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David y Ángel: Capítulo 10, Vengeance.

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Capítulo 10: Vengeance.

 

Esa fue la última vez que Angelito y yo cruzamos palabras, o al menos por el resto del período escolar. Me sentí el peor de los seres vivos, el más desafortunado de todos. El más miserable. Quería olvidarlo a toda costa, pero no podía; todos los días en el colegio, era un martirio verlo en los recesos, su carita estaba apagada, se veía triste. Aquel brillo del parque que tenía cuando lo conocí, se había esfumado de sus ojos, casi que sin dejar rastro. ¿Por qué? ¿Su nuevo novio el alto, guapo, de buen cuerpo y capitán del equipo de fútbol de mi grado, que curiosamente luego de verlo con Ángel, a la semana siguiente lo pasaron para mi salón, y había hecho buenas migas con Mateo, lo había dejado? ¿O sería más bien que Daniel, como se llamaba ese sexy energúmeno (Porque sexy sí que era) le habría hecho algo? Y a todas estas, ¿Yo por qué me estaba preguntando tanto acerca de Ángel? Él me había cambiado por alguien física y mentalmente mejor. ¿De qué me preocupaba? Como fuere, iba a estar mejor sin mí. Yo estaba destinado a estar solo. Ni con las esferas del dragón iba a lograr estar con alguien, como hubiera deseado cuando era más pequeño, y como volví a desear al conocer a Ángel. Estaba perdidamente enamorado, no lo podía dejar de querer ni poniéndomelo como meta. Me dolía el pecho al pensarlo todo el día. Me dolía más aún, verlo tan alicaído. Deseaba tanto volver a hablarle, que me hablara, volverme a perder en su mirada, sentir su calor... Pero él me había dejado. Aquel día que lo vi con Daniel lo supe. ¿Sería que nunca me amó como me lo hizo creer?

Llegaron las vacaciones de fin de año, y lo que antes era un motivo de felicidad, ahora no me hacía la más mínima gracia. Así fuera de lejos, mientras estaba en el colegio, podía ver a Ángel. Sólo con eso me bastaba para estar tranquilo. Yo quería odiarlo, pero al mismo tiempo tenía una extraña necesidad de tomarlo entre mis brazos, de sentirlo como cuando estábamos bien, de escuchar su voz diciendo "Hola Dei" y sobretodo su sonrisa... ¡Mi arma! su sonrisa... Lástima que eso fuera ya sólo un hermoso y lejano recuerdo.

Mis vacaciones no fueron precisamente fuera de lo común; volví a ver a mis primos Carlos y Juan, estuve en la finca con los caballos. Volví a aquella cueva, testigo de lo que alguna vez creí hubo entre Ángel y yo. Cada cosa allí me recordaba a él. Incluso me sentía en ese momento cuando la lluvia arreciaba con desenfrenada pasión sobre el desprotegido suelo, nuestros cuerpos húmedos se tocaban, conociéndose por primera vez. Aquella frialdad mía y aquella ternura suya. Y luego en la finca, después del incidente con Mariana y todo eso, terminamos lo que ya estaba predispuesto a suceder; Mi cuarto fue testigo de nuestra tormenta de pasión y de amor, creí haber encontrado lo que necesitaba. Era todo tan lindo en aquel entonces. Todo era perfecto. Pero ahora estaba como al principio, con la diferencia de que había sido utilizado por Ángel. Al final no me había equivocado cuando aquella vez le dije que él me veía como un trofeo. Sí, en el fondo siempre lo supe, por primera vez no quise creer en mis conjeturas. Y como por gracia de los putos dioses, tenía que caer en cuenta de la peor manera, de que me había equivocado al dejar que las cosas avanzaran.

Mi primo Juan y yo no hablamos mucho durante el tiempo que estuve en la finca. Yo me había cerrado de tal manera que ni con él tenía confianza.

De Mateo.., bueno, no hay mucho que contar, él estuvo en su finca con su familia. Hizo todo lo posible por acercarse a mí, pero yo siempre sabía cómo quitármelo de encima. Así se pasó el tiempo y volví a casa, a comenzar otro año.

