miprimita.com

David y Ángel: Cap especial, Primer aniversario

en Gays

Hola gente!

Bueno, me había tomado mi tiempo de vacaciones (comí como marrano de ceba) pero hoy vuelvo con este especial :D espero que les guste, me costó un tanto escribirlo porque tuve problemas de inspiración. Pero reitero, lo hice con mucho esfuerzo para ustedes. No voy a escribir más sobre Dei y Angelito porque ya quemé hasta la caja de los fósforos con ellos, intentaré retomar el relato del asesino, porque coño, se me han ocurrido unas cosillas bastante gore. No quiero adelantarles nada, pero veamos cómo sale. En fin. Los dejo con el relato y como siempre, disfruten de la lectura! :D

Especial: El primer aniversario.

Las cosas entre Angelito y yo, no podían ir mejor. Desde aquel suceso con Daniel y toda la cosa, pues nos afianzamos. Fuimos la primera pareja gay reconocida (y temida, por supuesto) de todo el colegio y ese maldito pueblo donde vivíamos. Mi mamá no tuvo inconvenientes en tener a un hijo gay (bisexual de hecho) pero no pasó lo mismo por el lado de Angelito. Su familia era de fuertes convicciones católicas y obviamente sabrán ustedes que el libro que rige dicha creencia es bastante explícito en su homofobia de por sí. El primer mes, en el que tanto él como yo decidimos hacerlo oficial, tuvimos problemas con su familia, sobretodo con una tía que era bastante religiosa. Me odiaba a morir. Le decía a mis suegros que yo era el diablo y estaba en la carrera de obtener su alma. Menuda vieja pendeja. Típico de todos esos rezanderitos de pacotilla. Total tanto sus padres, como el resto de su familia, y en especial su tía camandulera chupa pollas sacerdotales, tuvo que aceptarlo. Nada me iba a separar de Angelito, y menos, un tipo misógino, sádico, celoso, cruel e inexistente. Ese fue uno de los impases que tuvimos que superar.

Al mes y medio siguiente, recibimos una llamada de Ricardo, su hermano Daniel se había suicidado. Si bien me tomó un poco fuera de base, la verdad no me sorprendió. Angelito si lloró un poco y se sintió culpable cuando le conté lo que me había dicho el azafato (Ya sé que se dice auxiliar de vuelo, pero esa leche es muy larga y a mí me da pereza, así que azafato se queda y punto) Ricardo vino a enterrar a su hermano aquí. Por obvias razones, ni Ángel ni yo fuimos al entierro. Me extrañaba un poco que no nos odiara, en especial a mí, ya que por haberlo expuesto delante de todo el mundo, él había terminado por acabar con su vida. Lo más curioso del caso, es que unos días luego del entierro de Daniel, el azafato apareció en mi casa.

--David, no vengo a quitarte mucho tiempo. Sólo quiero entregarte esto—dijo entregándome un pequeño sobre—Dan me dijo que te lo entregara.

--¿A mí?—pregunté algo escéptico.

--Sí, eso decía la nota “entregarle a David Marc”—contestó el azafato con un tono bastante acongojado.

--Bien, lo leeré, pero, déjame y llamo a Ángel, creo que esto también le compete a él­­—apunté tomando mi celular. A los 10 minutos, Ángel estaba sentado a mi lado y yo abriendo el sobre. Empecé a leer en voz alta:

“A veces es duro fingir lo que no se es, a veces es duro sonreír cuando tu alma está llena de tristeza y frustración. Cuando no puedes decir lo que en verdad sientes porque tienes una imagen y reputación que cuidar. Sí David, es mi caso, y nunca te habría escrito esto, de no ser por la decisión que he tomado. Siento que haciéndolo, mi alma podrá descansar, o al menos, hacer la pena menos dolorosa en el infierno.

