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El perrito de mis amigas 4

en Dominación

Cuando sentí  el ascensor frenar en nuestro piso se me detuvo el corazón por unos segundos. Enseguida se abrió la puerta de la habitación y entro Maite riéndose sin parar.

-Ya llegaron! Estas lista putita? – me dijo mientras me inspeccionaba detenidamente. Yo mantenía mi mirada baja. Pasaron solo unos segundos hasta que sono el timbre y Laura abrió la puerta. Enseguida pudimos escuchar risitas y saludos. Maite me dejo solo para ir a saludar a su hermana pequeña.

- tenemos una sorpresita para vos Lu – escuche que le decían. – estas lista?- escuche como me llamaban, y aunque hubiera preferido encerrarme en esa habitación para siempre, algo me empujó a salir. Ni bien abri la puerta, antes de aparecer a la vista de todos, pude observar a Lucila, y enseguida recordé por que estaba tan enamorado de ella. Era delgada, no era muy alta pero su cuerpo tenia perfectas proporciones. Dos tetas pequeñas pero paraditas, un abdomen chato decorado con un piercing muy sensual en el ombligo, piernas bien torneadas y, aun mirándola prácticamente de frente, unas curvas muy interesantes que hacían que su colita fuera de película. Durita, bien levantada, algo pequeña pero acorde a su cuerpo. Era el complemento perfecto, y con las calzas que llevaba ese día y unas botas intimidantes hacían imponer respeto. Su carita era preciosa, con un pequeño piercing en la nariz y otro en la ceja, ojos color avellana claros, una linda nariz respingada con algunas pecas y una boquita deliciosa. Típica cara de nena atrevida, con casi ningún rasgo de inocencia. Su cabello era castaño, lacio, y en aquel momento lo llevaba hasta la cintura, y sus puntas de un color algo mas claro llegaban a tocarle el culo.

A paso demasiado lento y mirando  el piso me acercaba. De repente pude ver como Lucila notaba mi presencia, y se tapaba la boca con la mano mostrando sorpresa y tapando su risa. Todas rieron. En aquel momento sentí que moria, cuando distingui en las risas algunas carcajadas masculinas. Me acerque unos pasos y apareció ante mi la imagen de un muchacho, que reia sin disimulo y le hacia comentarios a Lu tomandola de la cintura. –quien es esta mariquita? – pregunto el chico llamado Luis, mirándome con gracia y algo de desprecio. Lucila era varios años mas pequeña que yo, y aquel muchacho era uno, o quizás dos años menor que ella. En cualquier otra situación lo hubiera desmayado a golpes, pero en aquel momento solo pude agachar aun mas la cabeza.

-Esta mariquita es Julian – dijo Laura a las carcajadas – y esta enamoradísima de tu novia, no Lu?

Lucila sonrio tímidamente, pero con una incipiente malicia en la mirada. –Así que andas enamorando putitas? – comenzó Luis, mientras apretaba a Lu por la cintura. – Mira vos q atrevida mi  chica.

En ese momento le pegó a Lu varias nalgadas para luego dejar su mano apoyada en su culito, masajeándolo eróticamente. Ella solo respondió con un gemido – No pensas saludar puta? – dijo el clavándome la mirada. – Hola Luis, soy… soy Juli… Julian. – dije muy avergonzado de estar viviendo esa situación. Se acerco a mi, con su mano en mi barbilla levanto mi cara y mirándome a los ojos me dijo –Señor Luis para vos. Y no me parece que Julian sea nombre adecuado para una putita tan bonita como vos. – creo que estuve a punto de desmayarme en ese  momento, teniendo que aguantar su mirada fría y fija mientras le decía a mis amigas y a Lucila que mi nuevo nombre seria Julieta. Mi pito, enfundado en una de las tangas de Maite estaba a punto de desaparecer por la vergüenza.

- Venga Julietita, levantate esa falda así vemos que tenes ahí abajo. – dijo Luis. Yo solo me limite a obedecer. Bajando la mirada nuevamente tomé con dos manos la faldita que las chicas me habían puesto y la levante muy despacio. Todos se quedaron apreciando como la tanguita apenas tenia un bulto pequeño, y totalmente depilado, hasta que Lucila con todo su atrevimiento se acerco a mi y de un tiron me bajo las bragas hasta las rodillas. Yo atiné a bajarme la falda para cubrirme pero un cachetazo de ella me hizo arrepentirme de tal movimiento, por lo que quede de pie frente a mis dos amigas, la niña de la que estaba enamorado, y su jovencito novio, con una tanga enroscada en las rodillas y sosteniendo voluntariamente arriba una falda para exhibir mi pequeño pitito depilado. La carcajada no se hizo esperar. Luis se adelantó dos pasos y en un rápido movimiento me agarro mi verga y mis huevitos con mucha fuerza. Sentí la necesidad de doblarme de dolor, pero lo evité. – con esta pijita pensas que podrías estar con una putita golosa como Lu? Parece de bebito, encima sin pelos – reia Luis sin soltarme la pija, que increíblemente despertó y se puso un poco dura. El comenzó a reir llamándome putito de mierda. En ese momento las chicas intervinieron con una de sus ideas malvadas – Porque no se la medimos? - Dijeron divertidas.

