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Peligro de juventud

en Gays

Trabajo como monitor en un gimnasio de estos sencillos de barrio. Hago lo habitual de mi puesto, asesoro, ayudo a los clientes con las pesas, hago tablas de ejercicios, etc… Llevo haciendo eso desde que tenía veinte y pocos, mucho tiempo ya pues tengo cuarenta y uno, pero parezco aparentar unos treinta y cinco viendo que me lo dicen mucho la gente, aunque me lo he querido creer. Siendo como es mi trabajo, que también es mi afición, tengo un cuerpo bastante musculado por el que me han llegado a tomar por culturista incluso. Yo no me veo tan petado, pero igualmente me lo tomo bien por que me siento orgulloso de mi cuerpo, sobre todo de mis pectorales y abdominales que, a mi edad, los tengo muy bien.

Viniendo al gym una vez una pareja de hermanos, uno con catorce y el otro con diecisiete, que eran muy famosos por ser tan jóvenes y por ser negros. Estos hermanos cayeron bajo mi supervisión con lo que de inmediato les planifiqué una tabla de musculación, como ellos habían pedido pues venían a ponerse cachas, o a intentarlo al menos. El pequeño de ellos no era tan constante como el mayor por lo que no venía asiduamente. En cambio el mayor, que se llamaba Omar, si era mas dedicad. Y no solo eso, también era un chaval bastante simpático, sin tanta tontería en la cabeza como se pudiese esperar en los chicos de su edad. Le gustaba el deporte en serio y además muchas series de televisión que también me gustaban a mí, así que siempre teníamos conversación.

Omar no solo me ganó un gran aprecio y respeto, también una extraña confianza de la que a veces me hacía sentir un tanto incómodo. Pasado los tres primeros meses de venir al gimnasio, el chaval empezó a comportarse de una forma digamos que provocativa y de la que parecía no ser el consciente a lo primero. Siempre me pedía ayuda para el press banca y cuando le atendía al ejercicio él me miraba descaradamente por debajo de mi camiseta, que quedaba suelta por los pectorales, y miraba con cierto descaro mis abdominales. E incluso llegaba a hacer comentarios sobre ellos, apreciándolos con una sonrisilla nerviosa que a mi no me pasaba desapercibida pero a la que yo no quería echar mucha cuenta.

Todo empeoró unos días después, cuando manipuló la conversación para saber de mis inclinaciones sexuales. Con toda la naturalidad del mundo le respondí que era gay a lo que sus ojos brillaron durante un segundo. El no llegó a confesarme que era también gay, pero era por que había quedado evidente entre nosotros, incluso cuando ya lo llevaba sospechando desde siempre. Cuando el silencio en la conversación se prolongó demasiado, Omar dejó de mirarme tan fijamente y se giró algo contento y nervioso a continuar con su ejercicio. Sabía que yo le gustaba, incluso ante de que el mismo lo supiese, pero yo siempre pasaba del tema por que era un chaval, demasiado joven para mí, que estaría saliendo del armario, y que además era un socio del gimnasio, pero la verdad es que sus jueguecitos me descolocaban y hacían ganar mi atención. Habían sido un par de veces que me sorprendía a mi mismo contemplando a Omar, y era fácil eso por que el chaval era realmente guapo, con los labios exóticos típicos de su raza. Su piel, para ser negro, era bastante oscura sin llegar a ser muy negro tampoco. Se afeitaba la cabeza a la moda de los de su edad y a sus diecisiete años su cara seguía resultando algo aniñada, pero su marcada mandíbula hacía de contra punto. Su físico era muy bueno con lo que gracias a esto, y a lo mucho que rendía en el gimnasio, ya se le comenzaba a ver un poco los resultados.

Poniéndole un nuevo ejercicio de abdominales con elevación de piernas, me lo llevé al apartado de bancos de abdominales. Me tumbé en uno para enseñarle como iba el ejercicio. Haciéndole hincapié en que todo el esfuerzo debía hacerse con los músculos abdominales, me golpeé el vientre para demostrar que estaban trabajando cuando alzaba las piernas. Queriéndolo comprobar él, puso su mano en mi vientre para comprobar que efectivamente los abdominales se contraían, aunque seguramente también aprovechaba para tocarme, aunque como estaba justificado lo dejé pasar. En cambio, había puesto su mano demasiado abajo con lo que al subir las piernas mi paquete se echó sobre ella. Aparentando normalidad, pues quisieras que no aquel tipo de accidentes era muy habitual en los gimnasio, hice unas cuantas demostraciones mas. Lejos de pensamiento frío, mi cuerpo reaccionó por su propia voluntad. Bajo el pantalón del chándal, comencé a empalmarme y Omar lo iba notando con cada movimiento. Sentándome, hice como que nada pasaba para que no pensase que se me había puesto dura por él, pese a que en cierta manera si que había sido así. Cuando le tocó el turno a Omar, se puso a levantar las piernas en el ejercicio como me había visto hacer con tal reproducción que hasta portaba también una erección bajo las carsonas y de la que se rió cuando vio que se la había descubierto.

