casi nos pilla mi hermano ¡¿Y que coño?! Eres su novia, joder. Acabas de follar con él – Intenté razonar desesperado.

Tapándome la tele se quitó sus braguitas, que estaban muy mojadas, sin importarle mucho lo que decía. Yo tampoco me estaba escuchando a mi mismo, la verdad, y por mi polla resbaló un goterón de preseminal. Subiéndose al reposapiés del sofá, se arrodilló entre mis piernas. Resplandeciendo con la luz de la televisión, vi que un líquido espeso resbalaba por entre sus muslos. Con la mano, se limpió el sobrante de aquel líquido.

-Mira, como tu hermano José se me ha corrido dos veces dentro, ahora se me está saliendo todo – En otras circunstancias, y siendo otra tía, aquello me hubiese dado asco. En cambio me excitó brutalmente.

Tirándome del pantalón, levanté el culo para ayudarla a quitármelo. Tirando ella los pantalones al suelo, me quité la camiseta y los lancé bien lejos. Cerré las piernas al tiempo que ella avanzaba arrodillada como una pantera. Posando sus rodillas a mis lados, la acomodé cogiéndola de la cintura. Mi polla quedó comprimida contra su vulva, abrazada entre sus labios y pringándome de sus efluvios y restos de semen de José. Hundiendo la cara en sus tetas, las bese y lamí por todos lados. Los pezones ya estaban rígidos cuando los alcancé con la boca, lamiéndolos y bebiendo de ellos como si fuesen cubitos de hielos que jamás se derretían. Llevando la mano por detrás de su culito, me arañó suavemente los huevos y luego sus dedos subieron por mi polla, envolviéndolos y dejándola recta para poder sentarse sobre ella. Su caliente coñito trago una vez mas mi polla y su culito se puso en funcionamiento. El semen de mi hermano hizo de lubricante con lo que mi polla recorría su vagina con total soltura. Además, su coño ya venía dilatado de la polla XL de mi hermano, sin que la mía fuese suelta.

Su culo resonaba como timbales al caer contra la cara superior de mis muslos. Pronto no tardó en gemir demasiado alto y poniéndole un dedo en los labios la hice controlar el volumen. Chupándome el dedo, hizo lo que le pedí, gimiendo mas bajo. Seguíamos haciendo algo de ruidos con nuestros cuerpos y continuábamos respirando entre jadeos, pero era lo mas silencioso que podía estar, y francamente, con la sangre en la polla me importaba una mierda si mi hermano se despertaba y nos pillaba, claro que no pensaba mucho en ello por que al final acababa acojonándome ante esa posibilidad. Tras ella, la tele seguía iluminándola a contraluz, con la escena de una chica comiéndoles el nabo a dos tíos. Trotando como locos, sus pezones no dejaban de perder la atención de mi boca, escapándoseme algún mordisco que la hacía dar un repentino gemidito. Ella se agitaba controlando para que mi polla no se saliese en ninguna ocasión. Ante tanta actividad, sentía la espesa lefa de mi hermano resbalando por mi polla y hasta goteando en mis huevos. No sabía si darme asco o ponerme mas caliente y opté por lo segundo. Dándole yo ahora, ella ahora salía ligeramente impulsada adelante cuando la embestía, siendo yo ahora maniobrar su cabalgar para que mi polla la atravesase a mi gusto. Ella entonces me abrazó con uno de sus brazos y dejó caer su cuerpo sobre el mío mientras con su mano libre se rozaba el clítoris. En mi polla noté el frote constante de su dedo por fuera. Descubriendo que le pasaría, sus dientes se hincaron sin dolor en mi cuello a la par que la sentía contraerse mas y mas sobre mí. Sacando toda mi fuerza posible, la empecé a follar como un rabioso. En mi cuello, escuché su gemido ahogado, presagio de que se corría. Los huevos, y alrededores, se fueron empapando de los jugos que el coño de Violeta escupía. En su mordisco, la fuerza que usaba para reprimir el chillido se prolongó y un nuevo orgasmo apareció.

-Me estás poniendo perdido – Le dije cuando estaba recuperando fuerzas sobre mi hombro, habiéndome parado por exigencia suya.

-Tu culpa es – Me respondió riendo y jadeando.

-Me ponen un huevo tus tetas – Le dije cachondo, admirándoselas con las manos y los labios y la lengua.

-¿Si, eh? ¿Te gusta? – Preguntó separándose y mostrándose todavía cachonda.

