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David y Ángel: Capítulo 12, Luz y sombra.

en Gays

Hola a tod@s.

Sé que no tengo perdón, casi un mes sin publicar. Varios me escribieron incluso al correo a preguntarme por la continuación y yo les dije que algo grande venía, bueno con el tiempo de lectura que van a tener estoy seguro que verán lo grande jajajaja. Fue todo un reto para mí escribir un capítulo tan largo desde mi móvil (Por si no lo sabían, esta serie de relatos salieron de un smartphone marca Motorola, mis agradecimientos por ese genial teclado full qwerty). Este capítulo tiene una parte que me gustaría escucharan con la canción "claire de lune" de Claude Debussy ustedes sabrán cuál. les dejo el link para que les sea más fácil: (http://grooveshark.com/s/Claire+De+Lune/IvW8f?src=5) Sin más los dejo con la lectura. Gracias a todos por su paciencia.

Atentamente,

KalziferDx

Capítulo 12: Luz y sombra.

Ahí estaba Camilito haciéndolas de buen amigo, preocupándose por mí. ¿Pero a qué carajo venía con eso? Yo más bien estaba por creer que intentaba sonsacarme alguna información para irle con el chisme a Ángel.

--Se puede saber, según tú, ¿Cómo es que me ves?--pregunté realmente hostil.

--Puede que yo sea una loca, pero tú sabes que ojo de loca no se equivoca. Y tú querido Daví, no eres feliz saliendo con la monita. A mí no me engañas nene, tú quieres es a Angelito--contestó expulsando gran cantidad de manotazos al aire cual loca despavorida. (Pluma pluma gay, pluma pluma pluma gay...)

--¿Qué vas a saber tú?--refuté--Si a ti lo que te interesa es tener algo ardiente ensartado en el culo ¡Furcia asquerosa!

--No tenías que tratarme así--dijo él con un tono sorprendido y supremamente triste y la mirada baja--Pero no importa--volvió a mirarme fijamente--Tus palabras no me duelen tanto, como el saber que por mucho que creas estar bien, te niegues a ver la verdad. Me das lástima, una persona como tú jamás será feliz. Una persona como tú, está condenada a la más solitaria de las vidas. Piénsalo Daví, Angelito quizá se haya equivocado como tú dices, pero él ha sido el único que te ha podido mostrar algo de luz en ese oscuro mundo en el que vives encerrado.

--No veo el por qué te empeñas en ayudarme, si según tú yo ya estoy condenado--suavicé mi tono de voz un poco, al parecer Camilo era sincero en sus intenciones de ayudarme.

--Me importas nene--contestó--Tú y Ángel me importan, tienen tanto que compartir.

--¿Qué tengo yo que compartir con ese?--inquirí.

--Más de lo que crees--contestó Camilo dejándome solo.

Proseguí el camino a casa, con esa duda en mi mente. Los olímpicos de nuevo poniéndome en cuatro. Llegué a casa y Ángel se encontraba allí, junto con Mateo y al parecer en una muy amena reunión. No sabía que ese par se caía tan bien. No pude pasar desapercibido, puesto que notaron mi presencia.

--Por favor Dei, no te vayas--pronunció Ángel un poco ansioso.

--Si Deivid, deberías escuchar lo que tenemos que decirte--apuntó Mateo.

Algo no me cuadraba, ellos no se llevaban. Eso era extraño. Me senté prudencialmente alejado de ambos.

--Mira Deivid--comenzó a decir Mateo--Sabes que Ángel y yo no somos amigos de nada, pero por primera vez en mi vida quiero hacer algo bien y ayudarte. Sé que no tengo oportunidad contigo y que tú a pesar de que no lo admitas, quieres estar con Ángel. Él me contó todo lo que pasó con Daniel. Deberías escucharlo.

--Ni hablar--refuté levantándome de la silla donde estaba sentado. Ángel me tomó del brazo y me miró suplicante, aquellos ojitos azules no habían perdido su luz después de todo. Lo miraba fijamente.

--Por favor Dei--dijo en voz baja. Solté mi brazo bruscamente sin retirarle mi mirada llena de rabia. Lentamente le dí la espalda y salí de casa.

Estuve caminando por los alrededores tratando de organizar mis ideas. Por un lado, quería saber a ciencia cierta qué había ocurrido entre Ángel y Daniel, en segundo lugar, aquellas palabras de Camilo me inquietaban y en último, la actitud de Mateo siendo el bueno que reúne parejas. Todo eso era tan extraño y bizarro...

La tarde estaba oscura y nublada, la recuerdo perfectamente, amenazaba con llover como hacía meses no pasaba. Era muy peculiar, por esa época del año las tardes solían ser muy soleadas. Me gustaba, me gustaba el ambiente sombrío y triste que había, sentía reflejado mi interior en aquellas nubes grises que se rozaban y amenazaban con soltar grandes cantidades de agua. Pero de repente, un tímido y delgado rayo de luz pasó entre ellas, formando un cuadro casi mágico en el horizonte. Me daba mucha paz contemplar tal escena, pero al mismo tiempo me inquietaba, si veía la tarde gris como mi estado de ánimo, ¿Qué era entonces aquella luz que tímidamente se escabullía entre las nubes? ¿Un atisbo de felicidad? ¿Un rayo de esperanza? No. Ya toda esperanza estaba perdida para mí.

El cielo volvió a oscurecerse por completo. La tormenta que acaba de empezar era realmente feroz. El agua extrañamente fría, me caía como pequeñas dagas apuñalándome. Caminaba despacio por el parque, cuando llegué a aquella banca de la cual jamás podría olvidarme y me senté. La poca gente que había, corría despavorida. Como si fueran de azúcar huyendo del agua. Me miraban extrañados mientras yo seguía sentado en la banca, empapado.

--Dei--susurraba una voz en mi oído. Sin duda era la de Ángel, pero él no estaba ahí.

--¡Déjame!--contesté llevando mis manos a mi cara.

--Dei, ¿Acaso no quieres que deje de llover?--preguntó la voz--¿No quieres que salga el sol y seas feliz? ¿No quieres secar toda esa tristeza que llevas?

--No, no quiero--contesté sin descubrir mi cara--No quiero ilusionarme con fantasías.

--Déjame ayudarte--Volvió a hablar la voz.

--No quiero ayuda--refuté

--La necesitas--dijo ella.

--No la necesito--contesté

--Necesitas a alguien--volvió a decir.

--No necesito a nadie--respondí.

--Me necesitas--pronunció.

--¡No te necesito!--Exclamé.

--¿Me quieres?--preguntó.

--No te quiero--contesté.

--¿Me amas?--inquirió

--No te amo--respondí.

--No me mientas--dijo.

--No te miento--dije.

--Te mientes a tí mismo--apuntó.

--Lo sé--admití.

--¿Entonces?--preguntó.

--¡Déjame en paz!--grité.

--Escúchame--dijo.

--No quiero hacerlo--pronuncié.

--¿Me perdonarás?--preguntó.

--Nunca--contesté.

--Nunca digas nunca--refutó.

--¡Nunca!--bufé.

--¿Estás seguro?--inquirió.

--Sí--contesté.

--¿Entonces me dejarás?--preguntó.

--Ya lo hice--respondí.

--¿Me olvidarás?--de nuevo preguntó.

--Nunca te voy a olvidar--contesté.

--¿Me extrañarás?--inquirió

--Siempre--admití.

--¿Me pensarás?--preguntó.

--Cada minuto--contesté.

--¿Me quieres?--volvió a preguntar.

--Un poco--contesté.

--¿Me amas?--Preguntó de nuevo.

--Tanto que te imagino haciéndome estas preguntas tan estúpidas--respondí.

--Hazme real entonces--dijo.

Me quité las manos de mi cara. La lluvia había cesado. Las nubes lentamente se disipaban. Me levanté de la banca y me dirigí a casa. Desgraciadamente Zeus y su combo no me daban tregua, en el trayecto me encontré con Daniel, pavoneándose con una chica que honestamente no era la gran cosa. Si ella hubiera sabido que el "machito" ese, de macho tenía lo que yo de lindo, no estaría cual idiota viéndolo como si se tratara de un top model o algo por el estilo. Llegué a casa, y subí directamente a mi habitación a bañarme y a cambiarme de ropa puesto que obviamente iba empapado. Al salir del baño encontré una hoja sobre mi cama doblada. Procedí a desdoblarla a ver de qué se trataba. Resultó ser una especie de carta, escrita por Ángel:

"Dei.

Ya que no quieres verme ni escucharme al menos lee esta carta.

Siento mucho el daño que te he causado, la verdad nunca me he sentido peor de cómo me siento ahora. Quiero que al menos me dejes contarte cómo fueron las cosas.

