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Ascenso rápido

en Hetero: General

Entró a trabajar a mi empresa una chica de veinte y tres años, un poco choni, que se llamaba Yolanda. La empresa en la que trabajo es una grande que se dedica al suministro de material de oficina, entre otras cosas. Yo trabajaba allí por enchufe directo al ser mi padre el jefe de la empresa. Mi función era la de jefe de sección en el almacén y Yolanda había entrado a currar por falta de personal como moza de almacén bajo mi mando. Ya de entrada, la tía demostraba que iba a ser un grano en el culo. Siempre se andaba quejando de todo, llegaba tarde, no prestaba mucha atención al trabajo y luego quería ser la primera en irse. Pero el colmo vino al mes de estar currando cuando se le comenzó a meter entre ceja y ceja el conseguir un puesto mas alto en donde, principalmente, cobrase mas. Andaba a todas horas preguntándome por algún puesto superior libre, intentando convencerme de que le hablase a mi padre de ella como si ser hijo del jefe me permitiese hacer lo que me saliese de los huevos. Lo mas absurdo era que ella, aparte de ser la última opción en el caso de que tuviese que ascender a alguien, no tenía ni el bachillerato y la muy tonta pretendía conseguir un trabajo mejor pagado como si solo bastase con intentarlo y no con tener experiencia o titulación ¡¿Qué coño?! Si ni llevaba apenas un mes en la empresa.

-Que no, Yolanda… - Le intentaba hacer razonar por noseque vez cuando me hubo perseguido hasta la máquina del café con sus ruegos habituales - …que yo no puedo ponerte en otro puesto en donde ganes mas dinero. Espérate unos años y ve ascendiendo poco a poco – Le dije, sabiendo bien que ni aunque se pegase toda la vida allí trabajando iba a trabajar en otro puesto. Si era yo, con titulación y siendo el hijo del jefe, que había conseguido aquel trabajo tan puteante.

-Pues háblalo con tu padre, hazme ese favor – Me pidió como si a mi padre le importarse algo saber quien era ella. La pobre solo tenía paja en la cabeza. De repente continuó la frase pegándoseme de forma sugerente – Venga, tu me prometes que le hablaras a tu padre de mí aunque sea un poquito y nos vamos ahora a un sitio en donde no nos vea nadie y te dejo que me folles como tu quieras.

Aquello si que era nuevo. Ya me había zorreado en otras ocasiones pero esa era la primera vez que eran tan directa. La pobre estaba desesperada y como buen putón había lanzado su único comodín válido. Le hubiese dado largas sin tan siquiera pensármelo pero me resultaba difícil de lo tan a huevo que me lo estaba poniendo. Me estaba proponiendo follar por una chorrada de favor y sin esperarse a que le hiciese el favor. Lo dicho, tonta la pobre. Le dije al oído que aceptaba y ella sonrió ilusionada por que aceptase. En seguida salimos de allí y cogimos el ascensor para llevarla a la azotea que era el sitio mas seguro para echar un polvo rápido ya que no muchos tienen la llave de la puerta. Yo precisamente tenía llave por que se la pedí a mi padre para escaparme allí a fumar de vez en cuando.

Saliendo del ascensor, subimos el último tramo de escalera ya un poco magreándonos. Iba a disfrutar de la única ventaja que tenía Yolanda en el mundo laboral que era su cuerpo pues la tía, aunque tampoco era ahora una diosa, estaba buena un rato largo. Era una morenaza, delgadita, de cara redondita y ojos azules, con unas tetazas que ni el uniforme del almacén le podía disimular. Al salir al exterior, el sol nos dio de lleno y se sentía de puta madre al ser finales de marzo. La azotea del edificio estaba llena de tuberías, conductos de ventilación, cajas de luces, etc… como todas las azoteas del polígono industrial en el que nos encontrábamos. Tomándola por el culo la llevé por un lado para alejarnos de la puerta por si acaso. No esperó a que estuviésemos mas escondidos y Yolanda me llevó contra la pared. Su lengua entró en mi boca y la mía la recibió con el mismo entusiasmo.