Dejando desamparado a mi miembro, se levantó del asiento y apartó mis rodillas para colocarse ella de rodilla. Inclinándose, coló mi polla entre sus tetas y se puso a sacudirlas. La primera cubana que me hacían y solo de Violeta podía esperármelo. Mi polla solo sobresalía unos centímetros de entre sus tetas. Era como unos esponjosos balones, calientes y muy suaves. En lo que asomaba mi polla, ella la lamía o besaba y yo, que acumulaba la tensión de la paja y de la cabalgada padre que me acababa de dar con ella, me pareció imposible poder retrasar lo inminente. Mis huevos se contrajeron para lanzar mi esperma, disparándome en su boca, en su barbilla y sobre sus tetas. Me había corrido en cantidad, incluso me había sorprendido a mi mismo, por lo que mi semen resbalaba y brillaba en cantidad por allí en donde había caído. Se lamió parte de la corrida que había estallado por sus labios y después lamió los últimos hilillos de semen que salían sin fuerza y resbalaban por mi polla junto a los restos de semen de mi hermano José.

Esta vez ella no se fue en cuando terminó. Permaneció tumbada sobre mí, descansando y pringándome el pecho de la lefa de sus tetas. Apagamos la televisión y nos metimos al baño a limpiarnos, cuidándonos de hacer el menor ruido posible. En el lavabo, me limpié con agua y jabón, dejándola a ella la ducha pues tenía bastante mas faena. Despidiéndonos en el pasillo, a oscuras, nos fuimos cada uno a su cama, en su caso junto a José. Habiendo vaciado los huevos, estaba tan relajado que ni recuerdo pensar algo cuando me tumbé en la cama, durmiéndome en el acto. Ni llegué a caer que si me había ido a la cama completamente desnudo era por que toda mi ropa, y el tanga de Violeta, se encontraba tirada en el salón

 

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Cuando me negué

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A primera hora de la mañana siguiente, mi hermano me daba una patada riendo en la polla y me despertaba.

-Pero tío ¿Qué haces durmiendo con todo el manubrio al aire y la puerta abierta? Anda, que me voy a trabajar… - Y el muy cabron se fue tras quedarse a gusto despertándome.

Consiguiendo dormir unas horas más, me levanté y me puse unos boxers, momento en el que me dio por pensar en donde estaba mi ropa y recordar lo que había ocurrido anoche. Al ir a la cocina a desayunar, pasé por delante el cuarto de mi hermano, y vislumbré por una rendija de la puerta a medio cerrar a Violeta, sobre la cama, durmiendo con un tanguita distinto al de la noche anterior. Los recuerdos me vinieron y sentí que me ponía cachondo mientras la miraba, allí, durmiendo boca abajo, con sus tetas aplastadas y su culo rico al aire. Notando como los boxer me iban apretando a medida que se me ponía dura, aparté la mirada y fui a la cocina. Ya allí, me saqué un bol para tomar cereales y el ruido debió de despertarla por que no tardó en aparecer por la puerta. Desperezándose, se sentó en la barra y se sirvió café de la cafetera. Se había puesto un diminuto top que conseguía provocar mas que enseñando las tetas al aire. Al sentarme a su lado, me preguntó la hora y hablamos entre bostezo, con una monotonía que me recordaba que no solo era la tía que me había follado ya un par de veces si no también la novia de mi hermano mayor que se había quedado a dormir. Nada más.

Teniendo muchos que estudiar, estuve toda la mayor parte de la mañana en mi cuarto rodeado de apuntes y libros. Al fondo escuchaba a Violeta aburrida, yendo por allí y por allá, viendo la televisión y haciendo tiempo hasta que mi hermano regresase del curro, faltando un tiempo largo todavía para que saliese de trabajar. Portándose de putisima madre, no quiso interrumpir mi estudio en ninguna ocasión, incluso sin saber como moverse bien por una casa que no era la suya. Fue normal que, cuando por fin me tomase un respiro con el estudio, de nuevo en la cocina, ella entrase a buscar compañía al ritmo de la música que había puesto en el equipo. Estaba bebiendo un vaso de agua y ella esperó a que terminase para usar mi mismo vaso para beber ella ahora. Sus pezones se le marcaban picudos en el top y sus tetas se dibujaban con bastante nitidez.

-Ponte una camiseta que no te quedes tan ajustadas y unos pantalones o los vecinos lo van a flipar con tigo cada vez que pases frente a la ventana – Le comenté en plan coña.

-¡Déjalos! Si se ponen, mejor para ellos – Respondió con alegría – Ahora, si el que se pone cachondo eres tú…, entonces ya es otra cosa.