A una hora de que terminase mi turno, Omar ya había terminado su tabla de musculación y había echo algo de cardio. Se acercó a preguntarme cuando terminaba a lo que yo le respondí con un “-Pues en una media hora, aproximadamente, me ducho, me cambio y me piro” El, sin explicarme mucho más, continuó haciendo ejercicio extra.

Como salía a una hora de poca afluencia de socios, los vestuarios estaban llenos por apenas dos o tres tíos. Deseando regresar a casa, me quité el uniforme del gimnasio y lo metí en mi taquilla personal. Con mi toalla, gel de baño y esponja, me fui desnudo hasta una de las duchas. Justo al ir a echar la cortina, vi entrar al vestuario a Omar que me saludó desde lejos. Devolviéndole el saludo, cerré la cortina, abriendo el grifo La presión del agua salía mejor que bien gracias a que apenas estaba usando nadie las otras duchas. Bajo el agua templada, me relajé unos minutos antes de ponerme a duchar. Fastidiándome el momento, escuché a mis espaldas como la cortina se descorría y volvía a correr la cortina. Girándome rápidamente, vi a Omar frente a mi, desnudo como yo. Su piel negra brillaba a causa del sudor, dándole voluminosidad a sus abdominales y brazos, que eran los que mas ejercitado comenzaba a tener. Abajo, su polla se mantenía dura en el aire, confirmando lo de que los negros la tienen grande.

Quedándonos mirando fijamente, permanecimos en silencio como si me estuviese desafiando. Dando el paso que faltaba para llegar a mí, lo paré de golpe por el pecho. Manteniéndome serio, lo miré duramente, dejándole claro que no me parecía bien aquel comportamiento. Apartando a un lado mi mano de un golpe, se adelantó hacia mí y me besó. Su boca acarició la mía, sintiendo como me invadía su saliva con la forma tan pasional con la que me estaba besando. Los labios se me fueron solo pero al segundo los paré. El continuó besándome mientras sentía que me acariciaba el pecho y los brazos, sintiéndolo dibujar cada músculo mío con sus caricias. El agua le comenzaba a caer a el ahora que se había pegado a mí. Sus manos bajaron por mis abdominales, sintiendo su dedo caminar por entre estos, alcanzando mi polla que se comenzó a empalmar en su mano. Me masturbó durante todo el proceso de mi erección, concentrándose sus dedos en mi prepucio en donde sus dedos lo llevaban arriba y abajo.

Al borde de dejarme perder por su paja, lo tomé por el cuello, apartándolo de mi cara y le pregunté si acaso no le daba vergüenza, que tenía la misma edad que su padre o más. Sonriendo a un lado y con la mirada encendida respondió “-Mi padre no está como tú ni de coña”. Mirándolo a los ojos, con el agua cayendo por si nariz y por sus labios, lo cogí por la nuca y lo atraje hacia mí. Nos besamos, esta vez con más energía al participar yo. Buscando su polla, nos masturbamos mutuamente bajo el agua. Su polla se notaba mas grande cuando hacía recorrer mi mano por ella, pero también notaba toda la juventud que desprendía.

Pasó Omar de besarme en los labios a darme besos impetuosos por el cuello y el pecho, bajando cada vez mas por mi cuerpo y sin dejar de agarrarme. En cuando la tuvo en frente, su lengua golpeó mi polla, asestándole unos profundos besos a mi capullo que se iban haciendo mas profundo hasta que sentí mi polla en su boca. Sus gruesos labios, entre rosados y marrones, envolvieron mi polla hasta dar contra mi pubis. Al momento dio un pequeña atragantada que le obligo a sacársela toda. En seguida vi su grado de inexperiencia que parecía poco o nulo. Cogiéndole con cariño por la cabeza, lo llevé a mi polla y el no dudo en metérsela en la boca otra vez. A la mitad, dejé de presionar y él se la saco, repitiendo esa operación unas veces mas hasta que al final ya sabía hacerlo solo. Desde arriba contemplaba excitado la cabeza del chaval moverse adelante y atrás, succionado mi verga, llenándola de la mezcla de su saliva y el agua que caía por sus cabeza.