Daniel me acosaba desde antes de que tú y yo nos conociéramos. Siempre me acechaba, me hacía piropos, trataba de acercarse a mí, pero yo no lo dejaba. Luego te conocí, que es lo mejor que me ha pasado en mi vida. Yo te amo Dei, pero Daniel supo que yo estaba enamorado de alguien de su grado, y comenzó a chantajearme, me amenazó con hacerlo público, porque sabía que no era una niña a quien yo quería. Él sabía que era otro niño. Y que si no hacía lo que él quería, me pondría en evidencia. Al principio eran cosas normales, como acompañarlo al cine o pasar la tarde con él. Pero luego quiso ir más allá, quería que lo besara, que hiciera cosas con él.  Una vez tuve que besarlo en su casa porque me tenía encerrado. Pero si aguanté todo esto fue por ti Dei. Porque sabía que si me le seguía negando, él iba a descubrir que eras tú de quien yo me había enamorado, y eso no podía permitirlo. No podía dejar que te hiciera daño. Yo debía protegerte como fuera. Y por eso me viste siendo meloso con él ese día, yo quería mantenerlo a raya así que pensé en mostrarme más dócil, quizá de esa manera se iba a olvidar de averiguar quién me gustaba. Pero extrañamente al poco tiempo de que me terminaras, se aburrió de mí. Supongo que su conciencia le pudo, porque me decía una y otra vez que él no era marica, que le gustaban las niñas, que yo era simplemente una diversión. Aunque sigue buscándome y creo que quiere tener sexo en serio... La verdad creo que ya no tengo razón para seguirle el juego, además de que lo he estado evitando lo más que he podido. Total tú ya decidiste alejarme de tu vida. Sé que esto no va a hacer que cambies de opinión, pero quería que lo supieras. No espero que me entiendas. Con que hayas leído me siento bien.

 

Hasta siempre Dei. Te amaré por siempre.

 

Ángel."

¿Y se suponía que yo tenía que creer lo que decía ahí? Ciertamente mis sentimientos aún eran muy duros y escépticos. No iba a dar mi brazo a torcer tan fácilmente. Una carta no iba a hacerme cambiar de parecer. Había que mirar la otra parte de la historia. Era momento de hacerle cacería a Daniel, y para ello me iba a servir de las fichas que tenía a mi disposición, Natalia por un lado, a quien se veía que Daniel le atraía, y por el otro lado a Claire que era la más deseada por muchos y muchas (que sí que sí, que también habían areperas o bolleras como dirían en España jejeje) Y a Daniel se le veía la cara de hambre cuando Claire pasaba a su lado. Y también estaba Mateo, que como miembro del equipo de fútbol en el cual Daniel hacía las de capitán, me podría facilitar mucha información sobre ese mequetrefe.  Sé que muchos pensarán que soy un hijo de puta, bueno, lo soy porque la verdad yo veía a la gente que me rodeaba como fichas de ajedrez, que podía manipular y usar, justo como Ciel Phantomhive de Kuroshitsuji (Les recomiendo esa serie), y de hecho así lo hice.

Los días pasaban apacibles entre colegio y meditaciones. Estaba organizando la emboscada que iba a perpetrar contra Daniel. Tenía sobre el escritorio de mi cuarto un tablero de Ajedrez de marfil que me había regalado mi abuelo para mi cumpleaños número 13, con varias fichas negras y una blanca; el rey. Ése sería Daniel; de las negras tenía un caballo, 2 peones, un alfil y el rey. Cada ficha representaba a alguien.  El caballo era Mateo, los peones Natalia y Camilo, el alfil era Claire. Y yo modestia aparte, el rey. Movería mis fichas para que Daniel cayera en la trampa. Decidí atacar como lo haría en un juego de ajedrez. Primero los peones, en especial Natalia. La usaría a ella para ir acercando a Daniel a su hoyo. (Entiéndase trampa, obviamente no me iba a referir a su ano, ¡Por el amor de Alá!).

Había pasado exactamente una semana desde que había leído la carta de Ángel, Natalia y Daniel ya habían hecho uno que otro contacto, pero no pasaba nada. Y yo necesitaba resultados. Era el momento de catalizar el asunto. (Sí hombre, hacer de catalizador. Para los que no saben, un catalizador es un elemento que acelera un proceso. Mayormente se asocia a reacciones químicas) Me tocaba embarrarme un poco, si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo. Dejé una nota en el bolso de Natalia y otra en el de Daniel en uno de los recesos. Los cité en un lugar muy conocido de ese pueblo de mierda hedionda y asquerosa (cuyo nombre no pronunciaré porque de seguro me darían úlceras) Eso sí, yo estaba escondido entre unos arbustos donde podía perfectamente verlos de frente y pasar desapercibido. Así daba comienzo a mi Operation "Catalyser"

Llegó primero Natalia muy bien arreglada con unos jeans que le quedaban lo justo, realzando sus atributos adolescentes, una blusa blanca muy sobria y al parecer de seda, puesto que la tela se adivinaba suave y muy fresca. Daniel venía con unos jeans algo holgados y una camiseta con estampados muy de moda por aquel entonces. Natalia estaba muy nerviosa, Daniel no tanto.

Estuvieron un rato hablando trivialidades y tonterías pero no ocurría nada. ¡Mierda! ¡Natalia era una pendeja completa! Se despidieron un poco a la ligera, ni siquiera hablaron de las notas de sus bolsos... Por alguna razón entendí que a Danielito había que jugarle con palos y no con cucuruchos. Así que mi segundo movimiento era Camilo. Pero el cómo involucrarlo con él, era mi reto más urgente.

Daniel, por algún motivo se me hacía más esquivo acorralarlo. Iba a tener que recurrir a Mateo para que me tuviera al tanto de todo lo que hacía el tontonazo ese, y así anticiparme y zurrarle su tiestazo por mamón. Bueno, esto era un juego de ajedrez, y yo necesitaba usar mis fichas para hacerle checkmate a Danielito lame palito.

La oportunidad de oro llegó un día en que nos hicieron en grupos para una exposición sobre la revolución francesa. Curiosamente quedamos Mateo, Daniel, Camilo y yo. Es decir mis 2 fichas y yo, contra él. Era en ese chepazo, o no era.

Por mutuo acuerdo quedamos de realizar, armar y organizar la exposición en mi casa. Primero, porque yo tenía los mejores libros, y recursos para eso. Segundo, porque mi casa era la más central entre las otras 2, es decir, la de Daniel y Camilo, y tercero porque odio hacer estas cosas en grupo y al jugar de local podía sentirme  más seguro. Nos citamos el sábado a las 08:30.

El día por fin había llegado. Yo tenía listo todo para hacer caer a Daniel. No tanto porque lo odiara, sino porque Ángel y él eran responsables de parte de mi tristeza. So pena de lo anterior, debía tomar las medidas pertinentes para saldar esa pequeña cuentita. Camilo llegó primero.

--Hola Daví--saludó con su característico tonito.

--Hola--contesté seco como siempre.

--¡No puedo creer que me haya tocado grupito con Teo y Daniel!--exclamó en voz baja pero muy efusivo manoteando y dando pequeños saltitos como niño pequeño. Mateo bajó.

--Ho...Hola--balbuceó Camilo al ver el espectáculo que se le ofrecía: Mateo en bóxers... Estaba que chorreaba la baba.

--No... No... No sabía que había visitas, Deivid--dijo Mateo muy apenado y sorprendido al percatarse de cómo estaba vestido y frente a quien. Corrió raudo de vuelta hacia arriba. Camiloca lo siguió con los ojos hasta que el contacto visual se perdió.

--Daví, no puedo creer que tú no hayas aprovechado semejante ejemplar--apuntó él, relamiéndose los labios, y mordiendo seductoramente el inferior, entrecerrando los ojos. La verdad era que Mateo le ponía "toh burro" al chavalillo.

--A diferencia tuya, yo no ando de culi pronto--respondí con un tono de lo más jocoso.

--¡Ay!--exclamó--cállate que no soy ninguna culi pronta mi amor, lo que pasa es que mi culito es muy amiguero jajaja

--¿Amiguero?--inquirí--yo más bien diría que "verguero".

--como sea, total yo disfruto--contestó Camilito un poco alterado. Al parecer no era muy tolerante a mi humor súper ácido.

El timbre sonó y Joel se dirigió a abrir. Daniel había llegado.

--Joven David, el joven Daniel lo espera en la sala--anunció Joel.

--Bien, iremos en un momento--contesté-- por favor dile a Mateo que estamos todos en la sala, y que se ponga algo de ropa.

--Muy bien joven--Asintió Joel y se fue.

--Daví, ahora que volvemos a estar solos, te he notado algo extraño esta última semana--apuntó Camilo.

--¿Y qué se supone que quieres decir con eso?--inquirí interesado.

--¡Ay no sé!--contestó--es que andas muy extraño, es eso.