Dejándome sin saber que decir otra vez mas, elle puso su mano en mis boxers y me agarró todo el paquete. El nabo se me empezó a elevar y endurecer sin que se hiciese de rogar. Buscando una distracción, tome aire y le aparté la mano negando con la cabeza. Pegándome al fregadero, me puse a fregar todos los platos, vasos y cubiertos, buscando algo con lo que distraerme de Violeta. Mi negativa la pilló un poco por sorpresa, aunque estaba lejos de rendirse con solo eso. Mientras fregaba un plato, ella me rodeó con los brazos y caminó con sus labios por mi nuca. Lista un rato, abrió la goma del boxer e introdujo la mano. Sorprendida por la dureza de mi culo, lo apretó con todas sus fuerzas, acariciándome los cachetes y entre estos. Bordeando mi cadera bajo los boxers, sentí su mano cubriéndome los huevos y luego la polla. Moviendo la cadera de lado a lado, intenté hacer que me soltase antes de que se pusiera a pajearme.

-¿Qué pasa? – Quiso saber como una niña pequeña a la que le negaban un dulce.

-¿Qué va a pasar, tía? No se si lo tienes claro pero eres la novia de mi hermano José – Me intentaba imponer – Es con él con el único que tienes que follar.

-Tú no te preocupes por eso ¿Quieres? – Intentó calmar mi conciencia, besándome el lóbulo de la oreja.

-¿Pero como no me voy a preocupar? Me he follado a la novia de mi hermano, joder, y lo quiero un huevo ¿Entiendes?

-Que no pasa nada, tranquilo – Intentaba convencerme manteniendo esa vocecita seductora suya sin dejar de chupetear mi oreja – En serio, tu no te preocupes por eso…

-Uff… déjalo, anda – Le imploré sin fuerzas y ella se alejó de mí despacio.

-Bueno, bueno… - Dijo sin gustarme el tono que había puesto por que no era de enfado, ni nada parecido, si no que todo lo contrario - ¿Qué te parece esto? Yo me voy a poner aquí en la barra lista, para que me folles. Si quieres vienes y genial. Si no, pues nada ¿Qué le vamos a hacer?

Dejando de mirar como centrifugaba el plato que tenía en las manos, giré la cabeza y me la encontré poniéndose contra la encimera de enfrente, con el torso agachado y el culito en pompa. Las bragas le caían por uno de sus tobillos, teniendo las piernas muy abiertas y moviendo suavemente el culo al ritmo de la música que se escuchaba de lejos. Su coñito se alzaba por detrás como una divinidad, gordito, tierno y rosadete. Escapándoseme el plato de lo nervioso que me estaba poniendo, me rozaba de forma inconsciente contra el borde la encimera, sin poder dejar de mirarla más de unos segundos. La idea de ser un buen hermano se hacía difusa contra mas sentía el nabo frotándose contra el mueble. Joder, pero que buena estaba Violeta. Cerré el grifo y caminando a toda leche hacia ella me bajé los boxers lo suficiente para que saliese mi polla. Apenas llegué a sentir el aire sobre el miembro pues, nada mas sacarla, la penetré de primeras. Al mismo tiempo, los dos dimos un largo suspiro y ella curvó más la espalda. Empapadas en agua y espuma, puse mis manos en sus caderas y ella se estremeció al sentir que la mojaba. El plano de mi polla entrando húmeda, y saliendo aun más húmeda me iba hirviendo la sangre. Es que ni sentía cansancio alguno en las rodillas cuando ya llevaba mas de diez minutos follándola de aquella manera. Un poco de hormigueo en los cachetes del culo de tanto apretar si que comencé a sentir. Pensando “¡No hay dolor!” bombeé mas fuertes y las ganas por correrme surgieron desde el interior de mi polla. Iba a ser la primera vez que me correría antes que ella.

-Espera, para… - Dijo al sentir de que estaba subiendo de velocidad y me preparaba para correrme.

-¡Ahh!... ¡Ahh!... ¡Ahh!... ¿Qué? ¿Queee…? – Pregunté, frenando hasta parar todo, quedándome muy al poco de venirme.

-Vente, vamos a la cama – Me pidió, tirando de mi por la casa como dos perros pegados.

-¿Aquí? ¿En el cuarto de José? – Pregunté con una ceja mas levantada que otra al ver que entrábamos al dormitorio de mi hermano.

-¡Ajam! – Cantó, echándose en la cama e invitándome de la forma mas perversa que se pudiese esperar de Violeta.

-Así que te pone follar con migo en donde te lo hace mi hermano ¿Eh? – Le pregunte flipando en colores. Ella, muy amablemente, me dejó el centro de la cama para que yo me tumbase.

-Es que los dos me ponéis mucho y me gusta imaginaros a los dos follándome – Dijo, mordiéndose el labio inferior.

