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Trabajando en la empresa familiar de mi ex novia

en Dominación

Todo ocurrió hace algunos años, yo tenia 25. Durante dos años había estado de novio con una preciosura de mujer, tres años menor que yo.  Clara era una hermosa muchacha de piel trigueña clara y cabello castaño que le llegaba casi a la cintura. Tenia dos pechos hermosos, no enormes pero si de un tamaño perfecto, que sabia lucir muy bien con escotes ajustados. Su cintura de avispa me volvia loco y sus dos largas piernas terminaban en una cola prácticamente increíble, redonda y firme, de tamaño perfecto y una suavidad divina. Al caminar la movia de una forma tan deliciosa que creo que podría acabar de solo mirarla andar. Al ser una chica alta, cuando usaba tacos me pasaba por varios centímetros, cosa que me intimidaba e incomodaba. En esos casos se me asemejaba a una diosa, me hacia sentir pequeño y sumiso. No solia usarlos mucho cuando estábamos juntos, por pedido mio.

Su familia me acogió muy bien desde el principio. Sus padres eran muy amables y tenia varios hermanos y hermanas muy divertidos. Jose, su padre era un hombre aun joven. Se entrenaba mucho y cuidaba su aspecto demasiado, cosa que sus hijos, y a veces yo también, aprovechábamos para reírnos de el. Jose no solia enojarse realmente, y la verdad creo que el sabia que en el fondo lo envidiábamos y deseábamos llegar así a su edad. Su madre era la prueba de que la belleza se hereda. Era hermosa como Clara, la misma piel trigueña, los mismos ojos claros y cabello casi dorado. La única diferencia era que ella portaba generosas y llamativas curvas. Sus dos melones no pasaban desapercibidos nunca, y ella, orgullosa, solia lucirlos sin sosten solo para mostrar su firmeza. No era igual de delgada que su hija, pero aun así era flaca y generosa al mismo tiempo. Solia bambolear un culazo, de mayor tamaño que el de clara pero igual de firme, y a veces dejaba ver un tatuaje en su baja espalda que era muy seductor.

Clara tenia dos hermanas, una mayor de 29 que paralizaba a todos los hombres al caminar. Era una morocha espectacular, prácticamente perfecta, y con un carácter altivo y seguro. Teníamos buena relación, pero siempre me había sentido algo apabullado por ella. Su nombre era Erica, y su cola era una leyenda en las playas locales. Solia lucir unas tangas muy provocativas y tomar sol en las nalgas, manteniéndolas bien aceitadas y luciendo un delicado tatuaje en ella. Todo un monumento a la belleza. Mara era mas pequeña, y también mas caprichosa. Igual de bonita que su madre y hermanas, y con la misma capacidad de cautivar las miradas masculinas. Jamás tuvimos una buena relación ya que me chocaba mucho su carácter provocador y egoísta. Los hermanos, juan y Ramiro eran mellizos. Tenían dos años menos que yo y al igual que el padre, tenían buena presencia. Un poco mas altos que yo, delgados y atléticos. Me costo mucho diferenciarlos al principio.

Eran una familia adinerada y muy respetada en la ciudad. Su casa en la playa era imponente como su piso en el edificio mas representativo de la ciudad. Eran dueños de una empresa que había pertenecido a su familia por varias generaciones. Durante los primeros meses del tercer año de relación con clara, mi situación se puso fea, ya que me mantenía solo y había quedado sin trabajo. Generosamente Jose me ofreció trabajar con ellos en su empresa. Ganaba bien y había buen ambiente en las oficinas. Trabajaba bien y disfrutaba de mi hermosa Clara, que estaba cada día mas linda. Pero lamentablemente todo cambia, y un día descubri que Clara me estaba engañando con un empleado de su padre, uno de los gerentes mas jóvenes.  Reaccione muy mal, discutimos en la misma empresa y la insulte delante de todos los empleados mientras ella lloraba desconsoladamente. Me dijeron que me tomara dos días del trabajo y que regresara la semana siguiente. Estaba seguro de que me echarían, y estaba preparado para suplicar por mi trabajo, ya que lo necesitaba mucho. Fui ese lunes directo a la oficina de José esperando varios insultos y un despido cruel, pero lo que me encontré fue completamente distinto e inesperado.

