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El trío con mi hermano cani

en Trios

El primer trío que llegué a realizar fue con mi propio hermano de una forma muy inesperada. Mi hermano es el típico cani de veinte y un años que suele vestir con camisetas blancas de tirantes, cabeza rapada al uno, suele llevar pendiente y cadenas de oro, tiene el típico tatuaje hortera de su nombre en la espalda y que practica el ejercicio justo para poder lucir unos mínimos abdominales y bíceps de los que presumir descamisados antes sus amigos canis y, sobre todo, ante las chonis. Se llama Miguel, pero claro, es mas conocido como “el Migué” hasta tal punto que ya lo llamamos “Migué” hasta en casa. Yo me llamo Ignacio, soy gay, tengo veinte y nueve años, y soy de gustos diferentes a los de mi hermano debido a la diferencia de edad y la diferencia cultural, por eso de ser cani. Si en algo podemos compartir gusto es por el ejercicio, aunque a diferencia de él para mi es mucho mas un modo de vida desde que tenía su edad y eso me permite tener un cuerpo muy fibrado. Un cuerpo diez como me han dicho con entusiasmo varias amigas.

La historia es que, un día llegando de trabajar a casa, esta se encontraba completamente desierta pero rápidamente me supuse, por el día que era, que mis padres no estaban en casa. Hacía un calor horrible en la calle y fui corriendo al cuarto para quitarme la ropa de trabajo antes de que la sudase más. Teniendo la casa para mi solo me quedé desnudo tan tranquilo, deseoso de darme un ducha que me refrescara. En el baño tenemos una mini cadena donde escuchar la música que nos gusta, pero al ir a mirar un CD de regguetón estaba puesto en vez de mío de música lo que me puso de mala leche. Conociendo a mi hermano, si quería encontrarlo debía ir a su estantería y buscar en la caja correspondiente al CD puesto suyo. Acostumbrado ya a estas putadas de mi hermano, fui despreocupado a su habitación a mirar. Abriendo la puerta de golpe, y teniendo ya un pie en dirección a la estantería donde guarda sus CD´s de música, me tropecé con la postal de mi hermano desnudo sobre su novia, follando más salvajemente que yo en mis momentos de más calentura. Un repelo se me extendió por el cuerpo al ver su culo y sus caderas moviéndose antes de que ambos me mirasen asustados y la tensión entre los tres se pudiese cortar. Tan rápido como me dejaron mis reflejos tragué saliva y agarrando el pomo cerré la puerta mientras soltaba un “-Pe…peeerdón” con la mira a un lado.

Aun seguía flipado por el corte dado cuando iba por el pasillo a dejar el CD en el baño y regresaba a mi cuarto sin ganas ya de ducharme. Fue al sentarme en la silla para ponerme con Internet, que sentí la aspereza de la silla, recordándome que había ido en bolas todo el tiempo. Un detalle del que me había olvidado. Que me viese mi hermano así era lo de menos (La de veces que me habría visto la polla ya). Era su novia, Susana, que apenas la conocía de nada, aunque teniendo en cuenta como había sido el encuentro dudaba que se hubiese percatado de que estuviera desnudo. La chica, al igual que mi hermano, es una cani de pura chepa como Migué, con su pelo largo y liso, su remaquillado, su escotazo y barriga afuera, sus oros y sobre todo sus pendientes de argollas tamaño XXL. Curiosamente la más espabilada de todas las novias que había tenido mi hermano y la que más le estaba aguantando, aunque lo poco que le duraban las novias era lo que impedía que no hubiese dejado preñada a ninguna aun, o esa era mi suposición. Sabía lo tonto que era capaz de ser mi hermano por meter en caliente y mas sabiendo que cuando salía de juerga se ponía ciego de todo.

 

Me había puesto a mirar una cosas al ordenador buscando entretenerme para olvidar el chasco de hacía unos minutos. Escuché que alguien llamaba a la puerta del dormitorio pero para antes de decir que pasase Migué ya entraba como si nada. Bueno, como si nada no, estaba desnudo con el rabo bailándole medio duro. Por dentro me cagué en su puta falta de respeto por entrar sin esperar respuesta, no por estar desnudo aunque me hizo sentir algo incómodo.

