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Mi primera verga

en Transexuales

En esa época yo estaba de novio hacía un año con una hermosa morocha, pero aún así continuaba frecuentando páginas de contactos sexuales y usando una cuenta de twitter oculta, más como un juego que como vida paralela.

Estaba mirando que había aquella tarde en un sitio de contactos cuando me encontré con el perfil de una linda chica trans. Entré para ver que onda, y las fotos no decepcionaron. Eso si, en ninguna estaba desnuda. En su descripción ponía que era versátil y que le encantaba el 420. Completamente curioso y caliente, y en parte por haber estado armando un cigarro, decidí escribirle.

-          Tengo 420, que ganas de armarte uno y chuparte la pija mientras te lo fumás. – escribí casi en chiste, esperando el silencio de su parte. Pero enseguida me contestó.

-          Traelo, vení. -fue su seca respuesta

Me copió su dirección en el chat y ya no me habló. Yo estaba nervioso y ansioso, nunca había hecho algo así, jamás había contactado a alguien por esos medios. Tampoco había engañado nunca a mi novia, y menos con una chica trans; si bien había curioseado en fantasías, jamás había pensado seriamente el hecho de estar con una chica que tuviera pija. No puedo negar que la idea me hizo despertar el amigo.

Mi corazón latía rápido, no sabía que hacer. La idea estaba germinando en mi cabeza. No dejaba de mirar sus fotos, eran hermosas. Todas en poses sugerentes, alguna con el culo entangado y ofreciéndolo. Su cintura y sus pechos eran hermosos y su rostro tenía unos rasgos finos. Decidí ir.

Con mi corazón aún latiendo con fuerza tomé mi bolsita con las flores y me dirigí a su casa. Cuando toqué timbre me abrió desde el portero eléctrico. Subí los 6 pisos por ascensor y llegué a su puerta; estaba abierta.

Entré y ella estaba tirada en su sillón en una posición natural pero que me resultó muy provocativa. Tenía puesto un mini short blanco muy finito que transparentaba su tanga y dejaba a la vista toda la piel casi morena de sus piernas exquisitas. Su abdomen plano y decorado con un bello piercing estaba a la vista, y su torso solo se cubría de una cortita remera que se estiraba por sus voluptuosos pechos sin sostén. Su larga cabellera castaño oscuro caía sobre sus hombros hasta sus pechos.

-          Trajiste lo que me dijiste? – me dijo con su voz suave y profunda.

-          Si… - dije, y se lo mostré.

-          Ponete a armar ahí, dale – me ordenó con tranquilidad. Esa forma suave de dominación, de seguridad, me cautivó.

Acomodé mis cosas y me dispuse a armar cuando ella me interrumpió.

-          Espera…, desnúdate.

-          ¿Qué?

-          Lo que escuchaste nene, que te desnudes.

No logré oponer resistencia a sus palabras y obedecí. Me daba mucho corte y vergüenza quedar desnudo delante de ella, pero me generaba un morbo irresistible. Me pidió que dejara toda mi ropa sobre la silla y la obedecí. Luego me quedé de pie, sin saber que hacer. Ella me miró durante unos segundos, prestando atención a mi entrepierna y a mi modesto pito que le causó una sonrisa.

-          ¿Qué esperas? Ponete a armar.

-          Si, perdón.

Me dediqué a lo mio, completamente desnudo, mientras ella me miraba desde el sillón y se acariciaba su entrepierna por sobre su short. Cuando lo terminé se lo mostré y ella sonrió. Me indicó que se lo alcanzara junto con el encendedor. Me acerqué a su lugar y se lo di en la mano. Ella lo encendió.

Las primeras secas pareció disfrutarlas inmensamente; su forma de fumar era muy sensual y erótica. Luego de la tercera se decidió a mirarme. Estiró su pie y lo aplastó contra mi pito, moviéndolo suavemente.

-          Gracias por las flores…

-          Julián – le dije completando su frase.

-          Soy Milena. – añadió fumando de nuevo.

Me quedé ahí parado mirándola fumar y acariciarse su piel hasta que rompió el silencio.

-          ¿Y?

-          ¿Qué…? ¿Me das una seca?

-          ¿A qué viniste vos?

-          …

-          ¿Qué pasa te comieron la lengua los ratones? ¿Qué me ofreciste vos?

-          Que te iba a armar un porro y te iba a chupar la pija

-          Entonces arrodíllate acá y chúpame la pija mientras me fumo tu cigarro, dale.

