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Con mi joven vecino

en Confesiones

Llegue a casa cansada. Una larga jornada. Un día de los que no pasan. El reloj parece arrastrarse para contar los minutos.

Un jefe imbécil. Pagado de sí mismo. Vanidoso. Orgulloso y llorón.

No veía la hora de salir de aquél lugar, si no fuese porque no tenía otra fuente de ingresos…

Tire las llaves sobre el mueble del recibidor. El bolso a la percha.

Un zapato por aquí.

Otro por allá.

La camisa medio sacada de la falda y, la falda, desabrochada a medias.

Entre en la cocina buscando mi pequeño placer.

Rebusque en el armarito y encontré mi bote de nocilla, lo abrí, olfatee su interior y el dulce olor a chocolate me invadió.

Metí un dedo goloso en el tarro y me lo chupe con ganas.

Aahhh, que placer... Es de esas pequeñas cosas que se hacen necesarias con el paso del tiempo  y que, sin quererlo, se convierten en hábito.

Volví  a enterrar el dedo en su interior y, después de chuparlo de nuevo, cerré el bote para colocarlo en su lugar.

Ya, más calmada después de mi pequeño placer, me dirigí al baño. Dios, como necesitaba una ducha caliente.

Abrí el grifo para que cogiese el agua temperatura, mientras me quitaba la ropa.

Una vez desnuda me metí bajo aquella lluvia artificial.

La deje resbalar por mi piel como tratando de que se llevara toda la malaleche que traía dentro. Como queriendo quitarme una costra de malas ideas.

Me enjabone de la misma manera, lentamente, sin prisas, dejando que la esponja hiciese su trabajo.

Satisfecha con el resultado me quite el jabón con más agua y salí para secarme.

Me mire al espejo mientras lo hacía. El espejo me devolvía la imagen de una chica de mediana edad. Generosa de caderas, justita de pecho, de culo rellenito, aunque algo caído. Nunca estuve contenta con mi culo, ninguna falda me caía bien por su culpa, por eso casi siempre vestía vaqueros, que lo subían  lo justo para hacerlo sexi.

El pelo rubio algo oscuro, cortado a melenita, los ojos, quizás aquello de lo que más orgullosa me sentía de mí, verdes, grandes, misteriosos.

Mi boca está formada  por unos labios algo finos. Mi nariz pequeña y con algo de caballete.

Mi vientre plano, jamás tuve esos terribles michelines que algunas chicas muestran sin pudor bajo sus camisas cortas.

Mi pubis de pelo recortadito, soy muy coqueta en lo que se refiere a mi intimidad, nunca sabes cuándo puede surgir la necesidad…

Una vez seca, me di algo de leche corporal. Se siente bien al contacto con la piel.

Así desnuda, me dirigí a mi cuarto. Busqué en los cajones de la mesita unas braguitas blancas preciosas que el día anterior me compre. Algo transparentes y con un lacito mono en la parte de arriba.

En otro cajón encontré  mis pantalones cortos de estar en casa. Una camiseta de tirantes y lista para hacer un rato de tumbing en el sofá, mientras miro el face en la pantalla de la televisión.

Antes de eso, me serví un buen vaso de limonada con mucho hielo y unas hojitas de menta.

Una vez preparada, me dispuse a cotillear por el face.

Las tonterías de siempre en la pantalla; me gustan, comentarios, frases y fotos para compartir. Me aburría.

Mire el hot mail, nada nuevo, tal vez alguna peli nueva…nada.

Me empezaba a desesperar.

Navegue por la red a lo loco. Entré en Taringa para ver algunas cosillas y encontré un enlace que me llevo a una página porno. ¿Realmente quería ver aquello?...deje correr el video. Dos chicas se ponían las botas con un maromo de buen ver y de mejor  envergadura.

Mire casi sin ver. Más por cotillear que porque me llamara la atención.

El tipo de veras que estaba bueno el condenado. Sabía cómo moverse con dos chicas a la vez.

Me excite casi sin darme cuenta. Aquéllos cuerpos sudorosos, aquellos gemidos, aquél ir y venir de aquel trozo de carne viva en el interior de las chicas…mmm

El timbre de la puerta saco mi mano rápidamente de debajo de mis braguitas. El corazón se me acelero como a niño que lo pillan con la mano en la bolsa de caramelos. Salté del sofá tratando de colocar la ropa en su sitio dirigiéndome hacia la puerta.