Tuvimos que parar un momentito de besarnos para que yo pudiese desabotonar la camisa de su uniforme. Sus tetas aparecieron gordas en el sujetador que eché arriba para dejarlas caer. Las cogí con las manos, apretándolas mientras nos besábamos y pellizcándole los pezones que los tenías como chuzos. Ella ya me había abierto los pantalones y me pajeaba el nabo sobre el calzoncillo. Chupé su lengua una última vez y bajé a comer sus tetas, mamándole los pezones y lamiéndoselos sin parar. Sus manos me apretaba mas contra su tetas, escuchándola como iba comenzando a gemir. Ambos nos estábamos poniendo mas calientes de lo que pensábamos en un principio y cuando iba a bajar a comerle el coño ella se adelantó y se dejó caer de rodillas a mis pies. Llevándose un golpe en la barbilla, me dio un tirón de los calzoncillos para que mi nabo saliese afuera como un resorte. Con toda su lengua, me lamió la polla desde la base hasta el capullo en donde se quedó a chupetear. Me estaba volviendo loco la mamada de Yolanda y de un impulso le cogí de la cabeza cuando se la tragó, dándole una pequeña embestida con la que la obligué a meterse mi polla hasta que sus labios hicieron de tope. Tosió con el ahogo de mi polla y me di cuenta de que me estaba pasando por lo que aflojé en su cabeza pero Yolanda en cambio continuó mamándomela en la misma profundidad un poco mas. Pegué un resoplido de lo mas cachondo aún que me había puesto con aquello. Si hubiese demostrado toda aquella entrega en el trabajo podía haberse comido el mundo de otro modo que no fuese comiendo pollas.

-Métetela en las tetas y hazme un cubana – Le ordené, haciendo uso de mi derecho a poderle pedir lo que quisiera como parte del trato que la pobre pensaba que iba a servir de algo.

Bien envuelta en sus gordas tetas, mi polla asomaba por arriba a cada subida abajo y arriba que ella hacía con sus tetas. Un primer lefazo cayó en su barbilla y Yolanda dejó sus tetas para tragar mi polla y que terminase de correrme en su boca. Su lengua fue recibiendo los demás lefazos, sintiéndola tragar toda todita. Sus labios soltaron mi polla con un gran ruido de succión.

Descansaba contra la pared, destrozado por su mamada y cubana, mientras ella se fue desnudando delante de mí. Dándose la vuelta y agachándose sobre un altillo de cemento por el que asomaban varias rejillas de ventilación a los lados. Miró hacia atrás exhibiendo su moreno culito y todo su coñito rosado a la espera de que la follase. Me agarré la polla para asegurarme de que todavía continuaba bien dura y avancé hasta colocarme tras ella. Pasé un dedo por su raja y la sentí tan mojada que me lo chupé como un niño. Usando dos dedos ahora, la penetré con ellos y los removí en su vagina. Ella se agitó, apretando su coñito mis dedos y haciendo que su flujo resbalase por mi mano. Me iba a quedar otra vez sin lamer su chochito por que estaba apunto de reventar si no se la metía ya. Me había dejado la cartera en el despacho y con ella el condón pero habiendo llegado tan lejos que ni me pensé parar. Bastaría con estar pendiente para correrme afuera, fue lo que pensé. Hundí todo el capullo en su agujerito y la cogí de la cintura para dejarme caer adelante sobre ella. Mi polla resbaló hasta el fondo, hasta que mis pelotas dieron en sus muslos. Volví a sacarla de nuevo y repetí la operación unas cuantas de veces. Ella me pidió con vicio que la comenzase a follar en serio y metiéndosela de un golpetazo me la comencé a tirar como ella quería.

