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En la casita de plástico

en Hetero: Primera vez

Llevando de relación mas de un año, mi novia y yo nos moríamos por hacerlo. Teníamos dieciséis con lo que cada vez nos era mas fácil ponernos tremendamente caliente cuando comenzábamos a besarnos y extremadamente fácil parar después. En esos momentos en que nuestros besos aumentaban en movimiento y profundidad, en los que nuestras manos comenzaban a arriesgarse en el cuerpo del otro, yo empezaba a rabiar por hacérselo e increíblemente, esa desesperación por follar, era mutua por parte de ella. Lo que nos impedía hacerlo era el sitio. Ella vivía en un pequeño piso en el que compartía habitación, e incluso cama, con dos hermanas mas y por lo tanto siempre estábamos en mi habitación cuando buscábamos intimidad. Una intimidad que era un sin vivir ya que cuando no era mi hermana pequeña lo era mi madre, que entraban al cuarto sin tan siquiera llamar antes o dando un golpecito micro-segundos antes de que abriese la puerta. En mas de una ocasión apunto estuvieron de sorprendernos masturbándonos y en su caso no había problema por que bastaba con sacar mi mano de dentro de sus pantalones pero en el mío tenía que tener buen reflejo para guardármela  empalmada y sin pillármela con la cremallera además. Y aun con todo este riesgo, llegábamos a ponernos tan cachondos que comenzábamos a revolcarnos por la cama sin dejar de besarnos con furia, frotando nuestros cuerpos sobre la ropa hasta que cedíamos a la lujuria y, o bien yo le subía la camiseta y le chupaba las tetas o ella me abría los pantalones y me chupaba la polla, teniendo mis primeras mamadas.

Los dos tumbados en la cama, volvíamos a estar pegados por nuestras bocas cada vez mas agitados. Aprovechábamos que mi hermanita no estaba en casa y que solo teníamos que prestar atención a mi madre a si llegaba a subir por las escaleras o no. El tiempo estaba algo lluvioso aunque a la vez también salía algo el sol. Acababa de ponerse a llover con mas fuerza que nunca y el olor a tierra mojada se unía a la humedad de nuestras bocas. Llevaba un cuarto de hora con una comprimida erección en los pantalones y me estaba empezando a doler. Tenía ambas manos ocupadas en ella, con una bajo su camiseta, en una de sus tetas, y la otra en su vulva. Ella tampoco se quedaba corta y me gastaba los vaqueros por el bulto de mi erección a base de frotarlo con la mano. Llamándome desde que comenzó a subir las escaleras, mi madre se fue acercando a la puerta a la vez que yo me apartaba de ella y nos arreglábamos la ropa. Parecía como si nadie quisiese que nos enrollásemos mas de cinco minutos en aquella casa. Cuando le respondí a la pregunta por la que había subido, mi madre volvió abajo tan tranquilamente. El calentón que llevábamos era demasiado fuerte para habérnoslo cortado, por no hablar de que ya nos habíamos acostumbrado a eso contratiempos, y tirándonos en la cama abrazados continuamos con nuestros besos.

-Quiero hacerlo, ya… ¿No hay ningún sitio en tu casa en donde podamos hacerlo?

Preguntó casi con rabia en la voz.

Estábamos en nuestro límite, es mas, lo habíamos traspasado incluso y nuestra ropa interior empapada estaba para demostrarlo. Le iba a decir que lo hiciésemos allí, hacerlo rápido y arriesgarnos, pero la probabilidad de pillarnos se encontraban elevadas por la reciente visita de mi madre. El escuchar la lluvia golpear en la ventana me hizo pensar en que sería bueno aprovechar que estaba lloviendo pues nadie salía afuera cuando llovía. Asomándome a la venta, miré al pequeño jardín y busqué algún sitio en donde no nos viesen. El único sitio que veía posible era el árbol que había al fondo, en el podríamos hacerlo tras él aunque tendríamos que ser de pie, pero no era lo suficientemente grueso para taparnos bien y se encontraba en línea recta con el ventanal del salón por el que nos verían fácilmente. Es entonces cuando la vi, pegada a la pared junto a unas macetas, la casita de juguete de mi hermana en la que cada vez jugaba menos. Lo mejor era que estaba en el lado del patio que no se veía desde los ventanales del salón.

-Ya se donde podemos ponernos Salté Vamos a la casita de plástico de mi hermana, ahí, en el patio.

-¿Y si sale alguien al patio? Nos pilla tu madre fijo.

-Que no tontita, lloviendo no va a salir mi madre afuera Le expliqué.

-Vamos entonces Respondió ella con mi mismo entusiasmo, tirando de mi camiseta.

-Espera antes a que coja un condón.