--Sí, claro--apunté muy poco convencido.

Fuimos a la sala y allí estaba Daniel, sus ojos grises se veían resaltados por su ropa; unos jeans color negro con una polo roja, su pelo negro peinado en punta con gel... Por alguna razón me recordaba al azafato de aquella vez cuando Ángel y yo volamos juntos.

--Hola--saludó él un poco intimidado.

--Hola Daniel--contestó Camilito mostrando el hambre. Ya en el colegio la "alegría" del chico era más bien conocida. Yo no contesté el saludo. Hubiera sido rebajarme. Ni hablar.

--Ya estoy aquí--irrumpió Mateo quebrando el silencio.

--Hola Mateo--saludaron Camilo y Daniel casi que al tiempo.

--Vamos al grano de una vez, que tengo mejores cosas que hacer que perder el tiempo de esta manera--dije toscamente. Todos me miraron extrañados.

Comenzamos a hacer el trabajo y pude notar que entre Camilo y Daniel había miraditas y señales. Todo se daba a pedir de boca. Era hora de "catalizar el asunto"

--Mateo, ven conmigo--le dije y me lo llevé.

Subimos las escaleras y llegamos a mi cuarto.

--¿Por qué me traes aquí?--inquirió

--Cállate y observa--contesté y encendí mi laptop. Yo también me había comprado mis cámaras y ahora sí que me eran útiles. Comenzamos a mirar.

--Teo y Daví se tardan mucho--apuntó Camilito.

--¿Qué importa? ¿Acaso no te gusta estar conmigo?--preguntó Daniel.

--No, no es eso--contestó Camilo un poco apenado--¿Te puedo decir Dani?--preguntó con tono inocente.

--Sí, claro--sonrió Daniel, se notaba que quería caña con él.

--Sabes Dani, yo soy amigo de Ángel, ese niño al que tú molestas--dijo Camilo en un tono un tanto sereno--Y pues, me gustaría que ya no lo molestaras. Él anda muy triste, además es muy pequeño. No sé qué le viste. Digo, es muy lindo, sí, pero tú no pareces ser el tipo de chico que le gustan otros chicos y menos como Angelito.

--Te equivocas--refutó Daniel--Ese niño tiene algo que me gusta, y lo quiero para mí. Si lo molesto es para que me ponga atención. Al parecer anda muy enamorado de alguien de mi grado y no he podido saber quién es. Pero quien quiera que sea, debo quitarlo del camino. Así sea bajo amenaza y contra su voluntad. Ángel va a estar conmigo.

--¿Y para qué buscas ahí lo que tienes aquí?--Camilo se levantó hablando muy seductoramente y de la misma manera tocándose por encima de su ropa. Daniel abrió sus ojos a manera de sorpresa. Luego puso una cara de lujuria. Camilo tenía encanto. Eso era seguro.

--Vaya que eres atrevido--apuntó Daniel acercando su mano derecha al cuerpo de Camilo.

--No, cachorrito--dijo Camilo dándole un pequeño palmetazo en la mano (con más voz de loca si se puede decir)--aquí no, pero... Esta tarde voy a estar muy solita y aburrida mi amor, con ganas de macho. Si quieres ir a mi casa, avísame--Camilo le guiñó el ojo. Era hora de volver a la sala.

--Vamos--le dije a Mateo mientras apagaba la laptop.

Mateo no podía creer, ni entendía lo que pasaba, de hecho yo no necesitaba que lo hiciera. Sólo necesitaba acomodarlo de manera que me fuera útil en el plan.

--¿Para qué fue eso, Deivid?--preguntó Mateo muy interesado.

--Tú limítate a fingir que no has visto nada--contesté seco y con autoridad.

--¿Por qué?--inquirió aún más interesado.

--Hazme caso y ya--respondí sin dejar mi tono seco y autoritario.

Llegamos de nuevo a la sala. Daniel y Camilo nos miraron algo extrañados.

--¿Por qué tardaron tanto?--preguntó Camilo.

--Sí, tardaron demasiado--¿Qué hacían?--agregó Daniel.

--Estábamos...--balbuceó Mateo.

--Buscando esto--contesté poniendo un libro de historia francesa sobre la mesa--Terminemos rápido que odio estudiar los fines de semana.

Así continuamos con el trabajo, por aproximadamente dos horas. No los voy a aburrir diciéndoles los por menores de la situación. Mientras estábamos en ese trajín, no pude evitar recordar la carta de Ángel. Tenía razón en todo lo que me había dicho. Había cometido un error gravísimo; lo había culpado de traición cuando todo lo que había hecho era intentar protegerme de Daniel. ¿Cómo podía yo ser tan estúpido de no haber visto más allá de lo que mis ojos me mostraron ese día? Nunca me había pasado eso. Jamás sacaba conclusiones a priori, eso era un error de novato. Un error del que tanto me cuidé. Un error que cometí de la manera más absurda. Esta vez yo me había equivocado, y odiaba equivocarme, porque significaba que debía  pedirle perdón. Perdón que nunca dí ni pedí antes. Un balazo a quemarropa en mi orgullo.

Terminamos al fin de hacer el trabajo. Daniel no paraba de hablar que hoy llegaba su hermano mayor de vacaciones y que estaba muy contento de haber terminado a tiempo para recibirlo. No pensé que ese irrisorio ser tuviera las suficientes neuronas para ser útil en el trabajo. De hecho, le gustaba el rollo de los franceses y la toma de la bastilla, así que varias de las interpretaciones fueron aportadas por él.

--¿Y en qué trabaja tu hermano?--preguntó Mateo con interés.

--Es piloto de aviones--contestó Daniel sonriente.

--¡Wow!--exclamó Camilo.

--Los invito a todos a mi casa para que lo conozcan esta noche--Soltó de pronto Daniel.

--Vale--dijo Mateo--allí estaremos.

Daniel se fue de primero, Mateo subió las escaleras y se metió en mi habitación. Camilo y yo salimos al ante jardín. Joel se encontraba podando el césped.

--¿Y bien Daví, irás a casa de Dani?--preguntó.

--No tengo nada que hacer a casa de ese--contesté con tono neutro.

--No seas tan amargado--refutó él con su tonito de loca falta de verga--tienes que salir más corazón, que te dé el aire.

--¡Qué aire ni qué leche'!--exclamé furioso saliéndose mi acento cuasi sevillano, Camilo abrió los ojos como platos--yo no tengo ná que hacé allí, ¿¡crees que estaba muy cómodo viendo al amante de Ángel en mi casa!? Suficiente tengo con tener que aguantármelo por otras 3 semanas para las otras exposiciones. ¿Pero a ti que daño te hace? Tú sólo estás esperando a que te dé por culo, lo ves como una verga más en tu ojete. Si tantas ganas tienes de follártelo, ¡Venga! partirle la polla a culazos, y follarte a su hermano también, y a toda su puta familia. ¡So zorra!

Camilito empezó a llorar.

--Ay Daví, ¿Por qué me tratas así? yo sólo quiero ayudarte, ¿No lo ves? Dani de seguro hará que Ángelito vaya, y yo necesito que ustedes se vean. Él me habló de la carta que te dejó. Sabía de antemano lo de que el hermano de Dani venía, me pidió que te convenciera para que fueras. Si estoy haciendo esto, es porque él me lo pidió. De otra manera jamás me hubiera entrometido. Si lo hago es porque sé que ese amor de ustedes sigue ahí. Tú lo amas Daví, aunque tu maldito orgullo no te permita abrirte con los demás. Y él te ama, te lo ha demostrado. Y yo, yo los amo a los dos, y no quisiera verlos separados. Por eso hago todo esto.

--No tengo nada que hacer en esa casa, fin de la discusión--dije ya calmado, pero con tono frío.

--¡Eres un idiota!--Exclamó Camilo dándome una cachetada en mi mejilla izquierda, inmediatamente se arrepintió--Perdóname Daví, no era mi intención.

--Vete--dije con furia, pero con tono normal.

--Pero es qué...--balbuceó.

--¡QUE TE LARGUES DE UNA VEZ DE MI MALDITA CASA!--Exclamé iracundo. Camilo se fue corriendo. Joel llegó al poco tiempo.

--¿Todo en orden joven?--preguntó.

--Sí--contesté sobándome la mejilla. Camiloca no pegaba como niña para nada.

Volví a entrar a la casa, llegué a mi cuarto y Mateo estaba allí. Me vio con cara de tener preguntas.

--¿Qué pretendes con todo esto, Deivid?--se lanzó a preguntar por fin.

--No te incumbe--contesté.

--Claro que sí--refutó--todo lo que tenga que ver contigo me incumbe.

--Es mi problema. Ah, y cuidado me llego a enterar que estuviste hablando de más por ahí. No me termina de convencer ese papelito tuyo del bueno de la historia--dije con tono amenazante.

