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¡¡¡Sorpresa!!!!

en Amor filial

Mi melena negra tapaba lo poco que quedaba por descubrir de mi pecho. Intencionadamente dejaba que mi pelo tapara mis pezones a su vista. Él permanecía sentado en el sillón, mirando, deleitándose con el espectáculo que le estaba dando.

Gire sobre mis tacones altos y mi culo ondeo frente a su cara, apenas cubierto por unas braguitas negras de encaje, muy delicadas y caras que compre para la ocasión.

La copa que había en su mano tembló ligeramente cuando se lo acerque insinuante. Mis glúteos casi rozaron su cara y una mano se adelanto tratando de acariciarlos. Pero no lo deje, seguí con mi juego, di un pasito hacia adelante y me aleje de su alcance.

Su pijama dejaba ver claramente en qué estado lo estaba poniendo. No era difícil adivinar la dureza de su mástil bajo la delgada tela.

Me contonee mientras llevaba una mano a mi pecho. Acaricie mis pezones suavemente mientras sacaba mi legua golosa tratando de alcanzarlos.

La música seguía cálida y suave llenando la habitación. Mi cuerpo oscilaba de un lado a otro, contoneando las caderas, meciéndose caliente y apetecible frente a su ojos.

Le di la espalda y me incline hacia adelante dejando al aire mi culo, poniendo mi pubis a la altura de sus ojos, solo cubierto por aquella tela negra que él se moría por arrancarme.

Se revolvió nervioso en el sillón. Lo vi acomodarse la terrible pitón que se levantaba entre sus muslos.

No podia mas, se moría por hacerme suya. Pero aun no había llegado el momento. Aún no.

Con pasos oscilantes me dirigí a la puerta. El casi se levanto del sillón. Con un gesto le mande quedarse quieto. Me obedeció.

Apague la luz de la estancia mientras abría la puerta. Tras ella, casi como aparecida de un sueño se encontraba ella. Apenas cubierta por una gasa transparente, sus pechos duros y firmes perfectamente visibles bajo aquella transparencia. La luz la iluminaba desde atrás y podía verse perfectamente la unión entre sus muslos. Un triangulo oscuro y protegido por unos glúteos firmes y blancos.

La tome de la mano delicadamente y tire de ella hacia mí. La bese en la boca con avaricia. Sabía que el corazón del se le salía del pecho frente a este espectáculo.

Cerré la puerta tras ella y encendí la luz. Dos hermosas criaturas como surgidas de un sueño se mostraban casi desnudas a su mirada. Nuestros pechos se tocaban haciendo rozar nuestros pezones.

Ella sentía vergüenza y mantenía la mirada agachada. Nunca antes se había visto en una situación así.

La pegue dulcemente a mi cuerpo mientras mis manos recorrían sus caderas o subían para atrapar un pezón. Gestos que arrancaban pequeños gemidos de su boca. Se dejaba hacer, bien sabía yo lo que la calentaba.

Pellizque su culo casi con saña hasta oírla lanzar un gemido lastimero. En ese momento la abrace desde atrás, mis manos alzaron sus pechos para mostrarlos al impaciente que se moría por bebérselos.

Pegue mi pubis a su culo mientras deslizaba una mano por su vientre hasta llegar a su triangulo prohibido. Jugué con sus rizos por un momento antes de bajar hasta alcanzar sus labios mayores que ya se abrían para dejarme el camino libre hasta su clítoris.

Note como se contoneaba contra mí mientras cerraba los ojos y sus manos cogían mis caderas para estrecharme contra ella.

Mis labios se habían hecho un hueco entre su pelo y buscaban su cuello para acariciarlo con mi lengua caliente. Se estremeció.

Delicadamente la fui llevando hasta llegar a penas a unos pasos del sillón. Una vez allí subí su corto picardías hasta la cintura dejando al descubierto un pubis de pelitos recortados, adorable, de labios regordetes que jugaban entre mis dedos.

Lentamente separe sus piernas hasta dejarla bien expuesta a las miradas lascivas del. Hundí un dedo en su coñito caliente y jugué con el por un rato, cuando lo saque el suave néctar de su raja chorreaba de ellos. Los acerque a la boca del para que los saboreara a placer. Sentí su lengua rebuscar entre mis dedos hasta la última gota, dejando mis dedos húmedos y listos para hundirse otra vez en aquella preciosidad que se retorica bajo mis caricias.

Sentía su culo restregarse contra mi pubis y mis braguitas las notaba húmedas y calientes, como toda yo.

La gire, su culo quedo a centímetros de la boca del y la empuje hasta estrellarlo contra aquella boca hambrienta de sexo y carne.

Por encima de su hombro pude ver como la devoraba, como pasaba de un glúteo a otro su lengua, cómo se hundía en aquella raja de vértigo que formaban sus glúteos.

Tire suavemente de su cabeza hacia arriba hasta meterle un pezón en la boca mientras él se saciaba de carne dulce y trémula.

Cerré los ojos de puro placer cuando sentí una lengua húmeda pasar una y otra vez sobre mi pezón. Mis manos volaron hasta aquellos glúteos reptando por su espalda para separarlos, para amasarlos sin piedad mientras veía como él metía la lengua hasta el alma de aquél culo prieto.

Un torbellino de gemidos llenaba la habitación. En un momento note unas manos subir por mis piernas, llegar hasta mi culo y apoderarse del como si quisiera arrancármelo. La pequeña paloma levantaba el vuelo, se dejaba llevar por sus impulsos. La deje hacer.

Mire la cara del y  la vi congestionada, los ojos cerrados, sudorosa. Su boca andaba perdida entre las rotundidades de dos montañas de carne.