-Ignacio tíooo, menudo palo nos has dado – Se rió medio cortado – Que te iba yo a decir, tú… ¿Me harías un favorcillo?

-¿Un favor? Si quieres condones ya sabes donde están – Le dije mirando al monitor para dejar de mirarle el rabo y los huevos sin querer. Era gay, pero también era mi hermano y me daba grima.

-No joder, de eso tengo de sobra, ja ja ja… - Su risa forzada y nerviosa me puso en alerta. Estaba apunto de pedirme algo que sabía que no me gustaría – Lo que quiero macho, es que te vengas a hacer un trío con la Susi y con migo.

-¿Tu eres tonto o que? Yo que voy a hacer un trío contigo ni hostias – Me giré hacia el para decirle esperando a que fuese alguna broma pero supe en el momento que lo estaba diciendo completamente en serio.

-Que si tío, tu eres mi hermano ¿No? Pues hazme ese favor. Vente ¿No? – Dijo intentando intimidarme, agarrándome y tirándome del hombro.

 

-¡Migué, que no! Si sabes que soy gay ¿A que viene esto? – Me puse serio.

-Es la Susi, Ignacio, que le llevo insistiendo para hacer un trío y la tía que no, que no encontraba a ninguno con el que le apeteciese hacerlo y eso que le dejé que fuese con otro tío y no con una tía como yo quería – Me explicaba dándome golpecito en el hombro como si yo fuera un colega cani de los suyos – Y te ha visto antes y dice que estas tó bueno, que contigo sin problema y me ha mandado a preguntarte si eso,… si te apuntas.

-Que no, que no Migué. Dile que soy gay, que si a ti no pienso tocarte a ella menos, mas que nada por que con ella no voy a aguantar empalmado – Diciendo esto me di cuenta de lo morboso que sería hacerlo con una tía.

-Ignacio, no me hagas esto, por favor te lo pido – Siguió suplicando. Me imagine que si un trío era una fantasía sexual por la que muchos mataban, en un cani salido de veinte y un años era como lo más de lo más en el sexo. Algo con lo que presumir luego ante los amiguitos. Muy desesperado tenía que estar para que finalmente me dijese – Si se te baja yo te la toco un poco si eso ¿Vale?

-Y si digo que si ¿Qué gano a cambio? – Quise saber si podía llegar a sacar algo grande o por lo menos hasta donde era capaz de llegar.

-Lo que tu quieras, te lo juro por lo que mas quiera – Se puso a prometer haciéndome levantar de la silla y llevándome forzosamente por el pasillo hasta su cuarto sin que yo hubiese aceptado aun.

Abriendo la puerta con una mano, me llevo al interior de su cuarto en donde la novia esta estaba sentada en el cabecero de la cama con las piernas cerrada mirando al vacío con aire preocupado hasta vernos aparecer que fue cuando sus vista se pasearon por todo mi cuerpo y luego comenzó a mirarse con mi hermano. Escuché a mi hermano dar un portazo a mi espalda, y subiéndose de rodilla a la cama con ella, la besó con lengua mientras le acariciaba una teta. Los dos estaban muy morenos así que mientras que a mi hermano se le dibujaba el bañador en su piel pálida, a ella en cambio se le dibujaba un minúsculo triángulo alrededor de su depilado pubis, en cambio debía hacer toples por que no se le veía señal alguna de la parte superior del bañador. Que por cierto, sus tetas me dejaron impresionados por su tamaño, con unas aureolas enormes y unos pezones que brillaba de la saliva que seguramente pertenecía a mi hermano.

-¡Pero no te quedes ahí! Vente – Me invitó Migué dando un golpe al colchón para que fuese.

Acercándome, me quede de pié pegado a la cama. En seguida note la mirada de la chica clavándose en mi pecho, mis abdominales y mi polla de forma lasciva. A su lado Migué pareció aliviado de que su novia estuviese mas que conforme con migo. Todo le estaba saliendo a pedir de boca al cabronazo. Dejando de sobar el cuerpo de la novia, se estiró hasta mí, animándome para que subiese a la cama con ellos. Pasando su mano por el hombro, me hizo posar con él hacia su novia. Mucho debía estar esperando aquel trío y ahora iba a disfrutar provocándola. Él era el típico celoso que monta un follon si alguien mira a su novia por la calle, pero sabiendo que el otro tío del trío era su hermano gay se sentía seguro y tenía razón para pensar eso.

