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David y Ángel: Capítulo 2, Nuevos terrenos

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Capítulo 2: Nuevos terrenos.

Desde aquel encuentro con Ángel, no había podido dejar de pensar en él, y aunque hoy en día aún me reprocho por como lo traté aquella vez, creo que igual las cosas hubieran tomado el rumbo que tomaron y que les voy a relatar.

Habían pasado unos días, quizás 2 o 3, no lo recuerdo muy bien, en ese tiempo yo andaba muy ocupado con asuntos del colegio (como todo adolescente sin vida social). Pero lo que sí recuerdo como si estuviera pasando ahora, es que fue un viernes cuando nos volvimos a ver. Recuerdo que, como cosa rara hacía un calor tremendo, y la humedad era elevada (como toda zona del trópico bajo que se respete) lo cual era peor. Yo iba saliendo por el pasillo de mi bloque de salones hacia la cafetería, y al llegar allí lo vi, de espaldas a mí. Esta vez fui yo quien se acercó, no iba precisamente con intenciones de entablar una conversación con él, mi propia naturaleza me lo impedía. Pero es que ese prospecto de hombre provocaba en mi una curiosidad y atracción extrañas que desconocía por completo. Se estaba convirtiendo en algo que no podía controlar, y eso me disgustaba muchísimo. Nunca fui de interesarme por nada ni por nadie, tenía una mente tranquila, ajena al mundo que me rodeaba, pero sobretodo siempre la mantenía bajo control. Mucha gente me odió, me odia y me odiará por eso, pero ninguno de ellos me importaría en lo absoluto salvo que fuera Ángel.

Iba yo pues, decidido a acercármele a mi efebo griego, a dar un enorme paso en mi interacción con otros de mi especie, la cual  era absolutamente nula, pero no pude. A escasos metros de él me devolví. No fui capaz. Afortunadamente no me vio cuando me acercaba ni cuando me devolvía, o eso pensé en un principio, porque cuando me quise dar cuenta, ya mis oídos tenían su melodiosa voz resonando, estimulando mi sistema nervioso.

--¡Oye!--dijo, o mejor dicho exclamó con su cantarina voz, acercándose raudo a donde me encontraba--Me dejaste solo aquel día en el parque y ni te despediste, ¿estabas molesto? ¿dije algo malo?--No creo en dios pero...DIOOOS!!!! ¡Esa voz! junto con su jadeo por haber hecho un mini sprint de más o menos 40 o 50 metros, y si a eso le sumamos ese tonito tierno y como queriendo hacerme sentir culpable... ¡¡Me quería morir!! Maldito niño, ¿¡Con qué me habrá emburundangado!?

--No--le contesté de lo más seco y sin emoción, mirándolo fijamente a sus ojos azules cual zafiro, tan inexpresivo como lo había sido mi respuesta. Ahí estaba yo, sacando a relucir mi forma tan genial de ser, cagándola otra vez ni un güevón con mi voz notoriamente más grave que la de él y viéndolo como si me importase un reverendo pepino. Proseguí mi camino y el seguía detrás de mí.

--Nobody understands me-- susurró Ángel para sus adentros, con tono triste, pero mi oído había logrado escuchar su perfecta y sexy pronunciación de aquel idioma el cual se me daba muy fácil.

--That's because you don't understand nothing--le contesté con mi acento pseudo británico más por reflejo que por iniciativa propia.

--¿Sabes inglés? ¡Qué bien!--El chavalillo sonaba extrañamente o demasiado feliz para mi gusto. Coronando la escena con una hermosa, muy hermosa sonrisa y se le hacían 2 hoyuelos, uno en cada mejilla. Volví a mi estado de hielo.

--No me contestaste si podía ser tu amigo--volvió a retomar ese tono tan suyo de cachorrito. ¡Joder! Ya era suficiente. Si seguía así iba a hacer que me doblegara a su voluntad. --Y no me has dicho tu nombre, pero ya lo sé--dijo esto último como cuando haces alguna travesura que no debes contar pero la insinúas para despertar el interés en la otra persona. Eso la verdad me descolocó un poco. Sonó la campana que indicaba el fin del recreo.

--Me tengo que ir--dije inexpresivo y tomé rumbo hacia mi salón.

