miprimita.com

Mi hermano

en Amor filial

¿Y si por una vez, por solo una vez me atrevo a dar el paso y miro? ¿Qué puede pasar? Un vistazo, solo un vistazo rápido. Solo eso, una miradita fugaz.

Lentamente tire de la sabana hacia arriba mientras inclinaba mi cabeza. Mi mano temblaba, bueno, la verdad es que temblaba toda yo, todo mi ser era un palpitar constante.

¿Y si se despierta? ¿Y si me pilla? ¿Qué le diré?

Seguí subiendo la sabana. Su muslo, musculoso y con algún vello, se mostro a mis ojos. El corazón se me salía por la boca pero seguí adelante. Podía más la curiosidad que  otra cosa.

Su muslo subía interminable hasta llegar hasta aquel culo respingón y apetecible, aunque no podía verlo si que lo recordaba. Vaya si lo recordaba, fueron muchas las veces que, jugando, le di un guantazo y sabia lo duro y firme que estaba.

Unos bóxer apretados, de color negro con unas líneas blancas en los lados, apretaban el objeto de mi deseo. Aquel formidable paquete de mi hermano estaba apenas a unos centímetros de mi cara. Su olor a hombre me envolvió por completo, mi mano tembló aun mas cuando subió por su pierna con un destino cierto. Aquel paquete.

Pase la mano suavemente, no sin antes mirar su cara por si se despertaba. Una media sonrisa se dibujaba en su boca, aquella boca…mmm. ¿En qué estaría soñando? ¿Con quién?

Su pene apareció flácido al tacto, y sus adornos  aparentaban  estar repletos de semen caliente y pegajoso. Seguí acariciándole, deseando ver una erección, al fin y al cabo nunca había visto un pene erecto, a mis 18 años jamás había dejado a ningún chico que se acercara más de lo debido, mucho menos verlo desnudo.

Pero, esta vez, las hormonas me pudieron la batalla, necesitaba verlo, saber que se sentía al tocarlo, notar su rigidez. Al fin y al cabo era mi hermano, a sus 23 años estaba buenísimo y de pequeños nos bañábamos juntos…pero de eso hacía muchos años ya.

Una punzada me sacudió la entrepierna cuando note que, poco a poco, aquel flácido miembro comenzaba a hincharse bajo mis caricias. Mis dedos juguetearon con la cabeza que comenzaba a hacerse notar bajo el bóxer lo que provoco pequeñas palpitaciones en todo el miembro.

Mis braguitas comenzaban a humedecerse, y mis ojos subían y bajaban de su cara a aquel trozo de carne que aun permanecía tapado bajo una tela que a mí  se me antojaba como si fuese una barrera insalvable.

Aquel trozo de carne tomo medidas descomunales, pujaba duro y rotundo bajo la tela. Su cabeza asomaba levemente sobre la cinturilla del bóxer y pude detenerme a mirarla a placer. Era roja, o ligeramente morada. Un pequeño ojo me miraba desde  debajo de la sabana. Pase el dedo sobre él y de la garganta de mi hermano escapo una especie de gemido. Me asuste, retire rápidamente la mano y deje caer la sabana. Permanecí un rato agachada junto a la cama, en completo silencio. Asustada, muy asustada.

De pronto su voz, algo ronca por el sueño, susurro.

-¿Piensas dejarme así?

Alce la vista y los ojos azules de mi hermano se clavaban en los míos, interrogantes, inquisitivos.

-¿De qué hablas Jairo? Solo vine a buscar unos calcetines a tu mesita de noche que no tengo ninguno limpio.- Trate de mentir mientras abría torpemente un cajón.

El dejo escapar una sonrisa mientras hacía a un lado la sabana para mostrarme su estado.

-Ya, y ese “buscar” tuyo ¿ha provocado esto en mi?

-¿Pero qué dices? Tapate, a mí qué me dices, tu sabrás en que estarías soñando. Jairo, por favor, no digas tonterías.

Decía esto mientras mis ojos trataban desesperadamente de alejarse de aquel trozo de carne que se adivinaba perfectamente. Pero sin conseguirlo.

Mi hermano bajo su mano hasta tocar la mía. La acaricio por un momento y tiro de ella dulcemente hasta llevarla a su entrepierna.

-Venga, no seas tonta. Se lo que te pasa y no me importa. Acaríciala, aprende, yo te enseño como hacerlo.

Trate de retirar mi mano pero sin mucho empeño.

