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Buenos días, sr. Jameson

en Parodias

-Buenos días, señor Jameson. – Eso era lo que siempre decía, con su voz sensual que recordaba en cierta forma las voces femeninas de los gps,... o de las líneas eróticas. Todos los días, J. Jonah Jameson oía esa frase segundos antes de entrar en su despacho. Con su costumbre de llegar antes que nadie y marcharse después que todos, era lo primero que oía, y también el "Buenas noches, señor Jameson" era lo último que escuchaba. Rita Hesse, su secretaria, tenía un particular tono de voz que hacía pensar a cualquiera que realmente quería que el día fuese lo mejor posible, o al menos, así le parecía a Jonah. La señorita Hesse era una mujer agraciada físicamente, tenía el pelo casi color violeta y lo llevaba corto a la altura de la mandíbula; ojos negros muy brillantes y hermosos y una figura llenita y bastante apetecible. Además, solía llevar minifaldas y blusas escotadas y sabía contonearse graciosamente al andar; la mayor parte de los periodistas le habían intentado tirar los tejos en más de una ocasión, inclusive el propio Peter Parker se había interesado en ella, pero había desistido con más humor que dolor cuando se dio cuenta que a pesar de ser tan mona, a pesar de ser inteligente, sin duda, era la mujer con peor gusto sobre la faz de la tierra: ella bebía los vientos por Jonah Jameson. 

 
Al principio, Peter pensó que ella no iba detrás del hombre, sino del director del periódico con pasta para aburrir, pero hubo de darse cuenta que ninguna mujer miraba de tal modo a una cuenta bancaria con patas. Cuando no se lo comía con los ojos, era que le miraba con expresión de cordero a medio degollar, pero Jonah, frío e implacable no se daba mucha cuenta de aquello, o al menos, no lo tomaba en consideración. Es posible que hubiese notado que no le era indiferente a Rita, pero él no era un quinceañero romanticón, ya había perdido una esposa y había estado a punto de perder a su único hijo; su verdadero amor era el Daily Bugle y los índices de venta positivos subiendo sin parar. No estaba para ponerse en plan colegial. 
 
Si ya Jonah Jameson se había ganado a pulso la antipatía de la mayor parte de sus empleados con sus modales despóticos y su dirección tiránica, con la abierta ignorancia hacia los sentimientos de Rita, no pocos de sus empleados admitieron odiarle abiertamente. Para unos, lo hacía para darse importancia; para otros, es que debía ser ya impotente; para los más, Jameson era un ser cruel y nada más, disfrutaba viendo sufrir a la chica. Muchos habrían querido consolarla, desde luego, pero quién sabe porqué, Rita sólo tenía ojos para su muy particular Adonis y sus esfuerzos por conseguir que se fijara en ella, eran cada día más enternecedores. No sólo se ponía muy guapa y perfumada, no sólo usaba ropa bonita y abiertamente provocativa, además había llegado a conocer a Jameson hasta su más pequeña manía: sabía a la hora exacta a la que querría café y lo tenía ya preparado; revisaba las noticias del día y las ventas diarias para saber con total precisión cómo tenía que estar de cargado el café, o si era mejor poner incluso una chispa de coñac en él; conocía la dieta que seguía y pedía la comida con antelación para que cuando él abriese la puerta voceando por su plato, ya estuviera allí; reponía los elementos del cuarto del baño antes que él tuviese que pedirlo y mantenía las mantas que usaba cuando dormía allí alguna vez, limpias, planchadas, y con una ramita de lavanda en el armario donde las guardaba…. En una palabra: le mimaba. Pero Jameson, ni siquiera era capaz de agradecer tal comportamiento, que no entraba en absoluto en las obligaciones de secretaria de dirección de la señorita Hesse. Todo lo más, alguna vez asentía ante una atención y decía "bien", pero nunca, jamás "gracias". En cambio, en las escasísimas ocasiones que notaba el más ligero descuido, hacía un mundo de ello y se exaltaba visiblemente, diciendo que estaba rodeado de inútiles incapaces de hacer nada a derechas.
 