Vi dos caras nuevas al llegar al que sería mi salón. Un chico y una chica; el chico se llamaba Camilo, según supe después. Era blanco (mucho) de ojos con un curioso color entre café y verde, muy bonitos, pestañas abundantes, cejas pobladas y cuidadas, labios no muy gruesos de un rosado seductor, facciones masculinas e infantiles al mismo tiempo. Era delgado, pero no escuálido, un poco alto, como de la estatura de Mateo, su pelo era lacio, castaño y con algunos brillos dorados cuando le daba la luz. Parecía más bien como un vampiro jejeje y, tenía ademanes un tanto afeminados. La chica en cambio era algo rellenita, de ojos negros, una carita inocente, piel trigueña, cejas delgadas, cabello negro ondulado, labios gruesos y mirada coqueta. Su nombre era Natalia.

Yo me ubiqué como siempre hacía, en la parte trasera, alejado de todos. Al parecer, a los nuevos ya les habían hablado de mí, puesto que en sus caras había esa expresión de "así que ese es". Para mi sorpresa, tanto Camilo como Natalia tomaron sus sillas y se sentaron a cada lado dejándome entre ellos. El chico rompió el hielo.

--Hola, tú eres David, ¿cierto?--Inquirió con aquella voz entre afeminada (sutilmente) y normal.

--Claro que es él, tonto--se apresuró a responder por mí la chica, Natalia. Su voz era muy linda, he de admitir. Según veía, ya se conocían de antes ese par.

--Tenía que asegurarme, estúpida--le espetó Camilo con su forma tan peculiar de hablar.

--¿Qué quieren?--pregunté con mi helado y chocante tono sereno--¿Acaso no saben que nadie se sienta conmigo?

--Nosotros sólo queremos ser tus amigos--contestó la chica--Me llamo Natalia y él es Camilo.

--No soy amigo de nadie--dije con algo de molestia.

--Pues eso va a cambiar querido Dei--apuntó Camilo.

¿Acaso me había llamado Dei? ¿Por qué diantres me llamó así? El único que me llamaba de tal manera era Ángel. Lo miré extrañado.

--¡Idiota! ¿Por qué lo llamaste así?--le reprendió la chica.

--¡Ay! perdona, tonta--se disculpó él.

--Mira David, nosotros queremos ayudarte a volver con Ángel--volvió a hablar la chica--porque desde que le terminaste, no ha vuelto a ser el mismo.

--Sip sip sip--decía Camilo asintiendo con la cabeza.

Estaba atento escuchándolos, pero no quería, de ninguna manera yo volvería siquiera a intentar algo con alguien de nuevo y mucho menos con él

--Eso no va a ser--dije por fin--Si sus intenciones eran esas, pierden su tiempo. Y díganle a Ángel que si cree que enviando gente va a hacer que me olvide de su traición, ¡Bien se puede ir al maldito infierno!

--Espera espera, ¿Dijiste traición?--preguntó Natalia sorprendida. Camilo también lo estaba, pero no pronunció palabra.

--Así es--contesté secamente.

--Pero él nos dijo que tú le habías terminado que porque ya no te gustaba--apuntó por fin el chico. Su tono semi-afeminado me estaba enfermando.

--Esa fue una de las dos razones. La otra él la sabe bien. Y ahora si no les molesta, vayan con el resto, y déjenme solo--espeté un poco cabreado. Ellos se quedaron donde estaban. ¿Acaso ya nadie me tomaba en serio?

Como cualquier primer día de colegio, la salida fue temprano. Me fui raudo a mi casa. Mateo llegaba mañana, porque le había dado la gana de tomarse un día más de vacaciones. Muy de cerca venía aquel chico que había conocido en la mañana.

--¡David!--escuchaba gritar a mis espaldas a Camilo. Me hice el que no escuchaba y seguí mi camino. Pero el tontoculo ese recordó que los seres humanos también pueden usar sus piernas para correr, y así lo hizo. Al alcanzarme, se puso frente a mí, y posó su mano derecha sobre mi hombro izquierdo, arqueando su cuerpo y poniendo su otra mano sobre su rodilla, jadeando producto del esfuerzo físico. Me miraba fijamente.

