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Mi hermano pequeño 2

en Amor filial

Llego la noche de aquella tarde. Cenamos en silencio, ninguno de los dos hablo, apenas unas palabras. Sus ojos huían de los míos y viceversa. Casi se podía cortar la tensión.

En silencio, apenas roto por unos casi murmullos, retiramos  la mesa. Como cada noche pusimos el televisor y nos tumbamos en el sofá. Absortos cada uno en nuestros pensamientos y sin hacer mucho caso al aburrido programa que sintonizamos.

-¿Te gusta esto o ponemos otra cosa? –casi murmure preguntando para ver si podía romper  el hielo que parecía se había instalado en el salón.

-No se, me da igual, pero esto es una plasta. Busca una peli o algo así.-Me contesto sin mirarme.

Casi a tientas encontré el mando de la tele, di con él, apreté los botones cambiando la emisora. Después de varios intentos di con una en la que repetían por enésima vez el planeta de los simios.

-¿Te vale?- Pregunte buscando su mirada.

En la penumbra de habitación sus ojos casi brillaban mirando los míos.

-Vale, está bien, aunque ya le hemos visto no sé cuantas veces…-

Permanecía allí tumbado, embutido en unos pantalones cortos. Su pelo limpio y bien peinado después de una buena ducha. Yo no podía quitar de mi cabeza las imágenes de la tarde. Una  y otra vez veía su pene desafiante en mis manos, una y otra vez, veía sus labios apretados mientras llegaba al orgasmo….¿pensara él lo mismo?

Nada dije, claro está, solo lo miraba de reojo y pensaba.

Hacía calor y el ventilador poco ayudaba a disiparlo. Subí las piernas a la mesa en un intento de que  el poco aire fresco que movía se colara bajo mi bata y, sin poder evitarlo, la bata se abrió de pronto, dejándome expuesta a sus miradas.

Apenas fueron unos segundos, el tiempo justo de mover mi mano rápida a devolverla a su sitio y mirarlo a él. Sus ojos se clavaban en mi piel. Perplejos, abiertos, quizás queriendo guardar en su memoria las curvas de mi cuerpo.

Rápido cambio la vista al frente tratando de concentrarse en la película. Su pantalón sufrió un abultamiento a la altura de sus genitales y supe que se había excitado al verme así.

La película acabo y apagamos la tele. Él se dirigió al baño antes de acostarse, mientras, yo abría las ventanas para que entrase el fresco de la noche.

Me dirigí a mi habitación después de darle un beso en mitad del pasillo para darle las buenas noches. Beso que él me devolvió  aunque con la cabeza un poco gacha. Parecía avergonzado.

Se metió en su cuarto y yo en el mío. Una vez a solas me quite la bata y me eche sobre la cama solo con el sujetador y las braguitas ,dándole vueltas aún a todo aquello que había pasado. Apague la luz y encendí un cigarrillo. Solo fumaba en mi habitación y cuando estaba sola.

Seguía viendo aquella imagen de mi hermano pequeño  pidiéndome que no parara, que siguiera, mientras sus manos me apretaban a su sexo hambriento. Me sentía excitada, algo húmeda.

Apague el cigarrillo y me tumbe bocabajo  tratando de no pensar en nada más y dormir. Creo que ya casi estaba dormida cuando escuche unos tímidos golpes en la puerta cerrada de mi habitación.

-Loli ¿duermes?- escuche la voz de mi hermano en la puerta.

Me desperece y le dije que no, que si le pasaba algo.

-Quiero hablar contigo, ¿puedo pasar?

-Claro, pasa-Le conteste al mismo tiempo que me echaba la sabana por encima. Me pareció extraño, nunca tuve pudor ante mi hermano antes de esa tarde.

Entro y se sentó en la cama, casi a los pies.

-¿Qué te pasa? ¿Estás mal?- Pregunte con aire maternal  mientras me sentaba en la cama abrazando mis rodillas, pero teniendo cuidado de que la sabana no dejara ver nada de mí.

-Loli, yo….yo quería preguntarte algo pero no sé cómo hacerlo.

-Tranquilo- dije mientras pasaba una mano sobre su pelo-Cuéntame que pasa con  toda franqueza, como siempre hemos hecho.

-Vale. Veras. Me gustaría saber que ha pasado esta tarde entre tú y yo, ¿Por qué ha pasado? No es que no me haya gustado, no es eso, pero quiero saber por qué.

Respire profundo mientras apoyaba la barbilla en mis rodillas. No sabía que contestarle. Es la verdad. Yo misma no sabía porque había pasado aquello.