--¿Tanto desconfías de mí?--preguntó haciéndose el ofendido.

--Yo no confío en nadie, no veo por qué te sorprendes--contesté como si no me importara.

El silencio volvió a reinar en la habitación. No quería salir porque hacía demasiado calor, y mi cuarto estaba muy agradable por efecto del aire acondicionado. Me acosté en mi cama a meditar un poco. Mateo se acostó a mi lado.

--Deivid-- dijo Mateo casi susurrando.

--¿Qué quieres?--pregunté.

--quisiera que me contestaras con sinceridad--contestó.

--A ver--espeté.

--¿Aún amas a Ángel?--preguntó con sumo interés mirándome fijamente.

--No te importa--respondí--si lo amo o no, no es asunto tuyo.

--Eres siempre tan duro--comentó--Tú siempre estás apartándome.

--Pues si lo hago será por algo, ¿No?--inquirí.

--Sigo sin entenderte Deivid,--contestó--siempre quieres estar solo. No quieres que nadie sea tu amigo, te cierras a las personas. Pero con Ángel fue distinto; con él estabas más abierto y de hecho empezaste a ser un poco más tratable. Pero apenas pasó lo de Daniel, volviste a cerrarte, pero esta vez fue peor. Te volviste más agresivo, más amargado. ¿A qué le tienes miedo? Todos de alguna manera sufrimos. Yo por ejemplo, sufro porque tú no me miras como alguien a quien puedes amar y que te puede hacer sentir amado. Yo entiendo que Ángel tiene ese lugar que yo tanto he querido ocupar en tu mente y tu corazón, pero no puedo evitar sentirme mal porque no me correspondes.

--Búscate a otra persona--concluí con el mismo tono indiferente de siempre.

--A eso precisamente me refería--refutó Mateo--Eres definitivamente imposible Deivid, imposible.

Mateo se levantó de la cama un tanto molesto y dejó la habitación. Mi mente empezaba a repasar mi situación actual.

Definitivamente yo no tenía remedio, era un amargado mata pasiones y fin de la historia. Estaba condenado a estar solo, y, lo peor del asunto, era que yo ya estaba resignado y predispuesto mentalmente a eso. Yo andaba entre las sombras, allí donde la luz no era lo suficientemente intensa. En cambio los demás, felices y sonrientes, ignorantes de mi presencia estaban en esa luz que iluminaba hasta enceguecer. De alguna manera sentía que era un menos, un cero a la izquierda. De alguna manera sentía que sobraba en muchas partes, y que por más que lo intentara, la luz terminaría por encandilar mis ojos y que debía permanecer oculto en las sombras de la soledad y la tristeza. De una u otra forma había probado el salir a la luz, y curiosamente había resultado mal. Con esa experiencia encima era mejor no arriesgar y volver a mi zona. Era mejor condenarme a mi soledad. Al vacío de no poder amar y ser amado. A una vida hueca y sin emoción. Al menos de esa manera, nadie se aprovecharía de mí. De esa manera no tendría que sufrir por nada ni mucho menos por nadie.

Llegó la noche, Mateo se había puesto un jean negro con una camiseta de color azul, cuello en V que le quedaba algo ceñida a su figura, junto con unos converse de un azul similar, aunque más claro. Los cordones eran blancos. Estaba muy bien, de hecho, estaba muy bueno. Yo estaba con un short negro y una camiseta blanca, estaba vestido para estar en casa. No iba a aparecerme en la fiestecita de Danielito regala culito. No. Eso jamás.

--¿No piensas ir a la casa de Daniel?--preguntó al verme las fachas en las que andaba. No contesté.

--Si cambias de opinión, te estaré esperando--dijo después del largo silencio que hubo. Se marchó, Joel se fue a llevarlo.

De nuevo estaba solo en mi casa, esta vez jamás me sentí tan aliviado. Cosa que me parecía benéfica para enfocarme en mi venganza. No tuve necesidad de usar a Claire, puesto que con Camilo, tenía asegurado el fin de Daniel. Estaba debatiéndome si ir a la "fiestecita" o no. Por un lado me resultaba muy cómodo, porque todo se daba casi que por iniciativa propia, pero por el otro me intrigaba el hecho de que Ángel también estuviera jugando en mi tablero. Se supone que el ajedrez es de 2, no de 3, y él estaba entrando en mi juego. Debía detenerlo, sino mi plan se vería comprometido. Mi celular sonó, con el tono de "Volare" en la versión de los Gipsy Kings. Sin duda era Claire. Contesté.

--Dave, where are you? you're missing the party--preguntó con sumo interés. Se escuchaba una horrenda imitación de música de fondo, conocida como reggaetón.

--I'm at home--contesté.

--No more, I told your choffer to pick you up. I'll be waiting--dijo ella y colgó, sin darme oportunidad a refutar. Definitivamente era muy británica para mi gusto. Tuve que bañarme y cambiarme de ropa. Por mucho que no me gustara, no podía quedarle mal a la chica. Un caballero jamás de los jamases podía quedarle mal a una dama. Jamás.

Joel llegó, y afortunadamente yo ya estaba vestido. Me coloqué un jean con una polo blanca con negro, y unos tenis vans negros. No me había dado cuenta de que había adelgazado, a lo mejor y había bajado mis 5 o 6 kilos, y una o dos tallas menos, y con aquella ropa me veía casi que fornido. Me miré un rato en el espejo. Definitivamente no era el mismo gordo. Incluso me sentía más alto y no era por los vans. Mis ojos se veían más verdes y mi pelo más negro. Estaba preparado. Era hora de partir.

El trayecto tomó unos 25 minutos. Al llegar, le deje instrucciones a Joel de que viniera a recogerme en 2 horas. No necesitaba más tiempo. Entré a la casa y me recibió un Daniel, al parecer muy sorprendido con mi presencia.

--Ho... Hola David, pe...pensé que... no vendrías--balbuceó un tanto nervioso, mirándome de arriba a abajo, como incrédulo y a la vez algo complacido.

--No vengo por gusto--contesté seco--aunque--cambié mi tono por uno irónico--a lo mejor y las cosas se ponen interesantes--Danielito puso una cara de extrañeza que de sólo recordarla no puedo evitar reír. Le guiñé mi ojo derecho y seguí.

El sitio era muy sencillo, de hecho, la reunión se llevaba a cabo en una especie de kiosco, (algo muy común en esta zona del país) Allí pude ver que había casi la totalidad del salón y otros del grado. Y también personas mayores, como de 20 a 27 años, amigos quizá del hermano de Daniel. Por supuesto que estaba Camilo, fue al primero que logré divisar, luego ví a Mateo charlando con los del equipo de fútbol y algunas chicas del salón. Claire estaba sentada hablando por teléfono, y el estridente ruido de fondo. La saludé y en seguida seguí mi recorrido. Luego volteé mi vista hacia mi derecha y lo ví. Allí estaba Ángel, hablando con un muchacho mayor, muy parecido a Daniel. Debía ser su hermano. Me acerqué a ellos sigilosamente para escuchar mejor de qué hablaban. Me acomodé a una distancia prudente, pero podía escucharlos.

--Y eso te hizo Dan?--le preguntó el muchacho a Ángel.

--Si Ricky--contestó Ángel con tono afligido--Me amenazó con decirle a todo el colegio que me gustaba otro niño, si yo no hacía lo que él quería. No sé para qué me hizo venir aquí.

--Esto es muy extraño, pero voy a poner a Daniel en cintura como que me llamo Ricardo Andrés--dijo el mayor.

--Por favor no hagas nada, no quiero que se ponga peor--suplicó Ángel muy triste.

--Dime una cosa nene, este chico con el que te vi en el avión, ¿Es ése?--inquirió Ricardo muy interesado.

--Por favor no le digas a Daniel--respondió Angelito casi que a punto de llorar. ¡Demonios! Mi Angelito sufriendo por culpa del obsequia culos de Daniel.

--Descuida pequeño, aunque sea mi hermano, no voy a acolitar este tipo de chantajes--dijo Ricardo tratando de consolar a Ángel. Me retiré igual de sigiloso a como había llegado.

Así que el azafato era el hermano de Daniel. Vaya, una dupla muy morbosa ahora que lo pienso, porque los 2 estaban para esclavizarlos y darles látigo hasta la saciedad. Seguí mi camino y me encontré, nada más y nada menos que con la putona de Victoria, acompañada de sus 2 tumores, Carolina y Sofía. De nuevo Zeus y su olímpica parda de desadaptados mitológicos dándose placer con mi recto.

--¿Y qué haces tú aquí? Gordo asqueroso--inquirió muy de mala gana. No me iba a dejar de esta zorra. Sabía en dónde darle a esta traga vergas.

