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David y Ángel: Capítulo 6, Consumación.

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Capítulo 6: Consumación.

Por fin había pasado ese amargo momento con Mariana. Pero por otro lado, Ángel nos había expuesto a ambos, bueno y yo también porque le correspondí cuando me besó. Honestamente, y no me apena para nada decirlo, recuerdo la cara de esa maldita zorra poligonera al vernos en semejante morreo y me parto el culo de risa. Jajaja ¡En tu cara, mardita loser!

Y ahí estábamos, mi Angelito y yo, en la cocina, tomando chocolate como 2 niños pequeños(a él sí que le lucía eso). Le quedó un bigote de chocolate, ya que estaba muy espeso y se veía muy gracioso, y dicho sea de paso, tierno y hermoso. Me quedé mirándolo fijamente, y, por primera vez desde que nos conocimos, le sonreí y el me miró desconcertado pero  a la vez muy feliz.

--¡Vaya! por fin me sonríes--apuntó sonriendo con ese tono entre picarón y tierno que me mataba--y me gusta, te ves lindo. ¿Qué me ves?

--Nada--le contesté sonrojándome un poco pero haciéndole el gesto de que tenía algo encima de su labio superior.

--Pues quítamelo tú--dijo muy sensualmente acentuando el "tú" y pasando la lengua provocativamente por sus labios de izquierda a derecha y mordiéndose el labio inferior. Luego tomó mi mano derecha con ambas manos y la llevó a la altura de su boca, pasando la lengua  muy sensualmente por entre mis dedos y poniendo esa cara como de peli porno potenciada por esos azules traviesos y juguetones.

¡Qué berraquito para saberme prender! Me estaba estremeciendo por esa actitud tan calentorra del niño, ¿Acaso era así realmente? ¡Qué suplicio! eso de pedir marcha a cada dos por tres sólo podía significar que Angelito, o estaba obsesionado conmigo, o era un sátiro.

--A ver, gatito--le dije algo travieso, él me miraba fijamente--Creo que deberías dejar de ser tan goloso, que de tanto dulce, te vas a indigestar.

El bobito se me quedó viendo con una cara de estupefacción como diciendo "What the fuck!? Lo que me causó gracia pero no se lo demostré. Posteriormente lo atraje hacia mí y puse mi cabeza sobre su hombro derecho abrazándolo.

--No pidas el postre sin antes haber comido--le susurré al oído, y al terminar le pasé mi lengua por la curvatura y el lóbulo de su oreja y luego le dí un pequeño mordisco. El pequeño se estremeció y dejó escapar un gemido de placer. ¡Gracias, benditas pelis porno! Ese truquito me sirvió mucho, jejejeje. Para que luego digan que viendo porno no se aprende nada útil que aplicar en el diario vivir; por muy mal guión que tengan y que los actores no es que sean tan actores, algo bueno se saca de ellas.

Al parecer la tensión por el estado de Mariana, la revelación mía y de Angelito había pasado ya a término definitivo; La casona se hallaba muy silenciosa, bueno, en lo que a actividad humana se refería porque la tempestad aún era poderosamente estruendosa. Subimos a mi cuarto, aquel donde nos habíamos reconciliado por así decirlo. El garoso de Ángel ni bien me dejó entrar y ya sofocaba mi boca con la suya. Tenía mi cuerpo prisionero de su abrazo. Obviamente yo no estaba molesto, sería muy tonto de mi parte. Qué digo tonto, ¡ESTÚPIDO! ¿Se imaginan ustedes, yo rechazar al niño más hermoso de todo ese mugriento pueblo de mierda putrefacta  donde vivíamos él y yo? ¿Niño que, para acabar de rematar, estaba enamorado de mí? Porque honestamente, no había de qué hacer caldo allí salvo por Ángel. Y ahora que lo medito, yo en repetidas ocasiones lo hice. Sí, lo de rechazarlo. Pero él no se daba por vencido, así que terminé por rendirme a sus encantos y ¡QUÉ ENCANTOS! ¡Virgen de las prostitutas! Ya estoy hiperventilando no más de acordarme, jejejeje. Bueno en fin, cerré como pude la puerta y de alguna forma nuestras camisetas se fueron de nuestros cuerpos. Nos acostamos en la cama. En realidad, él encima mío, recostado en mi pecho acariciándome mi prominente pancita a la que ya le salían algunos vellos sobretodo bajo el ombligo, hacia la zona del pubis. En contraste con él que era completamente lampiño.