-Carlos, no lo sé. Solo sé que anoche me acosté en tu cama porque en tu habitación se está más fresco. Que esta mañana me levante y te vi allí, casi desnudo, mire tu entrepierna y una gran erección se dejaba adivinar en tu bóxer. No sé que me paso por la cabeza. Te lo prometo. Me sentí excitada y te acaricie un poco. Después, por la tarde, te dormiste pegado a mí  y pude sentir esa misma erección pegada a mí. Me volví a excitar y...bueno...lo que paso después...me deje llevar. Lo siento, de veras. No sé cómo ha podido pasarme a mí, no lo sé. Perdóname, yo tampoco puedo dejar de pensar en eso.

-No, no tengo nada que perdonar-Me contesto- Quizás yo también me deje llevar sin pensar que eres mi hermana. En ese momento no te pedí explicaciones porque yo tampoco las tenía para dártelas. Pero no  termino de entender porque  si tienes novio, e imagino que tendrás relaciones con el  normalmente, ibas a buscar sexo  conmigo.

No supe que contestar. Una lágrima corrió por mi mejilla y me hundí al ver el tremendo daño que le había hecho sin querer. Apreté mi cara contra mis rodillas y trate de que no lo notara.

-Lo siento Carlos, de verdad que lo siento mucho-Alcance a gimotear sin poder dar la explicación que me pedía.

Sentí sus manos en mi cabeza y como se acercaba para abrazarme.

-No digas eso. Eres mi hermana. Eres toda una mujer y sientes impulsos. Olvídalo. No debí de haber venido.

Dijo mientras me abrazaba tiernamente.

Despegue la cabeza de mis rodillas y extendí mis brazos para darle un abrazo. Poco me importo que la sabana  resbalara dejando mi pecho al descubierto. Era mi hermano y nos queríamos. Lo bese tiernamente en la mejilla  y apoye mi cabeza en su hombro.

No sé cuanto rato estuvimos así. Pudieron ser segundos, minutos u horas, daba igual, solo quería  sentirlo pegado a mí.

De pronto se separo bruscamente de mí.

-Tú has fumado. Aquí huele a tabaco-Casi grito con tono de burla.-¿No decías que lo habías dejado…

Ante aquel cambio brusco solo me atreví a sonreír y encogerme un poco de hombros en señal de perdón, sabiendo que el solo bromeaba, aunque ciertamente no le  gustaba que fumara.

Cogió la almohada y empezó a sacudirme con ella por todo el cuerpo. Salté de la cama y trate de zafarme de sus golpes entre risas, mientras le decía que solo había sido uno y para calmar el mono.

Me tiro  la almohada a los pies lo que me hizo caer de bruces en la cama., Por un momento volví a sentir sus ojos clavados en mi piel pero esta vez me dio igual.

Se sentó sobre mis espaldas y comenzó el juego de la tortura, como él decía. Me hacia cosquillas mientras sus piernas inmovilizaban mis brazos. Me metía un dedo en la oreja o en la nariz para después hacer que se limpiaba en mi piel. Y así, entre risas y quejas fingidas acabamos los dos cubiertos de sudor y tumbados en mi cama.

Permanecimos un ratito recuperando la respiración y callados. Apenas si una tenue luz se colaba por la venta proveniente del exterior.

-Dime una cosa, ¿te gusto?.-Me soltó a bocajarro.-Digo sentir mi sexo.

Dude en contestarle pero, total, quemas daba ya.

-Sí, me gusto mucho. No sé como explicártelo. Fue diferente a con mi novio. Era algo así como una sensación irreal de un sueño.

-Pero ¿te excitaste?

-Pues claro bobo, soy mujer aparte de tu hermana.

Baja un poco mi mirada  y pude ver que su  bóxer se había vuelto a hinchar. Me puse de lado para mirar su cara y pasarle un brazo sobre el pecho mientras apoyaba mi cabeza en su hombro.

-¿Y tú? ¿Qué pensaste? –le pregunté

-No sé. Estaba casi dormido cuando una sensación placentera me despertó. Apenas abrí los ojos y allí estabas tú haciendo algo que, ni en mis mejores sueños, podía imaginar. Solo me deje llevar.

Pase mi mano por su pecho acariciándolo con dulzura. Volví a mirar hacia abajo y esta vez su bóxer apenas podía contener lo que empujaba bajo el. Mi mano bajo hasta su estomago y note que su respiración se alteraba.

-¿Quieres que te lo vuelva a hacer? Ya veo que vuelves a necesitarlo.

-No, esta vez quiero ser yo-Y diciendo esto se incorporo sobre la cama como pudo mientras sus manos empujaban mi hombro para que me pusiese bocabajo. Sentí como trasteaba torpemente mi sujetador para, después de abrirlo, deslizar los tirantes sobre los hombros mientras me besaba tiernamente en la nuca.

Me deje hacer sin decir palabra.

Sentí sus manos resbalar por mi espalda y acariciar mi culo suavemente.

