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La pareja del telecabina

en Trios

En compañía de mis padres nos habíamos ido a una estación de esquí a pasar unos pocos días aprovechando los bajos precios de temporada baja. En cuando tuve la ocasión me fui por mi cuenta ya que con veinte y tres años no era plan de ir con mis viejos a todos lados. Ir solo no es que fuese muy divertido por que apenas había gente aquel día aunque, por otro lado, esa tranquilidad me gustaba. Como tenía tiempo, fu al telecabinas para subir hasta todo lo alto y para ello había que tragarse un viajecito. Llegando desde la primera parada, me subí al telecabinas que venía y en donde me encontré a una pareja de unos treinta a los que le saludé. Ellos me devolvieron el saludo y yo me fui a sentar frente a ellos. La mujer estaba sentada encima de él, lo que me hizo sospechar ya que además actuaban como raros. Mirándolos con disimulo vi que el pantalón de la chica estaba un poco bajado y que bajo el brazo del chico se podía ver el culo al descubierto de ella. Al momento entendí lo que pasaba, sintiéndome fuera de lugar. Ellos también se dieron cuenta de que me había dado cuenta y fingiendo se rieron por lo bajo.

-Perdonad ¿Eh? En la próxima parada me bajo a coger el siguiente y os dejo a vuestro aire – Les solté todo cortado.

-Da igual, quédate si quieres – Dijo el tío desde atrás de ella de buen rollo.

La mujer, morena con ojos claros y bastante guapa, se la veía mucho más cortada que el tío y se quedó mirando a un lado. En aquel telecabina que ascendía lentamente se podía masticar la tensión y esto fue a mas cuando el tío aquel se agarró a ella y la comenzó a mover sobre él. Clavando la vista al suelo, escuchaba el roce de la tela impermeable de sus trajes y los jadeos de esfuerzo de él. La mirada se me iba yendo poco a poco hacia arriba al igual que mi polla que me sorprendió que se estuviese empalmando en aquella situación. Ellos cada vez fueron más rápido hasta que terminaron follando a toda castaña. Él la hacia botar sobre su polla y ella se agarraba a los asientos de al lado mientras era zarandeada. La cara de extrema vergüenza de ella se fue cambiando a la de placer, cada vez reprimiéndose menos, sobre todo en el gemir. Me miraba de vez en cuando y en una de las veces se quedó mirando la erección que contenía entre mis piernas. Echando la cabeza atrás, pareció contárselo a su pareja al oído por que nada más escucharla me miró también el paquete. Yo lo mire con apuro y el entonces me miró, nos miramos, el me guiñó un ojo y se comió los morros con su novia sin dejar de follársela.

Entrando en la siguiente parada, ellos pararon quedándose como cuando había entrado yo. Nadie entró por que nadie había esperando. Había cogido los esquís para bajarme pero estaba tan rallado y caliente con la pareja aquella que me quedé sentado y el telecabina continuó subiendo. Ellos continuaron con lo suyo tal como lo habían dejado. De golpe, el tío hizo apartar a la chica para ponerse en pié y pude ver que era un cachas que con las ropas gruesas de esquiar parecía hasta un culturista. Por la abertura de la cremallera sobresalía su polla que exhibió como si nada. Llevó a su chica de rodillas otra vez sobre el asiento y esta se puso en pompa como sabiendo lo que él pretendía. De lado, interesado en que yo pudiese verlo bien, el tío la fue penetrando. Era una porno en directo y dedicada a mí. Demasiado. La chica continuaba con el pantalón bajado lo justo para asomar el culo y su vulva, con lo que no podía abrir mucho sus piernas y hacía que la penetración se viese mas apretada. La cara del tío así lo decía, clavándosela hasta el fondo mientras daba un fuerte soplido.

-¿Quieres probar tu? – Me preguntó él, después de darle una palmada en el culo mientras se la follaba.

-¿Qué? ¡¿Qué?! No, gracias – Balbuceé poco convincente pues no dejaba de mirarlo con cara de flipado.

-Venga chaval, que a ella no le importa ¿Verdad María? – Le preguntó a ella que respondió mientras era embestida.

Asomándome por los cristales, me levante y acerque a ellos. Él me puso la mano en el pecho en señal de que parase un momento. Habíamos llegado a la siguiente parada pero por no haber no había ni operario. Continuamos el trayecto. Apartándome la mano me dejó frente al culo de su chica, rosadete y con el coño sobresaliendo. El tío se quedó pegado a mi lado, esperando a verme mientras se masturbaba suavemente. Cohibido por su presencia, me quité las manoplas, separé el belcro de mi bragueta, me aparté los pantalones de algodón, los calzoncillos, y dejé que mi polla saliese afuera. Antes de llevarla a la entrada de su vagina, miré al tío antes y este me hizo una señal de aprobación con la cabeza. Apretándome contra su culo, la fui penetrando hasta la mitad. La saqué y volví a meterla por segunda vez pero hasta el fondo entonces. Ella intentó mirar hacia atrás con cara de placer y yo me puse a follármela. Su coño estaba muy mojado tras el previo con su novio aunque, como mi polla era un poco mas grande que la de él, su vagina se volvía a adaptar al nuevo miembro.

Subiéndose de rodillas al asiento de al lado, el tío le acercó su polla a la chica para que se la chupase. Esta lo hizo complacida pese a lo incomoda que debía estar en aquella postura que, por otra parte, daba un placer increíble al tener las piernas tan cerradas y apretar tanto por dentro. Mi polla la perforaba hasta que solo se veía mis pantalones pegados a su culo, y la sacaba hasta que asomaba el borde del capullo que es cuando volvía a metérsela. Calentitos en el interior, mis huevos se endurecieron nerviosos. Me pareció que no debía irme dentro, así que estuve preparado para cuando fuese a correrme. Le di una buena caña antes y sacándosela me termine de pajear, corriéndome sobre su coño. Frotándome los restos de lefa contra su culo, me la guardé y me dejé caer sin fuerzas sobre el asiento de antes. El tío me lanzó una sonrisa socarrona y sacándosela a su novia de la boca se puso por detrás de ella y se la metió. Lo único que veía era el culo del tío contrayéndose, una imagen que no me interesaba mucho, pero al llevar un minuto se retiró de ella y lo escuché correrse. Al apartarse, vi su vulva llena de mi corrida y la suya. Era demasiada lefa por lo que tuvo que llevarse la mano a su entrepierna para detener el caer lento de la corrida que amenazaba con mancharle los pantalones.

En la siguiente parada nadie subió y continuamos solo. Nos hablamos entre nosotros, aunque si había una sorprende y repentina confianza que duró hasta que alcanzamos la siguiente parada y ellos tuvieron que bajarse. Alejándome en el telecabina los vi alejarse, todavía estando empalmado y esperando que aquello bajase ante de llegar a la pista. FIN.