Aquélla noche, Jameson se había marchado ya cuando Peter llegó a entregar unas fotos de Spiderman. Le habían dicho en recepción que el director ya no estaba, había tenido que irse a una cena, pero pensó que podía dejar las fotos en su mesa de todos modos; Jonah las vería al día siguiente. Al acercarse al despacho del director, oyó un sonido ahogado. No precisaba de su sentido arácnido para darse cuenta de lo que era: Rita Hesse estaba sentada en su mesa del antedespacho de Jameson, a oscuras y llorando silenciosamente. Peter hubiera querido marcharse de allí, sin duda a la joven no le gustaría que nadie la viese llorar, pero su conciencia le pudo y se acercó. Rita respingó en su silla y de inmediato quiso darse la vuelta, pero supo que había sido descubierta y se limitó a limpiarse un poco la cara. 
 
-He traído estas fotos para Jameson… son muy buenas. – dijo, tendiendo el sobre.
 
-Mañana se las daré en cuanto llegue. - contestó con voz ahogada la joven, y Peter se acuclilló frente a ella. 
 
-¿Sigue sin hacerte caso, verdad? – preguntó con dulzura.
 
Rita le miró a los ojos e intentó contestar, pero sin duda el pesar fue demasiado para ella, y el encontrarse con alguien con quien poder sincerarse la terminó de arreglar: se abrazó a Peter y se echó a llorar sin poder contenerse, sin ocultar ya los gemidos. Peter acarició la cabeza y los hombros de la joven y logró entender, entre los sollozos de ésta, que Jameson había sido particularmente grosero esa tarde… no le importaba, ella lo amaba tal como era… pero le había dado un sobre que habían enviado para él, que contenía invitaciones para una función teatral totalmente gratis, hecha por niños. Jonah se había reído y había roto las entradas, diciendo después, con una mirada muy explícita, que "lo gratuito, no suele realmente valer nada. Todo lo que se da gratis, ya sea una comida, una función o cualquier cosa, se da gratis para librarse de ello, porque no tiene ningún valor". Jameson había dado a entender así que el cariño que sentía Rita por él, no valía nada puesto que lo regalaba…. O al menos, él no lo apreciaba. Peter no pudo evitar pensar que su jefe tenía la misma sensibilidad que un adoquín de carretera comarcal. 
 
-¿Eso piensa, verdad? – dijo Peter – muy bien; pues vamos a darle un valor a tu amor, a ver si entonces lo valora como se merece, ¿tú estás dispuesta a…?
 
- A TODO, - contestó ella sin dudar. – Haría cualquier cosa por él. 
 
Peter sonrió y le dijo que no se preocupara. Dentro de una semana, Jameson tenía que ir a Hawai a una conferencia sobre Ética del trabajo, y permanecería allí cuatro días en un lujoso hotel, y naturalmente, su secretaria le acompañaría. "No puedo darte detalles" susurró Peter mientras limpiaba las lágrimas de Rita con el dorso de la mano "pero cuando se presente la ocasión, deberás darte a valer. Y puesto que el único valor que entiende Jonah es el dinero, ése deberá ser el que uses". Rita quiso preguntar cuál era la idea de Parker, pero éste se negó a decir más… era mejor que ella no estuviese preparada, así siempre podría echarse atrás si llegaba a la conclusión que le importaba más su amor propio que Jameson. 
 