Caí rendido sobre mis rodillas y me acerqué a cuatro patas los dos pasos que me separaban de sus piernas. Me coloqué entre ellas y no supe que hacer. Levanté la mirada buscando la suya.

-          Te digo la verdad, nunca hice esto. Ni siquiera vi una pija que no fuera la mia.

-          ¿Y a mí que carajo me importa? – contestó firme pero sin inmutarse.

Me quedé de piedra. Apoye mis manos sobre sus muslos, su piel era muy suave. La volví a mirar.

-          Bájame el short, putito.

La obedecí. Lo tomé por ambos lados y ella levantó su culo del sillón para que pudiera retirarlo junto con su tanga. Ante mis ojos apareció una verga de un tamaño considerable, birllosa y completamente depilada; la suavidad de sus piernas se extendía a todo su miembro y sus huevos. Su extensión caía pesada sobre su costado.

-          Ahí la tenés, ahora chupala. – dijo mientras encendía de nuevo el cigarro.

Tragué saliva y tomé su pija con mi mano y sentí como se iba endureciendo de a poco. Era pesada, gruesa y grande, mucho más que la mía, que era la única verga que había tocado hasta ese momento. Me sentí poco hombre al tener semejante pedazo de carne en mis dedos, no dejaba de compararla con mi propia pija, cuyo peso ni se sentía cuando la agarraba para masturbarme, y sólo mi puño la cubría casi por completo. La de ella era distinta, grande, larga y brillosa.

Comencé a masturbarla lentamente, moviendo la mano mucho mas que cuando me masturbaba, se sentía raro, morboso; se iba poniendo dura dentro de mi mano. Ella estiró su brazo, me tomó del pelo desde atrás y dirigió mi cabeza sin fuerza contra su pija. Yo me dejé hacer. Cerré los ojos, abrí la boca y me dejé llevar hasta su miembro.

Lo sení entrar en mi boca rozando mis labios, qué sensación. De pronto me ocupó toda la boca y yo la cerré, envolviéndola. Tenía adentro de mi boca, sobre mi lengua, una tremenda verga de una hermosa trans. Empecé a mover torpemente mi cabeza sin soltar ese pedazo, luego la miré. Ella sonrió y casi rió. Me acarició el pelo mientras fumaba una nueva seca.

-          Que lindo quedás con mi pija en la boca, juli putito. – me dijo divertida. – dale, seguí.

Ella gemía y agarraba mi cabello mientras fumaba mis flores y disfrutaba mi mamada. Yo iba aprendiendo sobre la marcha, y cada segundo que pasaba me calentaba un poco más la situación. Ella se limitaba a fumar y gemir, gemir y fumar, dirigiendo mis movimientos con su mano en mi cabello. Yo movía mi cabeza de arriba a abajo, metiendo y sacando esa verga de mi boca y acostumbrándome a su olor.

Cuando me fui calentando con sus gemidos y la dureza de su pija me fui atreviendo a nuevos movimientos. Comencé  a usar mi lengua sobre su glande, luego me la metí lo mas que puse y estiré mi lengua para lamer sus huevos. Ella estaba cada vez mas caliente y se notaba en sus espasmos musculares y en la fuerza con la que sostenía mi cabeza.

Con su mano en mi pelo me separó de su pija y yo levanté la vista para mirarla. En mi campo visual veía su mirada lujuriosa y superior, como una diosa fumando, solo interrumpida por el vaivén de su verga delante de mis ojos. Era todo muy morboso y excitante, me sentía a sus pies.

-          Chúpame los huevos – me ordenó

No necesité más que eso, me agaché un poco y sin soltar la pija de mi mano saqué mi lengua y la pasé por sus grandes huevos; eran suaves y delicados. La miré a los ojos mientras mi lengua recorría toda la superficie de sus huevos, y sin dejar de mirarla los metí en mi boca de a uno. Ella gimió feliz.

Sin que me lo pidiera, acerque mi cara a su tronco, saqué la lengua y la apoyé en su base para recorrer toda su longitud de una sola lamida. Lo repetí varias veces, cada vez presionando más contra su piel, y luego me dediqué al glande. Ella se puso como loca y empezó a retorcerse suavemente en el sillón mientras seguía fumando. Yo estaba cada vez más caliente.

Mientras lamía sentí como los dedos de su pie comenzaban a jugar con mi pija.

-          Que linda pijita que tenes Juli. Chiquitita…

No contesté, pero me sentí humilladísimo y excitado a más no poder.