-¿Pero qué haces? Jairo, suéltame, ¿Qué cochinada estás diciendo?- Me defendí tratando de hacerme la ofendida. Aunque creo que sonó más falso que otra cosa.

Para entonces él había bajado su bóxer a medio muslo y dejo al descubierto aquella polla rotunda que me miraba desafiante.

Mi mano se rozaba contra ella obligada por la mano del. Podía notar perfectamente su calor, un calor extrañamente cálido, agradable. Suave, infinitamente suave.

Casi sin mirarlo abrí mis dedos y, por primera vez en mi vida, podía sentir una polla en mi mano. Deje la mano quieta mientras la rodeaba, no sabía qué hacer con ella. Él me guio en un suave sube y baja acompasado a sus gemiditos. Podía notar unas gruesas venas que la rodeaban, un palpitar y unas pequeñas gotas transparentes aparecieron en aquel ojo ciego.

Mi hermano tiro de mí hasta obligarme a tumbarme a su lado sin dejar de masajear su miembro.

Mis pechos frotaban el suyo, duros por la edad aparecían más duros aun. Mis braguitas hacía rato que nadaban en humedades.

Mi cabeza reposaba en su hombro, sin mirarlo, solo tenía ojos para aquella polla inmensa que parecía querer devorar mi mano.

Note una mano bajar por mi espalda hasta llegar a mi culo, donde se paró un buen rato para amasarlo. Una infinidad de convulsiones me hacían temblar las piernas.

Su respiración hacia moverse a los pelitos de mi flequillo, profunda, apetecible. Una mano repto bajo mi pequeña camiseta y fue a pararse justo en mi pezón izquierdo. Cerré los ojos mientras dejaba escapar un suspiro. Mi pezón se disparo hacia adelante para ser torturado dulcemente por unos dedos sabios que sabían cuando apretar y cuando acariciar.

Mi mente parecía saturada de imágenes y fantasías mientras mi mano ya había aprendido el ir y venir sobre aquella polla. La apretaba dulcemente, mis dedos jugaban con su cabezota y sentía aquellas pequeñas gotas correr por entre mis dedos. Inconscientemente lleve mi dedo a la boca para aprender aquel sabor nunca antes probado. Mi supo extraño, ligeramente saldo, pegajoso al paladar pero delicioso.

Volví a perderme entre las piernas de mi hermano para ir a parar a aquellas bolas que parecían como si flotasen dentro de una bolsa. Estaban duras, las note rodar entre mis dedos. Me extasiaban.

Para entonces la mano de mi hermano jugaba muy cerca de mi vagina, rozaba suavemente mi ano, lentas y cálidas pasadas que me hacían ver las estrellas. Antes de darme cuenta ya estaban sus dedos jugueteando con mi clítoris y mis piernas tomaban vida propia abriéndose lentamente frente a aquel ataque.

Una mano se apoyo en mi nuca y me empujo hacia abajo. No entendía, no sabía que quería pero me deje hacer. Su vientre velludo paso rozando mis mejillas y su polla se acerco lentamente hasta la altura de mi cara.

La mire extasiada. Su glande me parecía gigante y el verlo aparecer y desaparecer entre mis dedos me ponía como una moto. Un empujoncito más y mi boca choco contra él. Lo note caliente rozar mis labios. No sabía qué hacer muy bien, no entendía. Su polla seguía golpeando mi boca hasta que la abrí ligeramente para sacar un poco la lengua.

Note como daba un pequeño respingo al notar mi saliva correr por ella .Aquello pareció envalentonarla y casi se precipito dentro de mi boca, ocupándola entera, rozándome el paladar.

Sentí una pequeña arcada cuando bajo hasta mi garganta, arcada que conseguí reprimir mientras dos lagrimones saltaban en mis ojos. Entendí lo que quería así que me aplique en chupar aquella rotundidad con mis labios, con mi lengua, con mi paladar.

Mientras notaba como sus dedos se hacían dueños de mi clítoris y de mis pechos. Pequeñas descargas como eléctricas me recorrían. Mi vagina estaba inundada como nunca antes. Un dedo jugo ligeramente en mi ano, se introdujo un poco, causándome un ligero dolor, lo que me hizo apretarlo para que lo sacara. Así lo hizo pero siguió por los alrededores. Paso a penetrarme desde atrás con un dedo primero, después con dos, sentí que me partía mientras el aire me faltaba.

Me aferre a su polla con ambas manos mientras la hundía hasta mi garganta. Mis caderas oscilaban adelante y atrás mientras  en lo más profundo de mí sentía como se formaba una tormenta.