--¿Yo? Pues aquí socializando un poco. Gracias por preocuparte, linda. Ah, y supe que Diego tiene herpes. E'pero que no ande' de muy traviesa metiéndote cosa' en la boca y en otra' partes, no vaya a sé que resulte' con ronchita' y luego no aguante' er doló, o ar meno' que haya' sío tú quien se lo haya pegao, guapa--Le contesté muy jocoso e irónico y con mi acento españolizado, de hecho cuando quería ser irónico se me alborotaba el sevillano. La dejé a ella y a sus 2 lame botas con las bocas abiertas. No se atrevieron a contestarme nada, porque era cierto. El novio o mejor dicho, el oficial de Victoria, Diego, tenía herpes. Vaya que era poco higiénico. O eso, o Victoria tenía que ver. A ella le gustaba más cabalgar una tranca que una tarjeta de crédito de cupo ilimitado. Era tan puta que hasta se había liado con maduretes. ¡Qué asco, joder! menuda meretriz.

La fiesta avanzaba viento en popa. Me senté un poco retirado de los demás (algo muy normal en mí) Ricardo se me acercó.

--Hola, David, ¿Cierto?--saludó muy cortésmente

--Sí, y tú eres el azafato de aquella vez--contesté un poco chocante.

--¡Vaya! no pensé que me recordarías--exclamó gratamente sorprendido-- y de hecho soy piloto, pero en aquella ocasión estaba experimentando.

--Nunca olvido una cara--apunté sin dejar mi tono chocante.

--No estés a la defensiva, Ángel me puso al tanto de su situación. Quiero ayudarlos--pronunció muy sinceramente.

--No necesito tu ayuda, y si en realidad te contó sobre lo que pasaba, te debió decir que entre nosotros ya no hay nada--dije muy sereno, levantándome.

--¿Y por qué estás aquí entonces?--inquirió--Ángel también está aquí, ¿Sabías?

--Si estoy aquí es porque Claire me lo pidió--contesté un tanto molesto--de otra manera ni me hubiera aparecido. No me interesa conocerte, ni parecer amigo de Daniel. Y por supuesto que sabía que Ángel estaría aquí. Pero como te dije antes, Entre él y yo ya no hay nada.

--Ya veo por qué Ángel se enamoró de ti--apuntó concluyente--eres jodidamente terco niño, jodidamente interesante y eso, eso enamora. Y no me malentiendas, no estoy interesado en ti. Pero el tratarte me hace entender los sentimientos de Angelito.

--Suficiente de charlas--pronuncié altanero y me fui.

Ya llevaba alrededor de una hora y media en aquel lugar. Todo un récord para mí. No suelo quedarme más de media hora en ninguna reunión y menos si es del colegio o gente que no me agrade. Pero el tiempo se me acababa y yo necesitaba hacer mis jugadas y ganar esta partida auto impuesta de ajedrez contra Danielito chupa pipí. Tenía que ejecutar mi plan, y lo iba a hacer en este momento. Lo que para mi favor no me esperaba, era que Daniel iba a cometer un error tan grande, como el de dejarme ver su plan. Estaba hablando con uno de los del equipo de fútbol

--Si Toño, ya te dije que me tiraron el dato de quién es el novio del mariquita de Ángel, y lo voy a decir aquí en frente de todos. Lo único que te puedo adelantar es que es de nuestro grado y del salón en el que estoy ahora--dijo Daniel con un tono muy intrigante, despertando la curiosidad de "Toño"

--Mierda, ¿No será la cacorra de Camilo?--inquirió el muchacho un tanto deductivo.

--No, ese no es--contestó Daniel entre risas--pero ya lo sabrás tú y todo el mundo.

Me alejé de allí, debía anticiparme a Daniel. Fui por Camilo que estaba cerca de donde estaban ellos. No me vio llegar.

--¡Daví!--exclamó muy sorprendido con su vocecita chillona muy loca.

--Shhh, no hay tiempo, ¿Trajiste lo que te pedí?--le pregunté

--Claro mi amor, con tal de que cumplas con lo acordado, te traigo a la mismísima Madona si me lo pides--contestó con su consorte de plumas acompañándole. Me entregó un pendrive.

La música de pronto se detuvo. Daniel hizo acto de presencia, junto a Ángel. Eso no pintaba nada bien.

--Atención todos--comenzó a decir--El objetivo de esta reunión, aparte de darle la bienvenida a mi hermano Ricky que está de vacaciones, es comunicarles a todos los presentes una noticia muy importante. Se estarán preguntando, por qué tengo a este niño de octavo al lado. Pues bien, resulta que a este niño se le moja la canoa y tiene un novio.--Todos se miraron sorprendidos. Se escuchaban a las chicas murmurar "No lo puedo creer", "¡Qué desperdicio!”,"Con lo bueno que está."  Angelito estaba muy angustiado, a punto de llorar.

--Y eso no es todo--continuó--el noviecito está aquí entre nosotros.

La sorpresa entre los asistentes fue mayor todos se miraban entre sí. Decidí hacer acto de presencia. Me abrí paso entre los demás aplaudiendo muy lentamente. Todos me miraban extrañados. Ángel comenzó a llorar.

--Bravo, Daniel--dije sarcástico y dejé de aplaudir--Menudo teatro te has montao', pero, de nada te va a servir.

--Mira nada más, si es el gordo amargado--dijo Daniel riéndose forzadamente--¿viniste a salvar a tu novio?

--Para nada--contesté de lo más sereno. Miré a Ángel inexpresivo, podía ver la mezcla entre dolor y alegría en sus ojos. Miré de nuevo a Daniel.

--¿Entonces no niegas que es tu novio?--inquirió dándome a entender que buscaba presionarme. Lo tenía donde quería. Estaba perdido.

--Lo fue--contesté sin alterarme ni un poco. Los murmullos y expresiones de sorpresa no dejaban de sonar--Hasta que se te ocurrió la genial idea de quitármelo por medio de chantajes, Danielito--agregué sonriente. Su semblante cambió, se supo descubierto. Los murmullos aumentaban

--¡No tienes pruebas, no seas mentiroso!--gritó desesperado.

--¿Ah, no? ¿Crees que porque Mateo te puso sobre aviso de m plan, que te comentó que yo te estaba espiando y qué borró las grabaciones de esta mañana te salvas? ¿Qué me dices de tu loca tardecita con Camilo, eh? Que por cierto resultaste ser un fiasco en la cama--la cara de Daniel en ese momento reflejaba horror. Los presentes estaban entre sorprendidos y expectantes--Y ¿Qué hay de lo que le dijiste a Camilo esta mañana? Quizás Mateo haya borrado el video de mi laptop, pero lo que ni él ni tú sabían es que siempre hay una copia de seguridad. Y si yo le permití a Mateo conocer mi plan, fue precisamente para que te lo dijera. Sabía que tú y él estaban aliados, y les quise tender una trampa. Cayeron redonditos como cerdos al matadero. Igual que con Camilo. Si te sedujo fue porque todo era parte del plan. Yo hice que te citara en su casa. Fui yo quien te dejó la nota en tu bolso para que te vieras con Natalia. Detrás de tus recientes conquistas, estuve yo. Todo para llegar a este punto querido Danielito. Sí, te tengo donde quería.

--¡CÁLLATE INFELIZ!--exclamó Daniel sumamente furioso y arremetió contra mí. Detuve su golpe, sin apenas esforzarme. El ambiente era muy tenso y silencioso. Ricardo intervino.

--¡Paren esto de una vez!--exclamó interponiéndose entre Daniel y yo.

--Tú no te metas azafato, todavía no termino con tu hermano--pronuncié con tono neutro, soltando la mano de Daniel

--Dei..--susurró Ángel entre sollozos.

Me dirigí hacia un proyector donde tenían los videos de reggaetón. Puse el pendrive en el pc. Abrí la carpeta y había 3 archivos.

--¿Con cuál empezamos primero, Dani?--pregunté malicioso y de hecho muy sarcásticamente--Está "prueba1.avi", "prueba2.avi" y "ñapa.avi". Con cuál quieres empezar?

Daniel no decía palabra, estaba en estado de shock. Todo iba viento en popa. Ricardo intentó acercarse.

--Ni un paso más, azafato--pronuncié autoritario. Se detuvo en seco--tu hermano quería pruebas, pues ¡hala! tomar pruebas.

Le di doble clic al archivo "prueba2.avi" El reproductor se abrió y era un video de Daniel en bóxers, sentado en una cama. Aparecía alguien atrás de pie. Era Camilo.

--Ay Dani, yo pensé que eras más hombre, sigues siendo un niñito, mira que ni te sabes poner un condón, a mí los inexpertos no me gustan y pensé que tu cosito era más grande--El video causaba todo tipo de reacciones; desde risitas burlonas, pasando por asco hasta indignación. Mateo no daba crédito a lo que acontecía. Y si él no se lo creía, Daniel ciertamente deseaba que el universo lo pulverizara. La expresión de su cara era todo un deleite para mí. Y si creía que ahí terminaba todo. Se equivocaba. Apenas empezaba a darle su merecido.