--Me encantas--susurró como para si mismo pero diciéndomelo a mí, sonriendo como si de la mayor felicidad se tratase. Yo también sonreía como un idiota.

--Y tú a mí--le contesté sin apartar mis ojos de su mirada.

Volvimos a besarnos, pero ese beso ya no era de amor. Había fuego, había pasión. Había líbido. Era un beso agresivo, un beso animal. Nos mordíamos los labios y resoplábamos viciosos de placer, llenos de morbo, totalmente desinhibidos. Nuestras manos no se estaban quietas; cara, cuello nuca, pecho. Nos tocábamos apretando cada parte, sintiendo cada rincón. Decidí pasar al siguiente nivel. Ahora yo me puse encima de él. Dejé de besarlo en la boca, sólo para dedicarle atención al resto de su ser. Su olor a machito en desarrollo, junto con ese aroma infantil que aún poseía me estaba volviendo una bestia. ¡Qué morbazo! Bajé por su cuello mordisqueando, lamiendo, besando cada centímetro de su piel. Piel de terciopelo. Excelsa. Perfecta.

Llegué a su pecho. Me encontré con 2 rosados pezones que reclamaban mi atención. Comencé por el derecho. Lo mordisqueaba en la punta, le pasaba mi lengua en círculos, con mi mano derecha, le daba atención al otro. Mi Angelito se retorcía de placer, pasaba sus manos por mi cabeza, acariciándome el pelo y mi cara. Sus gemidos eran el aviso inequívoco de que yo estimulaba un punto muy sensible en él.

--Dei, ahhhh, no paressss. Hmmm si, sigue--gemía él mientras yo seguía en mi labor. Lo tenía totalmente a mi merced. Quería ir más abajo, un montículo en su jean me invitaba lascivo, poderoso y llamativo. Me invitaba a darle mi atención también. Pero esa tela me estorbaba. Tenía que deshacerme de ella...

Unos golpes en la puerta nos cortaron el rollo. Ángel se volteó hacia la derecha de lado y tapándose con una sábana para que no se notara su erección, haciéndose el dormido. Yo cabreado me acomodé mi polla en mi jean y me levanté.

--David, abre por favor--era la voz de mi primo Juan. Abrí la puerta.

--¿Qué pasa?--inquirí algo mosqueado.

--Perdona que te moleste--contestó él-- pero es que con todo lo que pasó ahora, no había tenido oportunidad de comunicarte lo que me dijo don Gildardo, el amigo de mi papá. ¿Recuerdas a Mateo, el hijo de él?

--Sí, algo--contesté secamente.

--Pues me dijo don Gildardo que va a estudiar allá donde tú vives y que lo más probable es que se quede en tu casa.

--¿En mi casa?--pregunté algo sorprendido.

--Así es--afirmó él--va a cursar lo que queda del año. Según recuerdo va en el mismo grado tuyo.

--Ya veo--concluí pensativo.

--Bueno, perdona haber venido así tan de sopetón. Por lo que veo Ángel se quedó aquí contigo. Bien, mañana salimos temprano, que tú tienes varios asuntos que resolver e igual yo con aquella--mi primo se fue y yo cerré la puerta. Angelito volteó a verme; en su mirada podía notar cierto interés y ganas de saber algo. Ese algo tenía que ver con lo que dijo mi primo.

--¿Quién es ese tal Mateo?--Preguntó fingiendo enojo.

--El hijo de un amigo de la familia--contesté de lo más despreocupado-- si es cierto lo que me dijo mi primo, lo verás muy pronto.