Lentamente tire de ella hacia arriba, alejándola de aquel placer que sentía por un momento. La volví a besar, metí mi lengua en su boca casi hasta rozar su campanilla. Sus manos se hicieron dueñas de mis pechos y los apretaba dulcemente.

Note una mano resbalar por mi glúteo, por su tacto sabía que no era de ella, era dura, casi callosa, pero firme. Llego hasta el estrecho canal que los separaba y un dedo jugo goloso en las cercanías de mi ano. Un estremecimiento me recorrió, me deje hacer.

Para entonces creo que hasta yo había perdido la cordura. Había perdido el control de la situación. La boca de ella resbalo por mi vientre hasta rozar mi intimidad, aun oculta bajo el satén negro. Sentí su aliento a través de ella, sentí como aspiraba ansiosa mi olor .Una lengua vivaracha y rápida le revolvió sobre mi monte de Venus, bajó rápida hasta encontrar mi clítoris y se empeño en arrancarme gemido tras gemido hasta hacerme temblar.

Mis piernas no me aguantaban. Mis manos parecían haberse quedado muertas mientras sentía mi cuerpo retorcerse bajo aquellas caricias.

Unas manos tiraron de mí hasta hacerme caer en la cama, donde yací de espaldas, dejando mi cuerpo servido a sus menesteres.

La lengua de ella no dejo ni un momento de martirizar mi clítoris ansioso, mientras la boca del pasaba de un pecho mío a uno de ella, como si tuviese prisa.

Sentí en mi mano el roce de una piel caliente, dura, instintivamente mis dedos se cerraron y pude notar una polla enhiesta palpitar en mi palma. La acaricie arriba  abajo durante un rato, notaba cada contracción de su pene en mi mano como queriendo saltar de ella. Estire mi brazo y así su cintura tirando del hacia mí, quería, no, necesitaba sentirla en mi boca seca. Necesitaba la humedad de su glande entre mis labios.

Me sentí llena cuando entro casi hasta mi garganta. Una mano se apodero de su tronco, ella, definitivamente entro en el juego y no quería perderse nada del.

La empujo contra mis labios una y otra vez. Yo sabía que ya el control no era mío.

Notaba sus pechos rozarse contra los míos cuando su boca se acerco al manjar servido que hervía entre los míos. Su lengua saboreo aquel tronco divino y llego a hundirse en mi boca junto a él. Creía morirme. Por un momento lo saco de entre mis labios para enterrarlo en los suyos. Por fin lo había conseguido. Era dueña del momento y lo sabía.

Lo empujo a un lado para hacerse sitio. Trepo por mi cuerpo hasta sentarse a horcajadas sobre mi cara, el olor de su piel fresca y caliente a la vez me invadió. Su coño se abrió a mis caricias y tuve que penetrarlo con mi lengua hasta donde pude. Me sentí revivir con aquel néctar corriendo por mis mejillas.

Mi lengua parecía hundirse en un infierno a cada pasada. Sus muslos aprisionaban mis oídos y no me dejaba oír las obscenas palabras que escapaban de su boca mientras con una mano así aquel cimbel amoratado y con la otra masajeaba mi clítoris.

No podía creérmelo, todos mis planes se habían venido abajo, había perdido el mando, ella daba las órdenes que él y yo cumplíamos sin rechistar.

Note como lo empujaba hacia abajo, hasta que su polla rozo mi entrepierna. Sentí su mano asirlo y guiarlo hasta mi hendidura. No podía oír, apenas si podía ver, solo sentir.

Lo note entrar en mí mientras mi boca se hundía en aquel maravilloso bosque de pasión que se abría ante mí. Su gruesa cabeza se enterró hasta el estomago  y no pude contener un gemido casi lastimero. Cuántas veces lo había notado así, incontables, pero me parecía que aquella era la primera.

Cabalgo sobre mi vientre durante un buen rato, hasta que deje de gemir y mi cuerpo solo era un montón de carne lasciva  y caliente manejada a su antojo.

Me rendí al orgasmo, grite, balbucee, me sometí…..

Sus piernas desabrocharon el candado que aprisionaba mi boca. Pude tomar aire. Se tumbo a mi lado pero con la cabeza en los pies. Como en sueños la vi amorrarse a aquella polla, hundírsela hasta las amígdalas, como si siempre lo hubiese hecho. Como algo natural, y no lo era.

Pasado un rato se tumbo de nuevo sobre mí, dejando su culo expuesto junto a su coño a la vista del. No necesito que le dijeran nada. Su pene pronto tomo el camino sugerido y se hundió entre aquellos glúteos expuestos mientras ella buscaba mi boca con su lengua. La sentí gemir a la primera embestida en su interior. Sus manos apresaron mis pechos mientras gemía y se movía como poseída. Podía sentir en mi vientre los pelitos de su pubis rozar a cada embate.

Sus caderas empujaban hacia atrás clavándose hasta el alma aquel trozo de carne que la abría en dos.

Como pude metí una mano entre mi vientre y el suyo hasta tocar aquel tronco maravilloso que ahondaba en su coñito dulce. Froté mi clítoris entre una embestida y otra, la notaba temblar.

Durante un buen rato todo eran gemidos, jadeos hasta que la voz del me llego clara.

-Me voy a correr.

-Córrete papa, lléname de tu leche, Rómpeme el coño.

Y tras unos embates largos y profundos sentí por mis dedos correr el semen de mi marido que salía a borbotones del coño de mi hija.

Me sentí feliz, llena, plena, sin control pero sabiendo que ella había realizado el sueño que me contó aquella tarde.