 

Verás, desde lo que pasó en la fiesta de Ricky, sentí tanto odio hacia ti. Tú, un sin gracia, un simplón amargado, un pendejo que se aburría hasta de sí mismo, pero con una suerte tan envidiable que hasta el mismo Dios sentiría celos de ti. Sabes a qué me refiero. Esa suerte tuya se llama Ángel, la suerte que yo debí tener y no tú. Nadie me conoció realmente, ni siquiera tú con todo lo deductivo y analítico que demostraste ser. No vislumbraste ni por un segundo, que yo quería a Ángel no por capricho, sino por sentimiento verdadero. Que si lo molestaba no era por jugar con él y hacerlo sentir mal. Lo hacía porque no tenía otra forma de captar su atención. Del odio al amor hay una delgada línea que desgraciadamente él no cruzó, porque tú te interpusiste en su camino. Tú te lo llevaste de mi lado. Te preguntarás a qué me refiero en este momento. Pues bien, déjame contarte un poco sobre mi verdadero yo.

 

Cuando tenía 13 años, conocí a Andrés, él y yo estábamos en clases de natación. Por alguna razón no podía dejar de mirarlo, tú sabes, estás en la edad donde se supone apenas empiezas a descubrir el sexo y todos los cuerpos, sean de hombres o mujeres, te producen curiosidad. El caso es que un día ya después de varios meses de clase, él me confesó que estaba enamorado de mí y me sentí muy feliz porque yo también me había enamorado, o al menos, eso sentía. Con Andrés tuve mi primera relación, fue mi primer polvo, mi primer beso, mi primer novio, mi primer amor. Pero claro, luego de que Andrés obtuvo lo que quiso de mí, y de ilusionarme de la manera más tonta, me dejó, un día cualquiera, me dijo que yo ya no le interesaba, que había alguien más, un tipo de 16 del cual nunca supe su nombre. Como entenderás, todo se me vino abajo. A partir de ese día, me prometí cero debilidades. Lo irónico del asunto es que a Andrés le terminó su otro novio unos meses después así como él me había roto a mí. No sé cómo me encontró porque desde el rompimiento, me cambié de clases y para fortuna mía, 15 días después, nos habíamos mudado de casa y cambiado de números, pero dio conmigo. El muy infeliz estaba en mi casa. Me pidió hablar y me dijo que estaba muy arrepentido, que quería intentarlo de nuevo. Y ví allí mi oportunidad de hacerlo pagar por lo que me había hecho. Esos meses sin él me dieron la fuerza suficiente para fingir sorpresa, y felicidad y decirle un muy alegre “sí quiero volver contigo” Pobre de él, ahora iba a saber lo que era venganza.

 

David, a este punto te sentirás identificado conmigo, ¿verdad? Sabes lo que es el usar a las personas, el hacerles creer en un algo que no sientes, lo sabes, somos la misma clase de mierda. Con la enorme diferencia de que tú si pudiste encontrar aquello que tanto anhelabas y yo luego de 2 intentos fallidos no quise perder más tiempo.

 

Estuve fingiendo más o menos por un mes con Andrés, eso sí, yo tenía mis escapadas con otros, y en una de esas escapadas, conocí a la chica con la cual destrozaría a Andrés, Laura. Ella fue mi primera novia, nos hicimos novios aun cuando yo todavía era novio de Andrés. Y debo decirte que el día que Andrés se dio cuenta, pude ver realizada mi venganza. Nos descubrió a Laura y a mí besándonos en el parque, ella le daba la espalda, así que yo podía ver su cara de espanto y tristeza. Se fue corriendo. Luego de unos días, llegó a mi casa a pedirme explicaciones, ¿Te lo imaginas, David? ¿Un ladrón juzgando a otro? Opté por decirle todo, TODO lo que hice en ese mes que llevábamos “reconciliados” le dije que nunca me había interesado volver con él y que si lo hice fue para ese momento, para verlo destrozado, para verlo convertido en nada. Que sintiera lo mismo que me había hecho y con creces. De más está decir que no volví a saber de él. No sé si haya muerto, o haya tenido otro amor, pero desde que salió corriendo llorando de mi casa, desde ese día murió para mí.

