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Te amo Tania

en Dominación

Hace algunos años en el colegio, y sin saber como, me había puesto de novio con una de las muchachas mas hermosas del lugar. Se llamaba Tania y era un año menor que yo. Aun hoy creo que es la mujer mas linda con la que he estado. Tenia el cabello castaño con toques claros, dos ojazos color miel y una boquita de ensueño, la cual decoraba seguido con un chupetín redondo q lamia de una forma muy sensual. El uniforme le quedaba pintado. Usaba una pequeña camisa blanca ajustada al cuerpo, que dejaba ver su pancita con un bonito piercing cuando se estiraba. La corbata, que usaba suelta, caia entre sus dos respetables pechos, que tenían el tamaño ideal para masajearlos y lamerlos, con dos pezones pequeños y duritos que los coronaban. Su cintura de avispa era un espectáculo, y mas aun cuando la falda usada baja dejaba ver parte de sus tanguitas que nos volvían locos a todos. Sus piernas entrenadas eran hermosas, y terminaban en una colita que, también gracias al deporte, era perfecta. Me volvia loco, a pesar de ser algo pequeña tenia una forma ideal, y la tenia bien paradita y firme. Con solo arquear su espalda y sacar su cola ya me tenia a sus pies, completamente enamorado.

Nuestra relación iba bien, nos complementábamos ya que ella era muy dominante (como en todos los aspectos de su vida) y decidida, y yo era sumiso por naturaleza. Cumplia todos sus caprichos y eso parecía gustarle, sobre todo en publico. Le gustaba pedirme cosas, como darle masajes en el patio, llevarle los libros y cosas así. Se mostraba como reina delante de todo el mundo, y yo la seguía por donde iba, complaciéndola de todas las formas que estuvieran a mi alcance.

Nuestra vida sexual al principio era normal.  Teníamos sexo muy seguido, y yo no podía creer tener ese cuerpito todo para mi. Quizás era demasiado linda y por eso yo no duraba tanto, y acababa muy rápido. Si bien no tengo un micropene, mi miembro en su máxima expresión apenas alcanza los 14cm. Todos esos factores ayudaron a que ella cada vez quedara mas insatisfecha. Los primeros tiempos no me lo decía, pero comenzó a tener actitudes de enojo y frustración. Recuerdo que un día me miro con cara de enojada cuando le dije que había terminado. Ella permaneció abierta de piernas, me quito es preservativo, casi lastimándome por la violencia con la que lo hizo y me dijo “chúpamela que todavía no termine yo”. Meti sumisamente mi cabeza entre sus piernas. Aunque había usado preservativo  se sentía el gusto a mi propia verga, pero debía complacerla. Así me tuvo un rato, hasta qe sentí algo viscoso cayéndome por la frente. Mire hacia arriba y vi como ella había vaciado el contenido del preservativo en mi cabeza (yo usaba el cabello rapado) y comenzó a caer por mi cara. – No te dije que te detuvieras – dijo muy seria, y yo segui lamiendo mientras por mi cara caia mi propio semen. Ella apretaba mi cara contra su entrepierna embarrándome no solo con mi leche sino también con sus jugos. Cuando estuvo satisfecha me empujo hacia atrás y dio media vuelta, enroscándose en las sabanas. Amague a levantarme para ir a lavarme, pero sin mirarme la escuche decir – A donde vas? Acóstate acá ya!- y así lo hice. Me acoste a su lado, desnudo y sin sabanas para cubrirme, con mi cara llena de leche y jugos.