Haciéndome un gesto grosero con su polla, sacudiéndosela contra el muslo básicamente, me pidió que me empalmase. Él, para mantener su “virilidad”, se pajeaba y se meneaba la polla mientras se iba a coger un condón de una caja que allí tenían abierta. Dándome una palmada en la espalda a la vez que me guiñaba el ojo me pasó un condón. La chica se acomodó medio sentada en la cama y se abrió de piernas, mostrándome el primer coño que veía de forma tan directa. Aquel agujero no me atraía nada a simple vista, pero hacer algo nuevo, diferente, sumado a mi imaginación, conseguí tener una erección aceptable. Tirando la envoltura del preservativo, me envolví el rabo listo para experimentar nuevas sensaciones. De rodillas entre sus piernas, presioné con la polla a lo largo de la raja hasta encontrar la entrada. Ya con el capullo metido, la fui metiendo despacito, con mi hermano Migué poniéndose al lado de ella, acariciándole las tetas sin dejar de prestar atención a como mi nabo iba introduciéndose por el coño de su novia, viéndole ponerse muy cachondo cuando mi vello púbico acariciaron el coñito depilado de ella.

 

A lo primero tuve la misma sensación que en una penetración anal, pero cuando fui moviéndola pude ir notando las rugosidades y lo muy lubricado que estaba por dentro, por no hablar de que era mucho menos apretado. Notaba como aquel agujero se adaptaba a mi polla, sobre todo a mi capullo. Migué nos observaba entusiasmado teniéndome cogido por la cintura para darme apoyo. Era como si se sintiese orgulloso o agradecido de su hermano mayor. Sin dejar de masturbarse, Migué bajo a las tetas de ella y se la comenzó a chupar. No era el único que se iba soltando poco a poco, Susana no soportó que le chupasen los pezones y explotó, se puso a gemir, sintiendo como su pelvis se movía suavemente a la vez que como yo la penetraba.

 

Besándose ellos dos, Migué paso una pierna por encima de ella y hundió su polla entre sus tetas. Por lo que podía intuir al taparme mi hermano, ella tomó sus pechos y se los apretó para que el pudiese meterla y sacarla entre sus tetas en una gloriosa cubana. Quedándome sin saber como estaría siendo la cubana, la espalda de mi hermano no era lo único que podía ver. A la altura de mi pecho, su culo se veía en plena acción, blanco como la leche adelante y atrás, con sus cachetes abriéndose y cerrándose una y otra vez e irremediablemente se me puso durísima. La perspectiva hacía imaginar que estaba penetrando a mi hermano. Me jodía pero lo admitía, aquello me ponía extremadamente cachondo.

-Vamos a cambiar ¿No? – Dijo Migué quitándose frente de Susana – Niña, chupamela un poco, anda – Se refirió a su novia de forma habitual.

Apartándonos un poco, Migué fue ahora el que se sentó contra el cabecero de la cama y puso a la novia a cuatro patas entre sus piernas. En una de las caricias por su melena, la atrajo hasta su polla con un movimiento seco y esta no vio el momento de empezar a chupársela al ritmo que le iba marcando mi hermano en la cabeza. Relajándose con una expresión de goce, Migué tuvo que volver a invitarme a que le diese al lío. Me llevo más que antes encontrar por donde meterla y eso que la postura de a cuatro patas era de las que mas controlaba.

Migué y yo nos encontrábamos con la mirada a veces y el entonces me guiñaba el ojo, resoplaba o exageraba las caras de placer, intentando crear una complicidad con migo. El pobre no pillaba que yo no era un coleguita cani con el que se estaba tirando a su novia pero le seguí el juego igualmente. Susana, aunque ocupada con el rabo de mi hermano, volvió a gemir esta vez escuchándose ahogado los “-…ahm…ahm…” temblado por el efecto de mis continuas embestidas. Sin dejar de parar la mamada, Migué se hecho para adelante a decirme algo y acercándome un poco para ver que era lo que quería, me sujetó la nuca.

-Dale caña que esta mú cachonda – Me dijo al oído antes de soltarme un beso en la mejilla y dejarse caer contra el cabecero.