 

Con Laura estuve como 4 meses, estaba muy buena y culiábamos genial, pero era demasiado irritante que quisiera controlarme. Siempre era lo mismo: “no me gusta esa amiga tuya”, “no me gusta ese amigo tuyo” “¿dónde estás?” “¿con quién?” Me estaba asfixiando, hasta que un día me cansé y en su misma cara empecé a salir con otra chica, y ya deducirás de dónde venía mi fama de rompecorazones. Para mí, eran sólo un objeto que me daría placer por un tiempo, y luego, se cambiaba el modelo. Así pasaron varias y uno que otro chico en vacaciones cuando viajaba a algún sitio.

 

Pero todo cambió el año pasado. Un día recién llegado al colegio se me cruzó la persona más hermosa que he visto y no sólo por el físico, sus ojos transmitían tanta dulzura, tanta inocencia, que por un momento, quise aventarme y darle un beso sin importarme el resto de la gente. Sabes a quién me refiero, ¿verdad? Apuesto a que estás leyendo esto en voz alta y él lo está escuchando. Sí, Ángel, eres tú. Tropezarme contigo fue lo mejor que me ha pasado en la vida, verte en el suelo con esa carita, rompió todo lo malo que traía en mi corazón. Y no pude evitar enternecerme y ayudarte. Quería acercarme a ti y darme una nueva oportunidad. Creo que nunca me sentí tan bien como contigo, ni siquiera con Andrés cuando estaba tan enamorado de él. Pero luego de un tiempo, en el cual teníamos cierta amistad, tú empezaste a alejarte, empezaste a no querer estar conmigo. En aquel entonces no lo sabía, pero no tuve que pensarlo tanto luego de atar cabos. Estabas enamorado de alguien, en un principio pensé que era una niñita tonta, pero luego, por casualidades de la vida, me enteré o mejor dicho, deduje que era un niño. Y yo tenía que saber quién era, para apartarlo del camino. Empecé a volverme más hostil contigo, con todos. Yo necesitaba que tu atención fuera sólo para mí. David, luego que termine de contar esto, tendrás una visión muy diferente de mí.

 

Para no hacer muy larga la cosa, decidí que si no podía tenerte a las buenas te iba a tener a las malas, Ángel. Por eso te amenacé con decirle a todo el mundo que eras marica. Quería que me odiaras para que luego de tanto odiarme, me amaras. Pero no, David se interpuso en mi plan, aunque yo aún no sabía que se trataba de él.

 

Aquella tarde en la que te obligué a besarme, me di cuenta de que me engañaba a mí mismo. Cuando posé mis labios en los tuyos, no sentí nada de parte tuya, estaban fríos. No sentían nada. No sabían a nada. Me di cuenta, de que no iba a poder tenerte. Y como no iba a poder lograrlo, entonces quise arruinarte la vida a ti y a tu amorcito, que resultó ser nada más y nada menos que David. Comencé por apartarte y decirte que sólo eras un juego, que yo no soy marica (cuando siempre lo he sido) y la ayuda de Mateo, otra víctima del amor no correspondido como pude deducir después, me vino de maravilla. Pero te subestimé David, subestimé demasiado tus capacidades. Me diste un golpe en el orgullo que nadie podría haber resistido. Más con la trampa que me tendiste con Camilo. Bien hecho, decir eso de mí en video para hacerlo cierto, pero si lo llegaste a ver completo, verías que no soy precisamente un picha corta y menos que no sé culiar.

 

En verdad, me hubiera gustado que Ángel estuviera conmigo, pero te escogió a ti. Vio algo en tu amargura que el resto de nosotros pasamos por alto. Porque, David, yo te he observado también, aunque no lo creas, eres muy interesante. Tanta maldad en alguien es digna de admirar. Alguna vez quise ser tan déspota como tú, y lo confieso, algunas veces intenté captar ese modelo y aplicarlo en mí. Porque me gustaba ver como nadie te importaba en lo absoluto. Y por eso, el saber que Ángel y tú eran novios me sorprendió sobremanera. Me hizo preguntarme muchas cosas que, finalmente cuando vi el ímpetu con el que defendiste muy inteligentemente a Ángel en la fiesta, entendí. Eres leal  e incorruptible hasta las últimas consecuencias. Y eso, lo tenemos las personas como nosotros. Me vi reflejado en ti. Yo también habría defendido así a Ángel.