Me convulsione mientras gemía como posesa. Me sacaba la polla de la boca para tratar de llevar aire a mis pulmones peo sin dejar de lamerla. Aquellas manos maravillosas de mi hermano me estaban arrancando el primer orgasmo real de mi vida mientras hundía sin compasión su polla en mi garganta.

De pronto todo estallo en mi boca, unos aldabonazos calientes y dulces me desbordaban los labios. Se estaba corriendo, y de qué manera, no me daba tiempo a tragar aquella leche fraternal. Al mismo tiempo mi cuerpo se estremecía en un éxtasis eterno.

Se corrió en mi boca mientras yo me restregaba contra sus manos alcanzando las mismas cumbres del placer que él.

Yacimos un rato, callados, esperando a que nuestros cuerpos se relajasen. Apenas si nos movimos. Yo con mi mejilla apoyada en su vello púbico y el con sus manos entre mis muslos.

Lentamente trepe por su torso hasta dejar mis ojos a la altura de los suyos. Estos permanecían cerrados, creo que aun disfrutaba de pequeñas contracciones.

Con una mano limpie mis labios y barbilla de aquel líquido pegajoso. No terminaba de irse y use el filo de la sabana para eliminarlo del todo. Después mis labios buscaron los suyos. Mi lengua salió disparada y se coló entre ellos buscando la saliva de mi propio hermano. El contacto de su lengua jugando con la mía me hizo comprender una realidad. Si, lo deseaba, lo había hecho desde pequeña, desde aquellos baños desnudos en la bañera de casa. Cuando su cuerpo y el mío carecían apenas de vello y nuestras pieles se frotaban entre juego y juego.

Sus ojos no se abrieron. Siguieron cerrados mientras sus manos me apretaban contra él. Mis pechos pujaban por clavarse más en su pecho desnudo. ¡¡¡Dios, como me gustaba sentirlo así ¡!! .

Respire profundamente antes de abandonar aquel beso tórrido y húmedo, llenando mis fosas nasales de un perfume nuevo, el perfume del sexo. Olía a desenfreno, a latigazos de placer, a cuerpos sudorosos. Me fascinaba. Me humedecía de nuevo.

Una mano suya abandono mi espalda para buscar en la mesita de noche una caja de cigarrillos, tomo uno junto a un encendedor y aspiro profundamente una bocanada de humo. Yo lo miraba como extasiada.Com si nunca lo hubiese visto fumar.

De pronto separo su cabeza un poco de la mia. Me miro directamente a los ojos y pregunto

-¿Por qué has tardado tanto tiempo?

-¿Qué? ¿El qué? No entiendo esa pregunta.

-Sí, porque has tardado tanto tiempo en venir hasta mi. ¿Acaso no te dabas cuenta de mis miradas?¿No fueron suficientes las veces que te di una guantada en el culo cuando pasabas junto a mí para que te diese cuenta de cuánto te deseaba?

-Jairo, yo, no sé qué decirte. No sé muy bien ni porque he hecho esto .Solo sentí un impulso, lo seguí y llegue hasta aquí. Te juro que nunca antes lo había pensado. Solo era curiosidad. Solo eso. No sabía cómo era un miembro de hombre, no sabía que se sentiría al tocarlo. No sé ni porque lo he hecho.

-¿De verdad? ¿Solo curiosidad? Me decepcionas hermanita. Creí que por fin lo habías pillado. ¿Sabes la de veces que me masturbe con tus braguitas en el cuarto de baño? ¿Sabes cuantas veces te vi desnuda mientras te duchabas?.

-No, tú no harías eso. No te creo- Dije muy confundida y con gesto más que elocuente de lo que se me estaba pasando por la mente.

-¿Qué no? Me sé de memoria cada curva de tu cuerpo, cada lunar, cada centímetro. Me mate a pajas mientras te veía hacerte mujer y me moría de celos pensando en quien sería el imbécil que disfrutaría de lo que tenía ante mis ojos.

Mi cara debía de ser un poema. El me sonrió mientras lanzaba otra bocanada de humo al aire y se inclinaba sobre mí para darme un pequeño mordisco en los labios.

-¿Qué? ¿No te ha gustado? ¿Quieres que sigamos?- Murmuro a mi oído mientras una mano jugaba delicadamente sobre mis pecho, a través de la blusa.

Me estremecí, quise abrir la boca para quejarme pero sus labios se apoderaron de ella y su lengua dibujo arabescos con la mía mientras su mano apretaba mi pecho.