Me giro y sus labios buscaron los míos para mezclar nuestras salivas. Una caliente guerra de lenguas se desarrollo en mi boca mientras lo abrazaba tratando de sentir el contacto de su piel con todo mi cuerpo.

Beso mis ojos, mis mejillas, recorrió mi cara con su boca hasta llegar a mi cuello. Para entonces mis manos habían alcanzado su culo y lo apretaba contra mi buscando el contacto de su pene en mi pierna.

Sentí su lengua recorrer poco a poco el camino que llevaba a mis pechos para pasar suavemente por mis pezones. Se los metía en la boca como amamantándose. Los chupaba y a mí me elevaba al séptimo cielo.

Sus manos recorrían mi cuerpo bajando en busca de mis braguitas que poco a poco bajo  hasta quitármelas. Recorrieron la cara interna de mis piernas hasta llegar a mi sexo que, para esos momentos, ya  estaba encharcado de placer.

Sus dedos juguetearon con mi vello antes de bucear mas profundo. Yo notaba su pene contra mi tobillo, aún dentro de su bóxer. Levante un poco la pierna y, con el pie, arrastre la tela hacia abajo notando, ahora sí, el calor de su miembro contra mi piel.

Para entonces, sus dedos jugaban con mi clítoris hinchado y su lengua dejaba un rastro de saliva por mi estomago. Lo note acercarse poco a poco hasta mi sexo que lo recibió completamente abierto a sus caricias.

Me mordí los labios cuando sentí su lengua pasar una y otra vez sobre mi clítoris  mientras dos dedos se colaban en mi interior haciéndome flotar.

Bruscas convulsiones hacían revotar mi cuerpo contra la cama mientras apretaba su cabeza entre mis muslos para que no parara.

-Sigue amor, sigue así. Me estas matando con tu lengua. No pares.-Casi balbucee entre espasmo y espasmo.

Mecí sus cabellos con las manos mientras un orgasmo nacía en mi columna vertebral para recorrer todo mi cuerpo. Mis piernas temblaban  y sentía que el corazón se paraba y la mente me estallaba.

No paro de lamer suavemente mientras mi cuerpo  estallaba de placer. Parecía saber cuándo pasar su lengua por mi clítoris y cuando besarlo lentamente para que aquello no parase.

Poco a poco mi cuerpo se fue relajando y el reposo su cara en mi estomago. El mundo parecía haberse detenido allá afuera. Solo estábamos él y yo.

Se incorporo para subir hasta mis labios y darme un beso largo y profundo que yo necesitaba y dejo caer su cara en mi cuello. Se quedo allí, quieto, respirando tranquilo mientras yo trataba de volver en mí.

Lo abrace como solo se puede abrazar a la persona que amas. Sintiendo en cada poro de mi piel la suya. Emborrachándome de su aroma.

Note su pene erecto en mi  cadera y  decidí dar un paso más.

Lo tumbe en la cama mientras yo me sentaba sobre él. Con una mano lo guie hasta mi sexo y antes de meterlo el pregunto.

-¿Estás segura?

-Sí, lo estoy- Dije mientras me sentaba sobre aquella barra caliente que ahora solo quería para mí.

La note dura, caliente, húmeda, avasalladora, arrasadora. Entro  abriéndose camino como ama y señora del lugar.

Poco a poco me la fui clavando hasta casi sentirla en el estomago. Me quede un momento ahí parada para sentirla en lo más profundo de mí.

Poco apoco empecé a girar mis caderas para sentirla en todo mi interior. Él, había alargado sus manos a mis pechos y los amasaba con dulzura.

Me sentía llena y comencé a cabalgar a mi semental como yegua en celo que me sentía. La notaba entrar y salir dejando un sinfín de lucecitas en mi cerebro. Cerraba los ojos para sentirla más mía.

Ahora sus manos resbalaron hasta mis caderas para marcarme el ritmo y me deje llevar en aquel  vals para dos.

Nuestros cuerpos se perlaron de sudor y el fuerte olor a sexo lleno la habitación. Hondos gemidos me nacían en la garganta mientras sentía como me partía en dos con su miembro.

El ritmo fue acelerando poco a poco y note como su miembro se hinchaba aun, más si cabía, en lo más profundo de mí. Se iba a correr, lo notaba clavándose casi con rudeza en mí y  la tromba de su semen casi quemando mis entrañas me hizo alcanzar un orgasmo aun más intenso que el anterior.

Sus manos se apretaron en mis caderas casi haciéndome daño mientras  se vertía  en mí.

Caí sobre su pecho apurando los rescoldos del orgasmo y tratando de relajar mi respiración.

No quería moverme, no quería que se saliera de mí. Quería dormirme con su miembro en mi interior y así lo hice. Él también se durmió abrazándome.

Y así nos sorprendió el amanecer.

El resto lo contare otro dia...