 

Quizás esto no haga que me perdonen, pero quería hacerles saber el porqué. Quería que ustedes me conocieran mejor, que supieran que el Daniel que veían no era del todo él. Ahora que el camino nos ha separado, quiero que tengan una feliz vida, que se tengan siempre el uno al otro, como yo hubiera querido tener. Nos veremos en el infierno, David y tú, Angelito, cuando estés en el cielo, recuerda que hubo dos personas que te amaron, pero que sólo una te tuvo en verdad.”

La carta de Daniel hizo que Angelito llorara, me abrazaba muy fuerte. Yo como siempre no transmitía ninguna emoción. El azafato también estaba acongojado. Angelito deshizo mi abrazo y lo fue a abrazar a él. Joel nos trajo té. Finalmente el azafato se despidió y mi monito y yo nos quedamos en silencio, luego él habló.

--No pensé que Dani tuviera tantos secretos—apuntó un poco pensativo.

--Sí, es cierto, Daniel estaba lleno de sorpresas—contesté acariciando su mejilla con la punta de mis dedos, le encantaba que lo hiciera, arrugaba su carita de tal manera que se veía más tierno de lo que ya era. Nos besamos pacientemente.

Ese día Angelito y yo no tuvimos sexo, había sido demasiada emoción y bastante revelador el que Daniel nos hiciera esa confesión. Y tuvo razón, ahora veo diferente a Daniel, era un chico herido y sólo actúo por despecho. Cuando creyó encontrar su bálsamo milagroso, se lo robé. O mejor dicho, el bálsamo no quiso ser suyo. Pero de todas formas, viéndolo objetivamente, lo entendía. Entendía la frustración, entendía el ahogo, todo lo que me transmitió Daniel en esa carta, lo entendí. Y eso, me hizo apreciar más el tener a Ángel junto a mí.

Los meses pasaron apacibles entre sendas jornadas de sexo de Ángel y yo, el colegio, Camilo con sus ocurrencias como siempre, Natalia se había mudado de ciudad, Mateo finalmente dejó de vivir en mi casa, y Claire, bueno ella resultó ser mejor amiga de Ángel que mía. El aniversario de Angelito y yo se acercaba y quería darle algo muy especial. Pero tenía que viajar fuera del país para traerlo. Aunque una idea mucho mejor se me ocurrió. Me iba a llevar a Ángel conmigo, aprovechando que mi mamá debía asistir a un congreso empresarial en Italia, más concretamente en Roma. Pero mi petit et moi no íbamos a quedarnos en Roma, ¡claro que no! Tenía que currármelo muy bien a ver qué podía inventar para secuestrar a Ángel por una semana.

El día del aniversario llegó. Era más o menos las 17:00. Le mandé un sms (muy cursi ahora que lo veo) que decía: “te espero donde comenzó toda nuestra historia” A los 20 minutos venía el dueño de mi hipotálamo y todas sus hormonas y reacciones químicas (Sí porque esa leche del corazón es tan erróneo como decir que la tierra es plana, el corazón sólo bombea sangre, punto) No pude evitar sonreír. Se sentó y nos dimos un beso muy cariñoso, nada calentorro.

--¿Recuerdas cuando nos vimos aquí la primera vez?—preguntó Angelito con cierta picardía.

--Como si apenas acabara de suceder—le contesté sonriendo y juntando su cabeza y la mía.

--Dei, quiero confesarte una cosa—dijo él con un tono más tímido—¿recuerdas cuando te dije que yo ya sabía quién eras antes de conocerte?

--Claro bobito, yo nunca olvido nada de lo que me dices—contesté.