Luego de ese día algo cambio. Ella ya no ocultaba ni controlaba su dominio, y yo sentía vergüenza y no la contradecía en nada. Ya eran raras las ocasiones en las que teníamos sexo. Solo me pedia que se la lamiera, a veces durante un par de horas. Mientras lo hacia me decía que no era su culpa que yo no pudiera complacerla, que solo así ella terminaba contenta, que si no me gustaba culpara a mi pija pequeñita. Yo solo le daba la razón y le pedia perdón. Le encantaba acostarme en la cama y sentarse sobre mi cara, era así como más podía dominarme a placer. Se refregaba en mi cara hasta el cansancio y luego se bajaba, se ponía su tanga y se dormía. Algunas pocas veces se apiadaba de mi y con sus manos me hacia acabar hasta quedar todo lleno de mi propia leche, pero la mayoría de las noches solo se dedicaba a tocar mi verga y mis huevos hasta dejarlos durísimos, sin permitirme acabar. Una noche en que ella se había comportado como una verdadera leona, acabando continuadas veces sobre mi cara y haciéndome tragar todos sus flujos mientras se dedeaba, yo había quedado demasiado caliente. No resisti la necesidad de vaciar mis huevos y comencé a tocarme despacio en nuestra cama. Pero por mas suavidad que intente tener, hacia varias semanas que no tenia un orgasmo. La explosión fue grande y un gran chorro de leche cayo sobre su camisón nuevo. Ella lo noto al día siguiente y se puso furiosa conmigo. Me dijo que era como un cachorro alzado, difícil de controlar, que tendría que castrarme como a su perro Rocco. Yo solo lloraba y pedia disculpas, diciéndole que no volveria a pasar, a lo que me contesto “por supuesto que no, yo me encargare de eso”. Desde esa noche, siempre que me quedaba en su casa me colocaba un cinturón de castidad para evitarme la tentación. Era una tortura tener esa conchita en mi boca, escuchar sus gemidos, incluso verla dormir desnuda al lado mio, y no poder siquiera tener una erección, pero lo acepte.

La relación continuo de esa forma, en el colegio eramos normales, nos besábamos, nos abrazabamos, y yo continuaba tratándola como princesa delante de todos. Cuando llegaba la noche, fuera en mi casa o en la suya. Yo me desnudaba ante ella para que me colocara el cinturón de castidad. Luego la complacía como a ella le gustaba.

 Una tarde de viernes, ni bien salimos del colegio nos fuimos para su casa ya que sus padres no estarían. Ella estaba exitada ya que se había jugado un partido de futbol en nuestro campo y como ella siempre decía, ver a esos machos traspirar hacia que se mojara toda. Por esa razón ni bien llegamos a su casa comenzó a quitarse la ropa y a jugar con sus deditos, se doblo contra el sofá, abriendo un poco las piernas y exponiéndose ante mi. Mil veces había fantaseado con poseerla desde atrás en esa posición, agarrándola fuerte de las caderas y cogiéndola duro. Metiéndosela hasta el fondo mientras la tomaba del cabello o le apretaba sus pezones. Mil veces lo había soñado, pero la realidad era muy distinta, y yo la aceptaba sumisamente. Por eso me arrodille detrás de ella y empece a lamerle con pasión tanto su concha como su culito mientras ella continuaba gimiendo y tocándose. Luego de su merecido orgasmo se metió en el baño.

Me tome el atrevimiento de entrar al baño, sabiendo que ella se exitaba mucho mirándose a si misma en la ducha, a través del enorme espejo que tenia en frentado. Quizás la exitacion de verse desnuda y enjabonada, sumada a la calentura que traia desde aquel partido podrían lograr que finalmente decidiera conformarse con mi pobre desempeño. Enorme fue mi sorpresa al ingresar al baño y verla apoyada contra la pared en la ducha, con sus piernas abiertas, y mirándose de reojo en el espejo a sus espaldas, mientras con la mano que no usaba de apoyo en la pared metia y sacaba con sensualidad un pequeño vibrador rosa. Me quede tildado mirándola, loco de excitación al punto de sentir un dolor casi insoportable a causa de la prisión de mi pito, pero cuando enfoque mi atención en su mano juguetona mi excitación se transformo en enojo. El vibrador que estaba usando era corto y finito, prácticamente del mismo tamaño que mi verga, y sin embargo sus gemidos hacían temblar las paredes. Empece a reprocharle su actitud, ya que me trataba como si mi pito fuera inútil para ella pero se satisfacía con ese pequeño aparatito al que yo no tenia nada que envidiarle.

