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Los gitanillos de las duchas

en Gays

Cerca de mi casa hay una piscina pública a donde solemos ir mi familia con nuestros bonos de entrada todo el verano. A veces, y desde hacía dos años, cuando en casa nadie quiere acompañarme me voy yo solo a refrescarme, a disfrutar nadando y observar a los chicos en el secreto de mi homosexualidad. Con los diecisiete que tenía y aún metido en el armario. Estaba excitado la mayor parte del tiempo. A veces incluso tenía que controlarme mirando a los chicos de mi alrededor en la piscina por que no dejaba de hacerlo con pésimo disimulo y podía meterme en un lío, sobre todo con la gente del barrio, muchos chavales de mi edad que son canis o gitanos. Muy agresivos si se mosquean. No fue ese día el caso, o no al menos en el recinto de la piscina. Pasó al irme a la ducha para ir yéndome. En casa el agua caliente escasea y allí los cuartos de duchas tienen agua caliente por lo que es una oportunidad buenísima para ducharme cuando quisiese. Por desgracia, de las cinco que había, ninguno estaba vacía y no tuve mas remedio que ir a ducharme a las duchas compartidas que son de la que solo sale agua demasiado fría hasta para verano.

Soportando el frío, me duché hasta que al poco vinieron una pareja de chavales de raza gitana que por como se llevaban y se parecían, se veía que eran hermanos. El más bajito con el pelo rizado y las paletas separadas tendría unos trece años y el otro tendría como mucho un año mas que yo, dieciocho, aunque le ganaba en altura. Ambos con su peculiar tono gitano de piel, tan morena, y en el caso del mayor, unos oscuros vellos en los sobacos y piernas, pero ya está, nada en el pecho o vientre. Sin prestar atención ni a mi ni al señor que también se duchaba al otro extremo, entraron a empujones y se pusieron en las dos duchas contiguas a mi. Armaban un follón con sus peleas en bromas del que no eran conscientes y, mientras esto, se quitaron los bañadores como si tal cosa quedándose en bolas. El señor de la otra ducha y yo los miramos sorprendido por que no era habitual ver a nadie completamente desnudo en aquel vestuario, pero mientras que el señor miraba un momento y regresaba a su ducha, para mi no resultó tan fácil apartar la mirada ya que me era toda una provocación verlos desnudos, empujándose y haciendo sacudir sus pollas. Ambos gitanillos tenían un gran moreno, incluso en la marca del bañador, y en el caso del mayor el cordón de oro que llevaba resaltaba mucho en su moreno. Viendo mejor a este, sus ojos eran grandes y llevaba el típico peinado muy corto con una cresta de pico en medio que tanto se llevaba entre gitanos y canis de mi barrio. Era delgado, pero por delgado se le marcaba algo los abdominales y la zona de la cintura. Mas abajo estaba su polla que flácida se mantenía bastante elevada por sus huevos de gran tamaño, y todo esto rodeado por una pequeña mata de pelo muy negro. El pequeño en cambio, ya empezaba a desarrollarse y con mucho menos vello púbico lucía un pene mas grueso aunque mas corto.

Las continuas miradas disimuladas que me costaba controlar parecieron advertir al mayor que, sin dejar de pelear en broma con el hermano, me comenzó a mirar con rareza. Acercándome a la pared de la ducha, les di un poco de lado no solo para evitar problemas si no también por que con tanto mirar se me había puesto algo dura. Escuchándolos decirse algo en voz baja, el hermano pequeño empujó al mayor, haciéndolo dar contra mí. Al ver que me sonreían como disculpa y que bajaban la vista como si se buscasen algo en la pierna, me di cuenta de que se había dado cuenta de mi erección. En ese momento pensé “mierda” y busqué salir de allí cuando antes. Gracias a dios pude ver como una de los cuartos de duchas se quedaba libre y sin esperar ni un segundo me metí dentro. Al ir a cerrar la puerta vi que el gitano me había seguido con la mirada pero no le di importancia al estar ahora a solas en esa ducha pero, cuando me iba a quitar el bañador, escuché que llamaban a la puerta con insistencia y al abrir vi que eran ellos dos sonrientes y con sus bañadores en la mano.

-Oye ¿Te importa que mi “mano” y yo nos duchemos contigo? Que el agua esa está “elá” – Dijo con peculiar acento gitano.

Aprovechando el segundo de desconcierto, se colaron para adentro como si en su imaginación les hubiese invitado a entrar con la mejor de mis sonrisas mientras ellos seguían esbozando la suya propia, esa sonrisa maquiavélica de la que no me fiaba. Pensé que en el peor de los casos mis cosas de valor estaban en la taquilla pero ahora el problema era controlarme ante ellos, algo difícil si el mayor me excitaba tanto como era el caso. Me vieron algo distantes y como haciéndome un favor el mayor cogió de la cabeza al menor y lo apartó para que pudiese meterme con ellos bajo el chorro de agua caliente. No hablaban ni se peleaban en broma como antes, aunque si seguían malgastando el jabón del dispensador de la pared. Mi vista me volvió a traicionar cuando el mayor se enjabono sus partes con energía, sacudiéndosela como la aguja de un reloj. Este se dio cuenta a lo que respondió mirándome el bañador.