El bueno de Omar chupaba sin parecer tener intención de parar a menos que algo ocurriese, y lo iba a conseguir si continuaba puesto que me encontraba extraordinariamente caliente con el solo hecho de verle hacer. A punto de que me corriese en su boca, me doblé hacia abajo y lo cogí por los hombros para que subiese. Su polla chocó con la mía al irnos a besar, agarrándosela y masturbándole tan rápidamente que sentía al besarme como jadeaba también. Bajé la marcha cuando sentí como su respiración se agitaba demasiado para que no se corriera aún. Su polla se había endurecido mas y la apreté con la mano para sentir su vigor.

Lamiendo y bebiendo el agua que corría por su vientre, me agaché, ahora yo, de cuclillas con la espalda en la pared. Su polla apenas se erguía hacia arriba, y apuntaba hacia mi boca con su peculiar contraste de marrón chocolate y rosa cuando la descapullé. Pillándolo desprevenido, me lancé a su rabo y el se apoyó con ambas mano sobre mis hombros. Chupé su polla y jugué con su frenillo, metiéndole la lengua y lamiéndole aquel fresón que parecía su capullo. Omar volvió a dar claras señas de sobre excitación por lo que me contuve de mamársela como quería si no quería que se corriese en cuestión de segundos. Sus huevos apenas eran peludos y lo acaricié entre mi mano mientras con la otra me deslicé por su pierna para ir entrando entre sus muslos hasta colocarla en la rajita de su culo. Acaricie su rajita, de un lado al otro, centrándome poco a poco en la zona de su ano, por la que terminé por dibujar círculos con el dedo y ejercer presión sobre su agujerito, lo que le hizo sacudirse un poco sobre mí.

No quería incomodar a Omar con algo que podría resultarle demasiado atrevido para su poca experiencia, con lo que no pasé de introducir la puntita del dedo y moverlo adentro y afuera y en círculos. Su polla se sacudió nerviosa en mi boca, y la noté ponerse todavía mas tiesa. Estaba apunto de correrse y de buena gana hubiese recibido su lefa en mi boca, pero el valor del que había hecho gala al meterse en mi ducha, me hizo abortar su corrida otra vez. De todas formas, no quería ponerme en pié sin antes probar su caliente trasero. Como una peonza, lo hice girar. Me llevé una grata sorpresa al encontrarme un culo muy redondito, aunque bien duro gracias a mi sugerencia de mucha bicicleta estática como cardio. Sin perder tiempo, saboreé el fruto de su esfuerzo como si de dos enormes bombones de chocolate se me presentase. Los bese antes de pasar a lamerlos, primero por los cachetes y luego profundizando más entre ellos. Tal vez, por su edad o por su genética, en su culo no había ni un solo pelo, pudiendo dejar suelta a mi lengua de la forma más feroz. Con la punta de la lengua, tanteé bien por los bordes rugosos de su ano y hundiendo la cara todo lo que pude, lamí desesperado un poco más adentro. Pensé que tal vez volvía a pasarme con algo demasiado fuerte para él pero, tras el primer rato de comerle el culito, sus piernas se pusieron a mover nerviosas e incluso lo escuche sostenerse a los laterales de la ducha. Disfrutando como lo hacía con mi boca en su ano, a escondidas, estuve yo también jugando con mi propio ano gracias a la enorme facilidad que ofrecía estar de cuclillas.

Desbordado de placer, subí hasta él y lo volví a hacer girar hacia mí, cogiéndolo con severidad por la cintura para apretarlo contra mí. Su boca buscó de nuevo la mía y dejándose llevar por mi lengua le demostré de lo que sabía hacer con mi experiencia. Su lengua quedó rendida ante la mía, literalmente. Acariciando su espalda, baje otra vez a su culito y lo amasé. Al sentir Omar mi dedo colarse entre sus cachetes y acariciar su agujerito, Omar abandono por unos instante su aire arrogante y juguetón para decirme al oído que nunca lo había hecho por “ahí” con un tono que clamaba perdón. A mi no se me había pasado por la cabeza penetrarlo siendo tan joven y virginal, y así se lo hice saber girándome y chocando las palmas contra la pared. Aquee la espalda hacia atrás, provocando a Omar que en seguida lo sentí frotar su polla contra mi culo con impaciencia.