--Bueno Danielito, prepárate para el siguiente--dije muy jocoso, sin ocultar un pelo lo que disfrutaba humillándolo. La gente permanecía impávida, esperando mi siguiente movimiento. Ángel estaba entre sorprendido y un poco confundido. Di click en el archivo "prueba1.avi" El video empezó a reproducirse.

--No digas que no eres gay Dani, porque si me quieres comer, y de paso comerte a Angelito, es porque eres todo menos heterosexual--La escena era en el mismo cuarto del anterior video, pero como cronológicamente era antes, ambos estaban sentados en la cama, Camilo estaba vestido completamente y Daniel estaba sin camiseta. De nuevo la gente cuchicheaba, pero no se perdían detalle del video.

--Pues seré gay entonces, porque quiero culearme a ese niñito más que a nada. Ángel me va a querer a las buenas o a las malas. Y si todo sigue como va, no le va quedar de otra que hacer lo que yo le diga--La voz de Daniel sonaba muy decidida. Nada que ver con su actitud actual. Paré el video.

--Y bien, Danielito. ¿Es suficiente, o deseas ver más?--pregunté de manera altiva y rayando en la arrogancia.

--No, ya no más David, ¡Deja a mi hermano!--exclamó Ricardo como si se tratase de él mismo. Pobre, se notaba que era un buen hombre.

--Mi pregunta no fue para tí, azafato--refuté--La pregunta es para Danielito.

--¡MALDITO GORDO HIJO DE PUTA!--Daniel gritó con todas sus fuerzas y salió corriendo para propinarme un golpe. No lo logró. Lo pude esquivar a tiempo y yo por mi parte le dí un buen golpe en la boca del estómago, dejándolo casi que rogando por aire. Se postró de rodillas ante mí, producto del dolor. Lo miré fijamente.

--Eso es para que veas y todos ustedes vean que nadie, absolutamente ¡NADIE! debe Meterse con Jordi David Marc di Castella. Porque si lo hacen, ¡Lo lamentarán!--exclamé extrayendo el pendrive del pc, lo tiré al lado de Daniel, dejándoselo de recuerdo. Me acerqué a su oreja y le susurré "Jaque mate, maricón". Luego dije en voz alta "La comedia e' finita!"*. Le hice señas a Camilo, a Ángel y a Claire de abandonar el sitio. Me siguieron a la mirada atónita de todos. Mateo se cruzó en el camino. Sólo lo miré como diciéndole "luego ajustamos cuentas" y proseguí mi camino. A la salida de la casa estaba Joel. Puntual como siempre. Nos subimos al carro.

--Vamos a casa, Joel--dije muy tranquilo, como si nunca hubiera pasado nada.

--Muy bien joven--contestó. En ese momento Ricardo apareció. Se veía agitado.

--¿Puedo ir con ustedes?--preguntó entre jadeos.

--Sube, azafato--contesté abriéndole la puerta del copiloto. Joel puso en marcha el carro.

El trayecto fue silencioso, nadie decía nada. Ángel iba entre Camilo y yo, más específicamente a mi izquierda pues yo iba en la ventana derecha, y Claire en la otra ventana. El pobrecito trataba de abrazarse a mí, pero tenía miedo. Yo aún no le había dirigido la palabra y tampoco había dado señas de reestablecer mi trato hacia él. El ambiente estaba muy tenso. Fueron los 25 minutos más tensos en un carro que he tenido en mi vida. Llegamos por fin a la casa. Todos nos bajamos. Entramos a la casa y nos fuimos directamente al estudio.

--¿A qué viniste, azafato?--inquirí un tanto molesto. Los demás guardaban silencio.

--Mira David, quiero que perdones a mi hermano--contestó Ricardo un poco apenado.

--Yo no perdono, jamás. Pero no es a mí a quien debe pedir perdón sino al directo afectado. a Ángel--dije señalándole al niño cuya mirada triste y compungida me pedía a gritos que corriera a abrazarlo y besarlo y decirle que todo iba a estar bien. Pero yo seguía tan inexpresivo, como siempre. No podía evitarlo. Era parte del plan y debía mantenerme fiel a el.

--¡No lo voy a perdonar!--exclamó mi niño rompiendo en llanto. Me quería partir en pedazos de verlo así. Camilo lo abrazó. Claire también se enterneció y se les unió.

--Ven conmigo, azafato--pronuncié y lo conduje a la sala.

--Lo mejor es que estés con tu hermano, porque lo que pasó en la casa no es nada comparado a lo mal que va a pasar de ahora en adelante--le dije luego de ofrecerle asiento y sentarme yo también.

--Sí, tienes razón--asintió--pero creo que en el fondo lo merecía. No debió hacerle eso a Ángel. Él es un niño fenomenal David, por favor, ámalo ¿Sí? Él lo merece, merece que lo ames. Él te ama.

--Eso ya es asunto mío--dije con tono seco--Y antes de que te vayas, quiero que le digas a tu hermano que si intenta algo, habrá retaliación, y no seré nada compasivo.

--No creo que intente nada, pero se lo diré--respondió Ricardo y se fue por la puerta, Joel había pedido un taxi para el azafato.

Ricardo me caía muy bien, lástima habernos conocido en esas circunstancias. En cierta forma me recordaba a mi primo Juanda, a quien extrañaba más que nunca en estos momentos. Envidiaba a Daniel por tener un hermano como Ricardo, pero al mismo tiempo me alegraba saber que yo tenía a mi primo. Volví al estudio, con Joel tras de mí. Todos me miraban extrañados. Yo venía con la misma expresión.

--Claire--dije por fin rompiendo el silencio--Joel te va a llevar a casa, we'll talk about this later.

--Ok. You've got to explain this to me--contestó ella y se fue escoltada por Joel. Sólo quedábamos Camilo, Ángel y yo.

--Daví--pronunció Camilo un tanto dubitativo--¿Y ahora?--inquirió.

--Nada--contesté--Esperarás a Joel que te lleve a tu casa.

--¡Ay no!--exclamó haciendo un tipo de coreografía tipo Power Ranger--no se vale, si no fuera por la ayuda de Súper CamiGalaxy tú no le habrías dado su merecido a Dani.

--Lo único que te puedo abonar a tu favor, es que tienes razón. Pero aun así, lo que tengo que arreglar con Ángel es entre él y yo--apenas dije esto, la mirada de Ángel tomó un poco de luz. Camilo pareció entender el trasfondo de mis palabras porque esbozó una sonrisa.

--Vale Daví, de todas formas yo voy a estar pendiente de ustedes como una mamá celosa--apuntó Camiloca con su tono tan jocoso como siempre

--Dirás mamaora, so guarra--refuté también con algo de humor. Se rió y Ángel también lo hizo muy sutilmente.

--Eso me gusta más Daví. Tú sabes que yo mi época de ternera no la voy a superar, me encanta mamar y tomar leche--dijo Camiloca entre risas.

Y así tan cantarina y sonriente se fue la loquita esta que tanto me había ayudado. Ya podía ir pensando en darle lo que habíamos acordado, pero ya sería después. Mi prioridad era ese hermoso niño que me despertaba mis más primitivos instintos, pero que también sacaba lo mejor de mí. Por fin nos habíamos quedado solos. Había mucho de qué hablar, pero lo notaba algo nervioso e inseguro. Tenía miedo.

--Me... me... mejo...mejor me... me... voy--balbuceó tímidamente. Esa vocecita tan tierna e inocente de nuevo, revolvió algo en mi cerebro. Una tormenta de sentimientos se desataba en mi interior. Pero por fuera, parecía inerte, mi semblante no había cambiado en lo absoluto.

--Lo siento--dije por fin--pero me tomé el atrevimiento de avisar a tu casa que te quedarías hoy aquí. Al parecer igual no ibas a quedarte ahí, me habían dicho que te quedarías con Daniel.

--Sí, así era--afirmó con su vocecita triste y apagada. No soportaba verlo así. Tiempo de entrar a la fase final del plan.

--Ven--pronuncié y me puse en marcha hacia las escaleras. Ángel me seguía muy tímidamente. Seguía asustado. Mi tono seco aún no lo había dejado. Llegamos a mi cuarto.

--Entra--le ordené--avanzó muy nervioso y pude sentir que respiraba algo intranquilo. Apenas hubo entrado, cerré la puerta. Me miró con pánico. Yo lo miraba fijamente.

--La puerta de tu derecha es el baño, encontrarás una toalla y ropa limpia para que te cambies--dije muy seriamente, pero con tono sereno. Me miro extrañado.

--Dei, ¿Por qué haces esto?--preguntó casi que para sí mismo.