La mirilla me dejo ver al otro lado a mi vecinillo. Y abrí la puerta.

.-Hola Luis, ¿Qué querías?

Luis rondaba los 18 años. Era el hijo de mi vecina y pasaba casi más tiempo en mi casa que en la suya. Supongo que sería por cercanía de edad o algo así, se sentía más cómodo en mi casa. Siempre me contaba sus problemas y cosillas de la adolescencia. Sus padres andaban muy liados con la hermanita pequeña y, digamos, que pasaban un poco del, por lo que se refugiaba en casa cuando discutía con ellos.

.- ¿Puedo pasar?- Pregunto tímidamente, sabiendo que le diría que sí.

.-Claro, pasa, pasa…

.-A ver, cuéntame, ¿Qué te ha pasado ahora? –Le pregunte mientras me dirigía a la nevera para abrirle una coca-cola

-Nada, lo de siempre. Las notas y demás. Mi padre me acaba de echar una bronca porque baje un poco en mates…estoy cansado de tanta bronca.

.-Venga, no te quedes ahí, pasa al salón y me cuentas mientas te tomas una coca.

Se sentó frente a mí, mejor dicho se dejo caer en el sillón como tenia costumbre.

.-De verdad ¿a ti te pasaba igual con tus padres?-Pregunto mientras  le daba un sorbo a la lata.

Me senté enfrente, con las piernas cruzadas en el sofá, dispuesta a ser, por enésima vez, su pañuelo o de lágrimas.

.-Luis, tienes que entenderlo, tus padres se preocupan por ti, aunque ahora no lo parezca. Están algo liados con la peque y puede parecerte que no te hacen caso y, si lo hacen, no será solo para regañarte. No te preocupes. Sé que estudias y estoy convencida de que sacaras bien el curso.

Le dije en el papel de vecina comprensiva. Le di un trago a mi refresco, mientras le sonreía.

-¿Quieres palomitas y ponemos una peli?-Le pregunte para ver si conseguía quitarle aquello de la cabeza.

-Vale, si no es mucha molestia…-Contesto.

Pase por su lado dirigiéndome a la cocina.

De un armario saque una bolsa de palomitas para hacerlas en el microondas. Mientras lo escuche  trastear en el mando de la tele para buscar una peli.

Unos lamentos me llegaron desde el salón y salí disparada  para quitar aquello. En mi prisa por abrir la puerta, dejé la tele en el canal que estaba viendo de internet, justo en la peli porno. Al encenderla fue lo primero que salió.

Su cara era un poema. Sus ojos saltaban de la pantalla a mi cara y una media sonrisa se le escapaba de la boca. Traté de quitarle el mando de la tele para quitar aquello y el se reía mientras luchaba por conservarlo.

-¿Pero que estabas viendo? Cochinotaa…

Me gritaba, mientras escondía sus manos en la espalda impidiéndome quitar aquello.

Me senté de frente a él en sus piernas y  lo abrace en el vano intento de llegar a su espalda y quitarle el maldito mando.

Mis tetas quedaron a la altura de su cara y, sin sujetador, bailaban delante de sus ojos. Se retorcía  sin perder de vista mi canalillo  y se reía a carcajadas.

.-Mira mi vecinita, y yo que creía que no sabía de estas cosas.-Gritaba riéndose y repeliendo mis intentos.

.-Venga, dámelo, no seas tonto. No estaba viendo eso, la página se  abrió sola desde un enlace. Ni sabía lo que era.

.-Ya, ya, seguro, por eso que está casi medio cargada…jajajajaja.¿A quien se la piensas pegar?

Me pegue a él más, con la idea firme de arrebatarle el mando y quitar aquellas chicas que no paraban de gemir. Sólo conseguí  casi asfixiarle con mis pechos metiéndoselos en la cara. Pasó sus brazos hacia adelante, llevando en ellos escondido el mando, con lo que de cazadora me convertí en cazada.

Sus brazos  me apretaban desde la espalda. Sentada como estaba en el sillón, no podía sacar las piernas  y  casi ni podía respirar.

El saco su cabeza por el lado y siguió mirando la pantalla.

.-Espera, no los quites, déjamela ver…

.-Que no Luis. Quita eso, por favor. Y suéltame.

,-Si, claro, si te suelto la quitas. Nada, aquí te quedas mientras la veo.