Agarrando el bote de gel de baño, me eché una buena cantidad en la mano y me lo repartí por el culo, introduciéndome los dedos para comprobar que me había dilatado lo suficiente. Sin que dijese nada, Omar agarró también el bote y lo contemple de reojo enjabonándose la polla. Para que el jabón no se disolviese con el agua, cerré el grifo casi al mínimo, dejando un pequeño caudal que me mojaba por delante. Apartándome uno de los cachetes, sentí como Omar apuntaba con su polla contra mi ano. Su miembro se hizo pasó a la fuerza por el interior de mi culo, exigiendo su sitió en el y creando a su paso una mezcla de dolor por el gran tamaño de su polla pero que se iba volviendo en placer. Podía sentir a Omar completamente tenso cuando su polla acabó por introducirse en mi ano. El chaval se estaba controlando para no comenzar a follarme con ganas, sacándola y metiéndola apenas unos centímetros a lo primero. En cuando noté que mi ano ya estaba preparado, presioné con el culo a Omar que entendió el gesto y se puso a penetrarme de forma implacable, haciendo estallar su ingle y sus huevos contra mi culo de forma ruidosa. Girándome un poco hacia él, le sonreí guiñándole un ojo y le siseé para que se controlase lo suficiente para no hacer tanto ruido. Devolviéndome la sonrisa, sólo evitó los impactos contra mi culo y no disminuyó la follada, cogiéndome mejor que muchos treintañeros.

Me pajeaba con una mano mientras que con la otra me apoyaba en la pared, mirando arriba para sentir el agua caer sobre mi cara, dejando la boca abierta para llenármela y ahogar los jadeos que me salían en aquel sitio público. Menos cuidadoso, Omar no reprimía los jadeos que daba con cada embestida. Atrayéndolo hacia a mí, ahogué sus jadeos con un beso en donde nuestras lenguas tuvieron gran fundamento. Su cuerpo se proyectaba entero contra mi espalda, sintiéndolo. Aceleró de improvisto, follándome el culo ya con cierto cansancio y también desesperado por la corrida que se le avecinaba. Antes de que pudiese decirle algo, sentí sus labios tensarse contra los míos y también unas pocas embestidas fuertes con las que proyectaba su semen a lo profundo de mis entrañas.

Estando terminándose de correr, agaché la cabeza para concentrarme en masturbarme con todas mis fuerzas. Estaba tan excitado que mi polla palpitaba totalmente dura en mi mano. La polla de Omar resbaló afuera de mi culo medio empalmada. Dándome la vuelta, lo atraje por la nuca para poner mi frente contra la suya, mirándonos cara a cara, y aceleré la venida del orgasmo. Un primer y segundo lefazo espeso, calló en su vientre, en donde se fue formando una constelación de semen que brillaba muy blanco sobre su piel oscura.

Colocándose bajo el agua, las huellas de mi enorme corrida desaparecieron de su vientre de la misma forma que su semen. Aprovechamos para ducharnos juntos antes de afrontar el riesgo de salir de la ducha sin ser visto. A medio duchar, Omar asomó la cabeza por la cortina y en cuando pudo se metió en la ducha de al lado. Quedándome solo, terminé de duchar, secándome bien y saliendo con la toalla enrollada a la cintura. Al pasar por la ducha en donde se había metido Omar, lo ví por un resquicio de la cortina como se estaba masturbando, sin que me sorprendiese mucho cuando ya había sentido su fuerza en mi culo. Bajo la toalla, me estaba empalmado otra vez pero reprimí el impulso de meterme con Omar y continué hacia mi taquilla antes de que mi toalla de delatase mas.

Omar, lejos de darse ya por satisfecho, me siguió buscando muchas otras veces. Me costó hacerle entender el riesgo que habíamos corrido en las duchas del vestuario pero al final lo entendió y si follábamos lo hacíamos en mi casa. Durante muchos años, estuvimos aprovechándonos de las cualidades del otro. En mi caso, disfrutaba del incansable apetito sexual que tienen los de su edad, mientras en el suyo, el disfrutaba de mi culito siempre dispuesto y de mi experiencia, con la cual fue aprendiendo hasta convertirse en un amante increíble a los pocos años ya que estuvo igual de aplicado que en el gimnasio. FIN.

Relato fictició por Morningwood.

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