Retomando la posición para tener más equilibrio, la tomé por donde sus muslos, y sacando fuerzas la comencé a follar fuerte. No pudo ni mamársela bien a mi hermano en los primeros momentos. Esto no se si era por que le venía mucho placer, por que mis embestidas le hacía perder equilibrio, o por ambas cosas. Una cosa estaba clara, Migué la conocía muy bien por que había acertado de pleno. Era alarmante el tono de voz que llegó a alcanzar sus gemidos y el aumento de fluidos que se generó en el interior de su coño.

De buenas a primeras, mi hermano apartó su polla del dominio de Susana y como si le hubiese picado un insecto se levantó de su sitió para venir al mío. Sin decirme nada, me echó a un lado para ponerse él a follársela como un cosaco. Agarrándola al hombro, ella miraba de lado con la cara colorada sin dejar de ser embestida. Uniéndose a la lluvia de gemidos, Migué fue intercalando sus “-Uhm, uhm, uhm…” de hacer fuerza por “-Ah, ah, ah, ah, aaah, aaaah,…” hasta acabar con un largo “-Aaaaahhh…” segundos antes de sacarla para venirse sobre el culo de ella.

Pasó el momento de agitación y Migué se tiró agotado a un lado de la cama tapándose con el brazo la cara y acariciándose el pecho sin fuerzas. Pensaba que mi intervención en el trío ya había acabado con la corrida de mi hermano puesto que ella no parecía buscar terminar. Tal vez ya lo había hecho, o al menos la cama estaba bien mojada de sus fluidos. Poniéndome de pié en el suelo, Susana se levantó al momento y cogiendome de la muñeca me llevó de regreso a la cama.

-Espera niño, no te vallas, que te hago algo para que también te corras – Me dijo con una sonrisa tímida que no se asemejaba a la confianza con la que me hablaba – Enga, túmbate…

Me dejé tirar junto a mi hermano ocupando entre los dos todo el ancho de la cama. A manos de Susana, mi polla quedo libre del condón y probándola con la lengua primero se la metió hasta el fondo después. Movía mucho la cabeza, gemía y hacía mucho ruido chupando. Entre medio de la mamada, sus manos me sobaban mi cuerpo hasta donde pudiesen llegar. Ninguno de los tíos con lo que había follado estuvo tan encaprichado de mi cuerpo como aquella cani. Sus ojos pintados me lanzaban miradas como un depredador que por fin puede disfrutar de su presa. Incomodo, levanté la vista al techo para dejarme llevar mejor. Apartando el brazo de su cara, mi hermano nos miraba un poco somnoliento. Su polla reposaba flácida sobre su cuerpo, con restos de semen. El me sorprendió mirándole y me lanzó una mirada lasciva.

Ya estaba valorando la mamada de la chica con los ojos cerrados, cuando algo recorrió mis axilas en dirección mi pecho. Girándome hacia Migué, este estaba como pendiente de lo que hacía, que era tomar mi pezón mas próximo y retorcerlo suavemente entre sus dedos. No había ni una pizca de placer en el, era puro compromiso. Me estaba haciendo ese regalo y cierto es que me gustó. Cerré los ojos y me dejé hacer por ellos dos.

Avisando que me corría ya mismo, cogí mi polla para hacerlo sobre mi vientre como solía hacer. Mi hermano Migué, a las puertas de mi orgasmo, se pego a mí y me obligó a soltármela sin dejar de inmovilizarme la mano. Susana no la dejo suelta ni medio segundo. Abriendo su boca, se tragó todo mi semen mientras que por fuera su boca quedó manchada por los restos de corrida que no salieron con tanta fuerzas. A mi lado, mi hermano se había empalmado otra vez y sin dejar de mirar a su chica con la boca y la barbilla llena de semen, aun terminando de apurarme las últimas gotas, se hacía una señora paja. En dos minutos, tomaba a su chica por la cabeza y la llevaba a su rabo para descargarse en su boca. Por si acaso, esperé unos minutos antes de levantarme para darme una ducha. Estando en la ducha, mi hermano entró a la cabina y me estuvo abrazando y dándome las gracias sin dejar de repetir que había sido genial, que los dos lo pasaron de puta madre. Y la verdad es que si que había estado bien. FIN.