--¿Qué quieres?--le pregunté notoriamente molesto.

--Ay, ¿Por qué eres tan amargado?--inquirió con su tonito de niño gomelo afeminado, aun jadeando--quiero que hablemos.

--No tengo nada que hablar contigo--contesté quitando su mano de mi hombro, y siguiendo mi camino.

--Déjame conocerte--dijo ya con respiración más normal--quiero saber qué fue lo que vio Angelito caramelito en ti, que lo enamoró.

¿Angelito caramelito? ¿A qué debía ese apodo tan estúpido? ¿Caramelito? ¡Y una leche! Ese niño era la maldad hecha carne. De mí no había estado enamorado, sólo había jugado conmigo. De caramelito no tenía ni el empaque. Ya les digo yo, ni el empaque.

--¿Por qué mejor no te vas con tu amiga y me dejas en paz?--pregunté.

--No, qué flojera--contestó moviendo sus manos muy amaneradamente--ella anda con la regla y se pone de mal genio, más bien invítame a algo.

--¡Te invito a que te largues de mi vista!--Exclamé ya harto de su presencia.

--¡Ay! qué grosero eres. Mejor me voy que con ese genio capaz y me matas, nene--dijo un tanto asustado. Yo seguí mi rumbo y él tomó la vía contraria.

Qué personaje ese Camilo. Su actitud me parecía muy extraña, pero no por ello  desagradable. No puedo evitar sonreír cuando recuerdo sus gestos y su voz cantarina jejeje. Él era toda una loca, sí señor. Lejos de sentir repulsión, para sorpresa mía, me empezaba a agradar el chico. Tenía algo que llamaba mi atención.

Llegué a mi casa y saludé a Joel, mi mamá como siempre estaba por fuera. Menudo trabajo, casi nunca la veía. Al llegar a mi cuarto, apenas abrí la puerta estaba Mateo, con una camiseta de tirantes negra ajustada, y una pantaloneta blanca, muy corta. Me recibió con un abrazo y un beso en la boca.

--Hola Deivid--dijo muy sonriente al separar sus labios de los míos.

--¿Qué haces en mi cuarto?--pregunté molesto. (Sí, ya sé que siempre estaba molesto. Ya no me atosiguen más con eso, gracias)

--No te pongas así--contestó--quería darte una sorpresa--esbozó una sonrisa.

--Como sea--refuté--sal de aquí que me voy a bañar.

--De hecho, yo estaba pensando en otra cosa--dijo Mateo cerrando la puerta de mi cuarto y quitándose su camiseta de tirantes exhibiendo su delicioso torso. Se acercó a mí, me empujó y caí en mi cama. Se puso sobre mi entrepierna sobando mi barriga, sobre la camiseta del uniforme del colegio.

--Vamos Deivid, dime que no se te antoja--pronunció casi que entre gemidos excitantes, con una voz muy sexy. Seguidamente busco su boca con la mía. Le correspondí. La verdad hacía tanto que no experimentaba tal placer, y sin ataduras que me lo impidieran, iba a disfrutar a Mateo fuera como fuera.

Los besos empezaron a volverse morreos apasionados, Mateo recorría mi pecho con sus manos. En un movimiento subió mi camiseta y yo le facilité el trabajo terminándomela de quitar. Él bajó desde mi cuello besando y mordisqueando cada parte de mi piel, hasta llegar a mi pantalón. Lo abrió para encontrarse con mis bóxers y mi herramienta lista para la guerra. Con sus dedos hábiles bajó mi pantalón junto con mis bóxers para liberar mi miembro. Lo tomó con su mano derecha, y sin vacilaciones lo llevó a su boca, lo chupó por unos instantes, paseando su lengua por mi tronco y glande saboreando detenidamente. Su mirada era la del mismo placer, con lascivia. Estaba ido.

--Hmmm, sabe delicioso--decía Mateo entre más saboreaba mi polla.

Lo cierto era que en ese momento el maldito me la estaba mamando como el mejor de los mamadores. En mi corta existencia, han sido pocas personas (porque mujeres lo han hecho también) que me han hecho una fellatio digna de recordar, y Mateo era de los mejores en ello. Quizás sólo superado por Ángel. Pero no era momento de pensar en ese estúpido traidor.