Menos mal que la había llevado a un sitio vació por que Yolanda gemía sin cortarse nada, jadeando con una especie de afonía. Intentaba recogerse el pelo para que no cayese sobre la superficie en donde se apoyaba y dejaba caer, que estaba llena de polvo. Dejando de follarla un segundo, alcancé su pelo y lo recogí con una mano. Retomando el dale que te pego, la tiré del pelo como si se tratase de estribos. Ella elevó la cabeza y reclinó el cuerpo hacia atrás. Nunca me hubiese atrevido a hacerle aquello a una tía pero en seguida vi que a Yolanda gustaba. Era muy caliente hacerle aquello de vez en cuando y saber que ella no se negaría. La volví a tirar del pelo suavemente hasta hacerle poner casi recta y se lo solté para abrazarla. Embistiéndola de esta manera, le estrujaba las tetas por delante y pellizcaba los pezones. Un ruido inesperado nos interrumpió. Era mi móvil y al ver la hora vi que hacía veinte minutos que había dicho que me iba a tomar un café.

-¿Si? – Respondí al móvil mientras con la otra mano me sujetaba los pantalones para apartarme de Yolanda - ¿Qué queee…? Ahora no puedo… no… al final fui al bar a tomarme el café. Si. En diez minutos estoy allí ¿Vale? – Les avisé al compañero que me estaba buscando para un papeleo y le colgué.

Guardándome el móvil, me giré hacia Yolanda para continuar y esta me estaba esperando sentada ahora en el poyete de ventilación frotándose el clítoris con los dedos. Corrí cachondo con ella, metiéndosela con las mismas y bombeándola. Con sus tetas sacudiéndose a mi ritmo, mi polla se veía entrando y saliendo de su coño. Entre el calentón que ya llevaba y la parada de la llamada estaba desbocado y se tenía que agarrar a mí para no caer atrás con las fuertes embestidas que le estaba dando.

-Me voy a correr ya,… ya casi… - Le fui a decir cuando ya notaba que me venía. Estaba preparado para sacarle en cuando sintiese la lefa subir por mi polla pero entonces ella me agarró con sus piernas, presionándome contra ella e impidiéndome apartar – ¡Eh! ¿Qué haces? Quita que me corro.

-Tomo la píldora, así que no te preocupes y córrete dentro – Dijo, entre gemidos, apretándome un poco mas con las piernas.

-Haber empezado por ahí por que en ese caso… - Y comencé a darle con todas mis fuerzas para correrme a lo grande. Dejándome llevar al máximo metí un grito al aire cuando fui corriéndome en el interior del coño de Yolanda, sin dejar de meterla todo el rato hasta que ya molestaba.

Esperé a que se vistiese ella y los dos bajamos por el ascensor, bajándome yo en oficinas y ella continuando hasta almacén. Como era perder el tiempo, nunca le llegué a mencionar nada a mi padre por que sabía perfectamente que iba a ser perder el tiempo. En cambio a Yolanda si le dije que le había hablado de ella y gracias a dios había dejado de insistirme. El recuerdo de aquel polvazo en la azotea se fue quedando como una buena anécdota hasta que al mes dicha anécdota fue sacada a luz. Llamándome a su oficina, mi padre quiso hablar con migo de algo supuestamente muy serio que lo tenía cabreado, aunque como ese solía ser su estado habitual, no me preocupé apenas. Lástima por mí por que el motivo era serio. Habiendo hablado esa misma mañana con mi padre, Yolanda se había presentado en su despacho para decirle que había tenido un lío con migo y que la había dejado preñada, asegurándole tanto que era hijo mío que estaba dispuesto a todo y que por ello le pedía un puesto de mas dinero y menos horas. De esta forma yo fui despedido de la empresa por ir “por ahí follándome a putas” según mi padre y Yolanda había obtenido el puesto que tanto se había ganado con engaños, el mío. FIN.