Arrancándome los boxer y la camiseta, yo hice lo mismo con su top y su tanga, todavía enredado en su pie. Su pierna entonces paso por encima de mi cuerpo y se fue a sentarse sobre mi boca. Viéndolo acercándose tan jugoso, su coño calló sobre mi boca y me puse a devorarlo. La lamí de arriba abajo por todos su pliegues, le chupe los labios menores y le metí repetidamente la lengua en su vagina, lamiendo el empezar de su agujerito. Sobre mí, ella se puso a gemir tan fuerte como cuando follaba con mi hermano. Me pregunte si esta misma postura la practicarían de forma habitual ellos dos, si por eso se había sentado encima de mi cara con aquella soltura, y un sentimiento de competición por superar las comidas de coño de mi hermano me hizo acelerar mis lamidas, tragando cada poco de flujo que resbalaba del interior de su coñito. El nabo se me agitaba de pura impaciencia, gritando que lo estimulasen, pero yo tenía las manos ocupada en venerar como se debía el cuerpo escultural de mi diosa, acariciándola mientras le comía el coño.

Hasta que no conseguí que se corriera, no paré ni un segundo en comerle el coño sin parar. Este dejó caer a mi boca su delicioso líquido, empapándome toda la parte inferior de la cara. Ella se desplomó sobre mis pectorales, sobrecogida por la emoción del éxtasis. Fuera de mí, no me contuve mas y me puse a pajearme rápido, sin poder esperar a que se recuperarse, y en cuando ya pudo moverse, le pedí ansiosos que me dejase metérsela. Con un guiño, y la cara colorada, caminó de pié por la cama y se sentó de espalda a la altura de mi nabo. Yo mismo me encargué de que fuese entrando en su vagina y ella se hecho hacia atrás apoyándose con ambos brazos a ambos lados. Al ritmo del mete-mete, la cama fue puesta a prueba como tantas otras veces lo había hecho mi hermano que pesaba bastante mas. Moviéndonos los dos, el culo se me despegaba de la cama, embistiéndola desde debajo como si necesitase estrellarla contra el techo. Los huevos se me sacudían como locos y golpeaban su culo con un pequeño chasquido cuando la penetraba hasta el fondo. Aun pasándomelo en bomba como lo estaba haciendo, me era difícil correrme fácilmente en esa pose, y claro, Violeta se fue cansando hasta que, ni ayudándola a mantenerse encima, pudo ella sostenerse más.

-Vamos a cambiar ¿Te parece? – Me mandó a levantar, con prisas por continuar.

Boca abajo, estando a perrito, me ofreció todo su trasero y coñito. Fijé mi polla a la entrada de su vagina y la continué follando como si no hubiésemos parado en ningún momento. Ahora si que se escuchaba a mis huevos chocar contra su culo, dándole fuerte para escucharlos mas. Por mis empujones, ella se desplomaba adelante sobre el colchón como si rezase. El cuerpo se me resentía de mantener tanta tensión sexual durante tanto tiempo y solo quería correrme ya. La perfecta vagina de Violeta era tan perfecta como la misma Violeta, con lo que era fácil correrse, se lo propusiese uno o no. Empapado en sudor, las venas de los brazos y los abdominales se me marcaron al contraérseme los músculos cuando reventé en el coño de Violeta. La cabeza se me fue yendo, muy lejos, mientras daba un gemido tremendo, como una bestia salvaje a la que le predomina el instinto animal de llenar el coño de su hembra con todo el esperma posible y con el que dejarla preñada de varios vástagos. Gracias a dios Violeta tenía un DIU, lo que era casi una necesidad en aquel coño tan bueno en el que era toda una faena no correrse.

-Que bien me has dado – Me felicitó ella al desplomarme como un cadáver a su lado – Estaba apunto de venirme otra vez.

-¿Quieres que siga con la boca? – Le pregunte faltándome el aliento e igualmente motivado para hacerla correr.

-Da igual. Tu descansa que te lo has merecido y mucho.

Ausentándose un par de minutos, regresó del baño con la entrepierna un poco mojadas y un trozo de papel higiénico con el que me limpió la polla. La había dejado bien limpia pero siguió jugueteando con mi polla desinflada mientras aguardábamos tranquilos en la cama, disfrutando del aquel relax, estando así bastante rato, ajenos al tiempo.

 

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Cuando estaba escondido

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Y por relajarnos más de la cuenta, no supimos reaccionar con buenos reflejos al escuchar el ruido de la puerta de la entrada al abrirse. Lo primero que hice, tras saltar de la cama con un “Joder”, fue ponerme la camiseta y los boxers. José preguntó, como siempre, por nosotros al poco tiempo de dejar las llaves en el cuenco de la entrad, volviendo a llamarnos al no vernos en la cocina y el salón. Mal vestido me asomé con cuidado al pasillo antes de echar el carreron a mi cuarto pero el hombro de José apareció entrando al pasillo.

-¿Dónde carajos os habéis metido? – Preguntó sin que sospechase nada aunque se mascase la tragedia cuando mas se acercaba a la habitación.