Casi me rendí de luchar. Apoyé la cabeza en la suya mientras le pedía  sollozante que me dejara ir.

El truco no dio resultado. Estaba allí, inmovilizada por un crio, a su merced y no podía gritar para no montar un Cristo en el vecindario. ¿Qué hacer?

Le pedí, le implore, me puse seria, lo amenace con no dejarlo entrar más en casa pero no hubo forma.

El dejo de hacer caso a mis suplicas y lo note en el momento en que algo duro se apoyo lentamente contra mi vulva. Esta vez fue a mí a quien se le abrieron los ojos. No podía ser. Sé estaba calentando con aquello y yo lo estaba notando justamente ahí.

Sus brazos aflojaron un poco la presión  y una mano bajo hasta las cercanías de mi culo .Me estaba calentado el jodio este. Note mis pezones endurecerse bajo la camiseta y un gemido involuntario se escapo de mis labios cuando su paquete me rozo de nuevo.

Trate de mirar su cara peo no pude. Le pedí que me soltara sin mucho convencimiento y se limito a apretarme un poco más contra él.

No podía ser, era mi vecino, aquello no estaba bien pero entre la película y aquel paquete rozando mi entrepierna me estaba poniendo como una moto.

Ahora su  mano bajo descaradamente hasta mi culo y lo apretó.

.-Luis, ¿pero qué haces? Deja de sobarme.

No dijo nada, solo giro su cabeza hacia adentro y sus labios cogieron entre ellos mi pezón que ya se marcaba en mi camiseta.

Trate de soltarme pero, de nuevo, sus brazos me lo impidieron.

.-Luis, o te estás quieto o grito. Se lo diré a tus padres. ¿Quieres parar?

Siguió mudo  y concentrado en su quehacer. Su lengua lamia mi pecho por encima de la blusa y su mano se colaba por debajo de mi pantalón hasta llegar a mi culo. Notaba su pene erecto rozar una y otra vez mi vagina, ya húmeda para entonces.

Trate de tirar de su pelo para que me soltara pero solo logre que mordiera mi camiseta y la arrastrara hacia un lado, dejando un pecho fuera por el lateral cortado.

Me estaba violando, aquel jodio niño me estaba violando, y lo peor es que me estaba  gustando.

De pronto  hecho su cuerpo hacia adelante cayendo encima mía sobre el suelo. Bien encajado entre mis piernas y con las manos y la boca libres para hacer a su antojo.

Pesaba mucho y, la verdad, no luche con todas mis fuerzas para quitármelo de encima.

Casi me deje hacer.

Una mano subió mi camiseta hacia arriba, dejando mis pechos a su disposición. No tardo en darle gusto a su lengua, saltando de uno a otro como enloquecido.

Yo me limite a cerrar los ojos y a dejarme hacer.

Sentí sus manos apretar mis pezones mientas su boca los chupaba. Mis gemidos fueron en aumento. Estuvo así un rato  antes de bajar sus manos y abrir los botones de mi pantalón.

Para entonces ya estaba bajo su dominio, ni podía ni quería que parase.

Arrastro mis pantalones hacia abajo llevándose con ellos las braguitas.

M vagina quedo ante él expuesta  como un pastel en una mesa.

Acerco su boca a mi entrepierna mientras forzaba con sus piernas la apertura de las mías.

Paso su lengua despacio, deleitándose, sabiendo que aquella caricia me gustaría.

Beso la entrada de mi cuevita con dulzura mientras sus dedos la abrían, dejando expuesto mi clítoris a sus caricias.

Paso su lengua sobre él. Despacio, saboreándome, haciendo gemir.

Un dedo hurgo en la entrada y se coló, poco a poco, en mi interior, mientras, cogía mi clítoris entre sus labios, succionándolo, llevándome al cielo.

No sé cuánto tiempo estuvo así. Lamia y se bebía cada gota de mi fluido, me hacia gritar en cada embestida de su lengua. Mis manos, para entonces, lo aferraban de los pelos para que no parase.

Puse mis piernas alrededor de su cabeza y levante el culo dejando más expuesta aun mi vagina acalorada, pidiéndole, sin decirlo, que no parara.

Sus manos me cogieron del culo y me levantaron una cuarta del suelo, mientras su boca se afanaba en arrancarme un orgasmo que ya cabalgaba en mi cintura.