Durante esa semana, la actitud de la joven para con Jonah no varió en absoluto; pese a haber sido herida en su corazón, siguió tratándolo tan cordial, atenta y cariñosamente como siempre. Tampoco la actitud de él, desgraciadamente, varió para con ella: malhumorado permanente, cínico y gritón, parecía incapaz de una palabra amable, si bien el día antes de su partida, cuando la señorita Hesse le recitó una por una todas las acciones que había llevado a cabo y se comprobó que todas estaban perfectas hasta el último detalle (reserva, equipajes, asuntos pendientes, sitios a ocupar, presupuesto para souvenirs,….), dejó escapar una media sonrisa de satisfacción, y Rita se iluminó de pies a cabeza. Jameson se dio cuenta, naturalmente, ni un ciego lo hubiera pasado por alto. Pero no estaba dispuesto a enamorarse de una chica tan joven. Apenas era unos años mayor que su hijo, ¿qué iban a decir de él? Que ella venía por su dinero, está claro. Y además, él ya estaba casado con el periódico y su responsabilidad, no tenía tiempo para esposas. Y no podía dejar de pensar si su hijo aprobaría una relación semejante. Le parecía bastante irónico que un padre se preocupara de lo que pudiera decir su hijo, pero lo cierto es que la opinión de su hijo le importaba más que la suya propia; el chico había tenido que afrontar la muerte de su madre prácticamente sólo, mientras él trabajaba de corresponsal de guerra, ya había sido bastante golpe para él. Desde luego, su chico ya era un hombre, pero sabía que aquello seguía pesando en su memoria, ¿qué diría si, además de no estar cuando la muerte de su madre, ahora se liaba con otra mujer, y además tan joven? Por años que hubieran pasado, una madre siempre es una madre. Su hijo no lo aprobaría, y lo último que Jonah quería en el mundo era que algo pudiera distanciarlo de su hijo. 
 
Fuera como fuese, el ansiado viaje a Hawai llegó, y Jameson y la señorita Hesse se acomodaron en sendos asientos de primera clase. La joven intentó entablar conversación, pero chocó contra el muro de piedra que era Jonah, éste durmió casi todo el viaje, y la joven se dedicó a organizar su agenda y leer un poco. El calor era infernal en las islas, pero el ambiente festivo y desenfadado ponía de buen humor a la joven secretaria. La conferencia fue un éxito, y eso también puso de buen humor (dentro de lo que cabe) a Jameson. Tras la conferencia, se celebró una cena, de carácter informal, con espectáculo; todo el mundo iba en bañador, Jameson llevaba una camisa blanca y unos horrendos bermudas amarillos con palmeras verdes, y Rita un bikini azul con un pareo de flores. A decir verdad, el generoso trasero de la joven sólo a duras penas era contenido por el bikini, pero ese detalle no pareció ser del desagrado de Jameson, a quien Rita sorprendió mirándolo en más de una ocasión.  Fue ya después de la cena, cuando, a punto de regresar cada quien a su suite, un hombre se acercó a Rita y le preguntó a cuánto lo cobraba…
 
-¿A cuánto cobro el qué? – preguntó la joven, desorientada. La pregunta no era clara, y en la cena había bebido un poco.
 
-Qué va a ser – contestó el hombre, sin molestarse ni en bajar la voz – el polvo, niña, a cuánto cobras tú el polvo. 
 
-Oiga, amigo, me parece que se está usted equivocando - la joven se alejó un paso, pero no pudo evitar reír, si bien Jonah, que estaba a su lado, no parecía igual de divertido. 
 
-Oye, que el que no seas profesional, me pone más todavía, venga, ¿van cien dólares? 
 
-¡¿Pero qué se ha creído?! 
 
-Vale, mujer, doscientos y arreglado, ¿van?
 
-La está usted insultando – intervino Jonah.
 
-¿Qué pasa, tienes la exclusiva de ella, o qué? ¿O me vas a decir que tú darías más?
 
Jonah miró a su secretaria como quien mira un trozo de ternera para asar, y dijo:
 
-Menos de trescientos, es un insulto.
 
-¡Señor Jameson! – se escandalizó la joven. 
 
-¡Trescientos diez! – dijo el hombre.
 
-¡Trescientos veinticinco! – pujó Jameson, fingiendo no ver que su secretaria estaba tan colorada que despedía calor a ráfagas.
 