--Regreso en 30 minutos--contesté evadiendo la pregunta y saliendo del cuarto, no sin antes cerrar la puerta. Sonó el celular. Era Joel.

--¿Qué pasa?--inquirí contestando la llamada.

--Joven, me acaba de llamar el joven Mateo y le he dicho lo que me ordenó, pero insiste en que vaya a recogerlo. ¿Qué hago?--contestó con voz preocupada.

--No hagas nada, yo me encargo de él--dije colgando la llamada. Marqué el número de Mateo, timbró 3 veces y me contestó.

--Deivid yo...

--Silencio--lo interrumpí con tono sereno pero contundente--Te vas a quedar con Daniel, no te quiero ver por aquí. Y mañana mismo vienes por tus cosas. No voy a tolerar traidores conviviendo conmigo--Colgué sin darle oportunidad de hablar. Apagué el móvil inmediatamente. Me dirigí al cuarto de mi mamá (que como cosa rara andaba de viaje). Tenía que bañarme y cambiarme, estaba sudado y acalorado.

Estuve como por 15 minutos bajo el chorro, pensando, tratando de relajarme. Trataba de ver hacia dónde ir. Terminé de asearme y salí del baño. Me puse un short y una camiseta, justo como me gustaba estar en casa y me dirigí a mi cuarto. Abrí cautelosamente la puerta. Angelito yacía dormido en mi cama, de lado, con la punta de sus dedos sobre su mejilla izquierda y su boquita entreabierta. La luz de la luna que se colaba por la ventana iluminaba su hermosa cara, dándole ciertos brillos en las pestañas y los labios. Un cuadro mágico. Una escultura digna de un dios. Por mi podían irse a tomar por culo todos los dioses del mundo. Yo ya tenía al mío. Me acerqué lentamente a su lado y lo observé mejor mientras yo seguía de pie. Era hermoso, hermoso en demasía. Yo ya no podía aguantar más. Quería tocarlo, quería abrazarlo; tenerlo entre mis brazos besándolo con loco frenesí. Con la energía y la pasión que él hacía hervir en mí. Quería aprisionarlo entre mis brazos, besándolo con el infinito amor que siempre  hubo en mí para darle. Me acosté en mi cama muy cuidadosamente para no despertarlo. Quedamos frente a frente. No podía dejar de observarlo.

Estaba profundamente embelesado viéndolo dormir, siempre me había gustado hacerlo. Es que aún después de los años me invade un sentimiento de ternura tan grande cuando recuerdo su carita serena, su pelo dorado y lacio que caía a cada lado, sus labios rosados y brillantes que invitaban a ser besados... Todo en él era perfecto. Tan perfecto que no pude evitar suspirar. Mi Angelito abrió sus azules luceros de golpe, fulminándome con su belleza sin par. Empezó a respirar agitadamente, aun así, no apartó la vista. Esbocé una sonrisa.

--Tranquilo--dije susurrando--yo estoy cuidando tu sueño--Al parecer Ángel ya se estaba calmando un poco.

--¿Por qué, Dei? ¿Por qué me trajiste?--preguntó con lágrimas en los ojos. Nos mirábamos fijamente. Mi mirada ya no era dura, y él lo sabía.

--Porque soy un estúpido--contesté acercándome más a él, nuestras narices casi se rozaban--porque no iba a permitir que ese maldito me quitara lo único bueno que me ha pasado en la vida. Porque tú me perteneces, así como yo te pertenezco a ti. Porque esto que siento, no iba a dejarlo morir. Porque te amo Mikel Ángel. Porque eres mi Ángel y porque soy tu demonio. Porque eres mi luz y yo soy tu sombra. Porque eres mi día y yo soy tu noche. Porque eres mi vida y también eres mi muerte.

Comencé a llorar como nunca nadie me había visto hacerlo. Ahí estaba yo, llorando como crío, dejando salir todo eso que me había guardado durante tanto tiempo. Ángel posó su mano izquierda sobre mi mejilla y me acariciaba.

--Dei--dijo casi en un susurro, sin dejar de acariciarme--Estos meses sin tí fueron horribles. Ese idiota me hizo la vida imposible, y si no hubiera sido por tí, hoy me hubiera hecho algo muy malo.

--Nunca me traicionaste, fui yo quien vio traición donde nunca la hubo--pronuncie entre sollozos--No merezco tu perdón Ángel. No te merezco. Eres demasiado para mí. Vales más de lo que yo podría valer. No soy digno siquiera de mirarte.

--Shhh--me interrumpió--no digas eso Dei, lo que hiciste hoy por mí demuestra todo lo que vales, que tu amor por mí es real. Dei, yo siempre supe que me salvarías, porque cuando veo tus ojos, veo esa bondad que los demás no ven. Yo veo la luz que encierras en tu escudo de oscuridad. Yo veo al verdadero Dei. Te veo, como eres realmente. ¡Te amo tanto Dei!

Ángel me abrazó así acostados como estábamos, apoyó su cabeza bajo la mía apretándose contra mi pecho. Besé su pelo y lo apreté fuerte contra mí.

--Yo también te amo mucho Ángel--susurré suavemente mientras volvían a encontrase nuestras miradas. Nos acercamos lentamente a los labios del otro y nos fundimos en un beso sereno, mientras un claro de luna era testigo de nuestro momento.

Volver a sentir sus labios en los míos, su saliva en la mía, su calor, su tacto. El mundo volvía a sonreírme. Mi corazón hacía lo propio, latiendo a toda máquina. Nos devorábamos con pasión, como si no hubiera mañana. Nuestras manos recorrían cada parte de lo que podían, en la posición que estábamos. Nuestros alientos morían donde comenzaba el del otro.

Me senté en la cama, sólo para ponerme encima de Ángel y empezar a besarlo con loco frenesí. Como quise desde un principio hacerlo. Lo mordía, lo arañaba, lo besaba, lo lamía. Quería dejarle mi huella. Y él también lo hacía. Ambos nos sentamos para tocarnos mejor. De un jalón le quité esa camiseta de tirantes que tanto me estorbaba, y él hizo igual conmigo. Juntamos nuestros pechos mientras nuestras bocas seguían luchando. Teníamos un vaivén lento y acompasado, a ritmo con nuestras exhalaciones. Bajé por su cuello besando cada parte. Él recorría mi cuerpo con sus manos. Llegué a su pecho, el cual recorrí con mi lengua, y mis labios. Me detuve en su pezón derecho. Me dediqué a estimularlo con pequeños chupetones y mordiscos, lo rozaba con la punta de la lengua en movimientos circulares. Los gemidos que emitía mi Angelito eran hermosos.

Pasé a su otro pezón, en el cual esmeré con el mismo empeño, provocando todo tipo de movimientos en mi niño. Movimientos que me invitaban a ir más allá. Angelito se acostó en la cama y yo use mis manos para despojarlo del short y los bóxers; seguía siendo tan hermoso como lo recordaba.

Lo contemplé por un rato, todo entero, de la cabeza a los pies. Su expresión especial volvió a aparecer, potenciando su encanto la luz de la luna que nos servía de iluminación. Me incitaba a seguir, era una propuesta que no podía rechazar. Bajé a su entrepierna y de un solo bocado me engullí su hombría, que se había vuelto un poco más grande en los últimos meses. Mi niño estaba creciendo.

Un río de sensaciones colapsó mi sistema nervioso apenas tuve contacto con ese hermoso y delicioso mástil. Aquel sabor tan maravilloso que recordaba, seguía ahí embriagando mis papilas, aquel olor tan suyo seguía intacto para mí. Los gemidos de mi Ángel aumentaban a medida que yo enfurecía mi felación. Estaba totalmente entregado a darle el máximo placer posible. Se retorcía de gusto cada vez que succionaba y pasaba mi lengua alrededor de su rosado glande y a mí me encantaba hacerlo.

De un movimiento brusco me separó y se tumbó encima mío. Volvió a juntar nuestras bocas mientras me despojaba de las únicas prendas que me quedaban, justo como haría yo hacía sólo unos minutos. Pero él no se andaba con rodeos. Se comió mi badajo que estaba inhiesto y deseando probar de nuevo el tacto de su boca. Me arrancó un gemido grutural y profundo. ¡Qué boca! me tenía tocando las puertas del nirvana. Era casi una experiencia religiosa, el placer de tenerlo allí lamiendo mi hombría, pasando su lengua por mi glande y mi tronco. Dando pequeños y sutiles mordiscos que sólo podían encenderme y encenderme aún más.