-Vamos payo, quítate el bañador que no pasa naaaa…

-No, no… - Le respondí simplemente con cara de apuro, pues además mi polla se puso a hincharse.

 

-Que sí, tío. Que no pasa ná. Mira a mi “mano” y a mí – Dijo señalando con la cabeza al pequeño que se sacudía con orgullo el pene e intento después tirar de mi bañador.

-No, da igual, en serio – Intenté convencerles pero no funcionó. Cogiéndome del brazo, el mayor tiró de mí hacia el y agarrándome por detrás me inmovilizó.

-Ahora, negro… Vamos… Vamos – Le ordenó al pequeño con aquel mote y esté agarró las perneras mojadas de mi bañador y tiró hacia abajo del todo. Mas acojonado que avergonzado, el mayor me soltó y se dirigió a mí para calmarme -¿Ves como no pasa ná? Ahora estamos tó con la churra al aire – Me dijo dándome un golpe de buen rollo en el hombro al que no presté mucho caso por que la mirada se me posó en su poya, que se había puesto morcillona – Bueno, la mía se me ha puesto dura por que me he rozado con tu culo al cogerte – Explicó un poco cortado mientras se la tocaba con los dedos.

El hermano pequeño le dio un codazo al otro riéndose un poco para que mirase ahora la mía. En el forcejeo se me había bajado un poco pero el empalme del gitano acabó por ponérmela dura de nuevo y en cuestión de segundos. Manteniendo la misma naturalidad que hasta el momento, el pequeño me cogió la polla con total libertad. Quise apartarle la mano pero el mayor me lo impidió. Inmovilizándome el brazo me guiñó un ojo y negó luego con la cabeza para que me dejase. El gitanillo me pajeó mejor incluso que yo a mi mismo. Igualmente no me gustaba lo que ocurría, no me fiaba. El mayor me rodeo con su brazo por los hombros, ahora en un plan mas amistoso, sin dejar de masturbarse.

-Negro, hazle eso que tu sabes… – Le ordenó al hermano que, contento por su petición, se agarró a mi polla y se la comió.

La idea de que me la estuviese chupando un chaval de trece años me gustaba poco y mas en aquella forma con la que surgía todo, pero no pude negarlo, el chico tragaba mi polla con una experiencia increíble. Usaba la lengua y movía su mano por mi polla mejor que como yo me había imaginado me hiciesen en la mejor de mis fantasías eróticas. Estuvo a punto de hacerme correr si no hubiese sido por que paró y se levantó del suelo, estando empalmado y se estaba haciendo una paja como también hacía su hermano mayor. Este, agarrándome por el hombro ahora, se cogió su polla por la base y la dirigió hacia mí.

-Vamos payo, ahora tú – Me dijo haciendo fuerza con su mano para llevarme hacia su polla.

Me gustaría decir que me resistí o que me estaba empezando a asustar en serio cuando me pedió que se la chupase con aquella insistencia, pero aunque esto era verdad en cierta manera, su hermano me había puesto caliente con la mamada y cuando aquel gitano guapo me ofreció su polla, apenas descapullada, me sentí tan caliente que mandé a tomar por culo el miedo y me agaché, abriendo mi boca todo lo que pude, para recibir aquella polla que me parecía mas grande a medida que me agachaba. Me costó adaptar la boca al tamaño de su polla y mientras eso la dejé quieta dentro, usando mi lengua a lo largo del tronco y el capullo. Con mas confianza, me agarré a sus piernas y le amasé el culo, que se contrajo al sentir mis manos. Su polla se deslizaba por mi boca tan bien como podía pues mi experiencia no era mucha. Al mirar arriba, pude ver que no debía estar haciéndolo tan mal por que el gitano dejaba caer su cabeza adelante y cerraba los ojos en expresión de gusto. El pequeño se había alejado a un rincón, encontrándolo junto a la puerta, desde donde nos miraba y se pajeaba como un loco. Su hermano mayor se puso en ese momento a mover la cadera cada vez. En nada de tiempo, su vientre se acercaba y alejaba sin que yo tuviese que moverme. Me llegaba a follar la boca tan fuerte que, en varios arrebatos de calentura extrema, llevaba todo su cuerpo adelante y me la metía en la boca hasta que sus huevos amortiguaban la arremetida contra mi boca. Llegaba a sentir el pelillo de su pubis en mi nariz, a oler sus feromonas mezcladas con la del agua enjabonada y la, un tanto molesta, presión de su capullo en mi garganta. Una sensación de líquido caliente se repartió por toda mi boca y el gitano empezó a contraer el vientre, marcando sus abdominales, dando un quejido con cada contracción. Estaba un poco asqueado y mosqueado por que no me hubiese avisado de que se corría en mi boca y solo vi la opción de tragármelo al ver que tardaba en sacar su polla de mi boca.