- ¡Trescientos cincuenta! – contestó el desconocido, y Jonah dudó. Rita supo que había llegado el momento del que le había hablado Peter, era ahora o nunca; Jameson había demostrado que ella le interesaba, pero si no le daba algo que marcase que lo valía, no seguiría adelante. Le echó valor y abrazando a su jefe por la cintura, se acercó a él sensualmente.
 
-Este hombre me da trescientos cincuenta dólares - susurró, cariñosa – yo no quiero irme con él a cambio de un precio tan bajo; para lo que yo soy, eso es un regalo, ¿verdad que no va a dejar perder algo así…? 
 
Jameson casi no la dejó acabar la frase:
 
-¡Quinientos cincuenta! – y no dijo más, porque no podía ofrecer más sin tirar de la tarjeta de crédito. El desconocido titubeó y finalmente se marchó con fastidio, y Rita estuvo a punto de batir palmas. Jonah puso sonrisa de superioridad y hubiera querido rematar la derrota de su adversario con algún comentario cínico, pero se le cortó la sonrisa cuando vio que su secretaria estaba ante él con una enorme sonrisa y con la mano extendida. - ¿¡Pero pretendes cobrarlo?! – se escandalizó - ¡Yo sólo lo he hecho para que no te fueras con él! ¿¡Así me agradeces que te haya librado de ese cretino?!
 
-Si no está dispuesto a pagar por lo que valgo, entonces me voy con él, ¡no debió haber pujado si no quería quedarse conmigo! – Rita sabía que se la jugaba, pero apenas había dado la media vuelta, Jameson la sujetó del brazo. 
 
-¡Es una maldita chantajista, señorita Hesse! – voceó, sacando la cartera del bolsillo de los bermudas. Muy a regañadientes, pagó la cantidad pactada, que Rita se guardó rápidamente.
 
-Es usted un encanto, señor Jameson - dijo y le besó voluptuosamente en la boca – Un verdadero encanto… 
 
Rita cogió a Jonah de la mano y, riendo como una niña traviesa, tiró de él para llevarle a la lujosa habitación del hotel. El acaudalado director no pudo evitar pensar "recapitulemos… ¿cómo hemos llegado a ésta situación?", pero por otro lado, no veía nada malo en lo que iba a suceder. Llevaba mucho tiempo sin estar con una mujer; quisiera reconocerlo o no, su secretaria no le era indiferente y puesto que había pagado por tener sexo con ella, nadie podría acusarle de tener un lío, ni siquiera su hijo, él tan sólo había pagado por un servicio.
 
Sin dejar de correr, entraron en la habitación de él, que incluso tenía una piscina privada; Rita no se detuvo, riendo y saltando se quitó el pareo y se lanzó al agua. Los pezones se marcaron a través de la tela del bikini azul y entre eso, el beso y el saber lo que iba a suceder, Jameson empezó a notar que su cuerpo reaccionaba sin que pudiera evitarlo.
 
-¡Vamos, al agua! – dijo ella, salpicándolo - ¿Cómo va a preferir que le llame? ¿J. J? ¿Jonah? ¿Cuchi-cuchi…?
 
Jameson estuvo a punto de decir que si se atrevía a llamarle "cuchi-cuchi" ya se podía largar con el otro, pero se contuvo y le dijo que podía llamarle como quisiera.
 
-Entonces, le seguiré llamando señor Jameson; me da más morbo… - El citado se quitó la camisa y casi se quitó los bermudas también, pero recordó que Rita aún llevaba el bikini, y decidió no darle ventaja, y también por un momento, le invadió la estúpida idea de qué pensaría ella cuando le viese desnudo. Se lanzó al agua y nadó hacia ella, y se sorprendió a sí mismo al descubrir que realmente estaba caliente y la deseaba mucho más de lo que le hubiera gustado admitir. La joven le abrió los brazos al verle acercarse y le besó nuevamente, jugando con sus labios húmedos.
 