Cogidos de la mano, atacados de la emoción, bajamos al piso de abajo con cuidado de no cruzarnos con no mi madre. Atravesamos rápidamente el salón, corrimos el cierre, salimos al patio, volvimos a cerrar el cierre y corrimos hacia la casita riéndonos bajo la lluvia, con la suerte de apenas mojarnos. Entramos arrodillado adentro por el reducido espacio y cerramos las ventanitas con forma de corazón. Aunque estaba aislada del agua, las gotas de lluvia chocaban con estruendo en el tejado de plástico. Amontonamos en una esquina, estaba todos los juguetes de mi hermanita esparcidos por el suelo; que si mini cacerolas, juegos de té de plástico, etc… y también había una mantita que estiramos por el suelo. El sitio no era precisamente el picadero idóneo, con aquel metro y medio de altura y paredes rosas llenas de pegatinas que simulaban relojes, estanterías y cuadros. En cambio bastó con que nos lanzásemos a besar para volver a retomar ese fuego que llevaba meses quemándonos por dentro. Con impaciencia, no aguantamos ni dos minutos besándonos antes de empezar a desnudarnos. Ella fue la única que se quedo en ropa interior, bragas y sujetador, mas interesada en quitarme a mí toda la ropa y dejarme total desnudo. Me golpeé con la cabeza la pared de plástico cuando sentí su boca echarse sobre mi polla, tragándosela en un profundo beso. Refrenando mi impulso de empujarla por la cabeza, le acaricié el pelo mientras iba notando como ella bajaba y subía entre mis piernas. Succionaba mi pene de una forma mucho mas entusiasta que las veces anteriores y su lengua no se separaba de la punta. Me sentía derretir, estremeciéndome allí sentado con los ojos cerrados, pero sentí como iba a hacer que me corriese tan pronto y los abrí de inmediato, mirando a mi alrededor para distraerme un poco. El truco solo sirvió para que aguantarse solo un poco mas.

-Para cariño, que vas a hacer que me corra ya… – Le pedí, avisándola también del inminente final.

-Hmmmm… - Murmuró ella con la boca llena por mi miembro, continuando mamándomela incluso con un poco mas de entusiasmo.

Supe que quería decirme con aquello. Desde la primera vez le había gustado tragarse mi semen y quería que me dejase ir en su boca sin miedo. Así lo hice, sin tiempo a pensar en nada por que ya me estaba corriendo al poco.

-Aaaahhhh… V-Voy a correrme… Aaah… Aaaaaaaaaah… - Gemí, agarrándome a la manta del suelo con ambas manos mientras me estaba venía en su boca.

Dando unos pocos chupetones, se aseguró de ordeñarme hasta la última gota muy concentrada en su tarea. Mi polla me golpeó en el vientre como una vara de hierro cuando sus labios me la soltaron, negándose a ponerse flácida todavía. Sentándose a mi lado, quiso continuar masturbándome cuando aún me encontraba extasiado, pero al verme contraer de dolor cesó en su intento.

-Ahora quiero yo chuparte el coño a ti Le declaré, muriéndome de deseo de probar al fin su sexo.

Saltando de mi sitio, no esperé contestación suya y me arrodillé frente a ella. Le saqué sus braguitas, dejando al descubierto el tierno bollo entre sus piernas que formaban sus labios mayores. Tímidamente separó sus piernas, mostrando ahora toda su vulva. Encogido de rodillas en aquel diminuto espacio, me agaché a rezar con mi lengua su coñito, ya desde el primer momento, con la lengua sacada. Mi nariz se perdió en su vello pubico de la misma forma que mi lengua se perdía como loca en su tierna y rosada raja. Su clítoris se notaba erecto cuando pasaba mi lengua sobre el, dedicándole muchas lamidas y chupetadas. Mirándola mientras yo hacía, la veía contraerse y gemir fuera de si. Ella se rió colorada al verme mirándola muy caliente con la boca abierta entre sus pierna. Muerta de la vergüenza, bajó su mano hasta mi cabeza y la llevó abajo para que le apartase la mirada. Haciéndola arrepentirse de aquella decisión, me volqué mas en lo que estaba haciendo, haciéndola revolverse del placer al acelerar mis lamidas. Sus manos se fueron cerrando en mi cabeza, agarrándome el pelo, notándola como de repente me iba apretando contra su coño. Sobre mi barbilla comenzó a brotar mucho jugo vaginal. Era increíble saber que ella se estaba corriendo en mi boca. No me lo había esperado y quería agradecérselo tragándome todo su fluido.

-Perdóname, lo siento amor Se disculpó, toda colorada, cuando pudo salir un poco de su orgásmico trance y se dio cuenta de que había estado todo el rato empujándome contra su coño.

-¿Qué dices? Me ha gustado un montón Le dije, limpiándome con el brazo la barbilla - ¿Es que a ti no?

-Si… si Se adelantó a responder.

-Te quiero, mucho Le solté, pegando mi cara a la suya, besándola.

Sin poder estirarnos completamente en el suelo, nos abrazamos y rodamos, sin parar de lamernos mutuamente. Haciendo que girásemos una ultima vez mas, ella se quedó arriba, sentándose sobre mi polla. En mi pubis, el capullo sobre salía de entre sus labios mayores empapados de flujo. Quitándose el cierre del sujetador de atrás de su espalda, dejó este junto al resto de nuestras ropas y me hizo poner las manos sobre sus pechos, que estaban caliente y extremadamente esponjosos. Palpé el como sus pezones se endurecían bajo mis manos, estimulándolos con las palmas de las manos.