La boca de Mateo era excepcional, me tenía a tope, sabía en qué momento juguetear con la lengua y en qué momento succionar para arrancarme más placer. Con su mano izquierda magreaba mis testículos produciéndome pequeños sobresaltos de éxtasis. Estaba demasiado estimulado, tanto que estaba haciendo esfuerzos muy grandes por no tener un orgasmo. Quería que eso no se acabara, al menos de esa manera, mi mente no estaba de mal genio.

Mateo siguió en su labor de darme la mejor mamada hasta ese momento, cuando depronto dejó de chupar. Me miró fijamente, y luego se puso de pie. De su bolsillo sacó una cosa de color plateado, como un sobre de condón. Y en efecto lo era, lo miró por unos instantes y luego lo tiró.

--Vas a culearme a pelo Deivid--dijo con una voz fuera de sí, mirándome con un morbo que jamás había visto. Se bajó la pantaloneta junto con sus bóxers, dejando ver un pubis con pocos vellos y un considerable pedazo de rabo. Volvió a bajar a mi verga y siguió chupando, pero esta vez lo hacía más por humedecerla que por chuparla. Aun así, me tenía a punto de estallar.

Terminada su labor de humedecer mi falo, Mateo humedeció sus dedos índice y medio con su propia saliva y empezó a hurgar en su culete, allí donde nunca le había iluminado el sol. Se notaba que le excitaba demasiado la praxis aquella. De vez en cuando volvía a atender a mi garrote, ya fuera dándole unas cuantas lamidas, o introduciéndolo totalmente en su boca, al mismo tiempo que se estimulaba el orto. Cuando lo creyó conveniente, volvió a colocarse encima de mí, como al principio, pero un poco más arriba de mi pubis, tal que con su mano derecha podía dirigir mi vara a su ya dilatada (o al menos eso creía) entrada o salida (depende de cómo se le vea) del culo.

Mateo ya había alineado mi glande con su ojete y empezó a descender lentamente. Al sentir el roce de su piel con mi verga, quizás como castigo de los dioses, (¡Malditos sean!) Mi mente me jugó una mala pasada. Pensé en Ángel y no pude evitar pronunciar (mejor dicho, gemir como puta en plena faena) su nombre. Mateo no pasó por alto ese detalle e inmediatamente se separó de mí. ¡Joder con mi boca! me acababa de quedar en un tipo de casi coitus interruptus por su culpa. Mateo simplemente se puso su bóxer y su pantaloneta y cogió su camiseta de tirantes y se fue del cuarto. No dijo absolutamente nada.

Todo atisbo de excitación se esfumó en ese momento, no iba a ser siquiera necesario hacerme una paja para terminar, porque me quedé como los monolitos de la isla de pascua, inmóvil y frío.

¿Por qué siempre resultaba yo pensando en Ángel? ¡Maldito cerebro que no sirves para darte cuenta de que ese imbécil me había traicionado con el tal Daniel ese! ¿Acaso la mielina de mis neuronas tenía algún defecto? Yo tenía que olvidarme de Ángel y lo iba a conseguir. ¡Por mi polla que lo iba a hacer!

Mateo estuvo distante conmigo el resto del día, no lo culpo, eso de que cuando estás teniendo sexo y el otro mencione el nombre de tu directo rival, con el agravante de no sólo mencionarlo, sino mencionarlo y encima de eso con una voz lasciva, llena de gozo y placer como la que tenía yo, debe doler en el orgullo. Así las cosas, era mucho muy obvio que él estuviera de esa manera. Había echado a perder lo que sería un maravilloso primer polvo en regla, por una tontería. Una parte de mí estaba furiosa, pero otra parte estaba hasta contenta, porque aún guardaba la remotísima esperanza de volver con Ángel y tener mi primera relación sexual en todo el sentido de la palabra, con él.