Me corrí entre gritos y estertores .Apretando su cabeza entre mis muslos. Casi sin dejarle respirar. Él, se bebió todo, no paró hasta que mis manos retiraron, casi sin fuerza, su cabeza.

Me dejo allí tumbada mientras el se sacaba el pantalón a toda prisa. Se agacho a mi lado y puso su miembro  en mi mejilla. Lo note caliente, sin abrir los ojos sabía lo que era y lo que esperaba de mi.

Moví mi cabeza hacia el lado y abrí la boca. Entró en ella sin compasión, llenándola  por completo. Su sabor acido me llego al paladar y mi lengua se debatía contra un glande grueso y rojizo queriendo devolverle el placer que  me había dado.

La sentía casi llegar a mi garganta, lo que me provoco alguna pequeña arcada que procure disimular. Mis manos se habían hecho dueñas de sus pelotas que sentí duras y repletas de semen. De vez en cuando me la sacaba para poder respirar sin dejar de acariciarla arriba y abajo con mi mano. Pasee mi lengua por su tronco y baje hasta su escroto, metiendo en mi boca, uno a uno, aquel par de huevos. Volví a su cabeza para hundirla entre mis labios y sentirla dura  chocar contra mi lengua.

De pronto la saco, se tumbo  encima mía y, guiada por su mano, la introdujo poco a poco en mi vagina aun palpitante por el orgasmo sentido.

Apenas un par de empujones y la sentí casi hasta el estomago. Me sentía llena. Su polla me estaba follando con ganas, con furia.

Abrí aun más las piernas para sentirla mas profundo. Aceleró el ritmo y mis gemidos sobresalían por encima de la tele aun encendida.

La saco para darme la vuelta y apoyarme en el sillón con el culo bien en pompa. Dé nuevo la sentí resbalar entre mis glúteos para hundirse en mi coño hambriento.

Me cogía de las caderas apretándome fuerte contra sí. Hundiéndose,  casi dolorosamente, en mis entrañas.

Yo mordía el cojín para apagar mis gritos. Mis pechos bailaban  cuando sus manos los soltaban por un momento para volver a mis caderas.

Lo sentí resoplar y gemir mientras me destrozaba por dentro. El sudor corría por su frente y resbalaba hasta caer en  mi culo.

Salvajemente sentí como se corría en mi interior, llenándome hasta desbordarme, haciéndome  gritar con cada chorro que sentí en mi interior. Me corrí de nuevo al sentir su semen caliente abrasarme por dentro.

Calló sobre mi espalda boqueando como pez fuera del agua. Sus manos aun crispadas aferradas a mis caderas y su pene latiendo en mi interior.

Yo trataba por todos los medios de respirar igualmente.

Sentí el semen resbalar por mis muslos y caer al suelo.

Se separo lentamente de mí dejándome allí, con el culo bien expuesto a sus ojos,  mientras yo trataba de recuperarme.

Lo vi caminar hacia la concina y, al poco, volvió con un puñado de servilletas de papel para que me limpiara.

Me volví alargando mi mano para cogerlas mientras mis ojos buscaban los suyos.

Permanecía allí, de pie, parado, mirándome. Desafiante. Con su pene, ya flácido, colgando entre sus piernas.

Alargo su mano para ayudarme a levantarme del suelo. Me acerco a él y me beso largamente.

Yo no sabía qué hacer, si enfadarme, si darle las gracias si…no sé. Todo fue tan rápido que aun no lo había digerido, aún no me había recuperado del placer sentido.

Me alargó el refresco al mismo tiempo que el bebía de su lata. Recogió el mando del suelo y se subió los pantalones.

Cambio de canal buscando una película. Tiró de mí y quedamos los dos sentados en el sofá.

¿Qué película quieres?-Preguntó como si no hubiese pasado nada.

Yo parecía alelada. Como si hubiese olvidado hablar.

Me volví hacia él y le pregunte

-¿Quieres palomitas?

Dijo si con la cabeza y me dirigí hacia la cocina aun desnuda. Las prepare en un minuto. Volví al sofá, me senté a su lado, apoyé mi cabeza en su hombro y me dispuse a disfrutar de la película que había puesto.

Permanecimos mudos durante la hora y media que duro. Cuando acabo, volvimos a besarnos y, esta vez, fui yo quien lo “viole” a él