--Es que… En ese momento en el que te hablé ya estaba enamorado de ti—dijo Angelito pegándose más a mí entrelazando nuestros dedos—Ahora entiendes a lo que me refiero cuando digo que te conocía antes de que tú me conocieras?

--Claro que sí te entiendo, pero, ya que estamos confesándonos cosas, debo decirte que yo te conocía antes de que pensaras en conocerme—dije yo sonriente y Angelito abrió los ojos mostrándose muy sorprendido.

--No te creo tontito—sonrió pícaramente mi Angelito con esa sonrisa que me mataba, ¡Alá! Cada vez que lo hacía me enamoraba más. ¡Mardito bueno!

--Déjame que te cuente—le susurré al oído haciéndolo estremecer.

--Dei—gimió él.

--Verás Angelito, fue un día aquí precisamente cuando te ví, yo estaba sentado en esta misma banca. Y tú estabas jugando con Kaizer, si mal no recuerdo, estabas con un frisby, tu pelo en ese entonces era más corto, estabas con un short negro y una camiseta de tirantes blanca y estabas descalzo.

--¿Tú en serio te acuerdas de todo eso?—inquirió el niño muy interesado.

--Siempre voy a recordarlo como si estuviera ocurriendo ahora, esa imagen tuya me quedó grabada a fuego. Aunque te vi en la distancia, algo me decía que debía ir a por ti—apunté sonriente perdiéndome en esos hermosos ojos azules de mi cuasi quinceañero novio.

--¿Por qué dices “a por ti”? ¿qué no es “por ti”?—preguntó algo confuso.

--Coño no me jodas con eso, arruinas la magia, jodé—le dije fingiendo molestia—Me quedó de vivir en España, allá dicen así.

--Ah, claro como tu acento raro que haces cuando estás o muy molesto, o muy sarcástico, ¿no?—apuntó.

--Exacto, er mi’mo con er que te camelo—Abracé a Angelito dándole un beso en la sien y proseguí con mi historia—Yo no sabía tu nombre en aquel entonces y de hecho ni me esforcé en averiguar por ti. Pero desde ese día, siempre que podía, me sentaba aquí a ver si te veía.

--tengo una duda—me interrumpió.

--dime—contesté.

--¿Por qué Kaizer se lleva tan bien contigo?—inquirió—es que es muy extraño, normalmente Kaizer sólo me quiere a mí.

--Kaizer y yo somos amantes—contesté mirándolo muy serio, tanto que se asustó. Aunque por dentro yo estaba que estallaba de la risa.

--No me estés jodiendo Dei, no me veas la cara de marica—espetó Ángel realmente molesto. Hasta enojado y diciendo improperios era un deleite para mí. No pude evitar reírme a carcajadas, de hecho muy demenciales, me puse muy rojo.

--¿Qué es tan gracioso, David?—preguntó notoriamente mosqueado, al parecer mi humor era demasiado negro para él.

--Pues que se te ocurre cada cosa, mon cherri—contesté todavía riéndome—La historia con Kaizer es muy graciosa, porque si no es porque tú lo descuidas, yo no hubiera podido averiguar ciertas cosas.

--¡¿Eh?!—exclamó Angelito aterrado.

--Sí, mira—dije ya poniéndome serio—Un día de tantos que estuve sentado aquí, ya era casi de noche y un perrito que se me hizo familiar vagaba por el parque. Tenía una linda cadena en el cuello que yo había visto antes. No sé por qué pero se me dio por gritar “¡Kaizer!” y el perro atendió el llamado, aunque cuando me olió gruñó un poco. Sabía que yo no era conocido. Pero extrañamente se dejó acariciar y me lamió la mano. Señal inequívoca de que me aprobaba. Vi que en su collar había una placa con su nombre, y la dirección de tu casa. Le dije que lo iba a llevar contigo. Y así fue. Con el pequeño detalle de que no dejé que me vieras, simplemente toqué el timbre y salí corriendo.

--Dei, no te imagino en esas—Angelito me dio un beso en la mejilla si recostó su cabeza en mi hombro.