-Me han dicho que para la primera vez es mejor que la chica esté encima para que controle la penetración Me informó, pareciéndome grandiosa desde abajo - ¿Dónde has dejado el condón?

-Aquí… espera Le dije mientras registraba entre la ropa en donde estaban mis pantalones, y en uno de sus bolsillos el condón. Al cogerlo le mostré en alto el valiosísimo cuadradito plateado - ¿Me dejas antes hacerlo un poco sin condón?

Concediéndome el deseo, despegó el culo un poco y entre los dos guiamos mi polla hacia la boca de su vagina. Ella prestaba mucha atención en lo que hacía, dejándose caer sobre mi miembro con suma facilidad por lo enormemente resbaladizo que estaba su interior. Cada rugosidad de su vagina la iba notando con total detalle como también su calor y la enorme humedad. Todavía no había hecho ni el primer movimiento que, con tan solo sentirla allí dentro, habría sido suficiente para correrme si no fuese por que lo acababa de hacer en su boca. Acunándose sobre mí, mi pene se puso a recorrer su interior. Cuando se hubo sacado y metido mi polla unas pocas veces, se quitó de encima y apartó a un lado para que me pusiese el condón. Sacándolo de su embase, me lo enfundé bien enfundado y ella volvió a colocarse encima. Con menos sensibilidad que antes, mi pene fue pasando al interior de su vagina. Esta vez se puso a moverse mas rápida encima mía, introduciéndose mi polla hasta un dedo antes de donde acababa el condón. Contemplarla tan preciosa sobre mí, desnuda, subiendo y bajando, atenta a darme el mayor placer, me hacía sentir lleno pese a que acabábamos de empezar. Mi cuerpo se fue relajando cada vez mas, moviéndose impulsivo bajo ella y embargándome una necesidad de ser yo quien la llenase a ella, quien la llenase con mi cuerpo, con mi pene, con mi semen, con todo mi alma. Ella se fue cayendo sobre mí a mis embestidas cada vez mas fuerte hasta que la tuve entre mis brazos. Superior a mis fuerzas, la penetraba de tal manera que sentía como mi polla invadía entera su vagina y como esta se contraía con ello. Ella ya no refrenaba sus gemidos y de hecho yo tampoco. Afuera seguía lloviendo ruidosamente, llenándolo todo de un olor a césped mojado que se entremezclaba con el de sexo nuestro. Ya había dejado de tener el más mínimo control sobre mi cadera y se la metía tan rápidamente como me permitía mis fuerzas. Una fuerte corriente eléctrica explotó y emanó desde mis huevos, recorriendo mi pene y saliendo a la vagina de mi novia como intentando hacer una toma de contacto con la que cerraríamos el circuito eléctrico para lo que parecía toda una eternidad.

-Siento tu pene moverse mucho Me dijo al sentir los espasmos eyaculatorios de mi polla.

-Es que me estoy corriendo Le expliqué a duras penas, bajando la penetración a un ritmo mas suave y notando como la punta del condón se calentaba por la acumulación de semen.

Acabé por dejar de moverme del todo, quedándonos abrazados bien quieto y en silencio, sin fuerza ni para celebrarlo con besos. El goteo de mi semen, saliéndose del condón cuando mi pene comenzó a perder dureza, fue lo que nos hizo salir de nuestro paraíso. También estaba que afuera parecía haber dejado de llover, escuchándose un suave chispeo. El sentarnos y el vestirnos fue toda una odisea allí adentro, sobre todo cuando vimos que la parte de la manta del suelo de junto a la puerta se había calado con agua de lluvia. Al final pudimos arreglárnosla pero antes de salir me asomé por una de las ventanitas con forma de corazoncito. El patio era iluminado por unos rayos de sol que iban y venían todo el rato. Al no haber moros en la costa, abrimos la minúscula puerta y salimos.

-Espera un momento Le pedí a mi novia, regresando al interior de la casita puesto que apunto había estado de olvidarme allí el condón.

Otra vez afuera, caminamos hacia el salón mientras le hacía un rápido nudo al condón que me lo guardé en el bolsillo de atrás hasta que pudiese tirarlo mas tarde. Allí en el salón estaba mi madre que nos miró extrañada, con aspiradora en mano, cuando nos vio entrar en casa. Disimulamos, no muy bien, ante ellas como si en vez de follar pareciese mas bien que acabásemos de matar al vecino. Al pasar por su lado, mi madre me paró por el hombro y se acercó a decirme algo al oído.

-Hijo mío, escóndete mejor el condón que se te sale por el bolsillo del pantalón La escuché decirme, conteniéndose una risilla ridícula.

Echándome la mano atrás me fije que, en efecto, el condón me asomaba por fuera y por la parte de la corrida ni mas ni menos. Me lo metí bien y salí disparado junto a mi novia escaleras arribas escuchando a mi madre como regresaba con el aspirado todavía riéndose para si misma. FIN.