--Eso de que se va a quedar en tu casa no me gusta nada--Ángel estaba celoso, o eso era lo que me daba a entender. Le eché más carbón a ese fuego, me encantaba verlo enojado porque se veía más lindo el condenado chamaco (oops! acento chilango detected)

--Bueno, quizás podríamos andar los 3, él no es nada feo y además te caería muy bien--Obviamente estaba mintiendo; por nada del mundo iba yo a cambiar a Ángel, ni mucho menos compartirlo. Voy a ser sincero con ustedes. Yo como hombre de ciencia, apoyo la poligamia porque es un comportamiento propio de los primates entre los cuales estamos incluidos los homo sapiens-sapiens, y si fuera otro u otra vaya y venga, no me importaría. Pero, de ahí a yo compartir a Ángel con otra persona, eso ¡JAMÁS!

--No puedes hablar en serio David--Angelito sonaba entre molesto y triste. No dije nada, simplemente me acosté de nuevo, pero esta vez le daba la espalda a Ángel.

De nuevo volvía esa frialdad a mí, y era precisamente por la inclusión de Mateo en mi rutina. Nunca me agradó como ninguna otra persona, salvo mis primos y Ángel. Mateo era, hasta donde me acordaba, un niño muy bonito. Demasiado de hecho. Lo suficiente para llamar la atención de Ángel, y si a eso le agregamos la imponencia que tenía y su forma de ser tan magnética y atrayente... Sí, iba a ser un problema el que Mateo llegara a inmiscuirse entre Angelito y yo, como pasaría muy seguramente de llegarse a quedar en mi casa. Quizás iba a perderlo porque Mateo enamora hasta las piedras, aunque conmigo no pudo porque siempre me cayó como patada al hígado. Tal vez con Ángel sería muy distinto. Ya me estaba resignando a que pasara eso.

--¿Qué tienes Dei?--me preguntó Angelito mientras me abrazaba--te siento distante.

--Nada--contesté un poco frío--sólo que no dejo de pensar varias cosas.

--¿Qué cosas?--inquirió.

--Nada en especial, y ya duérmete que tenemos que levantarnos temprano--alegué un poco molesto, Ángel se volteó bruscamente dándome la espalda. Había vuelto a tratarlo mal sin razón. Cuando ya él estaba profundo, me levanté de la cama, y lo observé dormir. Era realmente un encanto, un hermoso espectáculo para mis ojos. Salí del cuarto, necesitaba aire, y aún la tormenta no daba tregua.

Llegué a los establos, sospechosamente había una luz encendida. Al entrar encontré a mi primo Juan sentado al lado de la puerta.

--¿Tampoco puedes dormir?--me preguntó.

--No--contesté.

--¿Pasó algo con Ángel? ¿Pelearon?--mi primo estaba muy interesado.

--Pues pelear no, sólo que le contesté feo sin razón y se enojó.--respondí.

--¿Es por lo de Mateo verdad? Sé que él no estaba dormido cuando te lo conté.--apuntó mi primo. De verdad que no dejaba de sorprenderme.

--Sí, sabes que a mi él nunca me ha caído bien, y la verdad, eso que me contaste no me gusta para nada. No tanto el hecho que se quede en la casa, sino más bien que por su culpa yo pierda Ángel y me cambie por él, porque seamos honestos primo, a ese Mateo hasta la hierba lo mira. Yo en cambio, soy un cero a la izquierda--Estaba triste conmigo mismo, yo sufría de autoestima baja y la ocultaba con mi indiferencia, por eso nunca hacía migas con nadie, siempre me vi como alguien inferior al resto de gente por mi condición física del sobrepeso y por eso me hice ese escudo de frialdad y antipatía. Un escudo que Ángel logró traspasar y romper, pero que yo debía reconstruir.

Mi primo se fue de regreso a la casona, dejándome sólo. No pude evitar llorar un poco, me sentía mal por volver a ese estado de inseguridad, me odiaba a mí mismo por ser tan débil, por no ser más fuerte, quizás de ese modo no me sentiría de esa manera.