-¡Aquiii…! Ahora voy, José – Le grito Violeta, muy astuta ella, mientras terminaba de ajustarse el top.

Mi hermano no la esperó y lo escuchamos venir flechado. Como último remedio, me escondí tras la puerta y recé por que no le diese por empujarla, o peor, cerrarla. El entró, teniéndolo algo de espalda a mí, con lo que asome el ojo para salir escopetado en el mejor momento. Difícil lo tenía.

-¿Qué haces aquí? Cariño – Le pregunto a Violeta pillándola sentada en la cama.

-Nada. Tu hermano se ha ido a por una cosa y me he echado para dormir un poco – Se inventó ella tras besarse.

-Ah ¿Si? ¿Se ha ido? – Preguntó con la voz lasciva que tanto estaba escuchando en los últimos días – Pues vamos a aprovechar antes que vuelva… - Aflojándose el cinturón, se desabrochó todos los botones de la bragueta y Violeta sonrió un poco desganada cuando vio su polla brotar ante sus narices, tan gorda que parecía que la iba a pegar con ella. Que envidia – Por favor cari, que vengo con un calentón tremendo y no veía la hora de llegar para verte – Le suplicó haciendo sacudir su pollón para hacérselo mas apetitoso a Violeta.

Obediente a su súplica, la cogió y se la introdujo hasta poco más de la mitad en la boca. Seguramente eso era todo lo que podía metérsela sin forzar la garganta y mi hermano adoptó la postura de manos a la cadera y cara arriba, resoplando largo y profundo. Ayudándose de la mano, Violeta iba trabajándole la otra mitad que no se atrevía, o no podía, chupar. Los pantalones de mi hermano se fueron cayendo con el ajetreo, quedándosele los calzoncillos sujetos en los muslazos peludos. Poniéndome otra vez palote viendo a Violeta haciéndole una mamada a mi hermano, quise ver la expresión que estaría poniendo ella mientras tragaba la gorda polla de mi José. Por desgracia no pude. Gran parte de la cara de Violeta me la tapaba el culo gordo y peludo de mi hermano que asoma casi entero de los calzoncillos. En cambio, era indirectamente caliente ver los cachetazos del culo de mi hermano contrayéndose al ritmo con el que le follaba la boca a su novia. Esta también se había vuelto a poner cachonda con la mamada y se la escuchaba frente a mi hermano esforzándose como ella sabía. José daba sus habituales berridos de puro goce, pareciendo que no le debería faltar mucho para correrse. Me equivoqué y mi teoría de que Violeta siempre me buscaba hambrienta de sexo, por que no era bien satisfecha por mi hermano, se fue al carajo. Supuse que la tía es que simplemente debía ser una adicta al sexo. Bueno, tal vez una adicta al sexo no pero un tía terriblemente fogosa desde luego que sí, por que mi hermano estaba demostrando ser igual o mas pasional que yo follando.

Llegando a estar diez minutos soportando la gran mamada de Violeta antes de que por fin diese signo de que se corría, José paró minuto antes de venirse, y llevándola por la cama, la puso a cuatro pata en el borde justo de la cama, apunto de follarla como hacía nada la había follado yo. Clavándosela de un solo golpe, la fue follando despacio durante las diez primeras embestidas para luego ya pasar a embestirla como un cosaco. Entre las piernas de José se veía sus enormes huevacos llenos de pelos golpeando los cachetes de Violeta, que echaba la vista atrás entre jadeos para ver como la follaba mi hermano. Aprovechando que mi hermano volvía a inclinar la cabeza, ella me miró en mi escondite, tras la puerta. La verdad es que no me extraño ver en su rostro el morbo de la que la estuviese viendo follar con José. Ya nada me sorprendía de su caliente forma de ser, pero quien era yo para juzgarla si estando en aquella situación tan peligrosa me había comenzado a pajearme sobre los boxer.

Dándome una oportunidad para escapar, Violeta se dio la vuelta y atrajo a mi hermano sobre ella. Intenté salir tras la puerta sin tocarla, o hacer corriente, por si rechinaba. La mano de Violeta me indicaba sobre la espalda de mi hermano que me largase ya. Lo atraía por la cabeza a un lado de su cara para que no pudiese verme ir y que fue lo que pasó. De puntilla, caminé hasta el pasillo y al llegar la puerta cogí las llaves de él e hice girar el cerrojo para luego cerrar la puerta, realizando el teatro de que llegaba por sorpresa. El concierto de gemidos procedentes del dormitorio cesó de repente. Entrando en la cocina, avisé de mí posición con un portazo del frigorífico para no cortarles tanto el royo, sobre todo a José. Luego ya, entrando al salón, me encontré con Violeta que salía del dormitorio otra vez vestida y nos lanzamos miradas de complicidad. Después salió mi hermano, con esa cara de cuando nos hemos quedado a medias que ponemos los tíos. Los tres nos saludamos y actuamos con aburrida naturalidad.