-¿Te da morbo que siga siendo tu jefe? – preguntó Jonah, y ella asintió. A él también le daba morbo pensar que se estaba beneficiando a su secretaria, no a una mujer que lo hubiese elegido libremente - ¿qué otras cosas te dan morbo? – Jameson acariciaba la espalda de Rita y la besaba por el cuello, buscaba el cierre del sostén… 
 
-Mmmh… hacerlo bajo el agua, ¿alguna vez lo ha hecho bajo el agua, señor Jameson? – éste sonrió con superioridad. Rita pensó que aunque en opinión de la gente, su jefe no fuese mister universo, para ella no había hombre más deseable en aquél momento que él, con el torso brillante de agua y su cabello, castaño por arriba y canoso por abajo, empapado y hacia atrás.
 
-¿Si lo he hecho bajo el agua? – rió cínicamente – Tengo casi cincuenta años, niña, ¿te parece que hay algo que me puedas enseñar? 
 
Con el "casi", su jefe se quitaba años, pero Rita se rió y se quitó los pendientes que llevaba, dos perlas pequeñas y rosadas. Ante el asombro de Jonah, se tragó uno y le ofreció el otro.
 
-No hablo de hacerlo "en" en el agua, sino "bajo" el agua… buceando. 
 
A Jameson se le cortó la sonrisa.
 
-¿Y cómo se supone que se hace para respirar?
 
-Tómese esto y lo sabrá. – contestó ella y poniéndose la perla entre los labios, se la ofreció. Jonah tenía serias dudas, pero había llegado demasiado lejos para dar marcha atrás ahora. Si la chica quería ofrecerle psicotrópicos, por una vez, ¿quién iba a enterarse? Aceptó el beso y notó la píldora deshacerse rápidamente en su boca, dejando un sabor dulzón, pero apenas pudo notar ese sabor, pues el de la lengua de Rita, fresca y con gusto a piscina le inundó inmediatamente después. Hacía años que no sentía un beso tan cálido ni que lo excitase tanto; su corazón palpitaba fuertemente y se sentía temblar y sudar, pero de pronto, notó que su cabello ya no estaba pegado a su cabeza, sino que flotaba a su alrededor. Abrió los ojos y se encontró sumergido en el agua de la piscina, con una Rita muy divertida frente a él… y podía respirar perfectamente, ¿¡Qué era aquello?! Intentó preguntar, pero de su boca sólo salieron burbujas que produjeron una sonrisa de su secretaria.
 
"No use la boca para hablar" la voz de Rita sonó dentro de su cerebro "Use sólo la cabeza. ¿Qué le parece la experiencia?"
 
"¿Cómo es posible esto?"- preguntó él, pensándolo. 
 
"Magia… Señor Jameson, si no hace preguntas, no le tendré que decir mentiras. Además, no creo que usted haya pagado quinientos cincuenta dólares por investigar fenómenos químicos, ¿verdad?"
 
Era cierto. Jonah trató de abrazarla de nuevo, pero la joven se escurrió por entre sus dedos con la ligereza de un delfín, y nadó más hondamente. A Jameson le encantaba la idea de perseguirla y se lanzó a por ella. No era mal nadador, pero ella era mucho más ágil que él dentro del agua, se movía con una rapidez asombrosa, parecía que su elemento natural fuera el líquido. Jugó con Jonah; le dejaba acercarse y cuando estaba a punto de tocarla, daba un pataleo y se iba de nuevo, Jonah podía oír la risa de ella dentro de su cabeza y cuanto más se resistía ella, más ganas tenía de agarrarla. Finalmente, en una ocasión, ella arrancó demasiado tarde (probablemente adrede) y él la agarró del tirante de la parte superior de su bikini. Al tirar para alejarse, el tirante se bajó, dejando al descubierto un hermoso pecho que Jonah devoró con la vista y ella hizo ademán de ocultar con la mano.
 