--¿Sabes? Haciendo una retrospectiva de todo lo que hemos vivido, me siento afortunado de que te hayas atrevido a hablarme. Y mi mejor error fue caer en tus garras—dije concentrado  con los ojos cerrados, sintiendo la débil pero reconfortante brisa que nos acariciaba.

--Sí, definitivamente fue lo mejor—sonrió él apegándose más a mí.

--Espero que hoy no tengas planes porque te quiero sólo para mí, te voy a invitar a cenar—apunté rompiendo el leve momento de silencio.

--¿Y a dónde vamos a ir?—inquirió.

--No, a ninguna parte—contesté—yo voy a hacer la cena, así que te quiero a las 21:00 en mi casa.

--¡Wow!—Exclamó— ¿y qué me vas a hacer de cenar?

--Es una sorpresa tontito—dije cogiéndole la nariz.

Ya casi era la hora pactada. Angelito ya debía estar por llegar, la lasagna alla Dei estaba en el horno y yo debía ponerme algo decente para la ocasión. Joder ¡y se me había olvidao er puto vino de lo' cojone! Bajé al sótano a buscar en la bodega a ver qué buen sauvignon blanc había. Definitivamente los dioses petándome de nuevo. Es que ni que el mismo Dionisos me hubiera dejado sin existencias. ¡Borracho hijo de mil putas traga chota doblada!  No pude encontrar el vino en cuestión. Y ya casi eran las 21:00. Recordé que en el estudio hay una especie de inventario de los vinos que se compran y su ubicación. Busqué el vino en la lista. ¡Qué suerte! aún había una botella y estaba precisamente donde no había buscado. Me fuí muy contento a bañarme para poderme cambiar.

Al salir del baño, me puse una camisa morada de manga larga, pero las recogí hasta un poco má abajo del codo, un pantalón de color negro, zapatillas de igual color, junto con una correa. Encendí el nuevo sistema de aire acondicionado central de la casa, de otra manera no me habría vestido tan bien. Me bañé en mi loción favorita (Swiss Army Classic, no será la mejor del mundo pero su aroma es hipnótico) tomé el regalo que le iba a dar a Ángel y bajé a esperarlo.

A los 10 minutos más o menos llegó. Eran exactamente las 21:00. Eso me costó, pero por fin había domado al rey de la impuntualidad. Y es que mi Angelito podía ser hermoso, tierno, cariñoso, un "sex god"  y todo lo mejor de este mundo. Pero era más puntual una novia llendo al matrimonio, que él. Lo que sí no puedo negar es que cualquier trapo que se pusiera lo hacía ver muy bien. Obvio no iba vestido de cualquier forma; tenía una camisa blanca de manga larga por fuera, también con las mangas recogidas, algunos botones desabrochados, con un Jean, tennis converse rojos (muy sucios, como era de esperarse) Pero de una otra forma se veía tan bien. Rebelde pero tierno. Él se sorprendió de verme tan elegantemente vestido.

--¿Y qué se supone que celebramos hoy?--inquirió un tanto preocupado. Me dí cuenta de que el atembao no sabía qué día era. Opté por seguirle el juego.

--¿Te parece poco el hecho de que vas a comer algo hecho por mí?--dije de forma acusadora.

--Ojalá no pretendas envenenarme ¿eh?--atacó en su defensa el niño. Realmente ese comentario me hizo mucha gracia. Porque yo lo iba a envenenar, pero no con la comida, lo iba a envenenar en la cama.

Estuvimos hablando trivialidades, todo lo que habíamos vivido (él ni por enterado de que era nuestro primer aniversario) Sonó la alarma del horno (obvio que no del microondas, ¡coño!) y me fui a servir la cena.