Ingrese a la oficina de mi jefe y suegro con muchos nervios, el me esperaba tranquilamente sentado escribiendo en su escritorio, prácticamente sin mirarme. Me quede de pie al lado de la puerta sin atrever a moverme, esperando que me dijera algo. Pasaron varios minutos. Cuando atiné a hablar primero me paró en seco. Dejo de escribir, me miro fija y fríamente durante unos segundos y me ordenó sentarme

-          Tenes algo para decir? – me pregunto muy tranquilo José, mirándome fijo.  Trague saliva y me atrevi a hablar. – Por favor perdóname José, no me eches, necesito el trabajo, lo necesito mucho – supliqué con la voz quebrada.

Me miró fijo durante varios segundos, me dolio mantener esa mirada, termine bajándola al suelo.

-          Necesitas trabajar? – me preguntó.

-          Si José, lo necesito mucho, por favor.

-          Jose las pelotas pendejo, a mi me decis “jefe” o “señor”, esta claro?

-          …Si… si señor.

Me dejo helado su cambio de actitud, no supe como reaccionar. El continuo escribiendo, con la mirada fija en sus papeles. Me quede ahí sentado, incrédulo y sin saber si levantarme o esperar en silencio. Cuando estaba por levantarme, josé me chistó sin levantar su mirada.

-          Quedate ahí – me dijo secamente. Yo obedeci. – Desnudate – ordenó luego sin dejar de escribir. Yo me quede frio, asustado. Pocos segundos después solto su lapicera, y levanto su mirada.

-          Sos sordo pendejo? Desnúdate te dije.

-          Si José, digo, señor. Perdón señor. – atiné a decir. Y sin entender por que, obedeci. Comencé a desnudarme lentamente y con mucha vergüenza. Primero mi corbata, los zapatos, las medias. Luego comencé a desabotonar mi camisa, me la quite. Desabroche mi cinturón y baje el cierre del pantalón. Luego dudé. Mire a jose, el seguía en su escritura sin prestarme la mas minima atención, pero en cuanto notó que me había detenido dejó su lapicera, me miro nuevamente y me dijo – y? que esperas? – y regresó a su escrito. Coloradísimo por la vergüenza y la humillación deje caer mis pantalones al piso. Tome con ambas manos mis bóxer y lentamente comencé a deslizarlos por mis piernas. No podía creer lo que estaba haciendo, y sin embargo no podía detenerme, ni podía pensar en no hacerlo. Simplemente deslizaba mis bóxers hacia abajo, y sentía como mi pito quedaba en libertad. Detuve mis calzones a la altura de mis rodillas, me enderecé y solo atine a cubrirme mis huevos con las manos. Me dejo permanecer así durante interminables segundos, hasta que de nuevo me miro, y fríamente me dijo – que carajo haces? Sácatelos del todo…. Las manos a los costados – y volvió a su tarea ni bien vio que yo había obedecido.

Y así estaba yo, completamente desnudo y de pie en la oficina de mi suegro, de mi jefe. Simplemente porque así me lo había ordenado el. Estaba muy humillado y tenia muchas ganas de vestirme y salir corriendo, o al menos cubrirme mis partes intimas, pero no me animaba a hacerlo. Y así permaneci, exhibiéndole a mi suegro mis pequeños huevos y mi avergonzado pito. Una lagrima cayo por mi mejilla.