Esa misma tarde, antes de que se fuese Violeta, mi hermano terminó lo que había estado todo el medio día aguantándose, y con la excusa habitual de la siesta, se tiró a Violeta por bastante tiempo, lo que era comprensible dado el calentón de huevos que había estado arrastrando.

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Cuando me despertó

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Estando fumando un cigarro en la terraza mientras los veía a través del cristal como veían una película en el salón. Intentaba no estar mucho tiempo en el mismo sitio que ello dos, que el de Violeta, por si metía la pata o algo ya que la culpa de lo que le estaba haciendo a mi hermano estaba constantemente en conflicto con el deseo que sentía por Violeta. Yéndose mi hermano al baño, ella se levantó y salió con migo a la terraza. Sin contenerme la mire como si estuviese desnuda. Ella rió, esperando a cualquier reacción mía. Perdiendo la paciencia, me acerqué a ella y puse mi mano sobre la entrepierna de su pantalón. Sus ojos brillaron como los míos y su respiración se desató levemente. Apartándome la mano con travesura, regresó al salón en donde mi hermano apareció al rato. Dejando la película a un lado por unos instantes, se besaron y se sobaron en el sofá. No sentía envidia ni nada por el estilo viéndolos enrollarse, no me creía con derecho a eso. Creo que hasta me sentí aliviado viendo como mi relación secreta con Violeta no afectaba para nada en su relación de pareja.

Claro que Violeta no se había cansado de mí. Los cojones. Para descansar de toda la semana, el viernes por la noche se largaron toda la noche para pasarlo de marcha. Mi hermano me invitó a ir con ellos pero yo pasé del plan con la excusa barata de que yo tenía los míos propios con unos colegas. Pasé toda una noche aburrida y solitaria en la que terminé por irme a dormir cuando ya me había cansado de ver películas. Pornos incluidas. Era tarde y ellos siguieron sin aparecer aunque a eso de las cinco de la madrugada los escuché, medio dormido, llegar a casa. Un poco más tarde me volvieron a despertar por unos segundos con su polvo de final de juerga.

Muy lentamente fui despertándome y tomando consciencia de lo que me rodeaba. Los ojos me dolían al ir notando la luz de la mañana que ya entraba por la ventana. Algo me estuvo tocando y podía ir sintiendo su presencia a medida que me despertaba, moviéndose sobre mí. El peso de unas manos en mi pecho me hicieron por fin buscar la causa y Violeta resurgió ante mí, de rodillas encima mía y completamente desnuda.

-…¿Eh? ¿Qué haces? – Le dije haciendo un intento por espabilar.

-Aquí, que he ido un momento a mear y te he visto desde el pasillo durmiendo con una erección tremenda y no he podido resistirme – Entonó con su vocecita sensual.

Al escucharla sentí entonces un gran gustito viniendo de mi polla, que la sentía caliente y húmeda en el coño de Violeta. Llevando su culo adelante y atrás, mi polla se apretaba contra las paredes de su vagina notando como, efectivamente, la tenía tremendamente dura. Los ojos se me cerraban cansado y luchando contra el sueño me desesperecé con un bostezo que inmediatamente callé cuando caí en mi hermano que al parecer dormía aún. Aquella forma de despertarse uno, con aquella increíble mujer, era la mas fantásticas de la maneras incluso siendo ella la novia de mi hermano. Todo rastro de sueño se me quitó cuando Violeta comenzó a mover sus caderas con mas velocidad y en círculos, haciendo que mi polla también se moviese en círculos y presionase distintos lados de su interior. Al ver sus tetas agitándose como ricos melones, levanté las manos y los acaricié. Pellizqué sus pezones y ella se contraía de goce. Estaba volviendo a perderme, una vez mas, y quise pararlo antes de que la cosa continuase.

-Deja… - La tomé por la cintura para que parase - …mi hermano se puede despertar en cualquier momento.

-Que va, es muy temprano, mira – Girándome el despertador de la mesilla pude ver que era cierto. Eran las ocho y cuarenta y algo de la mañana – Y con la juerga que hemos tenido por la noche seguro que no se despierta hasta la hora de comer.

-Ya… - Respondí no muy confiado.

-Tú déjame a mí y no te preocupes por nada. Simplemente déjate llevar – Dijo elevándose y cayendo despacio para penetrarse profundamente con mi nabo.