Me acosté en una cama de heno que había en un establo vacío. El olor a caballo y a heno me encantaba, pero sobretodo me relajaba. Quería olvidarme por un momento de Ángel y de lo de Mateo, quería volver a la tranquilidad de antes.

Me estaba quedando dormido, cuando unos golpecitos en mi hombro me sobresaltaron.

--¿Por qué me dejaste solo?--Era Ángel con su voz triste y apagada, casi que a punto de llorar.

--Ángel...--contesté igualmente triste--tú eres el único capaz de cambiar mis emociones, de hacerme feliz, de hacerme sentir mal. Yo jamás me había sentido tan feliz y a la vez tan triste, como desde que te conocí. Y si te soy sincero, tengo miedo. Miedo de que Mateo te cautive, miedo de que te intereses por él y que me dejes. Me da pánico la idea de que algún día, tú me dejes por él. Y lo peor de todo es que  tiene armas de sobra para que eso pase.

--Por muchas armas que tenga, no tiene algo que tú sí--refutó Angelito mirándome fijamente con una vista muy cálida.

--¿Qué es?--inquirí.

--Él no es tú, Dei--contestó sonriéndome y aproximando peligrosamente sus labios a mi oreja izquierda.

--No huele como tú, no tiene tus ojos, no tiene tu boca y mucho menos debe saber besar como tú, tampoco piensa como tú. No hay forma en la que él pueda alejarme de tí--Ángel susurraba a mi oído de una manera tan sexy y sus exhalaciones me encendían, tal que quería devorarlo a mordiscos y a lametones y a chupetones, y a besos. Quería poseerlo hasta el fastidio. Lo haría mío. Tenía que hacerlo. Él lo quería, y yo también. Teníamos que consumar nuestros sentimientos en una fogata de amor y sexo ardiente.

Nos fuimos de nuevo al cuarto, pero era distinto. Ahora sabía y estaba seguro de que Angelito sí estaba realmente interesado en mí, que por fin alguien me amaba. Sabía que no todo iba a ser color de rosas y más con lo que se venía: la llegada de Mateo. Pero aun así, tenía que luchar por lo que era mío y estaba 100% seguro que el mequetrefe ese, al ver que yo trataba con Ángel iba a querer opacarme.

Angelito me invitaba provocativamente a acompañarlo a la cama. Su mirada era fuego, tenía pasión y energía, pero el encanto de su azul resplandeciente. Una invitación que no podía desaprovechar. Comenzamos a morrearnos desesperadamente ambos de costado. Ahora me sentía más seguro respecto a dónde quería llegar, así que fui a por ello. Retomé la posición en la que nos había interrumpido mi primo, volví a descender besando y mordisqueando su cuello blanco e inmaculado, generándole pequeños gemidos de placer. Encontrándome de nuevo con ese par de pezones rosados, y su muy bien formado pecho y abdomen. No podía aún creer que fuera el propietario de semejante obra de arte. Él recorría mi cara con sus suaves y semi-inexpertas manos acariciando mi barbilla, mis mejillas y luego pasando a mi nuca. De nuevo su olor exquisito expulsando feromonas cuasi-adolescentes me embriagaba ferozmente. Florecía en mí ese instinto sexual que todos poseemos escondido en alguna parte de nuestra razón.

Por fin podía ir más allá de su sexy y delicioso ombligo, volvía a encontrarme con el jean. Miré a Ángel como buscando su consentimiento, y éste me devolvió la mirada con un gesto de deseo, acentuándolo al morder su labio inferior provocativamente. Era todo lo que necesitaba. Llevé mis manos a su pecho y descendía a través de su torso hasta su cintura, allí donde empezaba la tela. Centré el objetivo y ambas manos fueron a dar al botón que mantenía escondido aquello que yo quería descubrir. Sin más prisas deshice el hechizo de éste.