No podía aguantar más. Lo separé de mí y lo volví a besar. Él también me devoraba. Bastó una mirada para que entendiera. Me tendí en la cama y el se puso encima de mí, pero con su hermoso culo hacia mi cara. Lo abrí y observé ese diminuto y tímido botoncito arrugado y rosado, que según entendía, llevaba al más inmenso placer. No lo dudé y lancé mi ataque sobre él. Salivaba lo más que podía para lamer ese sitio nuevo para mí. De vez en cuando mordía esas pompas tan lindas y bien formadas. Ángel por su parte me daba la mamada más espectacular que me han dado, cosa que dificultaba un poco mi trabajo, porque el placer era inmenso.

Conseguí meter mi dedo índice en ese hoyito. Angelito gimió un poco, pero me alentó a seguir. Yo hacía movimientos circulares muy sutiles, pero notables. Así estuve por un rato. De vez en cuando retiraba el dedo y pasaba mi lengua por toda la zona. Humedecí mi dedo medio. Ahora metería 2 dedos.

Empecé a acariciar la piel arrugada del anillo anal con ambos dedos, y a hacer pequeños movimientos para ir estimulándolo. Comencé a introducirlos muy lentamente. Al parecer el dolor de tener 2 intrusos fue menor que lo que me había temido. Unos minutos después de ir metiendo poco a poco ambos dedos al tiempo, ya estaba más que acostumbrado. Volví a hacer los movimientos circulares. Mi nene se retorcía más y más. Era momento de dar el gran paso.

Me incorporé saliéndome de debajo de Angelito, dando por terminado el 69. Me miraba expectante. Delicadamente volví a besarlo haciéndolo acostar en la cama boca arriba. Con mi mano izquierda acariciaba su pelo y con mi derecha su entrepierna, cada vez abriéndome más campo hacia su ano que palpitaba deseoso de acción. Dejé de tocarlo y me senté a su lado. Nos miramos por un momento. No hicieron falta las palabras.

Me acomodé entre sus piernas arrodillado y las puse sobre mis hombros, arqueando su cuerpo, de manera que su culito quedaba expuesto. Con mi mano izquierda acariciaba su cuerpo y con la otra dirigía mi palpitante verga a su entrada. Rocé el anillo con la punta del glande y ambos gemimos en una clara muestra del placer que aquello nos producía.  Pero tenía que ir a por ello. Comencé a introducir mi polla por su estrechísimo ano. La sensación era de por sí placentera y un poco dolorosa. Pero él jamás protestó. Y yo lo hacía despacio para no mortificarlo.

Luego de unos 10 minutos que me parecieron una eternidad. Angelito y yo estábamos totalmente unidos, en cuerpo y alma. No empecé el primitivo mete-saca porque aún su esfínter no se acostumbraba al demencial grosor de mi polla (Y no es por alardear, pero luego me di cuenta que era inusual alguien como yo tener la polla así y que debí haberle metido más dedos y más lubricación. Errores de novato).

Unos instantes más tarde, en la misma posición en la que estábamos, empecé a moverme hacia adelante y hacia atrás haciendo que mi niño se retorciera entre el dolor y el placer, pero más el placer porque nunca me pidió que me detuviera. A medida que ganaba confianza, mis embates eran más fuertes. Él gozaba y yo también. Por primera vez me sentía vivo plenamente. Ángel se contraía y eso ahorcaba de alguna manera a mi verga que estaba cada vez más sensible.

Arremetí con más furia contra ese culito comelón y goloso. Los gemidos tanto suyos como míos eran cada vez más fuertes, igual que nuestras exhalaciones. El sudor comenzaba a aparecer, aún con el aire acondicionado manteniendo la temperatura del cuarto en unos agradables 16 grados centígrados. Nuestros cuerpos hervían por dentro.

Mis penetraciones eran cada vez más profundas, nos mirábamos fijamente, él intentaba recorrer lo que alcanzaba de mi cuerpo con sus manos y yo también. No voy a mentir diciendo que lo follaba como todo un experto y que llevábamos un ritmo "molto vivace”, puesto que mis movimientos eran toscos en cierta medida como cualquier novato. Aunque, a mi favor admito que nos amoldábamos muy bien.

Los embates y gemidos continuaron como por unos 5 ó 6 minutos más hasta que mi Angelito contrajo mucho su esfínter eyaculando copiosamente sobre su pecho unos 4 o 5 trallazos de lefa. Con las contracciones pos-orgasmo, me hizo venir en su interior como nunca me había venido. ¡Qué sensación! Inmediatamente me sentí muy cansado, pero feliz. Jadeábamos apresuradamente. Mi polla fue saliendo por sí sola poco a poco del interior de Ángel. Me incline sobre su abdomen para lamer los frutos de su orgasmo. Un delicioso y refrescante manjar el que mi boca saboreaba. Me encontré con la mirada de Ángel y nos volvimos a juntar en un beso, esta vez aderezado por su esencia. Nos abrazamos.

--Fue increíble Dei--jadeó Ángel aún con la respiración entrecortada. Yo estaba igual.

--Sí--admití--pero no sabía que esto demandaba tanto esfuerzo físico.

--Habrá que hacerlo más seguido--apuntó Angelito--Así nos hacemos más resistentes y duramos más.

--No digas chorradas mi amor--le puse un dedo sobre los labios--mejor vamos a bañarnos.

En el baño todo transcurrió con aparente normalidad. Con el énfasis de que nos besamos durante todo ese tiempo. Volvimos a la cama y nos acostamos desnudos en posición de cucharita. Yo lo abrazaba.

--Te amo tanto Ángel--susurré en su oreja.

--Yo también te amo, Dei--me contestó. Lo abracé más fuerte y nos quedamos dormidos.

A partir de ese día, todo cambió; Claire no se sorprendió cuando le conté lo mío con Ángel, todo lo contrario, me dijo que era perfecto para mí. La odiosa de Victoria y sus 3 amigas nunca volvieron a molestarme, después supe que sus andanzas las llevaron a contraer VIH, y quedaron embarazadas antes de los 18 años. Diego se curó de su herpes y nunca volvió a tratar con Victoria. Sorprendentemente no eché a Mateo de la casa, cuando iba a recoger sus cosas,  le dije que ya no se iría, pero que jamás me volviera a dirigir la palabra. Lo cumplió sin protestar. Natalia me odió por haberla usado de la manera en que lo hice, pero estuvo muy contenta de que Ángel y yo  por fin estuviéramos juntos. Daniel no volvió al colegio. Su hermano Ricardo se lo llevó a vivir con él a otra ciudad. Según supe después, por el mismo Ricardo, Daniel se suicidó 2 meses luego de irse. Con Ricardo tanto Ángel y yo tuvimos una cercana empatía. Camilito... bueno, Camilito tuvo su parte acordada. Una cita con su actor favorito. Y según me contó, el tipo lo miraba con deseo, y había química, pero se reservó el derecho de decirme si llegaron más allá. No me sorprendería nada que se hubiera ligado al tipejo y hubieran follado. Ese Camilito era toda una guarra. Actualmente ya no hablo con ninguno de ellos.

Finalmente, Ángel y yo duramos 2 años juntos, que han sido y creo que seguirán siendo los 2 años más felices de mi vida, sin contar lo que les he venido contando. Claro que tuvimos sexo, sexo y mucho más sexo, y muchas otras vivencias también. Pero cómo olvidar la primera vez. La que a mi modo de ver fue la mejor, por la magia y la inexperiencia tanto suya como mía. Esto que les he contado, son mis recuerdos más preciados. Lo que más atesoro en mi memoria.

Justo unos meses después de él cumplir 16 y yo 18, Angelito se me fue. El cáncer de páncreas que le detectaron supuestamente a tiempo y le trataron, resurgió e hizo metástasis. En su entierro no lloré ni una lágrima. Volví a cerrarme para los demás.

Sus cenizas las esparcí en aquella cueva donde a veces, nos escapábamos y revivíamos nuestro amor. Esa cueva fue lo único que reclamé cuando mi mamá quiso darme lo que me correspondía de la hacienda familiar. Y también me las arreglé para hacerme con la banca del parque donde él y yo nos conocimos. Me la llevé a la cueva. Mis primos estuvieron siempre conmigo en ese mes que estuve encerrado allí en la casona. Ellos y los caballos me ayudaron mucho en esa etapa difícil, de cual, como habrán podido deducir, no me pude curar. Estuve por fuera del país hasta hace unos 3 meses que regresé. Pienso volver a la cueva, a revivir mis recuerdos con él. Y quien sabe si a lo mejor me esté esperando allí. Ahora que escribo estas últimas líneas, siento que lo tengo más cerca. Como si el aire me susurrara su nombre.

"Dime dónde viene el aire, dónde viene el aire que me trae recuerdos.

Dime dónde viene el aire, dónde viene el aire que me trae sus besos".

(La tata - Niña pastori)

 

Fin.

 

*La frase final con la que “Il pagliaccio” Canio termina el segundo acto, luego de matar a su esposa y a Silvio, el amante de ésta. Es el final de “I pagliacci”.