--Chao David--me dijo ofreciéndome su mano para despedirme, a lo cual sorpresivamente le correspondí. Les juro que a partir de ese momento, entendí cuando la gente hablaba de sensaciones electrizantes, el roce de su palma con la mía me estremeció de tal manera que aún recuerdo ese tacto, esa suavidad y ese calor.

Seguí mi rumbo pensando en lo que acaba de pasar: Le había dado la mano a alguien que no conocía de mucho, ese alguien tenía una voz hechizante, una sonrisa capaz de transmitir calor a un pedazo de hielo y una boca... Santo orgasmo! una boca que al pronunciar mi nombre se veía tan, pero tan apetitosa y sexy... Algo en mi pantalón se empezó a animar. Tuve que detenerme un rato y esperar a tranquilizarme un poco. Esa tarde al llegar a mi casa tendría una muy agradable y animada cita con manuela y con soledad.

Al terminar clases llegué directo a la ducha,  el maldito calor era insoportable, ¡Cómo lo detesto! Siempre me he considerado una persona de clima frío, gélido si es posible. Para mí, vivir en Alaska, Siberia o en los polos, sería el equivalente de la felicidad de un pasivo teniendo 3 culos, 4 hombres que le den por sus 4 hoyos y otro que le haga una mamada.

Nada más quitarme la ropa y entrar en el baño recordé a Ángel. Aquella barra que todos los hombres llevamos en la entrepierna empezó a despertar. Del tamaño, pues para que se hagan una idea, cojan una regla de estas de 15 cm, le ponen 2 dedos adelante y ese es el tamaño de mi mástil en guardia, el grosor para aquél entonces ya era considerable incluso para mi edad y condición corporal.

¡Ah, delicia! no fui la verdad de mucho masturbarme, pero estaba tan alto de voltaje que tuve que hacerlo.

A medida que masajeaba mi erecta verga recordaba cada situación donde estaba Ángel, lo veía con su hermosa sonrisa, sus labios provocativos, hmm esos labios que deseaban a gritos ser mordidos, me hacía una imagen de su boca... Esa boca que estaba perfecta para hacerme... ¿una mamada? Si... ¡Qué bien! ahora el morbo tomaba el control y subía de tono mi imaginación. Me imaginaba al efebo a la altura de mi cipote, mirándome con esos zafiros juguetones, suplicando por su ración de leche de mípalo, y yo con gusto se la iba a dar...Hmmm qué placentero; mi masaje no iba muy lento, ni muy rápido, iba más bien a tempo con mi respiración la cual se sobresaltaba cada vez que mi imaginaria escena subía de tono.

--Eso es Angelito, sácale la lechita, despacio, mueve tu lengua por la cabeza, dale unos mordiscos suaves. Oh! no tan fuerte, mejor sigue chupando... Hmmm sí... así, pasea la lengua por toda mi polla, no dejes de hacerlo, qué bien lo haces! no te atrevas a parar ...

Jadeaba mientras más sacudía mi mástil y contraía los músculos de mi esfínter, producto del placer que experimentaba. Mi imaginación estaba volando, sentía tan real todo y me pajeaba más fuerte, a medida que la imaginaria mamada de Ángel aumentaba el ritmo, ahora bajaba a mis huevos y les paseaba la lengua. ¡Qué placer! esa lengua juguetona paseándose también por mi glande, jugando con el hueco de en medio de éste... Ahora yo tomaba a Ángel de la cabeza con ambas manos y prácticamente le follaba la boca de una forma bestial, me encendía aún más al imaginarme tal escena; yo dándome placer a través de esa tibia y húmeda cavidad, mi polla entrando y saliendo de ella una y otra vez. Me imaginé a punto de correrme y sacarle mi cipote de la boca y ver su cara de vicio y lascivia, eso me encendió aún más y me corrí como nunca en las muy contadas pajas que me había hecho anteriormente. Terminé exhausto pero enormemente complacido.

Ya al terminar de asearme, y volver a mi digamos "homeostasis", empecé a recriminarme... No era posible, yo nunca me había pajeado pensando en otra persona que conociera, y menos en otro chico. Lo que acaba de pasar, así fuera sólo en mi imaginación empezaba a preocuparme.

Pero no había ni empezado a vivir todas las experiencias que iba a dejarme esta situación.