Noté que Angelito estaba ansioso, su respiración se había vuelto más agitada, a medida que bajaba el cierre y descubría unos bóxers blancos que contenían un considerable bulto prisionero. Abrí mis ojos al ver semejante espectáculo. El niño no dejaba de sorprenderme. Esbocé una sonrisa de satisfacción. Seguramente iba a tener diversión en grande. acerqué mi rostro a esa zona, aspirando su aroma. Era un aroma diferente. Definitivamente diferente del resto de su cuerpo, pero no por ello desagradable. Todo lo contrario, era un olor igual de hechizante, pero con un aliciente tan poderoso como el provenir de esa zona tan erógena. Lo admito, mi fetiche es el olor y aquel olor sí que ganaba todos los premios habidos y por haber. Alejé mi cara y puse mis dedos sobre el elástico de sus bóxers. Iba por fin a liberar su ardiente mástil. Empecé lentamente a meter mis dedos un poco adentro para poder proceder a bajarlos. Angelito se estaba impacientando, me lo hacía saber porque movía mucho sus pies. Seguí con mi trabajo, él instintivamente levantó su cadera para facilitarme las cosas. Cuando hube terminado, me quedé maravillado con el panorama que se presentaba ante mí. Su polla si bien no debía medir los 15 centímetros si era casi que tan gruesa como la mía, del mismo blanco que su piel y sin circuncidar. Una bonita polla, sí señor. Y se veía aún más grande ya que no tenía vellos púbicos, y no porque se los hubiera quitado, sino que aún no le salían. Se me hacía agua la boca, no le dí más largas al asunto, la tomé con mi mano derecha y Ángel se estremeció. Lo pajeaba acompasado, el sólo gemía y resoplaba de placer. Obviamente no iba a durar mucho si seguía así. Detuve mis movimientos. Ángel me miró algo extrañado.

--¿Por qué te detienes?--me preguntó aún con tono excitado.

--Si sigo así, vas a durar muy poco--le contesté--y tengo muchas cosas que probar contigo.

--Pero se siente tan rico Dei--Suplicaba poniendo esa voz tan tierna y sexy que tanto me derretía.

--Mejor pasemos a otra cosa--sugerí picándole mi ojo derecho y llevando mi boca a su polla.

Ángel se estremeció al igual que yo, al hacer contacto. ¡Qué sensación! La piel lozana de su tronco con mi boca, tenía un sabor completamente nuevo para mí; un inicio sutil, un cuerpo suave, pero con una base robusta, parecido al sabor del durazno, sin ser el mismo. En ese momento me parecía el manjar más apetecible del universo. Comencé a meter y sacar su polla de mi boca lentamente, saboreando cada centímetro de ésta. Me costaba algo de trabajo ya que el grosor era considerable. Ángel instintivamente puso sus manos sobre mi cabeza, quería llevar el ritmo.

Estuvimos así unos 2 o 3 minutos y ya me dolía un poco la mandíbula. El condenado crío tenía más aguante de lo que me imaginé. Me sorprendí un poco cuando abruptamente me quitó su mástil de mi boca y me atrajo hacia él y me besó, se puso encima de mí, en un movimiento algo brusco y me miró fijamente.

--Mi turno--soltó así no más y acercó su cara a la mía de nuevo.

Empezó a besarme el cuello, haciendo el mismo recorrido que yo había hecho anteriormente. Llegó a mis tetillas, creí morir de placer cuando empezó a lamerlas y a mordisquearlas. ¿Dónde había aprendido a hacer eso y de esa manera? Estuvo un rato allí y luego pasó su lengua por mi panza, me daba algo de cosquillas, pero eso me ponía mucho. Finalmente llegó al mismo sitio donde yo había llegado. Con calma, pero también con mucha expectativa, Ángel desabrochó mi blue jean y comenzó a bajar el cierre. Se encontró con un bóxer color azul rey y un tremendo bulto que reclamaba su atención. El olor de mi zona privada inundó el ambiente. Era obviamente un olor más fuerte, más de hombre lo que acentuaba el hecho de que yo ya dejaba de ser niño. Pero a Ángel no pareció desagradarle porque pegó su cara a mi zona púbica, embriagándose de él. Restregaba su cara contra mi dura polla aspirando el olor de mi zona genital y exhalando de placer, movía su cabeza de un lado al otro pegada a mí. Parecía ido, parecía estar al borde del éxtasis.