Algunos minutos después, José dejo nuevamente de escribir. Me miro, me inspecciono con su mirada penetrante que me hacia sentir casi violado, y me ordeno acercarme. Así lo hice.  Me coloque junto a el, y tras su orden, coloque mis brazos en mi espalda. Giro su silla hacia mi y en un rápido movimiento que casi no llegue a ver me agarro fuerte de los huevos. Di un respingo y como reflejo intente cubrirme, pero en ese mismo momento mi jefe me ordenaba con un grito permanecer quieto. Me asusto tanto su actitud como su brusquedad con mis bolas, pero mas me asusto el grito y el miedo de que alguien entrara a la oficina y me encontrara así, desnudo y siendo agarrado de los huevos por mi ex suegro.

Luego de unos segundos aflojo su fuerza y yo pude respirar tranquilo, aunque la humillación continuo. Comenzó a masajearlos como inspeccionando, los solto y tomo mi verga, la apretó, la movio, libero mi glande, me masturbo un poco. A pesar de sentir una profunda humillación, mi pito respondió a sus caricias, que eran entre agresivas y burlonas. No pude evitar cerrar los ojos y gemir un poco. En ese momento el, sin mirarme, acelero los movimientos. Cuando estaba a punto de tener un orgasmo en la mano de mi ex suegro, el detuvo bruscamente el contacto, giro la silla y volvió a su escritura. Sufri mucho el corte brusco y me frustre al sentir como mi leche, que estaba casi saliendo, volvia obligada a mis testículos. No me anime a quejarme, ni a moverme. Permaneci así, ofreciéndole a mi jefe toda mi intimidad para que jugara con ella como quisiera.

-          Arrodíllate – me dijo sin mirarme, varios minutos después. Obedeci sumisamente. A continuación el giro su silla, quedando frente a mi. Me miro a los ojos y abrió sus piernas mientras me decía – se te notan las ganas pendejo puto, sacala y métetela en la boca – con su tono frio como el hielo. Me quede de piedra. Jamás había siquiera imaginado con tocar una verga, y ahora me estaban obligando a mamar una. Y para hacer la situación aun mas desagradable, era mi propio suegro, o ex suegro… mi propio jefe quien me estaba obligando, y en su propia oficina. Dudé, pero obedeci antes de que el se enojara. Con lagrimas en los ojos me acerque a su entrepierna, desabroche su cinturón y baje el cierre de su pantalos. El colaboro con sus movimientos para dejarme bajar su pantalón y sus bóxer. Ante mi apareció una verga descomunal, depilada y del mismo color bronceado del resto del cuerpo. Estaba semi dormida, pegada a su pierna. Pase mi mano por sobre sus grandes huevos, quizás por curiosidad, quizás por gustarle, no lo se, pero esa actitud me avergonzó mucho y retire mi mano. La dirigi directamente a su tronco, solo quería cumplir su orden, sin humillarme de mas. La tome entre los dedos y la despegue de su pierna. Aun dormida era mas grande y pesada que la mia. Su peso me asombro, hice presión y movimientos hacia atrás para liberar su cabezota brillante. La mire anonadado, jamás había visto una verga tan de cerca, y menos una tan grande y bien cuidada. De repente me ordeno soltarla. Lo hice y cayo morcillona sobre su muslo. Me miro a los ojos fijamente y me dijo “con la boca marica”. Trague saliva y obedeci. Me incline sobre sus piernas sin animarme a tocarlo, pase mi lengua sobre su muslo buscando la cabeza de su verga. Cuando la encontré sentí ese gusto extraño en mi boca. Un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo, pero no me atrevi a detenerme a pensar. Solo abri mas mi boca y comencé a introducírmela. No era fácil debido a la posición, pero humillándome con los movimientos con que una puta busca una verga, la meti entera en mi boca. Lo mire a los ojos con su miembro en mi boca. No pude ni imaginarme lo divertido de la escena para el, viendo en carne propia como el ex novio de su hija lo miraba con ojos vidriosos, teniendo su verga en la boca. Su cara de satisfacción casi me hace llorar de vergüenza. Me ordeno mamarla, y así lo hice. Las sensaciones se mezclaban en mi interior: humillación, vergüenza, asco, angustia, incredulidad, y un poco de excitación.