"¡Señor Jameson, ¿pero qué hace?!", le transmitió la joven, jugando a que estaba muy sorprendida de la actitud de su jefe; aquélla comedia le ponía aún más caliente, y, agarrado al tirante, se dio impulso para llegar a los hombros de la joven y bajar el sostén por completo, lo desató, y la prenda subió blandamente a flote mientras Rita fingía estar muy azorada "Por favor, señor Jameson, ¿qué pretende hacer conmigo?". Rita echó a nadar de nuevo, pero esta vez lo hizo lentamente, tapándose los pechos. Jonah agarró la cinturilla de la parte inferior del bikini, y ésta salió prácticamente sola cuando la joven se alejó nadando.
 
"Qué malo es usted…." Rita se sentó en el fondo de la piscina, intentando cubrirse con las piernas, mirando a su jefe con una expresión mezclada entre timidez y picardía, entre lujuria y vergüenza. Jameson se despojó de los bermudas, que fueron a reunirse con el bikini en la superficie, y nadó hacia ella. Le quitó las manos de los pechos, a lo que ella fingió resistirse. 
 
"Has estado provocándome durante meses" pensó Jameson para ella "llevando esa ropa con esos escotes exagerados, inclinándote en mi mesa cada vez que me traías algo para obligarme a mirarlos… no te hagas la puritana ahora, deseas esto tanto como yo".
 
"Oh, no…. No, señor Jameson. Ha malinterpretado mi comportamiento. Se lo suplico, no me mire…"
 
Jonah la besó. Estaba verdaderamente irresistible con esa actitud de "oblígame un poquito para que yo pueda decir que no fue culpa mía". El hecho de que su cuerpo no saliese a flote pese a no moverse, no parecía tener relevancia a pesar de que fuera imposible. Arrodillado junto a ella en el piso de la piscina, agachó la cabeza para besarle los pechos y una de sus manos inició una decidida bajada hacia el coñito de la joven. No estaba para muchos preliminares, llevaba demasiado tiempo sin hacerlo. 
 
"Oooh…. ¿qué me… qué me hace, señor Jameson? Por favor… por favor, pare"
 
"No voy a parar… eres mi secretaria, eres mía, harás lo que yo te mande, todo cuanto yo desee, y además esto te encanta, puedo notarlo… mira cómo se levantan tus pezones."
 
No era lo único, la polla de Jameson también se levantaba, deseaba penetrarla cuanto antes, pero quería tocarla también. La rajita de su joven secretaria ardía y palpitaba, se notaba su humedad, totalmente distinta a la del agua, y Jonah le metió dos dedos sin dudarlo. De la boca de Rita salió una cascada de burbujas cuando el gemido se escapó de su pecho, a pesar de que su jefe sólo podía oírlo en su cabeza.
 
"¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaah! Haah…. Bastaaaaa… Por favor, señor Jameson, no… no siga…"
 
Jonah rio, con el corazón golpeándole en el pecho, y mientras seguía metiendo y sacando dos dedos, extasiándose en el agradable tacto viscoso del interior de su secretaria, dirigió el pulgar al clítoris y lo frotó despiadadamente. Rita se estremeció entre sus brazos y apretó los puños, las rodillas le temblaban y casi no podía abrir los ojos de gusto.
 
"Nooooooooooooo….." suplicó mentalmente "Por piedad, pareeee…. Si sigue tocándome así, perderé el control…. Yo nunca…. Yo nunca me había sentido así…. No, nooooo…."
 
"Entonces, no paro, bonita" Jonah aumentó la velocidad de los dedos en el cuerpo de su secretaria al tiempo que le apretaba las tetas alternativamente con la otra mano. Por efecto del agua, parecían azuladas y el director pensó que aquélla estaba resultando una de las experiencias más raras y placenteras de su vida; su lengua lamía desde el cuello hasta las orejas de Rita, que había quedado reducida a un cúmulo de sensaciones placenteras que la superaban, incapaz de moverse, tan sólo pudo abrazar a Jonah por la espalda para apretarle más a ella cuando notó que su orgasmo era inminente:
 
"Noooo… no siga haciendo eso…. ¡me correré…..! Haaaaaaaaaaah…. Me… me voy a...". Y entonces, Jameson se detuvo. Imposible describir la expresión de intensa frustración que se pintó en el rostro de la joven. Jonah podía sentir los muslos de ella temblando de impaciencia, todo su cuerpo meciéndose voluptuosamente, rogándole con cada músculo que continuara atacando y la dejase satisfecha.
 