Lucila tomó la iniciativa. Agarró una regla, se arrodillo junto a mi y tomo mi pito con sus dedos. Senti una oleada muy extraña recorrer mi cuerpo. Una mezcla entre humillación y placer, que hizo q comenzara a erguirse mi miembro. Lu respondió  a eso con unas tiernas pero maquiavélicas risitas, y masajeo un poco mi verga. Cuando estuvo mas dura, la tomo de la punta y la estiró, para luego apoyar la regla en mi pelvis. Lo primero que hizo fue reírse y mirarme a los ojos, antes de anunciar divertida – 11 centimetros!

- A tu edad con 11 centimetritos? Hicieron bien en transformarlo en una putita. – dijo Luis complacido. Las chicas se miraron entre ellas en silencio. El entendió lo que pasaba y dijo: - quieren saber cuanto me mide a mi verdad? Pues yo creo que eso es tarea de esta putita. – y a continuación le quito la regla a Lu y me la entrego a mi sin mediar palabra. Me arrodille, me acerque a el en cuatro patas (sin que nadie me lo haya indicado) y cuando tuve mi cara casi pegada a su entrepierna levanté la vista. Clavó su mirada en mi y a la orden de “hacelo putito” me indicó mi tarea. Ahí estaba yo, con una falda y una tanga enrollada en las rodillas, arrodillado a los pies de un niño varios años menor que yo que me estaba ordenando que liberara su verga. Tome su cinturón con ambas manos y lo desabroche para luego quitar el botón. Baje despacito el cierre, como intentando estirar ese inevitable momento de humillación extrema. Su pantalón cayo hasta sus tobillos. Tome el bóxer y lo baje despacio, para mi sorpresa su verga, que ya estaba a media hasta, no terminaba de aparecer. Finalmente en un punto el bóxer dejo de cubrir aquella pija, que saltó en libertad dando varios brincos. Era considerablemente mas grande que la mia. Las chicas miraban con sorpresa y ganas, mientras el me ordenaba medirla de una vez. No me animaba a continuar hasta que el me dijo con tono enojado que usara mis manos. Con una tomé la punta de su miembro y lo levanté. Con la otra coloque la regla. Mi humillación fue aun mayor cuando vi que su verga, así a medio empinar marcaba en la regla unos 19 centimetros.

-Te gusta puto? – me pregunto Luis con violencia. Al ver que yo no contestaba y ni me atrevía a mirarlo me tomó del cabello y me obligo a mirarlo a los ojos. Volvio a preguntar: - te gusta puto??

- si – respondi yo tímidamente, suponiendo que era la respuesta que esperaba. –Si que?! – Si …. Señor. –Entonces dale un beso marica. – yo me quede de piedra. Era una escena demasiado humillante de la que mis amigas no perdían ni el mas minimo detalle. Al verme quieto como una roca, decidió pisarme mi verga con rudeza, obligándome a obedecerlo. Casi con lagrimas en los ojos acerque mis labios a su verga y le di un pequeño y timido beso. Luis no quedo para nada conforme y me lo hizo saber apretando aun mas mis bolitas. – la vas a agarrar con delicadeza y vas a besarle la cabeza, si putita? – Si señor – conteste, esta vez mirándolo a los ojos. Tome su tranca con mis dedos, corrí la piel hacia atrás y libere una cabeza grande y roja, ya humedecida por el liquido pre seminal. La miré con asombro por su tamaño, pero a la vez con asco. Cuando con los dedos hice un poco de presión, una espesa gota de liquido pre seminal  apareció y lentamente comenzó a recorrer su tronco. – Aprovecha para limpiarla – fue su orden. Sabiendo que no tenia otra alternativa acerque mi boca a su poderosa verga. Saqué mi lengua y la dirigi a su miembro. Lo mire por ultima vez con ojos suplicantes, casi llorando, pero no hizo mas que darle coraje para seguir humillándome y riéndose de mi junto con mis amigas. Cerre los ojos, y apoye mi lengua en el tronco de su pene. Sentí un sabor desagradable que me inundaba mis papilas gustativas, o quizás era por la humillación que sentía. Me obligo a abrir los ojos y a mirarlo mientras llevaba a cabo mi tarea. Con sus ojos en los mios recorri lentamente su pija hasta llegar a su cabeza, la cual bese lo mejor que pude para evitar un nuevo golpe.