-Joe, que agustito me he quedaó… - Jadeó, manteniendo un tono bajo. Levantándome, tanto el como yo, nos metimos bien bajo el agua para enjaguarme la boca en mi caso y limpiarse el nabo en el suyo. Mostrándome un signo de amistad, y creo que de gratitud, me acariciaban la espalda y el hombro a la vez que se iba limpiando, manteniéndome junto a él. Al agarrarme la polla, esta vez no me importó tanto. La tenía dura como una roca, pegada por completo al cuerpo, y él la pajeó con gusto. Con el agua cayendo sobre nuestros cuerpo, no se podía apreciar todo lo que había llegado a lubricar – Queee… tío, ahora por el culo ¿No? – Preguntó daleando la cabeza como un perro. Me dejó desprevenida la pregunta, sintiendo en mi ano el escozor de la primera vez. Estaba apunto de negarme de todas las maneras posibles cuando el se giró al dispensador de la pared, tomó una cantidad abundante de jabón y se la pasó deprisa por la raja de su culo, haciendo parones para presionar su ano. Mi acojone pasó al alivio y a un tremendo calentón al ver que se refería a penetrarlo a él.

Simulando a un detenido al que van a cachear, puso sus manos contra la pared, curvando la espalda y separando las piernas. Bajo la presión agradable del agua caliente, presioné mi polla contra su culo. Las piernas me temblaban de nervios y su ano no estaba tan dilatado como pensaba que debiese estar. Echando la mirada atrás, el gitano quiso saber por que no intentaba penetrarlo y dirigiéndose al hermano le lanzó un silbido señalándome con la cabeza. Dejó de masturbarse en el otro extremo y el chico avanzó con prisa para satisfacer a su hermano, sonriendo con malicia. Hasta para eso parecía divertirse el tal “negro” que, tras meterle dos dedos por el culo al hermano, puso mi polla contra el ano del hermano y a su vez me empujó por el culo para que la metiese. Cuando mi pene ya llevaba toda la punta metida, el chavalin por fin se dio por satisfecho, quedándose allí junto a nosotros, retomando su paja. La práctica que se notaba que tuviesen aquellos dos me dejaba impresionado. El ano del gitano mayor parecía poseer la suficiente experiencia como para dilatarse fácilmente con solo un poco de jabón líquido y agua caliente. El interior de su culo apenas me apretó mas de lo supuestamente normal y cierto es que no tuve aguante para no empezar a follármelo desde el primer momento. Lo escuchaba murmullar, aguantando el incomodo dolor de a lo primero, sin que llegase a decirme que parase o fuese mas lento. Su ano se fue abriendo a mi polla, dejándola entrar más con cada penetración. Se le veía y escuchaba ansiar tener mi polla adentro, de sentirla todo lo posible en su culo, y comenzó a moverse, a autopenetrarse.

Estábamos arriesgándonos mucho a que nos oyeran y descubrieran con la simple respiración, con algún que otro gemido, el sonido de su puño cuando se puso a machacársela o los chasquidos de mis huevos en su culo. El ruido que hacíamos era evidente si se prestaba atención. Al menos el caer del agua tapaba algo de esos ruidos. Incluso el pequeño, a nuestro lado, hacia ruido con su paja como el hermano con la suya. Esperaba que nadie se asomase por el espacio del bajo muro entre las duchas.

Agarrado a su hombro y costado, le embestía a la misma vez que él me embestía con su culo. Su cadena de oro, caída atrás, se sacudía sobre su piel morena y llena de pequeñas gotitas de agua que resbalaban y resbalaban por su espalda, bajando hacia donde nuestros cuerpos se fusionaban con violencia. Estaba apunto, ya me faltaba poco para venirme, mi esperma ya era expulsado con fuerza en mis huevos e hice un último movimiento y lo embestí con toda mi alma, metiéndosela bien al fondo. Mi polla se corrió nerviosa dentro de su culo, sintiendo como me rompía a placer. El orgasmo fue tan intenso que miré arriba con la mandíbula apretada para no gemir. Con aquello vi vengada la faena que antes me había hecho al no avisar de que se corría en mi boca, si es que no le estaba gustando recibir mi corrida dentro, que a decir por como jadeaba parecía estar disfrutando con ello.

La erección se me comenzó a bajar y retiré la polla de su culo. Unos gruesos hilillos de semen iban de su ano a mi polla cuando ya la hube sacado y el agua terminó por llevárselos. Viniendo a colocarse a mi lado, el pequeño se acercó sin dejar de pajearse frenéticamente y se puso a correrse en mi pierna con cara satisfacción. El hermano le rió la gracia al mamonazo del pequeño. Agarrándolo por la nuca, lo atrajo hacia su polla con arrogancia y el chaval se agachó sistemáticamente a comérsela. En su segunda vez, se corrió con unas pocas chupadas y se retorció con cara feliz, viniéndose en la boca del hermano sin parar de mirarme con media sonrisa. El pequeño se separó del otro en cuando ya se hubo corrido del todo y escupió la corrida al sumidero, cogiendo un buche de agua para enjuagarse como si tal cosa.

Regresando bajo la ducha, ambos se frotaron un poco con la mano y, sin jabón ni nada, dieron su ducha por acabada. Abrieron la puerta y se fueron sin tan siquiera cerrar la puerta. FIN.