La mesa que escogí era pequeña y cuadrada, perfecta para una cena de 2. No puse velas ni esas leches románticas. Eso hubiera sido pasarse a ya extremos. Puse los platos en la mesa. Joel traía el vino en cuestión, un Domaine Saint Roche ‘La Folie’ del 2009 en su correspondiente cama de hielo para conserver su temperatura (9°C) ya que él era el sommelier(Todavía recuerdo el regaño tan hijo de mil putas que me dio mi mamá cuando le dije que me había tomado ese vino con Ángel, ya que era su favorito del año, también regañó a Joel, pero le dije que él no tenía la culpa de nada, porque yo le había ordenado que fuera mi sommelier. No la culpo, hice una buena elección).

Serví la lasagnay Angelito se veía muy contento, al menos tenía buena pinta (hostia, pero si cocino de puta madre, igual estaba nervioso) Joel me ayudó trayendo las copas (de vino blanco, porque soy así de escrupuloso) previamente enfriadas para que al servir el vino, éstas no se empañaran tanto. Esperaba expectante la reacción de Angelito al probar el primer bocado. Se hacía de rogar el muy joputa.

--¡Dei está muy rico! (ñom ñom) —dijo aún con algo de comida en la boca. Me hizo mucha gracia verlo en esas y de por sí se veía muy tierno. Siguió degustando la lasagna. Había hecho un buen trabajo.

--Me alegra que te haya gustado, mon cherri—dije sonriendo como estúpido. Definitivamente, Angelito no dejaba de embelesarme. Yo mientras tanto le indicaba a Joel que sirviera el vino, me moría por probarlo.

Cuando Joel sirvió las copas, pude percibir un aroma muy equilibrado, de notas herbales y cítricas. Al agitar la copa se intensificaron los aromas cítricos y cerosos. Apenas probé el primer sorbo para catarlo, pude sentir que su textura era jugosa, refrescante y balanceada, con finales que recuerdan a fruta y una acidez cítrica sutil. El acabado era sumamente equilibrado entre minerales y frutas ácidas. Definitivamente iba bien con el sabor dulzón y robusto de mi lasagna alla Dei, y para nada se opacaban los sabores entre ellos. Se puede decir que hice un buen maridaje. A Angelito también pareció gustarle el vino. Le dije a Joel que también lo probara con la lasagna y que después me diera sus impresiones, ya que él no se había atrevido a decirme nada cuando salí de la bodega con la botella. Joel era un buen sommelier, no por nada había estudiado en Francia.

Luego de mi éxito con la cena, y de que Joel retirara la mesa, nos quedamos Angelito yo hablando y recordando nuestras anécdotas. Yo servía la última tanda de vino mientras mi niño sonreía como tontito, y me recordaba el día en que nos quedamos atrapados en la cueva y fue nuestro primer acercamiento carnal.

--En ese momento yo estaba decidido a que folláramos en la cueva—dijo riéndose muy animado, aunque con ese toque tierno que siempre tenía. A pesar de haber crecido, y haberse vuelto todo un mancebo delicioso, aún tenía el mismo aura de ternura que cuando lo vi por primera vez, cuando me perdí en esos hermosos luceros.

--Pues qué calentorro me saliste, ¿eh?—apunté muy jocoso también tomando su mano, era el momento de darle el regalo que le había comprado. Metí la mano que tenía libre en mi bolsillo y saqué una cajita negra.

--¿Qué es eso Dei?—preguntó curioso.

--Es mi regalo de aniversario, tontito. Sabía que lo ibas a olvidar, pero no importa, tú me darás algo mucho mejor que lo que yo te voy a entregar ahora—contesté haciendo que se le subieran los colores al pobre. Me acerqué a él.

--Dei…—comenzó  a sollozar—yo lo olvidé por completo. Perdóname.

--Shhh—le susurré—Tú eres mi regalo más grande, no necesito nada más de ti, con que me ames y estés conmigo, es suficiente.

--Eres tan lindo—sonrió dándome un beso cerrado. Nos seguimos besando por un buen rato.

--¿Qué te parece si te quedas a dormir hoy aquí? Es viernes y mañana no hay clases—le dije en susurros mientras le daba pequeños mordiscos en el cuello. Angelito gemía.

--Sí—gimió—es una excelente idea.

©Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales.

https://www.safecreative.org/work/1401229910542