La piel se me puso de gallina en lo que mi polla era liberada y atrapada constantemente entre las piernas de Violeta. Sus dedos se clavaban entre mis abdominales y los míos se clavaron entre sus pechos. Ella trotaba relajada sobre mí, mordiéndose los labios tanto que se le veían más colorados que de costumbres. Bordeando sus pechos, bajé por sus costados y participé en el trote llevándola arriba y abajo con un arrebato animal que me había entrado.

-Ams, ams, no pares, si… si… - Murmuraba como si no se diese cuenta que sus gemidos no sonaban tan bajos como sus palabras.

Tampoco se me escapaba el ruido que también hacíamos al chocar de nuestros cuerpos. Estaba demasiado caliente para parar o reducir la marcha. Estábamos incluso sudando, con el pecho y abdominales cubiertos de pequeñas gotas de sudor. E incluso también estaba jadeando como solía hacer cuando estaba llevándome al límite en el gimnasio y quería callar pero me era imposible. Sus tetas temblaban como si estuviesen en un terremoto cada vez que la embestía. Iba a lanzarme a chupar sus pezones pero unas pisadas se escucharon como de pies descalzo dejando de caminar. Mirando al sitio de donde provenía dichas pisadas, vi a mi hermano en boxers observándonos desde el pasillo. Nos miraba alucinado con el ceño encogido. Al darse cuenta que había parado y de que no apartaba la vista de la puerta, Violeta vio por fin a José, poniendo cara únicamente de sorpresa, nada de miedo o culpa como estaba poniendo yo.

-Hay que joderse – Exclamo mi hermano al fin - ¿Qué te has estado tirando a mi hermano? – Le preguntó a Violeta y menos mal por que yo me había quedado de piedra bajo ella, aun estando penetrándola.

-Es que me lo hace tan bien como tú – Le respondió entonces ella con voz de niña triste – ¿Te has enfadado? Cariño.

-Hombre, no Violeta, pero con mi hermano pequeño… - Dijo sin terminar.

Acercándose a nosotros, mi hermano le pasó la mano por la espalda y ella se inclinó a un lado para besarlo. La mano de mi hermano no paró de bajar por la espalda de ella, bajando por su culo y sintiéndola finalmente por el tramo de polla que tenía fuera y por los huevos, como si comprobase que realmente me estaba follando a su novia. Retiró la mano y continuaron besándose tranquilamente, como si yo no estuviese allí. Mas abajo, a mi hermano le sobresalía el nabo por un lado de los calzoncillos. Terminando de lamerse sus lenguas, mi hermano se rió al ver como los miraba desde la almohada, todavía acojonado por la pillada. Él me puso la mano en el hombro para tranquilizarme, supuse.

 

-¿¡Que, a que es buena!? – Me preguntó guiñándome el ojo. Yo entendía menos por momento. O lo entendía pero no me lo llegaba a creer.

-Eeee… si – Respondí ahora siendo yo quien apretaba el ceño – Y a ti ¿Qué? ¿Te da igual…? – Le pregunte señalando a Violeta y a mí con la mano.

-¿Ves como no tenías que preocuparte por José? – Saltó a responder Violeta, golpeándome el vientre con una de las manos con las que se sujetaba encima mía.

-A mi, mientras no me la quites, puedes follártela – Me respondió cuando volví a fijar la mirada en mi hermano – ¡Venga cojones! Continuad que ya me voy para dejaros.

-Quédate cariño, que mira como te has puesto – Le dijo Violeta agarrándole la parte del nabo que le sobre salía por los calzoncillos y masturbándolo – Ponte aquí arriba que te la chupo un poco.

-¿A ti te importa? – Me pregunto sonriendo mi hermano. Asintiendo con la cabeza, el se quitó los calzoncillos y los tiró hecho una pelota al suelo. Subiendo a la cama, paso una pierna por encima de mi cabeza, quedando de pié sobre mí.

Desde abajo José parecía mucho más peludo, sobre todo en donde sus piernas se juntaban y colgaban sus huevos como dos cocos peludos. Esa imagen no me excito mucho precisamente pero la de su polla, saliendo de aquella mata negra, siendo tomada por los labios de Violeta si que me pusieron. Recuperando gran parte de la dureza que había perdido mi erección, me dispuse a retomar la faena. Para no moverla demasiado, y que pudiese comérsela bien a mi hermano, me vi obligado a no ir tan a lo bestia. Violeta hizo uso del alto control que tenía de su coño y apretó de cierta manera para compensar el placer que me perdía al no darle mas fuerte. Era para darle un premio que pudiese hacer eso mientras era follada por mí y follada por la boca por mi hermano. Los jadeábamos, José mas que ninguno de los tres, pero esa por que los gemidos de Violeta eran tapados por la enorme polla que estaba chupando. Al final había perdido todo cuidado y penetraba a Violeta rápidamente.