"Si quieres que te termine, vas a tener que pedírmelo" Exigió Jonah, sacando los dedos con deliberada lentitud y empezando a acariciar los muslos de la joven, tiernamente, volviéndola loca de deseo.
 
"Haaaah…. ¿porqué es usted tan malo conmigo, señor Jameson? No me obligue, por favor, no me obligue a decirlo, que me da mucha vergüenza…"
 
"Entonces, se ha acabado. Dilo, o ya puedes marcharte".
 
Jonah, ahora con las dos manos libres, pellizó los pezones de su secretaria y tiró de ellos; lo hacía sin ninguna delicadeza, sonriendo con lascivia, pero ella estaba tan cachonda que aquello sólo le causaba más deseo y placer, no sentía dolor alguno.
 
"Por favor… por favor, señor Jameson, no me torture más…."
 
"Dilo."Insistió él "Dilo, y la tortura habrá terminado. Di que quieres que te meta la polla hasta el fondo, hasta que te corras como una perra, y dejaré de hacerte sufrir y dejaré que goces. Pero si no lo dices, me voy ahora mismo a dormir y tú puedes irte y el lunes te despediré, porque no puedo tener en tu puesto a alguien desobediente. Elige. Y elige pronto, porque soy impaciente". Jonah subrayó su última palabra retorciendo los pezones de Rita, que se curvó entre sus brazos de placer y ansia. "¿No lo dirás….? ¿Me marcho…?" Insistió, sin darle tregua.
 
"¡Basta!" gimió la joven, con adorable expresión de derrota "Lo… lo diré, lo diré" jadeó "Continúe, señor Jameson, hágame gozar, me encantaaa…. Ooooh, fólleme hasta la locura, quiero su gran polla dentro de mi coñito, ¡ensárteme con ella hasta que pida clemencia, señor Jameson! ¡Soy una perra viciosa, y lo quiero!"
 
Jonah estuvo a punto de eyacular sin tocarse siquiera al oír aquellas palabras. Agarró a Rita del cuello y echándole bruscamente hacia atrás la cabeza, la besó con furia, metiéndole la lengua en la boca hasta la garganta, apretando ligeramente su cuello para dificultarle la respiración. La joven hervía de deseo, no tenía idea de que a su jefe le fuera la dominación hasta tal punto, pero el descubrimiento le había encantado. El director tumbó a la joven sobre el suelo y le elevó las piernas hasta los hombros, para que ella misma se las sujetase por detrás de las rodillas. El sexo de Rita quedaba totalmente abierto y expuesto y la joven fingió que apenas se atrevía a mirarle a los ojos, esos ojos en los que se leía desbocada lujuria, hambre, lascivia… 
 
"¡Haaaaaaaaaaaaaah…. Se-señor Jamesoooon… Le adoro!" Confesó la secretaria cuando Jonah se dejó caer de golpe sobre ella y empezó a bombear sin ningún cuidado, empujándola con su cuerpo, taladrándola sin piedad. ¡Era estupendo! ¡Qué coñito tan tenso y cálido! Sabía que no podría aguantar mucho, estaba muy excitado y estaba penetrándola lo más deprisa que podía, pero no podía parar, era demasiado bueno para hacerlo más lentamente, quería disfrutar sin retenerse, quería correrse…. ¡quería correrse AHORA!
 
"Haaah…." Gimió Jonah, pugnando por penetrar más hondamente "eres fabulosa, qué gusto me das… y a ti también te da mucho gustito, ¿verdad? Aaah…. No hay más que ver la cara de placer que me pones…."
 