Todos observaron la escena con atención. Cuando aleje mi boca de aquella verga no pude evitar relamerme los labios, como intentando absorver todo el gusto que había quedado en mi boca. Este gesto hizo que Lu estallara de risa, y el resto la siguiera. Giré para mirarla, y tenia su mano adentro de sus calzas, se notaba el movimiento de sus dedos jugando en su rajita. Enseguida notó que me había quedado mirándola sorprendido, por lo que sacó su mano mojada por sus jugos y me la pasó por mi cara, metiéndome sus dedos en la boca. Los lami con desesperación, como un perrito lame la mano de su dueña. A ella le cayo en gracia y sonrio mirándome, nuestras miradas se cruzaron y mi verga irremediablemente comenzó a ponerse dura.

-Ah pero que linda la parejita! – empezó a decir Luis con enfado. – Porque no se dan un beso mejor? Ya se lo que podemos hacer para matar dos pajaros de un tiro! – Agarró a Lucila por el cabello y la hizo arrodillarse, quedando junto a mi. – Ya sabes lo que tenes que hacer putita – ordenó él, y sin que pasara un segundo Lu ya estaba lamiendo su verga con toda dedicación. Yo miraba atonito, sin poder creer como la hermosa y dulce Lucila lamia verga con tanta capacidad y tanto amor, alternando su mirada entre los ojos de su noivo y los mios, sin perder la sonrisa cada vez q enfocaba en mi. De repente una palmada en mi nuca me sacó de mi estado de trance. – que esperas pelotudo? Vos también – fue su orden, y ya no dude en obedecerla. Nos hizo besarnos mientras chupábamos esa vergota. Los labios y la lengua de Lu tenían un sabor tan delicioso que casi me olvidaba que había una pija entre nosotros.  Se la lamimos un buen rato mientras cruzábamos nuestras lenguas, le chupamos sus huevos, su cabeza, su tronco, hasta que finalmente nos lleno a ambos la cara de leche, obligándonos a seguir besándonos.

Y ahí estaba yo, arrodillado, con una faldita y una tanga a medio bajar, besando a la hermosa Lucila con nuestras bocas llenas de leche tibia mientras una descomunal verga de un niño nos daba cachetazos. Escuchaba insultos y risas pero no dejaba de besar a mi hermosa Lu. De repente sentí su mano pequeña acariciando mis huevos. Mi pijita reacciono al instante y ella me empujó al suelo y comenzó a chupármela. Eso si que no me lo esperaba. Era toda una profesional. En pocos minutos no pude evitar explotar en su boquita. Quede rendido y no me di cuenta que su cara se acercaba a la mia. Me abrió la boca con sus manos y escupió toda mi leche, mi propia leche caliente adentro de mi boca. Cerro mis labios con su manito, se acerco y me dijo mirándome a los ojos – Tragala putito. – No dude ni un segundo en obedecer a esa preciosa niña. A continuación puede apreciar como se bajaba sus calzas dejando a la vista una tanguita muy atrevida de un color negro semi transparente. A medida que se acercaba a mi cara se corrió la tanga y ante mi quedó su coñito totalmente depilado, con un pequeño tatuaje de flor. Quede atonito, sin reacción, mientras ella se limitaba a refregármelo por la cara mientras se acariciaba el clítoris hasta llenarme de sus jugos. Una vez satisfecha, se me acerco nuevamente y paso su lengua por mi cara. Me miro fijo por unos segundos, yo estaba perdido en su mirada. Me dio un pequeño besito en mis labios y se levanto, acomodándose la tanga y las calzas en su hermosa colita. Luego se fue hacia donde estaban las chicas, y entre risas y comentarios las tres desaparecieron en la cocina. Luis me llamó y me hizo arrodillarme ante el para volver a vestirlo.

Cuando me levanté del piso amagué a subirme mi bombachita, pero luis me empujó contra el sofá. Era sorprendentemente fuerte para su edad, y yo me sentía demasiado inferior y humillado como para oponer resistencia. Tan solo me quede ahí doblado contra el sillón, exponiendo mi culito que quedaba al aire. En esa posición me quitó la tanga, mientras aprovechaba para manosearme el culo, y me dijo – las putitas como vos se sienten mas comodas así – mi respuesta fue un simple y timido “si señor”, pero cuando intente levantarme me sujeto por la nuca impidiéndomelo e introdujo un dedo en mi ano virgen a la vez que me preguntaba – si señor.. que?! – sin atreverme a voltear para mirarlo, mientras me violaba la cola con movimientos duros de su dedo contesté –si señor, soy una putita y me siento mucho mas comoda sin bombacha.

Continuará…