No podía resistirme, mi entrepierna volvía a humedecerse y sentía contra mi muslo de nuevo la firmeza de aquella polla.

Me deje llevar. Cerré los ojos y mis manos se posaron en su espalda, resbalaron por ella hasta asir su culo duro.

Para entonces su boca había alcanzado mi pecho, sus manos subieron la camiseta y su  bocaalcanzaba la cúspide de mis pechos. Mi mente giraba mientras me convulsionaba a cada pasada de su lengua.

Alcance su polla y de nuevo la sentí dura y lista para un nuevo ataque. La masajee a gusto, sintiéndola temblar entre mis dedos. Me moría de ganas de sentirla en mi interior. A pesar de que era virgen, sabía que lo necesitaba.

Su boca resbalo por mi vientre, aparto a un lado las húmedas braguitas y se hundió entre mis muslos.

Creí morirme de placer. Su lengua alcanzo mi clítoris y se enroco en él arrancándome gritos lujuriosos. Mis piernas temblaban. La cabeza me daba vueltas. Sentía que me moría a cada pasada que daba.

Mis manos se hicieron dueñas de su cabello ensortijado y lo apretaba contra mi coño. Si se hubiese parado lo hubiese matado allí mismo.

Entre gemidos y gemidos alcance a decir su nombre- Jairo- Me pareció extraño, como si no fuese él. Como si no fuese mi hermano el que hundía su cabeza entre mis muslo llenándome de placeres desconocidos.

Mis caderas tomaron ritmo propio, mis manos atormentaban mis pezones y me revolvía como serpiente en brasa.

Un dedo resbalo por mi culo, justo en la raja hasta llegar a mi esfínter. Para entonces toda esta zona estaba encharcada de jugos míos y saliva de mi hermano. Froto un poco en él y se adentro un centímetro en mi ano. Esta vez fue menos dolorosa, casi que me gusto y lo deje hacer. Empujo un poquito y avanzo en mi interior. Casi había llegado hasta la primera falange y gritos estentóreos se escapaban de mi garganta.

-Sigue- Le suplique.

Y su dedo ahondo aun más. Sentí que me partía en dos. Nunca antes había pensado que por allí se pudiese sentir tanto. Mientras, su lengua se hundía en mi coño repasando una y otra vez mis paredes interiores. Volvía a mi clítoris y lo atormentaba dulcemente.

Ahora sí que me moría, o eso me parecía a mí. Una lengua en mi coño y un dedo en mi culo.

Estalle en gritos mientras me desbordaba por dentro, dejando su cara húmeda. Temblé sin control. Mi cuerpo se alzo de las sabanas por las fuertes convulsiones que sentía. Me moría de placer.

El se alzo y apunto su polla a mi entrepierna. Sentí miedo, La note frotarse contra mi clítoris.

-No, tranquila, no voy a penetrarte- Me tranquilizo.

Se detuvo allí, torturando un poco más mi clítoris maltrecho. Su mano subía y bajaba acariciándose a si mismo. Su glande estaba caliente y húmedo. No paraba de frotarse contra mi hasta que una convulsión me aviso de que su orgasmo se acercaba. Baje la mano, le quite la polla de la suya y fui yo quien froto aquella polla contra mi coño. La sentí palpitar, gemidos de mi hermano me llegaban como en un sueño y, de pronto, una humedad caliente me inundo mi pubis y las piernas.

Casi se me escapa de las manos mientras se vertía sobre mí. Caliente, pegajoso, excitante.

Lo masajee hasta que se dejo caer rendido sobre mí. De nuevo sus ojos cerrados. De nuevo su boca junto a la mía. Lo bese.

Me abrace a él y creo que el cansancio nos pudo a los dos. Cuando abrí los ojos ya era de día. Mi hermano yacía a mi lado apenas tapado por la sabana, podía ver su polla sufriendo una erección matinal. Abrí bien mis ojos tratando de comprender que no había sido un sueño.

Moví mi mano en dirección a su entrepierna y note aquel calor tibio y acariciante de la noche anterior.

Tenía  la polla de mi hermano entre mis manos, no había sido un sueño. Lo mire a los ojos y me sorprendió verlos abiertos. Una sonrisa picara se asomo a la comisura de sus labios.

-¿Aun no tienes suficiente hermanita?

No conteste, baje mi cabeza por su torso y hundí su polla en mi boca.

No, no tenía suficiente. Quería más, mucho más, hasta que mi cuerpo dijera basta.