-Me voy a correr – Anuncié cuando mi polla ya estaba por ceder ante el coño, y sus contracciones, de Violeta.

-Córrete dentro si quieres que a mi se me olvida sacarla tantas veces que Violeta ha tenido que ponerse un DIU ¿Verdad cariño?– Me dijo mi hermano mirándome desde arriba.

-El ya lo sabe – Le informó Violeta tragando saliva al sacarle la polla de él – También es de los que no pueden evitar correrse dentro. Os parecéis bastante.

-¡Ah! Bueno, entonces no digo mas – Concluyó él.

La mamada que recibía mi hermano me distraía y me costaba apartar la mirada. Esto me retardó la corrida unos minutos hasta que exploté como un volcán, salpicando de lefa las paredes del coño de Violeta. La voz de mi hermano sonó agitada que el que se corría ahora era él pero yo estaba demasiado metido en mi propio orgasmo como para echarle mucha cuenta. De muy lejos y con eco lo escuché decir guarradas mientras llenaba la boca de Violeta de lefa.

-Uuff… uff… ¿Cómo has ido? – Quiso saber mi hermano, todavía con la polla metida en la boca de Violeta.

-Bien… bien… - Le pude responder ya que, al igual que él, me encontraba sin aliento.

Apoyándose en el cabecero de mi cama, José fue agachándose y se echó junto a nosotros. La cama no era suficiente grande para los tres, y yo estaba empapado, así que volqué con cuidado a Violeta al lado de mi hermano y fui al servicio a ponerme un momento bajo la ducha. Cuando terminé de refrescarme regresé a al dormitorio a por mi ropa. Ocupando mi sitio de antes en la cama, Violeta estaba a cuatro patas una vez mas. José estaba arrodillado y metiéndole bastantes dedos en su coñito. Creo que incluso toda la mano. Yo me acerqué a ver que estaba haciendo y mi hermano, cogiéndome por el culo, me hizo subirme de rodillas a la cama.

-¿Qué quieres ahora? – Le pregunté, oliéndome que aquello no había terminado.

-Ya lo vas a ver. Ponte donde yo – Y se apartó para que ocupase su mismo lugar, de rodillas frente al coño de Violeta.

La vagina de ella se abría colorada y muy dilatada a la vista. El rabo me dio un pálpito antes de ir endureciéndose. Mi hermano se colocó bajo ella como yo antes. Su enorme polla surgió entre las piernas de la chica y entonces entendí muy bien lo que pretendía. Como no, si es que se notaba que éramos hermanos hasta en eso. Juntando el nabo con el de mi hermano los dos presionamos contra la vagina y la fuimos metiendo con dificultad pero con excito, yo desde detrás y él desde debajo. Se me hacía raro el tacto duro y caliente del miembro de mi hermano con el mío. Agradecí que la pose no me dejase ver con claridad como la penetrábamos a la vez por que seguro que mi orgullo se hubiese visto jodido al ver la injusta diferencia de tamaño. Tuvimos que ponernos de acuerdo e ir los dos a la vez para no hacer demasiado daño a Violeta, algo que hicimos como si tuviésemos telepatía. Nuestras pollas comenzaron a enredarse entre ellas, frotándose la una contra la otra a la vez que nos frotábamos contra las paredes de aquel dilatado coño.

Follándonos a la chica mas cachonda que habríamos conocidos los dos, no paramos ni un momento de hacerla gritar de placer. Lo hacíamos mas despacio de lo que nos gustaba y con movimientos cortos. Eso no impidió que ella se corriese unas cuantas veces seguidas. Dios bendiga a la multiorgásmicas. Sintiéndolo contra la mía propia, la polla de mi hermano se comenzó a contraer y un líquido diferente al de Violeta rodeó nuestros rabos. En la otra punta de la cama, bajo ella, lo escuché dar un aullido. Retirándola del coño, y la polla de José, me terminé de masturbar para venirme sobre el culito de Violeta.

Los tres nos quedamos quietos y callados un par de minutos. Al igual que la vez anterior, me salí de la cama y fui a darme otra ducha. Mi polla flácida goteó todo el camino entre tanto fluido. José abrió la mampara de la ducha y se duchó por primera conmigo. Estábamos sumergidos en nuestra propia felicidad y nos hacíamos bromas como dos chavalines. Sin romper el buen rollo, Violeta también se metió con nosotros a la ducha. Apretados los dos contra ella, no tardamos en sacar nuevas fuerzas con la que volvimos a empalmarnos. Allí mismo nos la tiramos por turno y no fue la última vez que sucedería. Ya fuésemos ella y yo, o los tres, continuamos follando entregados al deseo, a Violeta, que era mucha Violeta. FIN.

Relato ficticio por Morningwood.

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