-          Seguí chupando bonito, naciste para chupar pijas, mirá lo bien que lo hacés.

Cada comentario suyo me excitaba más y más, y cada vez deseaba más complacerla y demostrarle lo bueno que era.

-          Mmmm bebé que bien que chupas, te queda hermosa mi pija en la boquita, a ver mírame.

Lo hice y ella sonríó con morbo y perversión. Luego seguí haciendo mi tarea y gimiendo al ritmo de sus caricias en mis huevos con los deditos de sus pies.  Ella presionó mi cabeza y me dirigió hacia abajo, metiendo toda su pija en mi boca. Yo chupaba como loco, usando mi lengua en el interior de mi boca. En eso la escuché hablar.

-          No linda, estoy en casa – decía. Yo no podía saber con quién estaba hablando ya que su mano me obligaba a seguir mirando hacia abajo con su pija en mi interior. – vino un putito que me escribió, no sabés lo que es… me dijo que quería traerme 420 y chuparme la pija, obvio que le dije que sí. Y no sabés lo putito que es y lo bien que la chupa! Mirá, ahí te muestro – dijo soltando mi cabeza. – mírame putito.

Yo la obedecí y vi como me apuntaba con su celular. Me quedé de piedra mirando fijo el aparato, con su verga en mi boca.

-          Mostrale a Romi lo bien que le chupás la pija a mami, dale bebé – me ordenó a la vez que su pie comenzaba a masajear mi pito nuevamente. Yo obedecí. }

Me puse a chupar nuevamente mirando sus ojos y su celular de a ratos. Me esmeraba cada vez mas y exageraba mis movimientos, usando labios y lengua por igual.

-          Viste tonta, mirá como la chupa, se re esfuerza el putito, quiere complacerme. Y no sabes lo ricas que son las flores, tenés que venis a probarlas, y que te la chupe a vos también, ¿no Juli, putito lindo? – dijo indicamdome con su mano que la mirara.

-          Si Mile – contesté, y como buena putita lamí toda su pija mirándo a la cámara.

Mile suspiró, tomó mi nuca y la presionó contra su cuerpo.

-          Uf lo lindo que chupa este mariquita – continuaba hablando con su amiga mientras movía su cadera para meterme la pija cada vez mas adentro de la boca.

A los pocos segundos de moverse tan bruscamente comenzó a moverse diferente, más circular y profundo. Por los espasmos de su pija y sus huevos supe que estaba por acabar, no sabía cómo reaccionar, y ella no me soltaba la cabeza.

Continué chupando sumisamente con mis ojos cerrados hasta que ella me apretó con fuerza contra sí y comenzó a acabar en mi boca. Los primeros chorros estallaron contra mi garganta e inundaron mi boca. Nunca había sentido ese sabor tan viscoso y esa textura desagradable. Quise liberarme pero no pude y el siguiente chorro me obligó a tragar la acumulación de leche en mi boca, luego me soltó y yo me alejé instintivamente. Un nuevo chorro de semen voló libremente estrellándose en mi cara.

Mile me tomó del pelo y me acercó a ella. Con su otra mano comenzó a masturbarse desesperadamente, haciendo que los últimos chorros de leche tibia se estrellaran en mi rostro y en mi boca, que había vuelto a abrir como buen mariquita.

Ella se relajó y tomó nuevamente el cigarro; fumó.

-          Que ricas flores por Dios. Y que lindo chupas, naciste para esto, para putito. – dijo acariciándome tiernamente el cabello. – límpiame toda, dale.

Acerqué mi rostro a su verga ya flácida y llena de leche y comencé a pasarle mi lengua.

-          No sabés cómo me hizo acabar este putito, un lujo – escuché como hablaba nuevamente con su amiga Romi. – Mirá – añadió.

Yo miré instintivamente y noté como me estaba filmando nuevamente. Mirando a la cámara agarré su pija, la levanté y lamí con dedicación sus huevos llenos de su propia leche y mi saliva. Luego hice lo propio con su tronco, luego sus muslos. Ella me acariciaba el pelo.

-          Viste? Un mariquita hermoso, la próxima te venís, linda. – seguía hablando con su amiga.

Yo continué lamiendo mientras ella ignoraba mi presencia. Un minuto después me apartó de su miembro, se levantó y se metió al baño. Cuando salió yo continuaba ahí, desnudo y de rodillas, sucio de leche, sin saber que hacer.