Los siguientes dos días fueron particularmente aburridos. Me había acostumbrado a estar entre Natalia y Camilo, y sus discusiones de niñitas, porque siéndoles sinceros, Camilito era una niña más. Ángel no había ido, o al menos yo no lo había visto y Mateo aún seguía distante conmigo. Pero las cosas estaban a punto de cambiar.

El cuarto día de clases, entró una chica nueva al salón, de actitud altiva, mirada hechizante. Actitud de ganador. En lo físico era de pelo castaño claro, casi mono, ojos verdes oliva muy expresivos, tez blanca, alta y de labios finos. Tenía mucho porte e irradiaba mucha seguridad. Por alguna razón llamaba mucho mi atención. Su nombre... Era de lo más extraño que había escuchado. Aunque no por ello quiero decir que era feo, se llamaba Claire (Pronunciado "clæ", es decir, entre cla y cle... En fin, una lata, léanlo como les salga de los huevos) Venía de Inglaterra (¡Jo-der! con lo que me molan las británicas) Tengo que admitirlo, capturó mi atención en un instante. Y lo mejor era que no hablaba mucho español. Puntos para acercármele. La chica se sentó cerca de mi zona, pero hacia el otro extremo, al parecer tampoco era muy amiga de las compañías.

Sonó la campana para el receso, a pesar de que Natalia y Camilo insistieron hasta lo indecible para que los acompañara, yo me quedé en el salón. Sabía que sus intenciones eran propiciar un encuentro entre Ángel y yo, y la verdad era lo que menos me interesaba. Mis intereses ahora estaban en la britton girl  que curiosamente tampoco había querido salir. Me le acerqué decidido a entablar una conversación.

--Hola--dije con un tono más bien neutro.

--I don't speak your bloody language, fat  idiot!--respondió ella secamente y algo enfadada a mi saludo con su ultra súper híper mega sexy acento.

--No matter--dije también exhibiendo mi acento británico--guess we can use yours if you prefer. By the way, I'm David.

--Thank god!--exclamó muy contenta esbozando una hermosa sonrisa--At last I found someone who knows how to speak good english. I'm Claire. Pleasure, and sorry about calling you fat idiot, I haven't been able to make friends here.

--Don't mind that--le contesté restándole importancia al asunto.

Así estuvimos hablando un buen rato, me contó que sus padres por alguna extraña razón habían resultado haciendo negocios aquí, que tenía 15 años, le gustaba la música, tocaba varios instrumentos y que no sabía por qué estaba tan amable, que ella no solía ser así. Yo por mi parte le dije que yo también era algo frío y que pasaba muy solitario. La verdad la conversación estuvo muy entretenida. Lo mejor era que podía practicar mi inglés que lo tenía algo oxidado. Intercambiamos números y correos.

Al regreso del receso, todos se dieron cuenta de que ahora yo estaba con la nueva. Los chicos me miraban envidiosos ya que la nueva era mucho muy linda. Camilo y Natalia no salían de su asombro al ver que yo estaba sentado al lado de Claire, dejándolos a ellos aparte. Así pasó el día.

A la salida, de nuevo Camilo se me acercó. Mateo no me acompañaba, se me había adelantado, porque aún seguía molesto, y lo que creo es que también terminó de estarlo cuando me vio muy amigable con la nueva y más aún que era recíproco. Esta vez yo no iba tan de mal genio, así que a lo mejor y podría soportar  la compañía de Camiloca.

--Oye Daví--¿Cómo es que tú y la nueva se entienden tan bien?--preguntó.

--Cuestión de compatibilidad--contesté.

--Háblame en español nene, que me pierdo--dijo demasiado amanerado.

--Precisamente eso, que no hablamos en español--apunté.

--Ahh, ya veo y ¿te gusta?--inquirió.

--Es muy linda, pero, estoy muy seguro que no se va a fijar en mí, así que no me hago ilusiones--respondí con tono neutro.

--Mejor nene, mejor que no, porque no le veo la gracia a las niñas y a ti te conviene estar de este lado para que vuelvas con Angelito caramelito--pronunció todavía botando más pluma.

--¡Pues no!--exclamé cabreado--¡No me interesa volver con ese, y ya deja el tema, me tenés las bolas llenas! Camilo puso cara de susto y no dijo nada más. Seguimos el camino.