¿Qué te ocurre?--pregunté extrañado.

--Es que me encanta este olor, huele delicioso--contestó Ángel vicioso de placer.

Afuera aún llovía copiosamente, Ángel comenzó a bajar mis bóxers, el contacto de sus manos en mis caderas me extasiaba sobremanera. iba un poco despacio, subí un poco mi pelvis para que me quitara el bóxer más fácilmente. Al terminar, y al ver la erección que yo ocultaba no pudo evitar demostrar su asombro. Inmediatamente se la llevó a la boca. Pero en eso no era muy hábil, me estaba haciendo un poco de daño con los dientes.

--Espera--le dije--No uses los dientes, haz de cuenta que es un helado lo que chupas, y ve más despacio.

Angelito siguió mis indicaciones y comenzó de nuevo y lentamente a chupar mi pene, esta vez sin usar los dientes y provocándome una excitación y placer desconocidos para mí. Era muchísimo mejor a como me lo había imaginado. Yo quería más, así que tome su cabeza con mis manos y empecé  a aumentar la velocidad de la fellatio. Él parecía disfrutar mucho la situación. Pasaba su lengua por mi glande, jugaba con él y eso me ponía más burro, si es que se lo puede estar. Sus gemidos y jadeos cargados de placer me tenían al borde de un ataque, sumado con el hecho de tenerlo ahí chupándome la hombría, haciéndome un pete que en cada mamada mejoraba. ¡Santa Sor Raimunda, patrona de los folladores! qué caliente estaba yo con ese ejemplar, y más al saber que sus artes amatorias y mamatorias eran mucho mejores de lo que me las imaginaba. Yo flipaba en HD, de verdad que sí. No me lo creía, era un sueño hecho realidad. Estaba a punto de correrme con todo el estímulo visual y sensorial que tenía.

--Ángel--jadeaba--creo que ya... voy a terminar--él sólo se aferró más a mi tronco y siguió chupando pero más rápido, varios segundos después 3 potentes trallazos de mi esencia fueron a dar a su boca. Seguía metiendo y sacando mi polla de su boca, exprimiendo hasta la última gota de mi corrida. Cuando vio que no podía sacar más, me miró, me sonrió y luego se pasó la lengua seductoramente por sus labios.

--Qué rico sabes--apuntó coqueto. Yo estaba en ese estado de relajación post-orgasmo y sólo pensaba en devolverle el favor.

Ángel pareció leerme el pensamiento porque se acostó a mi lado derecho boca arriba, inmediatamente bajé a su polla y comencé a chuparla con fruición. Angelito suspiraba, resoplaba y jadeaba con cada chupada y lametón que yo le daba a su cilindro. Lo tenía completamente rendido al placer. Sentí que se movía más agitadamente. Señal inequívoca de que estaba a punto de correrse.

--Dei, no sé qué es esto pero me gusta mucho--La respiración agitada, y el hablar entrecortado fueron la antesala a la eyaculación de mi Angelito. 2 trallazos de su néctar, se aparearon con mis papilas gustativas, dándome un gusto dulzón, muy delicioso.

Ambos terminamos exhaustos, era mucho voltaje. Nos abrazamos en posición de cucharita desnudos como estábamos, yo detrás de él y nos cubrimos con la sábana. Caímos rendidos del cansancio, o del éxtasis que habíamos sentido. No lo sé. El caso es que no me importaba. Estaba al lado de lo que más amaba.

--Te amo Angelito--Le susurré al oído, dándole un beso en la mejilla. No recibí respuesta. Se había quedado profundamente dormido.