Sus ojos al voltear destilaban un odio que jamás había visto en ella, y me paralizo por completo. Se acerco hasta mi en silencio, se quedo unos segundos frente a mi y solto las siguientes palabras:

-          Este aparatito de mierda, como lo llamaste, sabe como dejarme toda mojadita, cosa que vos no podes pito corto!

A continuación me tomo fuerte la cara y me lo metió en la boca, moviéndolo con fuerza mientras me decía  “ves putito?? Ves lo mojado que esta??”. Sin dejar de cojerme la boca con su vibrador me tomo fuerte mis huevitos para seguir insultándome con cosas como “esta verguita de bebe que tenes no me hace ni cosquillas idiota! Con esto jamás podras complacer a una mujer y menos a un bombon como yo!”. Su mano solto mis huevos y se dirigió a mi culo. Sentí como su dedo índice se abria paso por mi ano. Siempre había sido muy dominante conmigo, y disfrutaba humillarme, pero jamás había llegado a ese punto. Yo estaba paralizado, dejándome hacer todo lo que ella quisiera. Sentía su dedo jugar en mi interior y solo podía concentrarme en eso, ya no escuchaba su catarata de insultos que no frenaban.

Bruscamente me empujo hacia atrás y salió del baño, aun insultándome. Yo me quede quieto como una estatua, sin poder reaccionar, sintiéndome muy mal por haberla hecho enojar. Sali del baño con la cabeza gacha, diciéndole cuanto lo sentía, pero ella desde la cama me detuvo al instante. – Los perros como vos no caminan en dos patas- me dijo fríamente y mirándome a los ojos. Mi cara ardió de la vergüenza, y mi pitito hizo aun mas fuerza para salir de su prisión de plástico. Sumisamente me puse en cuatro patas, y avance hacia ella, que me esperaba en su camisón semi transparente sentada al borde de la cama. Llegue a sus pies, la  mire a la cara, y entendí que era lo que ella quería. Comencé a besar sus pies. Al escuchar sus gemidos comencé a subir, besando todas sus piernas. Cada vez sentía mas humedad. Finalmente llegue a su mojada bombachita y comencé a besarla. Antes de tener oportunidad de quitársela me pidió que me volteara. Lo hice, y al instante comencé a sentir sus manos masajeando mis huevos. Era una dulce tortura, pero tortura al fin. Le pedi por favor que me quitara el cinturón, y me respondió – hay otras formas de llegar al orgasmo para un putito como vos- Acto seguido sentí como su pequeño vibrador rosa se abria paso hacia mi interior. Al ser pequeño no dolia en mi ano, pero si en mi interior. Me estaba quebrando de humillación. Inútil era decirle “basta amor, por favor” ya que eso solo le causaba mas carcajadas. Cuando lo hubo metido entero, lo encendio y comenzó a moverlo circularmente mientras seguía acariciando mis huevos hinchados. Mis suplicas se mezclaron con gemidos y al cabo de unos instantes mi sufrido pene comenzó a gotear semen. Mis gemidos de placer y dolor llenaron la habitación, pero pronto fueron callados por sus risas diabólicas. Cuando la leche se detuvo, sentí una fuerte patada en mis bolitas que me doblo de dolor. Cai al suelo. Ella se levanto, se quito su tanga mojada y me la puso en la cara. Se alejo hasta el armario y se puso una seca. A continuación abrió un cajón y me arrojo algo. Cuando pude incorporarme un poco, note que eran las llaves de mi cinturón de castidad. La mire sin entender. Ella lo notó, y sin mirarme siquiera me dijo: - querías quitártelo, dale, quítatelo. Libera ese pitito de mierda que tenes y hacete mil pajas, pero hacetelas en tu casa, no quiero tener nada que ver con un putito”. Sus palabras me partieron al medio y no pude siquiera moverme. Me quede tirado en el suelo sobre el charco de mi leche, con la llave en mi mano y su vibrador aun adentro mio . ella aun dándome la espalda, se arqueó para mostrarme bien su hermoso culito, se levanto un poco el camisón y acomodo su tanga metiéndola bien adentro de su rayita. Bajo su camisón y sin voltear me grito – ANDATE PENDEJO!!-