Avanzamos hasta llegar a la puerta de mi casa. Camilo hizo ademán de irse, pero cuando se iba a ir, justo sale Mateo sin camiseta y con un short negro que le quedaba algo ajustado delineando su figura. A Camilo casi se le cae la quijada cuando vio semejante portento de macho. Mateo siguió como si nada. Camilo no le quitaba la vista de encima.

--Tienes que presentármelo Daví--dijo cuando Mateo ya había vuelto a entrar y por ende no nos escucharía.

--¿Y para qué si está en el mismo salón?--inquirí.

--Pues para hacerme su amigo, bobito--contrapuso de manera jocosa echando plumas por doquier.

--¿Amigo? ¿No será más bien que te lo quieres merendar, o mejor dicho, ser su merienda? ¿Eh, putilla calentorra?--pregunté.

--¡Ay, nooo!--contestó con una vocecita muy fémina y chillona, poniendo una sonrisita nerviosa delatando sus verdaderas intenciones, y al parecer le molaba eso de que lo tratara en femenino e insultándolo. Se despidió y yo entré a la casa.

Subí directamente a mi habitación y estuve un rato leyendo el libro "La metamorfosis" del gran escritor Franz Kafka, que dicho sea de paso es uno de mis autores favoritos. Luego de eso, encendí el portátil para revisar mi bandeja de correo electrónico. ¡Vaya sorpresa la que me llevé! Había un mensaje de Ángel y por lo que podía ver, no tenía mucho de habérmelo enviado. Lo comencé a leer.

"Hola Dei, espero que estés bien. Quiero que hablemos, porque te extraño y sé que tú también. Me gustaría volver a hablar contigo, tengo muchas cosas que preguntarte. Camilo me contó que entró una niña nueva a tu salón y que tú y ella se llevan muy bien, eso me preocupa porque yo aún te amo, a pesar de que me dijiste esas cosas horribles cuando fui a tu casa, créeme que no se me olvida. No te quiero perder Dei. Te espero en nuestro lugar, a las 17:00 Por favor no me vayas a fallar. Atentamente, Tu Angelito."

¿Osea que todo era mi culpa? ¿Yo tenía la culpa de habernos distanciado? ¿Y lo que él hizo qué? ¿No contaba? ¿No contaba el hecho de que me había cambiado por ese patán? En ese momento les juro que quise escribirle una respuesta mandándolo a la mierda,  y que poco o nada me importaba ya. Además ese "No me vayas a fallar" ¿Qué carajos significaba? ¿Él me falla a mí y es tan cínico de decirme tal cosa? Me calmé un poco para decidir qué haría. Yo la verdad también quería verlo, porque gústeme o no, lo extrañaba, y eso era algo que no podía negar. Pero también estaba Claire y Mateo, cada uno me gustaba a su manera. Con Mateo ya había intimado un poco, él era todo fuego, con Claire.., bueno, su personalidad me gustaba mucho y quería conocerla más. Pero con ese traidor... ¡Buff! Ese traidor tan hermoso y sacado de una leyenda griega... ¡Ese puto traidor era mi perdición! Pero yo no podía dejarme ver débil ante él. Y así iba a ser. Decidí acudir a la cita que me había puesto. Y sabía exactamente dónde sería: En la banca donde por primera vez nuestras miradas se cruzaron.

El tiempo pasó volando y yo salí a enfrentar mi destino. Tenía que cortar todo vínculo afectivo con Ángel, cerrar ese capítulo y comenzar uno nuevo, por mucho que me doliera. Llegué al lugar y allí estaba él sentado. Iba con unos jeans algo decolorados y una polo blanca. ¡Qué hermoso se veía! Yo por mi parte llevaba unos jeans negros y una camiseta azul rey. Al volverse y encontrarse con mi presencia se levantó sonriente y con un brillo en sus ojos azules tan maravillosos, a abrazarme. Lo aparté antes de que lo hiciera, mientras veía como toda aquella felicidad, que no sabía si era fingida o no, se apagaba y se transformaba en una expresión seria y gris. Me senté a una notable distancia de él.