-          Ya te podés ir eh, seguís arrodillado ahí, como te gusta la pija…

Se seguía paseando en su departamento solo tapada por una cortita remera que transparentaba sus pechos y sus duros pezones. Completamente desnuda de sus pechos a sus pies, su verga casi dormida se bamboleaba entre sus piernas, hipnótica. Me levanté y busqué mi ropa, pero mi pija estaba durísima. Decidí arriesgarme.

-          Perdón Mile, no me la vas a chupar vos a mi? – ella me miró casi enojada y se acercó a mí.

-          ¿Vos que me dijiste por el char?

-          Que… que te traía flores y te chupaba la pija.

-          ¿Y que hiciste, putito? – me agarró de los huevos y se pegó a mí.

-          Te armé un cigarro y… ay… y te… te chupé la pija.

-          Entonces estamos a mano.

-          Si, ya se, pero…

-          Pero estas muy calentito porque sos muy putito y te gusta mucho la pija, no? – dijo firme masajeando mis huevos con su mano. – Decilo.

-          Es…Estoy muy calentito Mile – comencé a decir mientras intentaba moverme contra su mano en búsqueda de placer – porque soy muy putito y me gusta mucho tu pija.

Al ver que ella no cedía, redoblé la apuesta

-          Me gusta mucho tu pija grande y jugosa – continué – me encanta agarrarla y ver que es mucho mas grande que la mía… - ella aumentaba sus caricias y yo me movía más y más – me encanta metérmela toda en la boca y chupártela como buena putita. Me encanta pasarle la lengua y chuparte los huevos y que le muestres a tu amiga lo putito goloso que soy.

En ese momento me soltó y me ordenó arrodillarme. Se acercó a mí y me ordenó abrir la boca y sacar la lengua, luego empezó a refregarme su pija por la cara y la boquita.

-          Te gusta mi pija, puto?

-          Siiii, mucho mile

-          Masturbate puto, dale.

Yo me masturbé como un mono excitado mientras ella me refregaba su miembro por la cara y me golpeaba con el el rostro y la lengua. Me metía y sacaba la pija en la boca usando mi lengua como puente; yo continuaba con la boca abierta dejándome hacer mientras me masturbaba a un ritmo frenético y deseando ser más y más humillado. Aumenté el ritmo de mis sacudidas y cerré mi boca encerrando su verga. Comencé a lamer frenético sin importarme si era eso lo que ella quería. Ella me tomó de la nuca y comenzó a cogerme la boca a su ritmo, yo cada vez me masturbaba más rápido y violentamente. Cuando sentí sus espasmos en mis labios aceleré mi paja. Acabamos juntos, ella llenándome la boca de leche, presionando mi nuca para que no pudiera separarme de ella, yo bañando el piso con mi leche. Me dolían los huevos.

Cuando terminó de soltar su leche me empujó  y caí al suelo, a continuación me dio tremendo cachetazo, luego otro y otro.

-          Putito de mierda – me decía mientras me pegaba, luego me escupió y me pasó su pija muerta por la cara con agresividad. -  Limpiá eso con la lengua, pelotudo – me ordenó, señalando mi charco de semen. Luego se metió en el baño.

Cuando salió envuelta en una toalla me encontró pegado al suelo, en cuatro, lamiendo mi propia leche. Se acercó a mi y pisó el charco, luego acercó sus dedos llenos de leche y se los lamí. Antes de que terminara ella se puso detrás de mi y jugó un poco con mis huevitos colgantes y con mi cola. Haciendo burla del tamaño de mis “huevitos de codorniz” y “lo apretadito de mi colita virgen”.

Me soltó antes de que pudiera excitarme completamente de nuevo y me revoleó la ropa.

-          Me voy a quedar con tus flores, y cuando se me acaben te vuelvo a llamar así me traes y me la chupas de nuevo. Te morís de ganas, ¿no putito?

-          Si Mile – admití mientras agarraba mi ropa. – ¿Mis boxers?

-          Esos me los quedo yo bebé, son mi trofeo, vos te ponés esto – me dijo lanzándome una hermosa tanga roja.

Lleno de vergüenza me la puse y entre sus silbidos y comentarios me vestí.

-          ¿Puedo pasar al baño, Mile? – pregunté antes de irme.

-          No bebé – me dijo mientras con sus dedos recorría mi cara sucia de leche y mis pelos pegoteados – así estas hermoso. Te llamo la semana que viene.

Y así me volví a mi casa, con una bombachita puesta y mi cara llena de leche, con el sabor de su verga en mi boca, con la sensación de morbo y humillación a flor de piel y con las ganas de que se quedara sin flores pronto.