Volvi a mi casa completamente humillado y triste, llorando, y como era de esperar, con mi pija durita. Con lagrimas en los ojos comencé a masturbarme frenéticamente, teniendo varios orgasmos consecutivos hasta quedarme dormido.

Me despertó mi celular a la madrugada. Era un mensaje de ella, que decía que estaba en la casa de su ex novio (un pendejo dos años mas pequeño que ella). Segundos después recibi una foto donde se la veía a ella tan solo con su bombachita, abrazada a el, que se encontraba en jeans y sin remera. Comencé a llorar desconsoladamente, le escribi diciéndole que era muy cruel, que como podía hacerme algo así sabiendo todo lo que yo la amaba. Su siguiente mensaje fue un extenso “jjajajajajjajaja”. Antes de saber como reaccionar, de un numero desconocido comenzaron a llegarme varias fotos. Pude reconocer las manitos de mi novia, sosteniendo una verga de gran tamaño, incluso en una de las fotos se veía la boquita de mi novia besando esa cabezota. No podía entender como ese pendejo tan pequeño tenia semejante aparato mientras qe el mio parecía de bebe. Entre la envidia por su enorme pija, y el dolor y la humillación de ver los labios de Tania saboreando ese pedazo no supe como reaccionar. Tenia una mezcla de sensaciones terrible en mi interior, y aun así mi pitito estaba duro como piedra. Me sentía fatal, e hice lo que mejor sabia hacer, trague mis lagrimas y mi orgullo tome mi celular, y mientras con una mano buscaba el numero de Tania con la otra acariciaba mi pija.

-          Que mierda queres? – me dijo ella sin siquiera saludarme.

-          Quiero estar con vos mi amor, por favor, te amo

-          Vos no podes estar conmigo putito, sabes que con esa mierdita que tenes entre las piernas no podes complacerme

-          Voy a hacer todo lo que vos me pidas que haga Tania, por favor, te amo – conteste yo entre lagrimas, mientras aumentaba el ritmo de mi masturbación.

-          Ah si? Nose, sos un maleducado. Jorgito te mando varias fotos de su verga y vos ni siquiera le contestaste.

Me quede helado sin saber que responder a eso. Unos segundos después volvi a escuchar la voz de Tania, hablando mas sensual que de costumbre.

-          Si queres que al menos piense si quiero volver con un bebito como vos, empeza por mostrar respeto y educación. Ya mismo le contestas a Jorgito agradeciéndole las fotos que te mando, y le mandas una fotito tuya en señal de perdón y respeto…

Mi mano masturbaba mi verguita a un ritmo frenetico, pero mi mente estaba confusa. Solo atine a contestar – Si Tania, mi amor.

Acto seguido me tomé la foto con la cámara del celular, y apreté “enviar”. Espere unos segundos sin quitar la mirada de la pantalla del teléfono. Sonó. Abri el mensaje y lei un simple y burlon “jajajaja”.

Al instante de leer esa maldita risa mi pene exploto en un orgasmo muy intenso. Segundos después reaccione, volvi en mi, y me vi parado en el medio de mi habitación, desnudo, con una mano atrapando mi pito ya fláccido que desaparecia entre mis dedos, completamente humillado y degradado. Una lagrima rodo por mi mejilla y cayo sobre la pantalla de mi celular, que en ese mismo instante volvia a sonar…

Continuara...