"No, nooo…." Protestó ella, con los ojos en blanco de gusto, a punto de alcanzar su placer "No es ciertooo…. Yo… yo soy una chica decente, señor Jameson, usted…. Usted me ha seducidooooo… mmmmmmmmmmmmmmhhh…"
 
Jonah pudo notar que su orgasmo era inminente, sus muslos tenían convulsiones, sus nalgas se apretaban intentando ayudar a la expulsión de la descarga que estaba al llegar. Su secretaria parecía luchar contra el deseo de soltarse las piernas para poder abrazarle, pero sabía que no lo haría, no mientras estuvieran jugando a la sumisión; ella respiraba aceleradamente, sonreía sin poder evitarlo, y de pronto, los dedos de sus pies se encogieron, Jonah supo que ella se estaba corriendo y el placer casi le pudo, pero la cordura se impuso. Rápidamente, sacó la polla del interior de su secretaria y volvió a meterle dos dedos, mientras él se pajeaba. 
 
"¡Aaaaaaaaaaaaaah….  Oh, Señor Jameson…. Me voy a correr…. Me corroooooooh…..!" Rita se contrajo de gusto sobre sus dedos, Jonah pudo notar cómo el sexo de ella se contraía y palpitaba, casi al mismo tiempo que él soltaba su semen en el agua, en varios disparos espesos que formaron nubes y se disolvieron lentamente. En su cabeza estallaron fuegos artificiales mientras el placer se expandía gratamente desde su polla por todo su cuerpo y su culo todavía se encogía dulcemente sobre sí mismo por efecto del delicioso orgasmo cuando notó una boca besar la suya. No se resistió. Dejó que la lengua de Rita lamiera sus labios, los atravesara tiernamente y acariciara su lengua e hiciera cosquillas en su paladar, mientras notaba que ella lo abrazaba, estrechándolo contra sus pechos; los pezones erectos le ponían de gallina la piel…
 
"Señor Jameson, ¿qué me ha hecho usted? Por favor, espero que de aquí en adelante sepa dominarse y nunca se repita algo tan humillante, para mí ha sido muy vergonzoso. Por favor, ponga su mano en mi corazón y prométame que no volverá a hacerlo". La joven llevó la mano de Jonah a su pecho izquierdo y le hizo apretarlo. Jonah sonrió, era cierto, daba mucho morbo, y mientras fuese una aventura, nadie podría decirle que ella iba tras su dinero ni tendría ningún disgusto con su hijo, porque nadie lo sabría nunca, nadie podría enterarse. Qué tentador era aquello.
 
"Ya veremos." Contestó, masajeando la teta que se le ofrecía "Todo dependerá de cómo te portes; si vuelves a provocarme con esa ropa escotada o con esos contoneos de caderas, o si te portas de modo que me disguste, tendré que castigarte, y te castigaré tan duramente como hoy, o tal vez más". 
 
"Oh, señor Jameson, seré muy buena, lo prometo, haré siempre todo cuanto usted me mande". Dijo la joven y le abrazó con ternura. Esa noche durmieron juntos y el fin de semana transcurrió con bastante normalidad. El lunes siguiente, Peter recibió una botella de coñac francés de la mejor calidad, y cuando Jonah llegó a su despacho, se encontró a Rita vestida con minifalda y medias de malla y una blusa que dejaba un balcón con un escote tan apretado que daba la impresión de que reventaría tan pronto como a la joven se ocurriera respirar. El director devoró con la mirada aquélla viva estampa de pecado, recordando que, según sus propias palabras, la joven se había hecho acreedora a un "castigo", mientras ella lo saludaba con su sensual voz habitual:
 
-Buenos días, señor Jameson…
 
 
(lee ya la segunda parte en mi blog:  http://sexoyfantasiasmil.blogspot.com.es/ )

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Noche de bodas muy deseada, II

Noche de bodas muy deseada, I

Internado disciplinario para chicas

Mariposa y yo, 2

Mariposa y yo, I

Francés, je l´aime bien.

Una tarde con tus padres ¿qué aburrimiento...?

Zorra con suerte

Corazón positrónico I

Corazón positrónico, II

El hambre con las ganas de comer

Enseñando al que no sabe