cuando su calentura fue mas fuerte, comenzó a ponerse violento, casi cogiéndome por la boca. El gran tamaño de su pene me atragantaba pero no podía detenerme. Se acercaba al orgasmo, podía sentirlo, y su actitud se torno mas violenta. Comenzó a nalguearme fuerte el culo mientras me ordenaba moverlo “como la perrita que era” y pude notar como recorría mi piel con un elemento extraño. Pocos segundos después sentí lleno de terror como se abria la puerta de la oficina. Asustado intente incorporarme y alejarme de su verga, pero sus poderosas manos me tomaron de la nuca obligándome a permanecer así, en el mismo momento en que comenzaba a llenarme la boca de leche. Yo, desesperado y llorando intentaba soltarme. Finalmente me lo permitió, quite su verga de mi boca y un ulitmo chorro de leche me pego en la cara. Escuche las risas divertidas, y lleno de horror giré. Y así, de rodillas desnudo y semi erecto, arrodillado entre las piernas de mi suegro y con la cara y boca llena de su leche, fue como pude ver a mi suegra que me miraba entre risas y comentarios maliciosos. Vista desde abajo, con sus tacos, su falda ajustada y su camisa liviana sin sosten, era aun mas imponente. Me quede helado, sin reacción. Ella se acerco a mi, acerco sus dedos a mi cara, tomó con ellos los restos de leche, y me los metió en la boca. Sumisamente la mire a los ojos y trague lo que me ofrecia. Ella solo se rio simpáticamente y me acaricio el cabello mientras me decía cariñosamente “que lindo putito!”. Luego dejo unos papeles en el escritorio de su marido, y sin expresar la mas minima sorpresa por la situación, se retiro.

Yo continuaba arrodillado y desnudo sin atreverme a moverme. Mire nuevamente a mi suegro, como esperando sus ordenes. El ya se había guardado la verga en los pantalones. Me miro con desprecio, vio mi verguita semi dura, y me pregunto si cuando llegar a casa iba a masturbarme recordando esa escena. Sorprendiéndome a mi mismo, mi respuesta inmediata fue “si… si señor”. Casi muero de vergüenza. El me miro satisfecho, y simplemente me dijo “hacelo ahora, ya mismo”. Entendí al instante y sin cambiar de posición comencé a masturbarme despacio y tímidamente. Al ver mi poca actividad, el comenzó a masajearme los huevos con su zapato mientras me insultaba y me contaba como esuchaba gemir a su hija todas las noches cuando estaba en su habitación con su empleado estrella. Increíblemente, ante esta situación yo comencé a masturbarme frenéticamente como un mono, hasta explotar, llenando su zapato de cuero italiano con mi leche. Tarde varios segundos en volver en mi, y note como mi jefe no se había movido ni un centímetro, y continuaba mirándome fijo. Crei entender lo que me pedia, y quedando en cuatro patas, acerque mi cara a su zapato, y comencé a lamerlo. Nunca pensé caer tan bajo, lamiendo mi propia leche del zapato de mi suegro, y el ni siquiera me lo había pedido! Al menos no con palabras. Mientras lo hacia, me observe en el espejo de la pared que tenia en frente. Me vi desnudito, en cuatro patas lamiendo mi propia leche, con mucho cuidado limpiando el zapato de mi suegro. Pude ver mis ojos vidriosos,  mi cara embarrada de semen, y mi lengua golosa llenándose de aquel liquido viscoso. Y en ese momento, cuando no podía sentirme mas puta, cuando pensaba que no podía estar mas humillado, pude ver en el espejo de la pared detrás de mi, mi culo moviéndose como el de una perrita en celo, y en el tenia escritas con marcador negro y grueso las palabras LA PUTITA DE LA OFICINA. Un escalofrio recorrió mi cuerpo al pensar en lo que había pasado allí, y en todo lo que me esperaba a continuación, pero mas aun al darme cuenta que mi pequeño pitito estaba poniéndose duro de nuevo.

Continuará....

Agradeceré y escuchare sus opiniones, ideas y comentarios!