--Qué bueno que viniste--dijo con su vocecita apagada. Pero esta vez no me iba a doblegar con sus encantos. Yo venía dispuesto a dejárselo en claro.

--No creas que estoy muy feliz de estar aquí, teniendo cosas más importantes que atender. Ve al grano que necesito irme rápido--contesté a sus palabras con el desprecio justo para que viera que iba en serio.

--Quiero que arreglemos las cosas, Dei--pronunció herido por mis palabras.

--No tenemos nada que arreglar, los motivos de mi actitud hacia ti los sabes bien--contrapuse ya empezando a enojarme.

--Eso no es cierto, tú no me has dejado de querer, y lo sé. Lo veo en tus ojos Dei--refutó poniendo un tono más agresivo. Sin duda iba a ser una discusión interesante.

--En vez de cuestionarme, deberías cuestionarte tú--espeté.

--¿Yo?--inquirió--Pero si yo no he hecho nada.

--¿Ah no?--pregunté socarronamente.

--Pues no--contestó él.

--Ese es el motivo por el que terminé contigo, y por el que no quiero saber nada de ti--lancé mi dardo esperando que el infeliz confesara. Mi paciencia ya estaba agotándose.

--Pero si tú me dijiste en tu casa que...--no lo dejé terminar porque eso me hizo hervir la sangre. ¿De verdad era tan cínico?

--¿¡Y entonces tu aventurita con Daniel qué es!?--Pregunté ya fuera de mí, mientras veía como sus ojos se abrían como platos, su expresión era de sorpresa absoluta--¿¡Encima de todo te tengo que refrescar la memoria!? ¡No seas cínico! ¿¡Qué creíste, que yo no lo sabía!? ¿¡Que porque soy un gordo seboso no me doy cuenta de las cosas!? ¡Y no me vengas a decir que no es cierto, porque YO LOS VÍ!--Esto último dejó petrificado a Ángel, nunca lo había visto tan asustado. Y razón llevaba, porque yo iracundo era capaz de cualquier cosa. Cualquiera. Ángel no dijo absolutamente nada y rompió a llorar. Yo estaba tan enojado que ni siquiera sentí lástima por él.

--Yo fui un tonto--dijo entre sollozos--Daniel sólo quería aprovecharse de mí y casi caí en su juego. Pensé que tú no sabías y por eso creí que todo iba a estar bien. ¡Por favor perdóname Dei!

--No tengo nada que perdonarte--dije un poco más calmo--es apenas comprensible que quisieras a alguien más acorde a tu físico. Yo sabía que tarde o temprano ibas a dejarme, y lo supe siempre. Aquella vez que te dije que me veías como un trofeo no me equivoqué. Apenas pudiste lograr tu objetivo, corriste a cambiarme. Yo lo sabía, sólo que por idiota no quise aceptarlo. Por idiota llegué a creer que tú si me amabas. ¡Qué estúpido fui! Pero ya no más Ángel, ya no más. No voy a volver a sufrir y menos por ti. Voy a hacer de cuenta que nunca te conocí.

--¡No! Dei, por favor. Podemos arreglarlo--El llanto de Ángel se hacía cada vez más intenso. Me levanté de la banca.

--No hay nada que arreglar--dije muy serio mirándolo directamente y debo admitir que el verlo tan afligido no me afectó para nada. Estaba volviendo a ser la bestia que era antes de conocerlo--Olvídate de mí, sé que te será muy fácil y hasta nunca Ángel. Ojalá nunca nos hubiéramos visto--Al terminar me dispuse a caminar sin esperar su contestación. Sentía que me había quitado un peso de encima. Pero se me presentaba otro: El olvidarlo. Yo no podía negarme a mí mismo, que amaba a ese niño con locura, pero lo que él me había hecho no tenía perdón y tampoco podía ser tan imbécil de dejarle pasar eso por alto.

En esas iba pensando en todo lo que había acabado de ocurrir, y no me fijé en que venía un auto doblando la esquina algo rápido. Lo último que recuerdo es que escuché un fuerte chirrido y luego sentí un golpe muy fuerte en mi pierna izquierda y que una fuerza me arrojó por los aires. Luego todo se hizo penumbras.